En ocasiones, la luz se apaga. Adiós al sentido. Adiós a la lógica. Adiós a la ilusión. Te quedas a oscuras y nada tiene valor. ¿Por qué seguir adelante? ¿Para qué quieres luchar? Por mucho que lo intentes siempre acabas por decaer.
Sigues sin esa luz. Sigues sin tener motivos por los que sonreír. Sin nada que sentir. Andas hacia adelante, pero ¿por qué lo haces así?
Inercia. Tu vida continúa por ella misma. Sólo te dejas llevar. Finges una risa, un codazo a un amigo. Miras atónito esa pizarra, llena de imposibles ecuaciones. Después, cabizbajo, ninguno de esos números llega a tu mente. Tampoco quieres pensar en ello. Sólo en el vacío. En esa oscuridad infinita, en los posos de tu oscuro café.
Pero, de repente te ciega un fogonazo. Vuelve la luz. Gracias por esa sonrisa. Gracias por estar ahí. Gracias por ser tú.