Tiny ~ AkuRoku (Adaptación libre de Pulgarcita, de Don Bluth

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Notapor Roxas-XIII » Mar Mar 10, 2009 6:16 pm

Axel!!!! )=D

Ya he conseguido leermelo! ç_ç

me encanta cielu >_<

adoro a Zex, Demmy y Axel!! =D

Y a Tiny tambien desde luego (a todos casi xd)

Que malos son, metiendote prisa u_ú


Animos cariño, tu puedes con todo lo que te echen!!!!!!
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Mil gracias, koishii~~~ Axel_VIII

[[Akuroku rulz >3< ]]
Roxas-XIII
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Notapor Axel_VIII » Jue Mar 12, 2009 10:18 am

*Va corriendo y le mete un pedazo de achuchón que lo deja más liso que una tabla de planchar* Gracias por tu apoyo, lof!!! >< Si, en FF. net me meten demasiada prisa, voy estresado escribiendo x.x... Pero bueno, al menos sé que les gusta ^^U Aunque sea a dos personas ^^U... y a ti, claro ^^ sobretodo a ti, que me inspiro muchas veces en ti para escribir, eres mi musa! xDDDD
¡Pronto subiré las ilustraciones, aver si las acabo! >.<!

Te queru muuuuxo!! *beso ventosa* (sí, hoy estoy en modo oso pesado cariñoso xDDD)

Pronto acabaré el 5 y lo subiré para ti, para que lo leas ^^ bueno, y para quien le interese además de ti xDDDD

Muchos besos!!
[spoiler]Imagen<--- ¡Gracias a Roxas13 por esta firma tan genial![/spoiler]
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Dedicada a Roxas-XIII. Daisuki, koishii! >///<
"Hay sentimientos que prevalecen con el tiempo... tú lo sabes bien..."
Axel: Realmente, no tenemos corazones, ¿verdad?
Roxas: Pero el corazón no es algo que puedas ver... Me pregunto si es algo que pueda sentir cualquiera.
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Notapor La Maestra de la muerte » Jue Mar 12, 2009 1:14 pm

u.u....Malditos examenes... HE PERDIDO UN MONTON DE VICIO!!
**********************************{CENSORED}
bueno, esta bastante bien^^ la verdad es gracioso que sea una versión de Pulagarcita xD
aunque Tiny y Axel son muy monos =P
eso si...Apoyo esta parejita^.^ aunque le meten mucha prisa al pobre, dejarlo porque estara bastante extresado xD
Bueno, Nos vemoos~~
Just be Friends...It´s time to say goodbye...
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Notapor Axel_VIII » Lun Abr 20, 2009 8:04 pm

CONTINUACIÓN!!! Y NUEVAS ILUSTRACIONES!! ^-^

(Gracias a todos por leerme y por vuestros comentarios, espero no decepcionaros! ^^
Si hay errores de publicación en el exto, lo lamento, pero al disponer de poco tiempo en un cyber, no puedo corregirlos en este momento. En cuanto pueda, lo hago)

Capítulo V

[center]“Viejos rencores y conquistas con sabor a festival”[/center]
[center]
[/center]

No muy lejos de allí, entre las sombras de los bosques más cercanos al Valle de las hadas, una muchachita observaba el cielo sereno, tratando de seguir a toda prisa una estrella fugaz. Esto quizás habría resultado inútil, incluso bastante ilógico, si hubiéramos pasado por alto que esta muchachita no era como todas las demás. Poseía unas impresionantes alas, pero no era un hada, pero tampoco un ángel ni mariposa… o quizás sí. Pertenecía a la raza de las palomillas, más conocidas como polillas. Mientras sobrevolaba el ancho boscaje, sus ropajes harapientos serpenteaban a lo largo de su piel, que parecía cubierta de polvo dorado. Sus grandes alas despedían un cierto brillo característico, aunque no tan llamativo como el de las hadas. Su corto cabello oscuro como la noche ondulaba grácilmente tras sus hombros, a golpes de brisa que surcaban su cara con presteza, mientras sus ojos muy vivos y expectantes del color más azul del cielo observaba cada detalle, por pequeño y rápido que fuera, y en estos momentos toda su atención y perspicacia la acaparaba aquél punto brillante en el horizonte, que se alejaba con celeridad. Fruncía el entrecejo, aunque a simple vista la joven pareciera la mar de calmada. Era una calma aparente, como la que precede a la tormenta más terrible. Aún con dolido orgullo recordaba lo sucedido esa misma mañana…

-¡Xion!–Una joven de cabellos rojizos y unas preciosas alas rosadas se acercó a todo correr a donde dormitaba la muchacha, pues como ya se es conocido, las palomillas solían dormitar de día y vivir la noche. Se asomó a su pequeño lecho de hojas y trozos de trapos que había logrado reunir ella sola con mucho esfuerzo y donde había construido su hogar, y la zarandeó. Con dificultad, Xion abrió un ojo y después el otro, aún muy adormilada. Bostezó perezosa y miró en dirección a la que la llamaban.

-¿Sí?... ¿Qué ocurre Kairi?... Todavía no es de noche… ¿Por qué me despiertas tan temprano?...

-Sabes que no lo haría si no fuera por nada importante… Pero tenías todo el derecho a saberlo… Es sobre Axel…

Al oírle pronunciar ese nombre, Xion salió de un salto de la cama y a la desesperada exigió a Kairi que le contara todo cuanto supiese de esas nuevas noticias.

-Me extraña que no lo sepas aún. ¡Es el cotilleo del siglo! –Comentó Kairi, muy excitada que no podía parar de aletear.

-¡Suéltalo de una vez! ¡No aguanto más esta incertidumbre!

-Tu queridísimo Axel ha decidido asentar la cabeza.

-¿¡Qué…QUÉ!?–Estaba totalmente atónita. – Pero si… si yo le he confesado tantas veces mis sentimientos, lo mucho que le amaba… y nunca… -De pronto el rostro de la joven se iluminó a causa de la idea que le acababa de cruzar la mente. - ¡Claro, se trata de eso! ¡Qué tonta he sido! –Se golpeó suavemente la sien con el puño en una pose muy simpática.-¡Quiere darme una sorpresa! ¡Qué nervios! ¡Seguro que vendrá por mí más pronto de lo que me imagino!

Kairi no sabía si sonreír o salir corriendo. Se mordió el labio y tragó saliva, mientras intentaba calmar a su amiga para que volviera a tomar asiento, pues de la emoción no dejaba de brincar.

–Xion… ¡Xion! Déjame terminar… Creo que has confundido las cosas...

-¿Confundir? ¡Pues yo lo veo más claro que este día despejado! – Sus ojos azules centelleaban como dos soles.

-¿Cómo explicártelo sin herir tus sentimientos?... –Xion la miró estupefacta, pero decidió guardar silencio hasta el final, para oír toda la historia. – Verás… Sí, se ha enamorado… Y piensa casarse. Pero no hadicho nunca nada de ti. Corren los rumores que se ha enamorado de una persona plebeya o algo así, y algunos aseguran que ni siquiera es un hada.

-¿Encaja con mi descripción, no? No veo dónde está el problema… -Se ofendió la joven.

-También dicen que es un hombre, pero no está confirmado. Ya sabes, estas cosas las mantienen en secreto en la corte hasta que sea oficial.

Xion enmudeció. Trató de recuperar fuerzas y se pronunció de nuevo, más atónita que nunca. - ¿Acabas de decir que es un hombre?...

Kairi se apresuró a rectificar. – Sí pero no hagas mucho caso, mujer, ya sabes lo que son los cotilleos… ¡fíate sólo del cincuenta por ciento!

-Hombre o mujer… ¡No tiene ningún derecho a arrebatármelo! ¡YO LE VI PRIMERO, YO CRECÍ CON ÉL! ¡No es justo!

-Xion, sé razonable, vamos… -Trató de calmarla Kairi. – Piensa que estas cosas pasan, no las elige uno por que sí… Uno se enamora de quien se enamora…

-¡Pero vamos! ¿Dónde puede haber encontrado alguien más fiel y paciente que yo?... -Se dejó caer en su lecho- Debo ir a hablar con él… Necesito oírlo de sus propios labios para creer que ya no me quiere…

Kairi suspiró con resignación y sonrió cortésmente. ¿Alguna vez le había querido Axel? Se preguntó irónica. Tras esa leve mueca sarcástica, torció un poco el semblante. Realmente desconocía el final a todo aquello y estaba realmente preocupada por Xion… Sólo deseaba que todo saliera bien, desde lo más profundo de su corazón.

La noche de verano en que se conocieron, Xion acababa de nacer esa misma primavera. La noche era muy clara y plagada de estrellas. Como aún era muy joven, no dominaba todavía el rumbo ni el batir de sus alas. Y dando tumbos perdió el norte y no supo regresar a su hogar. Se sentó en la rama de un árbol y comenzó a llorar para sí. Pidió con todas sus fuerzas poder regresar a casa, pues se sentía tan indefensa… Y tan perdida… Además, cuando ella nació, sus padres ya no estaban, fue la única cría en el nido… Por este motivo, siempre se había obligado a vivir por sí misma, sin nadie que la protegiera y ayudara. Hasta el momento, lo había sobrellevado bastante bien, dentro de lo que cabe... Pero tuvo la mala suerte de distraerse y tomar corrientes de aire que la arrastraron muy lejos. Tan llorosa se encontraba que justo cuando pedía ese deseo… Vio surcar una especie de estrella fugaz por el cielo, cosa que la asombró gratamente, pues nunca había visto ninguna. Pero cuando parpadeó, no estaba en el mismo lugar… Pero a su vez, ésta se había vuelto más clara y luminosa y volaba en zigzag por la llanura. Se extrañó y, no comprendiendo lo que veía, se frotó los ojos repetidas veces. Al instante, fijó más la vista y le pareció ver una silueta humana minúscula envuelta en grandes llamas. Pero no parecía arder, sino que sobrevolaba la espesura tranquilamente. Inmediatamente las vio: unas enormes alas de fuego batían con fuerza tras sus espaldas. Se quedó fascinada nada más verlas. Se es conocido que cualquier animal inteligente suele repeler el fuego, ya que es el elemento directo más peligroso para ellos, Xion lo había oído decirlo a algunas compañeras adultas. Pero quizás por este hecho prohibitivo, o porque nunca había visto el fuego tan de cerca o por su cautivador resplandor, o bien una mezcla de estos sentimientos y muchos otros, no pudo resistir la tentación de seguirle con la mirada. El joven se percató en seguida que lo observaban, además de haber oído unos lamentos muy de lejos, en su camino a una caverna en la que crecían miles de flores de cristal, que sólo alcanzaban su máximo esplendor en aquélla época del año, e iba ainvestigarlo para su educación y ante todo la curiosidad que siempre loa compaña a él y a su mente inquieta. Aceleró el ritmo con sus vistosas alas y se posó con un estilo de estudiada técnica sobre la rama contigua. Miraba a la joven con curiosidad. Ella se sonrojó al mirarle tan de cerca: No imaginaba que podía ser tan guapo. No supo qué decir, así que fue él quien tomó el relevo.

-Hola, bonita noche, ¿verdad? Mi nombre es Axel. Oí unos sollozos a lo lejos y pensé que alguien podía necesitar ayuda. ¿Eras tú quien lloraba?- Terminó el jovenzuelo.

-Bueno… sí… lo siento. –Se disculpó Xion. –Seguramente tendrías cosas más importantes que hacer y te he importunado…

-No te preocupes, nada nunca es más importante que alguien que necesita ser escuchado y ayudado. –Pegó un brinco y se sentó a su lado. -¿Cómo te llamas?

-Mi nombre es Xion. –Respondió tímidamente, apartando la vista de sus verdes y profundos ojos.

-Es un buen nombre. –Sonrió éste. - ¿Cuál es la causa de que te haya encontrado así?...

-Nada, solo que soy muy torpe. Me he perdido y no logro encontrar el camino de regreso…

-Vamos, no digas esas cosas. No creo que seas torpe, si vieras la de veces que me he llegado a perder yo, te asombrarías… Eso me ha hecho bajar la nota varias veces en mi escuela… -Se rascó su melena roja del mismo modo que lo solía hacer cuando se avergonzaba. –Mira, haremos una cosa: Explícame un poco cómo es dónde vives, e intentaré encontrarlo, y tú me seguirás para ver si te suena el camino.

-Pero es muy difícil, y más de noche… ¿Y si no lo logramos?...

-No pienses que no lo lograremos, ¡piensa que lo podemos conseguir! La noche hoy es muy clara y brillan mucho las estrellas y la Luna, nos alumbrarán bastante la travesía. Y si en el peor de los casos, no lo logramos, puedes venirte a vivir al bosque que envuelve mi hogar, allí nunca te faltará de nada y puedes recobrar fuerzas para la búsqueda. O bien puedes quedarte el tiempo que desees.

Xion sonrió por primera vez desde la llegada del hada. Ya no le parecía tan grave su problema. Asintió feliz y siguió el vuelo de Axel todo lo rápido que daban sus alas. Tras muchas noches de búsqueda, lograron dar con el hueco en el árbol en el que vivía Xion. Pero le había gustado tanto su nuevo hogar y en el antiguo no le quedaba nadie que la esperase, que decidió mudarse. Desde entonces, había vivido en constante armonía con las hadas. Y Xion se convirtió así en una gran amiga para él.

Ese recuerdo lo tenía siempre ella muy vívido en su cabeza. Le traía nostalgia y dulzura. Años después, exactamente un año antes de lo acontecido en esta historia, Xion y Axel ya eran adolescentes hechos y derechos. Y la joven reflexionó y llegó a la conclusión de que había llegado el momento de revelarle a su amado la verdad que siempre le había estado ocultando. Le confesó sus sentimientos, y él pareció estar gratamente agradecido, pero había algo en su mirada que no encajaba… Se disculpó varias veces, pero a pesar de que sentía un gran apego por la pequeña, pues era algo así como su hermanita para él, no podía sentir algo más fuerte… Ella se decepcionó enormemente, y pasó varias semanas encerrada llorando amargamente. Pero tras ese periodo se juró no rendirse y persistir en su empeño hasta que llegara el día en que él aceptase sus sentimientos, a pesar de ser tan diferentes el uno del otro, como él mismo se había pronunciado para no parecer descortés al rechazarla.

Así era fácil de entender cómo podía sentirse en esos momentos…

-No puedes irle a ver ahora… -Le negó Kairi. –Cuando yo venía a contarte esto mismo, él y sus dos amigos han despegado para encontrar a esa persona. Por lo que parece, le han raptado o algo así… Y Axel va a ir a liberarle… O eso más o menos he entendido.

-Entonces le seguiré, no puede haber ido muy lejos. Además, soy de las poquísimas que es capaz de seguirle, he crecido con ello, ¿sabes? – Intentó darse aires de importancia, aunque se sentía muy abatida y derrotada por la noticia. Había sido como un jarrón de agua fría directo al corazón. Sin pensárselo mucho, tomó lo indispensable, se despidió educadamente de Kairi y fue en la busca del joven.

Habían pasado varias horas tras su salida, hasta que al caer la noche, vio sobrevolar esa “estrella fugaz” tan característica y que tan bien conocía. Divisó de lejos como atenuaba su velocidad y se adentraba en un bosque cercano, seguramente a pasar la noche. Esa sería su oportunidad tan esperada para reunirse con él.

Axel efectivamente estaba en los alrededores, posado con Zumby sobre una rama bastante robusta, mientras le alimentaba a base de miel fresca provinente de las provisiones que había llevado consigo, mientras acariciaba cariñosamente su cabecita peluda e inquieta. Se sentó junto a él, apoyando su espalda en el costado, dándose calor mientras tomaba algo de alimento para reponer fuerzas. A causa del enorme esfuerzo acometido ese largo día, el joven estaba tan agotado que ya medio dormitaba, aún con un pedazo de pan de hadas en las manos, cuando sintió una leve presencia por los alrededores, que captó al instante y le hizo reincorporarse a toda prisa, preparado para cualquier ataque.

-¿Quién anda ahí? - Miraba a su alrededor, en guardia. – Amigo o enemigo, da la cara. Pero para tu conocimiento te advertiré que voy armado y sé utilizar mi espada. No te aconsejo que pruebes mi acero. –Tras un leve murmullo de entre las hojas, una figura dorada se dejó ver. Era una muchacha algo harapienta, pero ello no la hacía parecer menos hermosa. No se atrevía a mirarle directamente a la cara, así que dio un paso adelante y se quedó inmóvil. Había ensayado mentalmente una y otra vez todo lo que le diría cuando le tuviese delante, pero ahora que al fin le había encontrado, no podía hallar el valor ni las palabras necesarias. Él, muy sorprendido, pues esperaba cualquier cosa menos a Xion, bajó la espada lentamente, hasta que cayó de sus manos.

-Xion… ¿Qué…Qué haces aquí…?

-Axel…yo… lo siento. No quería alarmarte. Pero… - Sin poder evitarlo, comenzó a sollozar. Axel la cogió de la mano, la sentó con él y la abrigó con sus ropas de abrigo, sosteniéndola en sus brazos.

-Vamos, tranquila. Ya sabes que me puedes contar cualquier cosa. Somos amigos, ¿no?

Ella asintió cabizbaja, en silencio. Aún pasaron unos minutos hasta que consiguió serenarse. Contemplo una vez más el resplandor de las alas que tanto le gustaban, y se entristeció.

-Tienes razón… Siempre la tuviste. Somos muy diferentes, demasiado…-Murmuró para si.

-¿Has dicho algo?...

-No…sólo que… vine por que quería saber la verdad. Y no quería saberla por nadie que no fueras tú, Axel. –Reunió fuerzas para poder mirarle a los ojos mientras pronunciaba las anteriores palabras, aunque la mirada de él resultase tan dolorosa… Ya que posiblemente no compartirían más momentos juntos los dos…

-Debo suponer que te refieres al motivo por el cual estoy esta noche aquí, lejos de casa… ¿me equivoco?- Su tono de voz sonó apesumbrado. Conocía bien los sentimientos de la joven y la sola idea de poder herirla le partía el corazón. Pero tenía que ser sincero y consecuente.

-Sí, me he enamorado de alguien. Pero le han secuestrado y puede correr un grave peligro… Por eso debo ir a buscarle.

-¿Tan…tan importante es para ti?... Yo creía que yo significaba mucho más para ti, pero ya veo que todo este tiempo me he estado engañando inútilmente… ¡He sido tan estúpida! ¡Nunca me has valorado por lo que valgo! –Xion se separó abruptamente de Axel, temblando de rabia, tristeza e impotencia. -¡Nunca he significado nada para ti…NADA ENABSOLUTO! – Exclamó en un arrebato de ira incontenida.

-Xion, escúchame, por favor… -Trató Axel de calmarla, pero estaba tan nerviosa que apenas se acercó que ésta retrocedió rápidamente. -¡No, no quiero más excusas…! ¡Ya he tenido suficiente…! ¡No quiero más sufrimiento!...–Inmediatamente emprendió el vuelo rauda, sin mirar ni tan sólo una vez atrás.

Axel sintió que debía seguirla, pero en su estado, solo habría conseguido empeorar las cosas. Así que con gran pesar en su corazón, se quedó donde estaba, observando el ancho horizonte, donde en muy pocas horas amanecería, con la mirada ausente y sintiéndose por primera vez en su vida, desgraciado.

Xion estaba fuera de sí. La sangre le hervía por todo su diminuto cuerpo. Estaba totalmente cegada por el amor que sentía que comenzaba a envenenarse y a tornarse del oscuro color del odio. Sentía odio hacia todo lo que le rodeaba: Odio por aquella persona que lo separaba de Axel, odio al propio Axel por no amarla y odio hacia sí misma, por no ser lo suficientemente especial para nadie… Por ser siempre una doña nadie que no pintaba en ninguna parte… Nadie la esperaba en ningún lugar. Y nadie la echaría de menos. Esa soledad la corroía como el cianuro. La eterna soledad que siempre la había acompañado y creía haber desterrado, volvía a cobrar forma aquella noche. En cierto modo, ella estaba segura, nunca había dejado de estar sola. Y esa idea la mataba lentamente.

Tan desquiciada y fuera de si estaba, que perdió el rumbo. Ya no le importaba nada, ni el destino, ni adónde le llevarían sus alas, ni el invierno que no tardaría en llegar. Todo había dejado de tener sentido para ella aquella misma noche. Todo había acabado ya. De este modo se perdió en la infinidad de las estrellas. Lejos, muy lejos de allí.

Mientras tanto, ajeno a todos aquellos acontecimientos que se le avecinaban, Roxas inocentemente contemplaba con sus grandes y brillantes ojos azules la luna sobre su cabecita dorada. La pequeña hoguera que habían encendido él y sus nuevos amigos estaba ya prácticamente por extinguirse. Aún así, era el único incapaz de conciliar el sueño. Una tenue brisa se enredaba en su cabello, mientras se preguntaba cuánto tiempo más tardaría en llegar a su hogar, cuánto más habría que esperar para reunirse con su madre y… con él. Ardía en deseos de fundirse en un abrazo tan inmenso que no podía aguardar.

Habían caminado tanto ese día… Y aún se sentía tan lejos… Y tan cansado…

-Espérame Axel, encontraré el camino a casa, ya lo verás… -Susurró a las estrellas.

-¿Nh? ¿Roxas? ¿Aún estás despierto?... – Bostezó Olette, que se reincorporaba y bostezaba.

–Sería mejor que intentases dormir un poco… Mañana seguiremos caminando aún más y necesitas reponer fuerzas para seguir…

-Sí…Tienes razón. –Sonrió levemente a la muchacha y cobijándose con su tan querido pañuelo, se acurrucó entre unas hojas caídas y lentamente, bajo un rayo de luna, le fue alcanzando el sueño reparador.

Y así, en todo el país, en todos aquellos distintos corazones de tan distintas criaturas, les unió un extraño sentimiento de búsqueda y esperanza, mientras allá afuera el cielo se tornaba de un aterciopelado tono violáceo y carmesí que envolvió con su luz cada vez más intensa y extensa todo el mundo de nuestros amigos y no tan amigos.

Un nuevo día comenzaba a despuntar con un flamante amanecer…

Una caricia recorrió suavemente su rostro, mientras el sol despuntaba en el horizonte, recorriendo parte de su piel y cabellos centelleantes. Entreabrió los ojos y por un momento le pareció…

-¡Axel! ¡Estás aquí! –Se lanzó a abrazarle sin pensárselo, muy feliz.

-Em… no… -Se ruborizaron Olette y Hayner, que eran realmente quien estaban delante para despertarle.

-Lo… lo siento mucho… -Se disculpó muy ruborizado.

-¡No te preocupes, hombre! – Hayner le dio unas sonoras palmadas en la espalda. -¡Ya verás como lo vuelves a ver en menos que canta un grillo!

Roxas sonrió débilmente una vez más y se preguntó dónde estaría Pence. Al cabo del rato retornó a su campamento improvisado cargado de jugoso néctar. Hayner y Olette se apresuraron a reunirse con él a desayunar, mientras Roxas permanecía sentado aún, frotándose los ojos. Le había parecido tan vívida y tal real su presencia… Suspiró y acto seguido se reunió con el grupo. Se sentó junto a ellos, mientras contemplaba su porción de desayuno y recordó que, en un tiempo no tan lejano, también tomó cosas parecidas…

Los otros desayunaban alegremente, a la par que programaban su viaje de ese día. Olette apresuró a Roxas para que probara algo, ya que el viaje sería bastante duro… Roxas accedió, pero por pura cortesía. Estaba demasiado preocupado y nervioso por llegar a casa que su atención apenas podía desviarse a otra cosa. Deseoso por partir, fue el primero en incorporarse y optar a abrir la marcha, decidido a encontrar su hogar lo antes posible.
Hayner, Pence y Olette en seguida se percataron de su estado, por lo que se inclinaron a hacer su viaje más que ameno y divertido, para que su nuevo amigo recobrara la esperanza. Comenzaron a silbar, a entonar canciones entretenidas y llenas de frescura e imaginación y a tocar las palmas, bailar, entre otras cosas… Roxas sonrió enternecido por ese gran detalle de sus amigos, así que para no preocuparles en exceso, prefirió desinhibirse y bailar y cantar con ellos, con gran alegría y alborozo bajo el sol que los acogía.

Cerca de allí, Xion llena de ira y tristeza surcaba el ancho firmamento, sin rumbo fijo, pero su estado era de deplorable agotamiento. Llevaba sobrevolando los bosques durante más de dos días sin descanso, algo que no estaba habituada, y el límite de sus fuerzas estaba por rebasarse. A lo lejos, bajo sus pies, oyó unas voces alegres y cantarinas que se desplazaban con lentitud a lo largo del espejo follaje. Su instinto le indicó que debía seguirlas, pero su cuerpo no le respondía. De ese modo, fue descendiendo contra su voluntad, hasta desplomarse sobre un campo de flores, y sin poder evitarlo, su cuerpo inerte se abandonó a un sueño largo tiempo esperado, no sin antes oír algo que la marcó.

-Pronto volverás a ver a tu Príncipe Axel, ya lo verás…

-A…xel…No me… dejes… -Pronunció en un esforzado susurro mientras inútilmente alzaba su mano a una figura inexistente ante ella que le devolvía su brillo y su sonrisa.

La tarde comenzaba a hacer acto de presencia tras los tonos anaranjados que todo lo cubrían del astro rey, que sin prisa pero sin pausa, comenzaba a posarse sobre las altas montañas que los rodeaban. Ya habían pasado varias horas caminando sin descanso tras las frondosas praderas del ancho valle, pero Roxas no mostraba apenas rastro alguno de fatiga. Su meta era tan clara como su determinación por alcanzarla. Tras los destellos del atardecer, su espíritu y todo su ser parecían brillar con luz propia. Y tal era su atractiva candidez que embelesaba todo lo que le rodeaba. Así pues no es de extrañar que nuevamente se viera envuelto en los ya acostumbrados problemas de amores.

Sin hacerse esperar, un individuo muy veloz provinente del cielo aterrizó violentamente pero con cierto estilo justo a su lado, cosa que lo sorprendió tanto que a punto estuvo de caer de bruces a no ser que el recién llegado lo hubiera tomado en sus brazos.

Olette, prudente, arrastró a sus dos amigos a unos matorrales, para decidir qué hacer, muy a regañadientes de Hayner, que se negaba en redondo a abandonar el lugar, muy enojado y zarandeando sus extremidades con furia.

-Vaya vaya… ¿Qué hace una preciosidad como tú solito por aquí?- Un insecto de tonos oscuros y ropajes elegantes, paso gallardo y conquistador se dirigió a Roxas, mirándole a los ojos con franca avidez y con una voz muy seductora y elocuente.

Roxas le miró desde su plano inclinado con ojos muy abiertos, después reaccionó e hizo ademán de reincorporarse y separarse de sus brazos, donde no se sentía particularmente cómodo. – Yo… ando buscando mi casa, eso es todo. –Procuró parecer totalmente indiferente ante los visibles cortejos de su nuevo acompañante y poder deshacerse de él cuanto antes para así proseguir su camino.

-No te vayas todavía, dulzura, ¿aqué viene tanta prisa? Descansa un rato junto a mí bajo el árbol, te vendrá muy bien. -Acto seguido prácticamente se abalanzó sobre el muchacho, apenas dejándole respirar.

-¡Pero si ni siquiera le conozco! ¡Apártese de mi camino, por favor!

-Qué razón tienes pocholín mío, qué descortés por mi parte no presentarme. Mi nombre es Xigbar el escarabajo, experto en las bellezas más exuberantes como tú, néctares exquisitos y ropajes de ensueño para servirte en lo que desees. – Inmediatamente se postró a sus pies con una desmesurada reverencia que hizo tocar las antenas varias veces el suelo.

-Muy amable, pero ahora no puedo entretenerme, de verdad, tengo mucha prisa. – Roxas trató de darle esquinazo, pero Xigar no se rendía tan fácilmente.

-Aun no me has dicho tu nombre, bomboncito. – Xigbar raudo y perspicaz le había vallado el paso con su bastón de Don Juan. – No puedes irte sin revelarme la identidad de tan única e inusitada belleza.

Roxas suspiró fatigado y accedió un poco a desgana, aunque algo ruborizado. Ciertamente aquél escarabajo tenía mucha labia para endulzarle los oídos a uno, pero no cedería ante ningún tipo de tentación. – Mi nombre es Roxas. Y me urge encontrar mi hogar como comprenderá. Pronto llegará el invierno. Además, hay gente que me espera.

Xigbar le contemplaba completamente embelesado y protestó cuando Roxas terminó su charla plagada de argumentos a su favor.

-¡Sigue hablando, no me prives de ese sonido cual arroyo primaveral surca las frondosas praderas de la primavera! ¡O mejor! Por favor, pocholito mío, canta para este humilde escarabajo.

-¿Cantar, yo? Pero es que… -Entonces lo vio claro. Su mirada se había desviado a lo alto del árbol que se situaba a sus pies. – De acuerdo, cantaré.

-¿Cantarás para mí? No sabes cuan feliz haces a este pobre y solitario corazón palpitante de amor por ti, mi cielo azul, mi luz, mi primavera, mi estrella, mi… -Mientras decía cada uno de estos adjetivos, llenaba su brazo de besos de un extremo al otro, lo cual Roxas se quedó paralizado sin saber muy bien qué hacer, mientras detrás suyo buscaba la corteza del frondoso árbol para no perder el equilibrio.

-Sí, sí, sí, cantaré, pero pare de hacer eso, por favor… -Dijo en tono casi suplicante, mientras luchaba por no sonrojarse y mantenerse firme y sereno. El escarabajo lo tomó en sus brazos sin pensárselo dos veces, pero Roxas le paró los pies. –Pero a cambio, debe subirme a lo alto del árbol.

-Me temo que eso que me pides es un favor grandioso, enorme me atrevería a decir, mi delicado pétalo de flor. ¿A que viene ese repentino interés por sobrevolar la copa de tan alto árbol?

-Es sencillo. Al ser tan elevado, desde allá arriba podría ver casi cualquier punto de este valle y seguro podría divisar mi hogar. De este modo sabría si me he equivocado o no de dirección.

-No sé… no ha sonado muy convincente… -Seductoramente el escarabajo tomó su cintura y lo atrajo hacia sí, quedando francamente unidos. Roxas le siguió la corriente para ver si de ese modo lograba su objetivo.

-Entonces cantaré sólo para usted. –Le afirmó tentadoramente.

-¿Sabes amorcito? ¡Se me ha ocurrido una idea brillante! No podemos desperdiciar así tu encanto y tu don natural. Cantarás y bailarás esta noche en el guateque de mi gran salón de fiestas para todos aquellos que acudan a verte. ¡Serás toda una celebridad! ¡Un exitazo, mi pocholito! – Muy emocionado ante la idea y lo que su curso con llevaba, Xigbar tomó en brazos a Roxas y de un plumazo alzó el vuelo hacia la gruta que era su hogar.

-¡Eh! ¡Eso no fue lo que acordamos! ¡Además, no soy tu pocholito, ni parezco un escarabajo ni un insecto ni nada parecido! ¡Y me está mareando! –Se quejó mientras Xigbar lo conducía sujeto de una mano a todo correr por entre los diferentes pasillos de la gruta situada al lado de la Gran Cascada.

Mientras tanto, entre los matorrales del lugar en el que hasta hacía unos solos instantes había estado Roxas, Hayner maldecía y blasfemaba sin parar desde el escondite contra Olette.

-¿Por qué no me has dejado salir y zurrarle a ese tío listo? ¿Es que no has visto claramente lo que pretendía? ¡Se quería ligar a Roxas frente a nuestros morros!

-Mejor dicho, se lo ha ligado… - Afirmó Pence. – Aunque bueno, es discutible, porque no se le veía muy contento por acompañarle.

-¡¿Cómo lo iba a estar si el otro se lo ha llevado por la fuerza?! ¡Ahora Roxas está en apuros por nuestra culpa! ¡Siempre haciendo lo que no debes, Olette!

-Ah, claro, la irresponsable soy yo. ¿Y qué pensabas hacer tú con un tipo que te saca dos cabezas? ¡Te crees muy fuerte, pero la verdad es que ni tú ni nosotros somos capaces de reducir a un tipo así! ¡En estos casos hay que obrar con sensatez y buscar ayuda! Parece mentira que la única que piense sea yo… - Olette comenzó a andar, sulfurada. Pero al sentirse caminar sola, se giró y gritó. -¡Vamos! ¡Roxas nos necesita, no tenemos todo el día para rescatarle!¡Deprisa!

Los dos muchachos (Hayner a regañadientes) siguieron a todo correr a la joven mariquita por entre el sendero, sin reparar que muy cerca de ellos aún dormitaba una pequeña palomilla.

No hace falta decir que aquella noche la nueva “atracción” atrajo a innumerables insectos de todo tipo para contemplar a aquella gran celebridad.

Bajo numerosos focos de preciosos y llamativos colores, apareció Xigbar y si séquito de bailarines, los cuales formaron a ambos lados de la pista, dejando paso a la estrella de la noche, que surgió por entre una espesa cortina de niebla que se disipó a la par que aumentaba la luz e iluminaba todos los cristales preciosos que decoraban la sala por doquier. Roxas ocupó algo nervioso la zona central y se mezcló con los bailarines y trató de seguir tan bien como pudo su ritmo, siempre y cuando Xigbar no lo tomaba para bailar en pareja.
Ciertamente, Roxas triunfó aquella noche como nunca, sólo se defendía bastante bien. Realmente había aprendido mucho durante aquél verano y le estaba resultando de lo más útil para salir victorioso de aquella situación tan embarazosamente peliaguda. Con su flamante aspecto de mariposa multicolor que Xigbar le había proporcionado con unas enormes y bellísimas alas que todo lo iluminaban, unas gráciles antenas sobre su melena dorada y su impresionante traje de chaqueta de brillantes colores, sumado a su propio encanto y atractivo cautivador, realmente el aspecto que ofrecía era igual a toda una divinidad acabada de caer del cielo. Todos los presentes le aplaudían y vitoreaban, muy emocionados e impactados ante su sola presencia y sus dotes de baile y canto. Había conseguido ganarse al público en tan sólo unos minutos de ritmo y música. Xigbar no cabía dentro de sí del regocijo del cual disfrutaba. Era la envidia de todos. Él solo había conseguido un diamante en bruto, y ahora era libre de disfrutarlo. Su corazón palpitaba a más no poder y se le aceleraba cuando se aproximaba a él. Su impaciencia y regocijo no le dieron más tregua y su cuerpo actuó por su cuenta y, dejándose llevar por la danza y el canto de aquél ser celestial, bailó desenfrenadamente tomándole con sus manos, haciendo pasos cada vez más rápidos de puros nervios y éxtasis que Roxas a duras penas podía seguir.

-¡Vamos, mi amorcito! ¡Es hora de volar! –Xigbar alzó a Roxas en el aire, a lo que Roxas se percató del error demasiado tarde.

-¡No puedo volar, yo no tengo alas! –Y ambos cayeron de bruces en medio de la pista, rodando, hecho que arruinó sin remedio los hermosos atuendos que Roxas lucía, descubriendo así su humilde apariencia humana ante todos los allí presentes.
Avergonzado, trató de mantener sobre su piel la poca ropa compuesta que le quedaba, tapándose como podía, mientras intentaba disimular lo ocurrido bailando nuevamente pero más discreto con los bailarines, pero no había solución posible. Se había descubierto el pastel y no había marcha atrás. Las risas fueron unánimes para todo el local. Señalaron sin apuro al joven mientras le lanzaban burlas de lo más despectivas e hirientes que hacían a uno partírsele el corazón en pedazos.

-¡Pero si no es más que un simple humano!- Le recriminó una cigarra de largo vestido de cóctel.

-¡Cuánta fealdad alberga! -Se aterró un mosquito.

-¡Es insoportable a la vista!- Gritó escandalizada una araña que lucía una gran cabellera rizada.

-¡Dios mío, si sólo tiene dos piernas! ¡Así seguro que se caerá! –Se asombró una hormiga que lucía zapatos de charol en cada una de sus seis patitas.

-¡No se puede caminar así!-Le corroboró un ciempiés.

-¡Ni siquiera puede volar! ¡Ni jamás lo hará! -Presumió otra mariposa no tan bella como Roxas, celosa de que un humano hubiera inspirado más admiración que ella.

-¡No se puede vivir así! ¡Una existencia así es imposible e inútil! – Resopló un caracol que sacaba brillo orgullosamente a su casa.

Roxas no sabía donde mirar, hacia donde dirigiera la vista, todo eran reproches e insultos. Sólo había buscado agradar a todos, y cumplir con su palabra, pero a cambio había obtenido rechazo y dolor. Buscó en última instancia refugio en Xigbar, puesto que había sido quien lo había traído a ese horrendo lugar, pero no obtuvo más de lo mismo. Sólo rechazo, odio, indiferencia y repugnancia a su persona.

-Me equivoqué contigo, pocholín, la verdad es que yo también te encuentro feo, ¡qué digo feo, horrendo, horrible! Te agradecería que salieras de mi vista y abandonaras el local cuanto antes.

-Pero yo… sólo… además… -Trató de excusarse como pudo, como último intento desesperado por arreglar las cosas y buscar algo de apoyo, por pequeño que este fuera.

-Lo siento, cariño. No hay más que hablar. No te preocupes, cielín, me olvidarás. –Le hizo una rápida reverencia evitando mirarle a los implorantes y brillantes ojos azulcielo (puesto que en el fondo él no quería dejarle ir, pero las circunstancias le obligaban a ir contra sus deseos y fingir algo que realmente no podía sentir) y se metió en su camarote del cual no saldría durante mucho tiempo.

Roxas derrotado y cabizbajo, con la moral más baja como nunca antes la había tenido, se vistió con su antigua ropa y abandonó aquél infierno. Se sentía tan perdido y tan estúpido… Como si toda su búsqueda hubiera perdido su sentido.

Buscó a sus amigos por todas partes, llamándoles a gritos por sus nombres, pero nadie acudió. Quizás asustados habían decidido abandonar la empresa. Pero apenas podía importarle ya. La tristeza y melancolía de su corazón le impedían mostrar tales sentimientos. En vista de su inútil exploración, trepó como pudo a la baja rama de un árbol para guarecerse del frío de la noche y se acurrucó con su tan querido pañuelo, que apenas podía ofrecerle calor debido al frío otoñal que comenzaba a cruzar el valle. Profundamente apenado miró el horizonte azulado y suspiró largamente, tratando de contener las lágrimas.
Pero para su suerte, en ese momento le encontró un buen amigo dispuesto a ayudarle una vez más…

-¡Hola Roxas, bon ami! ¿Qué tal ha ido tu búsqueda? – Roxas apenas ni alzó la mirada, ni se inmutó. Esto me extrañó bastante, así que me senté junto a él y contemplé su rostro. Adiviné que algo no andaba bien. - ¿Te ha ocurrido algo malo?

Sin apartar la vista del suelo, contestó con voz monótona y abatida.- Tengo mucho frío, Demyx. Y ademas, tonto de mí, me he perdido y no sé tomar de nuevo el rumbo a casa… aún no he podido comer nada, tengo un hambre terrible… Y encima… Xigbar el escarabajo dice que soy feo, feo no, ¡horrendo, horrible! –En esos momentos se precipitaron al vacío sus cálidas lágrimas, irreprimibles por más tiempo. Fue momento entonces de hacerle ver su propio error. Le pasé mi ala por su hombro y le hice ver con ternura.

-Así que Xigbar el escarabajo… -Ceñí el entrecejo, bastante molesto ante aquél nombre. –Te aconsejo por tu bien que ni le hagas caso a ese Don Juan de tres al cuarto ni te acerques más a él, no hace más que dar problemas.–Roxas me miró bastante sorprendido, quizás no esperaba una respuesta como esa. Decidí pues argumentar mi postura. – Verás, como has podido comprobar, no es alguien de fiar. Además… ¿tú le amas? ¿Le amas tanto como para tener en cuenta su propia opinión?

-¡NO! ¡Claro que no! –Negó el muchacho con invariable rotundidad.

-Pues ahí lo tienes, Roxas. ¡Que se vaya a freír espárragos Xigbar el escarabajo! ¡Y que se vaya también con viento fresco Luxord el Sapo! Piénsalo por un momento: ¿Acaso Axel te ha dicho alguna vez que eres horrendo o feo o inútil o cosas parecidas?

El rubio negó con celeridad. –Jamás… Él siempre me ha dicho todo lo contrario… cree que soy muy especial y lindo y que soy muy capaz y valiente… -Sin poder controlar sus propias emociones desbocadas, se ruborizó cada vez más por momentos.

-¿Y sabes por qué lo dice? Porque ciertamente tiene razón. Sino mírate en ese pequeño riachuelo. –Roxas aún se ruborizó más viendo traslucido su reflejo perplejo y agradecido en él, pero sonrió un poco más convencido y más tranquilo. – Gracias por ayudarme, Demyx.

-No he hecho nada Roxas, la grandeza la llevas dentro de ti – Dije señalándole el corazón. – Tenlo siempre presente. –En ese momento muy emocionado, se abalanzó sobre mí, abrazándome entre lágrimas de gratitud. –Vamos, vamos, no quiero más lágrimas, ¿eh? ¡Que al final me harás llorar a mí también! Será mejor que descansemos, mañana será un día muy largo y aún tenemos que encontrar tu hogar y a tu príncipe.

-¿Entonces encontrarás el Valle de las Hadas?- En su mirada volvió a florecer la semilla de la esperanza.

-Lo prometido es deuda, mi joven amigo. Pero ahora toca dormir, mañana pensaremos en qué hacer. Iré al bosque y preguntaré a ver cómo puedo encontrar a Axel.

Roxas asintió feliz y se acurrucó entre las plumas de mi ala y casi al instante se durmió, producto de la tensión y el cansancio acumulados. Y así, suavemente fue sucediéndose la noche entre las incontables estrellas que nos contemplaban desde los confines más lejanos del Universo.

Algo lejos de allí, nuestro trío de amigos se adentraban a todo correr por recónditos y tenebrosos lugares en su búsqueda de ayuda, pero lo que no sospechaban es que entre las sombras, alguien los vigilaba muy de cerca, alguien con intenciones nada benévolas.

Cuando los muchachos se confiaron creyendo estar solos, de la oscuridad surgió una figura altísima que los miraba con altivez y poderío, y apresurándose los acorraló con la práctica ayuda de trucos ilusionistas que guardaba bajo la manga, obligándoles a avanzar hacia él y a no retroceder.

-Veamos, ¿quién va a ser el primero en responder a mis preguntas o el primero a sucumbir ante mi magia?

-Yo… -Se adelantó la muchacha.

-¡Olette, no digas ni una palabra! –Le espetó Hayner.

-Si no lo hago, nos herirá…

-¡Pero si hablas, Roxas estará en peligro!

-Interesante conversación, mis queridos huéspedes. Si me contáis todo lo que sepáis acerca de ese joven, no os lastimaré (por el momento). Sino… vuestros padres tendrán que buscaros a trozos… - Y como muestra de que lo que decía iba en serio, tomó a Olette de su melena y le cortó un buen trozo con una de sus afiladas dagas.

-¡Esta bien! – Respondió la joven alarmada. - ¡Se lo llevó Xigbar el escarabajo! ¡A su cueva! ¡Pero no le hemos vuelto a ver, no sabemos nada más! –Luxord sonrió con satisfacción y soltó a la muchacha con gran desprecio, estampándola contra el suelo, a lo que la joven se quejó lastimeramente.

Hayner se abalanzó sobre él furioso. - ¡MALDITO! –Pero poco pudo hacer, tan sólo sufrir el mismo destino que su amiga. Pence se arrodilló ante ellos y los ayudó a reincorporarse con serias dificultades. Los tres lo miraron con aprensión y odio, mientras pensaban en el modo de escapar de sus garras para avisar al resto. Luxord se paseaba inquieto pero satisfecho por el lugar, planeando su próximo movimiento. Cuando ya le pareció haber dado con la solución más apropiada, pronunció para sí mismo: Así que Xigbar el escarabajo… Iré a hacerle una pequeña visita a mi “viejo amigo”… -Al pensar en lo que acontecería en ese encuentro, de su garganta surgió una risa tan maquiavélica que erizó las antenas de los muchachos.

Asegurándose de que Luxord estaba muy entretenido forjando en su cabeza su nuevo plan magistral, huyeron del lugar todo lo deprisa que les daban sus patas. Cuando les pareció lo suficientemente lejos para haberse librado del Sr. Sapo, recuperaron el aliento por breves instantes y emprendieron una vez más la carrera, temiendo no poder llegar a tiempo para socorrer a su amigo antes de que fuera demasiado tarde. Y el tiempo jugaba esta vez en su contra…


Continuará…


Fin del capítulo V



Nuevas Ilustraciones!!

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Luxord y la Sra. Sapo:
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Demyx: Imagen


Zexion: Imagen


Lexaeus: Imagen
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[JUSTIFY][FONT=Monotype Corsiva]

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[spoiler]Imagen<--- ¡Gracias a Roxas13 por esta firma tan genial![/spoiler]
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[spoiler]Imagen[/spoiler]Imagen
Dedicada a Roxas-XIII. Daisuki, koishii! >///<
"Hay sentimientos que prevalecen con el tiempo... tú lo sabes bien..."
Axel: Realmente, no tenemos corazones, ¿verdad?
Roxas: Pero el corazón no es algo que puedas ver... Me pregunto si es algo que pueda sentir cualquiera.
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Axel_VIII
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