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Re: Psique // Tercer capítulo en línea

Notapor Zee » Mié May 26, 2010 5:05 pm

Sombra escribió:Buen capitulo (Además de largo) ¿Cuantas paginas de Word te a llevado?

Once páginas en Tamaño 12. Aunque yo no lo considero largo, pues la gran mayoría es diálogo.
Gracias por tu comentario~~
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Re: Psique // Tercer capítulo en línea

Notapor Zee » Mar Jun 01, 2010 4:23 am

Y tenemos al capítulo cuatro aquí:


Versión escrita:
Spoiler: Mostrar
Capítulo 4 - Comienza todo:

Felix cruzó corriendo el pasillo vacío del colegio. Como nunca antes lo había hecho, pues era muy respetuoso con las reglas, resbaló al intentar dar la vuelta, por lo que cayó al suelo de bruces. Sin poder detenerse, se estrelló con la pared y se quemó la rodilla por la fricción de su piel contra la tela de su recién comprado pantalón, parte del uniforme de la academia.

Se levantó y ni se molestó en sacudirse, ya que si había resbalado tan limpiamente, el suelo debería estar más que pulcro. Continuó su carrera, intentando ser indiferente a las sombras que andaban por los pasillos.

Desde el día anterior, sus ojos habían captado algo que estaba más allá de lo que podía ver el humano. Durante algunos momentos, la luz le parecía más brillante, y los objetos en sombra se tornaban oscuros.

En aquel aterrador caleidoscopio de luz se movían unos extraños seres que parecían existir en otro plano espacial. Eran intangibles, inaudibles y, excepto para Felix, también invisibles. El chico apenas era capaz de verlos, pues eran casi transparentes, y se perdían en el laberinto de luces. Y sin embargo, era capaz de localizarlos por sus brillantes ojos amarillos, que resaltaban como un faro en el nocturno océano.


Felix estaba más que susceptible. El día anterior, o más bien noche, había tenido un extraño incidente con dichas sombras. Aterrado, pensó que le seguían, por lo que corrió una considerable distancia antes de buscar refugio en un solitario parque. Extrañamente, todas las luces se apagaron, y Felix fue incapaz de encontrar la luna o estrella alguna.

El chico descubrió que su mano despedía un brillo azul, lo cual le espantó aún más. Por dicho motivo, se había llevado puesta a la escuela una guanteleta que su hermano Kyle solía usar para andar en bicicleta.

Aquella noche Felix se las arregló para llegar corriendo a su casa, sólo para descubrir que la distancia que recorría en quince minutos en autobús la había recorrido en escasos cinco minutos corriendo. No pudo dormir casi nada; el sueño le ganó al miedo alrededor de las dos de la mañana. Para empeorar las cosas, olvidó que los martes y los jueves entraba una hora más tarde a la academia, por lo que perdió otra hora de sueño.


—¡Oye! —llamó un hombre que vio a Felix pasar corriendo por un cruce de pasillos. El muchacho, obediente, regresó sobre sus pasos.

—¿Sí? —preguntó. Luego dejó salir un “oh” de comprensión al notar la banda que decía “Hall Monitor” y que el hombre llevaba alrededor del brazo derecho.

—Tengo pase. —aclaró Felix, sacando la tarjeta de su bolsillo.

En su cara se dibujó una expresión de odio al ver que una sombra iba detrás del hombre.

Como supuse. —pensó el chico—. Por alguna razón, los humanos parecen atraerles... excepto yo.

—Ése no es el problema. —señaló el individuo—. Está estrictamente prohibido correr en los pasillos.

—Iba a la enfermería, llevo un poco de prisa. —respondió Felix, sin apartar sus fulminantes ojos de la sombra.

—Te lo dejaré pasar esta vez, pero que no te vuelva a ver hacerlo. ¡Y no me mires así, sólo hago mi trabajo!

Felix sólo asintió con la cabeza. Se alejó del vigilante y de su fantasmal acompañante, y continuó su camino rumbo a la enfermería, la cual se encontraba justo enfrente de las oficinas de administración, en el primer piso del edificio.

La enfermería era, sin duda alguna, bastante grande. Tenía espacio para diez camas, lo cual algunos veían excesivos, además de tener tres baños y una gran variedad de medicamentos. Como siguiendo una especie de requisito, tanto las paredes como las camas, con sus respectivas sábanas y cortinas, eran de color blanco.

Esto hizo que a Felix le ardieran los ojos. La luz se veía intensificada por la visión del chico, por lo que una habitación blanca no era precisamente sombría.

Felix tocó la puerta abierta, recibiendo un “Adelante” por respuesta, y entró al lugar. Sentados en sus correspondientes escritorios, se encontraban una enfermera y el doctor de la academia.

—Explícame, ¿qué es lo que te molesta? —preguntó el hombre, sin levantar la vista del ordenador de su escritorio, en el cual se encontraba tecleando Dios sabría qué.

—Esto... Me molestan los ojos. Bastante. —dijo Felix. Prefirió dejar de lado la presión en su cabeza, la cual había disminuido tremendamente desde la noche anterior, y apenas era perceptible—. ¿Tendréis gotas o algo...?

—Sí, tenemos. —respondió el médico—. Anne, dale un frasco de gotas de manzanilla al muchacho, por favor.

—En realidad, esperaba que me examinaran primero. No es una molestia común...

—Anne, examina al muchacho, por favor.

Pues vaya médico. —pensó el chico. La enfermera le pidió que le explicara lo que le sucedía.

Felix relató cómo había comenzado su extraña visión, dejando de fuera a los seres fantasmales, y pasando por el hecho de que había cambiado sus gafas por lentes de contacto.

La enfermera le pidió que se sentara en la cama más cercana, y Felix obedeció. Tomó una pequeña linterna y apuntó al ojo del chico. Chasqueó los dientes y dijo:

—Si voy a examinarte los ojos, deberías quitarte los contactos primero.

—No los traigo puestos. —explicó Felix, sin comprender. Acto seguido, sacó el pequeño estuche de uno de sus bolsillos, lo abrió, y mostró el contenido.

—Pues yo puedo vértelos. —señaló la enfermera. Felix notó que el doctor había dejado de escribir en el ordenador y había alzado la cabeza, escuchando con atención.

La enfermera le pasó un espejo de mano. El chico se lo acercó al rostro y miró el interior de su ojo.

La mujer tenía razón. Tal vez no eran sus lentes de contacto, pero allí definitivamente había algo. Una delgada y casi invisible línea delimitaba una especie de membrana que recubría el iris y la pupila.

—Anne, yo me encargaré del chico. —expresó el doctor, levantándose de su asiento—. He tenido casos como estos. ¿Te importaría... dejarnos solos?

La enfermera Anne asintió con la cabeza y desapareció por la puerta.

—Buenos días. Soy el doctor Robinson, mucho gusto. —se presentó el hombre, tendiéndole una mano al muchacho.

Robinson tenía la misma estatura que Felix, y poseía un cabello de color chocolate oscuro que ya empezaba a teñirse de plateado alrededor de las sienes. Le dedicó al chico una sonrisa radiante y amigable, mostrando unos blancos dientes. Tal vez sonreía con la boca, pero sus ojos color miel no manifestaron lo mismo.

Felix dudó un poco al corresponder al gesto de Robinson.

—Soy Felix...

—Flynn, lo sé. —interrumpió Robinson. El chico tragó saliva, nervioso.

—¿Cómo... lo sabe...? —inquirió el chico. Sin embargo, no recibió respuesta alguna, pues Robinson expresó:

—Por lo que has dicho, tu visión se ha hecho más sensible a la luz, intensificando el brillo y tornando las cosas oscuras en... más oscuras, vaya. ¿Estoy bien?

Felix sólo asintió con la cabeza. Robinson tomó la pequeña linterna y le ordenó al muchacho que mirara la luz.

—Mmm... Ya veo... ¡Ah...! Ajá... — era todo lo que el doctor decía mientras continuaba examinando los dos ojos del chico.

El doctor finalmente apagó la linterna. La dejó con sumo cuidado en la mesilla de noche de la cama en la que Felix estaba sentado. Caminó hasta una repisa y tomó una pequeña bolsita de plástico.

—Felix, ¿te importa mostrarme tu mano? —pidió Robinson, una vez se había puesto los guantes que estaban en la bolsa.

¡Lo sabe! —notó de inmediato Felix. Sin embargo, podría ser su única oportunidad de recibir ayuda, por lo que se quitó la guanteleta y obedeció.

Robinson le tomó la mano apenas la tendió.

—Nadie te dijo que me dieras la derecha. —apuntó el médico. Felix simplemente explicó que era diestro—. ¿Qué te has hecho en la mano? —preguntó, una vez notó la sangre seca.

Felix no contestó. El doctor tomó una pequeña toalla, se dirigió al baño, y mojó la punta con el agua del lavabo.

—Son marcas de uñas. —dijo Robinson, una vez había vuelto y le había limpiado la mayoría de la sangre con la toalla húmeda.

Felix notó que estaba sudando. No supo si por nervios o por miedo. Tal vez por ambos.

—Dime, Felix... ¿Has tenido..... alucinaciones?

Felix sintió como si alguien le hubiera arrojado agua fría encima. Ya no había duda alguna: Robinson lo sabía. Muchas preguntas pasaron por la cabeza del chico. ¿Me ayudará? ¿Está en contra mía? ¿Tiene explicaciones? ¿Es uno de ellos disfrazado? ¿Puede ver lo mismo?

Robinson le soltó la mano, a la par que dejaba salir un gemido de comprensión. Caminó hacia su escritorio y tomó una hoja de papel, la cual puso en una tablilla para apoyar.

—Bien, quiero que me expliques to...

Robinson se detuvo. Felix estaba de pie, con las piernas separadas y flexionadas, preparado para escapar. Sin embargo, el doctor se encontraba parado entre los dos escritorios, bloqueando la única salida.

Pero eso no pensó Felix, pues recorrió el pequeño espacio entre la cama y Robinson con una zancada y saltó por encima del escritorio más cercano, utilizando las manos como apoyo. El doctor dejó caer su tablilla e intentó tomar a muchacho por el saco del uniforme, pero Felix se retorció y se liberó de él.

La campana anunció el fin de clases al mismo tiempo que Felix salía por la puerta principal del edificio escolar. Era definitivo. Robinson lo había visto.

Su mano estaba brillando.



Felix recorrió todo el túnel de árboles en su extensión, y saltó la escalinata entera. Al caer, rodó sobre su hombro para reducir el impacto. Se sorprendió ante su logro, pero se puso de pie y continuó corriendo.

Sin importarle las miradas de los curiosos, Felix entró al centro de computación. Pagó dos dólares en la entrada y se apresuró a sentarse en el ordenador más alejado de la puerta.

Una vez la computadora había encendido, Felix inició el navegador, que al instante le mostró un buscador como página de inicio.

Sin dudar, Felix tecleó dos palabras en el buscador: “Universo” y “Paralelo”.

Al instante se mostraron miles, tal vez millones de resultados, en la pantalla del ordenador. Felix entró al que tenía el título y descripción más llamativos para él.


La teoría de las cuerdas, el multiverso, la antimateria... Felix estuvo un par de horas leyendo documentos, pero no estuvo seguro de ser capaz de explicar a aquellas sombras que acechaban en cada momento.

El centro de computación, al estar repleto de personas, estaba también lleno de aquellas criaturas. Muchas de ellas se conformaban con estar sentadas o de pie al lado de su humano correspondiente, otras se subían a las mesas o a las sillas, y algunas parecían flotar por encima de la gente.

Felix se alegró, pues ninguna se acercaba a él.


Finalmente, el chico se ocupó de apagar el ordenador y de guardar sus pertenencias en la mochila. Luego salió del edificio, no sin antes buscar a Robinson con la mirada. Emprendió el rumbo hacia la salida, esperando tomar un autobús a su casa.

Sintió una minúscula gota de agua caer en su mano derecha, que ahora mantenía la mochila en su lugar al agarrar el tirante. Muy pronto le golpearon más gotas, tanto en el rostro, como en los brazos y ropa.

Muy pronto llovía a cántaros. Felix se encontró empapado. Corriendo para no mojarse, lo cual de hecho ya no le servía de nada, el chico buscó refugio bajo las ramas del túnel de árboles. Rezó para que un rayo no se viera atraído hacia él, pues siempre le habían dicho que no se parara bajo un árbol mientras llovía.

De nuevo sintió un ataque. Maldijo en voz alta, pues sintió una vez más la presión en la cabeza, como si le apretaran los oídos con las manos.

Casi sin pensarlo, Felix se miró la mano, esperando verla despedir luz. Pero, para su alivio, continuaba igual que antes.

Pum. Pum. Pum.

Era capaz de escuchar la sangre recorrer su cuerpo y los latidos de su corazón rebotando en sus oídos. Era la peor sensación que había sentido en toda su vida. Sentía que en cualquier momento su cráneo cedería a la presión y aplastaría su cerebro.

Pupum. Pupum. Pupum.

Tanto su ritmo cardíaco como respiratorio se aceleraron. Su vista y su mente comenzaron a nublarse. Las piernas le temblaron y, sin previo aviso, fueron incapaces de sostenerle.

Felix cayó al suelo de costado. Soltó un grito y se hizo un ovillo, en un vano intento de disminuir el dolor.

A la par que las pulsaciones aumentaban de velocidad, Felix sintió como si le estrujaran el corazón. Se apretó el pecho en un acto de desesperación, pero no le sirvió en absoluto.

Algo en su interior se rompió con un chasquido, como si de una minúscula cápsula se tratase. En unas milésimas de segundo, algo frío recorrió su cuerpo entero, como si agua fría se hubiese liberado en su torrente sanguíneo de golpe.

Y Felix perdió la conciencia.


Felix Flynn supo que estaba despierto cuando sintió el fuerte dolor en su cuerpo. Sus músculos tenían ácido láctico acumulado, como si hubiera pasado horas haciendo ejercicio.

Abrió los ojos. La presión en sus oídos ya no era tan fuerte, pero seguía allí. Aún veía un poco nublado, pero se sorprendió al ver que la molestia en sus pupilas ya había cedido considerablemente. La luz ambiental ya no era fulgurante, pero los objetos en sombra seguían siendo oscuros. A pesar de que habían disminuido de tamaño, habían aumentado muchísimo en cuanto a cantidad. Eran pequeñas como alfileres, pero las sombras recorrían todo el espacio desde la nariz de Felix hasta la punta del cielo.

Las criaturas fantasmales habían desaparecido.

Movió un poco la cabeza y descubrió que las sombras y reflejos se movieron de sitio, y algunos cambiaron de intensidad. Un poco curioso, regresó su cabeza a la posición anterior. La luz se movió de nuevo.

Finalmente, el chico decidió ponerse de pie. Levantó la parte superior de su cuerpo, quedando así sentado. Se sorprendió al sentir cómo se mojaba el torso y la cabeza, como si al levantarse hubiese activado una ducha invisible. Temblando de miedo, Felix se puso lentamente de pie, mojándose aún más.

¡Eran gotas de lluvia!

Aquellos reflejos que Felix había tomado por su extraña visión fantasmal eran en realidad producto de la luz solar pasando a través de las inmóviles gotas de agua. La presión en su cabeza, en cambio, no era la que le había molestado los últimos días, sino el charco de agua presionando su oído interno.

Sí, era real. Estaba solo, con un mundo detenido a su alrededor.


Felix movió lentamente el brazo frente a él. Sonrío cuando vio al agua cobrar vida y moverse junto con su mano, para dspués volverse a quedar inmóvil al perder el contacto con su cuerpo.

El chico escupió al frente. El fluido se movió unos dos centímetros antes de perder la velocidad y detenerse en el aire. Soltó una carcajada y se alejó del escupitajo, sólo por precaución. Con una sonrisa en el rostro, le dio un puñetazo a las inmóviles gotas de agua. Accidentalmente, se mojó la cara.

Mientras se limpiaba el agua del rostro, creyó ver un movimiento frente a él. Rápidamente se quitó la mano de la cara e intentó ver al frente, a pesar de que la falsa neblina, provocada por el agua ingrávida, le impedía hacerlo bien.

—¡Ah! —gritó Felix, asustado. Inmediatamente se arrepintió por haber delatado su localización. Hizo lo posible por retroceder sin llamar su atención, aunque en el fondo ya sabía que de todos modos “eso” ya le había visto.

Tenía la forma de un humano, aunque definitivamente no lo era. Medía más de dos metros, pero se encorvaba y flexionaba las piernas, pareciendo así más pequeño. Era completamente negro, tan negro como la misma noche. Y como dos lunas enmarcadas en aquel majestuoso cuadro nocurno, dos rasgados ojos amarillos rompían la oscura monotonía de su inexpresivo rostro. Apenas podría verse la rendija que hacía de boca, si no fuese porque sus dientes eran blancos cual marfil.

Alzó uno de sus dos brazos, los cuales no eran proporcionales a su cuerpo y arrastraban por el suelo, y señaló a Felix con uno de sus dedos. Felix notó que diez largas garras, cuales dagas y negras también, nacían de la punta de sus huesudos dedos.

Miró fijamente y mostró sus dientes, tan afilados como el cuarto creciente. Pese a que se encontraba a unos treinta metros de Felix, el chico no tenía duda de que podría recorrerlos en pocos segundos con sus largas piernas.

Felix dio un paso hacia atrás, intentando alejarse de aquél ser. Sin embargo, resbaló con los charcos de agua, perdiendo así el equilibrio. Cayó sin reparo alguno, y rodó por las escaleras.

Se detuvo en el descanso que estaba en la mitad de la escalinata, y permaneció algunos segundos en el suelo, quejándose. Además de que el cuerpo le dolía tremendamente, ahora se había magullado gran parte de la espalda y las extremidades. Para colmo, su uniforme escolar estaba sucio y lleno de lodo.

Felix miró hacia arriba antes de levantarse, pero antes de hacerlo, el ser se interpuso entre él y el cielo con un salto. Cayó justo al lado de Felix, y le miró con sus amarillos ojos. No había diferencia entre la pupila, el iris o el resto del ojo. Era sencillamente aterrador.

La boca de la criatura se abrió y dejó salir una larga y puntiaguda lengua de color negro, con la cual se relamió los blancos dientes.

Finalmente, el ser decidió atacar al chico. Alzó su mano, con las garras apuntando a Felix, tomando impulso. La sombra la dejó caer con toda su fuerza...

—¡¡¡No!!! —vociferó el chico, cubriéndose el rostro con los brazos. Sin embargo, eso no le impidió ver cómo la mano del ser se detenía a medio camino. Por un momento Felix creyó que la criatura había parado por sí misma, pero se dio cuenta de que había algo más cuando el ser fue despedido por una poderosa corriente de aire, proveniente de la nada. La cosa voló unos diez metros, dando vueltas en el aire como un muñeco de trapo, para finalmente romper las ramas del túnel de árboles y caer en su interior.

A la par que se ponía de pie, lanzó un potente aullido que no presagiaba nada bueno. Miró a Felix, quien ahora también estaba de pie, desde su posición y se movió de una manera bastante conocida para el chico: Balanceando los brazos como péndulos, de modo repugnante. Con asco, Felix aceptó que esas cosas sí eran algo paranormal. Sí estaban allí, y no podría ignorarlo o cambiarlo.

Rápidamente dio la media vuelta y saltó el tramo final de la escalinata. Intentó correr hacia las canchas de fútbol, donde tendría mucho espacio abierto para maniobrar y huir, pero otro ser le bloqueó el paso.

Estaba rodeado. Si se metía por el callejón entre la cafetería y el centro de computación, podría terminar a un lado del teatro o de los dormitorios, pero debido a que era demasiado estrecho, Felix descartó la posibilidad.

También podía volver un poco sobre sus pasos e intentar correr por el costado del gimnasio, pero, además de ser estrecho también, pues colindaba con el la pequeña colina en la que se encontraba la escalera, la otra criatura seguramente sería capaz de darle alcance antes de poder meterse por el callejón.

Con el propósito de buscar una salida, Felix contempló su entorno y notó que, por alguna extraña razón, no había gotas de lluvia en donde él estaba parado. Lo rodeaba una esfera de vacío, que tenía un radio de tal vez tres metros. No importaba a donde mirase, la medida siempre era la misma. Era como estar encerrado en una burbuja.

Escuchó un aullido detrás de él. Era un sonido muy extraño, y ciertamente indescriptible. Era como si un lobo estuviera aullando al mismo tiempo que alguien frotaba dos cuchillos entre sí.

Le estaban advirtiendo. Estaban jugando con él, tal y como el gato juega con el ratón agonizante antes de comérselo de un bocado.

Felix deseó que aquel milagro sucediera de nuevo. Que aquella corriente de aire, fuerza invisible, o lo que fuese, le salvara una vez más. Quería que Dios le ayudara otra vez.

Pensó en Mike, y en el hecho de que se había enfadado con él. Ni siquiera se habían peleado, simplemente habían dejado de dirigirse la palabra. Felix por miedo y Mike a manera de respuesta. Recordó la sonrisa pícara, y a veces burlona, que llevaba en el rostro. Recordó sus exagerados ademanes con las manos y su gesto de chasquear-señalar.

Y luego vino Michelle. Desde que la había conocido (y le había cortado el cabello), Felix había convivido muy bien con ella, tanto en el tiempo libre como en las clases en las que coincidían. Le causaba gracia lo tímida que podía ser en ocasiones, y lo fácil que se avergonzaba, aunque por otro lado era capaz de ser bastante dura, especialmente con Mike.

Y así llegaron más personas. Sus padres, sus hermanos, Joseph y Vanessa, e incluso aquellos compañeros de clase con los que ni siquiera hablaba. Se preguntó qué pensarían cuando encontraran su cadáver, si es que llegaban a encontrarlo.

Por primera vez en mucho tiempo, Felix lloró.

¿Es eso toda tu fuerza? —dijo Mike. Felix alzó la cabeza al escuchar su voz, aunque en el fondo sabía que era producto de su propia imaginación—. Sé que a veces puedes ser el niño bueno, el nerd, el ñoño, y que no sabes ninguna posición de guardia realmente buena... pero me esperaba algo más sorprendente de ti.

>>Venga, F, enséñales. Puedes hacerlo mejor.

Felix extendió los brazos, cada uno apuntando a una de las sombras. No supo qué estaba haciendo, y tampoco supo por qué, pero sí sabía que, desde aquel momento, nada sería lo mismo. Sería el comienzo de una serie de acontecimientos que cambiarían su vida para siempre.

—¡¡Psique!!* —gritó. Sintió de nuevo aquella sustancia fría recorrer sus vasos sanguíneos, pero esta vez, en lugar de caer rendido, la utilizó para beneficio suyo. Redirigió lo que fuese que estaba en su interior hacia sus manos, y lo dejó salir por la punta de sus dedos.

Aquella esfera de vacío que le rodeaba se expandió, logrando una extensión de aproximadamente treinta metros de diámetro, y lanzando a los seres por los aires. Felix pudo ver como el agua cobraba vida en el límite de la burbuja y formaba pequeños ríos, los cuales comenzaron a recorrer toda su superficie en dirección de las agujas del reloj. Le recordaron tremendamente a las gotas que recorrían el parabrisas de un auto en movimiento.

Era aire. No tuvo que comprobarlo; Felix lo sintió dentro de sí mismo. Le rodeaba una esfera de frío y cortante viento.

No tuvo que hacer ninguna especie de esfuerzo para manejar el Psique a su favor. Era como si los nervios transmitieran la orden por sí mismos, como si el poder fuese sólo otra parte de su cuerpo. Así Felix formó un orbe de aire en cada mano, comprimiendo salvajes corrientes de viento en un espacio muy reducido.

Con una agilidad sorprendente, incluso para él, Felix lanzó el orbe izquierdo a la criatura que le gruñía desde el túnel, disparándolo hasta el otro extremo del pasadizo. Dicho ser no había aterrizado siquiera cuando Felix ya había dado un salto giratorio, de manera horizontal y con los brazos abiertos, a manera de catapulta, y lanzando así la otra esfera en dirección a la criatura que seguía en pie, rozando el suelo únicamente con la punta de los dedos de su mano derecha.

El chico corrió hacia el ser que se encontraba a un lado del gimnasio, el más cercano a él, y se paró a un lado suyo. Con la furia embriagándole, Felix lanzó un manotazo, provocando una cortante corriente de aire. La criatura soltó un aullido y se cubrió el vientre con las garras, en intensa agonía.

Felix lanzó más y más manotazos, con sus respectivas corrientes de viento. Éstas cortaron cuales cuchillas la carne de la ahora indefensa sombra. De las heridas manaba un líquido espeso parecido al aceite para coches, pese a que era de color negro obsidiana. Felix supuso que era la sangre del ser.

Con un aullido, la sombra comenzó a derretirse. Sus músculos comenzaron a temblar, hasta adoptar la consistencia de la gelatina, y después la del agua misma. Los órganos internos y huesos se fundieron antes de que Felix pudiera verlos, y se hicieron uno con la carne y sangre de la criatura.

Lo que antes había sido una amenaza para Felix ahora era una simple masa de color negro.

Súbitamente, la esfera de aire que rodeaba a Felix desapareció. Intentó usar su Psique de nuevo, pero se vio incapaz. Su preocupación se intensificó al ver cómo la criatura restante emergía del túnel de árboles, dispuesta a atacarle.

Le pasó por la cabeza la posibilidad de correr, pues ahora sí tenía una vía de escape, pero supo que no podría moverse. Los músculos le ardían por la severa acumulación de ácido, y de todos modos sabía que la criatura era capaz de darle alcance, estuviese cansado o no.

¿Debería quedarse donde estaba? Y si lo hiciese, ¿qué haría después? ¿Emergería su Psique ante el peligro o sería incapaz de invocarlo como lo era en ese momento?

Repentinamente, la criatura estalló en llamas. Felix se quedó atónito ante tal salvación. El ser dejó escapar un agudo y chirriante aullido de dolor, mientras corría entre la ingrávida lluvia para intentar apagar el fuego. La criatura iba dejando un rastro de sangre negra y agua tras de ella, y en algunos lugares dejó caer también trozos de carne chamuscada.

Finalmente su cuerpo fue incapaz de soportarlo y la criatura se desplomó, inerte.

—Estoy a salvo... —murmuró Felix con un enorme alivio, mientras veía como el cadáver de la sombra se convertía en una masa oscura de sangre, carne y huesos fundidos.

—Estoy... a salvo..... —repitió. Lo último que recordó antes de quedar inconsciente fue una súbita flaquedad en las piernas, el suelo acercándose peligrosamente y el sabor a sangre en la boca.


*Con pronunciación Sík.

Versión PDF:


Yum yum! (Odio el doble-post D: )
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Re: Psique // Cuarto capítulo en línea

Notapor Sombra » Mar Jun 01, 2010 9:17 am

Pedazo poderes que tiene! Cuando los aprenda a controlar a la perfección va a ser bueno!

¡Apuestas a que Mike tambien puede ver fantasmas de eses y el club extraescolar secreto tiene algo que ver con lo que Felix hace!
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Re: Psique // Cuarto capítulo en línea

Notapor Habimaru » Mar Jun 01, 2010 10:28 am

Vale, me he puesto al día. Ahora bien, puntualizaciones

- A veces te he visto meter líneas de diálogo consecutivas con guión sin que cambie de personaje.
- En una o dos ocasiones he visto que dabas dos tabulados en lugar de uno.
- Inevitable uso de latinismos (eso ya es algo personal).
- ¿Has considerado cambiar de font en lugar de usar cursiva para esos momentos?
- MUY BUENA narración e historia MUY atractiva.

Por ahora, eso. Ya valoraré giros argumentales y otras cosas más adelante.

Un saludo y sigue así.
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Re: Psique // Cuarto capítulo en línea

Notapor Zee » Mié Jun 09, 2010 9:00 am

Actualizo con el capítulo 5. Finalmente se desvela qué son las sombras, en qué está metido Mike, y de dónde provienen los poderes de Felix.

Versión escrita:
Spoiler: Mostrar
Capítulo 5 - Project “Psique”

Felix respiraba un aire frío y demasiado limpio. A lo lejos podía escuchar un rítmico pitido, y un sonido que le pareció una conversación de varias personas hablando en un susurro.

Abrió los ojos lentamente. El aire frío provenía de dos tubos de plástico que entraban por sus fosas nasales, y que estaban conectados a un tanque plateado con un anillo de color verde, el cual seguramente contenía oxígeno. Por otro lado, el pitido era producto de un aparato que le medía el pulso por medio de una pequeña pinza que llevaba en el dedo corazón.

Felix no tenía ganas de ser molestado, así que fingió seguir dormido mientras contemplaba su entorno.

Primero miró hacia arriba. Una solitaria pero brillante lámpara le hizo retirar la mirada y girar su cabeza hacia un lado, cosa que no pasó desaparecibida, pues dos de los individuos voltearon para ver si le sucedía algo. Felix cerró inmediatamente los ojos y les ignoró.

Ahora que estaba de costado, se dedicó a contemplar otros aspectos de la habitación. Su cama era blanca, al igual que la almohada y manta, muy parecida a las que estaban en la enfermería. El cuarto, en cambio, no se parecía en nada a la enfermería, pues era individual y las paredes, en lugar de estar pintadas de blanco, eran de color durazno suave.

A un costado de la cama había una pequeña mesa de noche. En ella descansaban sus pertenencias: Su billetera, algunas monedas, su teléfono, y algunas cosas sin importancia, como un par de vendas, un vaso de agua... ¿Un revólver?

Indudablemente, había un arma sobre la mesa. Era distinta a las demás, pues el armazón, cañón y cilindro parecían estar hechos de cristal. Los mecanismos del arma quedaban al descubierto, al igual que las cámaras del cilindro. Dentro de éstas no había ninguna bala, sino una sustancia líquida de color verde que Felix no pudo reconocer.

—¡Ah, ya ha despertado! —señaló alguien, al ver que Felix se sentaba sobre la cama para examinar mejor el revólver. Dicho esto, cinco individuos se acercaron al muchacho, rodeándole por doquier.

—¿Cómo te encuentras, Felix? —preguntó uno de ellos. El chico no respondió; solamente le fulminó con la mirada. Era el doctor Robinson.

Y no era el único conocido. Del lado contrario al doctor, quien era el más cercano a Felix por la derecha, se encontraba un hombre que todos los alumnos conocían: El director Reynolds. Frente a Felix, al pie de la cama, se encontraba Mike. El chico no se sorprendió en absoluto al verle metido en aquella habitación.

—Felix, ¿te acuerdas de lo que pasó ayer por la tarde? ¿Recuerdas cómo quedaste inconsciente? —preguntó Reynold.s

Por supuesto que lo recordaba. El tiempo se había detenido, finalmente había visto a las sombras, y había luchado contra ellas usando... usando su...

Psique... —susurró Felix. La habitación se llenó con un silencio un poco incómodo. Mike, sin embargo, lo rompió con una carcajada.

—¡Anda, éste sí que ha sido directo! —rió el chico—. Si hasta el nombre sabe. Se ve que has estado un buen rato escuchando, ¿eh, F?

—Michael. —cortó el director. Mike se disculpó y retomó su actitud seria—. Felix... ¿Qué me dirías si te digo que hay dos planetas Tierra?

—Diría que parece algo sacado de una mala película de Hollywood. —respondió el chico, mientras observaba a los otros dos desconocidos.

El primero, a la derecha de Felix, era un chico con cabello rubio. Lo llevaba peinado hacia los lados, a manera de cascada, y le caía hasta media nuca. Sus ojos eran de color azul y, a conjunto con su pequeña boca, formaban en su rostro una mueca de indiferencia.

El segundo individuo se encontraba a la izquiera de Reynolds. Tenía el cabello largo, alborotado y completamente negro, con brillos de color azul en algunos sitios, especialmente en el largo mechón que le cubría el ojo izquierdo por completo. El otro, que sí era visible, era de color verde.

—¡Pues entonces comienza a estudiar actuación, Felix! —bromeó el doctor Robinson, para luego reírse de su propio chiste. El resto de la habitación lo miró con un poco de lástima.

—Como bien te ha dicho ya el director, hay dos... No Tierras, sino dos Port Lagune’s. —explicó el rubio, con una voz casi mecánica. Casi parecía que había ensayado lo que le estaba explicando a Felix.

—En una de ellas, claro, vivimos nosotros. —continuó Mike—. Pero en la otra... Bueno, seguro que ya lo has visto.

—Aquellas sombras con las que te enfrentaste, ¿las recuerdas? —sentenció el chico con el cabello teñido. Tenía una voz un poco gruesa, que denotaba seriedad y autoridad el mismo tiempo. Por otro lado, podía ser que también expresara apatía e indiferencia.

—Sí, las recuerdo. —respondió Felix.

—Son habitantes del otro universo, el otro Port Lagune. Las llamamos Corrupted’s.

—Los Corrupted’s son incapaces de entrar a nuestra dimensión, al igual que nosotros, que no podemos penetrar a la suya. —explicó Reynolds.

—En cambio, dividen sus moléculas. Al ocurrir dicha división, la mitad de sus componentes viajan a nuestro universo. —señaló Robinson, mostrando sus dos manos, una separada de la otra. Después las entrelazó y continuó—: Las moléculas no se vuelven a juntar, pero sí ocurre una conexión. Con esto, los Corrupted’s entran a una especie de limbo, al que solemos llamar la zona.

—Y allí es cuando hacen de las suyas. —apuntó Mike—. Se dedican a seguir humanos, y a comerse sus sentimientos.

—¿¡Se los comen!? —exclamó Felix, incrédulo.

—En realidad, no sabemos si en realidad se alimentan de ellos, puesto que es físicamente imposible. Pero también lo es el Psique, ¿no? Muchas cosas no tienen explicación, Felix. —señaló el director.

—Pero hemos comprobado que sentimientos fuertes, como el amor verdadero o la furia extrema, les atraen más.

—¿También el amor? —preguntó Felix, un poco atónito.

—No sólo los sentimientos negativos los atraen. Esto no es un videojuego o una película, aunque bien podría serlo. —respondió el rubio—. Una persona con sentimientos poderosos suele atraer a más de un Corrupted.

—Y allí es cuando viene lo malo. —dijo el chico del cabello teñido—. Una persona puede pasar toda su vida con un Corrupted a su lado sin que le suceda nada. Pero si un individuo entra en contacto con dos o más Corrupted’s durante cierto periodo de tiempo, desarrolla algo llamado “Lagune” Syndrome.

—Alucinaciones y delirios. Comportamiento agresivo, tendencias suicidas, esquizofrenia crónica... —enlistó Robison—. Y lo que desconcierta a los médicos: El iris de color amarillo.

—No hay cura, no hay porqué... Excepto para nosotros. —dijo Mike, y luego guiñó su ojo—. Una vez el síndrome comienza desarrollarse, no para jamás. Y la última fase es... el viaje. Los pacientes desaparecen y nadie les encuentra jamás.

—Se van al limbo, la zona. Allí los Corrupted’s les atrapan y les convierten en uno más.

—Y esa es nuestra misión. —explicó el director Reynolds—. Como Project “Psique”, o PP, estamos encargados de detenerles... y a largo plazo, deshacernos de ellos para siempre. También solemos rescatar a los desaparecidos, aunque la única manera de curarles es vencerles cuando se encuentran en la transformación de humano a Corrupted.

Felix se tiró en la cama. Ya no sabía qué pensar.

En resumen, las sombras venían de otra dimensión a un limbo desde el cual se alimentaban de sentimientos. Desde dicho lugar, podían influir en una persona y arrastrarla hasta convertirla en un Corrupted más. Y ese extraño club de elite, Project “Psique”, se encargaba de combatirles.

—Nos encantaría tener tu ayuda, Felix. —dijo el director—. Puedes aprovechar tu poder, te enseñaremos a usarlo...

Felix miró a todos los presentes. Le sonreían, especialmente Mike.

—Mike... ¡Tú estabas metido en todo esto! —acusó Felix, señalándole con el dedo.

—¡Pero claro que lo estaba! ¡No puedes culparme por no revelar nada! ¿Cómo iba a decírtelo sólo así? ¡Es un secreto internacional!

—Es cierto, Felix. No puedes culparle. —expresó el doctor Robinson.

—De acuerdo, de acuerdo... Antes quiero que me respondáis algunas preguntas. —pidió Felix.

—Bien, pregunta lo que quieras. —aceptó Reynolds.

—¿Qué es el Psique? —comenzó el chico, expresando así la pregunta que había rondado en su cabeza durante toda la reunión.

—Es una representación física de tu alma. Por lo tanto, varía entre cada individuo. Por ejemplo, según Mike, tu Psique es de aire, mientras que el de él es de fuego. El de estos dos —señaló a los dos chicos desconocidos— son de electricidad y oscuridad.

—Y supongo que es lo único que daña a los Corrupted’s. —terminó Felix. Reynolds asintió con la cabeza—. ¿Hay más miembros del PP?

—Sí. —respondió el rubio—. Mi hermana Samantha y un chico llamado Vince. Sonido y tierra, respectivamente. Por si te lo preguntas, el director y el doctor no pueden usar un Psique, aunque lo hicieron alguna vez.

—Muy cierto. Gracias por apuntarlo, Ethan. —concordó Robinson—. Con los años se pierde la habilidad de manifestar el Psique. Generalmente nadie pasa de los veintiún años con su Psique intacto. El poseedor más viejo que conocemos tenía veintitrés años, y lo perdió unos meses después.

—Sin embargo, la habilidad para ver a los Corrupted’s jamás se pierde. —interrumpió el director—. Puede dañarse, como cualquier parte del ojo y oído, pero continúa allí hasta el fin de nuestros días.

—¿Como otra parte del ojo? —inquirió Felix.

—La habilidad de ver y oírles es producto de una evolución de tu sistema. —respondió Robinson—. El ojo desarrolla un segundo párpado compuesto de tejido membranoso y transparente que te permite captar otro tipo de luz. Empieza como una membrana, como ya lo he dicho, tal y como la que tienes en los ojos.

Felix recordó la pequeña capa transparente que se había visto en el ojo cuando le revisaron en la enfermería.

—Seguirás notando cómo crece y crece. —continuó Robinson—. Dentro de unos días, tal vez el domingo, el músculo ya estará completo, y podrás abrir y cerrar la membrana como cualquier párpado.

—O sea que puedo dejar de ver a los Corrupted’s... o bueno, todavía no.

—Efectivamente. Por otro lado, no podrás hacer lo mismo con el nuevo componente de tu tímpano. Aunque no les veas, siempre les escucharás.

—Por suerte no son muy ruidosos. —apuntó Mike—. Sólo aúllan cuando algo sucede, como cuando uno de nosotros entra a la zona, o cuando se da una desaparición.

Felix tardó un poco en plantearse la siguiente pregunta. Finalmente, levantó su mano derecha y preguntó:

—¿Qué con la marca de luz?

—Ésa es natural, nadie la crea. Empieza a aparecer cuando el Psique latente comienza a despertar. —explicó el chico de cabello teñido—. Tiene forma de triángulo con un círculo en la punta, no sé si lo hayas visto... Generalmente es invisible, pero comienza a brillar si expones tu Psique o si entras en contacto con otro poseedor... o ex-poseedor. Cuando estés en la zona no parará de brillar.

—Cuando sospechamos que alguien tiene un Psique latente, solemos hacer lo posible por tocarle. —dijo Mike—. Luego nos miramos la mano, y si brilla, es que lo tiene. Por desgracia, eso sólo sucede cuando al Psique le falta poco para aparecer, alrededor de una semana.

Felix se miró la mano, y sólo por curiosidad, jugueteó un poco con el aire. Tal y como le habían dicho, la marca comenzó a brillar con una tonalidad azul. Como si fuese una cicatriz, podía verse la figura en su piel. Era un triángulo equilátero, y en el vértice superior tenía un círculo. Era, en realidad, bastante simple.

—¿Y que gano yo? —preguntó el joven, un poco pícaro—. ¿Me pagan? ¿Me dan premios? ¿O se supone que tengo que hacer esto por la caridad?

Los chicos se miraron entre ellos. El doctor y el director, en cambio, solamente sonrieron.

—Bueno, eso es algo nuevo. —sentenció Robinson—. Generalmente los muchachos están ansiosos por ser héroes y probar sus poderes, y no les interesa lo demás... ¿No, Mike?

El nombrado soltó una risa nerviosa.

—Pero supongo que el PP tomará mucho de mi tiempo. —manifestó Felix—. ¿Qué hay de las clases? No pueden culparme si bajo mi promedio de la nada, o si falto a clase más veces que los estudiantes comunes.

—Tenemos todo arreglado, Felix. —dijo el director—. No podemos descuidar los estudios, por lo que te daremos una beca. Cubre al 100% los pagos por el colegio y el material, incluido el uniforme. También te damos una cuenta personal en el centro de computación, préstamos extendidos en la biblioteca, tu límite de faltas a clase se extiende... Sin embargo, nada de puntos extra en tus asignaturas.

—Si el PP te llama en medio de una clase, es tu obligación ir. —señaló Mike, con una sonrisa pícara—. Por supuesto, será un poco inoportuno que estés en tu casa, a equis minutos de distancia, mientras un tío con el síndrome intenta matar a su esposa en medio de la calle.

—Por eso es tu obligación vivir en la academia, en la sección A de los dormitorios. —manifestó el rubio, supuestamente llamado Ethan—. Aunque no lo creas, la escuela está en un punto estratégico de la ciudad.

—¿Otra pregunta, F? —inquirió Mike.

Felix negó con la cabeza, pero pidió un poco de tiempo para pensar. Por un lado, estaba el hecho de que no quería descuidar los estudios, además de que le parecía demasiado riesgoso. Por el otro, tenía muchas ganas de controlar su poder, y la beca del 100% era el sueño de la mayoría de los estudiantes.

—Acepto, pero sólo porque mi habitación es pequeña. —acto seguido, le dio un apretón de manos al director Reynolds. Repitió el gesto con el doctor Robinson, y luego con el chico de cabello teñido.

—James Reynolds. —dijo, un poco seco, tendiéndole la mano. Una vez Felix le respondió, el joven se apresuró a dejar la habitación, junto con el director y el médico.

—Y yo soy Ethan Parker. Es un placer tenerte de compañero. —se presentó el rubio, dándole un amistoso apretón de manos a Felix. Acto seguido, le dio la bienvenida a Felix, se disculpó y dejó la habitación también.

Felix y Mike chocaron las palmas, entre risas. Felix le dio espacio a su amigo para que se sentara en la cama; el chico entendió el gesto y aceptó.

—Mira qué coincidencia. El pequeño nerd novato que refugié bajo mi ala es un poseedor de Psique. Ahora ya sabes el porqué de mi comportamiento sospechoso, F.

—Supongo que me probabas. —dijo Felix.

—Ajá. El primer día fue sólo para tocarte, y funcionó, la marca brilló. Cuando nos inscribimos a los clubes simplemente quise guardar el secreto del PP, pero soy un poco malo para eso. Digo, ¿a quién no le gustaría gritarle al mundo que puede hacer fuego y que pelea con seres de otra dimensión?

—E intentaste ver mi segundo párpado, ¿no? —inquirió el chico. Mike le felicitó por su teoría y asintió.

—Después... Cuando terminamos la reunión de teatro, te seguí hasta el parque. Estando allí, vi que entraste a la zona, pero para cuando yo lo noté y entré, tú ya habías recorrido todo el camino hasta tu casa.

—Es cierto... Cuando alguien entra a la zona, ¿no ha pasado mucho tiempo en ella para cuando vosotros entráis? —preguntó el chico.

—Sí, pero para eso tenemos tecnología. El padre de James, el director, está forrado de dinero. Tenemos una... una cosa que detecta cuando se abre un agujero... ¿Cómo le decían? ¿Espaciador... tiemporal...?

—Espacio-temporal. —corrigió Felix.

—Sí, bueno. Esa cosita, que generalmente llevamos en el antebrazo como muñequera, detecta el agujero en cuestión de nanosegundos, y obliga a nuestro sistema a entrar a la zona mediante una sustancia con un nombre bastante largo. Aún así, ya han pasado por lo menos cinco minutos en la zona cuando entramos.

—Entonces... Si me quedo el tiempo suficiente en la zona, el tiempo avanzará para mí también, aunque muy lento, ¿no?

—Sí. Pero... ¡Oh, no te lo dijimos! Supongo que notaste que con apenas moverte tu cuerpo arde con el ácido. Si te quedas durante mucho tiempo, tu sistema desarrolla secuelas muy graves. Incluso puedes llegar a morir.

Felix tragó saliva. No lo había dicho, pero ciertamente su cuerpo le seguía doliendo. Y mucho. Era como si hubiera pasado horas haciendo ejercicio.

—Duramos alrededor de diez minutos... ¡Oh! Y agradece que resistes la fricción. Si una persona sin Psique o sin el síndrome llegara a entrar a la zona, se derretiría al echar a correr.

Felix imaginó la escena y no pudo evitar sentir pena por el pobre hombre imaginario que había entrado a la zona.

El chico volvió a mirar en dirección a la mesilla de noche, y pudo ver el revólver transparente. Había olvidado preguntar por él cuando le habían dado la oportunidad, por lo que dijo:

—Mike, ¿qué con ese revólver? Tiene... algo raro dentro.

El chico miró hacia donde Felix estaba señalando. Lo tomó con la mano y se lo dejó a Felix en el regazo.

—Pruébalo, es tuyo. Eso sí, apunta a aquella parte de la habitación. —Mike señaló al lado izquierdo de la cama, donde no había nada más que una pequeña y solitaria ventana.

Felix apuntó y, con la emoción recorriendo su cuerpo, apretó el gatillo.

Una fuerte corriente de aire sacudió a los muchachos. Felix hizo lo posible para no caerse de la cama, mientras que Mike solamente dejó salir un “¡¡Wujúuu!!”.

—¿¡Pero qué ha sido eso!? —preguntó Felix, entre sorprendido y asustado.

—Es tu Psique, colega. Te lo hemos sacado mientras dormías, es algo de rutina. Tenemos que extraer una muestra con un aparatito cada miércoles, y meterlo en un revólver vacío. Ya ves, la magia del dinero.

—Entonces se puede usar como arma, supongo.

—Exacto. Por ejemplo, imagina que te encuentras con un Corrupted enorme, uno de ésos que parecen La Mole, y tú sólo tienes energía para hacer tu esfera de aire. Con eso no les matas, ¿verdad?

—¿Hay distintos tipos de Corrupted’s? —inquirió Felix. Sin embargo, Mike le detuvo con un movimiento de la mano y continuó:

—Entonces imagina que tienes un revólver con muestras de mi Psique dentro. ¡¡¡Bum!!! —Felix se sobresaltó—. Ahora gozas con seis oportunidades de prenderle fuego a tu enemigo. Lamentablemente, el grupo de científicos no se las ha arreglado para que mi pistola lance bolas de fuego. Funciona a manera de lanzallamas; es muy triste, la verdad.

—¿Y se encierra de todo aquí? Quiero decir, ¿todo de todo? Hablando del Psique, claro. —Felix levantó el revólver. Con un poco de miedo a activarlo de nuevo, le puso el seguro y lo dejó en la mesa de noche.

—Hmm... El de James, de oscuridad, lanza una especie de onda que deja ciegos a los Corrupted’s, pero no es oscuridad en sí. El de Sammy, la hermana de Ethan, de sonido, produce un chillido que los paraliza. Oh, el de Vince, de tierra, lógicamente no tiene polvillo adentro. Con el de él apuntas al suelo y se forma un pozo, es genial. El de Ethan es un poco inútil, es lo mismo que una pistola de choques, en realidad...

—¿Sólo tenéis de esos?

—Claro que no. ¿Para qué crees que nos los sacamos? ¡Para la posteridad! Y eso mismo pensaban los viejos poseedores de Psique. Tenemos revólveres de miembros muy antiguos, y algunos no tan antiguos. A ver... Tenemos de agua, de plantas (aunque éste es ciertamente inútil a menos que estés en un parque, o algo), de luz, de hielo, de vapor... Hmm... El de gravedad es un tanto interesante, pero sólo tenemos tres revólveres de ése. ¡Ah, claro! ¿Cómo pude olvidarme? El más importante de todos: El revólver de memoria.

—¿De memoria?

—Sí, hay Psique’s así de raros. Hubo uno de voluntad una vez, según el director, pero no había manera de encerrar eso en un revólver. En fin...

>>En dado caso de que aparezca un miembro con un Psique de memoria, no se le manda a misiones demasiado difíciles, y todo lo que hace es descansar. ¿Y para qué? Para pasarse toda su estadía rellenando revólveres con su poder. Es un poco esclavizante, sí, pero muy útil. Con eso le borramos la memoria a terceros; un disparo equivale a unos quince minutos de memoria, por lo que generalmente damos dos disparos por persona para una misión.

—Por cierto... Mencionaste que había otro tipo de Corrupted’s.

—No, no lo mencioné... Lo mencionaste tú. Pero sí, los que has visto son los más comunes, pero no los únicos. Por ejemplo, hay unos con seis brazos, aterradores y muy difíciles de derrotar...

—Uh... Creo que les iré estudiando. —señaló Felix

—Bueno, F, será mejor que descanses mientras puedas. Dentro de nada tus padres vendrán a verte, para ver qué tan grave ha sido el accidente. Después de todo, te has quedado toda la noche en el cole. —Mike le guiñó el ojo y dejó la habitación, cerrando la puerta tras de sí.


Felix les dedicó una gran sonrisa a sus padres y hermana. Éstos últimos se encontraban sentados en un sillón de tres plazas, en la recepción del dormitorio en el que Felix se había quedado toda la noche.

El lugar no tenía apariencia de dormitorio estudiantil. Parecía más bien un hotel, con elegante pintura, ostentosos muebles y un aura casi profesional.

En las paredes lucía un papel tapiz de color verde oscuro, muy parecido al marrón, con separados y escasos, pero magníficos detalles en dorado. El suelo, en cambio, lucía una mullida alfombra de color rojo vino, mientras el techo solamente había sido pintado con un color perla.

La recepción contaba con dos sillones de tres plazas, uno frente al otro, con una mesa de centro de madera sosteniendo un pequeño florero de cristal entre ellos. Entre los dos sofás, y aún lado de la mesa, había un pequeño sillón de una plaza. Todo el conjunto era de color marrón, con las gruesas costuras de color dorado. Detrás estaba la doble puerta principal.

Frente a la pequeña sala había un largo televisor plano, colgado de la pared. A la derecha había una puerta de cristal, la cual daba a un largo pasillo. Felix aún no sabía a dónde iba, pero sí sabía que la del lado izquierdo iba al comedor. Entre el televisor y el acceso al comedor estaban las escaleras, que eran de caracol y poseían dos brillantes barandales de caoba.

—Queremos saber qué le sucedió a nuestro hijo. —comenzó la Sra. Flynn, mirando al director.

—Seguro que se ha caído y se ha desmayado por el golpe. Mi hermano llega ser muy torpe. —se burló Lily, la hermana pequeña de Felix. Por primera vez en mucho tiempo, el chico no se sintió ni ofendido ni provocado; simplemente soltó una carcajada.

Si supieras, hermanita... —pensó el chico, observándole con una sonrisa en el rostro.

El director le devolvió la mirada a la familia con sus profundos ojos verdes, se agitó un poco el cabello, que ya se había tornado gris en las sienes, entrelazó las manos, y empezó:

—Su hijo ha quedado inconsciente por cansancio extremo. —dijo simplemente. Miró a Felix, quien estaba sentado a su lado y le dedicó una sonrisa—. Ha sido nuestra culpa, lo lamentamos. El joven se ha esforzado mucho en su club de atletismo, eso sí debo hacérselo notar, madame.

—¿Y por qué no nos llamó usted? ¿Por qué? —inquirió el Sr. Flynn.

—Su compañero, Michael, ya les había avisado del incidente. Supuse que no sería necesario. Me disculpo.

—Lo lamento mucho, señor y señora... —intervino Mike—. Perdonadme si os he hecho preocuparos, no pensé que sería importante para vosotros que un profesor os contactara. Soy muy ingenio...

—¿Y por eso nos has prohibido verle? —continuó el Sr. Flynn.

—¡Oh, no, no, señor, en absoluto! Mis disculpas si ha parecido eso, seguramente no elegí bien mis palabras. Como le comenté por teléfono anoche, Felix despertó, con una ligera deshidratación, cabe decir, y me comentó: “Mike, llámales a mis padres y avísales... Éste es su número”. Luego Felix me dijo: “Que no vengan, no quiero preocuparles. Además, no creo que les dejen entrar a estas horas”. Como buen amigo, le hice caso. Por supuesto, fue una equivocación; como buen amigo, debí haberle desobedecido. Mis disculpas.

El Sr. Flynn contempló a sus interlocutores. El director del colegio sentado en el sofá, con un doctor que parecía no haber acabado sus estudios, y su hijo, que había pasado toda la noche deshidratado. Parados detrás del sofá, estaban tres muchachos. Un “emo”, como solía llamarles su hija Lily, un rubio que no parecía tener interés en absoluto, y el supuesto Michael.

—Háblenos de la dichosa beca... —pidió el hombre, dándose por vencido y dejando detrás el tema del accidente.

—Verá, Sr. Flynn, su hijo tiene un enorme talento para el estudio y los deportes. Su examen de admisión nos sorprendió, al igual que todos sus trabajos y deberes de esta semana. Es un excelente corredor, me parece que es capaz de romper el récord del colegio, y tiene la intención de obtener el papel protagónico en la obra de la academia. Además, posee un gran talento para las artes marciales.

¿¡Artes marciales!? —se sorprendió Felix, aunque se quedó callado.

—¿Y cómo descubrieron su... talento? —preguntó Lily—. Quiero decir, Felix no se ha inscrito a ningún club de karate, o algo por el estilo.

—Lily, no te metas en asuntos de los adultos... —le regañó su madre.

—Bueno... No sonará muy bien, pero sorprendimos a su hijo luchando con un alumno. —explicó el doctor Robinson. Felix tragó saliva. Jamás, en toda su vida, se había metido en ningún pleito, ¿y ahora esperaban que le creyeran tal excusa?

—Felix es un muchacho que evita la violencia, ¿por qué se pelearía? —preguntó el Sr. Flynn, tornando así los temores de Felix en una realidad.

—Los adolescentes son así, Sr. Flynn. Suelen tener cambios repentinos de humor y, en el caso de los varones, una afición por la violencia. Felix está en una etapa en la que tanto su personalidad como su cuerpo están evolucionando y...

—El chico ya tiene dieciséis, ¡por Dios! —exclamó el Sr. Flynn—. Me parece que ya es lo suficientemente mayor para tener esos cambios de humor, ¿no?

—No, señor, es algo completamente normal a esta edad. Créame, lidio con jóvenes a diario.

—Pero no nos desviemos del tema, señores... —intervino Reynolds—. Hablemos de la beca del muchacho. La escuela está dispuesta a otorgarle una beca completa, incluyendo los materiales y el uniforme, con la condición de que participe en el club.

—¿Club de... artes marciales? —preguntó la Sra. Flynn. Su voz tembló un poco cuando lo dijo.

—Así es. Todo el material lo tenemos aquí, y su hijo puede practicar en el gimnasio cuando lo desee. Sin embargo, tenemos una condición...

—Su hijo debe permanecer en el dormitorio. —explicó Robinson—. Por supuesto, no le retendremos. Podréis visitarle cuando queráis, y el no está obligado a pasar todo el día aquí. Sin embargo, sí le necesitaremos durante las tardes y los sábados

Los padres de Felix se miraron, como manteniendo una conversación inaudible. Lily no parecía estar muy interesada, el techo parecía llamarle más la atención que la reunión que se llevaba a cabo.

—Michael... ¿Tú que opinas? ¿Te gusta vivir aquí? —preguntó la madre de Felix. Mike no dudó ni un segundo, y asintió con la cabeza.

—Tenemos todo lo necesario aquí, y es una experiencia sin igual. No tenemos que pagar en la cafetería, y tenemos servicio de lavandería, por lo que todo está cubierto. Además, tenemos al alcance la biblioteca, el centro de computación... Oh, y estando tan cerca, nunca llegamos tarde a clase.

—¿Y tus padres?

—Papá y mamá vienen a visitarme dos días cada semana, durante la tarde. Siempre tenemos el domingo libre, por lo que suelo quedarme con ellos ese día. Oh, y muchas veces me salto la hora de comer y voy a casa con mi familia.

Una vez más, los padres de Felix se miraron. Asintieron, y se levantaron de sofá, seguidos por su hija.

—Si es lo que quieres hacer, hijo... —dijo su madre.

—¿Te... quedas, Felix...? —preguntó el Sr. Flynn, un poco inseguro. Después de todo, estaban dejando a su hijo, y probablemente casi no le verían.

A Felix se le pasó por la cabeza la probabilidad de irse, pero pensó en aquellas sombras que le habían atacado.

[i]Corrupted’s...[/i] —pensó el muchacho, con furia. Dios no quisiera que las siguientes personas con “Lagune” Syndrome fuesen sus padres y hermana. Completamente seguro, el chico dijo en voz alta—: Me quedo.


Felix cerró su segundo párpado. Tres Corrupted’s, semi-transparentes, rondaban por el pasillo del colegio.

Ya era lunes. El tercer día desde que Felix se había unido al PP. Tal y como se hacía cada semana, al chico se le encomendó una limpieza de los primeros dos pisos del edificio escolar, mientras que Ethan se encargaba de los superiores.

Recordando su posición, el muchacho entró a la zona. Sintió una breve distorsión del espacio, pero desapareció en unos momentos. Los Corrupted’s soltaron un aullido al verle en el limbo.

Felix saltó, a la par que soltaba una corriente de aire para tomar impulso extra. Pasó por encima de las criaturas, dio una voltereta, y volvió a caer de pie. El muchacho formó un orbe de aire y se lo lanzó a uno de los seres. Otro saltó e intentó rasguñarle, pero el poseedor de Psique formó una esfera de viento y repelió el ataque.

Sacó el revólver de Psique de fuego del cinturón , apuntó a los dos Corrupted’s que estaban en el suelo y disparó. De la punta del arma brotó una lengua de fuego, que redujo a las sombras en cenizas.

Felix dio media vuelta y le dio una patada circular a la criatura restante, tal y como James le había enseñado el sábado anterior en el gimnasio privado del dormitorio. El Corrupted saltó, intentando llevarse al chico de encuentro, pero éste último formó un orbe de aire y se lo lanzó al pecho, haciendo que el ser se desviara y fuese a estrellarse contra el techo.

Recuerda que son la contraparte humana. Son básicamente lo mismo que nosotros.. Por lo tanto, tienen las mismas debilidades. —le había dicho James durante su sesión de entrenamiento el sábado.

Felix le clavó su pequeño puñal en el corazón al Corrupted, terminando así con la limpieza del piso.

Regresó a su posición inicial, y luego salió de la zona.

—¡Felix! —saludó una voz femenina desde el final del pasillo. El chico se limpió el sudor y notó que no se había guardado el puñal, por lo que rápidamente lo deslizó al interior de su manga.

—¡Ah, Vanessa! —exclamó Felix, al ver como la chica se acercaba para saludarle.

—De verdad, no sé qué es lo que haces para sorprenderme. —expresó la chica—. Siempre hay algo nuevo en ti... o acerca de ti.

—-¿Ah, sí? —inquirió el chico, sonriente.

—¡Acabo de enterarme que entraste al PP! Ahora podré saber qué hacen y el porqué de ese nombre tan... Bueno, PP, no hace falta decirlo.

—Pues no. Tengo prohibido decir lo que se hace en el club. Por eso es exclusivo. —acto seguido, Felix guiñó su ojo y echó andar hacia la salida, con Vanessa siguiéndole.

PP
Septiembre 2010.


James Reynolds.

Ethan Parker.

Samantha Parker.

Vince Miller.

Michael Johson.

Felix Flynn.


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Última edición por Zee el Mié Jun 09, 2010 7:36 pm, editado 1 vez en total
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Re: Psique // Capítulo 5 en línea

Notapor Habimaru » Mié Jun 09, 2010 12:02 pm

*Aplauso*.

Historia más que interesante, unas bases sólidas y muy llevadero de leer.

Por cierto, Project es con J y menuda casualidad que el lunes sacara un especial de Sekai donde hablaba de Proyecto Psych.
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Re: Psique // Capítulo 5 en línea

Notapor Sombra » Mié Jun 09, 2010 3:09 pm

Que chulo el capitulo. Me encantó eso del grupo megaexclusivo PP (Sabía que ese grupo tenía que ver con los Corruptos...o al menos me lo imaginaba xD)

EDIT: Creo que con cambiar solo Psique a Psych ya es suficiente
Última edición por Sombra el Mié Jun 09, 2010 9:15 pm, editado 1 vez en total
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Re: Psique // Capítulo 5 en línea

Notapor Zee » Mié Jun 09, 2010 7:34 pm

Habimaru escribió:*Aplauso*.

Historia más que interesante, unas bases sólidas y muy llevadero de leer.

Por cierto, Project es con J y menuda casualidad que el lunes sacara un especial de Sekai donde hablaba de Proyecto Psych.

FUUUUUUUU
Ahora sí la he cagado, sabía que algo no me cuadraba, pero no fui lo suficientemente listo para buscar un puto traductor xD
Corrijo la escrita, la PDF después.

EDIT: Por curiosidad ante lo que has dicho, Habi, he investigado y... Pues sí, Psique en inglés sería distinto: Psyche. Así que... Dos opciones.

1.- Cambiar todas las palabras Psique, incluido el título, por la palabra Psyche.
2.- Deshacerme de la idea de poner los nombres propios y ponerlos en castellano: Puerto Laguna, Psique, Corrompidos, Proyecto "Psique", Síndrome "Laguna", etc. (Aunque en realidad ya he enlistado todos xD).

Así que... Os agradecería un montón si editarais vuestros mensajes con la respuesta, gracias :3

EDIT2: Acabo de perder más de 700 platines al editar. Y seguro que con este Edit pierdo otros pocos FUUUU.
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Re: Psique // Capítulo 5 en línea

Notapor Zee » Lun Jun 14, 2010 8:06 am

Capítulo 6:

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Capítulo 6 - Un día libre con lluvia, combate y tarros de mayonesa

Mike examinó el tablero con atención, al igual que las tarjetas que reposaban a un lado suyo, muy cerca del borde de la mesa de cristal.

Las circunstancias les habían llevado a meterse a un callejón sin salida. Felix sí que se la había puesto difícil.

Michael Jonhson contempló a sus contrincantes: Felix Flynn, quien acababa de terminar su turno, uno de los chicos nuevos en la academia y que se había unido al club hacía una semana, era ahora su mayor preocupación.

Luego dirigió su vista hacia su compañero, James Reynolds, hijo del director de la escuela, estudiante de undécimo grado y miembro del PP desde hacía seis años. Era éste quien ahora era pareja de Mike, y quien menos empeño ponía en el juego.

Finalmente, miró a Vince Miller, la pareja de Felix. Como jugador estrella de fútbol, Vince poseía una altura y complexión arriba de la media. Tenía un cabello de color marrón, bastante corto, casi a lo militar, y sus pequeños pero vivaces ojos de color negro no apartaban la vista de Mike.

—Me tienen, James... —murmuró el chico, mirando el tablero por el última vez.

Ya que había comenzado a llover afuera, el PP decidió quedarse en el dormitorio. Mientras Ethan ayudaba a su hermana pequeña, Samantha, comúnmente llamada Sammy, a controlar su Psique, el cuarteto de muchachos disfrutaba un juego de mesa en la recepción del dormitorio.

Tras una pequeña discusión, debido a que no sabían qué juego elegir, Ethan les prestó uno de su habitación. El juego consistía en formular teorías para descubrir al culpable de un asesinato, en una mansión completamente cerrada. Un bando, formado por dos personas, se encargaba de crear las circunstancias del siniestro, además de decidir al culpable y a las víctimas (la cantidad de éstas últimas se decidía mediante un dado). Esto por supuesto, no se le revelaba al otro bando, que hacía lo posible para descubrir al asesino, formulando teorías y destrozando las coartadas de los personajes, ayudándose con tarjetas que les otorgaban ciertos privilegios de vez en cuando.

—En ese caso, es mi turno. —expresó James, tomando una de las tarjetas del bando investigador—. “Teoría y verdad”. —leyó el muchacho, mostrando su carta. Dicha carta les concedía la oportunidad de formular una teoría, y obligar al equipo contrario a decidir si era falsa o no. En caso de que estuviese equivocada, el bando asesino debía de destacar los puntos en los que fallaba. Lo bueno de dicha tarjeta es que la teoría no tenía limitaciones, podía ir desde investigar cómo fue cerrada una puerta, hasta intentar adivinar el nombre del asesino.

—Guárdala. —pidió Mike, viendo que necesitaban más datos.

Vince y Felix habían elegido asesinar a la víctima en un cuarto cerrado. Esto quería decir que las puertas y ventanas habían sido cerradas por dentro, con la llave dentro de la misma habitación. Sin embargo, los dados habían estado de la suerte del bando asesino, que decidió crear una masiva habitación cerrada con seis víctimas. Esto quería decir que en la primer primer pieza estaba la llave de la segunda, y en ésta la de la tercera. El ciclo se repetía hasta llegar a la sexta habitación, que tenía la llave de la primera.

—Entonces... Es mi turno. —manifestó Vince, tomando una tarjeta para el bando del asesino—.

—Oh, mirad... “Una hora menos”. Eso quiere decir que estáis más cerca de perder. —expresó Felix.

Para hacer el juego un poco más divertido, el bando investigador se veía presionado por un reloj de veinticinco turnos. Si dichos turnos pasaban y el equipo era incapaz de resolver el misterio, la imaginaria policía les arrestaría a todos. Pero, debido a que estaban muy aburridos, los muchachos decidieron tornar su juego en algo más difícil y competitivo al reducir el número de turnos a quince.

—Eso os deja con... dos turnos, oh. —se burló Felix.Vince añadió:

—Ninguna otra acción.

—Y ahora yo. —dijo Mike, imitando a sus compañeros y tomando una tarjeta. El delgado trozo de cartulina leía “Dato extra”, y mostraba una huella digital de sangre en una esquina.

—Venga, haz lo tuyo. —sonrió James, mientras le daba la tarjeta de “Teoría y Verdad” a Mike.

—¡Bien! Entonces, Vince y Felix, estáis obligados a decirnos un dato que desconozcamos del asesinato.

Felix y Vince murmuraron algo, intentando que James y Mike no les oyeran. Tras asentir con la cabeza, Vince volvió a mirar a sus oponentes y dijo:

—El culpable tenía la llave para una de las habitaciones.

—¿Un duplicado? —inquirió Mike, a sabiendas de que no iban a responderle—. Bien, entonces... ¡Combo! ¡”Teoría y verdad”!

—¿Hago yo los honores? —preguntó James.

—Por supuesto. Incluye el duplicado en la teoría.

James negó con la cabeza, recibiendo una queja por ello. Sin embargo, miró a sus contrincantes y comenzó:

—¿No es obvio? El culpable es una de las víctimas.

Felix y Vince se quedaron quietos como estatuas ante la declaración del chico. Sin embargo, éste aún no había formulado su teoría, por lo que no dijeron absolutamente nada.

—El culpable tenía la llave de una de las habitaciones, sí... Pero eso implica que no tuviese las otras. En la quinta habitación, por decir alguna, asesinó a una de las víctimas y dejó la llave de la sexta, que aún estaba abierta. Cerró el cuarto con su llave y repitió el proceso con la habitación número cuatro, dejando la llave de la quinta pieza esta vez. Hizo lo mismo hasta llegar a la primera habitación, donde dejó la sexta llave. Finalmente, fue al sexto cuarto, llevándose la primera llave consigo. Cerró las puertas y ventanas desde adentro, y después se suicidó.

Felix tragó saliva. Contempló a James y manifestó:

—Correcto.

Mike dejó salir un grito de victoria.

—Para tu tren, Johson. —Mike se quejó—. Aún no hemos dicho al culpable...

—¿No es obvio ya? —dijo Vince, cabizbajo.

—Sí. Para que el culpable haya tenido todas las llaves, tuvo haberlas robado. Sin embargo, sabemos por el dato dado por Vince hace varios turnos que ningún personaje cometió un robo.

—¿Entonces...? —inquirió Mike, cada vez más emocionado.

—¡El culpable es... nada más y nada menos que...! —James golpeó la mesa con las manos (moviendo un poco el tablero y tarjetas, cabe decir), se puso súbitamente de pie y señaló a sus oponentes con el dedo índice.

—¡Dilo ya, coño! —pidió Mike.

—¡El mayordomo Abraham, el único sirviente involucrado! Siendo un sirviente, no cometió ningún robo al tomar todas las llaves, ¿no es así? ¿¡Es él el verdadero culpable!?

Un ambiente lleno de suspenso se apoderó de la recepción. Nadie articuló palaba, ni siquiera un leve sonido se pudo escuchar. James bajó el brazo y tomó asiento, esperando la respuesta.

—Sí... —susurró Felix.

Mike se levantó del sillón de un salto, dejó salir un grito de victoria y lanzó el tablero por los aires. Empezó a hacer lo que parecía un baile, mientras canturreaba “Derrotados, derrotados, derrotados”.

—¡Arriba esos cinco, James! — exclamó, mostrándole la palma de su mano. Sin embargo, el nombrado volvió a su serena e indiferente actitud y tomó asiento de nuevo.

—Vaya que te has inspirado, James. —comentó Felix, mientras se ponía a gatas para recoger las tarjetas arrojadas por Mike.

—Te ha entrado el sentimiento, ¿eh? —coincidió Vince, sonriente.

James sólo se acomodó el flequillo, se recargó en el sofá y cerró los ojos (o por lo menos el que era visible) en actitud apática. No dijo palabra alguna, ni tampoco hizo algún gesto que pudiera interpretarse como una respuesta.

—¿Y ahora qué? —preguntó Mike, al ver cómo las gotas de lluvia se estrellaban contra el cristal de las pequeñas ventanas de la recepción. Ya habían pasado cerca de media hora jugando, sin contar lo que habían tardado en decidir qué hacer, y la tormenta no había cesado.

—Podríamos ir al gimnasio; después de todo, está completamente cerrado. —apuntó Vince. Al escuchar las palabras del chico, Mike se tiró en el sofá y hundió su rostro en uno de los cojines. Golpeó la mullida superficie del asiento con su puño, levantando un poco de polvo.

—¡No quiero entrenar! —exclamó, intentando evitar que el almohadón ahogara su voz y alargando las palabras como quien hace un berrinche—. ¡Los entrenamientos son sólo de lunes a viernes!

—Pero un sábado al año no hace daño. —señaló Felix, levantándose del sofá, seguido por Vince. James prefirió ir a entrenar un poco, en lugar de quedarse junto con Mike, quien, a regañadientes, decidió acompañar a los muchachos.

Antes que nada, debían cambiarse en ropas más cómodas. Los cuatro muchachos llevaban pantalones de mezclilla, de distintas tonalidades y diseños (Mike juró que los pantalones de James eran los más ajustados que había visto en su vida).

Mientras James subía al tercer piso, Vince, Mike y Felix permanecieron en el segundo. Vince abrió la primer puerta con su llave, y desapareció tras ella. Sobre la mirilla colgaba una pequeña pizarra, que tenía “Ethan & Vince” escrito con tiza de color blanco, que evidenciaba que compartía la habitación con el rubio.

Por otro lado, Mike abrió la segunda puerta (“Never forget: Mike ‘n F for the win”), y dejó pasar a Felix antes que él. Ambos muchachos compartían la misma habitación, pese a que al miembro más reciente no le agradaba mucho la idea.

—Mike, no has recogido tus zapatos. —señaló Felix, abriendo el largo armario de color gris, colocado en un hueco en la pared construido precisamente para eso.

La pieza era grande, pues debía alojar a los dos adolescentes. Probablemente mediría unos ocho metros por otros ocho, y de altura un poco menos de tres metros, más que suficiente para dar cabida a la litera en la que dormían los dos chicos.

Las paredes estaban pintadas de color verde espárrago, como el de la recepción. Al suelo lo cubría una alfombra de color azul, con detalles que cambiaban de tonalidad. Finalmente, en el techo sólo había una solitaria lámpara, aunque en ciertos lugares había luces más pequeñas para facilitar la vista: Encima del escritorio, sobre el armario, y en la pared donde estaba la litera, una para cada cama.

Las dos camas estaban hasta el fondo de la habitación, pegadas hacia la pared contraria a la puerta. A su lado estaba la puerta que daba al baño, y a un lado de ésta, el armario. En el otro extremo, a la izquierda de quien entraba, había un escritorio con un ordenador, una televisión, un pequeño frigorífico, y una amplia ventana con cortinas azules.

No había muchas cosas colgadas de las paredes, aunque Mike le dijo a Felix que ya las llenaría. Mike ya había puesto algunas cosillas, como un póster de una modelo descansando junto a un deportivo plateado, varios percheros que sostenían algunas gorras, un calendario, y una diana para dardos.


Mike tomó unos pantalones de algodón de color negro, y una camisa sin mangas de color blanco. Se puso las zapatillas deportivas negras que solía utilizar para su uniforme.

Felix, por otro lado, tomó una descolorida camisa de algodón, que anteriormente había sido de color negro, pero ahora tenía una tonalidad parecida a la de una rata gris. Recordó que al día siguiente debía ir a comprarse ropa nueva con la compensación que le había otorgado la mudanza. También tomó un holgado pantalón del mismo material, de color azul marino, y las zapatillas deportivas del colegio.

Una vez se hubo cambiado y puesto suficiente desodorante, Mike decidió abandonar la habitación, dejando a Felix solo. Bajó la escalera hacia la recepción, que estaba completamente vacía. Pensando que James y Vince ya podían haberse adelantado, continuó hacia el gimnasio.

La puerta estaba a unos pasos del chico, al lado del televisor, en la parte derecha de la habitación. Era de cristal, y dejaba ver un amplio pasillo en el que no había nada más que una mesa de madera, con un florero y algunas velas decorativas, y un mueble de madera con varios cajones, de donde Mike tomó una pequeña toalla. Empujó la puerta que estaba al final del pasillo, y entró al gimnasio.

Para ser un lugar al que sólo tenían acceso seis muchachos, era bastante amplio. Fácilmente mediría lo mismo que el gimnasio del colegio, y tenía el mismo tipo de equipo.

En el centro, siendo así lo que destacaba más, había un ring en el cual Ethan y Samantha se encontraban luchando, utilizando sus respectivos Psiques como armas. Ambos muchachos tenían movimientos muy similares: Ágiles, rápidos, y con ataques débiles, pero veloces y certeros.

A la derecha del ring había varias máquinas para ejercitarse. Caminadoras, elípticas, de remo, y varios artefactos más. También había una gran variedad de pesas, en las cuales Vince solía invertir gran tiempo de su hora obligatoria de entrenamiento.

Atrás del ring, en el fondo del gimnasio, había una pequeña piscina. Sólo cabía una persona a la vez, y no era capaz de dar muchas brazadas. Sin embargo, había un pequeño canal poco profundo, en el cual los muchachos corrían con la resistencia del agua presionando sus piernas.

Por otro lado, a la izquierda tenían varias cosas para practicar la flexibilidad y la fuerza de manera gimnástica. Un par de aros, dos caballos, y dos largas barras. No obstante, los muchachos aborrecían esta sección y no la usaban para nada, a menos que el director estuviese evaluándoles.

Finalmente, entre el ring y Mike había varios muñecos de variados materiales. De paja, de arena, y varios de concreto. Los muchachos practicaban el cuerpo a cuerpo con los de arena, el uso de armas blancas con los de paja, y el Psique con los de concreto. Cabe decir que los muchachos también practicaban con armas de fuego pequeñas, las cuales usarían sólo en caso de emergencia, y con los revólveres de Psique en un cuarto independiente, cuya puerta se encontraba del lado izquierdo del gimnasio.

—Muévete, que paso. —dijo James, apartando a Mike de la puerta con el brazo. Llevaba unos largos shorts de color negro, y una camisa de baloncesto del mismo color. Inmediatamente se acomodó frente a un muñeco de arena y comenzó a golpearle con los puños.

Detrás de él llegó Felix, ya cambiado, que inmediatamente pasó a las máquinas. Lo mismo hizo Vince, quien venía detrás de él.

—¡Mikey, relévame! —exclamó Samantha, sonriente, desde el ring. Sin esperar una respuesta, dejó a Ethan con la guardia en alto y corrió hacia donde estaba Mike. Le tomó de la muñeca y, sin siquiera preguntarle, lo guió hasta su hermano.

Era, sin duda alguna, la más joven del grupo. A sus trece años cursaba séptimo grado, y estaba en la etapa entre la niñez y la adolescencia, lo cual se veía evidenciado por las curvas que comenzaban a resaltar bajo su ropa. Aunque tenía repentinos cambios de humor, y no podían culparle por ello, generalmente era risueña y muy agradable con todo el grupo.

—Vale, vale... Ya estoy, Sammy. —dijo Mike, poniéndose frente a Ethan. Samantha le guiñó uno de sus ojos azules y retrocedió.

—Ya sabes, Mike. Llamas pequeñas. —recordó Ethan.

—Y tú ya sabes. Choques eléctricos no-mortales. —respondió el chico.

Ambos muchachos se colocaron en guardia, esperando la señal que daría inicio a su combate. Súbitamente, unos gruesos muros de cristal se alzaron del suelo mediante un mecanismo y rodearon el ring por completo. Cuando llegó al PP, Mike pensó que no resistirían los Psiques del grupo, pero se equivocó, pues los veinte centímetros fueron más que suficiente. Sin embargo, con el paso de los años se habían hecho varios raspones que dificultaban la vista para los espectadores.

Samantha silbó fuertemente, gracias a su Psique de sonido, llamando la atención de los otros miembros. Felix interrumpió su actividad para ver a Mike y a Ethan en acción, pues, si bien había entrenado con ellos los últimos días, jamás les había visto usar sus Psiques.

Mike lanzó un orbe de fuego contra su contrincante, quien solamente se agachó para esquivarlo. Antes de que pudiera levantarse, sin embargo, otra esfera de fuego ya venía hacia él. Ethan rodó como un tronco para alejarse del ataque, y se levantó utilizando el mismo movimiento que utilizaba para hacer planchas.

El rubio frotó sus manos, sin parar de moverse, y luego aplaudió. Un delgado rayo cruzó el aire y se estrelló contra el cristal, a unos centímetros a la derecha de Mike.

—¡Eh, te dije que de baja energía! —gritó Mike.

—Y yo te dije que llamas pequeñas, pero no escuchas, ¿no? —respondió Ethan, intentando embestir al chico, con la mano al frente, seguramente cargada de energía. Mike se apartó al último momento, a la par que el rubio daba dos pasos verticales en la pared, y luego daba una voltereta hacia atrás, cayendo de pie de nuevo.

—¡Eh, tranquilo! —vociferó Mike, volviéndose a apartar del Ethan que ya no parecía escucharle. Levantó un muro de fuego, lo cual le supuso gastar gran parte de su energía, aunque estuvo seguro que eso detendría a Ethan lo suficiente para que se calmara un poco.

Pero Ethan lo ignoró y lo atravesó rápidamente, sin dañarse ni un poco. Le dio un fuerte manotazo a Mike en el pecho, antes de que pudiese moverse, y dejó salir su Psique por su mano.

Una especie de sacudida recorrió a Mike en milisegundos. Sintió que su cerebro temblaba, al igual que todos sus músculos. Intentó apartarse de Ethan, pero se vio incapaz. Tal y como había visto decenas de veces en los dibujos animados, sintió como si su cabello se hubiese puesto de punta. Muy pronto sus terminales nerviosas dejaron de responder...

Ethan le soltó. El rubio le dio un fuerte empujón que le hizo caer al suelo. Mike se quedó tirado, temblando, sintiendo la electricidad abandonar su cuerpo. Vio cómo los muros descendieron, dejando que Ethan pasara. Vince, James, Felix y Samantha corrieron hacia el chico, que aún no podía mover los músculos.

—¿Mike? ¿¡Mike!? —llamó Vince, sacudiéndole.

—Y-ya... Es-toy... Estoy bi-bien... —intentó decir Mike, soltándose de Vince. Intentó ponerse de pie, pero los músculos le fallaron. Volvió a recostarse sobre el tatami, y cerró los ojos con furia—. ¡Ah, esa cabrona! —exclamó.

—¡No le llames así! ¡Tú lo iniciaste! —defendió Samantha.

—¡Sí, vale, yo lo inicié, pero él se ha pasado! —gritó Mike, finalmente pudiéndose sentar.

—Tiene razón, Samantha. —concordó James. Mike siempre se preguntó por qué Sammy era la única que tenía el privilegio de ser llamada por su nombre cuando hablaba con James; aunque probablemente era porque no podía referirse tanto a ella como a su hermano con el apellido “Parker”—. Si tu hermano no se mide, puede terminar haciendo daño.

—¿¡Terminar haciendo daño!? ¡Tío, estoy tirado en el suelo con medio cuerpo dormido! —exclamó Mike, pero James le ignoró.

—Vámonos... No hemos tenido ni diez minutos de entrenamiento. —dijo James.

—Mike, yo te ayudo. —dijo Felix, tomando al chico por las axilas y obligándole a levantarse. Una vez el joven estuvo de pie, su compañero le pidió que se recargara en él y le rodeara con un brazo, para mantener el equilibrio.

Caminaron hasta la recepción, donde Mike explicó que sus piernas ya habían recuperado el movimiento. Continuaron hasta la cocina, donde Felix ofreció preparar algo de comer para el grupo, haciendo alarde de que había elegido esa clase como optativa.

El lugar estaba cubierto por pequeños mosaicos de color blanco. Frente a la puerta estaba una barra en donde dos personas podían comer, también cubierta por el mismo tipo de mosaico. La barra continuaba hasta la pared del lado izquierdo, y giraba para dar cabida a una pequeña estufa y a varios estantes, donde seguramente estaban guardados los platos y vasos, junto con algunos utensilios. Volvía a girar y se convertía en una superficie pegada a la pared, con suficente espacio para colocar los ingredientes y algunos recipientes. A la derecha de la barra estaba el refrigerador, de doble puerta y de color plateado, donde ahora Felix buscaba algo para comer.

Mike se sentó en un banquillo frente al desayunador, junto con Vince, que tomó asiento en el otro. James se quedó de pie, mientras Samantha prefirió sentarse en la barra misma.

—Hacen falta varias cosas para hacer una cena decente. —dijo Felix, con la cabeza dentro del refrigerador—. Pero me las arreglaré para hacer algunos emparedados. ¿A nadie le molesta?

El grupo dijo “No” al unísono.

—Que alguien tome el pan de la alacena. —pidió Felix—. ¡Mike, atrapa! —exclamó, lanzando un paquete de rebanadas de jamón hacia el chico. Le siguieron varios trozos de queso amarillo, dos tomates, y una cabeza de lechuga.

—¡Eh, no tengo tantos brazos! —apuntó Mike, atrapando el frasco de mostaza que Felix acababa de lanzar, y dejándolo sobre la barra.

—¿Dónde está la mayonesa? —preguntó el muchacho, sacando finalmente la cabeza del frigorífico.

La gran mayoría se encogió de hombros.

—Puede que haya un poco en la bodega. —señaló James, sacando un llavero de su bolsillo. Se lo lanzó a Mike, que lo atrapó con una sola mano—. Enséñale a Flynn el lugar.

Mike, a regañadientes, se levantó de su asiento y salió de la cocina, cruzando el comedor hasta llegar a la recepción, seguido por Felix. Caminaron hasta la escalera de caracol, pero en lugar de subir por ella, se desviaron hacia un lado y se detuvieron en el pequeño hueco que había entre la pared y el borde de la escalinata.

Mike contempló la diminuta puerta de metal que sobresalía de la escalera antes de introducir la pequeña llave en la cerradura. La giró, y al instante se escuchó un pequeño chasquido, y la puerta se levantó de su sitio.

Ambos muchachos entraron a la oscura habitación. Mike presionó un interruptor que se encontraba al lado de la entrada, provocando que se encendieran varios tubos fluorescentes.

El par de chicos estaba en la cima de una escalera, la cual no tardaron en recorrer hasta el final. Una rejilla les impidió el paso, pero Mike la jaló de una esquina, provocando que se doblara sobre sí misma y se pegara a la pared.

Mike recordó la primera vez que había entrado a la bodega. Había sido, indudablemente, sorprendente para él; y aparentemente Felix tenía la misma impresión. En lo que antes había sido un sótano, ahora se guardaban decenas de estanterías de metal, repletas de diversos objetos: Comida enlatada, mantas, agua embotellada, bombillas, papel y toallas higiénicas... Además, allí también se guardaban los revólveres de Psique y algunas armas blancas y de fuego, junto con los materiales utilizados para reemplazar a los muñecos y a las dianas del gimnasio. También tenían, en caso de emergencia, la entrada a un refugio nuclear, el cual también se utilizaría si un tsunami o un huracán atacara la costa.

Mike caminó tranquilamente hacia la estantería más cercana, a su izquierda, y comenzó a examinar las decenas de latas y frascos que allí reposaban.

—Mayonesa, mayonesa... —murmuraba.

—Mike. —llamó Felix—. La encontré. —Mike miró hacia su compañero. El chico señalaba un frasco de plástico, de color blanco, que se encontraba, solitario, en la cima de la estantería. Michael dejó que su amigo utilizara los descansillos como escalones y subiera para alcanzar el tarro.

Y luego recordó lo que había en ese frasco. Un viejo experimento de Vince, que Felix no debía abrir para nada.

—¡Felix, espera, eso es...! —gritó, pero el chico ya había alcanzado el frasco. Como era de suponer, al estirarse excesivamente, perdió el equilibrio y cayó de la estantería, llevándose consigo el tarro. Una vez Felix cayó, cuan largo era, en el suelo, el frasco se golpeó fuertemente contra el concreto, liberando su contenido por el lugar.

—¿¡Pero qué es esto!? —vociferó Felix, con asco, al verse cubierto por una sustancia parecida al agua, pero que apestaba tremendamente.

—Formol. —respondió Mike. Su voz sonaba ligeramente nasal, pues se había apretado la nariz para no tener que soportar el penetrante olor del líquido.

—¿¡Formol!? ¿¡Con eso no se conservan...!? —comenzó Felix, pero su amigo le interrumpió:

—Sí, fetos, órganos y otras cosas.

—¿¡¡Guardáis fetos aquí!!?

—¡No, no!

—¿¡Qué sucedió!? —preguntó Vince, alarmado. El joven venía corriendo por la escalera, seguido por James, Ethan y Samantha.

—¡Felix se ha caído con Mario! —respondió Mike, bastante agitado.

—¿¡Mario quién!? —preguntó Felix, moviendo sus brazos hacia atrás para levantarse. Al intentar apoyarse en el suelo, sin embargo, tocó algo pequeño y poroso, con una textura muy parecida a la de una esponja. Con una mueca de asco, giró su cabeza para contemplar el objeto.

—Ése es Mario. —señaló Mike.

Era un emparedado. No quedaba casi nada de lo que antes había sido el pan, pues el líquido lo había humedecido hasta desprenderlo. Sin embargo, podía notarse que llevaba jamón, queso, lechuga, y varias aceitunas, ya muy deterioradas por el formol.

—¿Cómo...?

—Intentaba romper un récord mundial. —explicó Vince, tomando a “Mario” y volviéndolo a meter al bote de plástico—. Por idiota, me olvidé del pan, pero ya lo había echado al frasco para cuando me di cuenta.

—¿Un... récord mundial...? —repitió Felix, atónito, poniéndose de pie. Y sacudiendo los brazos para quitarse la sustancia de encima.

—Al emparedado mejor preservado.

—Será mejor que te laves, Felix. Y rápido. —aconsejó James.

—Ya... Esto es ridículo... —murmuró el chico, mientras comenzaba a caminar hacia la recepción—. ¡Y no voy a hacer ningún puto sandwich ahora! —terminó, una vez hubo salido de la bodega.

—¡Ah, este novato tiene mucho para dar! —exclamó Mike, saltanto el charco de formol y emprendiendo rumbo a su habitación.

—¿Debo recordarte, Johson, que antes de que Flynn llegara, el novato eras tú? —se burló James.

Mike solamente sonrió.

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—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

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Re: Psique // Capítulo 6 en línea

Notapor Jeanne24 » Sab Jun 19, 2010 1:18 pm

¡Por fin pude terminar de leer los capítulos!

En serio,me ha entrado cosa cuando ha dicho "Mario",he pensado: No fastidies...no puede ser...están locos,pero no tanto...¿no?
Creo que locos no,lo siguiente xDDDDDDDDDDDD

En cuanto a la historia...me fascina,me encanta,¡es buenísima! Mike es un cachondeo constante, me encanta su caracter tan extrovertido, ya que los más extrovertidos suelen ser lo que más tienen que ocultar. No se, me gusta como lo estás llevando, y espero pronto nuevos capítulos, aunque sin prisas, ¿eh? :3

Y yo voto por la primera opción, ya que traducir todas las letras es muy pesado. Lo otro es más facil.

¡Saludos!
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.:Lo importante es lo que hacemos, no quiénes somos:.
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Demyx escribió:Llegaré a ser el mejor
el mejor que habrá jamás
mi causa es ser moderador
tras mucho postear~~
Postearé a cualquier lugar
floodearé en cualquier rincón
al fin podré desentrañar,
el poder que hay en KHWorld
Son platines, hazte con todos, siiii~~
es mi destino, mi misión,
es KHWorld.
Mentos mi amigo fiel
nos debemos defender

HollowRiku escribió:Pues que mal, ¿no? =(

HollowRiku escribió:Omg, ¡muchas gracias por el primer puesto en User invisible! No me esperaba algo así :cry: En realidad he trabajado duro para conseguirlo, creo que me lo merezco xD

Demyx escribió:Todos locos

Demyx y Jeanny escribió:Demyx: What?
Jeanny: No sé, what tú
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Re: Psique // Capítulo 6 en línea

Notapor Sombra » Sab Jun 19, 2010 1:22 pm

Este capitulo a sido un cachondeo. Sobretodo lo del feto xD Al pobre Felix le pasa de todo. Es un poco gafe
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Re: Psique // Capítulo 6 en línea

Notapor Zee » Lun Jun 21, 2010 7:27 am

¡Actualización especial!

Primero, el capítulo 7. Los muchachos del PP se ven obligados a cumplir una misión de rescate.


Versión escrita:

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Capítulo 7 - Misión de rescate:

—¡Ya!

El sudor no se hizo esperar; muy pronto sus ropas se vieron empapadas. Las minúsculas gotas se acumulaban en la punta de sus oscuros mechones, y se precipitaban una vez eran demasiado pesadas para luchar contra la gravedad.

—¡Aaa... Ya!

Volvió a golpear a otro inmóvil muñeco relleno de arena. Sintió la formidable fuerza de su ataque activar sus terminaciones nerviosas y mandar la señal de dolor a su cerebro. Su propio cuerpo reclamaba, le advertía desesperadamente que no se hiciese daño.

—¡¡¡Aaaaaaaah-ya!!!

Con lo que muy pronto se convirtió en su último golpe, rasgó el tercer saco; pero la arena no se dejó arrastrar por la gravedad, y se quedó allí, inmóvil.

El joven no pudo resistir las señales que le enviaba su cuerpo, por lo que decidió sentarse en el tatami antes de perder la fuerza en las piernas.

James Reynolds se quitó la venda que recubría su espinilla. Como siempre, no le había servido de nada, y se había echo jirones con los escasos golpes que había asestado. Contempló con orgullo, aunque con un poco de miedo, la herida que se había abierto en ambas piernas.

Tres golpes con cada una y aún no era capaz de deshacerse de la gran desventaja llamada dolor. Por un momento, intentó tomar las vendas limpias que había dejado en el tatami, pero recordó que debía desinfectarse las heridas, sólo por si las dudas.

Se giró al sentir cómo alguien llegaba caminando a la habitación.

Felix Flynn le dirigó una mirada desaprobatoria y sacudió la cabeza en un gesto de negación.

—No le veo sentido. No le veo sentido alguno. —dijo—. A este paso vas a terminar destrozándote los nervios.

James se levantó con dificultad. Hizo una mueca de dolor al sentir cómo la piel de sus heridas se estiraba, provocando que las espinillas le ardieran tremendamente.

—Ése es el plan. —respondió, devolviéndole una mirada retadora a su compañero.

—Sigo sin entender el propósito de no sentir nada. —Felix se frotó los brazos, en un intento de disminuir el dolor.

Una vez un poseedor de Psique entraba a la zona, su cuerpo hacía todo lo posible para mantenerle vivo. Los músculos se llenaban de ácido láctico al cabo de unos minutos, en el caso de James; pero con Felix, quien apenas había entrenado o luchado en el limbo entre las dos dimensiones, la acumulación de dicha sustancia ocurría en sólo unos segundos.

—¿No lo entiendes? El golpear desde la zona a alguien de nuestra dimensión supondría un ataque mortal. En caso de enfrentarnos con humanos...

—James, esos humanos no existen.

El chico guardó silencio de golpe. Agachó la cabeza, avergonzado, y desvió la mirada. Para Felix, eso era una muestra de sentimientos de lo más dramática cuando se trataba de James.

—Sólo recuerda: Si te rompes la pierna durante tus entrenamientos, te darán de premio unos bonitos clavos y, hala, no más Corrupted’s por ocho semanas.

Acto seguido, Felix abandonó la zona, dejando a James solo.


30 de septiembre... Dos semanas exactas desde que Felix Flynn había sido reclutado como miembro del exclusivo club paranormal PP, Project Psique.

Las razones eran fáciles de explicar, pero difíciles de creer. Port Lagune estaba dividido en dos dimensiones; en una vivimos nosotros y en la otra viven nuestras contrapartes, nuestros reflejos, nuestras sombras: Corrupted’s, como les llamaba el PP.

Los Corrupted’s necesitan alimentarse, como cualquier ser vivo. Pero nada les satisface más que un alma humana. No obstante, no son capaces de penetrar por completo a nuestra dimensión, por lo que se conforman con entrar a un limbo para nutrirse de nuestros sentimientos.

Pero no son los únicos. La evolución siempre hace su trabajo. De vez en cuando, un individuo de Port Lagune puede tener una anomalía genética que le permite controlar un elemento o sustancia a su gusto, ver a los Corrupted’s, y entrar al limbo, comúnmente llamado la zona.

Y Felix era uno de ellos.


—Por lo consiguiente, Vous puede ser usado tanto para objeto directo como para objeto indirecto. Oui? —explicaba la profesora de Francés.

Felix respondió Oui inconscientemente, pero no tenía interés absoluto en su clase de idioma. Estaba más ocupado haciendo garabatos en su libreta.

Era, seguramente, la primera vez que no ponía atención en clase. No obstante, su nueva idea le había absorbido por completo: una bitácora de Corrupted’s. Seguramente los futuros miembros del PP le agradecerían cuando escribiera información sobre las criaturas. Sin embargo, apenas tenía dos míseras entradas escasas de información.

Corrupted común, Corrupted alado... —leyó, en voz baja. Estuvo seguro que el alumno a su derecha se giró para ver qué había dicho, pero volvió a sus apuntes una vez notó no era importante.

Se escuchó un leve gruñido detrás de él. Al escucharlo, sintió una diminuta, casi imperceptible, molestia en su oreja, señal de que el causante había sido un Corrupted.

Cuando un individuo se encuentra en la zona, el tiempo se ralentiza, a tal grado que parece que no avanza. Un microsegundo en nuestra dimensión equivale a un segundo del limbo, hablando de manera exacta. Por lo tanto, desde nuestra dimensión, lo que ocurre en el limbo no debería poder ser visto o escuchado, pues ocurre con demasiada velocidad.

Sin embargo, el nuevo componente del oído de Felix captaba las veloces ondas de sonido y las manipulaba hasta adaptarlas a la dimensión que atravesaban. El ojo, por otro lado, no era capaz de hacer eso, por lo que Felix sólo distinguía a los Corrupted’s como sombras muy desenfocadas. Por suerte, preferían quedarse la mayor parte del tiempo inmóviles, junto a su humano correspondiente; si fuesen más activas, serían prácticamente invisibles.

Felix giró su cabeza, y pudo ver un Corrupted bastante agitado: sólo era una masa imprecisa, desenfocada y sin forma alguna, señal de que la criatura se hallaba muy excitada. Demasiado, tal vez.

El chico alzó la mano, pidiendo la palabra.

Oui? —preguntó su profesora.

—Ehhh... Je peux... sortir de... la classe? —preguntó Felix, dudando un poco de sus palabras; después de todo, no era muy bueno en francés. El chico tomó su billetera del bolsillo del pantalón, sacó de ella una pequeña tarjeta y se la mostró a la profesora—: C’est... un... affaire... du PP .

—¿Del PP? —preguntó la mujer, esta vez en inglés.

—Ajá. —respondió Felix, volviendo a guardar su carnet—. Agradecería mucho que me dejase salir de clase.

El joven notó las miradas de todos sus compañeros ir de él a su profesora, y de regreso. Muchos de los presentes estaban impresionados, otros celosos, y algunos simplemente se hallaban curiosos por saber qué derechos tenía el alumo para ser capaz de salir del aula con tanta comodidad.

La profesora obvió la respuesta al encogerse de hombros.

—No tiene sentido ir contra del director, ¿no? —añadió, con un asomo de sonrisa burlona en el rostro.

Merci beaucoup . —agradeció el chico, tomando, con evidente apuro, sus pertenencias y emprendiendo rumbo a la única puerta y, por consiguiente, salida del aula.

Antes de salir, cabe decir, el chico pudo oír a un compañero suyo preguntar:

—¿Qué es lo que hacen en ese club?

Felix no pudo evitar que una sonrisa llena de orgullo hiciera aparición en su hasta ahora impasible rostro. Sin mirar atrás, comenzó a caminar por el pasillo. Era más que incuestionable que los Corrupted’s se encontraban alterados: para Felix, el lugar no era más sino un espectáculo de sombras y turbias tinieblas.

El chico se apresuró a dejar todas sus cosas en su casillero, no sin antes obligarse a detenerse por la clase de Español de Mike y comentarle sus sospechas.

—No hay duda, algo les molesta o les emociona. —concordaba el chico, a la par que se apresuraba a guardar sus pertenencias—. ¿Un nuevo poseedor, tal vez?

Felix contempló a su amigo. Extrañamente, el brillo de sus ojos se había ido; era como si un Mike más serio le hubiese reemplazado, con la mera intención de prepararle para la batalla.

Recordó que haber visto esos ojos anteriormente. Eran los mismos que Mike había tenido cuando había probado a Felix. Denotaban seriedad, frialdad y, tal vez, un poco de autoridad.

Felix sonrió.

—¿Pasa algo? —preguntó su compañero, tomando un llamativo y grueso libro de su casillero. Felix miró con incomprensión el enorme ejemplar; era demasiado para alguien como Mike. Pero, para su sorpresa, el joven súbitamente lo abrió por la mitad, mostrando así un hueco en su interior, hecho al haber cortado el centro de la mayoría de las hojas.

—Es útil y nadie sospecha... —se defendió Mike, tomando un revólver de tierra del interior del improvisado compartimiento.

—¿No es mejor que vayamos al dormitorio por más...? —Felix se interrumpió al notar que Mike levantaba una mano para detenerle.

—Tenemos el tiempo en nuestra contra. Y por mucho, al parecer. —explicó Mike, impasible—. No podemos desperdiciarlo. Tendremos que arreglárnoslas con esto. Ah, y toma.

Mike le lanzó un lapicero de color negro a Felix. El chico hizo un gesto para comunicar que no entendía la situación, por lo que Mike se apresuró a aclársela mientras cerraba el libro.

—Es un transmisor. Comunicador, radio. Como quieras llamarle. Presiona el botón... Sí, ése que usualmente se usa para sacar la punta. Los lapiceros de los demás miembros les avisaran con una luz parpadeante.

—¿Y qué tiene eso de comunicador? —preguntó Felix, sin perder tiempo en presionar el botón.

—El gancho que se usa para colgarlo de la ropa. Hálalo y actuará como un teléfono. Solamente tienes que ponértelo en la oreja; no es nada complicado, y no levanta sospechas. Ah, para que funcione, el otro o los otros lapiceros deben estar activados también.

Felix prefirió probarlo otro día, por lo que se lo guardó en el bolsillo de la camisa. Se quitó los zapatos y los cambió por sus deportivos lo más rápido que pudo, para luego guardárlos en su casillero y, finalmente, cerrarlo.

—Bien, rápido. A la zona. —manifestó Mike. Sin embargo, todavía no había terminado la frase cuando tomó a Felix del brazo y le obligó a entrar con él al limbo.

—¿Nos separamos? —sugiró Felix, pero Mike negó de inmediato.

—Lo peor que puedes hacer en caso de un rescate es separarte del grupo. Si te hayas solo con el infectado, puede que te machaque en pocos segundos. Los ya transformados son mucho —Mike alargó la palabra, enfatizando— más fuertes que los Corrupted’s normales.

Felix tragó saliva, nervioso. Consideró sacar su pequeño puñal, pero se lo pensó mejor y prefirió ignorarlo; podría ser más un estorbo que una ayuda.

Mike se puso el dedo índice sobre la boca, pidiendo silencio. Sin hacer ruido alguno, gesticuló con los labios:

—Intenta correr con la punta de los pies. No hagas ruido.

Acto seguido, el joven se colocó en el frente. Sin siquiera girarse, hizo un gesto con los dedos, esta vez para pedirle a Felix que le siguiera.

Se adentraron en la desconocida y ahora aterradora academia. Pese a que la luz era más brillante en la zona, los objetos en sombra eran aún más oscuros, por lo que la zona adoptaba un ambiente estremecedor.

Mike no articulaba palabra alguna. De vez en cuando hacía un gesto para indicarle a Felix, quien corría a unos pasos detrás de él, que iba a detenerse o que debían girar. Si veían o escuchaban a un Corrupted, los muchachos se ocultaban detrás de casilleros o botes de basura, o utilizaban las aulas, abiertas de par en par, como refugio.

—Debemos evitar enfrentamientos innecesarios. —explicaba el chico—. Aunque debo admitir que eso va en contra de mi estilo.

En lugar de ir armados, llevaban sus Psiques “desenfundados”. La mano derecha de Mike siempre se encontraba cubierta por una brillante capa de fuego, aunque el chico lo apagaba en cuanto veía a un Corrupted acercarse. Felix, por otro lado, mantenía un orbe de viento girando en la palma de su mano izquierda.

Los muchachos se encargaron de revisar el primer piso. Omitieron los pasillos por los que Felix y Mike ya habían recorrido antes de entrar a la zona, lo cual les ahorró un valioso tiempo. No tardaron mucho en ir a la siguiente planta, donde cruzaron corriendo cada pasillo y aula.

—Mierda, nada en el segundo piso, tampoco... —sentenció Mike, jadeante, una vez el par de chicos había llegado a la segunda escalinata, en el centro del edificio.

—¿Estás seguro que el infectado está aquí? —preguntó Felix, con dificultad para respitar, mientras se ponía las manos en las rodillas y las usaba como punto de apoyo para descansar

—Llevamos dentro... Cuatro minutos. —agregó el líder, mirando su reloj digital de muñeca que, sorprendentemente, parecía funcionar dentro del limbo. Felix notó que tenía el cronómetro activado. —¡Mierda, F, tú no duras nada! ¡Seguro que ya vas a la mitad...!

—¿¡Johnson, me copias!? —inquirió una conocida voz, proveniente del mismo reloj.

—¡James! ¿Cómo es que...?

—Acabo de entrar. ¿Cuánto tiempo lleváis dentro?

—Cuatro con veinte.

—Salid y descansad. Os relevaré.

Felix no pudo evitar notar que sus compañeros se apresuraban al hablar, intentando ahorrar tiempo. El chico jamás imaginó que unos pocos segundos serían tan valiosos para su club.

—¿Tú solo?

—Arrastraré a Miller y a Parker conmigo. ¿Qué pisos habéis revisado?

—Primero y segundo. Supongo que estás en el segundo, también.

—Afirmativo. ¿Está Flynn contigo?

—Sí. Ha entrado al mismo tiempo que yo.

—De acuerdo, salid pronto. Buen trabajo.

—Suerte.

—Mucha suerte, James. —se apresuró a agregar Felix.

Sin aviso alguno, Mike salió de la zona, convirtiéndose en una inmóvil estatua para su compañero. Con un suspiro de alivio, Felix también abandonó el limbo.


Algo salió mal.

Felix estaba seguro que apenas había pisado su dimensión, cuando experimentó una sensación jamás vivida: supo que había entrado a la zona de nuevo, pero esta vez había sido definitivamente en contra de su voluntad.

Sintió como si alguien estuviese tirando de su estómago, desde adentro, en dirección a su espalda. Después le sobrevino una arcada, pero no pudo expulsar el vómito; también sintió una fuerza invisible que halaba sus extremidades, como si las hubiesen atado a un instrumento de tortura. Intentó gritar, pero la voz simplemente no salía.

Su tormento duró menos de un segundo; tan rápido como llegó, se fue.

Estaba parado en el pasillo del colegio, dentro de la zona una vez más. Mike estaba a su lado, pero no parecía haber experimentado la misma situación que Felix. O eso, o el chico había resistido el dolor.

—James... Cabrón. —se quejó Mike, presionando un pequeño botón de su reloj de muñeca. Sin embargo, el enfado le duró poco, pues sabía que James no les habría arrastrado si no se tratase de una emergencia. El chico, bastante preocupado, no tardó en gritarle al reloj de muñeca—: ¿¡Pero qué ha sucedido!? ¿¡James!?

—Estamos bien. Los tres. —respondió la voz del joven, al otro lado del comunicador.

—Ah, me alegro... —dejó escapar Felix. Muy seguramente, su compañero le había escuchado, puesto que su siguiente frase fue:

—Nosotros no. Encontramos al infectado. Ya se ha transformado.

—¡¡Mike!! ¡¡Nunca había visto algo parecido!! ¡¡Tienes que venir ahora!!

—¿¡Vince!?

—Johnson, Flynn, escuchad. Primero que nada, permaneced siempre tranquilos. No llaméis a Samantha; está en Gimnasia y no sería capaz de llegar antes de que su límite...

Se escuchó un grito. Felix se estremeció al oír a Ethan dejar salir algo parecido a un aullido. Rápidamente, creó un orbe de viento en su mano derecha. Su marca, resplandeciente como un farol, oculta bajo su piel, comenzó a brillar con más intensidad de la normal.

—¡La azotea! ¡Estad preparados! —advirtió James. Su voz denotaba dolor, aunque también parecía ahogada. No, ahogada no; parecía como si algo estuviese apretándole la garganta o el vientre....

—Pero Felix... Sabes que su límite es muy cort...

—¡¡¡Entonces os quedan tres minutos!!!

Mike dejó el comunicador encendido, por si James comenzaba a dar más explicaciones o datos sobre la criatura.

Por suerte, el par de muchachos ya se encontraba al pie de la escalera, por lo que no tardaron mucho en subirla corriendo, y llegar a la azotea, sobre la cuarta planta.


Felix no había visto nada más horrible y espeluznante en su vida. Tenía el mismo color y, a la vista, la misma textura que un Corrupted común. Pero, definitivamente, era mucho peor que estos:

Medía por lo menos tres metros de alto. Era muy delgado como para tener semejante estatura, y su cuerpo, que sostenía sólo un alargado cráneo, se tambaleaba con cada movimiento. Felix no estuvo seguro si la criatura era sólida o líquida, o si se encontraba en un estado intermedio.

No tenía brazos, y en lugar de piernas tenía largos y musculosos apéndices muy parecidos a los tentáculos de un pulpo, a excepción de que estos no tenían ninguna ventosa.

Felix no se molestó en contarlos. Pero estaba muy seguro que superaban los seis, mas no llegaban más allá de los diez. Esto, por supuesto, incluía a los tres tentáculos que mantenían prisioneros a sus compañeros James, Vince e Ethan .

—¡Chicos! —vociferó Felix, delatando así su posición. El infectado le miró con sus aterradores ojos. El iris era de color amarillo, como en un Corrupted cualquiera, pero el resto era rojo sangre. Parecía la mirada de un demonio.

La criatura abrió su boca para dejar salir un rugido. Era una hendidura vertical, como si la hubiesen girado en noventa grados, y exhibía un largo grupo de blancos y delgados dientes.

—¡F, aún podemos traerle de vuelta! —gritó Mike—. ¡Aunque generalmente no son rojos pero... los ojos deben ser completamente amarillos; si no lo están, significa que aún no se ha transformado por completo! —tras mirar de nuevo su reloj, Mike agregó—: Dos minutos cuarenta. ¿Cómo te sientes?

—Mal, ¿qué más puedo hacer? ¿¡Cómo se supone que le mate, rescate a los chicos, tome al infectado y salga de la zona en menos de dos minutos!?

—¡No sé, coño! ¡Tú eres más estratega que yo!

Felix tragó saliva. El tiempo se le escapaba como agua entre los dedos. Necesitaba asestar el golpe final antes de comenzar siquiera. ¿Pero cómo...?

El cerebro de Felix intentó recopilar toda la información y ordenarla en el menor tiempo posible: Dos minutos. Un Corrupted. Tres rehenes, inconscientes. Un compañero. Psiques de aire y fuego. Revólver de tierra. Ocho tentáculos; cinco libres, tres ocupados... Azotea, cuatro pisos, una cerca de dos metros de alto.....

¡Eso era!


Felix se armó de valor y echó a correr. Con las fuerzas que le quedaban, embistió uno de los tentáculos libres. Dejó salir todas sus reservas, moviendo el viento a su alrededor y concentrándolo en un punto. Sólo en un punto.

Se alzó en el aire, llevándose el tentáculo consigo. En un intento de quedarse en el suelo, el infectado soltó a los tres chicos inconscientes y utilizó sus apéndices libres para sostenerse de la barandilla.

—¡¡Mike, dispara a las tuercas!!

Felix no necesitó repetírselo. Mientras su compañero aún avanzaba en el aire, Mike tomó el revólver de tierra, apuntó...

Un click, acompañado de un estruendo y una sacudida. El suelo golpeándole con fuerza, o tal vez él estrellándose contra éste. El más horrible rugido de agonía jamás oído. Felix lo comprendió al instante: ¡La bestia había caído, y nunca mejor dicho!

—¡F! —gritó Mike—. ¡Sal de la zona ahora, yo despertaré a los chicos y traeré al infectado!

El chico asintió con la cabeza. Sin rechistar siquiera, puesto que los músculos le pesaban y le ardían más que nunca, abandonó la zona. No le sorprendió ver a Mike y al resto de sus compañeros a un lado suyo, puesto que, si bien ellos habían permanecido más tiempo en la zona, la distorsión dimensional había hecho ese tiempo imperceptible para Felix.

Jadeante, empapado en sudor, completamente exhausto, Felix se dejó caer al suelo. Se quitó el saco de su uniforme y lo arrojó sin siquiera ver a dónde.

—Le tenemos. —sentenció James. Felix notó que Vince llevaba a alguien cargado en brazos. Su cuerpo era pequeño y delicado, y cabía fácilmente en el hueco entre las extremidades de Vince. Por lo tanto, el chico no se sorprendió cuando Mike corrigió:

—La tenemos.


Mike se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano. La sacudió para deshacerse de las minúsculas gotas, y emprendió camino a las escaleras, siguiendo a James, Ethan y Vince.

—Dios, qué cansancio... No me acostumbro. Debí haber entrenado durante las vacaciones, también. —expresó, mientras caminaban. Se quitó el saco y se desabrochó la corbata, además de abrir algunos botones de su camisa.

—¿Cuándo te uniste? —preguntó Felix, con curiosidad.

—Primero de julio; de este mismo año. Pero las clases terminaron unos días después, y salí de la ciudad en el verano.

—Así que... Llevas entrenando lo mismo que yo... —señaló Felix.

—Te llevo dos semanas. Volví antes, ¿sabes? —apuntó Mike, un poco pícaro—. Aunque debo admitir que eres fuerte, F. Sin duda alguna, me superas. Lo que te deja mal parado es tu resistencia.

Felix dejó escapar un suspiro. Mike tenía mucha razón. El tiempo era muy importante cuando se trataba de misiones de rescate, y Felix no contaba con el suficiente. Supuso que Samantha también poseía el mismo problema, así que decidió entrenar con ella una vez el rescate hubiese acabado por completo.

El grupo continuó su descenso hasta llegar al primer piso, donde caminaron en dirección a la enfermería. Varios alumnos se giraban para ver, desde el interior de sus aulas, a los miembros del PP, sudados, con la ropa y cabello desordenado, y con una chica inconsciente en brazos. Felix no podía culparles.

James adelantó a Vince, y se apresuró a llamar a la puerta de la enfermería, lo cual en realidad no hacía falta, pues, como siempre, estaba abierta de par en par.

—Doctor Robinson, soy James. Asunto del PP. —expresó James, haciéndole señas al grupo para que pasara.

—El lugar está vacío, podemos hablar con tranquilidad. —manifestó el médico, quien salía desde la parte de atrás de una de las cortinas—. Que alguien cierre la puerta.

Felix, que iba al final, fue quien obedeció al hombre. No se olvidó de poner el pestillo.

—Ha sido muy extraño, Robinson. —explicó Ethan—. Era más fuerte que los demás infectados. Por suerte, Felix se las arregló para vencerle en unos segundos.

—¿Segundos? Vaya, Felix, te felicito. —dijo Robinson, dedicándole una sonrisa a chico. Este no pudo evitar sonrojarse al ver a sus compañeros mirarle con orgullo y alegría.

—No era una infectada común. Su esclerótica era roja. —subrayó James—. Sabemos que la sangre de los Corrupted’s es negra, ¿así que qué le daba esa tonalidad?

—¿Roja, dices...? —murmuró Robinson. Se frotó la barbilla y cerró los ojos, en profunda meditación.

—¿Sabe algo sobre ese fenómeno, doctor? —preguntó Vince.

Robinson no respondió a la pregunta del chico. En cambio, decidió decir:

—James, llama a tu padre. Vince, deja a la alumna en la cama.

Felix se sorprendió un poco. ¿Era compañera suya? Se preguntó si la conocería, o si por lo menos había coincidido en alguna clase con ella. Decidió acercarse a la cama en la cual Vince la había recostado con suma delicadeza.

Indudablemente era una compañera del colegio, pues llevaba el uniforme puesto: Una delgada chaqueta, siempre cerrada, del mismo color que el saco de los muchachos, con el emblema de la academia, y una falda a las rodillas, también de color azul oscuro.

Vince le acomodó el cabello a la chica, ya que se le había pegado a la piel por el sudor y le cubría gran parte de la cara.

Felix sintió un terrible peso en el estómago. Estuvo seguro que Mike también le había reconocido, pues tenía la misma cara de estupefacción que él. Los chicos no pudieron moverse al ver a su amiga recostada en la cama. Con un hilo de voz, ambos murmuraron al mismo tiempo:

—Michelle...



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Un pequeño extra:

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Felix Flynn con el uniforme de la academia puesto. (Pose dibujada con personaje guía).



Respuestas al lector:

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Jeanne24: ¡Oh, Jeanne ha terminado! Es bueno que te guste la personalidad de Mike, le pongo mucho empeño, y me esfuerzo para convertirle en un personaje cómico.
Sombra: No era un feto, era un emparedado/sandwich. Es un guiño entre un amigo y yo xD (Sí, Mario es un personaje REAL, aunque no fue conservado en formol).
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Re: Psique // Capítulo 7 en línea

Notapor Ichi » Lun Jun 21, 2010 5:35 pm

Vale, ya me he actualizado con Psique, asi que te puedo dar una opinion general del fic =D

El fic, muy bueno, aunque al principio me aburrio un poco, a los pocos capitulos se hizo bastante interesante. Se nota mucho la influencia de Persona 3/4 en el fic, sin embargo, eso no quita que la historia sea muy original. Tu estilo de narracion me encanta, se ve que ya superastes el problema de BD(que en paz descanse ;_;).

En resumidas cuentas, este fic promete, bastante. Espero que lo continues y lo llegues a terminar, sabes que tienes un lector asegurado(aunque no comente XD)

See Ya!!
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Re: Psique // Capítulo 7 en línea

Notapor Sombra » Mar Jun 22, 2010 9:10 pm

Yo también pensé que era similar al P3 O.o. Zero ¿Lo jugastes al igual que yo? La verdad es que se parecen en varias cosas SEES-PP, Sombras-Corrupte´s, Persona-Psych, El prota se muda (y vivió allí como el personaje principal de P3).

El capitulo a estado genial. Me sorprendió lo de Michelle mucho.
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Re: Psique // Capítulo 7 en línea

Notapor Jeanne24 » Jue Jun 24, 2010 3:33 pm

OMG! Nooo! D:
Tengo la...¿suerte?¿desgracia? de no haber jugado a Persona nunca,así que puedo darte un punto de vista en el que no conozca el videojuego xD Esto empieza atomar forma,y me gusta mucho.No encontré ningún problema en la narración,no se si por estar cansada o porque de verdad no las hay(aunque me decanto por lo segundo).Pobre Michelle ;_;...¡quiero más caps!
Y el extra mola :3 ¡Es cierto! Cuando tenga tiempo/ganas/choped te hago un fanart,que ya lo llevaba pensando un tiempecillo,pero con los examenes y eso xD...
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Demyx escribió:Llegaré a ser el mejor
el mejor que habrá jamás
mi causa es ser moderador
tras mucho postear~~
Postearé a cualquier lugar
floodearé en cualquier rincón
al fin podré desentrañar,
el poder que hay en KHWorld
Son platines, hazte con todos, siiii~~
es mi destino, mi misión,
es KHWorld.
Mentos mi amigo fiel
nos debemos defender

HollowRiku escribió:Pues que mal, ¿no? =(

HollowRiku escribió:Omg, ¡muchas gracias por el primer puesto en User invisible! No me esperaba algo así :cry: En realidad he trabajado duro para conseguirlo, creo que me lo merezco xD

Demyx escribió:Todos locos

Demyx y Jeanny escribió:Demyx: What?
Jeanny: No sé, what tú
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