Capítulo 5: Esperanza.
Podemos ser dueños de nuestros sueños, aunque no podamos cambiarlos, pero podemos ver, al menos, las cosas de otra manera y olvidarlas si queremos, pero también, olvidaremos lo que no queremos olvidar.
Libro de la absolución, canto tercero.
Este libro se postraba sobre mi cabeza, abierto de par en par, sobre mi mirada, y abriendo un poco los ojos pude leer esta frase, nada de especial pensé, de frases como estas hay por todo el mundo, hay tantas que la gente ya ni se inmuta al escucharlas, por muy fuertes que las digas, aunque eso no importa demasiado seguramente, no me planteaba demasiadas dudas, no al menos como antes “¿Quién soy? Soy quien quiero ser, ¿A dónde voy? A donde el destino me guié ¿A quien quiero? …” hay cosas que hoy en día no importan demasiado, pero la pregunta que mas me rodaba por la cabeza era “¿Qué hora es?”, ante esta gran duda sin respuesta lo que hago es, con la mano derecha, levantar con cuidado el libro por su solapa y cerrarlo mientras lo dejo sobre el escritorio que había al lado de las dos sillas en las que, de una manera, estaba sentado, como siempre me encontraba haciendo horas extras en la comisaría, des de lo del incendio apenas concilio el sueño, y volver a casa es un tormento peor, para que no destrozara nada me mandaron a una pequeña comisaría a trabajar temporalmente hasta que pudieran arreglar completamente la comisaría metropolitana, un verdadero fastidio, aunque la gente parece amable, ciertamente parecen un grupo de policías sacados de un manga, si no fuera porque me tocaría ser el feo diría que estaba en Kochikame, de todos modos miro de no pensar tanto las cosas, ojala todo volviera a ser como antes.
Los rayos de sol empezaron a entrar por la vidriera de la puerta de madera de la comisaría, cegadores me arroyan contra los ojos y hacen que no vea con claridad, poniendo la mano en medio sofoco esta irritante sensación y me levanto con cuidado para no caerme entre las 2 sillas, que, a buenas horas se me había ocurrido dormir ahí, mi espalda crujía al más mínimo movimiento, no había sido buena idea dormir, encima a la intemperie, con aquellas sillas, el suelo estaba como, ciertamente, blando, como si fuera una moqueta, pero se liaba en mi pie y se levantaba, me pongo a pata coja mientras levanto el pie derecho y lo miro, era mi gabardina, se me había caído al suelo, seguramente se cayó mientras dormía, a ella también parece ser que le pareció mala idea eso, agachándome, para agarrar mi gabardina, mientras crujía mi espalda y soltaba algún “Oh, dios mío, que dolor” empecé a sentir un ruido demasiado familiar, a lo lejos parecía oírse algo “qvy”, cada vez que ese ruido familiar iba acercándose se oía con más claridad dentro de lo posible con aquel incesante ruido, cada vez mas y mas, se podía escuchar entre aquel ruido, que parecía de motor, alguien gritando “¡Que voy!”, sabiendo ya quien era dejo la puerta cerrada y con una cara poco alegre muevo las sillas, una la dejo en el otro escritorio, al lado de la puerta, la otra la pongo en mi escritorio, al otro lado de la puerta mientras me senté en ella y abrí el segundo cajón del escritorio, mi derecha, y saque, con cuidado, el periódico de ayer y dejando el libro de antes en el fondo del cajón, abriendo, costosamente, el periódico me puse a leer artículos, sin darme cuenta que los gritos y el incesante ruido habían terminado, de la guerra a la paz, sin ningún previo aviso, pero lo que pasaría después para mi iba a ser peor.
La puerta se corre de golpe, y de ella apareció una chica enérgicamente gritando “¡BUENOS DÍAS, YA ESTOY AQUÍ!”, no era muy alta, su cabeza llegaba hasta mis hombros, siempre la miraba con perspectiva, tenía el pelo amarillo tirando a naranja, era un color muy raro, siempre lo llevaba recogido con dos gomas, se hacía dos coletas en la nuca que llegaban hasta su cintura, sus ojos eran grandes y azules, daban miedo, sus medidas eran dentro de lo común, su ropa era el típico uniforme azul de policía con falda de tubo y tacones planos, aunque nunca llevaba el gorrito de policía, algo curioso ya que los demás siempre lo llevaban. Como siempre giro la cabeza hacia la derecha y a la izquierda mirando a ver quién había, y como siempre solo me vio a mí. Levanto el brazo izquierdo hacia arriba, tan alto, que la manga larga de su chaqueta de policía se vino abajo mostrando su camisa blanca, creo que era una de esas camisas que se llevan últimamente, dicen que son finas y que aíslan el calor, cuando nieva solo puedo pensar en por qué no me compro una, y un fuerte y sonoro “¡HOLA JEFE!” sale de su boca y entra en mis oídos haciendo que casi exploten.
-¡No grites de buena mañana!- Le replico alzando la voz como acto reflejo de su chillido.
-Venga, no se ponga así- me dijo mientras me miraba con una cara muy extraña.
Era todo igual que siempre, un día tras otro, o eso creía, mientras, en casa Hikari cuida de Kairi, que seguía en shock, todo el día tumbada en la cama, costaba mucho darle de comer, y a veces, bueno, perdía el norte por completo.
Siempre estaba ahí, con la vista perdida y los ojos abiertos, sin decir ni hacer nada, y Hikari al lado, con el bol de sopa haciendo que lo trague mientras puede y le cuenta de mientras, cosas del día o recuerdos, nunca prestaba atención, de todos modos ya casi ni pasaba, era lo mejor.
Era lo mismo, una y otra vez, y encima quedaba poco para 25 de diciembre, comidas familiares, regalos, un verdadero coñazo, había perdido la ilusión y la emoción hace mucho, y después de lo que ha pasado ni fingir quiero, de golpe siento algo húmedo en mi cabeza, al mirar veo que me muerde la chica la cabeza -¡Satomi, estate quieta coño!- le dije con un grito mientras me levantaba de la silla -¡¿Te crees que eso es normal?!- le replico.
Ella respondió, de una forma un poco baja y con miedo y mirando hacia al suelo como solía hacer –Te vi tan serio que no sabía que decirte-
Mientras el silencio se impera de la situación, Satomi se sienta a un lado de la comisaría donde había una silla pegada a la pared con la mirada perdida, a veces olvido que es una persona muy sensible y que el afectan mucho esas cosas.
-Perdóname- Le dije rompiendo el tenue silencio y mirándola –Hoy no he pasado buena noche, estas sillas no son para dormir- Le respondí como excusa mientras dibujaba una falsa sonrisa en mi rostro.
De golpe se levanto bruscamente y vino hacia mí, levanto la mano y me dio un guantazo y dibujo ella un rostro de enfado en su cara -¡No me gusta que me mientan!- Grito delante mío mientras me quede conmocionado, aquella respuesta no era típica de ella, antes de que pudiera responde alguien pico a la puerta y dijo – Vaya, ya sí que parecéis una pareja- a lo que yo le conteste – I Hate you- con una gran gota de sudor cayéndome por la nuca y una mirada de desconfianza.
-Hola Hiro- Respondió Satomi poniendo una sonrisa en su cara, a veces pensaba que tenia un carácter polifacético o simplemente que le falta un tornillo.
-¿Qué tal os va?, bueno, ya veo que Der se ha despertado muy bien esta mañana- Respondió Hiro con un tono burlón, a lo que yo respondí con la misma mirada que antes –Ha ha ha, que gracioso, no sé cómo no eres humorista- Respondí con tono de burla, era un chico más o menos normal, bestia el uniforme típico muy bien puesto, su pelo era castaño claro y siempre lo llevaba como los famosos Visual Kei esos que hay ahora y les gustan tanto a los jóvenes, era un poco más bajo que yo, pero con el gorro no se le notaba, aunque era escuálido en cuanto a músculos, verdaderamente era una persona rara, tenía un carácter polifacético y cálido, poca gente de esta hay por el mundo, y aun más que sean policial. Entro en la comisaría y fue hacia la zona interior, que era una especie de casita pequeña típica Japonesa, teníamos baño, una sala de descanso o reunión y una cocina de gas básica, normalmente la usamos para hervir agua, aunque si alguna persona necesita comer preparamos algo rápido.
-Bueno, cualquier cosa avisadme parejita, yo voy a preparar un té- Dijo mientras iba, yo solo pensaba que porque me habían tocado estos, de todos modos solo tenía que supervisarlos mientras su jefe estaba de baja, aunque siempre parecía lo mismo, aún faltaba uno, en 5 minutos llegara, de mientras Satomi intentara coquetear conmigo y Hiro volverá con el té interrumpiéndola, o eso creía, esta vez se sentó en el otro escritorio pegado a la pared donde estaba la puerta de la calle, apoyo los codos sobre el escritorio y poniendo su cabeza sobre sus manos me miró fijamente y soltó una sonrisa, no entendía muy bien de que iba eso, pero por si acaso le devolví la sonrisa, 3 minutos después apareció Hiro con el famoso té, sin tenernos que levantar de los escritorios nos sirvió el té en vaso e arcilla, así que supuse que hoy tocaba té verde, 2 minutos después, exactamente 2, apareció por la puerta la última persona que formaba parte de aquella comisaría, Atsuko, era el miembro que más odiaba de aquel sitio, siempre con aquel pensamiento frio y que nunca decía nada, tenía el pelo negro, muy largo, un flequillo corto que le tapaba la frente, con el pelo delante como patillas que le llegaban hasta los senos y siempre con el gorrito de policía, tenía los ojos azules, a veces parecían lilas, media casi lo mismo que yo y sus pechos eran bastante más grandes que los comunes, pero su carácter no era tan bueno, así que seguía soltera, apenas sabía nada de ella, siempre que quería mantener una conversación me mandaba a callar, era irritante, ni siquiera un “¿Cómo estás?” le valía, como siempre Satomi se dirigió a ella, pero ella no respondió, dejo sus cosas y de su bolso saco un paquete de cigarrillos y un mechero, tenía la malsana obsesión de fumar en la comisaria, no sabía si era por gusto o por el placer de fastidiar, estaba cansado de que cada mañana pasara lo mismo, así que sin pensarlo le dije –Si vas a fumar vete a hacer la ronda de la mañana- pero en vano, aun encima de ignorarme echo una calada al cigarrillo y la exhalo hacia mí.
-No olvides que aun no estando tu superior te puedo echar por insubordinación- Le dije con un tono alto y conciso, con la intención de amenazarla, pero ella como siempre tenía esa cara de superioridad y de infravaloro.
-Pues adelante- Dijo como si le diera igual, seguramente sabía que no podía hacerlo, que primero tenía que mandar un parte con los motivos a su jefe y que él lo verificara, y ambos sabemos que no lo hará.
Sin decirle nada se fue por la puerta, tal vez me hubiera hecho caso, o solo se fuera porque le daba la gana, no entiendo por qué tanto numerito si al final se fue.
Satomi como siempre seguía en babia como si no hubiera pasado nada, tenía ganas de que terminara aquel horrible día, como los demás.
-Ah sí, es cierto- Dijo mientras iba hacia las taquillas que había atrás, pegadas a la entrada al interior de la comisaria, abrió la suya y de ella saco una bolsa con dos regalos, siempre me hizo gracia que dejándola abierta a ella no le desapareciera nada y a mi teniéndola cerrada me hayan robado 328 bolígrafos.
Primero se acercó a Hiro, y sacando un regalo envuelto en papel azul se lo deja sobre las manos de Hiro, el cual no sabía muy bien que pasaba y que con anterioridad había dejado el té sobre el escritorio al ver sus intenciones, luego se acercó rápida hacia mí y sacando el otro regalo, envuelto en rojo y con un lacito encima, no sabía muy bien a que venía ni nada, pero con una sonrisa esperaba a que lo abriera, por el tacto diría que era ropa, ya que era blanda.
-Muchas gracias- Respondió primero Hiro mientras lo abría, desgarraba el papel con mucha ilusión, o eso parecía, sin preocuparse del papel, lo rompía sin más, como solían hacer los niños impacientemente en navidad, metiendo la mano bajo el papel estira, y del saco una camiseta azul de invierno, dejando el papel a un lado cogió la camisa con ambas manos y agarrándola des de las mangas la alzo y la contemplo, mientras exclamo -¡Muchas gracias, es muy bonita!- Ella respondió rápidamente –Gracias ¡Venga, Der, ahora tú!- Dijo con una mirada que parecía brillar casi, sin mucha prisa, agarre la punta del regalo y quitándole el celo que tenía en un lado lo abrí, metiendo la mano con cuidado estiro lo que hay dentro, era una bufanda roja, en cuanto la saque del papel Satomi se abalanzo y me puso la bufanda diciendo -¡Mira que bien le queda!- Siempre creí que era muy abierta, no sé, siempre me resulto muy raro que la gente fuera tan enérgica e inconsciente –Muchas gracias, pero no tendrías por qué haberte molestado, seguro que te ha costado mucho- Le respondí, pero ella dijo –No, si la hice a mano- a lo que Hiro añadió -¿La mía también?- A lo que rápidamente respondió Satomi con un “No” rotundo, sin poder resistirlo solté una pequeña carcajada, por suerte Hiro no me oyo.
Ahora tendría yo que comprarle un regalo, ya que no había comprado nada, así que disimuladamente dije que iba a patrullar, y escapándome por un lado me fui a patrullar sin esperar una respuesta.
Caminando como de costumbre y mirando a mi alrededor los arboles ya casi pelados dejaban caer aun algún infortuna hoja, el viento soplaba con fuerza y las ramas crujían con fuerza, los arbustos medio secos adornaban vagamente el parque que había a la derecha, cruzando la carretera, entre las calles desérticas se podían apreciar a veces algunas nubes de polvo volar por medio de la carretera, estos días solían ser muy tranquilos, decidí dirigirme hacia el barrio comercial, ese que tenía tantas cosas “Anime”, no solía pasarme mucho ya que todo lo que compraba lo solía comprar en una tienda al lado de la comisaria, aunque des de que está en obras no solía pasarme.
Había caminado ya un largo trecho, la única señal de vida que había visto eran dos niños corretear por ahí.
A unos metros de llegar al barrio comercial vi a alguien, agachado con una flor en la mano, delante de un poste de luz, al lado de la carretera, parecía haber una vela y una foto, al acercarme vi que era una policía, tenía el pelo largo y oscuro, pero no le veía la cara, no me sonaba de ser del distrito, seria seguramente de una comisaria, acercándome vi que estaba llorando, tal vez aquella fuera la tumba de un familiar, con su mano izquierda se recogió el pelo, que le caía por el lado, y dejo su rostro visible, era Atsuko, me sorprendió mucho, una persona tan fría, que no se preocupaba por nada, pero eso explicaba muchas cosas, podía deducir ciertamente algunas cosas, aunque también podría ser que me equivocara.
-Atsuko- Dije mientras me agachaba -¿Te pasa algo?- Le pregunte, aunque ya sabía lo que le pasaba.
-Lárgate- Respondió un poco triste mientras se intentaba de secar las lágrimas con las muñecas.
Haciéndole caso, y sin decirle ni adiós me levante y me fui como si nada, dejándola sola, antes de que me fuera pregunto algo mientras se giraba a mi “¿Por qué no preguntas nada?” a lo que respondí claramente, mientras giraba un poco mi cabeza hacia ella “No soy el tipo de persona que pregunta primero y actúa después, es lo que querías, que me fuera, y eso hago”, una vez dicho esto retome mi camino y me fui ignorándola.
Por el camino, sin querer, golpee una lata que había tirada en el suelo, alguien se cansó a la mitad, así que la lata estaba medio vacía, así que cuando la golpee se derramo la mitad del líquido sobre mis botas, un “Oh, mierda” salió de mis pensamientos y un pañuelo de papel de mi bolsillo derecho, agachándome para limpiarme las botas observe, bajo un banco, una caja sospechosa con una nota, podría haber sido peligroso, o desechos, así que la saque y leí la nota, ponía “Por favor, quiéreme”, la caja no estaba precintada, y estaba medio abierta, así que no era demasiado difícil adivinar lo que había dentro, me quede unos segundos pensando “¿Qué podía hacer, llevármelo, dejarlo, darlo a la perrera?” Hiciera lo que hiciera no veía justo dejarlo solo, él no tiene la culpa de nada, así que abriendo la caja saco a un cachorrito, no sabía muy bien que raza era, pero era blanquito y “peludito”, con unos ojitos marrones y las orejas en punta pero medio caídas, era muy mono con sus pequeñas patitas y su larga cola, agarrándolo fuerte entre los brazos, lo paseaba por la ciudad, el parecía no tener problema, pues estaba medio dormido aun, aquella situación me hizo recordar una canción que escuche hace tiempo, “Towa No Hana”, aquella canción me traía viejos recuerdos, el que más me vino fue el rostro de Kiyoshi, hacía mucho que no sabía de ella, aunque tampoco es que supiera demasiado de ella de por sí, sin darme cuenta empecé a tararear la canción por la calle, me encantaba esa canción, no sabía muy bien por qué, pero no importaba mucho, mientras tarareaba esta canción iba viendo como los árboles que aún les quedaban hojas iban perdiéndolas lentamente, contemplando como los niños corrían impacientes a que se hiciera de noche por las calles o como los vendedores ponían en sus escaparates sus últimos productos esperando a que se acercara alguien a comprarlos.
-Tendría que darme prisa antes de que lo vendan todo, nadie diría que es por la mañana- Me dije a mi mismo para distraerme un poco.
Caminando se podían ver tiendas ya cerradas por falta de existencia o que aún no les tocaba abrir, en otras vendedores sagaces al lado de sus puestos esperando encontrar a las personas indicadas o que alguien mostrara atención a los productos que exponían, con tanto orgullo, escaparates.
Apresurándome un poco empecé otra vez a tararear la canción, pasando más rápido al lado de las tiendas un señor mayor murmuro algo cuando pase por su lado, me pare y le pregunte que murmuro, el respondió –Ah, esa canción me suena- aquel señor mayor conocía la canción, algo que me sorprendía un poco, ya que no era justamente muy antigua.
-Perdone ¿Le resultaría violento si le preguntara por que le suena la canción?- Pregunte por decir algo.
-Tengo una tienda al otro lado del barrio, la mitad de cosas que vendo son de animes, estoy seguro de haber escuchado esa canción en uno de los CD’s que pone mi nieto para la ambientación de la tienda.- Respondido mientras señalaba el fondo del barrio comercial.
Puesto a que ya estaba por la mitad del barrio comercial y no había visto nada interesante según mi criterio decidí ir a su tienda, tampoco perdía nada y a lo mejor me podía comprar un comic de algo que me gustara, así que le pregunto por dónde se va y me acompaña hasta la tienda, la entrada era normal, con escaparates a los lados con figuritas, comics y cajas con cosas como maquetas y así.
- Puede entrar y mirar lo que quiera – Dijo el señor mientras entraba en la tienda para colocarse en el mostrador.
Antes de entrar se podía ver cómo la gente observaba los escaparates, los niños pedían a sus padres cosas mientras que ellos se horrorizaban con los precios y pasaban de largo, o jóvenes miraban los comics que vendían o las maquetas de aviones, submarinos o robots que podían comprarse para jugar o hombres de una cierta edad mirar figuritas, en el interior de la tienda, de personajes insinuantemente desnudos o faltos de ropa.
Entrando en la tienda se podían ver un montón de escaparates llenos de comics, figuras, posters enganchados por las paredes, figuritas en escaparates de cristal para que la gente los viera, incluso habían cojines y peluches, mirando entre los escaparates encontré el número 8 de Trigun Maximum, sin dudarlo lo cogí con la mano derecha y lo guarde en mi bolsillo, para pagarlo cuando fuera a caja, de mientras me puse a mirar los regalos, para Hiro pensé en regalarle un vaso de té con un Kuroneko dibujado, no sabía que esas cosas existían, para Satomi le mire un peluche, el perrito pareció encariñarse de una especie de bola peluda de color blanca con unas grandes orejas y una especie de bola o gema con forma de esfera de color rojo en la frente, así que lo cogí y lo lleve a la caja, saque el tomo de un bolsillo y el peluche y le pedí que me diera el vaso de té con su cajita, ya que estaba en un escaparate, y que lo envolviera para regalo, excepto el comic, cuando termino el señor dijo -Aquí tienes, tu tomo de Trigun Maximum, tu vaso de té edición “Kuroneko’s World” y el peluche de “Mokona” edición “Clamp DX-2”, en total 32000 yenes- El precio era un poco caro pero daba igual, le pague todo y me dio una bolsa con las cosas, después de despedirme me regalo una especie de llavero de un gato con la cabeza en forma de bola de arroz, dijo que era un Otoma, después de eso le di las gracias y me fui. Saliendo a la calle me dirigí directamente a la comisaria dando humorísticos saltitos, al llegar encontré a todo el grupo dentro de ella, Atsuko estaba sentada en la silla que sobraba siempre que estaba pegada a una pared en el lado derecho de la comisaria, Satomi organizando como de costumbre el papeleo que había por las mesas, informes y partes que solíamos dejar sin guardar, y Hiro, bueno, no sabía muy bien que hacia Hiro en esos momentos. Al verme entrar por la puerta Satomi exclamo rápidamente con una sonrisa “¡Der, que bien que hayas vuelto! Llamaron de la comisaria metropolitana, querían hablar contigo” a lo cual yo respondí con un “gracias por avisarme” mientras entraba dentro de la comisaria para llamar a ver que querían mientras tapaba la bolsa en mi espalda disimuladamente. Cuando entro a la parte interior de la comisaria dejo con cuidado la bolsa a un lado para que no la vean y cojo el teléfono mientras marco el número de la comisaria “A ver… 6…7…2… ya suena” dije mientras marcaba, se oía el “pip” del teléfono mientras esperaba a que alguien respondiera, unos pocos segundos después alguien contesto y dijo “Pizzas Yoko, le atiente Jushiro ¿En qué puedo ayudarle?” note que me había equivocado de teléfono, algo embarazoso para mí, con vergüenza le conteste que me había equivocado de teléfono y que lo sentía, por suerte no se lo tomo a mal y colgó educadamente, otro intento y consigo ponerme en contacto con la comisaria, después de unos minutos de espera y unas conversaciones de menos de 10 segundos me pusieron con Sokimon, jefe de Vanitas y buen amigo mío, el cual me gestionaba la mitad de cosas en la comisaria –Hola Der ¿Qué tal va todo por la comisaria?- Dijo antes de que respondieran nada –Sé que se te hizo largo, y siento la espera, pero la comisaria metropolitana está a medias, aunque ya puedes volver a trabajar, al jefe de la comisaria le dieron el alta así que mañana volverá al trabajo, así que mañana vente a la comisaria metropolitana directamente, informa a los miembros de la comisaria y dale las gracias de mi parte, un saludo y muchas gracias por todo- dijo sin dejarme responder a nada, y cuando iba a decir algo colgó el teléfono, no me dio tiempo ni a hablar y la verdad es que no me quería ir, les había pillado mucho cariño a todos, y pensé que estaría más tiempo para arreglar los problemas que tenían entre ellos y tal, se me hizo un nudo en la garganta y empecé a sudar, no me veía con corazón para decirles adiós, y menos tan repentinamente. Hiro apareció de golpe a mi espalda y dándome un golpecito en la espalda me giro repentinamente y le agarro el brazo –Sé que me quieres, pero esto es pasarse- dijo con un tono irónico –Perdona, es que me asustaste- dije mientras le soltaba el brazo –Oh, dios mío, ha dicho perdón, creo que tienes fiebre- Dijo también con tono irónico –No te pases que te doy- le dije mientras le miraba desconfiadamente –Venia a preguntarte si el perro que hay en la entrada es tuyo- me dijo mientras señalaba a Satomi jugando con el perro mientras gritaba “¡Que mono, ven aquí perrito!” –Ah, sí, es mío, me lo he encontrado y he decidido quedármelo- dije mientras ponía cara de santurrón –Querrás decir comértelo, con lo agarrado que eres- Dijo mientras reía un poco –Ha ha ha, me parto y me troncho- Le respondí. Dejando a un lado la absurda conversación fuimos a la entrada y miramos como Satomi jugaba con el perrito, unos minutos después el perrito se quedó dormido y Satomi lo cogió en brazos mientras empezó a preguntar cosas -¿Está vacunado o registrado?- Mientras Hiro miraba al perrito yo le iba respondiendo a Satomi –No, no creo, estaba abandonado e la calle, así que seguramente aun es una cría, si eso iré un fin de semana a que lo vacunen y lo registren- Mirando de reojo pude ver cono Atsuko miraba fijamente al perrito, tal vez le gustaran los animales -¿Y cómo se llama?- Pregunto Satomi –Pues…Red…no, ese nombre no le pega, a ver, déjame que piense- Dije mientras pensaba un nombre -¿Qué tal Yen? Seguro que a Der le gusta ese nombre- Dijo Hiro –Ni de coña- Le respondí mientras le miraba mal, -¿Y qué tal Ranka o Nono-chan o Michi- Dijo con una cara muy alegre –Hija mía, todos esos nombres son femeninos, y por si no te diste cuenta tiene “algo” entre pata y pata- Le respondí mientras me caía una gota de sudor de la cabeza.
Andamos un buen rato pensando el nombre del perro, hasta que Atsuko, disimuladamente dijo un nombre “Yukito”, aquel nombre me recordó al personaje de Sakura Card captor, serie que le gustaba mucho a Kairi –No sabía que te gustaba Sakura CC- Dije -¡Ah, es cierto! Es el chico con gafas de Sakura CC- Respondió Satomi –Ah…Pasa palabra- Dijo Hiro –Bueno, no me parece mal, llamémoslo Yukito- Dije –Yu-ki-to- Dijo Satomi mientras le soplaba la carita al perrito –Que mono- Dijo acto seguido, después se volvieron a poner a trabajar, dejando a Yukito encima de un cojín en la sala interior de la comisaria.
-A ver, el inventario de la semana pasada va en el Z-12…y el de Hiro de ayer en el 3-X…dios, que mal suena esta carpeta- Decía Satomi para ella misma mientras organizaba los inventarios de las carpetas mientras Hiro organizaba los impresos de búsqueda y captura y notificaciones, entre otro papeleo, mientras, Atsuko, seguía sentada en la silla, yo lo único que hacía era leer los archivos que habían que firmar y guardarlos en una carpeta, como siempre, esperando a que fuera la hora de irse a casa –Oye Der ¿Hoy celebraras navidad con tu familia?- Pregunto Hiro mientras seguía ordenando –Pues seguramente, en casa de Hikari ¿Por qué?- Le pregunte –Ah, por nada, por nada- Respondió, seguramente lo dijo para entablar conversación –Pues yo la pasare con mis padres, han venido del pueblo a verme- Dijo Satomi mientras seguía sin detenerse ordenando las carpetas –Uf, ya es hora de plegar, no me di cuenta- Dije mientras miraba el reloj y veía que ya eran las 9:30 –Bueno, id terminando, que a las diez vendrán los chicos de la guardia- Dije mientras iba guardando el papeleo en una carpeta y dejando el bolígrafo azul en el porta-lápices de mi escritorio, o del escritorio que había considerado mío todo aquel tiempo que estuve allí, ahora me doy cuenta que nunca había sido mío, me deprimía un poco, pero no me importaba demasiado tampoco, los demás fueron recogiendo sus cosas y marchándose, la primera fue Atsuki que cogió su bolso y se fue como si nada ignorando las despedidas de los demás, luego se fue Satomi, la cual se despidió de mí y se fue corriendo ignorando a Hiro, y por ultimo Hiro, que fue por la puerta, pero antes de irse se giró y dijo “Una lástima, bueno, supongo que nos volveremos a ver” se había dado cuenta, seguramente vio que guardaba el papeleo en la libreta del comisario, tendría que haber disimulado más, con un saludo militar se despidió y se fue, al menos la despedida no fue larga. Metiéndome adentro para recoger al perro vi que me había olvidado de la bolsa, estaba aún donde la deje escondida, al verla pensé que tal vez mañana no tendría tiempo para pasarme por allí, así que decidí coger los regalos y dejarlos en el escritorio con un trozo de papel con el nombre de los miembros de la comisaria, uno para Satomi y otro para Hiro, los dos envueltos en papel de regalo, al terminar deje una nota para los que vendrían de guardia pidiéndoles de que no los tocaran, aunque no sabía si la leerían, después de terminar cerré la comisaria y me fui directo hacia casa, pero de golpe me di cuenta de que me había dejado al perro en la comisaria, así que vuelvo rápido, vuelvo a abrir la comisaria y lo saco, aún seguía dormido, con suerte hoy me había traído la bicicleta con cestito, así que puse mi gabardina en el cesto, saque el candado de la bicicleta que estaba pegada a la comisaria deje al perrito en el cestito, me monte y fui por la carretera hacia casa, con suerte no encontraría ningún coche, a excepción de las típicas personas que llegan tarde a cenar y van a toda velocidad, aunque con suerte parecía que de momento no había ninguna. Las farolas alumbraban las calles, algunas apenas sin luz, otras tan luminosas que apenas se podía alzar la vista, por las calles ni un alma, ni siquiera policías, se notaba que era noche buena. Apresurándome aún más fui corriendo a casa, ya me faltaba poco, podía empezar a ver el edificio donde vivíamos, vi incluso la luz del piso encendida, no había echado las cortinas, no se habría dado cuenta. Cuando llegue al portal de la casa, sin dejar de sujetar la bicicleta, cogí las llaves de mi bolsillo derecho y, teniendo cuidado de que no se cayera el perro, abrí la puerta, acercándome al ascensor abrí la puerta del trastero que había debajo de las escaleras y sacando al perrito y la gabardina de la cesta deje la bicicleta dentro, parecía que mi peludo amigo ya se había despertado, hace unos momentos estaba bien dormidito, ahora estaba nervioso e hiperactivo, no paraba de mover la cola y lamerme la mano, no sabía que los perros podían ser tan babosos, aunque no era tan baboso como suelen enseñar en las películas, era más un lametón seco, y parecía gustarle, o al menos no paraba, mientras seguía lamiendo abrí la puerta del ascensor y entre, dentro, y ya cerrada la puerta, pique al piso 7, el ascensor se empezó a mover y empezó a subir rápidamente hasta el 7º piso, era un edificio de 12 plantas, pequeño pero acogedor, antes de que llegara arriba me guarde al perrito en el bolsillo de la gabardina, con suerte cabía de sobras, y no le hacía daño ni nada, una vez llegue arriba el ascensor hizo una especie de ruido, como un timbre, significaba que ya había llegado, abrí la puerta me dirigí por aquella minúscula habitación con 4 puertas hacia la tercera puerta, que era la puerta de nuestra casa, la cual abrí con el mismo par de llaves que use para abrir la puerta de la calle, cuando la abrí vino corriendo Haruko gritando “¡Ya está aquí Der, Hikari, ya ha llegado!” -¡Hola!- Exclame mientras abría los brazos de par en par, Haruko salto con fuerza y me abrazo por la cintura mientras preguntaba con nervios si le había traído un regalo, metí la mano en mi bolsillo derecho y le di un trozo de carne seca -¿Carne seca?- Pregunto Haruko extrañada mientras Hikari aparecía por el pasillo del piso secando un plato con un trapo húmedo –Es para que se lo des a tu nuevo amiguito- Dije mientras del bolsillo derecho sacaba al perrito -¡Mira Haruko, es un perrito!- dijo emocionada mientras lo cogía de mis manos y lo estrujaba con fuerza –Ten cuidado no le vayas a hacer daño- Dije preocupado por el perro –Sí, muy bonito el detalle ¿Pero se te ocurrió pensar en Kuroneko?- Pregunto Hikari mientras bajaba un poco los parpados –Ay va, el gato, es verdad, tranquila, seguro que no pasa nada- En aquel momento Kuroneko paso por el pasillo y me lanzo una mirada maliciosa y fulminante –Ug…- dije mientras tragaba la saliva –Por cierto, adivina quien se ha despertado y está vaciando la nevera- Dijo Hikari mientras guardaba el plato -¡Eh! Tengo hambre, solo me dabais sopa- Dijo una voz muy familiar des del fondo de la cocina –Enseguida vamos a cenar, deja de zampar yogures y siéntate en la mesa- Dijo Hikari mientras por el pasillo aparecía Kairi –Ah… eres tu- Dije un poco alerta –No, si quieres soy papa Noel- Dijo Kairi mirándome mal -¡Papa Noel ¿Dónde?- Dijo Haruko con una cara feliz –Eh… Antes, en la calle, me trajo el perrito y me dijo que era para una niña que se había portado bien este año- Le dije a Haruko para disimular un poco -¡¡¡BIEEEEENNNNNN!!!- Dijo ella mientras salía corriendo con el perrito hacia el comedor –Anda, un perro- Dijo Kairi cuando Haruko paso por su lado –Si, y se llama Varen for Braham sho von Karma IV o era algo así, ese gato tenía un nombre muy raro- Dije para hacer un poco la broma -¿Cómo dijiste que era?- Dijo Kairi –Barem for grajam karma von sho IV… lo has hecho a posta ¿Verdad?- Dije mientras le miraba mal –Anda que tú también, haberte inventado un nombre más creíble- Dijo Kairi mientras le caía una gota de la cabeza –Pues… se llama… déjame que recuerde…- Decía mientras intentaba recordar el nombre –Viniendo de ti se podría hasta llamar Kuroneko II- Dijo Hikari mientras iba a la mesa –Pues no, se lo puso una compañera de la comisaria- Dije con tono burlón mientras también iba a la mesa junto con Kairi –Creo que es… Yukata, Yumipon, Yu yu Hakusho, Yushitaka, Jushio Ukitake… a ver… Ya…Yo…Yu… ¡Eso es, Yukito! El chico de Sakura Card Captor con algo de “pluma”- Dije gritando cuando me acorde del nombre –Un nombre un poco raro para un perro ¿no?- Menciono Hikari –A mí me gusta- Dijo Kairi mientras se acercaba a la comida -¡Eh! No se toca antes de empezar- Dijo Hikari mientras le dio con el cucharon en la mano -¡Jo, pero yo tengo hambre ahora!- Dijo Kairi apenada mientras Haruko se sentaba en la mesa con el perro en sus faldas –No tendrías que meter al perro en la mesa- Dijo Hikari –Cierto, luego le daremos algo de comer, ahora déjalo en el suelo- Dije mientras cogia al perrito y lo dejaba en el sofá –Jo, pero yo quiero que coma conmigo- dijo Haruko algo apenada –Luego le daremos algo de comer, que a los perritos les sienta mal esta comida, y tienes que ser aun buena para que Santa Claus te traiga algo- Le dije a Haruko para que dejara el tema -¡Si, Santa Claus!- Dijo muy ilusionada mientras se ponía firme en la mesa, algo que hizo que a Hikari se le escapara una carcajada, era tan mona cuando sonreía.
Ya eran las 10:30 y empezamos a cenar, Kairi repitió 3 veces mientras que Haruko apenas quería comer, tuvimos que obligarle a comer, aunque con la excusa de Santa Claus era fácil, yo, pues lo de siempre, deje algo en el plato, no soy muy de comer, una vez terminamos Hikari recogió la mesa y fregó los platos mientras le enseñe a Haruko como le tenía que dar de comer al perro y que podía darle –Mira, esta carne es especial para los cachorros, es blandita y no les hace pupa en la tripita, dale un poco- Le decía mientras le daba cachitos para que se los diera al perro, con algo de miedo le acercaba el trozo mientras el perrito se acercaba y lo cogía con la boca -¡Mira! Está comiendo- Decía Haruko con una sonrisa entre ceja y ceja. Cuando terminamos los trozos puse al perro en el cesto de Kuroneko, algo que al parecer a él no le gustaba, pero con que siempre dormía en la cama tampoco importaba mucho, después llevamos a Haruko a dormir a la cama, aún estaba nerviosa con que viniera Santa Claus, pero poco a poco se fue durmiendo, cuando solo quedamos los tres despiertos, aprovechamos y dejamos los regalos que habíamos comprado, bueno, los dos, Kairi también se fue a su habitación poco después, aunque nosotros no tardamos tampoco mucho en irnos después a la cama, nos cambiamos en la habitación y nos tapamos con la manta, hacía mucho frío aquel día, aunque la ventana estaba cerrada el frio se colaba y las sabanas de por sí ya estaban bastante frías.
-¿Qué tal pasaste hoy el día en la comisaria?- Pregunto Hikari mientras giraba la cabeza hacia a mí –Pues, me regalaron una bufanda roja, la guarde en el bolsillo interior de la Gabardina, luego fui yo y les compre unos regalos, pero, mañana me trasladan otra vez a la comisaria metropolitana, así que los deje en los escritorios- Dije mientras miraba al techo -¿Ya te trasladan? Me dijiste que te gustaba mucho la comisaria- Dijo Hikari –Sí, pero tengo que volver a la comisaria metropolitana, por cierto ¿Qué tal el día?- Dije mientras gire la cabeza hacia ella –Ah, pues, estaba al medio día fregando los platos y se despertó Kairi de golpe y sin decir nada empezó a comerse lo que había en la nevera- Dijo mientras miraba al techo –Ah, pero eso es por darle tanta sopa de esa instantánea, que no tiene vitaminas ni minerales- Dije mientras soltaba una carcajada –Y Haruko ha estado muy nerviosa por Papa Noel…muchas gracias por todo Der- dijo Haruko mientras giro la cabeza hacia mí –Es lo mínimo que podía hacer- Dije sin poder evitar sonreír, me hacía muy feliz aquella situación, gracias a todo eso pude olvidar los tristes días que hubieron antes. Hikari se fue acercando lentamente hacia mi sonrojada -¿Qué te parece si hoy…? Dijo mientras la timidez le hizo un nudo en la garganta, pero antes de responder cierto “Gato negro” se posó en la cama y se puso entre medio de los dos –Lo siento, pero Kuroneko ha hablado- Dije mientras movía a Kuroneko al pie de la cama –Lo siento, otro día será- Dije mientras le acariciaba la mejilla –Buenas noches- Dijo mientras cerraba delicadamente los ojos –Buenas noches- le conteste mientras me dormía.
Al día siguiente…
En la comisaria, recién abierta por la mañana, Satomi y Hiro abrían sus regalos mientras Atsuko se acercaba a su taquilla ignorándolos -¿Der ha vuelto a la comisaria metropolitana? No me dijo nada- Dijo Satomi un poco triste -¿Qué iba a decir “Ale, nos veremos algún día, me las piro a la comisaria metropolitana”, aunque pensándolo bien seria propio de el- Dijo Hiro mientras miraba el vaso de Kuroneko algo extrañado -¡Ay mira, un peluche! Aunque es un poco raro- Exclamo Satomi al ver el regalo –Pues a mí me ha dado una taza de té con un ¿gato?- Dijo Hiro extrañándose aún más con su regalo –A ver si calláis un poco, parecéis dos cotorras de buena mañana- Dijo Atsuko mientras abría su taquilla, al dejar el bolso vio colgado en uno de los ganchos un llaverito de un gato con la cabeza en forma de bola de arroz -¿Qué es esto?- Dijo mientras lo descolgaba y leía una notita que había detrás –“Para Atsuko, mi amiga de la comisaria”- acto seguido Satomi exclamo que en la suya ponía lo mismo pero con su nombre –Tonterías, para haberme regalado un llavero que me hubiera regalado un collar de joyas o algo más interesante o bonito- Dijo Atsuko mientras guardaba el llavero en su bolso –Pues ese gatito es bastante peculiar- Dijo una voz familiar para los miembros de la comisaria, los cuales se giraron bruscamente hacia la puerta al oír la voz -¡Jefe Anzai!- Dijo Satomi al reconocer quien era –Oh, si es el señor Kurodo- dijo más respetuosamente Hiro –Ah, el viejo- Dijo Atsuko mientras se iba por la puerta –Cierto que tengo canas pero no soy tan viejo- Dijo el jefe Anzai mientras iba a su silla a sentarse - ¿Qué tal fue con el inspector Der, se cargó muchas cosas?- Dijo mientras se abanicaba un poco con el gorro de policía –Estuvo más tranquilo de lo que me describieron- Confeso Hiro mientras iba adentro de la comisaria a hacer té verde –Ah, sí, es verdad, me dijo una vez que vino a verme al hospital que os portabais muy bien con él, me alegro de ello- Dijo Anzai mientras apoyaba el brazo sobre la rodilla derecha -¿Qué tal fue la operación jefe Anzai, aún le duele la pierna?- Dijo Satomi mientras se acercaba a Anzai –Tranquila, con la medicación no me duele nada- Dijo Anzai, y así parecía que iban a pasar la mañana en aquella comisaria, yo de mientras estaba en el parking de la comisaria metropolitana, aunque la parte de arriba estuviera llena de obreros reparando y trayendo materiales el parking estaba muy desértico y oscuro, algunos cableados aun no iban y habían improvisaciones de luces o bombillas colgando, al menos nos la primera vez que fui. Cuando había aparcado la moto y me dirigía a las escaleras para subir el móvil empezó a sonar, el cutre tono de Phoenix Wright que me había puesto resonaba en el parking, no sabía quién podía ser a esas horas, cogí el móvil del bolsillo derecho de mi pantalón y lo abrí, lo puse en mi oído y pregunte quien era –Soy yo, Mitsugi, te llamo para decirte algo muy importante- Respondió, Mitsugi era un buen amigo mío, un policía infiltrado en las calles marginales que de vez en cuando me facilitaba algo de información –Bueno, siento ser tan brusco y no dejarte hablar mucho, pero es importante y estoy en medio de los suburbios, así que tengo que ir con cuidado, escucha con atención, o se si te dijeron que Seki se marchó por unos asuntos en el extranjero que tenía que saldar, bien, pues, ha vuelto a Tokyo, y dice que planea dar un golpe muy grande, y que de paso…- Paro de golpe -¿Pasa algo?- Pregunte –Es que me lo dijeron muy en serio, dijeron también que iba a por ti, que iba a hacerte sufrir y que después te mataría, tío, ten mucho cuidado, esta vez parece que no va a jugar contigo como ha hecho hasta ahora- Dijo mientras tragaba algo de saliva –Ese hijo de **** nunca ha jugado, y ya ha hecho suficiente daño- Dije mientras Mitsugi decía más cosas –En serio, esta vez es peligroso, no descansara hasta que mueras- Dijo con la intención de que me protegiera –Gracias tío, me has hecho el regalo de navidad que más quería- Le dije -¿De que estas hablando? Der esto va en serio, es peligroso- Dijo Mitsugi –En serio, gracias, gracias a lo que dijiste, me has dado la oportunidad para prepararme, del mismo modo que el vendrá a por mí yo estaré esperando para llevarle de una vez hasta la justicia, se me ha escapado 9 veces, pero esta vez no pienso dejar que se escape, esta vez no- Dije mientras un pequeño cosquilleo recorría mi cuerpo –Como quieras, tu veras lo que haces, pero si mueres yo ya te avise- Dijo mientras colgaba el teléfono -¿Quién ha dicho que yo fuera a morir?- Dije al aire mientras guardaba el teléfono en mi bolsillo y sonreía –Al fin has vuelto Sekai,” the demon kaito”-.
Continuara.
por Dr.Anarchy » Dom Ene 02, 2011 10:45 pm 
