[Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Narel » Mié Mar 02, 2011 8:38 pm

Te está quedando muy bien y no te preocupes por tu retraso,ultimamente yo tampoco mucho tiempo libre por los estudios.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Yagami Kyo » Jue Mar 03, 2011 12:07 am

Estoy francamente impresionado. Es de lo mejor que he leído por aquí. Parece que ambos pensamos más o menos lo mismo, en escribir una historia de la Guerra. Pero tú tienes continuidad y yo no. He leído, por ahora, el prólogo, y he de decir que parece hecho por alguien con talento. Estaré al corriente de lo que ocurre, por supuesto.

Te doy las gracias por reavivar mi llama. Ahora mismo me pongo a trabajar en el fic que tenía medio abandonado. Cuando cuelgues el siguiente capítulo haré un comentario de todos.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Nell » Vie Mar 04, 2011 2:15 am

Gracias por vuestros ánimos y comentarios ^^

Yagami, leí tu fic cuando lo colgaste y me gustó mucho, así que no dudes en continuarlo, porque tienes una lectora asegurada ^^
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Ichl » Mar Mar 15, 2011 2:08 am

Buenas. Me ha pasado casi lo mismo que a yagami, me ha sorprendido este fic, ya que normalmente no me suelen gustar tanto los fic de Kingdom Hearts(suelen ser todos lo mismo xD). Siempre he preferido las historias y relatos originales, pero este fic me ha gustado especialmente por la forma de narrarlo, que es muy buena, y porque tiene bastante intriga.

Te animo a seguir, ya que te falta tan poco para terminarlo, al igual que este y otros que he leido me han animado a mi a volver a escribir, cosa que no hacia desde hace mucho.

Espero seguir leyendote y poder volver a publicar mis historias por aqui.

PD: Para quien no me conozca soy un veterano de por aqui, solo que se me borro mi cuenta de mil y pico mensajes y me la tuve que hacer otra vez xDD
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Nell » Mar Mar 15, 2011 7:05 pm

¡Gracias por el apoyo! Después de las agobiantes semanas de exámenes, vuelvo con el octavo capítulo. ¡Espero que lo disfrutéis!


Capítulo 8

Luz y Oscuridad


Se deshizo el peinado y con fingida paciencia, comenzó a trenzarse de nuevo el pelo. Nunca había sido una chica muy coqueta, pero mientras se hacía aquellos simples arreglos, podía pensar con tranquilidad.

El Maestro Eleazar acababa de transmitirles la orden de que todos los aprendices debían reunirse en la Sala de Entrenamiento en una hora. Anthea podría haber pensado que se trataba de una sesión práctica algo inesperada, sino fuera por la advertencia que había hecho a continuación el Maestro: «Id preparados».

Había sido bastante repentino, pero la aprendiza creía estar lista. Por fin, había ocurrido algo que le pondría de nuevo en movimiento. Y aunque probablemente se tratara de una noticia preocupante, estaba convencida de que podría afrontar todo desafío que le pusieran.

Terminó de arreglarse y de calzarse con las botas. No tenía más motivos para quedarse en su habitación, por lo que sin prisa abandonó el dormitorio.

En su recorrido por los pasillos se topó con varios aprendices más, aunque ninguno le saludó o le echó algo más que una ojeada. Si bien había despertado curiosidad con su partida y posterior llegada, habían acabado por volver a su anterior comportamiento: preferían ocuparse de sus asuntos y alejarse cuanto pudieran de aquella aprendiza tan borde y antipática.

Sin embargo, el pasillo donde se encontraba la Sala de Entrenamiento estaba vacío, salvo por la Maestra Almira, frente a la puerta de la habitación. Para su sorpresa, la mujer la esperaba a ella.

— Anthea, me gustaría hablar contigo antes —pidió, señalándole la puerta contigua.

La joven asintió silenciosamente y se dejó guiar hasta un cuarto vacío, donde Almira pretendía que conversaran a solas y sin interrupciones.

— Quería pedirte que a partir de ahora te mantuvieses en todo momento mi lado —confesó Almira—. Pero aunque me preocupe tu seguridad, tampoco puedo retenerte como a una reclusa. Por eso, lo que quiero es pedirte… No, rogarte, que tengas mucho cuidado. Morgana trama algo. No sabemos de qué se trata, pero mantente alejada de ella. Es demasiado peligroso para ti.
— No soy idiota —respondió Anthea—. No voy a luchar a voluntad contra alguien que no sea capaz de medirme. Y me mantendré alerta.

Aunque Almira no parecía muy convencida, Anthea creía que su Maestra no tenía nada por lo que preocuparse. Morgana podía ser el objetivo del resto de portadores de la llave espada, pero el suyo era bien diferente. Y lo había sido desde el principio.

— Eso espero, Anthea —suspiró la Maestra Almira—. Ahora, volvamos. El resto ya tienen que estar a punto de llegar.

Pero se equivocaba. La Sala de Entrenamiento estaba completamente llena: ellas dos fueron las últimas en acudir. Sin embargo, el Maestro Eleazar esperó pacientemente hasta que su compañera se situó a su lado para hablar. Luego, se dirigió hacia los aprendices, los cuales habían estado murmurando entre ellos las posibles opciones de su llamada, pero callaron enseguida al ver la seriedad del Maestro.

— Hace dos horas recibí cierta información bastante confusa de un colega mío. Morgana ha aparecido. Fue vista en las inmediaciones de Tebas, pero hay más: la noticia se ha propagado demasiado rápido y ahora mismo, mientras hablo, portadores de todo tipo se dirigen allí para intentar capturarla. Según mi amigo, la Maestra continúa en el lugar, a pesar del peligro —. Eleazar hizo una pausa antes de seguir—. Nosotros también iremos. Empiezan a generarse batallas entre ambos bandos por el botín, así que no podemos ignorar tal petición de ayuda por parte de nuestros camaradas.
» Los aprendices más pequeños han sido reubicados en un lugar seguro, ya que la residencia se quedará sin ningún tipo de protección durante nuestra ausencia.

Le hubiera gustado decir que se calmó al saber que Thais estaría segura, pero lo cierto es que Anthea ni se acordó de ella. Estaba nerviosa y quería que empezara la acción cuanto antes. El Maestro Eleazar creó el portal, aunque se situó enfrente para que nadie pasara sin su permiso.

— No sé qué nos encontraremos allí. Tened cuidado y manteneos alejados del peligro o de enemigos más poderosos que vosotros —echó un breve vistazo a Anthea, tan fugaz que sólo lo notó la implicada—. Conocéis las reglas básicas de supervivencia en la batalla: aplicadlas. La Maestra Almira y yo no podremos protegeros en todo momento, así que cubríos las espaldas. Y ahora, en marcha.

Almira se adelantó y fue la primera en atravesar el portal. Eleazar, por el contrario, se hizo a un lado y fue guiando a los aprendices, que hicieron una fila para pasar de uno en uno. Mientras esperaba su turno, Anthea sintió un repentino apretón en la mano. Al girarse, se encontró con Dimitri, tan nervioso que notó como temblaba, aunque no precisamente de emoción.

— ¿Qué haces? —Replicó Anthea. Por lo general, recelaba del contacto físico y directo con otra persona.
— Vayamos juntos, ¿vale? —Le pidió Dimitri—. No nos separemos.
— Vale, pero ten por seguro que no te esperaré si eres demasiado lento.
— Sí lo harás —. Dimitri intentó sonreír y aunque consiguió algo parecido, podía notarse que el sentimiento era forzado.

Les llegó el turno. En vez de pasar en solitario como el resto, Anthea y Dimitri lo hicieron a la vez, juntándose algo más para no salirse del portal, el cual era algo pequeño para ambos. A pesar de que Eleazar enarcó la ceja al verlos y no pareció muy contento, tampoco rechistó.

Y así llegaron a la Guerra.

Su primera visión fue la de un páramo lleno de personas y constantes luchas. Sin embargo, no se trataban de peleas como las que tenían los aprendices en sus prácticas. Nada que ver. Allí no había segundas oportunidades: si vacilabas, estabas muerto. No importaba donde miraran, nadie se estaba quieto ni tenía piedad con el enemigo. Y a pesar de haberse tomado unos pocos segundos para recuperarse de la sorpresa, fue un grave error por su parte.

Primero, escucharon la explosión. E instantes después, fueron lanzados violentamente al suelo por la onda expansiva que generó ésta. Anthea y Dimitri se separaron, aunque por suerte, sólo fueron unos pocos metros de distancia. La aprendiza convocó su llave espada, se giró y se incorporó rápidamente, para contemplar el lugar dónde se había producido la explosión y cómo en aquel momento no había más que un gigantesco agujero en el suelo, con polvo aún a su alrededor.

Sin embargo, no pudo levantarse del todo. Un Maestro se situó frente a ella, en mitad de un combate contra otro oponente. No podía saber a qué bando pertenecía cada uno, pero vio en primer plano cómo el adversario contrario daba un certero y directo golpe con su llave espada, dando por finalizada la lucha. El Maestro cayó de espaldas, aparentemente a punto de aplastarla, pero tal y como le había sucedido a Urian, desapareció antes de tocar el suelo y a ella. Su corazón voló directamente hacia el cielo.

Y de nuevo, sólo tuvo unos segundos para reaccionar. Giró sobre sí misma hacia la derecha y esquivó el golpe que el asesino había intentado propinarle, casi a través del moribundo cuerpo antes de que desapareciera por completo. Aún en el suelo, estaba en desventaja con su primer oponente, por lo que extendió la mano y usó la magia para emitir una cegadora luz, un truquito muy útil que le había enseñado tiempo atrás Dimitri.

El hombre se llevó la mano a la cara, claramente dolorido en los ojos. A Anthea no le cupo la menor duda de que luchaba contra el adversario correcto. Con cada nuevo encuentro, empezaba a notar el aura maligna que desprendían habitualmente los Portadores de una Llave Espada de la Oscuridad, si éstos no se molestaban en esconderla.

Aprovechó la situación para librarse del oponente y, aunque tuvo un fugaz pensamiento referente a Urian, su primer rival serio, no se aplacó al acabar con otra vida. En aquel momento más que nunca, podía afirmar que estaban en guerra.

— ¡Cuidado!

Se giró rápidamente al escuchar la voz de Dimitri, intuyendo que se refería a ella. Otra Maestra enemiga se había situado a su espalda e intentaba acabar con ella por la vía fácil. Anthea levantó la llave espada en un intento de defenderse, pero no hizo ninguna falta. La Maestra perdió pie y se desvaneció, debido al hechizo de Dimitri, que había sido más rápido que ella.

— Me subestimas demasiado —dijo simplemente el chico.
— ¿Qué?
— Hace una semana. Puede que sea una rata de biblioteca, pero también sé defenderme —le recriminó Dimitri, sin mala intención.

Aún a pesar de estar rodeados de lucha y muerte, Anthea sonrió.

— ¿Y quién dijo que no tendríamos un combate real hasta dentro de mucho tiempo? Aunque tienes razón. Montaré la fiesta que te prometí, pero antes, acabemos con esto.

Corrió en dirección a su amigo, pero sin mediar más palabra, pasó a su lado y continuó. Supuso que Dimitri estaría estupefacto por su reacción, y no se equivocaba. Escuchó cómo gritaba su nombre un par de veces, antes de oír nuevamente el entrechocar de dos aceros.

Y es que Anthea no podía entretenerse: tenía alguien a quien encontrar.

Luchó contra más adversarios. Cuanto más combatía contra la oscuridad, más fácil le resultaba sentirla en las personas. También pasó al lado de numerosos portadores, algunos conocidos, otros no. Vislumbró al Maestro Eleazar en un combate doble junto a un aliado y contra dos rivales. También a Ryan, junto a sus dos compañeros aprendices. Sin embargo, no se entretuvo en ayudar a nadie, sino que continuó su camino. De vez en cuando, alguna explosión retumbaba en las cercanías, por el choque de dos fuerzas demasiado poderosas. El terreno estaba sufriendo los mismos daños que los combatientes: en una ocasión, Anthea tuvo que dar un rodeo para evadir una parte del suelo completamente congelada. Recordaba a una pista de patinaje y la aprendiza estaba segura de que podría servir para tal.

Además, algo más destacaba en aquella guerra que ninguna otra más tenía: no había cadáveres. Nadie sabría jamás las personas que dieron su vida, pues no quedaba recuerdo de ninguna, salvo la de amigos y conocidos que seguirían poniendo igualmente su vida en peligro hasta reunirse con los caídos. No quedaba nada de ellos… Nada, salvo las llaves espada abandonadas que comenzaban a adornar una gran superficie del suelo.

Y cuando Anthea empezaba a temer que hubiera vuelto a escapar, lo encontró.

Nicanor terminó de asesinar al portador contra el que luchaba y se giró para observarla cautelosamente. Aún a unos cuantos metros de distancia, era irreconocible.

El joven comenzó a caminar con parsimonia hacia ella, como si estuviera dando un apacible paseo por el parque, en vez de en un campo de batalla. No obstante y, sorprendentemente, nadie se acercó a él para aprovecharse de su aparente distracción.

— Era cuestión de tiempo que volviéramos a encontrarnos —comentó Nicanor.
— Para tu desgracia —escupió Anthea, lanzándose al ataque.

Chocaron sus aceros y Anthea pudo contemplarle de cerca por primera vez. Se mostraba tan sereno e imperturbable que parecía un guerrero experimentado y confiado. O puede que sólo lo fingiera. En cualquier caso, Anthea no iba a dejar que la engañara. Puede que sí tuviera más experiencia que ella, pero no tenía la intención de perder incluso antes de comenzar.

Los golpes se siguieron uno tras otro, sin que se pudiera declarar un claro vencedor del combate. En ocasiones, Anthea actuaba por instinto y apenas podía bloquear o esquivar sus golpes, pero poco a poco fue prediciendo los siguientes movimientos de su adversario. Nicanor dio muestras de empezar a irritarse.

Finalmente, se separaron y se observaron en silencio, midiéndose nuevamente.

— Te lo volveré a preguntar. ¿Qué es lo que tramas? ¿Qué pretendes? ¿Qué… qué sentido tiene todo esto? —Señaló Anthea, refiriéndose a la batalla que se producía a su alrededor.

Algo brilló en los ojos de Nicanor. Anthea creyó que era la satisfacción por verla tan confusa, lo que la enervó aún más. Sin embargo, se mantuvo en su posición, deseosa de escuchar la respuesta.

— No tiene sentido ocultártelo, no ahora que es el final. Tu final —remarcó Nicanor—. ¿Quieres saberlo todo? Muy bien. No tengo prisa por acabar contigo.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Yagami Kyo » Mar Mar 15, 2011 9:29 pm

Muy buen capítulo. Se nota que estamos ya en la recta final, definitivamente. Las batallas están muy logradas, y me encantó un hecho concreto: no queda ningún recuerdo de los caídos. Esto puede dar bastante de sí para el final, si lo empleas bien. ;)

La historia se pone más interesante de lo que ya estaba. Espero con ansias el siguiente capítulo.

PD: Por cierto, finalmente he vuelto con el fic y colgué un capítulo nuevo.. Cuando veas que tienes tiempo, me gustaría que comentaras.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Ichl » Jue Mar 17, 2011 11:23 pm

Muy bueno. Aunque echo en falta más narración del lugar, de la situación, sin embargo a la hora de narrar los dialogos y los sentimientos de los personajes lo bordas.

Se ha notado que ya está acabando y que llega el clímax, y lo has sabido reflejar muy bien. Estoy deseando que pongas ya el siguiente capítulo.

Sigue así :wink:
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Nell » Mié Mar 23, 2011 12:41 am

Muchas gracias por los comentarios ^^
Y llega el final. El capítulo será un poco más largo de lo normal, pero creo que lo merece. Tras éste, sólo quedará el epílogo para cerrar el fic.
Espero que lo disfrutéis :wink:

Edit! El Epílogo saldrá el Domingo, día 27, en vez dell Martes. ¿Por qué adelanto la fecha? Porque es importante para mí. ¡Mi cumpleaños! xD


Capítulo 9

The End


— Mi propósito… Bueno, mejor dicho nuestro propósito, es conseguir Kingdom Hearts. Y sólo hay un modo conocido: a través de la Llave Espada X.
— ¿Qué es Kingdom Hearts? —Inquirió Anthea.
— ¿Quién sabe? Nadie ha logrado llegar a él, ni ha vuelto para contarlo. La Maestra y yo seremos los primeros. Obtendremos lo inimaginable y seremos los amos del mundo. Un mundo nuevo cubierto por las tinieblas y la oscuridad.
— ¡Sólo sois unos estúpidos! —Exclamó Anthea—. ¡Os aprovecháis de la guerra para intentar cumplir un objetivo del que ni siquiera estáis seguros de lo que se trata!
— Tal vez. Pero hasta ahora, nos ha estado saliendo bastante bien, ¿no crees?
— Permíteme dudarlo.

Desde el principio había querido saber la verdad sobre sus planes, pero ahora que la conocía, ni siquiera podía entender sus razones para llevarlo todo a cabo por un sueño. Y de repente, recordó la leyenda que le había contado la Maestra Almira. El único portador conocido de la Llave Espada X había desaparecido tras obtenerla. ¿Y si estaba relacionado con Kingdom Hearts? ¿Y si había llegado a él gracias a su nueva arma? A su vez, eso le recordó al tapiz que había causado todo aquel lío.

— ¿Y qué hay de tu pequeña visita a nuestra residencia? —Preguntó—. ¿Qué tenemos que ver nosotros con vuestra pequeña empresa?
— Ya te lo dije en su día: los inquilinos no me interesaban. La Maestra Morgana me envió para que investigara un extraño tapiz que había en una de las habitaciones. Al principio, no comprendí sus motivos. Fue la misión más… peculiar que me había mandado hasta el momento. Ni siquiera me explicó qué pretendía con eso. No obstante, lo entendí todo cuando te vi en el escondite.
— ¿Y qué tengo que ver yo con todo eso?
— Precisamente, todo.

Los ojos de Nicanor brillaron maliciosos. Levantó su llave espada y señaló con ella a la aprendiza, sin ninguna intención amenazante.

— Tú eres el ingrediente —respondió—. En cambio, yo me convertiré en el recipiente.
— ¿De qué hablas?
— ¿Sabes cuál es la fórmula de la Llave Espada X? La propia leyenda desvela la forma de obtenerla.
— ¿Te refieres a la parte en la que el portador mata a su amigo? Siento decepcionarte, pero no cumplo con los requisitos. Y dudo mucho de que ése sea el método.
— Vuelves a confundirte. Tienes todos los requisitos. ¿Sabes acaso cuál es la esencia de la Llave Espada X?
— Cuéntame.
— El equilibrio —simplificó Nicanor—. Luz y oscuridad en niveles iguales. El portador era una persona ejemplar, hasta que su corazón se tiñó de tinieblas. El asesinato fue el paso definitivo para su victoria. La oscuridad erradica la luz y viceversa, lo que vuelve imbatible al que empuñe el arma. No es de extrañar que sea tan codiciada.
— Sigo sin ver dónde entro yo.
— Tú me ayudarás. ¿No lo entiendes aún? Eres mi opuesto. Tu luz y mi oscuridad están en iguales cantidades, mientras que la contraria, aunque parecida, necesita nivelarse un poco más —desveló Nicanor—. Nuestra lucha terminará por equilibrar las fuerzas. Y tu muerte, me concederá la Llave Espada X.

La tierra tembló. Anthea estuvo a punto de caer al suelo, aunque el primer movimiento sólo le hizo perder el equilibrio un momento. Nicanor, en cambio, ni se movió.

— Entonces, ¿por qué esperar?

Después de las últimas palabras del muchacho, que no le quitaba el ojo de encima, el suelo volvió a vibrar, salvo que en esta ocasión empezó a elevarse rápidamente, formando una montaña, con cima en la superficie donde ellos estaban. Finalmente Anthea, sorprendida, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás para regresar al suelo.

Lo siguiente que vio fue a Nicanor corriendo hacia ella. Intentó levantarse, pero la superficie seguía ascendiendo y se veía incapaz de incorporarse hasta que el movimiento cesara, como mínimo. Desesperada, agitó el brazo hasta apuntar al muchacho y volvió a lanzar la fulgurante luz con la intención de cegarle.

Sin embargo, y para su sorpresa, apenas llegaron a brillar sus dedos. Nicanor, al observar sus intentos, no le costó suponer lo que la joven se proponía hacer.

— ¿Ves? Ya empieza a afectarte. Pero descuida, sólo yo llegaré a controlarlo.

Nicanor levantó su llave espada e intentó golpearla, pero Anthea lo esquivó a tiempo. La ascensión paró bruscamente, por lo que la joven logró por fin levantarse. No obstante, algo atrajo su atención tanto que hasta apartó la vista de Nicanor por unos segundos.

En el cielo, las nubes habían cubierto el campo de batalla por completo. Sin embargo, justo por encima de sus cabezas, comenzaron a despejarse hasta dejar a la vista un gigantesco corazón suspendido en el firmamento. Por alguna razón, Anthea recordó el dibujo del cuaderno que mostraba un corazón tachado con una X. Una X, como el nombre que recibía el arma por la cual luchaban. La misma que podía abrir…

Kingdom Hearts.

No tuvo mucho más tiempo para seguir pensando, pues Nicanor volvió a aprovechar su despiste para atacar. Bloqueó el golpe y continuaron con su lucha. En esta ocasión, ninguno se reprimió, ni siquiera en utilizar magia.

Finalmente, Anthea quedó exhausta. Nicanor era muy fuerte y, aunque podía nivelarlo, se notaba que tenía más experiencia que ella. Aun así, la aprendiza no tenía intenciones de perder aquel combate. Durante un breve descanso, intentó observar hacia abajo por si veía al resto de combatientes, aunque desde esa altura parecían figuras en miniatura.

— Aún no me has dicho qué sentido tiene todo esto —cuestionó Anthea, buscando recuperar el aliento.
— ¿El qué?
— ¡Este enfrentamiento! ¿Por qué de repente ahora os dejáis coger Morgana y tú?
— Tu capacidad deductiva me sorprende, pero precisamente por su poca eficacia —se burló el chico—. Era una trampa perfecta para atraerte hasta nuestro terreno. La Maestra lo planeó todo en cuanto te conoció, ¿no te parece increíble?
— ¿Y para eso organizasteis todo este revuelo? ¡Ha muerto gente!
— Gente que estaba deseando morir por su bando —matizó Nicanor—. Les hemos hecho un favor. Por fin tienen un combate directo entre ellos. No habrá más batallas: ésta será la última.
— ¿Cómo puedes estar tan seguro?
— Porque yo la decidiré.

De repente, Anthea sintió un tirón en el pecho hacia Nicanor. Apenas pudo resistirse al efecto imán de su magia y, casi al instante, estuvo volando directa hacia el muchacho. El joven sólo tenía que blandir su llave espada y esperar a que la presa acudiera a él.

El viaje sólo duró unos segundos. Sin embargo, se convirtieron en minutos eternos para Anthea. Se acordó de la residencia que había dejado atrás y que, probablemente, no volvería a ver. De su vida antes de inmiscuirse más activamente en la guerra. De sus nuevos amigos, Thais y Ryan. De sus Maestros, de algún que otro aprendiz destacable y no demasiado engreído, de Dimitri… Al rememorar a su compañero, recordó el sencillo llavero que le había regalado días atrás.

Se trata de un hechizo de conexión entre dos objetos, capaz de entrelazar el destino de dos corazones. Así, pase lo que pase, siempre nos volveremos a encontrar. Cierto. Había hecho una promesa con Dimitri. Y si quería cumplirla, no podía morir allí.

El tiempo volvió a correr a su velocidad habitual para la joven. Llegó a la altura de Nicanor, y se habría chocado a causa de la fuerza del hechizo si éste no estuviera preparado para rebanarla de un golpe. Anthea levantó la llave espada a tiempo, agarrándola en horizontal con ambas manos para frenar el ataque. Nicanor no se mostró sorprendido, pero tardó en reaccionar, lo que le dio cierta ventaja a Anthea.

Se posó en el suelo, para acto seguido, golpear con la pierna el costado de su enemigo. Aprovechó el pequeño periodo de tiempo mientras se retorcía de dolor para coger impulso. Dio una vuelta sobre sí misma y ensartó la llave con todas sus fuerzas en el cuerpo desprotegido de Nicanor.

El joven exclamó de dolor, moribundo. Como el resto de portadores, no tardó en desaparecer su cuerpo, con la vista fijada en el corazón del cielo. El suyo propio no tardó en volar hacia él.

Anthea, aún incrédula por haber conseguido vencerle, recuperó el aliento, sin dejar de observar el enorme corazón suspendido sobre su cabeza. Sin embargo, apenas tuvo descanso. Bajó la cabeza a tiempo para ver cómo del mismo sitio donde se había desvanecido Nicanor, surgía a una extraña criatura de una masa de oscuridad que amenazaba con cubrir toda la superficie del suelo, extendiéndose poco a poco. El ser era completamente negro, con forma humanoide y ojos amarillos. Nunca, en todos sus años de vida, la aprendiza había visto u oído hablar de nada igual, así que en un principio tuvo miedo del desconocido.

No obstante, no tuvo mucho tiempo más para contemplarla estupefacta. A su alrededor, comenzaron a nacer criaturas similares, que no dejaban de observarla desde el momento en el que tomaban forma completa.

La primera de todas fijó la vista en Anthea, como si detrás de aquella mirada hubiera retazos de una antigua mente más allá del instinto. El contacto visual duró apenas unos segundos, antes de que el ser se lanzara hacia su presa, con la intención de cumplir con su cometido, fuera cual fuese.

Anthea tuvo tiempo para cubrirse con la llave espada, cerrando los ojos por acto reflejo. Cuando volvió a abrirlos, la criatura se estaba disolviendo frente a su arma. Brillaba y, poco a poco, comenzó a cambiar. Aumentó su tamaño y las zarzas y la media luna desaparecieron, adoptando la forma de una gigantesca X, con dos cadenas del reino cruzadas. Al extremo de la empuñadura, llevaba un llavero con el propio modelo en miniatura, junto al regalo de Dimitri.

La llave espada X. Nicanor no le había mentido. Salvo que el chico no había esperado en ningún momento ser él el perdedor, mientras ella se llevaba el premio gordo.

Como si su mano se moviera sola, inclinó el arma e hizo un barrido con ella a su alrededor, abatiendo de un golpe a todos los enemigos cercanos. La llave segó el cuerpo de todas las criaturas sin el menor esfuerzo, como si fueran meros trozos de papel frente a su filo.

La aprendiza estaba impresionada. Aún en estado de shock por haber perdido su llave espada, para acto seguido conseguir la única arma que jamás hubiese podido imaginar, escuchó a su espalda una voz que, aunque no muy conocida, nunca olvidaría:

— Bien hecho, querida.

Morgana aplaudía, mientras observaba, impresionada y maravillada al mismo tiempo, la llave espada.

— Las posibilidades de que ganaras el combate eran escasas. Pero la derrota de Nicanor no supone ninguna diferencia. Tú también servirás —sonrió—. No importan los años que pasen: los buenos planes son capaces de prosperar incluso tras casi catorce años.
— ¿Qué insinúas? —Abrió los ojos, comprendiendo de repente la verdad oculta—. Lo hiciste aposta. Hace catorce años, me abandonaste para que los Maestros me recogieran.
— Claro, tesoro. ¿Cómo sino iba a construir la Llave Espada X? La Luz y la Oscuridad son dos fuerzas demasiado opuestas para sincronizarse con facilidad. Necesitaba a nuevos individuos que durante su desarrollo, estuviera en contacto con ambas. Nicanor y tú —dijo Morgana—. Te preguntarás porqué envié a Nicanor a la residencia de Kyra, ¿verdad? Mi paciencia tiene un límite, y el chico ya estaba preparado para el enfrentamiento. Sólo tenía que provocar un encuentro entre los dos y el resto se iría tejiendo solo.
» ¿Nunca te has preguntas porqué seguiste a Nicanor y fue éste tu único objetivo en todo momento? La Luz y la Oscuridad son fuerzas opuestas, pero se atraen como imanes de polos opuestos. Era inevitable que acabarais conociéndoos.
— ¿Y qué soy? ¿Una herramienta para tus planes?
— No. Hasta ahora, tú el ingrediente para la fabricación de la Llave Espada X; mientras que Nicanor, el recipiente. Pero los papeles se han intercambiado. ¿No lo ves, cielo? Ahora tienes el máximo poder sobre el mundo conocido.
— No me digas. Y esperarás que lo use para tu beneficio, ¿no? —Ironizó.
— ¿Acaso te queda otra alternativa? ¡En tu propia mano, empuñas un arma de infinito poder, capaz de abrir Kingdom Hearts y crear un nuevo mundo! ¿A qué esperas para mostrarnos su contenido? ¡Invocarlo es tu destino!

Anthea estaba que echaba chispas. Bajo ningún concepto pensaba obedecer a Morgana y con cada palabra suya, su furia iba en aumento. Y de nuevo, su mano volvió a moverse sola, como si reaccionara a una petición de la propia arma. A una velocidad inimaginable, se situó frente a la Maestra y le asestó el mismo golpe mortal que a su antiguo vasallo, Urian.

— Esto va por todos los portadores que han muerto durante tu juego —sentenció fríamente Anthea, con la misma voz que cuando mató por primera vez—. Mi destino sólo lo decidiré yo.

Estupefacta por el letal ataque, Morgana comenzó a desvanecerse, no sin antes volver a observar con fascinación la llave espada que tanto había deseado crear, desde el momento en el que escuchó la leyenda de su viejo Maestro, junto a una compañera con la que pronto volvería a reunirse.

La joven también estaba impresionada. Se sentía fuerte y poderosa, indestructible e inmortal, incomparable con cualquier otro enemigo. Sentía también la oscuridad en su interior, pero ni siquiera intentaba erradicarla con su luz. Era parte de ella, parte de la fuente de su poder.

Pero también se percató del alto riesgo que conllevaba portar un arma así. ¿Qué esperarían, a partir de ahora, de ella? Probablemente, que matara a todos los Portadores de la Oscuridad, para acabar con la guerra y producir el retorno del dominio absoluto de la Luz. Sin embargo, ella misma estaba formada por la oscuridad. ¿Cómo podría combatir con personas de su propia condición?

El futuro era incierto. Jamás podría vivir rodeada de otros portadores, sin que éstos le trataran de una forma especial o intentaran utilizarla. Estaba segura de que podría cumplir con su papel de manera admirable. Pero, ¿de verdad estaba dispuesta a arriesgarse a que le arrebataran un objeto tan peligroso? A que cayera en malas manos…

Se asomó por el precipicio, para contemplar con horror como las criaturas que le habían atacado habían aparecido misteriosamente en todo el campo de batalla. Los portadores ya no luchaban entre sí: su único objetivo había pasado a intentar por todos los medios escapar con vida de los misteriosos seres. Y muy pocos parecían tener posibilidades de lograrlo.

Apenas quedaban combatientes. Sólo llaves espada sin dueño.

Llaves espada abandonadas, como la suya, de la cual había tenido que desprenderse para obtener una mejor.

Una mejor, a la cual estaba condenada a portar.

Y ante el espectáculo, Anthea tomó su decisión.

Levantó su llave espada hacia el corazón gigante del cielo, apuntándole con el arma. Al instante reaccionó, y un rayo de luz voló hacia el centro. La luz impactó y como si se reflejara, bajó de nuevo hasta el pequeño monte que había creado Nicanor. Allí donde cayó, apareció una enorme puerta blanca, con vidrieras en la superficie superior.

«Así que Kingdom Hearts puede cambiar el mundo, ¿eh? Pues entonces soy la única capaz de arreglarlo», pensó la aprendiza.

Apuntó con el arma a la nueva puerta, dispuesta a volver a disparar aquel rayo. Seguía sin acostumbrarse a la idea de que no estuviera empuñando su propia llave espada, sino una extraña y ajena que a veces parecía reaccionar por sí misma. Sin embargo, había algo que no había cambiado pese a la radical transformación: el llavero de Dimitri.

En ese momento, el preciado objeto brilló. Al principio, Anthea no supo lo que significaba, pero de algún modo, tuvo la sensación de que el otro conector estaba cerca. Buscó a su alrededor, sin tener ni idea de dónde podría estar Dimitri, hasta que escuchó unos ruiditos procedentes del extremo del acantilado. Acto seguido, vio del mismo lugar una mano agarrándose a la superficie, para luego acabar siendo visible el resto del cuerpo.

Dimitri estaba exhausto. Se tumbó en el suelo, respirando con dificultad, sin casi mirar a Anthea, hasta estar un poco más recuperado. La joven estaba impresionada. «¿Quién en su sano juicio subiría semejante altura?», pensó. Dimitri debía de haberla seguido hasta allí desde el principio.

— Anthea, ¿qué…? —Murmuró, boquiabierto, señalando la llave espada.

La aprendiza la observó junto a su amigo, como si no supiera lo que empuñaba y se acabara de percatar de ella.

— No es un diseño muy bonito, ¿verdad? —Comentó.
— ¡Eso es lo de menos!
— Ya lo sé.

El muchacho calló, cada vez más confuso. Su amiga estaba, de algún modo, distante. Esquivaba sus miradas, eludía la silenciosa pregunta y ni siquiera se había molestado en acercarse a comprobar su estado. Antes de llegar allí, él también había tenido que luchar.

Por primera vez, Dimitri contempló a una Anthea indescifrable y cerrada para él.

— Es sólo que se me hace difícil —reconoció la joven.
— ¿El qué?
— Decir adiós.

Sin esperar una palabra más de su amigo, se giró hacia la puerta y volvió a lanzar aquel rayo de luz, que la iluminó varios instantes. Escucharon claramente el sonido de una cerradura al accionarse y la puerta se fue abriendo con lentitud. Desde el primer momento en el que contemplaron su interior, pudieron vislumbrar hordas y hordas compuestas del poder de la oscuridad, junto a aquellos seres que atacaban a los combatientes, apelotonados en la distancia. Miles de ellos. Prácticamente, infinitos.

Y aunque Dimitri sólo observó la oscuridad que había tras la puerta, Anthea alcanzó a ver mucho más. El verdadero interior.

— ¿Qué haces? —Preguntó el chico.
— Salvar el mundo, ¿no lo ves?
— ¡Tú no puedes salvar el mundo!
— Tal vez —suspiró—. Pero eso no significa que me vaya a quedar de brazos cruzados.
— ¿De verdad estás pensando…? —Dimitri agitó la cabeza, perplejo—. ¡Es una locura! ¡Morirás!
— Tal vez —repitió—. ¿Es que no te das cuenta? No tengo otra alternativa. Esto —levantó la Llave Espada X, la cual cada vez parecía brillar más— fue un error. Nadie debería poder manejar tanta fuerza. No al menos en este mundo.

Algunas sombras de la puerta comenzaron a propagarse por el suelo, cubriendo nuevamente la superficie del poder de la oscuridad. Anthea se dio la vuelta hacia la puerta y echó a andar, con tal determinación que Dimitri entró en pánico. Intentó levantarse y correr hacia su amiga, pero las sombras llegaron hasta sus pies y retrocedió, con la intención de que no consiguieran tocarle, pese a haber visto que en su amiga no habían hecho efecto alguno.

— Dimitri —le llamó por última vez Anthea, al otro lado de la puerta, la cual empezaba a cerrarse con la misma lentitud con la que se había abierto—. Lo siento.

La puerta se cerró definitivamente, separando a ambos amigos, quizá para siempre.

Como si la desaparición de la aprendiza afectara al propio mundo, la oscuridad se propagó por todos los rincones de éste, engullendo los corazones que encontraba a su paso.

Y el mundo quedó sumergido en las tinieblas.
Última edición por Nell el Mié Mar 23, 2011 12:52 am, editado 1 vez en total
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Yagami Kyo » Mié Mar 23, 2011 12:51 am

Oh, ¡menudo capítulo! Si los anteriores habían sido buenos, éste se lleva el premio gordo. No sólo está muy bien descrito, sino que todo lo que pasa tiene sentido. Sí, se notaba que la Morgana habái tramado un plan usando a Anthea, pero que saliese mal el plan era algo que no me esperaba.

Ahora tengo unas ganas tremendas de saber qué pasa en el epílogo. Pero que sepas que acaba de convertirse en uno de mis fics favoritos. Está en el Tier 3, a decir verdad.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Nell » Mié Mar 23, 2011 1:31 am

Muchas gracias, la verdad es que saber que te leen anima un montón, sobre todo si también gusta ^^ La verdad es que me alegro que hay sido el que más te ha gustado también, ya que es el que más tiempo llevaba planeando y preparado (prácticamente, desde el principio, en él gira el resto de la historia).

¡Y espero que el epílogo no decepcione! (Aviso de que saldrá el día 27, que edité luego el post).
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Narel » Mié Mar 23, 2011 6:41 pm

Me ha encantado el fic.En cuanto empecé a leer el último capítulo tuve la sensación de que terminaría como lo has dejado tu.Espero con ansia el epílogo.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Ichl » Jue Mar 24, 2011 12:17 am

Buenisimo. Me está gustando mucho el final, aunque no puedo dejar de sacar de mi cabeza las comparaciones de argumento con el Birth by Sleep. Aún así, me ha parecido muy interesante, y ya estoy deseando leer el epílogo.

Como cosa no tan buena a resaltar, sigo diciendo que hace falta algo más de narración del lugar, de la situación, los personajes... Y otra cosa es que tu haces el fic basandote en que quién lo lee conoce Kingdom Hearts. Sin embargo yo soy más partidario de escribir como si el lector no tuviera ni idea de lo que se va a encontrar. Pongo un ejemplo:

"Adoptando la forma de una gigantesca X, con dos cadenas del reino cruzadas."

Todos sabemos como es una cadena del reino, pero alguién que no conoce eso, no lo entiende. Para mi gusto es mejor describirlo todo un poco más :wink:

Para acabar decirte que la critica no te la tomes mal porfa, sigo pensando que escribes genial y el fic me sigue gustando igual. Solo que yo soy muy perfeccionista xD.

Estoy deseando que llegue el día 27 :bravo:
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Nell » Dom Mar 27, 2011 4:03 am

Si has encontrado comparaciones con el BBS, entonces tengo que estar satisfecha, porque nada es coincidencia xD Desde que empecé el fic, he tenido muy claro que no se trataba de un universo creado por mí: es KH, inspirado en otro tiempo, con nuevos personajes, pero objetivos parecidos. No quería que fuera un simple "sucedió aparte de la historia principal, por ser en la época de la Guerra", sino que también tuviera su conexión con la trama. Que pudiera encajar. Del mismo modo que el BBS tiene similitudes con el KH1.

La verdad es que sí, tienes razón, no tengo en cuenta a la gente que lo lea y sea ajena a la historia. ¿Por qué? Porque es un fic. Para entender muchos de los guiños, es necesario que tengas un mínimo de conocimientos de la historia, sino, la mayor parte no la entenderás. Pasa con Kingdom Hearts y con cualquier manga/serie/juego, etc. Así que el fic no va dirigido a un todo el público: sólo a los fans de la serie (por algo es un fic de la misma xD).

Y no te preocupes, no me molestan las críticas ;)

En fin, chicos, ha llegado el día 27. Muchas gracias a todos los que alguna vez pasasteis a echarle un ojo, lo leísteis o comentasteis. La verdad es que no es muy importante, ya que sólo es un Fan Fiction, corto y tampoco muy original, pero igualmente, lo ha sido para mí.

¡Y prometo que la próxima vez que vuelva como escritora por estos lares, será con una historia original! Y ya no os entretengo más, aquí tenéis el final ^^ Espero que lo disfrutéis.


Epílogo

Caída en la Oscuridad


— Hace mucho tiempo, cuando había paz, la gente vivía al calor de la luz —sonrió, melancólica, aunque sus alumnos no lo notaron—. Todos amaban la Luz. Pero un día, empezaron a luchar unos contra otros para acapararla… Y la Oscuridad creció en su interior. Se extendió y engulló la luz… Y los corazones de los que luchaban.
— Entonces el resto se salvaron, ¿no? —Preguntó uno de los oyentes.
— ¡No interrumpas el cuento, Conrad! —Le reprendió una de sus compañeras, apoyada por el resto.
— No lo interrumpiría si fuera más explícito.
— Basta ya, los dos, Conrad y Frida —atajó la Maestra, al ver como la otra abría la boca para contestar—. Como iba diciendo, la oscuridad lo cubrió todo, y el mundo desapareció. Pero algunos fragmentos de luz sobrevivieron en el corazón de los niños. Con esos fragmentos, los niños reconstruyeron el mundo perdido. Y ese es el mundo en el que vivimos.
» Pero la verdadera luz está oculta… en lo más profundo de la oscuridad. Por eso los mundos siguen aún dispersos, alejados los unos de los otros. Pero algún día, se abrirá una puerta a la más profunda oscuridad y volverá la verdadera luz.
— Espera, me he perdido. Cuando dices “el mundo en el que vivimos”, ¿te refieres a Tierra de Partida? —Inquirió Conrad.
— Sois un poco pequeños para entenderlo —meditó la narradora, observando a los oyentes, cuya edad no superaba en ningún caso los ocho años—. Antes, los mundos no estaban divididos. Sólo existía uno y en él vivíamos todos.
— Cuesta creerlo —. Conrad se cruzó de brazos, nada convencido por la historia.
— ¡Si la Maestra Thais dice que es cierto, no deberías dudarlo! —Volvió a saltar Frida.
— ¡Pero a lo mejor está equivocada!
— ¿Y si el único equivocado y pesado aquí eres tú?
— ¿No os he dicho a los dos ya que basta de vuestras peleas por hoy? —Interrumpió Thais—. Se ha hecho tarde, así que a la cama todos. Volveré dentro de diez minutos y espero que para entonces las luces estén apagadas y de aquí no se oiga ni un grillo, ¿entendido?

Los aprendices asintieron, conformes, incluyendo Conrad y Frida, aunque no paraban de mirarse con furia. Vi como Thais suspiraba, resignada. ¿Qué podía hacer ella, al fin y al cabo? Aquellos dos se habían llevado mal desde el primer día que se conocieron y su situación no parecía que fuera a mejorar.

Salió de la habitación y por lo que noté en su rostro, estaba agotada. No debía de esperar mi visita, ya que al verme se sobresaltó y no se tranquilizó hasta reconocerme. Intuyó, con acierto, que había estado espiando su relato a través de la rendija de la puerta.

— No eres muy buena cuentacuentos —comenté, conteniendo la risa.
— Al menos voy mejorando. No como otros, Dimitri —sonrió. Luego, cambió de tema—. ¿Qué querías?
— Avisarte de que me marcho.

Se mostró sorprendida. No era de extrañar. Pocas veces abandonaba Tierra de Partida, a no ser que fuera por un asunto grave (del cual ella se habría enterado), o por otra razón mayor. Finalmente, se dio cuenta de la fecha y me miró de hito en hito, como si estuviera loco. ¿Cómo podía extrañarse? En todos los aniversarios, era la misma historia.

— No esperaba que ninguno lo recordara —continué, tras descifrar el rostro de Thais—. Por eso he querido avisar, para que no me echarais en falta.
— Dimitri… Han pasado quince años. ¿De verdad…? ¿De verdad esperas encontrarla?
— Nunca me daré por vencido —sentencié.

Entre ambos hubo unos minutos de incómodo silencio, el cual sólo se atrevió a romper Thais.

— Regresa pronto esta vez, por favor. Creo que el Maestro Ryan quería hablar de algo importante contigo —murmuró, cabizbaja.
— No tardaré —prometí, sonriendo.

Le hice un gesto de despedida y me marché rápidamente de la residencia, sin perder más tiempo en alertar de mi ausencia.

[…]


Y el mundo quedó sumergido en las tinieblas.

Como si la puerta se llevara toda la luz que quedara en el mundo, no pude encontrar ningún retazo de ella después de que ésta se cerrara, ni siquiera en mi interior.

Y caí en la oscuridad.

Es difícil describirlo. En algún momento, dejé de sentir el suelo a mis pies y entré en un estado de semiinconsciencia. No sabía dónde estaba, ni qué pasaría conmigo. Comencé a olvidar pequeños detalles, a sentir cómo poco a poco los recuerdos se desvanecían. Llegó un momento en el que no recordé ni quién era, ni cómo me llamaba.

¿Quiénes eran todas esas personas de mis memorias? ¿Quién me reñía por mi pésima práctica? ¿Quién me felicitaba por mis resultados teóricos? ¿Quién me aconsejaba en las malas épocas? Pero sobre todo, ¿quién era esa chica de cabellos plateados que me sonreía pícaramente y que tan bien conocía, pero al mismo tiempo no conseguía recordar? ¿Por qué nos abrazábamos? ¿Qué hacía entregándole a ella un objeto que había estado fabricando toda la noche?

Acabé por olvidarlo todo, incluso las preguntas que me había formulado segundos antes. Al fin y al cabo, ¿qué importaba? Me había transformado en un muñeco. Vivo, pero vacío por dentro. Dejé de sentir mi propio corazón.

Y cuando todo parecía perdido, escuché una voz en mi cabeza. Aunque me resultaba familiar, no logré ubicarla.

«¿Ya te das por vencido?».

Al principio, pensé que era un producto de mi imaginación. Sin embargo, la llamada volvió a repetirse.

«¿No decías que sabías defenderte por ti mismo?». Por alguna razón, el comentario me irritó, pero seguí sin alterarme. «Hicimos una promesa, ¿te acuerdas?»

No, no me acordaba. Pero por alguna razón, comencé a sentir una fuerte punzada en el pecho. Dolía.

«Si te rindes, no podrás recuperar lo que has perdido. Eres fuerte. Puedes resistirte. Sólo debes buscar en lo más profundo de tu corazón. Céntrate en mi voz. Mientras puedas escucharla, la oscuridad no podrá engullirte», aseguró, antes de añadir un último comentario, en un tono más débil que los anteriores. «Tu corazón es mi único camino hacia la Luz».

¿Su único camino?

Recordé vagamente el que había de un pueblo costero hasta una gigantesca residencia que, por alguna razón, conocía muy bien. En la entrada de ésta, una niña de aproximadamente diez años, caracterizada por tener un extraño pelo plateado recogido en una trenza, me gritaba para que me diera prisa en alcanzarla. Sonreía, y sin querer esperarme, entraba en la mansión, dejándome fuera.

Fue como si hubiera abierto los ojos. De repente, lo recordé todo. Me llamaba Dimitri. Era un joven aprendiz al cuidado de los Maestros Kyra, Eleazar y Almira, y soñaba con convertirme algún día en Maestro, enseñar a otros alumnos y proteger la Luz como mis mentores. Pero entre todos los compañeros que compartíamos el mismo objetivo, destacaba uno. Mi mejor amiga. Anthea. A quien había perdido segundos antes.

Me di cuenta de que si continuaba cayendo, jamás podría encontrarla. Sería un juguete de la oscuridad y decepcionaría a mi desaparecida amiga. Recordarla me hizo sentir una cálida sensación que sustituyó al dolor. Y recordé la Luz.

En algún momento, dejé de descender entre las tinieblas. Supe que la oscuridad no podría afectarme nunca más. Tenía una protección mucho más fuerte que todas las oleadas de monstruos que pudiera mandar para destruirme: la de dos corazones unidos por un vínculo inquebrantable.

Lo siguiente que captaron mis sentidos fue el olor del mar. Salado y con una ligera mezcla de pescado. Luego, me di cuenta de que estaba tumbado sobre un suelo frío y poco cómodo. Abrí los ojos, a tiempo para contemplar un inmenso cielo de noche, cubierto por pequeños y relucientes puntitos amarillos, por donde también surcaban estelas fugaces que se paraban en un determinado sitio para convertirse en estrellas. Más tarde, me enteraría de que en realidad se trataban de mundos en plena creación.

Estuve varios minutos, quizá horas, contemplando el maravilloso espectáculo, hasta que los cambios pararon y el Reino de la Luz estuvo formado. Pese a las luminosas estrellas, intuía la oscuridad que rodeaba a cada una de ellas, siempre al acecho para apagarlas.

Me levanté, sacudiendo la ropa llena de arena, y observé el horizonte que había entre el cielo y el mar. En mitad del océano, una isla mucho más grande que en la que me encontraba se podía observar desde mi posición.

Aquel lugar me recordaba a mi antiguo hogar cerca del mar. Pero por mucho que me girara, detrás no encontraría un camino ascendente, ni al final de él la residencia de mis Maestros, ni tampoco… Ni tampoco a una chica albina que se impacientara al esperarme en la entrada.

Y entonces me di cuenta de que estaba equivocado. No se parecía en nada a mi anterior residencia, sino más bien, a una prisión.

Aquel mundo estaba vacío.

[…]


Los siguientes días fueron muy confusos. No sabía dónde estaba, ni cómo regresar a mi hogar. Por alguna razón, me sentía dividido. Como si el mundo se hubiera partido en varios pedazos y se hubiera dispersado por el espacio. Y no estaba muy equivocado.

Los años pasaron. Y más tarde, mucho más tarde, encontré a Thais y a Ryan. Por entonces, ya me consideraba todo un Maestro. Había diseñado una armadura resistente a la oscuridad, siguiendo los pasos de mi antigua mentora, y junto a mi Llave Espada, había conseguido viajar entre los mundos. Fui investigando los lugares que me encontraba e intentando descifrar los sucesos acontecidos en la Guerra de las Llaves Espadas, llamada así en adelante.

Sin embargo, aún a día de hoy no he logrado encontrar el campo de batalla donde la libramos.

Finalmente, me acabé asentando con los dos chicos y junto a otros supervivientes, en un mundo deshabitado donde hallamos una enorme mansión que usamos actualmente para continuar con nuestra labor como protectores de la Luz.

A pesar de no haber hallado ni a mis Maestros ni a ninguno de mis compañeros, sigo conservando la esperanza de que ellos también sobrevivieran. Y que, a su manera y en su mundo, sigan luchando por la Luz.

[…]


Y quince años después, sigo acudiendo a la misma playa donde un día desperté. El único sitio en el que realmente siento que estoy en contacto con Anthea y que, de algún modo, volvemos a estar juntos. Puede que mis esfuerzos hasta ahora hayan sido en vano, pero como ya le dije a Thais, «Nunca me daré por vencido».

Los fracasos no importan. Ni tampoco perderé nunca la esperanza. Porque sé que tarde o temprano, nos reencontraremos.

Impoluto al paso de los años, el llavero con forma de paopu no se había deteriorado en absoluto. Lo agarro con fuerza, invadido por un fuerte sentimiento de esperanza.

Es nuestra promesa. Y ambos la cumpliremos.

[…]


En una playa similar, aunque oscurecida e inmersa en el linde con la oscuridad, una chica observa el horizonte, silenciosa. Agarra con fuerza un llavero con la extraña forma de una fruta, mientras disfruta del suave y fresco olor del mar.

Sonríe. Y al igual que su amigo, también piensa en el esperado reencuentro que, algún día, se producirá.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Yagami Kyo » Dom Mar 27, 2011 9:11 pm

Vaya, menudo capítulo....
Espera, que me recupero en un segundo de la emoción. Ya está. El final, precioso. Un buen epílogo, sin duda. ¿Sabes lo pero de este capítulo? Que es el último. Es lo único malo que veo. Si quisieras, podrías hacer una continuación genial, pero no es necesario. Tal cuál está, está perfecto.

Espero tu siguiente obra con ansias.
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Re: [Fic Kingdom Hearts] Shadows in the Dawn

Notapor Ichl » Lun Mar 28, 2011 12:15 am

Increible. Ha sido muy bueno. No todas las historias pueden presumir de un buen final, y para mi gusto, esta si puede.

Me ha gustado especialmente el hecho de que el final es muy abierto. Últimamente, vemos en cada serie, película, videojuego o libro, un final en el que intentan atarlo todo y darle al espectador absolutamente todas las respuestas. Lo cual suele derivar en finales que no satisfacen del todo. Sin embargo, tú has hecho un final abierto, sin resolver claramente todos los misterios, y te ha quedado genial. Eso hace que se potencie la imaginación del lector. Además, la historia no es muy larga y se hace muy fácil de leer :wink: Gracias por hacerme pasar un gran rato leyendote.

Por último, decir que estoy deseando que postees ya tu nuevo relato. Mucho ánimo, y mucha suerte :bravo:
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