Luz Sombría

¿Eres un artista y te gusta dibujar o escribir? Entra aquí y comparte tus dibujos / historias con nosotros.

Luz Sombría

Notapor Taeko » Vie Ene 28, 2011 6:51 pm

Buenas, vengo a presentaros una historia original que empecé a escribir hace mucho de forma semanal y que ahora empecé a subir a una web propia, pero esta vez una versión Beta (que es la que os presento).

Los protagonistas son Taeko y Airi (no tiene nada que ver con Kairi, en serio, fue pura casualidad xDD) y... bueno, os pongo los cuatro primeros capítulos:


Spoiler: Mostrar
I
Monotonía





Poco a poco el muchacho despierta, dejando que su mente volviera del mundo de los sueños, dejando que su cabeza se aclare, dejando que los recuerdos vuelvan a él, mientras los recuerdos soñados se van alejando poco a poco.
Mientras se despeja, siente cómo la debilidad del sueño se apodera del joven.

Casi sin fuerzas para hacerlo, se incorpora, pulsando el botón de la luz de su reloj de pulsera. En poco tendría que estar en su pupitre, medio dormido y soportando gente que no quería estar allí.
Terminó de levantarse, mientras se quitaba su pijama y se ponía unos vaqueros y una camiseta.

El chico se dirigió al baño, mirando la imagen que le devolvía el espejo, la imagen de un chico de apenas tres lustros de edad con el cabello ya canoso. Esto se debía a una poliosis extraña que le afectaba. Pero lo que más fuera de lugar parecía haber en él eran sus ojos, los cuales eran de un gris metálico nunca visto.

Mientras intentaba despertarse, desayunó una taza de leche con galletas, sin ganas.
“Todos los días igual” pensó mientras fregaba la taza.

Volvió a su habitación y cogió la mochila de clase mientras se calzaba. Miró su reloj, dándose cuenta de que tenía cinco minutos para llegar a su colegio en la otra punta de la ciudad.
Con mucha calma, sacó su teléfono móvil, desenredó los cables de sus auriculares y los colocó en sus oídos, mientras empezaba a reproducir su lista de reproducción.

Se puso la mochila a los hombros y cerró la casa al salir con llave. Empezó a caminar por las calles que conocía ya de memoria, pensando en la clase que estaba empezando ahora. Era de Lengua, y tocaba repaso del análisis de oraciones.

“Repaso” dijo para sí. Todo era un gran repaso. Los profesores decían lo mismo una y otra vez, intentando que a sus alumnos se les afianzaran las ideas, mientras ellos “nosotros” se corrigió, olvidamos lo que nos enseñan a las primeras de cambio. “Pero no nos pueden culpar, al fin y al cabo, la mitad de lo que nos dan, no sirve para nada en el futuro”.

Sin apenas darse cuenta y con estos pensamientos en mente, se vio delante de la puerta de su clase, llamando a la puerta, la cual abrió su profesor de Lengua.

-Taeko –le dijo-, bienvenido, pero no puedes estar en clase con los cascos puestos.
-Aún no estoy en clase –dijo recogiéndolos en el bolsillo-. Puedo entrar ¿no?

Y, sin esperar respuesta, entró en la clase y se sentó en su sitio mientras sacaba el libro. El profesor cerró la puerta sin hacer caso del comentario de Taeko y continuó explicando.

-Como decíamos, las palabras componen frases, a las cuales sólo podremos llamar oración si tienen al menos un verbo… -las palabras del profesor empezaron a apagarse en la mente del joven, mientras se sustituían por las suyas propias.

“¿Por qué hay que aprender todo esto? Vale, nos ayudará como personas, pero, cuando muramos, los estudios, los recuerdos, y todo lo demás se irá con nosotros. Para no volver”

-Sujeto, Taeko –dijo la voz del profesor, señalando la pizarra.

El chico se fijó en la pizarra. “El gato azul de la muchacha se puso en la pantalla”

-Gato –dijo volviendo a perder el interés por la clase.

Las clases siguieron muy lentamente, dejando que Taeko se aburriera demasiado.
Aprovechó que su mesa estaba lejos de la pizarra para escribir una mini historia en su cuaderno:

El hombre, despojado de sus recuerdos, de su forma de ser y hasta de su propia carne, paseaba por el castillo, rozando con su mano mutilada la pared. Sólo sabía que tenía un deber que cumplir, uno que le había encomendado su maestro: el de guardar su reposo. Sólo podía acordarse de eso, pues había puesto todo su empeño porque no se borrara de su vieja mente.
También recordó que era inmortal, lo cual favoreció que pudiera luchar sin armas contra los que querían interrumpir el sueño de su amo, pero hacía que estuviese muerto en vida, que sufriera como nunca.

Le costaba pensar cada vez más, su corazón parecía latir por obligación, muy lentamente, caminaba arrastrándose y sin darse cuenta apenas de lo que hacía. De repente oyó un ruido, apenas un susurro para él, pero que en realidad habría sido un estruendo.

El hombre se dispuso a luchar contra el nuevo enemigo, pero se sorprendió al reconocer de forma muy borrosa a su maestro.
-Amo –gimió.

-Me has servido, amigo.

-Amo… amo… por favor… quiero… quiero pedirle una cosa –dijo con la garganta ronca.

-Puedes pedirme lo que quieras, después de tu lealtad.

-Amo… máteme

Taeko miró la historia, evaluándola. Pensó que podría hacer continuaciones de esa historia hasta completar muchas páginas, pero dudó que en clase pudiera hacerlo.
De pronto sonó la campana. El muchacho metió el material en la mochila, guardando la hoja de su historia en la última página de un cuaderno. Dejó la mochila en el suelo y salió al patio, donde le esperaba el recreo.

Una vez más, sacó los auriculares y el móvil, mientras todo el mundo a su alrededor se movía. Pensó en las clases que le quedaban. Una de ellas era ética, y era en la única en la que de verdad necesitaba pensar.
Pocos minutos después, sonó el timbre de nuevo, mientras los alumnos intentaban aprovechar los últimos segundos del recreo.

Animado por la idea de un debate en clase de Ética, subió hacia clase, intentando esquivar a todos los estudiantes que llegaban a clase desanimados, intentando armar algo de jaleo antes de entrar en clase y ser controlados por los profesores.

Llegó el primero de su curso a la clase. Parecía que, siendo el último curso de la educación obligatoria, los alumnos se desmadraban como nunca, aprovechando que los profesores tenían que aguantarles por ser una educación obligatoria.

Él no se sentía tampoco como alumno modelo, pues evitaba estudiar después de clase y durante las mismas estaba absorto en sus pensamientos, pero veía inútil pasarse un año no haciendo nada para repetir curso y volver a lo mismo. Si odiaba algo, era la monotonía, y había demasiada en su vida.

“Daría lo que fuera por un poco de… acción” pensó mientras se sentaba en su apartado pupitre.

Los alumnos iban llegando a cuentagotas, mientras el profesor de Ética se acercaba por el pasillo, llamando la atención a los que gritaban o corrían por el pasillo.

-Abrid el libro por la página 53 –dijo cerrando la puerta.

Mientras los estudiantes se sentaban poco a poco y sacaban los libros con toda la lentitud posible, Taeko leía el título de la página que les había dicho el profesor:


La pena de muerte


Meditó sobre ello un rato: “¿Merecía alguien la muerte por haber hecho el mal a otras personas?” Decidió que dependía, muy en parte, de la intensidad con la que esa persona hería a otras, pues no era lo mismo poner la zancadilla que poner una bomba. “Pero, por otra parte, toda vida es sagrada, y matar a un asesino no evita que el verdugo sea un asesino también”

-Entonces ¿qué pensáis sobre la pena de muerte? –preguntó el profesor.
Taeko alzó su mano.

-¿Sí?

-La verdad, creo que no debería estar permitida –argumentó-, pues matar a un asesino nos pone a su nivel, y hacerlo con crímenes menores sería absurdo.

Un compañero levantó la mano:

-Pero es una forma eficaz de evitar que muera más gente inocente, pues están diez, quince años en la cárcel, salen, y vuelven a matar.

-Existe la rehabilitación –se defendió Taeko-, no siempre van a volver a matar, y matarlos es negarles una segunda oportunidad.


Tras muchas opiniones, enfados, respuestas lógicas y otras no tanto, sonó la campana, mientras el joven se desesperaba “¿Cómo podía pasar tan rápido el tiempo de la clase de Ética y el del resto de las clases tan lento?”
Sumiéndose en sus pensamientos de nuevo, dejó que pasaran otras dos horas extremadamente aburridas. Tras el último sonido de la campana del día, echó la mochila a sus hombros y salió, dejando pasar antes la tromba de gente que deseaba salir, tras varias horas encerrados.

Pasó por casa y vio que su madre le había preparado un bocadillo, pues había asimilado ya la manía de su hijo por no comer hasta después de ver a Airi, y decidió preparar algo para comer antes de que fuera a verla, por el camino.

Sonriendo, Taeko cogió el bocadillo y comenzó a devorarlo mientras se dirigía con rapidez al parque.
Airi era una chica que siempre vestía de negro, lo cual, como le dijo varias veces en sus encuentros, le traía problemas a la hora de hacer amigos, a pesar de que era guapa, al menos desde el punto de vista de Taeko.
Siempre se habían llevado bien, y nunca le importó que fuera gótica, como a ella nunca le importó su color de pelo.
Aún con todo, no habían acabado por intimar demasiado, pues no se conocían desde hacía mucho, y tampoco contribuía que fueran ambos fueran tímidos.

Terminó el bocadillo y dejó el papel que lo recubría en una de las entradas del parque. Mirando para ver si encontraba a Airi, se sentó, feliz de poder ver a su amiga tras una larga mañana.







El sol del amanecer bañaba una pequeña urbanización de casas lujosas, haciendo que la gente comenzase con su vida diaria: sacaban al jardín a sus mascotas, cogían el coche para ir al trabajo...
Por una de las aceras una chica de pelo negro largo y piel blanca, corría tranquilamente con sus auriculares mientras escuchaba música. Le gustaba correr con música para poder relajarse, desconectar con el mundo; aunque la gente la tomara un poco por loca por ser gótica.
Un pequeño yorkshire ladró con furia a la chica, que clavó sus ojos azul hielo en aquel bichejo con enfado.
Después de eso, se dirigió corriendo en dirección a su casa.

Al llegar entró rápidamente en su habitación: era un cuarto bastante grande, lleno de posters de grupos góticos de música. Encima de las mantas negras de la cama había algunos peluches de esqueletos de animales bastante lindos, en las estanterías había libros de vampiros, hombres lobo, magia, lobos...
Todo ese tipo de literatura le encantaba.

Se peinó tranquilamente su flequillo recto y su larga melena, camina hasta el armario y lo abre, enseñando un arsenal de ropa gótica, faldas, vestidos, corsés...
Eligió un vestido corto hasta las rodillas, de color negro y cuadros rojos, y cogió su bandolera de esqueletos, encaminándose al instituto.
-Que pocas ganar de ir -suspiró mientras caminaba saliendo de su urbanización.

El colegio no se hallaba tan lejos de su casa, así que solamente llegó tres horas tarde.
Las primeras clases no le gustaban.
En el colegio era una chica bastante conocida, aunque tuviera un aspecto gótico y ausente, era una de las chicas más listas del colegio y bastante conocida entre los alumnos del colegio. Muchas chicas querían ser sus amigas y muchos chicos le enviaban cartas de amor y regalos por San Valentín, aunque ella los ignoraba a todos completamente; sus ojos solo podían ver a una persona.

Una vez llegó a la clase, todos alzaron su mirada para ver qué interrumpía la clase.
-Llegas tarde Airi -dijo el profesor escribiendo en la pizarra un árbol genealógico.

-Lo sé, lo sé, tuve que ir al médico... -se sentó en su sitio, mostrando un pequeño justificante perfectamente falsificado.
-Entonces Fernando VII abolió la ley sálica...-continuó el profesor ignorándola completamente.

Airi bostezó y se recostó en la silla: no le gustaba la historia, aunque más bien era el profesor el que no le gustaba, pues era aburrido y su voz molesta y chillona.
Unas risillas llamaron la atención de la joven. Sus compañeras de clase volvían a reírse de ella, como siempre, Airi ya estaba cansada.
-Como no os calléis -susurró Airi-, iré a vuestra casa de noche y os arrancaré las tripas mientras me como vuestro corazón -sonrío dulcemente, viendo los rostros asustados de sus compañeras.

Las tres horas pasaron rápidamente, a excepción de la hora de química, que fue mortal. Cuando sonó la campana de final de clases, salió corriendo en dirección al parque donde había quedado con Taeko, no quería llegar tarde, ni siquiera se paró a comer. Adoraba quedar con él, se sentía cómoda en su presencia y podía relajarse completamente. Taeko no la juzgaba.
El parque era uno de los sitios favoritos de la joven, donde se podía quedar a leer en tranquilidad sin que la molestaran, o hablar de cosas importantes sin temor a que nadie más escuchase.

Cuando llegó al parque ya estaba allí Taeko, esperándola como siempre, ¿cómo conseguía llegar siempre antes que ella?
"Llegó antes... espero que no tuviera que esperar mucho" pensó mientras caminaba hacia el banco donde estaba el joven, escuchando los quejidos de su estómago.
-Cállate...-dice para sí.

Sonríe al ver llegar a su amigo, alza su mano y le saluda.
-¡Taeko!

____________________________________________

Spoiler: Mostrar
II
Contacto





-Taeko se fijó en la chica. Llevaba un vestido negro corto con cuadros rojos, el pelo largo con flequillo recto y, en general, estaba muy guapa. Como siempre, cada vez que la veía, se corazón le dio un vuelco debido al júbilo.

-Hola, Airi ?saludó el joven.

-¿Cómo haces para llegar siempre pronto? -preguntó la chica cuando llegó junto a él.

-Mi madre me prepara un bocadillo y lo como antes de venir... -dijo sonriendo.

-Ah, claro...

Taeko rió.
-¿Tú comiste algo?

-No, aunque tampoco tengo mucha hambre, sinceramente -dijo tumbándose al sol, aunque el cielo empezaba a nublarse.

El chico se tumbó al lado suyo, notando como la hierba le picaba en los brazos.
-¿Qué haremos hoy?

-No sé, ¿qué quieres hacer tú? -preguntó la chica.

Taeko pensó en qué podrían hacer. A él le bastaba estar con Airi.
-¿Y si nos quedamos aquí tranquilamente?

-¿En el parque? -alzó su mirada al cielo, que estaba ya totalmente nublado-. Pronto lloverá.

-Um... ¿vienes a mi casa, entonces? -preguntó algo azorado.

Airi se incorporó.
-Claro, vayámonos.

El joven siguió a la chica mientras salían del parque. Estaban empezando a caer las primeras gotas. La joven corrió, resguardándose de la lluvia, mientras Taeko la seguía. Paró cuando llegaron a la puerta de la casa de Taeko.
-Mi madre no llegará hasta la noche -comentó el chico-, podremos hacer lo que queramos sin que nos moleste -bromeó.

-¿Te me estás insinuando? -preguntó ella siguiendo la broma, mientras se secaba el pelo con las manos.

-Um... todo es posible -dijo con una sonrisa-, si te apunas...

Sonriendo aún, abrió la puerta, dejando entrar a la chica primero. Airi entró tranquilamente en la casa, goteando a causa de la lluvia. Se estaba preparando una gran tormenta, como las que le gustaban a ella.
Entonces se fijó en la casa del chico: era bastante grande, con dos plantas y ático. En la planta baja estaban situadas la cocina, la sala de estar y el despacho. En el segundo piso, las habitaciones.
Taeko siempre había sido muy solitario, y dormía en el ático.

-¿Vamos arriba? -preguntó- Desde ahí se verá mejor la tormenta.

-Claro, yo cojo las bebidas, tú la comida -dijo rebuscando en la nevera.

-Creo que había por ahí unos aperitivos -comentó Taeko rebuscando en los armarios.

Airi subió con rapidez las escaleras con las bebidas en los brazos, hasta el cuarto del muchacho. Se tumbó en la cama de Taeko y miró hacia el techo, el cual estaba hecho de una lámina de cristal justo encima de donde Taeko dormía. A la chica le encantaba, pues se podía ver cualquier cosa que estuviera sobre ella, y ese día era ideal para tumbarse a observar el cielo.
-Tuvimos que poner una lona con interruptor -dijo el chico, apareciendo por las escaleras con los aperitivos-. A veces es muy incómodo no poder dormir con la luz del sol.

-Me lo imagino -dijo sonriendo al chico, bebiendo una botella de té helado- Mm... rico.

-Dame un poco -pidió tumbándose a su lado mientras contemplaba el cielo.

La chica le tendió la botella de té. Mientras Taeko bebía, Airi giró la cabeza hacia él.
-¿Qué tal la escuela?

-Aburridísima, como siempre -respondió-. ¿Y tú?

-Hoy llegué tarde, pero sigo siendo la favorita del profe, es lo que tiene ser tan lista... -dijo sonriendo con suficiencia.

-¿La favorita del profesor? ¿Eso desde cuándo? -preguntó con una sonrisa.

-Desde que soy la mejor de todos.

Taeko la miró, divertido.
-Si tú lo dices...

Airi frunció el ceño y golpeó al chico en el hombro.
-Eh, eh, tranquila, no he dicho nada.

Sonrió y guiñó el ojo, riéndose del joven.
-¿Te apetece hacer algo?

-¿Algo? ¿Como qué?

-En una tarde de tormenta y solos... ¿no se te ocurre nada?

Taeko empezaba a ponerse rojo. ¿Lo decía enserio?
-¿Me estás tomando el pelo?

-Un poco sí -dijo abriendo la bolsa de patatas mientras miraba los rayos atravesar el cielo por encima de ellos.

El joven se relajó un poco.
-¿Sólo un poco, entonces?

-Exacto -cerró sus ojos y bostezó.

-No te irás a dormir ahora ¿verdad?

Sin hacerle caso, la chica se estira en la cama y le da la espalda con los ojos cerrados.
-Como mi madre venga y nos vea así, te matará.

-¿Durmiendo?

-¿Quién sabe lo que pudo pasar antes?

Airi suelta una carcajada y se gira mirando al chico. De repente un rayo cae cerca de la casa, provocando que todas las luces se apagasen.
-Espera -dice la chica-, voy a por unas velas.

-Vale, ten cuidado, no te caigas. Están en la cocina.

Airi se dirige a tientas hacia la cocina, mientras otro rayo cae cerca de la casa. Coge unas velas y un encendedor, volvindo a la habitación del chico.
-¿Las encontraste sin problemas?

-No estaban muy escondidas -dice encendiendo dos y dejándolas en la mesilla de noche.

-Pues yo no sabía dónde estaban exactamente -dijo riéndose.

-Qué tonto eres -dice mientras se tira en la cama, casi encima del chico.

-Como sigas así me vas a matar. Antes me pegas, ahora te tiras encima de mí... me maltratas.

-Yo siempre -dice sonriendo.

Airi cierra sus ojos, escuchando los truenos de fondo.
-Oye...Mi tía quiere que me mude con ella...

-¿Eh? ¿A dónde? -preguntó el chico, pensando con horror en si se tendrían que alejar.

Airi miró de reojo al joven, acariciándole el blanco pelo. Mientras, Taeko se giró y puso su mano en la cintura de la chica. Ella, sonriendo, se acercó al rostro del chico, cerrando sus ojos junta sus labios con los de él en un profundo beso. El joven atrajo hacia él a Airi por la cintura y, con su otra mano, acarició su cuello.
Ella a su vez, pasó la mano por debajo del hombro del joven, besándolo con más intensidad. Taeko sujetó por detrás la camiseta de la chica, levantándola y dejando ver su pálida piel. Airi notó su piel ardiendo y se aferró al joven.

Notando cómo le atraía hacia ella, el joven deslizó lentamente su boca por el cuello de la muchacha...



Poco a poco el muchacho despierta, dejando que su mente volviera del mundo de los sueños, pero esta vez había algo diferente: en su cama había alguien más. Airi yacía a su lado durmiendo tranquilamente apoyada en el pecho de Taeko. Sonrió abrazándola, observando como dormía. Respiraba profunda y lentamente con una sonrisa en sus labios. Entonces se dio cuenta de que estaban completamente desnudos. Cogiendo la sabana con una sonrisa y recordando lo que había pasado esa misma tarde, tapó a Airi con cariño. Estaba feliz de estar al lado de ella, alzando una mano acarició la mejilla de la joven.
La tormenta ya había pasado y era de noche. Intentó incorporarse buscando el reloj para ver qué hora era, ¿ya habría llegado su madre?

Con el movimiento de Taeko, la joven entreabre sus ojos, todavía medio dormida.

-Hola -susurró él.

Airi alzó sus ojos, sonriendo al joven y acariciando su pecho desnudo. Se levantó bostezando y mirando la habitación.

-Nos hemos dormido -comentó Taeko-. No sé qué hora es.

-Entiendo -dijo estirándose y mirando al joven.

-¿No... deberías ir a casa? -preguntó el joven a su pesar. No quería que marchase.

-Está bien -respondió. Taeko se dio cuenta de que no tenía que haber dicho nada, pues la chica cogió su ropa, comenzando a vestirse-. ¿Nos veremos mañana?

-Claro que sí, en el parque a la hora de siempre ¿no?

-No, esta vez iremos al lago, me apetece pescar -respondió casi vestida.

-¿Y dónde nos encontramos?

-Ven a buscarme a mi casa, total, mañana es sábado.

-Está bien, pero no sé a qué hora conseguiré levantarme -dijo sonriendo.

-Ni yo, terminarás despertándome.

-Preferiría entrar en tu cama esta vez... a ver si consigo hacerlo sin despertarte -bromeó.

La chica miró al joven, sonrojada, pero frunciendo el ceño a la vez. Cogió sus cosas y salió de la habitación.
Taeko corrió detrás de ella poniéndose su ropa interior. La encontró en la entrada de la casa, abriendo la puerta.

-Oye, no me has dejado despedirme.

Ella sonrió y marchó corriendo, para que el chico no se pudiera despedirse de Airi.

El chico sonrió, parado en la puerta observando como la chica se alejaba, hasta que se dio cuenta de que su madre no tardaría en llegar. Cerró la puerta y corrió a echarse en la cama.
Intentó dormir, pero apenas podía, y menos con el recuerdo de lo que había pasado aquella tarde.
Tras estar horas, minutos o tal vez segundos, su madre llegó a casa. Taeko oyó cómo cenaba y se iba a dormir, pero él aún no podía hacerlo. Poco a poco, y sin dejar de pensar en Airi, se durmió.



Airi corría hacia su casa con prisa, no le gustaba andar sola a esas horas por donde vivia Taeko. Quizás tendría que haberle pedido al chico que le acompañara... Cuando por fin llegó a su urbanización, pudo soltar el aire con tranquilidad. Minutos después ya estaba en su casa, solitaria como siempre, se dio una ducha, cenó y terminó por irse a dormir al final.

Imagen

_________________________________________________

Spoiler: Mostrar
III
Bifurcación





Aquel día Taeko madrugó, a pesar de que el día anterior apenas había podido dormir, y se dirigió a casa de Airi, pensando en que pasarían el día juntos. Cuando llegó a su casa ella ya se había levantado y, después de coger los útiles de pesca, se dirigieron a las afueras de la ciudad, donde había un lago.

Llevaban yendo allí mucho tiempo y, en años de días de pesca, apenas habían pescado dos docenas de peces. De todas formas, lo pasaban bien pescando y charlando, y la brisa ayudaba a disfrutar de esos momentos. Ese sábado parecía ser uno de los días en los que no se pescaba nada, pero ambos estaban contentos, disfrutando juntos. Taeko recordaba a cada momento lo que había pasado la noche anterior, poniéndose rojo todo el rato.

Airi parecía notarlo, pues le miraba de reojo esbozando fugaces sonrisas a cada momento. El muchacho se sentía algo incómodo, pues no sabía si debía de hablar sobre lo del día anterior y preguntarle qué había significado para ella.

-A ver, ¿qué pasa? -preguntó la chica. Taeko se sorprendió ¿tanto se le notaba?

-Pues... me preguntaba qué significó lo de ayer para ti -dijo rojo-, quiero decir ¿qué relación tenemos?

Airi sonrió. "¿Sólo era eso?" se preguntó para sí.
-Novios, por supuesto -respondió sin dudar.

A pesar de que Taeko se lo imaginaba ya, no pudo eviar extremecerse de júbilo. Le parecía increíble que aquella chica que estaba delante de él le dijera aquello... y más aún que ayer estuvieran juntos en su habitación, en su cama...

-Deja de mirarme así -dijo la muchacha. Sin darse cuenta Taeko se había quedado mirando a la chica.. "¿Durante cuánto tiempo?" se preguntó.

-¿Cómo quieres que no te mire? -dijo él con una sonrisa pícara- Si eres preciosa.

Con un ligero rubor Airi se acercó al muchacho y le besó suavemente. Taeko le correspondió, abrazando a la joven mientras lo hacía.

-Bueno -dijo ella al separarse ambos- supongo que deberíamos irnos ya.

-Sí, pero no hemos pescado nada -dijo Taeko. Aún no quería separarse de ella.

-Nunca lo hacemos -respondió con una sonrisa.

-Ya... oye, ¿te quieres quedar esta noche también? -preguntó casi sin pensarlo-. Mi madre no estará y podremos dormir juntos.

Airi sonrió y pasó su brazo por la cintura del chico.

-Vale, no creo que a mi tía le importe.

-¿Te mudaste ya? Pero... sigues aquí ¿no?

-Sí, y casi más cerca de ti que antes -comentó con una sonrisa.

Cuando ambos tuvieron todo preparado para irse, se levantaron y se dirigieron hacia la ciudad, charlando y riendo felices, sin ver a la figura de blanco que les observaba.

-Bueno, parece que tengo ya energía suficiente... aquí no es tan sencillo encontrarla -dijo para sí-. Tendré que darme prisa y llevármelo ya.



-Mañana me acompañarás a la tienda de discos ¿verdad? -preguntó Airi al pasar al lado de dicho establecimiento-. Hoy ya cerró.

-Claro, tampoco pensaba en hacer nada mañana... excepto estar contigo -comentó sonriendo.

Siguieron hablando hasta que llegaron a casa del muchacho, donde él sacó sus llaves y dejó pasar a la chica. Sin mediar palabra, ella abrazó a Taeko y le besó con pasión. El chico recordó lo que había pasado la noche anterior y se ruborizó, pensando en que esa noche lo podrían volver a repetir.

-Si seguís así acabaré llorando -dijo una voz burlona. Taeko se giró instintivamente hacia la puerta abierta, pero no había nadie. Miró a su alrededor hasta ver a alguien sentado en lo alto de las escaleras que daban a su habitación. De un salto, llegó hasta un punto situado a unos metros de los jóvenes.

El hombre vestía íntegramente de blanco: una túnica alba y unos pantalones y un par de zapatillas del mismo color. Todo esto contrastaba en gran medida con su tez morena y pelo y ojos negros.

-¿Quién eres? -preguntó el muchacho, casi sin voz.

-Ryl -dijo el hombre sin inmutarse.

-Lo que sea, pero ¿qu...?

-¿Qué hago aquí? -preguntó con voz burlona-. Bueno, vengo a por ti.

-¿Por qué? -preguntó cada vez más confuso, andando hacia él.

-Porque si no... -dijo una voz a su espalda-, tu novia morirá.

El extraño había llegado hasta detrás suyo en apenas un segundo y había cogido a Airi por el cuello. Ella intentaba zafarse con el rostro rojo y los labios azules.

-Vale... vale -dijo Taeko intentando evitar que aquel loco ahogase a la chica-, haré lo que quieras, pero déjala, por favor.

-Prométeme que vendrás conmigo -dijo Ryl sonriendo, sin soltar a la muchacha.

-Sí, sí, lo prometo, déjala.

El hombre dejó caer a la joven, haciendo que esta se diera un golpe contra el suelo. Casi en el mismo momento que sintió el golpe, se incorporó, llegando a ver cómo el hombre se acercaba al muchacho. Instintivamente, corrió hacia su novio, sin darse cuenta de que una luz había aparecido entre el chico y Ryl.

-¡Tae...! -pudo oir el chico, mientras sentía una presión en su brazo y un vacío en su cabeza.



Abrió los ojos lentamente, mientras sentía que una luz le deslumbraba incluso a través de los párpados, cuando pudo ver algo mejor, vio una mancha blanca a su izquierda.

-¡Tú, cabrón! -dijo recordando el momento en el que casi mata a Airi.

-Me llamo Ryl -corrigió el hombre, serio, acercándose a él-, y, a partir de ahora, me harás caso en todo lo que te diga. Ahora, tranquilízate, o no saldremos vivos de aquí.

-¿De aquí? ¿Dónde estamos? -preguntó confuso, evitando mirar a la luz cegadora que estaba encima de él.

-En Utopía, más concretamente, en la ciudad de Lumen.

A Taeko no le sonaban de nada esos nombres, nunca los había oído, pero se imaginaba que estaría lejos de su hogar.

-Pero... ¿dónde está eso... o esto? -seguía aún confuso, y eso no le gustaba.

Ryl suspiró, exasperado.

-Digamos que es otra... eh... realidad. Ahora, vamos. -dijo comenzando a correr.

El chico le siguió, por miedo a perderse en aquel lugar, y comenzó a trotar a su lado, cuando se dio cuenta de una cosa: estaba haciendo caso, sin reservas, a la persona que amenazó de muerte a su novia. Pensando esto, se paró en seco.

-¿Qué haces? -preguntó parándose él también.

-¿Por qué tengo que hacerte caso? -cuestionó.

-Porque quieres que tu novia siga viva -dijo enfadado Ryl.

Resignado, Taeko le siguió, mientras Ryl subía la velocidad de la marcha. Entonces el chico se fijó en que la luz le seguía haciendo daño a los ojos e intentó mirar al cielo, sorprendiéndose con lo que veía: parecía que el cielo estaba plagado de soles, o que el propio cielo era un gran sol, pues no parecía haber otra cosa encima de él. Siguió corriendo, hasta que se dio cuenta de que había troncos a su alrededor, y que no los había notado porque tenían un color oscuro que no se apreciaba con la cegadora luz que había encima de ellos. Preguntándose dónde estarían las copas, se percató de que cada vez había menos troncos y menos claridad ¿se hacía de noche? Siguieron corriendo hasta dejar el bosque detrás y un cielo plagado de estrellas. Mirando a su espalda, vio que lo que había tomado por el cielo, era la espesura de las copas de los árboles que brillaban con luz propia. Sorprendido, recordó que Ryl le había dicho que no era su realidad. Observando, vio que había una especie de ciudad, cubierta por neblina, y que era allí donde se dirigían.

Siguieron corriendo y Taeko estaba cada vez más cansado, pero no quería que aquel hombre le hiciera nada a Airi, y tampoco a él, pues ahora estaba lejos de casa y nada le protegía.

Como se imaginaba, cada vez estaban más cerca de la ciudad con la neblina, y Ryl no dejaba de observar a su alrededor y subir el ritmo.

-Venga, venga, estamos en peligro -gritaba él cada pocos minutos.

Y él se resignaba y aumentaba más la velocidad. Tras varios minutos así, Taeko tropezó y cayó al suelo.

-¡Levántate ahora mismo! -gritó Ryl, sin piedad.

-¿Por qué no haces lo de antes para llevarnos directamente hasta allí? -preguntó levantándose a duras penas.

-No tenemos el tiempo, ni la seguridad suficientes -respondió el hombre.

El chico se levantó, magullado y muy cansado, mientras Ryl le obligaba a ir más y más rápido hacia aquella ciudad que parecía estar más lejos cada vez. No sabía si habían pasado minutos u horas, pero al final consiguieron llegar.

Taeko se fijó en que lo que había tomado por neblina era, en realidad, una gran cúpula translúcida que protegía la ciudad. Cuando llegaron a la cúpula, Ryl levantó una mano y desapareció una pequeña parte de ella, la justa para que Taeko y él pasaran al interior. Mientras lo hacía, el chico se dio cuenta de que la cúpula tenía un pequeño brillo (nada comparado con el del bosque en el que llegaron) y un grosor de más de tres metros.

Cuando estuvieron dentro, la abertura se cerró en seguida y Ryl pareció más relajado, sin meterle prisa al muchacho mientras este observaba todo lo que estaba a su alrededor.
Los edificios parecían de la Edad Media, pero muchos de ellos tenían ventanas de cristal y puertas de madera reforzada. Las personas vestían de mil maneras distintas, desde sencillas túnicas, o vestidos de volantes, hasta trajes con corbata y vaqueros o chaquetas con capuchas. Varias personas vestían exactamente igual que Ryl (túnica, pantalones y zapatos blancos (y le saludaban cuando pasaban, la mayoría con un profundo respeto.
Cuando Taeko parecía ir a preguntar algo, vio que Ryl sonreía; no como antes, con una sonrisa burlona, ahora su sonrisa era verdadera, y denotaba la alegría de volver al hogar. Se giró y sonrió al chico, mientras decía:

-Bienvenido a Lumen.

_________________________________________

Spoiler: Mostrar
IV
En Lumen





-Así que esto es Lumen ¿eh? -se dijo para sí, sin darse cuenta de que Ryl le seguía observando.

-Sí, mi hogar, y el tuyo a partir de ahora -dijo endureciendo el semblante-, nos ayudarás a combatir a nuestros enemigos.

-¿Qué? -preguntó sorprendido- ¿Por qué?

-Agh... deja de preguntar, mañana te lo comentaré todo -dijo molesto-, ahora nuestro objetivo es llegar a ahí.

Taeko le miró y vio que señalaba una larga calle que parecía llegar hasta el centro de la cúpula, y entonces vio algo que le sorprendió no haber visto antes: una gran torre (más grande de lo que hubiera podido pensar en un principio) se alzaba hasta el techo de la cúpula, uniéndose ambos en el centro de la cúpula, pareciendo que la torre sujetaba toda la cúpula sobre ella.

-A... ¿esa torre? -preguntó confuso.

-Sí -afirmó Ryl andando por la calle que conducía a la misma-, es donde vivirás, donde viven todos los soldados de la luz.

-¿Soldados... de la luz? -cada vez estaba más confundido.

-Sí, a ver, que te explico un poco por el camino, no dejarás de hacer preguntas nunca...

Le contó que Utopía, que era donde se encontraban y que englobaba las regiones de Lumen (luz), Umbra (oscuridad) y los neutrales, sufría una gran guerra. Le explicó que esa guerra llevaba muchos años activa, muchas generaciones, y que era porque ellos, los de Lumen, querían un mundo en paz, cosa que en Umbra no se respetaba, pues les gustaba el caos, la guerra y la sangre, no en vano eran lacayos de la oscuridad.
Aunque Taeko se mostraba reacio, pensó que siempre había querido acción en su vida, y que no había nada mejor que intentar erradicar el mal en el mundo... pero Airi no estaba a su lado, tardaría mucho en volver a verla (a lo mejor ni siquiera tenía esa oportunidad y moría lejos de su hogar) y esa idea era inaguantable.
"Ahora que lo pienso" se dijo para sí "llevo toda mi vida buscando algo de acción, cuando lo que quiero en realidad es estar tranquilo con Airi..."

Intentando pensar en otra cosa, empezó a observar todo a su alrededor. Se dio cuenta de que había otras personas que salían de la cúpula, algunas en pequeños grupos de dos o tres personas y otras en solitario, pero todos con la capucha del traje puesta. Todos formaban en la cúpula una pequeña abertura para salir y esta se cerraba sola al terminar de pasar ellos. Observando esto, se dio cuenta de que no podría salir, imaginándose que la cúpula estaría también en parte enterrada y excavar no serviría de nada, aunque... si pudiera salir ¿a dónde iría?
Se resignó y decidió que se quedaría allí por el momento, buscando oportunidades de volver a su hogar.

-¿Me explicarás algo más sobre esa guerra? -preguntó Taeko. Si se iba a meter en algo peligroso, mejor tener toda la información posible.

-Cuando lleguemos a la Torre -dijo Ryl-. Allí estaremos totalmente seguros y podremos hablar un poco, pero será mañana cuando profundicemos más en lo que será nuevo para ti.

Asintiendo, se fijo en que estaban a unas pocas decenas de metros de la torre. Era más grande que cualquier construcción que hubiera visto nunca. Parecía tener un centenar de pisos por las ventanas que se veían desde fuera. En la entrada una gran puerta estaba situada debajo de un cartel que rezaba "Lumen" y debajo una cifra que aún no alcanzaba a ver.

-¿Qué es eso? -preguntó a Ryl-. Me refiero a ese cartel.

-El número de miembros de Lumen.

-¿Te refieres a la gente de la ciudad?

-No, no. Lumen es la organización de la Luz, la ciudad se ocupa de abastecer a los soldados de Lumen y estos de protegerla de las tropas de Umbra.

-¿Entonces cuánta gente hay en Lumen? -preguntó con curiosidad.

-Míralo tú mismo -dijo señalando el cartel. Ahora se veía perfectamente el número, pues estaban a menos de cuarenta metros de la torre. Tres cifras estaban escritas: "5 6 4".

-No llegáis a seiscientas personas... ¿creéis que podréis ganar así la guerra? -preguntó extrañado.
El hombre sonrió.
-Casi se me había olvidado que no eres de aquí. Bueno, piensa que cada soldado de la luz vale por... cientos de los de tu hogar -explicó-. Cuando aprendas a luchar correctamente, lo verás.

Habían llegado ya a la entrada de la torre, y Taeko se dispuso a entrar cuando se fijó de nuevo en el cartel. La última cifra, un cuarto, había pasado a ser un cinco. Extrañado miró a Ryl.

-Parece que ya eres un miembro de Lumen -comentó divertido.

-No he dicho que quiera serlo aún -protestó el muchacho.

El hombre sonrió, sabiendo que el chico ya había abandonado toda esperanza de salir de allí sin ser soldado. Viendo que Taeko no diría nada más, abrió las puertas y entró, seguido por el joven.

-Por fin llegas, Ryl -dijo una voz.

Dentro de la torre, en el primer piso, había un despacho grande como recepción y un hombre entrado en edad con un elegante traje níveo, que parecía ser el que llamó al hombre que acompañaba a Taeko.

-Tuve problemas en reunir la energía suficiente -se excusó-. Ya sé por qué nunca se hizo esto antes... voy llevándole arriba.

-Bueno, bueno... Taeko ¿verdad? -preguntó dirigiéndose al muchacho, que respondió con un asentimiento de cabeza-. Pues toma, lleva esto a la puerta de tu habitación.

Le tendió una plaquita en la que ponía su nombre y el número quinientos sesenta y cinco. Miró la placa y asintió de nuevo, pensando en cómo sería su habitación. Ryl empezó a andar y el muchacho, como siempre, echó a andar detrás de él. Entraron en una habitación extremadamente grande y que comunicaba directamente a los pisos superiores a través del techo. El joven miró hacia arriba y se mareó, incapaz de contar todos los pisos que había. En el suelo había un hueco de la misma forma que el del techo, pero este de unos pocos centímetros de profundidad.
Taeko miró a Ryl, pensando en si debía preguntarle qué harían, pero, de repente, vio aparecer un disco de luz, que se paró en la hendidura.

-Sube -dijo Ryl, haciendo lo propio.

Dio un salto y cayó al lado del hombre. Tras unos segundos, el disco se levantó del suelo lentamente, ganando velocidad poco a poco hasta que Taeko apenas veía los pisos que pasaban. De pronto algo se movió a su izquierda. Taeko supuso que sería otro disco, pues había espacio para varios en la hendidura, y se preguntó cuántos habría en total. La velocidad del extraño ascensor fue bajando poco a poco hasta que pararon en uno de los pisos. Ryl dio un salto y salió del disco, llegando a un piso de forma circular con una decena de puertas en él.
En cuatro de las puertas había un cartel colgado y Taeko se acercó a la más cercana: "Mar, número 564" decía. Fijándose más, vio que era una placa como la suya encajada en un soporte transparente. Fue hasta la puerta de la derecha y vio el número quinientos sesenta y tres escrito en su placa. Volvió hasta la de Mar y se fijó en que la izquierda no tenía nada en su soporte.

-Entonces esta es la mía ¿no? -preguntó a Ryl.

-Sí, pon la placa y vete cambiándote dijo abriendo la puerta y señalando unos ropajes (blancos, cómo no) encima de la cama. Mañana tendrás que madrugar, así que haz lo que quieras, pero nadie te librará de estar conmigo mañana a las ocho... Y pregunta por el comedor -sugirió-, la cena se servirá en una hora.

Tras decir esto, subió de un salto al disco en el que habían venido y este salió disparado hacia arriba. Entonces Taeko se dio cuenta de que estaba solo. No conocía a nadie y, por una vez le importó, pues allí no estaba Airi, esta vez estaba realmente solo. Decaído, entró en su habitación y se dispuso a cambiarse, echando la ropa sucia y rota por la carrera hasta Lumen a un lado. Antes de vestirse, recorrió su habitación e hizo un agradable descubrimiento: en el cuarto de baño había también duchas. Cogió la ropa y la puso encima del inodoro, entrando desnudo a la ducha. Tras estar un rato bajo el agua, salió, más relajado con una toalla y se sentó en la cama, descansando de todo lo que había vivido esa tarde.
Unos golpes en la puerta hicieron que se sobresaltase.

-¿Sí? -preguntó aún sorprendido.

Esperó ver a Ryl, a pesar de lo que este le había dicho, pero una cabellera castaña apareció por la puerta.

-Hola, soy... -empezó la chica que acababa de llamar. Pero se fijó en que el chico estaba semidesnudo y cerró.

-Lo... lo siento -se disculpó a través de la puerta.

Taeko se ruborizó, dándose cuenta de lo que había pasado.

-Un... un momento -dijo él -, ahora salgo.

Se puso ropa interior nueva y los pantalones, camisa y calcetines blancos. Después abrió el armario y descubrió allí una pequeña colección de diferentes tipos de calzado, pero todos del mismo color, y cogió un par de zapatillas. Cuando se las puso, cogió la túnica con capucha. No sabía si era por la ducha o por las nuevas prendas, pero se sentía a la vez cálido y fresco y, sobre todo, comodísimo.
Estando ya más presentable, abrió la puerta.

-Perdón -dijo la chica enseguida-, no me imaginé...

-Tranquila, no pasa nada -dijo él sonriendo y se fijó en la muchacha. Tenía el pelo largo y castaño, del mismo color que sus ojos. Su piel era pálida y llevaba el traje típico de Lumen.
Ella también sonrió, y al muchacho le pareció guapa.

-Me presento -dijo acercándose y dando un beso en cada mejilla del muchacho-: soy Mar, la número quinientos sesenta y cuatro. Vine a tu habitación porque, al venir hace unos minutos, estaba deshabitada.

-Ah -dijo el chico con un asentimiento-, pues yo soy Taeko y me trajo aquí Ryl, hace un rato.

-¿Eres tú al que había ido a buscar? -preguntó ella sorprendida- Estuvo fuera como una semana, si llegamos a sufrir un ataque, no sé si habríamos podido aguantar sin líder.

-¿Sin líder? -preguntó Taeko, siendo esta vez él el sorprendido.

-Claro, Ryl es el líder de Lumen, es el único que puede viajar a la Tierra -explicó.

-Entiendo... oye ¿cuándo y dónde se cena? Ryl no me lo comentó.

La chica se acercó hasta el hueco, mas esta vez por el lado contrario al que Taeko subió, hasta que apareció un disco.
-Ven, la cena estará ya preparada, es en la planta baja.

Caminando, se acercó al disco y subió en él, mientras volvía a sentir la sensación de vértigo a la vez que bajaban a gran velocidad.

-¿Cómo funciona? -preguntó Taeko evitando mirar abajo.

-Simplemente piensa el piso al que quieres ir -explicó-, por ejemplo, el nuestro es el cincuenta y seis, por la numeración, sin contar la planta baja, claro. Hasta el piso setenta y cinco son todo habitaciones, y por encima están la biblioteca y las salas de práctica.

-¿Cuántos pisos hay?

-Cien, si no me equivoco -respondió.
Llegaron a la planta baja y Mar se dirigió a la puerta opuesta a la de la entrada. El comedor era una sala de un tamaño gigantesco con cientos de mesas de todo tipo, desde dos personas, con dos platos, dos vasos y dos conjuntos de cubiertos, hasta mesas de diez o veinte personas.

-Oye... ¿cenas con alguien? -preguntó él dubitativo. No quería quedarse solo, más que nada, por miedo a perderse en la torre.

-No, la verdad es que también soy nueva, no conozco a casi nadie, aunque llevo dos semanas aquí, pero porque los vecinos nuestros son demasiado solitarios. Además dos de ellos llevan en una misión desde antes de que llegase, y no los conozco aún -dijo sonriendo. ¿Cenamos juntos? Si quieres, claro.

-Sí, sí, por mi perfecto -dijo él aliviado-, así me cuentas más de lo que pasa por aquí... creo que no entiendo casi nada.


_______________________________
_______________________________

Bueno, ya iré subiendo más capítulos y... adoro las críticas; hacedlas, por favor xD
No abras el Spoiler
Spoiler: Mostrar
Vale, lo has abierto, pero no leas mi historia... http://khworld.webcindario.com/phpbb/viewtopic.php?f=2&t=22816
Avatar de Usuario
Taeko
1. Sombra
1. Sombra
 
Mensajes: 10
Registrado: Jue Ene 27, 2011 11:59 pm
Dinero: 4.12
Banco: 15,417.84
Sexo: Masculino
Karma: 0

Re: Luz Sombría

Notapor juan » Jue Mar 31, 2011 5:33 am

me gusto la historia sigue asi espero que pronto saques el procimo capitulo
98% de los adolescentes han fumado, si eres del dichoso 2% que no lo ha hecho, copia y pega esto en tu firma.
juan
2. Soldado
2. Soldado
 
Mensajes: 55
Registrado: Mié Ene 20, 2010 5:42 am
Dinero: 0.00
Banco: 0.00
Ubicación: Queretaro
Sexo: Masculino
Estantería de objetos
Karma: 0

Re: Luz Sombría

Notapor kyra_yuna » Lun Abr 04, 2011 7:04 pm

Sigue subiendo mas capitulos,Taeko ^^
Sabes de sobra que todo el mundo quiere seguir con la historia no les hagas esperar!
I'll also show you a sweet dream....next night
Imagen
Imagen

Ayudales!!!
ImagenImagenImagenImagenImagen
Mas firmas:
Spoiler: Mostrar
ImagenImagenImagenImagenImagen
kyra_yuna
2. Soldado
2. Soldado
 
Mensajes: 50
Registrado: Sab Jun 06, 2009 2:49 pm
Dinero: 9,601.94
Ubicación: En el Mundo Inexistente
Sexo: Femenino
Estantería de objetos
Karma: 0


Volver a Fan Place

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado

cron