Capítulo 1 - Milh y Max
Locke ya había dejado atrás a los jóvenes hacía rato, se sentía bastante bien, la verdad, podía soportar que lo insultaran, que le amenazaran, pero jamás permitiría que insultaran o amenazaran a alguien a quien el quería. Alguien de su familia, ya que, Sara, Zack y la señora Pray se habían convertido en gente de su familia, Locke había cogido el apellido de la señora Pray en señal de afecto y agradecimiento por haberlo cuidado esos 6 años. Zack y Sara también tenían su apellido. Eran como hermanos. Siempre que había algún problema intentaban ayudarse unos a otros. Y en los momentos de alegría siempre les gustaba estar juntos para poder disfrutar mucho más.
Locke echo un vistazo a Kuro, el pueblo donde estaba. Casi todas las casas eran iguales, de 2 pisos con puertas de madera y bastante viejas, los tejados estaban hechos de tejas de color naranja y en todas se podía ver una chimenea. Las calles eran estrechas y en ellas se podían ver varios comercios abiertos y niños jugando a la pelota o con sus mascotas. Locke se encontró con un niño al que ya había visto en otras ocasiones por Kuro. Se llamaba Milh, tenía el pelo tintado de azul, la nariz y la boca grandes y unas gafas de color rojo bastante grandes. Tendría unos 10 años de edad y una estatura baja. Estaba con su perro Firf y parecía preocupado, no parecía tenerlo miedo a Locke como el resto de los chicos, de echo se le acercó corriendo y casi tropieza con una piedra.
—¡Locke, Locke! —gritó tras haberse parado a respirar—. Mi hermano Max ha salido al tejado de mi casa por las escaleras del segundo piso, yo he salido un momento con Firf y al parecer él ha logrado salir. No quiero que se entere mi madre y a mí me da miedo subir al tejado por si me caigo. ¿Podrías echarme una mano?
Locke se fijó en el niño, parecía preocupado por lo que pasaba y quiso ayudarle. El niño no lo había hecho adrede y nunca es de buen gusto recibir una regañina por parte de una madre. O al menos eso pensaba Locke, ya que él nunca había tenido madre. Lo más parecido era la señora Pray.
—Por supuesto que te ayudaré, Milh. Dime, ¿dónde está tu casa?
—Unas calles más arriba y girando a la izquierda, yo te acompaño.
Tras decir eso, Milh salió corriendo cuesta arriba hacía su casa, pese a tener 10 años corría bastante rápido, al igual que su perro que iba tras Milh. Más atrás estaba Locke que trataba de no perder al chico con la vista o de lo contrario no sabría donde ir. Como vio que el chico iba muy rápido de lo asustado que estaba decidió usar uno de sus trucos con el agua, mientras corría lanzaba agua con su mano izquierda al suelo. El resto de humanos se hubieran resbalado, pero a él le resultaba más fácil desplazarse. Tras varios minutos corriendo llegaron a una casa como el resto de las otras, vieja, con la puerta de madera, tejas de color naranja y una chimenea en el tejado, en ese mismo tejado estaba el hermano de Milh, Max. Éste era un niño de 3 años, no tenía aún pelo, pero ya le comenzaban a crecer algunos pelillos rubios, tenía unos ojos grandes de color azul y una nariz y una boca pequeñas. Llevaba puesto una camiseta de color azul de lana la cual tenía un dibujo de un sol y unos pantalones de color amarillo, también de lana. Se podía ver al niño gateando por el tejado, bastante cerca de la chimenea. Parecía que no estaba muy preocupado, a esa edad apenas comprendía nada, se limitaba a dar vueltas y vueltas por el tejado sin rumbo fijo.
Locke empezó a pensar en que hacer, tendría que tener mucho cuidado ya que perfectamente el niño se podía caer desde el tejado. Lo mejor sería usar una de sus burbujas, pero no las que había usado contra los jóvenes de antes, esas eran burbujas que herían a las personas y en aquel momento quería una burbuja para salvar a alguien. La gente de la calle se sorprendió al ver a Locke, muchos de ellos salieron corriendo tras criticar sin motivo alguno al chico, otros se limitaron a mirar lo que estaba a punto de hacer. Otros ni siquiera la habían visto la cara; aún llevaba la capucha. Decidió quitársela para estar más cómodo. Se pudo ver un pendiente en forma de gota en su oreja izquierda y un bastante largo pelo rubio. Muchas de las personas que aún no sabían quien era salieron corriendo asustados ya que pensaban que les iba a atacar. Locke estiro su brazo izquierdo en el aire, la manga de la sudadera de color rojo se le remangó dejándole visible su brazo izquierdo, en él se podía observar perfectamente su pañuelo azul anudado a la muñeca de Locke. Sólo fue durante un segundo, pero algo en aquel pañuelo cautivó a Milh. Se quedó mirándolo impresionado, era un simple pañuelo azul sin ningún dibujo sin embargo aquello embelesó a Milh y a otras varias personas que estaban en la misma calle que los chicos, incluso se podría decir que hasta encantó a Firf, el perro. Cerca de donde se encontraba Max apareció una burbuja en la que cabía perfectamente el niño, de color transparente y formada sólo por agua. El niño se metió dentro sin apenas darse cuenta, fue gateando y se topó con la burbuja. Cuando estuvo dentro ni se inmutó, se quedó quieto mientras Locke bajaba la burbuja con mucho cuidado. El chico parecía concentrado, él sabía perfectamente que si se desconcentraba un solo segundo la burbuja estallaría haciendo que Max cayese al suelo. Locke condujo la burbuja hasta los brazos de Milh y cuando ya estaba a pocos centímetros la burbuja estalló y Max cayó en los brazos de su hermano, éste agarró al niño con fuerza y lo abrazó. Milh empezó a llorar de alegría por haber recuperado a su hermano.
—Mu-muchas gra-gracias —sollozó Milh.
—No me tienes que agradecer nada, pequeño. Somos amigos, ¿no?
Milh comenzó a llorar con más fuerza y se fue corriendo a su casa. Locke había visto como cientos de lágrimas salían de los ojos del pequeño. Preocupado, entró en la casa y llamó al niño por su nombre. Locke pudo ver como dentro de la casa habían varias fotos de la familia, varios muebles viejos y una vieja cocina con un horno a leña. En una de las fotos vio a Milh junto a un señor mayor con un bigote de color negro. Pensó que sería su padre y no le dio más importancia. Tras escuchar más atentamente escuchó que unos lloros venían del segundo piso y decidió subir. Giro en el pasillo a la izquierda y subió las escaleras tropezando con un escalón. “Alguien debería arreglar ese escalón” pensó. Nada más subir vio enfrente suyo una habitación, abrió la puerta y entró. En ella había una cuna en la que estaba el pequeño Max y al lado una cama con sabanas de color rojo en la que estaba Milh llorando, había dejado sus gafas en una pequeña mesita de madera justo al lado de la cama. Por toda la habitación había fotos del padre de Milh y Max. Los lloros del niño eran muy altos.
—Milh, ¿puedes decirme que te pasa? —preguntó Locke preocupado.
Milh levantó la cabeza de las sábanas, tenía los ojos rojos por haber estado llorando, cogió sus gafas de la mesita y se dispuso a hablar.
—Lo que me pasa... —hizo una pausa para respirar—. Es que no soy fuerte, no puedo proteger a mi familia. No pude proteger a mi padre el día que lo asesinaron, no supe ayudar a mi madre después de la muerte de papá, no supe ayudarla durante el parto de Max. No... ¡No sirvo para nada!
El niño volvió a llorar, sus gritos de impotencia y angustia eran insoportables para Locke, no por el hecho de que molestaran, si no porque no sabía como ayudar al pequeño. No se lo pensó dos veces y se lanzó a darle un abrazo a Milh, tuvo que arrodillarse para dárselo puesto que era más bajito que él.
—Eres la persona más valiente que conozco Milh. Eres muy fuerte aunque tu pienses lo contrario. No conozco a muchas personas que sepan sobrellevara la muerte de un padre y el cuidado de una madre y un hermano. Eres muy valiente Milh.
—Algún día... Quiero ser igual de fuerte y de valiente que tú, Locke —contestó el niño mientras a Locke le resbalaba una lagrima por el ojo.
Locke se incorporó y le revolvió el pelo al niño. Le miró y sonrió.
—Me tengo que ir, Milh. Cuida bien de tu hermano.
—Gracias Locke. ¡Muchísimas gracias!
—Ni se te ocurra volver a llorar, ¿entendido? —lo dijo ya que había notado que la voz de Milh temblaba.
Locke bajó las escaleras de la casa y salió a la calle. Su sorpresa fue tremenda al ver que los ciudadanos que habían contemplado la escena seguían ahí- Y fue aún mayor cuando estos empezaron a aplaudirle y a agradecerle lo que había hecho.
—¡Bien hecho chico! —gritaban unos.
—Un hurra por el chico del agua —vociferaban otros.
Locke sonrió por la hazaña lograda. Acababa de cambiar la opinión de medio pueblo sobre él. Todos los que pensaban que era un monstruo se habían dado cuenta de que Locke era todo lo contrario. Se puso su capucha de nuevo y siguió andando de camino a casa de la señora Pray.
* * *
Tras haber salido del pueblo Locke siguió andando, la casa de la señora Pray estaba a 10 minutos de la salida del pueblo, era una mansión a las afueras. La mansión tenía un aspecto viejo, la fachada de ladrillo era de color amarillo. De 2 pisos y llena de enormes ventanales con cortinas de color amarillo. A ambos lados de la mansión habían dos balcones con barandillas blancas de las que descendía una hiedra de color verde oscuro. El tejado era de tejas de color negro. A Locke le encantaba aquella casa. El primer día que fue casi se pierde y las primeras semanas le seguía costando encontrar las habitaciones. Muchas de ellas estaban desocupadas. Otras las usaban de estudios, de dormitorios y en la planta baja se situaba la zona de entrenamiento, en la cual Locke había mejorado su poder con el agua y Zack había mejorado con la espada.
Locke decidió pararse en un pequeño lago que había en el prado, cerca de un bosque por el que tenía que pasar para ir a casa de la señora Pray. Se quitó la ropa y se quedó en calzoncillos para bañarse. Se tumbó en el agua dejando que entrara en su cuerpo, ya que los 50 litros que necesitaba Locke no eran necesarios que los bebería, también los podía coger estando en el agua o cogiendo los de la lluvia. Por cada minuto en el agua recogía un litro. El agua en el cuerpo de Locke funcionaba así: Él necesitaba 50 litros para estar como una personas normal, para estar sano. Menos de 50 litros empezarían a debilitarlo y si llegaba a tener sólo 10 podría morir. Luego, toda el agua que cogiera de más serviría para usar las técnicas. Sin embargo la capacidad del su cuerpo era de 100 litros. Si estaba lleno de agua, significaría que tendría 50 litros para usar técnicas y otros 50 para sobrevivir. Locke tenía 3 tipos de ataques que el conociera: Unos en los que al agua salía fuera de su cuerpo, como los chorros que les lanzó a los veinteañeros o la burbuja que salvó a Max. La cantidad de agua que gastara sería la que perdiera, es decir, si usaba 1 litro, perdía 1 litro. Luego estaban las técnicas de refuerzo, en los que el agua surgía sólo en su cuerpo, como el puñetazo que le dio al tipo de antes, estas técnicas reforzaban su fuerza y apenas gastaban agua de su cuerpo. Al igual que la técnica de pasar agua de su mano izquierda a otra parte del cuerpo, no gastaba nada, ya que únicamente transportaba el agua de una parte a otra. Luego estaban las técnicas de control de agua del exterior, con estas podía controlar agua que no estuviera en su cuerpo, si no que estuviera en el exterior. Estas no gastaban agua de su cuerpo, tan solo le desgastaban físicamente.
Tras haber permanecido 50 minutos en el agua se dispuso a seguir hasta la mansión de la señora Pray. Salió del agua y se puso su ropa. Estaba aún húmedo, pero eso no le importaba ni lo más mínimo. Fue paseando tranquilamente hasta el bosque. Era un bosque normal y corriente, con su variedad de arboles, algún que otro pájaro y un camino de tierra que llevaba al otro lado. Justo a mitad del camino Locke se topó con un Kobetsu. Los Kobetsus eran unos demonios que vivían en los bosques. Eran criaturas altas y delgadas de colores oscuros. Tenían los colmillos y las garras afiladas y unas bocas enormes. El Kobetsu se abalanzó sobre Locke, logró esquivarlo y pudo golpearle con un puñetazo de agua en el costado, mientras el demonio se recuperaba Loche puso su mano izquierda sobre su mano derecha durante 3 segundos, tiempo suficiente como para que surgiera agua de las dos manos creando una bola bastante grande en manos de Locke, bola que le lanzó al demonio, que salió por los aires. Locke puso la mano izquierda en el suelo y se concentró. Cerca de donde estaba el monstruo salió una columna de agua que golpeó al Kobetsu aún en el aire y lo hizo caer al suelo desmayado.
Locke estaba cansado, no se esperaba esa pelea en esos momentos. Tras haber respirado durante unos segundos se incorporó y prosiguió su marcha hasta su casa.
* * *
Locke ya había llegado a la mansión, abrió la puerta con una llave dorada que tenía y entró en la sala. Allí estaba una chica con el pelo rizado de color rubio y oscuro por las puntas. Era bajita y llevaba una camiseta de ir por casa puesta, unos pantalones caídos e iba descalza. Estaba llorando sentada en un sofá de piel que había en la entrada.
—Sa-Sara, ¿qué pasa, qué sucede? —preguntó Locke alterado.
La joven levantó la cabeza despacio y se abrazó al chico.
—Locke... —susurró con la voz temblando—. La señora Pray ha muerto.