Last Fight

Completa, al fin.

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Re: Last Fight

Notapor Sheldon » Vie May 23, 2014 1:23 am

Este capitulo me ha trastocado un poco. Está bastante bonito, sigue la tónica del anterior y demás pero creo haber notado cierta ironia o sarcasmo. Al menos es lo que me ha parecido mientras escuchaba la música y leido el texto.

No sabes como me haces sufrir cuando los miercoles me meto en el foro y no veo un nuevo movimiento. Y bueno, pues nada, esperando el siguiente. Ya queda poco...
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Re: Last Fight

Notapor ita » Sab May 31, 2014 9:46 pm

Actualización: [31/05]

Nuevo capítulo de "Last Fight", espero que sea de vuestro agrado, de lo contrario lamento las molestias.
¡Muchas gracias por leer! Perdón por el retraso en la publicación.


Movimiento 7- Adagio. *(8)


    Sus ojos vagaban, perdidos, entre la inmensidad de la noche, buscando algo, buscándola a ella, su vida, su eternidad.

    Había pasado siglos en el olvido, luchando entre las sombras, melancólico, triste y negro. Su alma se consumía, su corazón había dejado de latir, sólo la tenía a ella; sus ojos claros, de un verde brillante, profundos, dulces, inconmensurables y aquel frío desgarrador, que se clavaba en su pecho, arañando su piel, sangrándole, hasta vaciarlo, dejándolo solo con su dolor, con aquel pesar infinito, tormento devastador que confundía su mente, envenenaba su razón y tornaba la realidad en fantasía y la vida en ficción.

    Había hecho un pacto y por ello había dado su vida, por volverla a ver, por volver a tenerla frente suyo, por sostener aquella mirada clara y sentir el calor de su piel. Y ahora estaba tan cerca de reencontrarla, de volver a tenerla, de ser de nuevo los dos que siempre habían sido. Porque ella había regresado, sentía sus ojos buscándole, su voz susurrando su nombre al viento, sin hallarle. Y dolía, dolía hasta la extenuación, hasta arrancarse del pecho su corazón vacío, para detenerlo, para que terminase aquella locura, aquel sentimiento que lo arrastraba hacia el delirio. Y las horas pasaban en vano, mientras se buscaban sin consuelo, huyendo de ese magnetismo furioso, de aquel imperativo del que no podía escapar, que le empujaba a regresar hacia ella, hacia sus labios, de vuelta a su hogar. Pero su vida estaba marchita, débil, como una hoja revoloteando bajo el cielo otoñal. Su amo era inclemente y debía cumplir su última misión. Y, por mucho que él se negase, sabía que todo iba a terminar. Pronto, muy pronto. Y no podía hacer nada, sólo protegerla, dar su mísera vida por la de ella. Pero nada de lo que pudiese hacer serviría, su destino estaba marcado, su final, cerca. Y estallaba en lágrimas, lleno de ira y dolor mientras contemplaba su mirada perdida y trataba, en vano, de encontrar su lugar, un modo de salvarla, de retenerla a su lado ahora que por fin se habían encontrado, de poner en suspense el devastador final de aquel trágico adagio violento, fuerte e imparable que marcaría para siempre su vida, su muerte.

    Sus ojos azules aparecían frente a ella. Sentada en la banqueta, con las manos perdidas en aquel mar nacarado que llenaba el aire con una dulce melodía, entre sus pesadillas, perdidos entre la multitud mientras regresaba a casa, no importaba, cerraba los ojos y ahí estaban los suyos. Como una obsesión, le perseguían. Y se había cansado de rehuirlos, así que los esperaba, mientras tocaba el piano, entre las paredes lamidas por el fuego y la madera quemada.

    Había pasado de un adagio moderado a tocar con frenesí y violencia. Sus dedos se estrellaban contra las teclas, con una furia desmedida, mientras desde sus pupilas, las lágrimas caían, silenciosas, lamiendo sus mejillas, resbalando como gotas de lluvia plateadas, mojando sus dedos al tocar.

    Volvía a sentir aquella presencia, oscura y peligrosa, maligna. La seguía, la acechaba, la cercaba en la noche y la perseguía de día. Como un soplo de aire frío y cruel, que le helaba el alma, un nombre susurrado, como una plegaria, un deseo ardiente de verla reducida a la nada, de terminar con su existencia y apagar para siempre ese brillo que iluminaba la sala. Su nombre, un murmullo que se perdía en el silencio, una letanía lenta pero certera que la torturaba con sus cadencias lentas y letales.

    ¿Cómo vivir sumido en aquella oscura agonía? Los otros ya la habían encontrado. Sentía que pronto todo llegaría a su fin, pero él no quería. No lo podía permitir, volver a perderla, sentir de nuevo aquel dolor punzante, como llamas ardiendo alrededor de su corazón, envenenando su mente y corrompiendo su alma, viviendo sin vivir, sintiendo que todo lo había perdido, que no quedaba nada, porque ella, su pequeña, era su mundo, su todo. Y la impotencia le llenaba por dentro mientras contemplaba las horas pasar, hojas revueltas escritas en lágrimas negras, como un libro a punto de finalizar.

    Las últimas notas escapaban de su cárcel, remoloneando por el aire, impregnando con su tono el silencio de la habitación. Sumida en la oscuridad de la noche, ella esperaba. Unos ojos azules que la contemplasen absortos, perdidos en los de ella, pero no llegaba. Y las sombras se cernían a su alrededor, frías y etéreas, fantasmas de mármol y cristal, fuertes e indómitas, reclamando su vida a gritos susurrados en la noche que se cerraba, sin luna, en el cielo. Y él no estaba para llenar aquel frío silencio que la rodeaba, rozando su piel.

    – Y, pronto, llegará el final.

*(8) Albinoni, Tommaso: Adagio en sol menor: para orquesta de cuerda y órgano. 1945.

http://www.youtube.com/watch?v=WztZaeZF5DA

[center]*Notas de publicación: se subirán los capítulos semanalmente.
*La historia cuenta con un total de 10 Movimientos [8/10].


Respuestas a los lectores:


#Sheldon: siento mucho la demora en la publicación. Espero que este capítulo también sea de tu agrado y que, más o menos se vaya intuyendo el final del relato. ¡Muchas gracias por tus comentarios y críticas semanales! Animan a seguir adelante. ¡Muchísimas gracias y ojalá los dos capítulos que restan sean también de tu gusto!
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Re: Last Fight

Notapor Sheldon » Dom Jun 01, 2014 1:17 am

Bien, bien, bien... Puf...

Menuda música, gran elección. Y un movimiento muy hermoso, sobre todo durante el principio. Lo que he notado en este es que desde la mitad hasta el final todo se vuelve muy redundante. Ya lo he visto anteriormente en los capítulos más largos y es que redundas a veces demasiado en el lenguaje poético/lírico. Eso no es malo, para nada, pero lo que si te digo y como me han enseñado a mi es que la metáfora y los procesos de la poética están para usarlos moderadamente porque llegan a hacer la escritura tan densa que cansa al leer continuado. Esto, obviamente, está como un guía. Ya te digo yo que las guías a mi como si no existiesen en la práctica, cuando de verdad me "sentimentalizo" con mi obra.

A lo que voy, el problema es que a veces y te lo digo como lector, me encuentro tanto grado de pasionalidad y sentimientos tan fuertes que al ser tan personales no logró sentirlos como tales en mi. Me ha pasado concretamente conforme avanzaba este movimiento y en otro que creo que ya te lo comenté.

Con esto no pretendo minusvalorar nada, simplemente decirte que según mi criterio un consejo podría ser el de alternar toda la pasión con un poco más de narracción. El grado de profundización en la parte, digamos, emotiva de la obra la has conseguido con creces pero falta, a mi pesar, un tanto mas de soltura de la narrativa pura.

Es un consejo, nada mas. Sobre todo te lo digo por el tema de aligerar y dejar reposar al lector.

Y no quiere decir que no me haya gustado, me ha parecido delicioso este movimiento. Y ya estoy esperando al siguiente...
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Re: Last Fight

Notapor ita » Dom Jun 08, 2014 12:21 am


Actualización: [07/06]

Nuevo capítulo de "Last Fight", espero que sea de vuestro agrado, de lo contrario lamento las molestias.
¡Muchas gracias por leer!


Movimiento 8 – Lacrimosa. *(9)


    El viento hacía danzar su coleta y le alborotaba los mechones que caían, libres, sobre sus hombros. En lo alto el cielo brillaba, estallando en mil colores mientras que el sol moría lentamente, entre el rojo escarlata y el azul zafiro. Las primeras estrella, tímidas, asomaban por entre las nubes, iluminando la escena como diminutos puntitos mientras la luna sonreía.

    Caminaba por las calles abarrotadas del centro, perdiéndose entre la multitud, tratando de avanzar, a trompicones, intentado huir, llegar a su casa y dejar atrás esa sensación que le oprimía el pecho y le cortaba la respiración.

    Los primeros copos de nieve empezaron a revolotear por sobre las casas, mojando la piel de los transeúntes quienes, absortos por la belleza magnética del momento, contemplaban la escena embelesados. Pero no ella.

    Desde lo alto la vigilaba. Perdido entre las sombras, en la inmensidad del firmamento, la buscaba. Para protegerla, para salvarla. Entre el nácar de la nieve confiaba en hallarla, en que no fuese demasiado tarde. Y rezaba en silencio para que todo aquello aún no hubiese finalizado.

    Subió las escaleras tan rápida como pudo y, tras de sí, cerró la puerta. Suspiró, cansada, apoyada en la pared, sintiéndose, por unos instantes, salvada. Respiró profundamente y trató de tranquilizarse, de detener el estallido loco de su corazón.

    Se sentó en el taburete y liberó las teclas que empezaron a sonar, componiendo una melodía sin nombre, tenue y fúnebre. Un canto a la muerte, un trágico final, mientras que de sus ojos brotaban pequeñas perlas plateadas que, sumergidas en su tristeza, surcaban su piel, suicidas, mojando las blancas clavijas de aquel viejo piano.

    La música fluctuaba en el aire, densa y desolada, una misa tardía en una noche recién empezada que tañía con el recuerdo de una muerte anunciada.

    De entre las sombras un murmuro contenido llegaba hasta ella. Asustada, se levantó de la banqueta, matando las notas al capturarlas de nuevo bajo la tapa y, por unos instantes resonaron, rebeldes, tratando de escapar de su prisión negra, mientras que el murmullo se hacía más fuerte, audible. Un nombre que cada vez era más claro. Un nombre como el de ella, surcando el espacio hasta llegar a sus oídos. Y de la oscuridad de la noche nacieron ellas.

    Dos figuras difusas que la miraban, unos ojos borrosos, sin color, fijos en ella. Unos labios que en silencio hablaban. Dos recuerdos del pasado, fotografías viejas y gastadas que, poco a poco, iban adquiriendo forma y tono a la vez que sus miradas se hacían más intensas, peligrosas, rebosantes de odio, ira y tristeza, recobrando la nitidez perdida, emergiendo de las entrañas de la oscuridad, hijas del miedo y la penumbra.

    Un frío oscuro la abrigó, arropándola en un mar de tinieblas, desconsuelo y desesperación, que iban penetrando en su sangre, nublando su mente y enturbiando sus sentidos.

    Siempre había estado sola, eso era algo normal en su vida. La música era su única compañía pero, en los últimos días había sentido que aquello había terminado, que había alguien a quien le importaba, que la quería. Era una sensación cálida, dulce, reconfortante que se iba diluyendo, escapando de su ser para perderse en la inmensidad mientras que la escarcha iba creciendo en su interior, hasta vaciarla, dejándola sin nada salvo la vastedad de su soledad.

    Poco a poco las dos figuras se fueron apartando de la oscuridad de la cual habían aparecido, avanzando hacia ella, cercándola, acorralándola entre ellas y la pared. La luna, un pálido reflejo en el cielo, iluminó sus rostros perdidos en el tiempo. Sus ojos, clavados en los suyos, refulgían como dagas bajo la luz tenue de las estrellas, como témpanos de hielo que la llevaban a la perdición, que penetraban en sus entrañas, hasta helarla por dentro, hasta romperla en mil pedacitos de hielo desmenuzado.

    Y, de repente, lo sintió todo y no sintió nada. Paralizada por el horror lo último que pudo ver fue un brillo peligroso, demente y diabólico en aquellos ojos que volvían a desaparecer, borrándose en su memoria, salidos de la pesadilla a la que debían regresar. Y un agudo dolor penetró en su cuerpo, rasgándola desde dentro, tratando de partir su corazón, despedazando como un papel su cuerpo abandonado, cayendo en una apacible oscuridad que parecía querer mecerla, que se perdiera en ella, no despertar.

    Los copos de nieve revoloteaban por la habitación, empujados por leves ráfagas de viento que los hacían bailar por la ventana abierta, llenando el cuarto con el aroma del invierno que acariciaba su piel, como el aleteo de una mariposa.

    Abrió los ojos. A su alrededor todo danzaba, alocado y demente, como en un sueño, pero dolía, dolía hasta respirar, hasta la extenuación. Sentía el frío aroma del metal esparcido sobre sus labios pálidos mientras que una calidez abrasadora la envolvía, subiendo por su interior, reviviéndola con una lenta agonía, tortura sádica que enloquecía sus pensamientos. Y las lágrimas resbalaban sobre su piel, plateadas y frías, hasta caer, disolviéndose en el rojo escarlata que brollaba de su pecho y que pintaba su camiseta con una macabra imagen, irreal y grotesca, pero demasiado arrolladora, demasiado dolorosa para ser ficción. Surgiendo de entre su piel, retorciéndose sobre sus huesos, el metal la penetraba, una interne proyección de ella misma, una anexión tan ajena como ponzoñosa. Y, desde algún lugar sentía aquellos ojos fijos en ella, ese azul inmenso, casi infinito, que la buscaba, susurrándole a lo lejos palabras que no entendía pero que le reconfortaban, bañando su corazón de luz, llenando la habitación con la danza de las estrellas. Y el mundo se paró para ella, mientras caía sobre el suelo, entre sus brazos. Y, desvaneciéndose del mundo se perdió en aquellos ojos constelados, sumergiéndose en una triste melodía de un amor tan trágico como puro que conmovió su espíritu, mientras que todo empezaba a llenarse de luz.

    La estrechó contra su pecho, tan fuerte que temió romperla, quebrar su frágil cuerpo de cristal. Sus ojos claros habían llorado tanto que le hacían palpitar la ira en sus venas, querer hacerles sufrir con la misma intensidad que su pequeña, devolverles el daño que le habían causado a su amor, su vida, que trataba de escapar de entre sus labios dulces, polvo dorado huyendo de su ser para separarse de él de nuevo. Y no podía... no había nada que pudiese hacer.

    Posó sus manos sobre sus heridas y, inconscientemente, cantó su canción, mientras acariciaba su rostro manchado de rojo y plata, acurrucándola, arrullándola con ternura y devoción, con el amor que ella le hacía sentir. Lamió su sangre y besó cada centímetro de su ser con miedo y ansia, con desesperación. Con pánico aferrando su corazón alocado de puro despecho. Y rogó llorando que no la apartasen de su lado, que le concedieran la vida, porque sin ella no podía existir.

    – Por favor, quédate conmigo, mi pequeña, mi amor...

*(9)Mozart, Amadeus: Misa de réquiem en re menor K, 626, Secuencia VI: para orquesta sinfónica, coro y voces solistas. 1791.

https://www.youtube.com/watch?v=k1-TrAvp_xs

*Notas de publicación: se subirán los capítulos semanalmente.
*La historia cuenta con un total de 10 Movimientos [8/10]
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Respuestas a los lectores:


#Sheldon: ¡Muchas gracias por tan extenso comentario! La verdad es que tienes razón, quiero darle tanta emotividad a los relatos que acabo creando algo que no se puede sostener, porque carece casi de argumento, siendo puro lirismo y sentimentalismo. Lo siento. También añadir que me gustan mucho las metáforas (culpa a la poesía) y, a menudo, salen cosas muy complicadas o extravagantes, cuando no carentes de lógica.
La verdad es que escribir relatos largos no es mi fuerte, y más si no los reviso (porque si lo hago no termino, pues le voy añadiendo más y más adornos y florituras). Pero espero que hayas disfrutado de la lectura y te agradezco muchísimo el tiempo y el esfuerzo que dedicas en leer y comentar cada semana esta historia. ¡Muchas gracias!
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Re: Last Fight

Notapor Sheldon » Dom Jun 08, 2014 4:09 am

Me dan ganas de abrazarte. Esto es puro Romanticismo en estado puro. Es el movimiento más oscuro y a la vez tierno, es Romanticismo, vamos (Romanticismo del de verdad, no del de Best Seller...). Y, definitivamente es la "solución" a mi anterior comentario. Es narrativo, es poético, es muy argumental y es, por ahora, el climax de la obra.

Las primeras estrella[sic], tímidas, asomaban por entre las nubes, iluminando la escena como diminutos puntitos mientras la luna sonreía.


Los primeros copos de nieve empezaron a revolotear por sobre [sic] las casas, mojando la piel de los transeúntes quienes, absortos por la belleza magnética del momento, contemplaban la escena embelesados. Pero no ella


Unos pequeños fallitos de nada.

Y bueno, no tengo mucho mas que decirte salvo que precisamente esto es lo que requería el momento. Es mucho más ligero pero a su vez es también muy profundo de otra manera a como lo eran los anteriores. Aún no quiero leerlos todos juntos ya que estoy esperando al último para darte una impresión final global y específica a cada capítulo. Han sido casi dos meses en los que esta historia me ha estado rondando la cabeza con continuas especulaciones pero obviamente de semana a semana los detalles se van perdiendo poquito a poquito. Por eso, estoy esperando con muchas ganas el colofón de la historia.

Y no tienes porqué agradecerme nada ya que no me supone ningún malgasto de tiempo el leer y comentar.

ita escribió:La música era su única compañía pero, en los últimos días había sentido que aquello había terminado, que había alguien a quien le importaba, que la quería.
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Re: Last Fight

Notapor ita » Vie Jun 13, 2014 2:24 pm

Actualización: [13/06]

Nuevo capítulo de "Last Fight", espero que sea de vuestro agrado, de lo contrario lamento las molestias.
¡Muchas gracias por leer!


Movimiento Final: Zarabanda *(10)


    Sobre ella la nieve, plácida y olvidada, revoloteaba, agitada por el viento, perdiéndose en la inmensidad. Sus ojos verdes no veían cómo danzaban, alegres y vibrantes, sólo podía sentir la oscuridad cercándola, atrapándola, atrayéndola hacia la desesperación, hacia un miedo que corroía su sangre, paralizando su corazón, hasta la muerte, la extenuación. Y no podía seguir, cada día era un suplicio, una agónica letanía sin consuelo; la noche traía el día, pero ni el sol arrojaba luz a sus tinieblas, no lograba disolverla; sólo la tenía a ella, su única compañía, desesperante y loca, pura melancolía, una lenta balada que la consumía. Y ni la música la consolaba ni sus ojos acallaban las voces aquellas voces que la parecían perseguirla, acosándola, sumiéndola en una demencia paranoica, obsesiva. Y los días se sucedían sin control, vertiginosamente, infundiéndole pánico, irradiando miedo al oír su nombre susurrado al viento, voces que ni sus propios gritos acallaban, macabras y grotescas que envenenaban su ser, confundiendo su alma para ganarla, para que todo terminase.

    Había visto cómo aquellas pupilas verdes perdían su color, tiñéndose, oscuras y tristes, sin brillar, carentes de la magia hipnótica, esa fuerza que le hacía perder el control, desear poder fundirse en ella. Vacía, una muñeca frágil de porcelana meciéndose al viento, lista para quebrarse, lista para perder. Y el dolor enturbiaba sus pensamientos, su dolor traspasaba su piel, loco de ira, presa de una angustia primitiva, ancestral, que se apoderaba de su entidad, llenándolo todo de nada, oprimiéndole el corazón con tanta fuerza que lo sentía estallar en su pecho. Y quería gritar, chillar de furia, dejarse llevar, sumergirse en las aguas frías del pesar, olvidarse del mundo y recordarla a ella, obligándose a sufrir hasta quedarse sin sentidos, hasta que no quedase en él nada más que su amada. Y un dolor que jamás mermaría.

    El viento agitaba su melena mezclándolo con el ocaso que, pintado en la orilla teñía el mundo de azul y púrpura y lo llenaba todo con la primera oscuridad mientras que las primeras estrellas brotaban, lejanas y hermosas, mudas y silenciosas.

    Miró el inmenso cielo que se alzaba frente a sus ojos claros, con la determinación pintada en su rostro de alabastro. Sintió el frío roce de la noche sobre sus mejillas sonrosadas mientras su cabello se perdía en aquel triste atardecer de rojo y negro. Todo había cambiado y el final estaba presto a llegar. La hora postrera en que la melancolía agitaba su corazón sumergido en las tinieblas, helado y vacío, latiendo apesadumbrado, lleno de miedo, pero también de certeza, de felicidad, último rayo que con calidez acariciaba su piel, leve aleteo de mariposa, pero verdadero.

    Su figura se recortaba entre la oscuridad, clara y ominosa, iluminada por las estrellas que brillaban sobre ella. Se alzaba en lo alto, hermosa, reina de su vida, prisionero de su corazón, de sus ojos hechiceros.

    No podía creer, no quería creer pero podía ver la determinación resplandecer en verde lejano de sus pupilas rotas. Y no lo podía soportar, verla partir, marchar para siempre, perderla de nuevo, para toda la eternidad.

    Y ni todas las vidas podrían devolvérsela, ni todos los pactos con la oscuridad; si se iba era el final. Nada compensaría su partida, jamás apaciguaría el dolor que empezaba a despertar en su interior, cerca de su corazón que aún latía, adormilado, mecido por el miedo, por un pánico ancestral y poderoso que paralizaba su ser y le arrastraba a la desesperación.

    La sangre fluye, tintando el blanco mármol de carmín. Ella está estirada en el suelo con la cabeza vuelta. Sus piernas dibujan un ángulo especial, mientras que sus manos, rasguñadas, caen inertes sobre su pecho. Tiene los ojos abiertos, mirando, vacíos, el infinito del cielo, perdidos bajo la luz de la luna.
    Él corre y se arroja sobre su cuerpo, aún tibio, mientras escapa el carmín de entre sus labios, suspiro último de una vida que se acaba. Sus pupilas verdes brillan bajo las pequeñas gotas de sal. Besa su boca, furioso, hasta el delirio, la extenuación, hasta que su sangre se mezcla con la de ella en un río escarlata que desciende por sus mejillas. La abraza fuerte, deseando fundirse con su cuerpo, dejar de existir, dejar atrás ese tormento que nace de su pérdida. Y llora, grita, trastornado y loco, arremete contra su piel, arañándola con vehemencia, con fiereza. Y su mundo cae, se despedaza, cristal que al viento se disuelve hasta que ya no queda nada.

    FIN

*(10) Händel, Georg Friedrich: Zarabanda en re menor para clavecín.
https://www.youtube.com/watch?v=aQ8zElSQcL0

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¡Y con este último movimiento llegamos al final de esta historia! Muchas gracias a todas aquellas personas que se han tomado el tiempo y la molestia de leer, semana a semana, cada nueva parte de esta pequeña "novela". De verdad, muchísimas gracias.

Respuesta a los lectores:


#Sheldon: ¡Me alegro mucho de que el anterior capítulo fuera realmente de tu agrado! Gracias por señalarme esos fallos, ya los modifiqué en el original, cuando pueda edito el capítulo de aquí. Y aquí está el final, espero que no te haya defraudado. Muchas gracias por seguir cada semana "Last Fight" y espero que hayas disfrutado la lectura. ¡Muchas gracias de corazón por todas las críticas y comentarios!
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Re: Last Fight

Notapor Sheldon » Mié Jun 18, 2014 3:52 am

Y...FIN.

A modo de recopilación, me gustaría hacer un sumario de las impresiones tras la lectura pero esta vez intentaré invertir un poco los términos. He leído seguidamente la obra, algo que podría aportar otra perspectiva. Hay un gran cambio desde leer uno por uno a distancia de semana los capítulos que a leerlo seguido, cosa que básicamente es el fundamento de una composición (en este caso escrita). También lo he hecho sin música, sin esa maravillosa banda sonora que no obstante en una lectura global difícilmente puede ser implementada. En definitiva, he intentado enfocar tu obra desde otra perspectiva y allá van mis opiniones:

- El inicio de la obra es básicamente perfecto, ya sea leído seguido como con tramos de tiempo entre capítulo. Al releerlo he recordado el gancho con el cual la obra me atrajo. Aparte de eso, la acción está bien distribuido: la primera mitad se centra en la chica y la segunda en el chico. Simple pero efectivo.
No obstante he leído un pequeñito fallo que no se si te comenté anteriormente:

A su lado, como por [arte de] magia, aparece un hombre.


La estructura temática de la obra creo que es bastante, por así decirlo, experimental, cosa que está bastante bien llevada. Tienes claro las cúspides argumentales y has sabido guiarte por ellas.

- La transición hacia el segundo movimiento a pesar de ser brusca me parece correcta. Liberas la tensión acumulada del inicio. No obstante y creo que me repito, tras esta segunda lectura he notado que necesitas suprimir algunas comas y frases subordinadas sobre todo en los primeros párrafos.
Sin embargo, en el momento en el que aparece el chico se “sobreexplota” la tensión. Es decir, acabamos de venir de un suicidio. Tras este punto álgido debe llegar la calma para comunicar de nuevo con la acción. Esta distribución es un tanto dispar, lo cual no quiere decir que esté mal. Es, por así decirlo, un tanto abrupto.

-Nieve es igual a descanso, reposo. El tercer movimiento es un verdadero tentempié para la lectura. Algo te garantiza que no va a ver giros argumentales y continuas la lectura plácidamente imaginándote ese Munich nevado.

- El cuarto movimiento creo que es precioso. Ya te lo dije antes y es que ese contraste entre la nieve anterior y esta calidez es radiante, perfecta. De nuevo la acción es retomada pero esta vez la forma de llevarla es totalmente diferente a como antes se ha podido leer anteriormente. Y opino que me encanta, vamos, nada que objetar

- El quinto movimiento sigue sin convencerme. Lo siento. El contenido me parece correcto aunque la forma no es muy viable ya que la veo muy cambiante. Me he dado cuenta (torpe de mi) que las tres divisiones corresponden a los tres movimientos de la sonata. De cualquier manera, sigo sin sentir verdaderamente el capítulo como un todo. Las situaciones son muy dispares entre si y salvo el final, no resulta muy interesante.

- Una de las ventajas que posee la lectura global es que te permite relacionar más fielmente la trama. Y eso es lo que acabo de observar. Este sexto movimiento es una confluencia de la acción de los anteriores movimientos. Estilísticamente es bonito aunque en diversos momentos la magia es descompuesta ya que el tema se desvía o se introduce algo que no corresponde, a mi entender, obviamente.

- Debo decirte que mi opinión sobre este séptimo movimiento ha cambiado muchísimo tras leerlo sin música. Personalmente lo prefiero así. De nuevo nace el contraste: del fuego pasamos a la calma, a las ruinas. Desde aquí aprovecho para animarte a que explotes este “don” porque te puedo asegurar que hacerlo correctamente es bastante enrevesado aunque no lo parezca. Como puedes ver es uno de los recursos que más me atraen de tu obra.

-Octavo Movimiento: Repites demasiado la conjunción y. Además te repito que la primera mitad está demasiado edulcorada hasta el punto de hacerse demasiado densa. Te repito lo mismo que te dije en el comentario específico. Además me gustaría comentarte que insistes demasiado en el verdor de sus ojos. Prácticamente en todos los pasados capítulos lo has repetido. Es un consejo, pero yo intentaría suprimirlo al mínimo ya que se hace bastante redundante.

-El noveno movimiento está perfecto como está.

-El final es demasiado bonito. Es el fin, la tristeza, la melancolía que se había venido palpando desde el inicio de la obra. Y es el fin que se merece.

Y nada mas. Un placer leer obras de calidad en este foro.

Te recomiendo que presentes esta obra a concursos de relatos. Aunque no lo parezca hay bastantes concursos de este tipo en universidades y centros de este tipo. A partir de lo que ya tienes escrito y creado puedes modificar la forma y la distribución dependiendo de lo que se te pueda pedir en un concurso u otro, algo que no creo que te resulte muy complicado. Es una buena forma de darse a conocer. Sea como sea, es un consejo.

Nos volveremos a leer, Ita.
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Re: Last Fight

Notapor ita » Sab Jun 28, 2014 4:27 am

Aquí dejo la versión final del relato. He modificado y corregido errores y expresiones incorrectas, así como algunos elementos del formato y estructuras repetitivas.
Espero que ahora sea mejor.

Aquí está el link: http://es.scribd.com/doc/231643961/Last-Fight

¡Muchas gracias a todos los que habéis leído esta pequeña historia!
En especial a Sheldon, por sus comentarios y críticas, que han hecho posible que el relato mejorase considerablemente.
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