por Soul Artist » Vie May 08, 2009 7:38 pm
Soiartze observó al policía un instante. Parecía hablar en serio. Pero no pudo evitar reír algo bajo, antes de que no pudiese dejar escapar la risa y comenzara a troncharse.
-Hablo en serio –dijo Cristián, enojado-. Te buscan.
-Me dices que unos tíos raros que los egipcios adoraban me buscan –señaló Soiartze entre carcajadas-. Y que curiosamente tienen mi mismo nombre “artístico”. ¡Es tronchante!
-Es real.
-Es estúpido –Soiartze paró de reír tras algo de esfuerzo y cogió aire, intentando ahogar la risa-. Más incluso que lo del gilipollas aquel, Sombra.
-Escúchame, en serio –la voz de Cristián empezaba a revelar algo de cansancio con aquella situación-. Los Eternos son…
Se calló un momento, y Soiartze se cruzó de brazos, esperando una respuesta.
-Vamos, habla –le animó-. ¿Son?
-Somos –continuó. Soiartze arqueó una ceja-. Somos humanos con poderes que vamos pasando. Pero en tu caso…
-Me he perdido algo. ¿Sois?
-¿No podemos hablarlo en el restaurante? ¿Por favor?
Soiartze suspiró. No le caía bien aquel policía. Primero, había intentado ligar con ella, y ahora se contaba una batallita. Pero en parte, le creía. Tenía que creerle. Porque, después de todo, podía saber una cosa que llevaba demasiado tiempo preguntándose: quién era ella.
-Está bien –afirmó-. Vamos allí.
Cristián dio las gracias por lo bajo y caminaron dirección al restaurante. Se escuchó un trueno y miró el cielo, nublado y oscuro.
-Qué raro –señaló Soiartze-. Se acerca tormenta. No suele llover mucho en Madrid, ¿me equivoco?
Cristián afirmó y tragó saliva, preocupado.
El tiempo se acababa.
Christopher apartó los prismáticos de su vista y observó con sus propios ojos a los dos eternos. Oscura y Luminoso, menudo equipo.
-Cristián ha decidido meterse en esto al final –comentó a su compañera con un ligero acento ruso, pasándole los prismáticos-. Desgraciadamente, no parece querer ayudarnos.
La mujer se colocó los prismáticos en los ojos e hizo una mueca mientras observaba cómo los dos entraban en el restaurante. Iba vestida con un traje de goma azul oscuro, como el de un buceador, ajustado a su esbelto cuerpo. El traje cubría todo su cuerpo, aunque las manos y los pies iban recubiertos por guantes. Sus ojos estaban tapados por unas lentes bastante grandes con forma circular, y su pelo estaba recogido bajo una capucha que llegaba desde el traje. Lo poco que se podía ver de la mujer eran sus labios y la nariz, junto con parte de la cara, que revelaba su origen africano.
-Sucia perra –musitó-. Le ha engañado.
-Él no nos interesa, Fadija –Cristopher sonrió-. La chica es nuestro objetivo.
El hombre, un adulto que rondaría los cincuenta años, levantó su mano y la observó, intentando hacer algo, sin éxito. Suspiró, decepcionado. Llevaba un traje verde que recubría todo su cuerpo, exceptuando las manos y pies, recubiertos de amarillo y con pinchos engarzados. En el pecho llevaba el símbolo de un rayo desdoblándose varias veces. Al contrario que su acompañante, no llevaba máscara, revelando sus arrugas y pelo canoso perfectamente peinado.
-El poder de la oscuridad –señaló con una sonrisa aún Cristopher-. Interesante. No creí que siguiese existiendo, creía que Eterno Helado lo había matado hace treinta años, cuando apenas me había unido. Veo que los rumores eran falsos.
-¿Por qué iba a serlo? –preguntó Fadija, guardando los prismáticos.
-Porque esa chica aún no había nacido entonces –contestó él-. Sabes cómo funcionan las cosas.
Fadija miró el restaurante, y dirigió su mirada a su compañero.
-¿Actuamos?
-Todavía no –Cristopher le miró a los ojos-. Debemos esperar, aprender de ella. Si atacamos ahora, montaremos un escándalo y no sabemos bien cómo reaccionará. Quiero conocerla antes de matarla.
-No tenemos por qué matarla –señaló ella-. Podemos hacer otras cosas.
-El poder de la oscuridad es una aberración, Fadija. No sabes los problemas que nos causó.
-¿Y por qué iba a causarlos?
Cristopher dejó de sonreír. Recordó lo sucedido hace treinta años. Recordó la cara del Eterno Oscuro, de cómo casi le mataba. Miró al suelo, disgustado.
-Porque lo llevan en su poder –explicó-. La oscuridad no se puede controlar, te controla a ti antes o después. No puedes huir.
-¿Y acaso no nos controlarían nuestros poderes? –Preguntó Fadija. Cristopher negó con la cabeza.
-Cualquiera que me conozca sabe que no es así.
Volvió a levantar su brazo, a alzarlo hacia el cielo. Se escuchó un trueno y de golpe un rayo cayó sobre él. Fadija se echó un momento hacia atrás y observó al hombre, que había quedado intacto ante el relámpago. Él le sonrió, satisfecho.
-Aunque no negaré que me gusta mi poder –cerró los ojos, sintiendo cada partícula de electricidad recorriéndole el brazo y absorbiéndola-. Lo amo.
Comenzó a llover sobre los dos, y Fadija también sonrió.
-A mí también me gusta –dijo-. Somos un par de Eternos adictos a nuestro poder.
-Eterno Eléctrico –comentó Cristopher, observando el restaurante- y Eterna Acuática.
-La tormenta perfecta.
Y un nuevo rayo cayó de nuevo, iluminando sus cuerpos por la espalda, mientras el agua les seguía golpeando.[center]- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -[/center]
Fadija aquí puede sonar feo, pero es un nombre real.
Dios, Selyei, gracias por señalarme lo de Sombra xD Sabía que algo no me convencía de ahí, y tienes toda la razón, fuerzo demasiado el nombre. Gracias ^^
Última edición por
Soul Artist el Sab May 09, 2009 1:40 pm, editado 1 vez en total