El Gremio. Nunca había estado personalmente, pero sí había escuchado de su existencia de boca de otros aprendices que salían en misiones que lograban en este lugar.
La falta de tiempo, la pereza... por alguna razón no había acudido hasta el lugar hasta hoy, aburrido y en busca de alguna misión interesante que llevar a cabo para obtener algo de experiencia y, a ser posible, ver más mundos.
Abrí la puerta de acceso al lugar, y pude ver una barra libre donde algunos aprendices charlaban animádamente mientras se tomaban algo de picar, con algún Moguri también moviéndose de aquí para allá.
Seguí caminando hasta el fondo de la estancia, observando el sitio y la decoración que amueblaba todo el lugar. Tras un poco, alcancé un panel lleno de distintos papeles con información relativa a las distintas misiones y pedidos de diferentes personas, desde maestros hasta aprendices.
Repasé todos aquellos diferentes trozos de información, buscando alguno que me llamase la atención: Carreras, Limpieza de sótanos... hasta que encontré dos misiones en especial que me llamaron la atención. Una trataba sobre encontrar algunos ingredientes para elaborar un plato en especial, y cocinar es algo que me encanta. A unos pocos centímetros colgaba una escrita indudablemente por mi maestra, Yami. En este hablaba de colaborar en un musical... ¿En un mundo subacuático? Aquello sonaba muy interesante, aunque era más de artes plásticas que musicales.
—
A ver... ¿cual de las dos? — dije para mi mismo.
Durante un par de minutos me quedé de pie, contemplando cual de las dos misiones tomar. Tras pensarlo un poco, decidí que prefería cantar a tener que buscar ingredientes por una selva enorme sin saber siquiera qué aspecto tenían algunos de ellos ni en que parte de aquel misterioso mundo crecían.
Así que por fin, dejé mi nombre en la hoja colgada por mi maestra.
Kousen se interesa por "Volaré, uoo, cantaré, uooooo".
Tras dejar mi interés por la misión plasmado en el papel, me alejé contento hasta la barra y me apoyé, sin poder evitar fijarme en lo guapo que era el chico que estaba sirviendo a los clientes. Su compañera, que resultaba ser una chica muy mona, andaba de un lado para otro, al parecer muy atareada.
—
Un refresco frío, por favor — pedí, harto ya del calor del tiempo. Puede que eso también me hiciese elegir el agua.