[La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Prólogo de Bavol Trené

Si ya has creado tu ficha, pásate por aquí para escribir la primera página de ese gran libro que va a ser tu vida. O échale un vistazo a los amigos y rivales con los que te encontrarás en un futuro.

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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Vie Sep 13, 2013 5:41 pm

Venga, niñata, lárgate de aquí antes de que te destroce a ti también la cara.

Chloé soltó a Bavol y apretó la cestita contra su pecho. La niña negaba con la cabeza, pero el gitano no podía permitir que desaprovechara una oportunidad así y mirándola a los ojos le rogó que le hiciera caso como había pedido. Pierre no parecía tener tanta paciencia como él.

¡Muévete ya, joder!

Bavol estuvo alerta y preparado para intervenir por si Pierre o su compañero atacaban a la pequeña mientras se retiraba, pero cumplieron su palabra. Chloé abandonó lentamente el lugar entre llantos ante la atenta mirada de todos los presentes. Bavol soltó un suspiro de alivio cuando la chica se internó en la oscuridad de las calles lejos de allí. Al menos, ella había podido escapar, al parecer Pierre estaba más interesado en descargar toda su furia en él.

Bien, ya estamos solos —rió Pierre—. Vamos a acabar con esto de una vez.

Pierre hizo una señal y los cuatro empezaron a acercarse cada vez más hacia el gitano empuñando sus nuevas armas. En esta ocasión, Bavol sabía que no se contentarían con darle unos cuantos golpes, le atacarían hasta que toda la rabia contenida de aquellas bestias fuera liberada dejándole a él al borde de la muerte.

Bavol no era un ingenuo. Ya había conseguido que Chloé escapara, de forma que Bavol ya no tenía que hacer más el papel de héroe, tenía que lograr huir de allí. Innumerables fueron los intentos, pero todos fueron en vanos, en su lugar recibía un golpe cada vez más doloroso. Iban a conseguir matarlo, pero Bavol ya se negaba a pedir piedad, no le daría ese placer a esos monstruos

A los de tu calaña hay que hacerles entender que no deberían estar a nuestro lado. Jodidos monstruos, estaríais mejor en el infierno — afirmó Pierre sonriendo sádicamente y le dio una patada en la pierna.

Vosotros habéis convertido esta ciudad en un infierno, monstruos — replicó Bavol entre gemidos.

¿Y qué se supone que haces con una niña normal y corriente? ¿Es que quieres contagiarle algo, o robarla? He oído que a los gitanos os gusta llevaros niñas para vuestras cosas de magia — soltó Pierre otro comentario ignorante con una mueca de asco.

Y yo he visto como sois capaces de pegarla ¡¿Es que no tenéis corazón?!

¡Deberíamos matarte en nombre de sus padres! Y seguro que seríamos mucho más suaves que ellos —le escupió a la cara y alzó la maza.

En ese momento, escucharon un chillido agudo. Bavol creyó reconocerlo enseguida, era la voz de Chloé.

¡Nooooo!

¡Chloé!

De la oscuridad de la calle emergió Chloé corriendo de nuevo hacia ellos con un gesto de terror dibujado en su cara, Bavol la vio mucho más aterrorizada que cuando estaban siendo perseguidos. ¿Qué es lo que podía haber visto que la asustara tanto? ¿Alguien la había atacado?

La respuesta a las preguntas de Bavol llegó enseguida. Una sombra apareció tras ella y la derribó ante la incredulidad de todos los presentes paralizados por aquella imagen.

¡Socorro!

No había visto nada semejante en su vida, ni siquiera había escuchado hablar de una criatura como aquella en los cuentos de los gitanos. Estaba claro que no podía ser ni una persona ni un animal cualquiera. Era una criatura antropomorfa, completamente negra, andaba encorvada y se movía de forma extraña como si se tratara de un terrible fantasma. Sus dos grandes ojos amarillos completamente carentes de cualquier tipo de humanidad estaban fijados en Chloé, que se había girado hasta ponerse boca arriba y se arrastraba hacia atrás.

Entonces, la criatura alzó la cabeza y observó a los jóvenes que había detrás de la pequeña.

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Pierre y sus compañeros que tanto habían hablado de enviar demonios de vuelta al infierno se habían quedado completamente quietos. Bavol observó por un momento sus rostros y vio reflejado en ellos el miedo, ese terrible terror que siente uno cuando ve cómo su vida corre peligro. Ahora ellos sabían lo que él había sentido durante tanto tiempo.

Bavol tampoco sabía lo que era, había huido antes de muchachos y soldados, pero nunca antes había visto algo así. Sin embargo, un instinto en su interior le indicaban que todos corrían peligro, sobretodo Chloé y él que eran los más pequeños y no tenían nada con lo que defenderse. La aparición de este nuevo ser había conseguido que los muchachos se hubieran olvidado de él y concentraran sus miradas en esta criatura. Era su oportunidad de huir, pero no lo haría sin Chloé.

Rápidamente salió de entre los jóvenes y alargó una mano para coger a Chloé. Esperaba ser lo suficientemente veloz como para no ser víctima del ataque de la criatura que tenía justo en frente. Antes de comenzar a huir, Bavol en busca de algo que les ayudara dijo lo primero que se le ocurrió:

Es un demonio gitano… que aparece cuando atacan a los niños… si..si no lo derrotáis matará a todo el mundo...

Una gigantesca mentira y una soberana tontería. No obstante, Bavol deseó que despertara algún sentimiento en aquellos jóvenes para que atacaran a aquel ser y, mientras todos sus enemigos estaban distraídos, le fuese más sencillo salir de vida de allí.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Suzume Mizuno » Sab Sep 14, 2013 2:51 am

Bavol reaccionó mucho mejor que sus atacantes; se escurrió entre ellos sin problema, pues estaban paralizados de puro miedo. Pero sus movimientos hicieron responder a la criatura, que se arrojó contra él. Bavol pudo sentir cómo sus largas garras le rozaban la cabeza y le arañaban el cuello. Tuvo suerte. Fue lo suficientemente rápido como para apartarse antes de que lo decapitara. Entonces aferró la mano de Chloé y tiró de ella mientras decía:

Es un demonio gitano… que aparece cuando atacan a los niños… Si… Si no lo derrotáis matará a todo el mundo...

Chloé, que hasta ese momento había estado demasiado impactada para pensar con claridad, se quedó mirando a Bavol con una mueca de horror.

¿Qué has…?

No llegó a terminar la frase, que se ahogó en un grito mal articulado: la bestia se giró hacia ellos. Detrás de ella, dos de los chicos recuperaron por fin el control sobre su cuerpo y echaron a correr.

¡Un diablo! ¡El gitano ha invocado un diablo! ¡Socorro!

Pero Pierre y su último compañero no se retiraron. Al contrario. Cuando el monstruo estaba a punto de arrojarse sobre Bavol y Chloé, que no tenían escapatoria, arremetieron y atacaron con su maza y su palo, que parecían instrumentos ridículos al lado de aquel cuerpo oscuro.

Sin embargo, lo habían cogido por sorpresa: la bestia se tambaleó y se desplomó por el golpe. Pero, en cuestión de segundos, se revolvió y lanzó un zarpazo hacia atrás.

El compañero de Pierre se quedó un instante inmóvil y luego bajó lentamente su palo, mirando hacia su camiseta desgarrada con la boca abierta por la sorpresa. No tuvo tiempo ni siquiera de asustarse por la sangre que le empezaba a manchar la ropa. La criatura lo embistió y derribó de un solo golpe. Entonces las zarpas llovieron sobre el muchacho, que lanzó alaridos de dolor.

¡Gilles! —bramó Pierre, acudiendo en rescate de su amigo. Dio un golpe de derecha a izquierda con su maza, esperando poder arrancar al demonio de encima de Gilles. Pero no tuvo la suficiente fuerza y el impacto le rebotó en los brazos y tuvo que retroceder varios pasos.

Algunas velas se encendieron en las ventanas y, entre los batientes, asomaron rostro soñolientos y malhumorados. Pero ninguno de los muchachos se dio cuenta y los vecinos, incapaces de creer lo que estaban viendo, se quedaron congelados.

En ese momento los gritos cesaron y cayó sobre la calle un silencio ominoso.

El monstruo se retiró, dejando a la vista un cuerpo maltrecho e inmóvil.

Las sombras parecieron tomar vida. Se removieron bajo Gilles, ascendiendo como un siniestro aliento, inflamándose en pequeños latidos, devorando casi con ansia al muchacho. Hubo un destello y un corazón emergió de la oscuridad, como si estuviera intentando escapar. Lanzó un último resplandor antes de que los tentáculos de sombra lo atraparan y consumieran.

Súbitamente la oscuridad se desvaneció…

Y en lugar del cadáver del chico encontraron que había otra criatura:

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Oh, Dios mío —gimió Pierre—. Oh, joder. Joder. Gilles…

El pequeño demonio, que había sido Gilles, se encaró a Pierre.

El grande, hacia Bavol y Chloé.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Sab Sep 14, 2013 1:57 pm

Su comentario no había surtido todo el efecto que él esperaba, Chloé se le había quedando mirando horrorizada (ya se lo explicaría luego), dos de los compañeros de Pierre habían huido para salvar sus vidas, pero Pierre y su compañero se habían quedado para combatir al demonio. Puede que Bavol hubiese conseguido despertar el odio que tenían hacia los gitanos para combatir.

Inesperadamente, cuando el monstruo estaba a punto de arrojarse sobre ellos, los dos adolescentes entraron en acción con sus dos armas. La consiguieron derribar, pero enseguida se levantó y atacó al compañero de Pierre. En el primer golpe acabó con el torso ensangrentado, en el segundo la bestia estaba encima de él dándoles afilados zarpazos mientras el chico agonizaba. Bavol apartó un momento la mirada y le intentó tapar los ojos con la mano a Chloé para que no viese del todo la macabra escena.

¡Gilles! — gritó Pierre en una mezcla de furia, miedo y preocupación. Intentó salvar a su amigo, pero al parecer el demonio no sintió apenas el golpe de su maza. Bavol estaba aterrado, si Pierre no podía con aquello, estaban perdidos.

Gilles dejó de gritar, yacía muerto en el suelo y el demonio se retiró. Pero, al parecer, aquella criatura no sólo pretendía asesinarlo. De la nada, surgieron unas sombras que comenzaron a rodear por completo el cadáver de Gilles. En ocasiones, Bavol había sido testigos de duras palizas, torturas e incluso de ejecuciones públicas de gitanos, pero jamás había visto algo tan terrible como aquello. Eso no podía ser de este mundo, aquel ritual oscuro parecía quebrantar todas las leyes de la naturaleza. De entre las sombras que había devorado a Gilles, apareció algo brillante. ¿Un corazón? ¿Era eso lo que quería? Enseguida, Bavol supo que así era, pues aquel corazón también fue atrapado y consumido por la oscuridad.

Cuando las sombras habían tomado aquel corazón desaparecieron, dejando en lugar del cuerpo del muchacho otra criatura similar al demonio que había matado a Gilles. Este era más pequeño, casi parecía como si fuera el hijo del otro ser. ¿Querían transformarlos a todos en eso? Tras haber visto aquellas sobrenaturales visiones, Bavol hubiera preferido morir bajo los palos de sus perseguidores que convertirse en aquello.

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Oh, Dios mío —gimió Pierre—. Oh, joder. Joder. Gilles…

El pequeño demonio se encaró a Pierre, ya no quedaba en aquella criatura nada de lo que había sido Gilles. Pierre quizás podría derrotar solo, pero lo peor fue que el demonio original miró ahora hacia Bavol y Chloé, los cuales estaban mucho más indefensos.

No podían huir, ya habían visto lo rápido que era aquel ser, los acabaría atrapando. No tenían escapatoria, iba a ser su final. Bavol se odió a sí mismo, él los había llevado hasta aquella situación. No podía salvarlos a todos: a Chloé, a Pierre, a sí mismo; en realidad, no podía salvar a nadie.

Lo siento, Chloé… — sollozó Bavol colocando a la niña detrás de él en un último intento de protegerla.

Bavol se percató que los vecinos se habían despertado debido al escándalo y los contemplaban paralizados desde sus ventanas. Si había alguna oportunidad de derrotar a ese monstruo, era allí, si unían todos los presentes las fuerzas que les quedasen. Bavol exclamó rápidamente intentando movilizar a aquel público:

¡Ciudadanos, si no matamos entre todos a este demonio, acabará con la vida de todos nosotros! ¡Ayudadnos!

Esperó que alguno de ellos se moviera e hiciera lo que fuese: que saliera a la calle a combatir, que tirarán cosas de las ventanas, que llamarán a alguien… Antes incluso de saber si alguno de los presentes les ayudaría, Bavol siguió implorando desesperadamente socorro:

¡Guardias! ¡Pirata! ¡Dios! ¡Alguien! ¡Socorro, nos van a matar!

Estaba ante aquel ser que le iba a dar muerte. Podía resignarse y dejarse morir para que todo acabase más rápido, pero no, lucharía hasta la muerte. No quería ser como los gitanos que se habían rendido antes sus perseguidores, nunca más sería uno de esos, hoy lucharía hasta la muerte por proteger su vida y la de Chloé.

Velozmente, soltó la mano de la chica, rompió el hilo con el que se ataba su capa y se la arrojó hacia la criatura. Esperando que le dificultase la vista unos segundos, intentaría embestir contra él para derribarla. Luego, buscaría en el suelo algo con el que luchar: el palo que había utilizado Gilles, alguna piedra, si fuera necesario la propia cesta de Chloé y si no encontrase nada, intentaría estrangular al demonio con sus propias manos.

Era una lucha desesperada, sin ninguna probabilidad de sobrevivir, sólo las tendría si alguno de los presentes les ayudaba o si alguien venía a socorrerles, sino moriría allí mismo luchando.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Suzume Mizuno » Dom Sep 15, 2013 12:45 am

Lo siento, Chloé… —se lamentó Bavol, interponiéndose entre ella y la criatura.

¿Por qué no le dices que se vaya? —chilló la niña, aferrándose a su hombro. Para ella, el monstruo era gitano. Es decir, obedecía a los gitanos.

Entonces, ¿por qué iba a matarlos?

Chloé empezó a llamar a su madre entre hipidos de terror, con las mejillas surcadas de lágrimas.

La bestia avanzó hacia ellos. Sus ojos amarillos parecían absorberlo todo, eran dos luces en medio de la oscuridad. Dos luces que se bamboleaban suavemente de un lado a otro. Podían escuchar sus pasos cada vez más cercanos. Tap tap. No tenía prisa. Era como si supiera que no iban a escapar, que estaban demasiado aterrorizados para ni siquiera intentarlo.

¡Guardias! ¡Pirata! ¡Dios! ¡Alguien! ¡Socorro, nos van a matar!

Dios mío, mamá, socorro… —sollozó Chloé; su voz era más fina que un hilo.

El demonio se agazapó, tomando impulso.

Y se arrojó sobre Bavol.

En ese momento, el muchacho le arrojó su capa y cargó contra él. Fue algo inesperado y sólo eso le permitió empujar atrás al demonio y rodar a un lado, hasta conseguir el palo de Gilles. Su enemigo dio un par de pasos titubeantes mientras la capa le resbalaba por la cara. Entonces, súbitamente, desapareció.

O no.

Algo se movía, pegado al suelo.

Una sombra.

Hacia Chloé.

Entre tanto, Pierre trataba de golpear a su propio contrincante, entre maldiciones y exabruptos, hasta que consiguió alcanzarlo con la maza y arrojarlo un par de metros hacia atrás. El chico giró en redondo y se quedó paralizado al ver que el otro monstruo no estaba por ninguna parte… Aferró su maza, titubeante, entre enfrentarse al que había sido su amigo o buscar al otro que, sin duda, era mucho más peligroso.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Dom Sep 15, 2013 1:57 am

Afortunadamente su plan salió mejor de lo que esperaba. Aparentemente había cogido al demonio por sorpresa y había conseguido empujarlo hacia atrás, además de localizar el palo que había utilizado Gilles. Quizás no estaban tan perdidos como en un principio pensaba. Entonces, la criatura desapareció. ¿La había derrotado? No, si fuera tan fácil no se habría llevado consigo la vida del otro joven. A lo mejor había huido… puede que no se esperara tanta resistencia y al ver que cada vez había más presentes hubiera decidido retirarse. Mientras Pierre libraba su propia lucha, Bavol intentó tranquilizar a Chloé que tanto había estado sufiendo.

Siento la mentirijilla, Chloé… No, eso no era gitano, no sé lo que era, no pue…

Entonces, Bavol se percató de algo. Una sombra se desplazaba pegada al suelo y se dirigía… hacia Chloé. El demonio no había huido, sólo había decidido cambiar de víctima.

¡Chloé, huye! ¡Yo me encargo! — exclamó el gitano corriendo para interponerse entre ellos dos.

Mientras se empeñaba en defender a la muchacha, observó cómo Pierre buscaba algo con la vista. Si se había librado de la criatura en la que se había transformado su antiguo compañero, ahora le necesitaba para proteger a la chica.

¡Pierre, el grande va a por Chloé! ¡Ayúdame o se convertirá en otro de esos! — gritó Bavol al que tan solo hace un rato había sido su enemigo.

Ojalá el miedo hiciera olvidar al muchacho el hecho de que quien le había pedido ayuda era un gitano. Y que esa desafortunada mentira del demonio gitano no jugase en su contra… si lograban sobrevivir a aquello, iba a tener que ingeniárselas mucho para enmendar todo el daño que había causado. No obstante, lo importante ahora era Chloé, de forma que intentando protegerla se interpuso entre ellos y se preparó para golpear o arrojar el palo al demonio en cuanto recuperase su forma física.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Suzume Mizuno » Lun Sep 16, 2013 5:28 pm

Siento la mentirijilla, Chloé… No, eso no era gitano, no sé lo que era, no pue…

¿Qué…? —balbució ella, demasiado impactada para entender sus palabras. Sus ojos se movían de un lado a otro con desesperación, buscando al demonio. Entonces se clavaron en el suelo, en aquella sombra que se arrastraba lentamente hacia ella… Y ahogó un chillido.

¡Chloé, huye! ¡Yo me encargo!

La niña no dudó: se apartó apresuradamente, sacando fuerzas de la flaqueza, y salió disparada hacia la calle grande.
Bavol, entre tanto, pidió ayuda a su enemigo, ya que los vecinos no parecían por la labor de echarles una mano: habían tapado las ventanas con los batientes y ya apenas se advertían luces de velas.

¡Pierre, el grande va a por Chloé! ¡Ayúdame o se convertirá en otro de esos!

Pierre le miró durante un segundo que bien se pudo volver eterno, como evaluándolo. Entonces el pequeño demonio se abalanzó sobre él, saliendo de la nada. El muchacho volvió a lanzarlo por los aires con su maza y corrió hacia Bavol, frente al cual la criatura emergía del suelo.

No tuvo tiempo para reaccionar: Bavol recibió un placaje en el estómago que le hizo caer de espaldas y cuando quiso darse cuenta se encontró con unos brillantes ojos en medio de un rostro desnudo, sin rasgos, sin nada. Sólo un vacío eterno, terriblemente absorbente, que le robó el aliento.

En ese momento, el monstruo recibió un violento golpe en la cabeza y cayó de lado, junto al muchacho, que pudo ver a Pierre pasar corriendo a su lado, todavía balanceando su maza. Le gritó:

¡Apáñatela como puedas, gitano de mierda!

Lo abandonaba, pero le había dado una oportunidad para sobrevivir: podría haber dejado que la bestia lo devorara mientras aprovechaba para escapar. Fueran cuales fueran sus motivos, Bavol debía aprovechar, debía…

Una garra se arañó la pantorrilla izquierda y le abrió cuatro largos surcos.

La criatura se levantaba, rápidamente recompuesta, e iba a acabar con él.

No le daría tiempo ni a rezar una oración.

¡Chico, abajo!

Hubo un silbido de aire y después un violento golpe. Cuando Bavol se volvió, el cuerpo del demonio se descomponía en medio de nubes de oscuridad. Si el muchacho era rápido de vista, vería una figura alargada girar en el aire a toda velocidad, realizando una curva hacia la calle grande… Una mano la atrapó con firmeza en pleno vuelo. Allí, en medio de la oscuridad, había un hombre alto, fuerte.

No te muevas —volvió a coger impulso y arrojó el objeto, que, girando rápidamente sobre sí mismo, trazó una curva en torno a Bavol y atravesó por la mitad al diablo pequeño. Después continuó su trayectoria y regresó a las manos de su propietario. Al acercarse este, el arma quedó a la vista y pudo ver que se trataba de una especie de espada, una que Bavol no habría visto en toda su vida.

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El hombre se acercó a él. Iluminado por la luz de la luna, Bavol reconocería los rasgos del pirata que le había salvado por segunda vez. Le tendió una mano para ayudarle a incorporarse:

¿Estás bien? De buena te has salvado, chavalote —y lanzó una fuerte carcajada—. ¡Parece que estoy destinado a encontrarte en problemas! ¿Cuál es tu nombre, chaval? ¡Yo me llamo Ronin!—le estrechó la mano con fuerza, tal vez demasiada.


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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Lun Sep 16, 2013 11:37 pm

¡Chloé, huye! ¡Yo me encargo!

La chica le hizo caso y observó cómo huía todo lo rápido que podía con las fuerzas que le quedaba hacia la calle grande. Esperó que no se metiera en más líos y llegara finalmente a su casa. No había tenido suficiente tiempo para hablar con ellos, los últimos acontecimientos se habían desarrollado demasiado rápido. Puede que ya no lo viera nunca más, quizás era lo mejor… Al menos, no permitiría que ese monstruo la alcanzara.

¡Pierre, el grande va a por Chloé! ¡Ayúdame o se convertirá en otro de esos!

Entonces, el demonio volvió a recuperar su forma física y embistió contra el gitano antes de que pudiera atizarle con el palo. Lo tenía justo encima, cara a cara, dos inhumanos ojos brillantes contemplándolo sin una pisca de cualquier emoción humana. Bavol sintió un terror que jamás había experimentado, mayor que el de huir de la muerte todos los días, estaba viendo a la mismísima encarnación del diablo. Estaba a punto de sufrir el mismo destino que el desgraciado de Gilles.

Y quizás hubiera sido así si Pierre no hubiera intervenido. El demonio cayó de lado al ser golpeado por Pierre en la cabeza. Mientras se levantaba observó como el muchacho huía del lugar con unas últimas palabras

¡Apáñatela como puedas, gitano de mierda!

“Increíble. Se ha apiadado de un gitano”, pensó Bavol incrédulo. Había sido testigo de un nuevo milagro y no lo iba desperdiciar, de manera que se dispuso a huir cuando una garra le arañó en la pantorrilla provocando que se inclinara de nuevo con un grito de dolor. Todavía no, el demonio aún tenía cuentas que ajustar con él.

¡Chico, abajo! — exclamó una voz que le resultaba ciertamente familiar.

Hubo un silbido de aire y después un violento golpe. Cuando Bavol se volvió, el cuerpo del demonio se descomponía en medio de nubes de oscuridad. Si el muchacho era rápido de vista, vería una figura alargada girar en el aire a toda velocidad, realizando una curva hacia la calle grande… Una mano la atrapó con firmeza en pleno vuelo. Allí, en medio de la oscuridad, había un hombre alto, fuerte.
Escuchó un golpe y se dio la vuelta. El demonio se descomponía en medio de nubes de oscuridad ¿Derrotado? Pero ¿cómo? Vislumbró una alta silueta atrapando un objeto en pleno vuelo. ¿Ese no era el…?

No te muevas — arrojó aquel objeto, que, girando rápidamente sobre sí mismo, trazó una curva en torno a Bavol y acabó con la otra criatura, la cual creía que ya había sido derrotada por Pierre.

Después continuó su trayectoria y regresó a las manos de su propietario. Aquel que había sido su salvador se acercó y Bavol contemplo el objeto con el que había derrotado a los demonios. Era una espada, pero muy rara, su punta acaba en algo parecido a una especie de… ¿llave? Jamás había visto a nadie empuñar algo así.

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Bavol dirigió su mirada al que portaba aquella arma. Era aquel pirata que les había salvado hace unas horas. No sabía que los piratas empuñaban esas espadas, en las historias no se hablaba nunca de ese detalle. Le había defendido de aquellos muchachos y luego había derrotado a aquellos demonios ¿Habría oído su llamada? ¿Sería una especie de ángel? El pirata le tendió una mano amistosamente para ayudarle a levantarse:

¿Estás bien? De buena te has salvado, chavalote —y lanzó una fuerte carcajada—. ¡Parece que estoy destinado a encontrarte en problemas! ¿Cuál es tu nombre, chaval? ¡Yo me llamo Ronin!— le estrechó la mano. Con solo aquel apretón Bavol notó la inmensa fuerza del hombre que antes había demostrado.

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Me…me lla-llamo Bavol, señor pirata — tartamudeó Bavol, estaba contemplando a un pirata con una extraña espada que lucha contra oscuras criaturas, era demasiado para él.

Se sentía intimidado por ese hombre grande, alto y fuerte, pero aparentemente él no le había demostrado ningún desprecio por ser gitano. No tenía el aspecto de un parisino, no, sin duda alguna ese hombre no era de París. ¿Por qué le había salvado sin apenas conocerlo? Bueno, no importaba, por lo menos si no ocultaba ninguna intención secreta. Tenía que agradecérselo, pero ¿cómo se dirigía uno a un hombre así?

Me ha salvado la vida… Muchas gracias…eh… ¿Arrg? — dijo Bavol intentando imitar aquel ruido tan característico de los piratas de los cuentos.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Suzume Mizuno » Mar Sep 17, 2013 6:21 pm

Ronin sonrió al chico y le dio una palmada en la espalda tan fuerte que le provocó un desagradable hormigueo.

¡Bien por ti que he llegado a tiempo! Pero, a ver, ¿no te dije que te llevaras a la princesita a casa, eh? ¿Qué hacéis a estas horas por la calle? Los niños buenos no hacen eso —y soltó una risotada—.Venga, vamos. Tu amiguita te está esperando. Está muy preocupada por ti.

Y le puso una mano en el hombro para llevarlo, por fin, hacia la calle grande. Allí la luz de la luna iluminaba los adoquines de la ancha vía y una figurita descansaba contra una pared, abrazándose las rodillas. Ronin soltó a Bavol y se acercó a la niña, se acuclilló a su lado y dijo con suavidad:

Oye, princesita, ya está todo bien. Tu amigo está a salvo, mira.

Chloé, con la cara llena de churretes por culpa de las lágrimas, miró a Bavol y soltó una exclamación antes de correr a abrazarlo. Casi lo derribó.

¡Estás bien, estás bien, estás bien! —repitió como un salmo, como si no terminara de creérselo. [/color]

Bien, tortolitos, ya os abrazaréis luego —el pirata revolvió el pelo de Bavol con una mano y con la otra dio unas palmadas a la cabeza de Chloé—. Vamos a llevarte a casa, ¿eh, princesita? Antes de que te metas en más líos.

Y dirigió una mirada profunda a Bavol unos instantes. Luego sonrió y le preguntó a la niña la dirección de su hogar.
En cuanto echaron a caminar, con los dos niños por delante, se escuchó un sonido cristalino y hubo un resplandor. Si Bavol se volvía a mirar no advertiría nada raro.

Excepto que la mano del pirata estaba vacía: la extraña espada había desaparecido.

¡Venga, vamos! No hay tiempo que perder.

Chloé no podía evitar mirar a su alrededor de puro miedo, y aferraba la mano de Bavol con una fuerza impensable en una niña tan pequeña.

Sin embargo, a medida que andaban y no ocurría nada, ni nadie les salía al paso para atacarlos, la chiquilla se fue relajando y se volvió hacia su amigo:

¿Estás bien? ¿Te duele algo? —lo recorrió con el cuerpo y se fijó en las heridas de la a pierna. Un poco asqueada por la visión de la sangre, le dio un pañuelo que llevaba en la cesta y se las apañaron para vendarle la pantorilla… Aunque necesitaría algo más que un pañuelo.

Casi diez minutos más tarde, Bavol a esas alturas ya debía estar cojeando, llegaron por fin a la casa de Chloé: una más en un gran edificio que, en medio de la noche, parecía oscuro y amenazador.

En una ventana brillaba una luz. Alguien estaba despierto.

Debe ser mi mamá… —susurró Chloé, tragando saliva.

¡Tu madre debe estar muy preocupada! Será mejor que subas cuanto antes, ¿no, princesita? —Ronin se volvió hacia Bavol—.Te acompañaré también a tu casa. Despídete de tu amiga.

Y se retiró para dejarles espacio.

Chloé se limpió como pudo la cara y sonrió, trémula, a Bavol.

Menos mal que te va a acompañar el señor pirata, ¿eh? Oye. Siento… Siento haberte dejado solo —musitó, bajando la cabeza—. No volveré a hacerlo. ¿Me perdonas, por favor? —le miró, suplicante.

No era difícil imaginar que, cuando salió corriendo, Chloé se encontró con Ronin y le pidió que ayudar a Bavol. Pero, aun así, la niña se sentía tremendamente culpable.

¿Qué pasó? —preguntó entonces—. Vi salir… corriendo al niño, a Pierre… ¿Qué pasó con los monstruos, Bavol?

Si Bavol optaba por responder, cuando llegara a la parte en que el pirata entraba en acción y si se le ocurría nombrar la extraña espada que había destrozado a los demonios como si nada, sentiría algo. Si miraba por encima del hombro de Chloé encontraría Ronin le clavaba su único ojo y se llevaba un dedo a los labios. Evidentemente, no quería que hablara de ello.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Mié Sep 18, 2013 5:19 pm

Ronin sonrió al chico, parecía que no había metido demasiado la pata con aquel “arrg” y seguidamente le dio una palmada en la espalda con una fuerza que casi le vuelve a tirar contra el suelo. ¿Sería consciente aquel hombre de su desmesurada fuerza?

¡Bien por ti que he llegado a tiempo! Pero, a ver, ¿no te dije que te llevaras a la princesita a casa, eh? ¿Qué hacéis a estas horas por la calle? Los niños buenos no hacen eso

Bueno, sí, en eso estábamos… pero nos retrasamos hablando de… “cosas” y bueno, luego aparecieron esos chavales y… — murmuró Bavol avergonzado y Ronin soltó una carcajada antes de que pudiera terminar.

Venga, vamos. Tu amiguita te está esperando. Está muy preocupada por ti.

Ronin le puso una mano en el hombro y le guió a través de la calle grande hasta una personita que él conocía muy bien. La pobre Chloé estaba apoyada en la pared y se abrazaba las rodillas. A Bavol se le rompía el corazón verla cada vez más destrozada, se sentía culpable de su sufrimiento. El gitano se quedó congelado contemplándola, afortunadamente Ronin parecía saber cómo actuar, de manera que se acercó a él, se acuclilló a su lado y escuchó un delicado susurro:

Oye, princesita, ya está todo bien. Tu amigo está a salvo, mira.

Chloé alzó rápidamente la cabeza y al ver a Bavol esbozó una emocionada sonrisa soltando un ligero gritillo de emoción y salió corriendo a abrazarle. Pese a todo, aún lo quería. Bavol acarició cariñosamente la cabeza de la pequeña mirándola lleno de ternura.

¡Estás bien, estás bien, estás bien! — repetía la chica constantemente llena de felicidad, el gitano cada vez la apreciaba más.

Claro que estoy bien ¿Cómo te iba a dejar así, Chloé? — le susurró dulcemente y le dio un beso en la cabeza.

Bien, tortolitos, ya os abrazaréis luego — Bavol soltó sonrojada a la pequeña y desvió unos segundos la mirada mientras Ronin le revolvía el pelo —. Vamos a llevarte a casa, ¿eh, princesita? Antes de que te metas en más líos.

Ronin dirigió una mirada profunda a Bavol unos instantes seguida de una sonrisa, el gitano empezó a sentir cierta desconfianza hacia aquel hombre. No es que no estuviera agradecido por haberle salvado, sino que presentía que se estaba guardando algunos secretos o que no lo contaba todo. ¿Estaría él relacionado con la aparición del demonio?

Sí…ya va siendo hora de volver a casa. — murmuró Bavol mientras el pirata preguntaba la dirección a Chloé.

Enseguida, comenzaron a caminar hacia la casa de la niña. Por delante iban Bavol y Chloé sujetos de la mano, ella le apretaba con fuerza cada vez que escuchaba un ruido extraño o creía ver alguna silueta en las oscuras calles. De pronto, Bavol escuchó un tenue sonido e instintivamente giró la cabeza hacia atrás. No vio nada extraño, sólo a Ronin detrás de ellos como un guardaespaldas… lo que no veía era su arma ¿La habría envainado? ¿En qué tipo de vaina guardaría algo así?

¡Venga, vamos! No hay tiempo que perder. — exclamó Ronin al ver a Bavol contemplándolo tan detenidamente.

Bavol volvió la vista y se fijó en que Chloé, mucho más relajada que antes, le miraba con preocupación:

¿Estás bien? ¿Te duele algo? — preguntó ella y sin poder evitarlo la niña hizo una mueca de asco al ver la última herida que le había provocado el demonio antes de ser derrotado. Ella le ofreció de nuevo su pañuelo.

Chloé, no te preocupes, ya me curarán cuando este en casa — intentó tranquilizarla el joven cuando se detuvieron unos segundos para vendarle la herida. La verdad es que le dolía bastante, más que el resto de heridas que se había ido haciendo a lo largo del día.

Unos minutos más tarde, durante los cuales el gitano se esforzaba en disimular que estaba cojeando delante de ella, llegaron finalmente a la casa de Chloé. En una de las ventanas de aquel edificio, en el que ya querría Bavol vivir en lugar de en aquel escondrijo para gitanos, brillaba una luz.

Debe ser mi mamá… —susurró Chloé, tragando saliva.

¡Tu madre debe estar muy preocupada! Será mejor que subas cuanto antes, ¿no, princesita? — después se volvió hacia Bavol y mientras se iba a un lugar más apartado dijo —.Te acompañaré también a tu casa. Despídete de tu amiga.

No necesitaba que le acompañara aquel hombre, del que todavía no se fiaba del todo ¿O quizás sí? Puede que en realidad no estuviera en el mejor estado físico para volver solo a casa, podría aprovechar la caminata para preguntarle algo sobre todo lo que había visto. Fuese lo que fuese a hacer después, se alegró que pudiera despedirse con un poco más de intimidad de Chloé. Ella volvió a sonreírle todavía temblando mientras se limpiaba la cara del rastro de las lágrimas.

Menos mal que te va a acompañar el señor pirata, ¿eh? Oye. Siento… Siento haberte dejado solo — musitó, bajando la cabeza, pero el gitano no creía que debiera sentirse así.

No tienes que sentir nada, fui yo el que te pedí que te fueras.

No volveré a hacerlo. ¿Me perdonas, por favor? — le preguntó casi rogándoselo.

No hay nada que perdonar, Chloé… Puede que si no fuera por ti, yo no estuviera aquí — insinuó Bavol imaginando que ella le habría pedido ayuda a Ronin para que le rescatase — Perdóname tú a mí por todos los líos en los que te he metido: la persecución, los chicos que nos volvieron a encontrar, aquellas criaturas…

¿Qué pasó? — preguntó de nuevo —. Vi salir… corriendo al niño, a Pierre… ¿Qué pasó con los monstruos, Bavol?

Justo cuando estaba a punto de relatar todas aquellas maravillas que había visto, observó a Ronin llevándose un dedo a los labios mientras le miraba fijamente. ¿Se estaba enterando de la conversación? ¿Por qué querría que se callara? ¿Guardaba un secreto más oscuro de lo que podía imaginar él? Chloé seguía allí esperando una respuesta. Decidió contarle la verdad, o al menos una parte de ella…

Le pedí ayuda a Pierre y, antes de huir, me dio una ligera ayuda. Después el demonio me hizo esto — y señaló la herida vendada — Aunque, afortunadamente el pirata derrotó a las criaturas con su espada… y, bueno, como bien dicen las historias los piratas son hombres muy poderosos, tú misma viste cómo levanta a Pierre con una mano.

Bavol le sonrió, eso era todo lo que le iba a contar y era más que suficiente. No podía haber dicho nada que molestara a Ronin.

Adiós, Chloé. Nos volveremos a ver, recuerda que te dije que te debía una cestita — se despidió Bavol y tímidamente le dio un beso en la mejilla.

Ella ya estaba a salvo, ahora le tocaba a él volver a casa y de paso descubrir si Ronin escondía oscuras intenciones.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Suzume Mizuno » Vie Sep 20, 2013 1:11 am

Chloé no pareció muy convencida con la versión que dio Bavol de lo ocurrido y se volvió para mirar de reojo al pirata. Después de haber experimentado en su propia piel lo que hacía uno de esos monstruos, le costaba creer que nadie pudiera haberlo derrotado. Pero… Pero aquel hombre era diferente.

Y cuando el chico sonrió y se despidió de ella con un beso, se olvidó de Ronin. Ahora lo importante era su amigo:

¡Vale! Y ten mucho, mucho, mucho cuidado. Que no te vuelvan a pillar, ¿eh? Y no salgas de noche... Esos diablos son... peligrosos... —le miró con sincera preocupación, rebosante de cariño infantil. Luego sonrió—. ¡Y no tardes en venir a verme! No me importa lo que diga la gente. Somos amigos. Bueno —soltó una risita—. Novios. Tienes que venir, como un caballero de verdad a ver a su dama —casi le brillaron los ojos. Seguramente estaba imaginando a los hombres de galante armadura que peleaban en nombre del rey y de Francia. Se volvió hacia Ronin—. ¡Gracias, señor pirata!

Éste la saludó, sonriente.

Chloé devolvió a Bavol el beso en la mejilla, echó a correr, se despidió una última vez con la mano, y desapareció tras la puerta a todo correr. A salvo. Por fin.

Poco después escucharían voces procediendo del edificio. Parecían exclamaciones de alivio.

Bien, chavalote —Ronin le posó una mano en el hombro—.¿Qué te parece si vamos yendo para tu casa? Y, por el camino, puedes hacerme todas las preguntas que te apetezca.

Rió de buen humor y le dio un par de palmadas.

Imagino que tendrás muchas.

Echó a caminar y a Bavol, si quería averiguar qué demonios había ocurrido, no le quedó otro remedio que seguirle.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Vie Sep 20, 2013 6:47 pm

"Me convertiré en el mejor de los caballeros por ti, Chloé", pensó Bavol.

Después de ver como Chloé entraba por fin en su casa y de haberse despedido de ella sin poder evitar sonreír como un bobo, sintió en su hombro la fuerte mano de Ronin.

Bien, chavalote ¿Qué te parece si vamos yendo para tu casa? — sintió un ligero escalofrío, no quería enseñarle dónde se encontraba la Corte de los Milagros — Y, por el camino, puedes hacerme todas las preguntas que te apetezca.

Justo lo que quería, además de su fuerza y de ser poseedor de extrañas armas, parecía que el pirata también leía mentes. Mientras le miraba intentando desentrañar sus secretas intenciones, Ronin le dio unas palmadas y volvió a reírse. Un tipo peculiar y bastante risueño sin duda, aunque a lo mejor todo eso era una tapadera.

Imagino que tendrás muchas. — y Ronin comenzó a caminar, de manera que Bavol tuvo que apresurarse para poder seguirle

Demasiadas preguntas. ¿Con cuál podría empezar? No estaba del todo seguro, por lo menos el pirata parecía dispuesto a contestarlas, o eso aparentaba.

¿Cómo le llamo? ¿Ronin? ¿Señor? ¿Capitán quizás? — preguntó Bavol más por educación que por otra cosa.

Casi sin prestar atención a lo que le contestaba, mientras le respondía intentaba poner en orden su mente después de todas las emociones del día.

Nunca he visto a alguien con su aspecto en París. Si no le importa ¿qué hace aquí, para qué ha venido? — tras empezar a preguntar, continuó sin esperar a ninguna de las respuesta casi con un tono acusativo —¿Qué eran esos demonios? ¿Están aquí por su culpa? ¿Y dónde está esa espada tan rara con la que los venció? Ah... y que no se me olvide: ¿Por qué me ayuda, es que quiere algo de mí?

Al parecer Bavol se había olvidado de la precaución y le había hablado sin ningún tipo de rodeos, pero aquel niño quería ya respuestas, al igual que Chloé las había querido de él antes. Pese a todo, era un chiquillo que acababa de vivir una situación que le superaba. Una buena lista de preguntas, pero tenía demasiadas dudas: demonios, espadas, piratas, etc. La vida de un gitano no era común, pero esto ya estaba rayando lo sobrenatural, no quería esperar ni un solo segundo más sin saber de qué iba todo esto. Bavol clavó su mirada en Ronin en una mezcla de decisión, enfado y frustración en busca de respuestas convincentes a todos aquellos interrogantes.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Suzume Mizuno » Dom Sep 22, 2013 1:09 am

¡Pues Ronin, hombre! —rió—. Aunque capitán no estaría mal.

Escuchó, sin mirar hacia el muchacho, todas las preguntas con las que lo bombardeó. Asentía para sí mismo, como si fueran evidentes, pero no pudo evita reír de nuevo

No, chavalote, no están aquí por mi culpa. ¡Al contrario! Yo estoy aquí por ellos.

Caminaron un rato en silencio hasta que Ronin señaló al cielo con un dedo:

¿Qué ves cuando miras el cielo, chaval? ¿Estrellas? —aguardó un segundo a su respuesta y sonrió ampliamente—. ¡Claro que sí! Pero, verás, también son mundos. Yo vengo de uno de ellos, y este lugar, Francia, París, no es más que una estrella de cientos de miles —incluso en la oscuridad, Bavol pudo ver un destello en los ojos de Ronin—. Yo soy un Caballero de la Llave Espada, renacuajo, y vengo de una de esas miles de estrellas. Mi hogar se llama Tierra de Partida y allí viven los Caballeros, que luchan contra esos “demonios” de los que os he salvado. Por cierto, los llamamos Sincorazón. Son criaturas de la oscuridad, que devoran los corazones ajenos… Porque han perdido el suyo.

Se quedó callado, sumido en sus pensamientos. Luego rió y dijo:

¡No debería costarte mucho creértelo después de lo que has visto! Ah, no puedo dejar que vuelvas así a casa. Cura.

Con un suave resplandor verdoso y un cosquilleo en la pantorilla, las heridas de Bavol se cerraron de un plumazo. Ronin rió ante la expresión, probablemente de sorpresa, de Bavol.

Los Caballeros podemos hacer esto y mucho más. ¡Puedes decir que somos una especie de magos guerreros! ¡Ja! También podemos viajar entre los mundos, no como la gente normal, y hacer aparecer nuestra Llave Espada, que es esa arma que llevaba antes.

»En cuanto a tu última pregunta… Te salvé porque ese es mi trabajo. Los Caballeros estamos aquí para mantener el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Pero, la verdad, es que he visto potencial en ti. ¿Qué me dices? ¿Te gustaría pelear contra esos bichos y convertirte en un Caballero?


Soltó una carcajada resonante, pero cuando miró al niño, este se dio cuenta de que estaba hablando muy en serio.

Somos bastantes, chavalote, pero no los suficientes. Siempre necesitamos más alumnos. Y allí podrías conocer a todo tipo de gente, de distintos mundos. ¡De todo tipo de pieles y aspecto! —dijo de buen humor—. Y todos luchando por un mismo objetivo: acabar con los Sincorazón y proteger los mundos.

»No está mal como misión, ¿eh? [/b][/color]
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Dom Sep 22, 2013 4:38 pm

No había motivo para no creerle, sus explicaciones encajaban perfectamente. Ronin creía en lo que decía y Bavol había sido testigo de todos esos acontecimientos. No sólo es que fuese verdad, es que el gitano quería creer en lo que le había contado Ronin. Mundos más allá de París, lugares donde no se le perseguiría, gente de todo tipo luchando junta, Caballeros dedicados a proteger a los necesitados… Si fuera Caballero podría ayudar a su madre, a los gitanos y a cualquier otro que sufriera las mismas injusticias. También podría ser algo más para Chloé, algo más que un perseguido niño gitano, podría ser un héroe para ella.

Si me lo hubiesen contado esta mañana, no sé si podría habérmelo creído — comenzó a decir antes de responder a la oferta de Ronin, quería ir asimilando a medida que hablaba —. Pero lo he visto con mis propios ojos: esos Sincorazones, como le quitaron el corazón a aquel chaval, la Llave Espada y esta… esta magia que has utilizado para curarme. Te creo, Ronin

Bavol miró su cuerpo maravillado, todas las heridas habían desaparecido gracias al hechizo de Ronin. Se había equivocado con esa desconfianza hacia él, era un buen hombre que le había ayudado. El gitano calló durante unos segundos, bajó la vista y llevándose una mano al corazón comenzó a recordar lo que había sentido cuando se había enfrentado a aquella oscura criatura.

Hoy cuando estaba luchando con ese demo… con ese Sincorazón creía que íbamos a morir todos, que no podría salvar a nadie — alzó la cabeza, miró a los ojos a Ronin y siguió hablando emocionando —. Te debo la vida y además ahora me ofreces esto, es increíble ¡Si soy un Caballero podré ayudar a la gente, defenderlos del mal!

No obstante, la oferta de Ronin también había despertado inseguridades en el corazón de Bavol. No se sentía especial, se había pasado la vida corriendo para sobrevivir ¿Estaba preparado para aquello? No lo sabía, necesitaba escuchárselo decir a Ronin.

Me encantaría ser capaz de ayudar a la gente, pero nunca he luchado de verdad, siempre he tenido que huir, no soy tan fuerte como tú ¿De verdad tú ves algo en mí? ¿Puedo ser… digno de ser Caballero?

Si alguien confiaba en él por primera vez para algo tan importante, aceptaría, por él y por todos los demás. Además, su vida ya nunca podría ser igual después de lo que acababa de vivir.
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Suzume Mizuno » Lun Sep 23, 2013 4:37 pm

Ronin rió ostentosamente y sus carcajadas resonaron en la calle vacía, ante la pregunta de Bavol.

¡Pues claro que veo algo en ti! Todos los que tienen valor para enfrentarse a un Sincorazón por los demás tienen la oportunidad de ser buenos Caballeros.
»En cuanto a si serás digno o no… Eso me lo tienes que demostrar tú, ¿no?


Continuaron andando durante un rato, en silencio. Bavol seguramente tuvo tiempo para darle muchas vueltas a la idea. Pero, al fin y al cabo, era un niño. Y, ¿qué niño no deseaba ser un caballero? Especialmente si en la realidad nunca se lo habrían permitido…

Nadie aceptaría un caballero gitano.

Pero lo que se le pedía era que luchara por algo más importante incluso que el Rey.

Bueno, chavalote, ¿está muy lejos tu casa?

Se encontraban casi a las afueras de París, donde los edificios eran cada vez menos altos, las calles ya no estaban empedradas y había que andar con cuidado para no hundir los pies en un charco, en un agujero o en alguna boñiga de caballo. Olía a humanidad, a paja, a animales, y, ante todo, a fluidos estancados. Muchas puertas estarían atrancadas desde dentro, al igual que las ventanas, pues todo el mundo sabía que las noches de París no eran seguras. A excepción de alguna que otra taberna donde los últimos clientes, borrachos e incapaces de dar un paso, insistían en permanecer a costa de la voluntad de sus dueños, no se escuchaba ni un alma. La luna, por su parte, ya estaba muy alta y teñía el mundo en una tétrica combinación de grises y negros. Era como pasear por una ciudad fantasma.

No faltaba mucho para llegar al cementerio… Que, a su vez, llevaba a la Corte de los Milagros.

No era probable que la gente aceptara de buenas a Ronin si se acercaba mucho más a su sanctasanctórum. Incluso podía ser que corriera peligro… O, quién sabe, que lo corrieran los amigos de Bavol.

Como si leyera los pensamientos del chaval, Ronin se detuvo y se agachó para poder quedar a su misma altura.

Mira, muchachote: por mí estaría encantado de que te unieras a nosotros. Pero, una vez lo haces, no hay vuelta atrás. ¿Entiendes? Nadie puede saber quiénes somos, qué hacemos, por qué luchamos. No me mires así, renacuajo, es algo con lo que todos tenemos que tirar para adelante: prácticamente ningún mundo es consciente de que vive rodeado de miles. ¿Qué crees que pasaría si la gente empezara a saber sobre los Sincorazón, que te roban el corazón y te convierten en oscuridad?

»Es decir, que no le puedes decir a nadie a dónde vas a ir. Vas a tener que… mentir. Di lo que quieras. Que un caballero quiere cogerte como paje, ¡jaja! ¡Eso sería acercarse bastante a la verdad!

» Pero, a menos que estés convencido de que tu familia va a creer en ti y jura guardar el secreto… Debes mentir.


Durante todo aquel rato, la voz del pirata se había vuelto tan grave que parecía la de otra persona. Un adulto completamente serio, sin atisbo alguno de humor. Sus ojos parecían duros como el acero.

Siendo un niño, podrás desarrollar muchas habilidades. Pero piensa bien… Que esos monstruos podrían matarte. Podrían evitar que volvieras a ver a tus padres. Y ellos no sabrían nunca dónde está tu cuerpo.

Dejó caer un silencio y esbozó una sonrisa triste.

Así que piénsate bien lo que quieres hacer —le dio una palmada en el hombro—. Pero si nos eliges, te protegeremos y te enseñaremos todo lo que necesites hasta que seas capaz de vencer a tus enemigos. Y, claro, puedes volver a ver a tu familia cuando quieras.

»Pero no olvides que una vez hagas tu juramento… No hay vuelta atrás. Ser un Caballero no es un juego de niños. Es algo a lo que dedicas tu corazón.


Ronin se incorporó con agilidad y le sonrió, más animado:

Voy a quedarme en esta ciudad tres días, en alguna posada del centro. Si no te veo, al anochecer del tercer día me iré sin ti. Espero que entonces cuides de la princesita, ¿eh?

Le guiñó un ojo, se ciñó la capa, y se alejó a buen paso hasta desvanecerse en la oscuridad de un estrecho callejón.

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Tienes esta ronda para interactuar con la familia de Bavol y que éste decida lo que quiere hacer. Cuanto más realista lo hagas, mejor puntuación recibirás~
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Re: [La Cité des Cloches] (No) Somos iguales

Notapor Tidus Cloud » Mié Sep 25, 2013 11:19 pm

Bavol se echó la capucha y aceleró el paso para llegar cuanto antes al cementerio. Su mente era bombeada por torrente de emociones, dudas y esperanzas. Quería convertirse en un héroe, pero ¿a cambio de dejarlos a todos a los que había amado y querido proteger?

La noche no convertía en el cementerio en un lugar muy agradable, perfecto para evitar caras no deseadas. Bavol no sintió miedo ni incluso a aquellas horas en las que la oscuridad lo envolvía todo, estaría más aterrado en las propias calles del centro de París. Allí estaba su hogar, el lugar donde se había criado tanto para bien como para mal.

El gitano se dirigió hacia uno de los sepulcros que estaban dispuestos en la colina. Acarició con su mano el símbolo gitano de la tapa que marcaba la entrada a la Corte de los Milagros. ¿Cómo podía sentir de pronto ese apego hacia todo lo que había provocado que fuera víctima de incansables persecuciones? No era racional… y sin embargo los echaría de menos, su cultura, su pueblo, la camaradería y la ayuda que se prestaban unos a otros para poder sobrevivir. Apartó todos aquellos pensamientos de su mente, primero quería consultarlo con la almohada, de manera que se dispuso a entrar. Aunque estaba convencido de que no habría nadie en aquel lugar, se aseguró de no hubiera ningún mirón por la zona. No, era seguro. Bavol levantó la tapa del sepulcro descubriendo las escaleras que bajaban hacia las catacumbas, bajó unos peldaños e intentó colocar de nuevo la tapa en su sitio lo mejor que pudo.

Una vez en su interior se quitó la capucha para que los vigilantes ocultos entre los numerosos montones de cadáveres de las catacumbas viesen que era un gitano, uno de los suyos. Debieron de darse cuenta, puesto que ninguno le importunó, de forma que atravesó rápidamente a aquella zona. El suelo estaba inundado, el olor a peste sería insoportable de no haberlo soportado desde que era un niño pequeño y algún que otro asqueroso animal portador de enfermedades corría hacia su escondrijo. Hoy por primera vez en mucho tiempo, tras haber escuchado la historia de mundos en las estrellas, sintió asco por aquellas penosas condiciones en las que vivía. Si había tantos mundos, ¿por qué habían acabado en este, en un mundo injusto que nos lo comprendía? Alzó la vista y sólo observó el mugriento techo de las catacumbas, nunca podría ver el cielo estrellado allí ni sentir el aire fresco ni siquiera podría ser libre.

Tras caminar un rato llegó por fin a su casa, si se podía llamar eso a aquella chabola que estaba junto a tantas otras en el final de unos de los túneles. No tenía nada que ver con las casas de París como en la que vivía Chloé. Y sin embargo, ese era su hogar. Su madre le estaría esperando preocupada, afortunadamente Ronin le había sanado las heridas, de manera que no tendría que dar muchas explicaciones y podría endulzar convenientemente la historia. Seguía con su debate interno y contemplar a su madre no le iba a ayudar, pero hizo de tripas corazón y entró dentro.

¡Bavol Trené! ¡¿Dónde has estado?! ¡Estaba muy preocupada! — exclamó su madre evidentemente alterada.

Hola, mamá. Siento la tardanza… — murmuró Bavol agachando la cabeza avergonzado.

¡¿Por qué has tardado tanto?!

Piratas, matones, demonios ladrones de corazón, Caballeros defensores de la justicia… Era demasiado. Aunque no tenía del todo tomada su decisión, prefirió no hablarle sobre eso y trastocar un poco la historia.

Al atardecer, me choqué con una niña y le rompí su cesta… — comenzó Bavol procurando sonar creíble —. Ella tenía miedo de volver a casa por la regañina y se escondió… así que fui a hablar con ella. Cuando la convencí de que volviera era muy tarde y tuve que acompañarla a su casa, que estaba bastante lejos y…bueno, eso, eso es todo.

Su madre escuchó todo el relato con una ceja arqueada buscando algo en su voz que le delatara, después de que Bavol terminara de hablar negó con la cabeza y soltó un suspiro mientras se sentaba en un viejo taburete, el único asiento de la casa.

¿Cuántas veces te tendré que decir que debes volver cuando se ponga el sol? Esta ciudad no es segura y los niños no deben estar correteando por ahí.

“Y los niños no deben estar correteando por ahí”, el gitano sabía que su madre nunca le permitiría irse si le explicaba la verdad. Tendría que mentirle como le había dicho Ronin.

Vete a dormir, ya es muy tarde — ordenó secamente su madre mientras se sujetaba el rostro con las manos.

Quería… preguntarte algo — musitó Bavol — ¿Te gustaría que los gitanos fueramos libres?

Bavol, no voy a ponerme a hablar de esas cosas a estas horas. Así que…

Por favor, escúchame, es importante para mí. ¿No te gustaría que algún día pudiéramos vivir como los demás ciudadanos? ¿Ser iguales que ellos?

Su madre resopló exasperada, no tenía ganas de debatir ni de hablar de esos temas con su hijo, es lo último que necesitaba aquel chiquillo para meterlo de lleno en algún problema. Sin embargo, por el serio semblante de Bavol parecía que no se callaría hasta que obtuviera alguna respuesta.

Claro que me gustaría, cariño. Pero la vida es más complicada de lo que puedes imaginar.

Pero si no hacemos nada, les damos la razón ¿no? Si de verdad queremos ser iguales…

¡No hables sobre cosas que no sabes!¡Esto no es un mundo de cuento, a lo mejor no somos iguales, a lo mejor nunca podremos serlo! — gritó su madre enfadada, no importaba si realmente lo pensaba o no, no quería continuar con aquella conversación, le provocaba demasiado dolor.

Bavol negó con la cabeza decepcionado, estaba intentando contener las lágrimas ¿Cómo podía decirle eso su propia madre? Se dio la vuelta y mientras se dirigía a aquella manta en el suelo en la que dormía dijo indignado:

Papá no estaría de acuerdo contigo.

La madre no le replicó, se quedó en silencio dolida por dentro. Su padre, precisamente quería evitar que fuera como su padre para que no tuviera el mismo trágico destino. Cuando Bavol estaba acostado en su manta de espaldas a su madre, derramó varias lágrimas mientras sollozaba silenciosamente. Su lugar no estaba allí, no podía dejar la oportunidad de ser un héroe a cambio de nada. No bastaría con mentir, tendría que huir… una vez más.

****


2 días antes de la partida de Ronin


Bavol se acercó a un gitano flacucho de ojos brillantes y astutos de la Corte de los Milagros.

Tengo que pedirte unos favores. — dijo Bavol muy serio.

Todo tiene un precio, mucha…

Recuerda cuando saqué a tu hijo de esa persecución de los guardias — le interrumpió Bavol tajante.

El hombre realizó una ligera mueca y asintió con la cabeza.

¿Qué es lo que quieres?

Unos objetos y además que me enseñes a escribir unas palabras, aquí eres de los pocos que sabe leer y escribir. Es lo único que te pido, después no volverás a ver mi pellejo por aquí.

Cuéntame más sobre lo que quieres.

****


1 día antes de la partida de Ronin


Bavol había salido muy pronto esta ocasión. Se dirigió directamente a su destino con la capucha echada y evitando cualquier tipo de contacto con los ciudadanos. Tras un largo rato de caminata, observó la casa de Chloé iluminada por los primeros rayos del sol.

La niña seguramente todavía estaría dormida, mejor, así no tendría que contarle todo lo que había descubierto del pirata ni tampoco delataría sus intenciones con más lágrimas al verla. Así sería más fácil para los dos, o al menos para él, intentó autoconvencerse de que pronto Chloé le olvidaría.

Depositó el objeto justo delante de la puerta y abandonó el lugar. Cuando Chloé se despertase y saliese de su casa se encontraría con una vieja cestita llena de huevos y de trozos de pan y pan, con una pequeña nota escrita con un trozo de su capa que esperaba que alguien le leyera:

“Gracias. Te quiero.”


****


Anochecer del tercer día


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Bavol contempló todas las casuchas de la Corte de los Milagros, miró a los ojos de quienes se encontraba y esbozaba una triste sonrisa. Los gitanos se esforzaban en seguir adelante, pero aquello no era vida, era pura y simple supervivencia. Demasiada gente pobre, demasiada gente enferma, demasiada gente que había perdido la esperanza…

Afortunadamente para el gitano, aquella noche su madre se había acostado más temprano al parecer por algún tipo de dolores en la barriga que sufría. Su madre fue directa a su cama, pero Bavol se interpuso antes y le dio un fuerte abrazo para su sorpresa.

Mamá, te quiero mucho…

Y yo a ti, cariño — y Bavol le besó la mejilla.

Después de que su madre se acostara, dejó otra nota hecha con otro trozo de su capa encima del taburete. No pudo evitar que una lágrima cayese y empapara un poco el trozo, pero al menos creía que esos trazos seguían siendo legibles, y seguro que alguno de los gitanos aún se la podría leer.

Las primeras palabras que había escrito en su vida con la mano decían así:

“Lo siento, mamá”


Y así abandonó la Corte de los Milagros entre lágrimas, entre montones de recuerdos, y con la imagen de todas esas personas que dejaba atrás viviendo en la miseria. Sería un Caballero y no importa lo que dijese Ronin algún día volvería para salvarlos a todo de esa situación, algún día sería lo suficientemente fuerte para luchar por los demás.
Cuando ya estaba la luna bien alta le pareció ver la silueta de Ronin. Tenía la cara empapada de lágrimas, pero no se las limpió ni ocultó su rostro, no le importaba mostrar su dolor porque pese a todo estaba dispuesto a seguir adelante. Porque aquellos a los que dejaba era el motivo de que quisiese ser algo más.
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Tidus Cloud
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