Re: [Villa Crepúsculo] Alguien muere al final de este prólogo
Publicado: Jue Nov 21, 2013 10:15 pm
Estubo esperando mucho tiempo en aquella posición, atenta a todo lo que sucedía. No había ni rastro de aquel hombre que le había pedido que se quedase en aquel lugar.
En aquel silencio sepulcral, tan sólo el traqueteo de los últimos tranvías que partían antes del anochecer se escuchaba. Estaba claro que había perdido el último tranvía rumbo a su casa. Suspiró levemente, pues tendría que quedarse en aquel lugar irremediablemente.
-Ya sé de qué voy a morir, de la bronca que me espera cuando vuelva a casa.
Después de aquel comentario, escuchó unos pasos dirigiéndose directamente hacia donde estaba. Alzó la botella nuevamente y observó al peculiar hombre volviendo con un bulto en sus brazos, lo cual la alarmó y salió a su paso para saber si todo iba bien.
—Parece que al final me hiciste caso.-Dijo con una sonrisa triste en su rostro, sin duda tendría relación con aquella cosa que llevaba entre brazos.
-Era lo más prudente, si te hubiese seguido seguramente hubiese molestado más que ayudado.
—Me alegro. Ahí fuera ya ha anochecido. Y parece que ya estás fuera de peligro.-Y efectivamente así era. Las calles de Villa Crepúsculo habían anochecido para sorpresa de la joven.
Expulsó el aire que tenía en los pulmones al escuchar esas palabras. Mientras Ronin hablaba y se sentaba en el sofá ella decidió hacer lo mismo sentándose en el lado opuesto. Ya acomodados, Ronin mostró el bulto que llevaba en los brazos, un gatito con las patas traseras totalmente aplastadas y hechas añicos, sin duda alguna atropelladas por algún tranvía, cosa que le causó una gran impresión y se quedó muda.
—Supongo que todos habéis tenido un mal día. Ya quieren convertirla en la novena maravilla o algo así.-Dijo recuperando la sonrisa y riéndose entre dientes, aunque se notaba que ese hecho le estaba afectando de alguna forma.
-¿Novena maravilla? Más que maravilla es una calamidad.-Un escalofrío le recorrió la espalda de recordar el incidente del carro-Cómo se nota que no han sido esos cuentistas los que lo han sentido en sus carnes. A veces de verdad no entiendo qué ve la gente de maravilloso en el dolor ajeno.-Se notaba que estaba algo molesta por cómo se tomaban las cosas los habitantes de la Villa, intentando romper la monotonía diaria con sus misterios irresolubles.
Escuchó atentamente lo que Ronin le decía al respecto de lo que había estado ocurriendo en su ausencia. No le resultó nada extraño que aquel hombre sintiese grima de una anciana destartalada como ella, porque realmente transmitía ese sentimiento. Lo que sí que le sorprendió, era que le preguntase si le guardaría el secreto de lo que iba a hacer a continuación.
Asintió rápidamente sin dudarlo mirándolo fijamente. Las palabras de aquel hombre le habían llamado la atención y tampoco era el tipo de persona que iba por la vida contando secretos ajenos.
En aquel silencio sepulcral, tan sólo el traqueteo de los últimos tranvías que partían antes del anochecer se escuchaba. Estaba claro que había perdido el último tranvía rumbo a su casa. Suspiró levemente, pues tendría que quedarse en aquel lugar irremediablemente.
-Ya sé de qué voy a morir, de la bronca que me espera cuando vuelva a casa.
Después de aquel comentario, escuchó unos pasos dirigiéndose directamente hacia donde estaba. Alzó la botella nuevamente y observó al peculiar hombre volviendo con un bulto en sus brazos, lo cual la alarmó y salió a su paso para saber si todo iba bien.
—Parece que al final me hiciste caso.-Dijo con una sonrisa triste en su rostro, sin duda tendría relación con aquella cosa que llevaba entre brazos.
-Era lo más prudente, si te hubiese seguido seguramente hubiese molestado más que ayudado.
—Me alegro. Ahí fuera ya ha anochecido. Y parece que ya estás fuera de peligro.-Y efectivamente así era. Las calles de Villa Crepúsculo habían anochecido para sorpresa de la joven.
Expulsó el aire que tenía en los pulmones al escuchar esas palabras. Mientras Ronin hablaba y se sentaba en el sofá ella decidió hacer lo mismo sentándose en el lado opuesto. Ya acomodados, Ronin mostró el bulto que llevaba en los brazos, un gatito con las patas traseras totalmente aplastadas y hechas añicos, sin duda alguna atropelladas por algún tranvía, cosa que le causó una gran impresión y se quedó muda.
—Supongo que todos habéis tenido un mal día. Ya quieren convertirla en la novena maravilla o algo así.-Dijo recuperando la sonrisa y riéndose entre dientes, aunque se notaba que ese hecho le estaba afectando de alguna forma.
-¿Novena maravilla? Más que maravilla es una calamidad.-Un escalofrío le recorrió la espalda de recordar el incidente del carro-Cómo se nota que no han sido esos cuentistas los que lo han sentido en sus carnes. A veces de verdad no entiendo qué ve la gente de maravilloso en el dolor ajeno.-Se notaba que estaba algo molesta por cómo se tomaban las cosas los habitantes de la Villa, intentando romper la monotonía diaria con sus misterios irresolubles.
Escuchó atentamente lo que Ronin le decía al respecto de lo que había estado ocurriendo en su ausencia. No le resultó nada extraño que aquel hombre sintiese grima de una anciana destartalada como ella, porque realmente transmitía ese sentimiento. Lo que sí que le sorprendió, era que le preguntase si le guardaría el secreto de lo que iba a hacer a continuación.
Asintió rápidamente sin dudarlo mirándolo fijamente. Las palabras de aquel hombre le habían llamado la atención y tampoco era el tipo de persona que iba por la vida contando secretos ajenos.