La joven seguía arrastrándose por el estrecho lugar que ella y su compañero habían escogido. Y es que era lo mejor, ¡esas criaturas podrían haberlos atrapado! Ahora, estaban más o menos ‘’a salvo’’, pero tampoco debían confiarse tanto, debido a que esas extrañas criaturas, podían retroceder en cualquier momento, y verlos.
En lo que se arrastraban, la chica se raspaba con todo tipo de cosas que había en la tierra: la misma tierra, piedras; incluso seguramente, habrían bichos que probablemente se le pegasen a la ropa. Aunque no era queja para ella. Por mucho que le molestase, debía seguir hacia delante sin mirar atrás. Porque sería un gran problema el pararse para protestar por el dolor causado.
—
¿Te ocurre algo?— El albino preguntó, arrastrándose encima de ella. Perfectamente él podría estar caminando. Por alguna razón prefirió arrastrarse con ella.
—
¿Por qué iba a pasarme algo? Estoy perfectamente, no me duele nada. —Contestó fríamente, sin mirarle siquiera. No se molestó. No es que estuviese cabreada. Tan solo estaba nerviosa. Su vida, dependía de este ‘’plan’’ improvisado.
—
Bueno, tus ropajes rotos y tu vientre raspado, no dicen los mismo. —Contestó el albino con una sonrisa, arqueando la ceja mientras la miraba. Ella se había limitado a gruñirle y a seguir arrastrándose cual serpiente.
Pasó el tiempo. ¡Quién sabe cuánto siguieron allí arrastrándose para sobrevivir al ataque de esos monstruos! Parecía que el viaje se hacía eterno. Realmente eterno.
El albino empezó a avanzar algo más rápido que la muchacha, para asegurarse de que todo estaba bajo control por delante. Y es que así sería mejor, claro. Porque nadie que no fuera Nikolette, podría verle. Es… solo un producto de su imaginación. ¡Aunque al menos estaba acompañada!
Cuando el peliblanco se adelantó, al fin lo vio. Vio que llegaron hacia el castillo que siempre soñó ver Nikolette. Y es que, claro. ¡Su hermano no la dejaba salir! Ella no había visto el exterior de la ciudad entera. Y … Lo que se perdía. Era realmente hermoso.
—
Nikolette… Creo que allí hay algui-.—Y no pudo acabar la frase. Debido a que una persona, se encontraba cerca de allí, exclamando algo que al principio Nikolette no entendió a la perfección. ¡Pero qué más daba! ¡Era alguien! ¡Alguien que podría ayudarla! Con una sonrisa de orgullo y satisfacción, levantó la vista para mirar al dueño de la voz anteriormente escuchada, para pronunciar luego ciertas palabras.
—
Ah, merde! Mais qu'est-ce que c'est...? Mademoiselle! ¡Señorita! ¿Os encontráis bien? — Comentó el chico que acababa de ver Klaus. Nikolette suspiró aliviada.
—
Bueno, podría estar mejor…—Murmuró entrecerrando un ojo en forma de queja. Pero ya le daba igual todo. Alguien podría sacarla de aquí.
El chico que se encontraba allí, parecía bastante joven. Klaus lo miró con mala cara. ¿Celoso estaba? ¡Solo era un niño! ¿Cómo podría tenerle envidia? Sería que Klaus envidiaba a cualquiera que se acercase a Nikolette… Podría ser.
Nikolette, indudablemente lo miró con ternura. Siempre había deseado tener un hermano pequeño. Un hermano con quien divertirse y jugar. ¡Le encantaban los niños! Siempre se solía asomar a la ventana para ver como jugaban, algo que ella nunca logró hacer. Y menos con su hermano.
Con mucho gusto aceptó la mano del joven, para ayudarse a levantarse. Lo cual, molestó aún más a Klaus.
—
No deberías confiar en él. Parece sospechoso.—
La chica negó con la cabeza con una expresión de decepción, mirándole mal disimuladamente, para que el joven de pecas y ojos verdes, no se diese cuenta.
—
Oh, no, no... —Comentó el chico, mientras Nikolette se apoyaba en él y le prestaba su atención.—.
Ces démons, esos... demonios. ¿Os han lastimado, señorita?—
Bueno, he tenido suerte.—Comentó rascándose la cabeza, algo avergonzada.—
Gracias a dios, no me han hecho nada. Pero he estado mucho tiempo huyendo de ellos.—
—
Qué pesado. ¿Tanto le interesa tu vida?—Nikolette gruñó después del comentario de su amigo.
—
No os preocupéis... Mi casa es vuestra casa, y allí estaréis a salvo. Ellos nos protegerán a todos, muy seguramente —Le ofreció a la joven cortésmente. Y luego, lograron salir de aquel lugar —:
Perceval puede llevaros, señorita. Les loups-garous, esas bestias, los licántropos, no lo han alcanzado ni una sola vez.—
Para montarme en eso, mejor voy caminando...—Rió levemente por su comentario.
—
Muchísimas gracias, chico. Me has quitado un peso de encima.—Sonrió dulcemente, acariciando la cabeza de el asno, preparándose para subirse encima y continuar el viaje. Esperemos, que todo fuese bien a partir de ahora.
—
Yo caminaré, señorita, y os mostraré el camino. Tampoco podrán alcanzarme, pues soy muy veloz —aseguró con una sonrisa.
Y entonces subió con una sonrisa. Agradeciéndole de nuevo todo lo que estaba haciendo por ella. Parecía un muchacho muy honrado, sí. Pero Klaus no opinaba lo mismo. Le daba mala espina. ¡Aunque tampoco importaba demasiado! Seguro que eran los celos, cosa que molestaba algo a Nikolette.
Bueno, lo que había que hacer ahora era dejarse llevar y rezar para que esas criaturas... No los siguiesen.
No sé cuantas veces me voy a disculpar por el retraso, pero en fin. xDD Es lo que tiene que se te rompa el ordenador, lo arregles, se te rompa y así sucesivamente. Esperemos que este que me ha dejado mi tía.. No se rompa. Muchas gracias por tu paciencia, Zee.<3