—
¡AGH! —rugió Stelios de dolor. El golpe en las costillas había sido demoledor. Notó el crujido y sintió un dolor agudo que hizo que se le desenfocara la vista durante un momento mientras caía al suelo, derribado. Con la violencia del impacto, se mordió los labios con fuerza, sangrando abundantemente. Todo el suelo parecía teñido en rojo, muy lejos de la pureza del combate con la que había fantaseado siempre. En su mente, la lucha era gloriosa, honorable, como si se tratara de una danza llena de poses épicas.
Sin embargo, todo había cambiado. Su primera experiencia real estaba concluyendo con el peor escenario posible. Había intentado proteger a una niña pequeña, alguien que necesitaba su ayuda, y había resultado devorada y escupida por la bestia, como si solo fuera un pedazo de carne sin sentimientos. Había intentado cumplir con su papel como héroe primerizo. Había desafiado al animal con toda la valentía que había podido reunir, había superado los momentos de mayor tensión, incluso con humor. Había querido estar al pie del cañón en todo momento. para no avergonzarse nunca de aquel primer combate. Quería concluir aquello como correspondía a las historias, acabando con la malvada amenaza y salvando el día. Así debía ser.
Solo quería estar a la altura. Y ahora iba a morir a manos de una bestia enfurecida que no paraba de sangrar por los ojos, herida de gravedad. Durante un instante, Stelios tuvo la sensación de que lloraba por él. No pudo evitar esbozar una leve sonrisa. Dada la situación, vaya pensamiento más estúpido.
Aquello se había terminado. Un golpe más del león y probablemente le partiría en dos. Le dolía demasiado el cuerpo y no se sentía con fuerzas para rodar a un lado. Aquel iba a ser su final.
«
Aquí acaba todo para mi. Lo siento, abuela. No fui lo bastante fuerte.»
Y cerró los ojos.
No sintió dolor cuando notó un intenso brillo a través de los párpados. Algo brillaba con intensidad sobre él, seguramente la luz celestial que anunciaba su paso al más allá. Se extrañó, ya que tenía entendido que el inframundo era un lugar oscuro y deprimente. Un fuerte olor atacó su nariz. Parecía piel abrasada, algo mucho más acorde con el lugar al que se dirigía, desde luego.
Abrió los ojos, y vio a Lyn enarbolando lo que parecía el mismísimo rayo de Zeus. Desde el cielo, a lomos de Pegaso, lanzaba una sucesión de rayos sobre la bestia, que retrocedía, incapaz de actuar.
«
Parece… una diosa.»
Aquello si se parecía a las leyendas con las que él soñaba. Una heroína alada, imparable, que atacaba desde los aires con el arma de los dioses.
Un nuevo relámpago, esta vez de color naranja, surcó la visión del chico y se situó sobre el león. Allí estaba Hércules, como correspondía a su nivel. Su pose era heroica, invencible. Su golpe fue certero, lleno de fuerza, e impactó con contundencia en el cráneo del animal. Casi parecía que… posaba.
Todo aquello resultaba increíble. Aquellos dos eran auténticos héroes. Ellos podían resolver aquello sin mancharse apenas los pies. Nadie más hubiera resultado herido si Lyn hubiera aparecido en vez de él. Nadie hubiera muerto si Hércules hubiera sido el que se hubiera opuesto al león.
Se sentía desvanecer. Sentía tanto dolor físico y emocional que no acababa de ubicarse. ¿Dónde estaba? Creía haber sentido un intenso tirón y ahora estaba volando. Estaba de nuevo sobre Pegaso, alejándose del combate y de aquel león infernal. Lyn le sujetaba con firmeza. Ella sabía lo que hacía. Dirigiendo al caballo alado con seguridad, cambiaron de rumbo.
—
Lo hiciste bien —la voz de Lyn casi sonaba lejana. Parecía un sueño —.
Has sido muy valiente.¿Valiente? ¿De qué había servido ser valiente? Todo había salido mal. No había estado a la altura, y aquellos que confiaban en él para que resolviera la situación habían salido mal parados.
—
No… —dijo, intentando no caer. Sentía mucho dolor. Y estaba decepcionado consigo mismo, lo cual le dolía incluso más —.
Aquella niña… está muerta. Y yo le dije que la protegería. Y ahora está muerta. Todo por mi culpa.Dolía tanto. Le costaba mantenerse despierto.
—
Lo siento… Y sin poder contener el dolor, se sintió desvanecer.