Re: [Villa Crepúsculo] Viene de familia
Publicado: Sab Sep 27, 2014 6:05 pm
Keiko se estaba muriendo desangrada; no había manera de ponerse de pie y lanzarse contra su oponente, por más fuerza de voluntad que pusiera en ello. Los anteriores ataques de Hikaru la habían dejado destrozada: tendría suerte si era capaz de arrastrarse lejos de allí. Incluso conociendo la naturaleza de aquel mundo, una ilusión, una pesadilla, no pudo deshacerse de las heridas ni ignorar la incapacidad que le provocaban.
Así que puso todo su empeño en lanzarle la Llave a su hermano, directamente hacia la cabeza, esperando dejarlo inconsciente. Débil como se encontraba, le costó trabajo alzar su brazo, pero descubrió que el arma ya no le pesaba tanto. Lo llevó hacia atrás, preparando el golpe y acumulando su fuerza en sus débiles y cansados músculos... y sintió una extraña calidez recorriendo sus venas, una tibieza que ascendió por su brazo y llegó hasta su pecho.
De pronto, se sintió esperanzada.
La chica no tenía puntería suficiente como para arrojarle un arma a la cabeza. Y sin embargo... lo hizo. Aquella extraña arma en forma de Llave brilló como si estuviese hecha de polvo de estrellas, dejando una estela detrás de sí mientras surcaba el aire en cámara lenta. Hikaru vino el ataque venir y, poseído por una nueva fuerza producto de la nueva amenaza, logró sacar su garra de la tierra.
Bloqueó la Llave sin esfuerzo. Ésta rebotó hacia arriba, giró en las alturas por unos segundos y luego se precipitó hacia una de las esculturas, en la cual se quedó enganchada.
Keiko había fallado.
Los ojos de Hikaru brillaron con más intensidad que nunca. Adoptaron un tinte un poco más anaranjado, como el del Crepúsculo, como si su amarillo se hubiera mezclado con el rojo de la sangre. Su ceño no estaba fruncido ni sus labios apretados en una mueca, pero no necesitaba ninguna expresión humana para denotar su ira.
Furioso.
Se acercó a la chica y la volvió a levantar con brusquedad, usando la misma garra con la que había bloqueado el ataque. Llevó la otra hacia atrás, que ya había adoptado la misma forma esquelética y se preparó para atravesarla de lado a lado una vez más. Y esta vez de manera definitiva, en el pecho.
—¿No mencioné lo más divertido de las ilusiones?
Hikaru se detuvo por unos instantes, dejando a la niña de la mansión hablar. ¿Se había Keiko olvidado de que ella estaba allí, observando la pelea, sentada encima de uno de los adornos del jardín? Tal vez si se hubiera concentrado en ella en lugar de su hermano, las cosas habrían sido diferentes...
—Todo en el universo se trata de fe, niña. Si tu mente lo cree con suficiente fuerza, puede hacerlo realidad.
La muchacha rió; una risa clara y con un timbre brillante, agradable... A Keiko le sonaría sádica y espeluznante, debido al contexto en el que se hallaban. ¿Cómo podía reír cuando ella estaba a punto de ser asesinada por un monstruo que asimilaba a su hermano?
—Puedes morir en sueños.
Como si le hubiera dado una orden inaudible, Hikaru asestó el golpe final.
...pero la garra nunca atravesó la carne de Keiko. En su lugar, se quedó enganchada en una empuñadura dorada.
La muchacha tenía, inexplicablemente, el arma de vuelta en su mano. La sostenía al revés, por la punta, lo cual le había permitido obstaculizar el golpe de su hermano. E incluso con su debilidad, fue capaz de detener toda la fuerza que el monstruo le había puesto a su ataque. A su alrededor, volaban puntitos de luz, diminutas estrellas. El brazo de Hikaru comenzó a llenarse de grietas de color violeta y pequeños trozos de "tinta" negra empezaron a caer al suelo. Su garra amenazaba con resquebrajarse.
Los ojos de la copia se abrieron, mostrando finalmente un atisbo de emoción.
¿Asombro?
No. Miedo.
Keiko escuchó a lo lejos un "¡Qué!" pronunciado por la voz chillona de la chica.
Nadie se lo esperaba. Tenía el factor sorpresa. Aquella era su última oportunidad.
Así que puso todo su empeño en lanzarle la Llave a su hermano, directamente hacia la cabeza, esperando dejarlo inconsciente. Débil como se encontraba, le costó trabajo alzar su brazo, pero descubrió que el arma ya no le pesaba tanto. Lo llevó hacia atrás, preparando el golpe y acumulando su fuerza en sus débiles y cansados músculos... y sintió una extraña calidez recorriendo sus venas, una tibieza que ascendió por su brazo y llegó hasta su pecho.
De pronto, se sintió esperanzada.
La chica no tenía puntería suficiente como para arrojarle un arma a la cabeza. Y sin embargo... lo hizo. Aquella extraña arma en forma de Llave brilló como si estuviese hecha de polvo de estrellas, dejando una estela detrás de sí mientras surcaba el aire en cámara lenta. Hikaru vino el ataque venir y, poseído por una nueva fuerza producto de la nueva amenaza, logró sacar su garra de la tierra.
Bloqueó la Llave sin esfuerzo. Ésta rebotó hacia arriba, giró en las alturas por unos segundos y luego se precipitó hacia una de las esculturas, en la cual se quedó enganchada.
Keiko había fallado.
Los ojos de Hikaru brillaron con más intensidad que nunca. Adoptaron un tinte un poco más anaranjado, como el del Crepúsculo, como si su amarillo se hubiera mezclado con el rojo de la sangre. Su ceño no estaba fruncido ni sus labios apretados en una mueca, pero no necesitaba ninguna expresión humana para denotar su ira.
Furioso.
Se acercó a la chica y la volvió a levantar con brusquedad, usando la misma garra con la que había bloqueado el ataque. Llevó la otra hacia atrás, que ya había adoptado la misma forma esquelética y se preparó para atravesarla de lado a lado una vez más. Y esta vez de manera definitiva, en el pecho.
—¿No mencioné lo más divertido de las ilusiones?
Hikaru se detuvo por unos instantes, dejando a la niña de la mansión hablar. ¿Se había Keiko olvidado de que ella estaba allí, observando la pelea, sentada encima de uno de los adornos del jardín? Tal vez si se hubiera concentrado en ella en lugar de su hermano, las cosas habrían sido diferentes...
—Todo en el universo se trata de fe, niña. Si tu mente lo cree con suficiente fuerza, puede hacerlo realidad.
La muchacha rió; una risa clara y con un timbre brillante, agradable... A Keiko le sonaría sádica y espeluznante, debido al contexto en el que se hallaban. ¿Cómo podía reír cuando ella estaba a punto de ser asesinada por un monstruo que asimilaba a su hermano?
—Puedes morir en sueños.
Como si le hubiera dado una orden inaudible, Hikaru asestó el golpe final.
...pero la garra nunca atravesó la carne de Keiko. En su lugar, se quedó enganchada en una empuñadura dorada.
La muchacha tenía, inexplicablemente, el arma de vuelta en su mano. La sostenía al revés, por la punta, lo cual le había permitido obstaculizar el golpe de su hermano. E incluso con su debilidad, fue capaz de detener toda la fuerza que el monstruo le había puesto a su ataque. A su alrededor, volaban puntitos de luz, diminutas estrellas. El brazo de Hikaru comenzó a llenarse de grietas de color violeta y pequeños trozos de "tinta" negra empezaron a caer al suelo. Su garra amenazaba con resquebrajarse.
Los ojos de la copia se abrieron, mostrando finalmente un atisbo de emoción.
¿Asombro?
No. Miedo.
Keiko escuchó a lo lejos un "¡Qué!" pronunciado por la voz chillona de la chica.
Nadie se lo esperaba. Tenía el factor sorpresa. Aquella era su última oportunidad.