Siguiendo a Nanashi entré en la cueva la cual había estado oculta, a simple vista creí que se trataba de una cueva normal, incluso los dibujos hechos con tiza eran normales ya que esto era una isla donde venían los niños a jugar, por lo tanto el hecho de encontrar dibujos en las piedras no me sorprendió, lo que si que hizo fue darme ganas de ponerme a dibujar yo también, así que intenté buscar por el suelo alguna tiza usada que pudiera utilizar.
Fue en ese momento cuando me dí cuenta de la gran puerta que se extendía en la pared, eso si que me sorprendió, después de todo ¿Quien espera encontrarse una puerta enorme en una cueva? Aunque mirándola más detalladamente había algo extraño en esta puerta, no tenía pomo ni cerradura, pero lo miraras como lo miraras aquello era una puerta.
También observé que Nanashi estaba examinando la extraña puerta, así que volví a mi búsqueda de tizas. "Parece que no hay ninguna" -Pensé algo desilusionado. En ese momento recordé el nombre del arma que había visto anteriormente en las manos de Nanashi.
-La Llave Espada. -Dije en un tono poco elevado.
En su mismo nombre se encontraba la palabra llave, es decir, igual podía tener también esa función, igual con ella podría abrir aquella puerta, la cual ahora acababa de despertar mi curiosidad. Así que con ese objetivo en mente invoqué mi llave espada de la manera que mi maestra me había indicado, aunque no me dio tiempo a sorprenderme por haberlo hecho bien o mal ya que puede ver al otro lado de la cueva lo que parecía ser un sincorazón. Pero a diferencia del que me había enfrentado antes este parecía bastante más poderoso, recordando que no fui rival ni para mi anterior enemigo di un paso hacía atrás en reacción a aquel nuevo enemigo, aunque detuve este retroceso, no me iba a echar atrás, había tomado una decisión y nada cambiaría eso, así que me puse en posición de ataque mientras avisaba a mi maestra.
-Esto...Nanash-ejem, quiero decir Maestra Nanashi, creo que acabo de ver a un intruso.