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Buenas tardes.
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Buenas—saludó Vaan con algo de nerviosismo.
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Suponía que te encontraría por aquí.
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No estaba seguro de si ibas a venir—reconoció el chico.
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A pesar de que la semana pasada todo lo que ocurrió fue muy... extraño, por decirlo suavemente, no he podido dejar de darle vueltas en la cabeza a lo que me dijiste. Creo que he estado este tiempo... todo este tiempo, a decir verdad... —Vaan esperó con paciencia—
equivocado. He juzgado con demasiada precipitación, y ahora sé que debería haber sabido hilar más fino. En cualquier caso, quiero ayudar. Estoy dispuesto a asumir las consecuencias que ello conlleve, a abrir mi mente y a renunciar a mis prejuicios. Tan solo pido paciencia: toda una vida viendo las cosas de una manera no se cambia en un abrir y cerrar de ojos. Pero mi decisión está tomada, y es firme, así que te ruego que me indiques qué tengo que hacer. Vaan se humedeció los labios y dio un trago a su bebida. Luego dio vueltas al vaso. Cada vez tenía el ceño más fruncido.
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La verdad es que no sé si esto es lo correcto. Verás, mi orden me permite tomar alumnos porque ya tengo cierto rango, pero significa que va a ser una vida de sacrificio. No podrás decirle nunca a tu familia lo que estás haciendo, ni tampoco a tus amigos. Es más, tendrías que dejar de vivir aquí y venirte conmigo para que te entrenara.—Vaan lo miró con seriedad—.
¿Estarías realmente dispuesto?Cuando Matthieu le diera su respuesta, el joven se acabaría la bebida de un trago, dejaría unas monedas en la mesa y le diría:
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Sígueme. Vamos a ir fuera de la ciudad, donde nadie pueda vernos. Si quieres despedirte o coger cosas, es el momento.****Vaan caminó bastante rato después de abandonar las murallas, hasta un punto donde las casas desperdigadas por los alrededores de la ciudad casi no estaban a la vista. Se puso de puntillas para mirar en derredor, retorciéndose un mechón de pelo con nerviosismo, y luego asintió para sí. Dejaron de lado el camino y fueron hasta una pequeña arboleda.
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Bien, a ver…—De pronto ya no parecía ni de lejos tan seguro de sí mismo—.
Para empezar, no vengo de este mundo.—Esperó a que sus palabras hicieran efecto—.
Verás, hace mucho tiempo, existía un Reino de la Luz, pero hubo una guerra y se fragmentó en numerosos pedazos. O al menos eso dicen los libros. Cada pedazo es un mundo. Hay muchos mundos llamados París, como el tuyo. Yo vengo de uno llamado Atlántica, donde existen las sirenas y las brujas. Todos los mundos flotan sobre una nada que llamamos «el Intersticio». Si te conviertes en mi aprendiz, irás al mundo de los Caballeros de la Llave Espada.—Extendió una mano y el arma tan extraña que había visto Matthieu la última vez apareció en medio de un resplandor entre sus dedos—.
Esta arma viene de tu corazón, Matthieu. Una vez aceptes la misión, no hay vuelta atrás. Te volverás muchísimo más atractivo para los demonios, criaturas que no tienen corazón. De ahí que las llamemos Sincorazón. Son seres de oscuridad que buscan la luz de otros corazones y los devoran uno tras otro. Solo la Llave Espada puede liberarlos y acabar con ellos. También… eres católico, ¿verdad? No quiero mentirte. Si aceptas la Llave Espada, no quedará cuerpo cuando mueras. Solo quedará tu Llave Espada, nada más. Tu arma será depositada en nuestro cementerio, junto a la de todos los demás guerreros que han luchado contra la Oscuridad.Vaan esperó a que Matthieu asumiera todo lo que había dicho. Entonces tomó aire y continuó:
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Yo pertenezco a una de las dos Órdenes que hay ahora mismo, la de Tierra de Partida. Hay otra, Bastión Hueco, cuyas ideas… son menos adaptadas a la «Luz» que las nuestras. Pero ahora mismo nos llevamos bien unos con otros, así que no te preocupes por ello.
»En Tierra de Partida verás a gente que no parece humana. Uno de nuestros Maestros es un ángel—dijo con una sonrisa, aunque luego se puso serio—:
Aprenderás a defenderte, a luchar y a hacer magia, no contra personas, sino contra monstruos. Dedicarás tu vida a la lucha contra los Sincorazón y al equilibrio de los mundos. Será duro, podrías morir. No podrás volver a preocuparte por lo que ocurra en la Cité, digo, París, excepto lo que tenga que ver con Sincorazón.
»¿Estás seguro de que quieres aceptar…?Vaan esperó de nuevo. Esperó todo lo que Matthieu necesitó. Entonces respró hondo, le dio la vuelta a su Llave Espada y le ofreció el mango.
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Coge y jura: primero, no desvelarás a nadie el secreto de los mundos y los Sincorazón. Segundo, no intervendrás en el devenir del mundo, que ya no te atañe, a menos que sea para protegerlo de los Sincorazón u otras amenazas exteriores.—Una vez Matthieu jurara, Vaan retiraría la Llave Espada y diría—:
Ahora invoca tu arma. Sólo deséalo y aparecerá.Una vez Matthieu obedeciera, se encontraría con que en medio de un estallido de luz apareció un arma entre sus dedos:
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Abrirá cualquier cerradura y abatirá a los Sincorazón por igual—informó Vaan—.
Ahora ponte esto donde prefieras.Era una especie de muñequera con un enorme botón en el centro. Matthieu podía ponérselo en cualquier parte del brazo, o incluso adaptarlo al pecho. Vaan llevaba uno parecido en la muñeca.
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Ahora, púlsalo y pasará esto. De nuevo hubo un resplandor y Vaan se vio envuelto, de súbito, en una armadura. Cuando Matthieu obedeciera, también se encontraría protegido por una que se adaptaría a la perfección a su cuerpo y que, sorprendentemente, apenas sí era pesada.
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La usarás siempre para viajar por el Intersticio. Te protegerá de la Oscuridad. Vale, ahora queda lo más impresionante, no te asustes.Vaan cogió impulso y arrojó su Llave Espada al cielo. Cuando cayó lo hizo convertida en un extraño transporte metálico.
El chico montó con agilidad. El artefacto flotaba en el aire y rodeó con suavidad a Matthieu.
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Esto es un glider, un transporte que te permitirá viajar por el Intersticio. Como puedes imaginar, no los solemos usar en los mundos, llamarían demasiado la atención. Vamos, prueba y te enseñaré a volar un poco.El glider de Matthieu tendría una forma diferente al de Vaan, estaría más adaptado a sus gustos. Pero, aun así, era un cacharro que volaba y sin duda asustaría al ex guardia. Vaan se dedicó durante un buen rato a ayudarle a poner los pies, a manejar los controles y a que perdiera un poco el miedo. Le dijo que él también lo había pasado bastante mal al principio, pero que uno acababa por acostumbrarse. Y que no se preocupara, que esta vez él abriría un Portal de Luz que los llevaría directamente a Tierra de Partida, así que apenas tendrían que volar. Solo era una tradición.
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Eso es todo. ¡Oh, espera! Una cosa más.— Se quitó el gorro y le cayó una larga coleta por la espalda. Hizo una reverencia y le sonrió, divertido—.
En realidad no me llamo Vaan, sino Fátima. Fátima Laforet. Será un placer ser tu Maestra, Matthieu.Le guiñó un ojo y amplió su sonrisa.
¡Última ronda! Si quieres despedirte de personajes (si es de NPCs como Febo o Alain pon el diálogo y yo las respuestas) o dar una vuelta por París, es el momento.
Puedes poner las imágenes que quieras para el glider en la armadura, pero no hace falta que sea ahora. Puedes limitarte a describirlas y buscar alguna que te guste dentro de un tiempo.
¡Ánimo que ya se acaba!