Re: [País de Nunca Jamás] Hasta nunca jamás (II)
Publicado: Sab May 21, 2016 5:53 am
—¿Eh? Claro. ¿Quién se va a portar bien, eh?
Dediqué una sonrisa agradecida al hombre mientras Ukki se dejaba acariciar dócilmente por él. El pequeño mono no confiaba demasiado en la gente de buenas a primeras, pero quienes demostraban ser de confianza para mí también lo eran para Ukki, y se volvía totalmente amigable y dócil con ellos. Sabía que le dejaba en buenas manos.
Así pues, me acerqué a los demás, que ya estaban frente al jefe indio. Este empezó a hablar:
—Guerreros que ayudar a nuestro pueblo y vengar a los caídos, guerreros que tener el poder de derrotar a los demonios acudir ahora al Corazón de Nunca Jamás. Ser bendecidos con nuestra ceremonia para en ningún obstáculo fracasar.
Una tonta sonrisita se dibujó en mi rostro. ¡Aquello era emocionante! Siempre había estado leyendo sobre diferentes sociedades y culturas y sus rituales para todo tipo de cosas: llamar al buen tiempo, tener riquezas, un viaje sano y salvo, buena fortuna... ¡Y ahora yo iba a participar en una de ellas! Estaba muy emocionada.
Una chica se paseó frente a nosotros, colocando un candil prendido enfrente de nuestros rostros y soplando para echarnos humo encima. Mi acto reflejo fue el de cerrar los ojos, aguantar la respiración y apartar ligeramente la cara, pero entonces me di cuenta de que era relajante y olía realmente bien, me recordaba al incienso. Claro que a lo mejor solo me olía a mí así, y los demás percibían algo distinto. En cualquier caso, disfruté de aquella sensación y me quedé embobada durante unos segundos.
Tan embobada quedé, que no me di cuenta de que la ceremonia india había continuado, y ahora un chico se dedicaba a pintarnos algo en el brazo izquierdo. Estiré el mío sin rechistar y, tras remangarme, aguardé paciente a que el tipo acabase el dibujo. Al observarlo vi que se trataba de una especie de pluma.
—Qué bonito... Me pregunto qué simboliza...
—Las estrellas desear que vosotros volver con vida.
Finalmente, el jefe indio le entregó el tan esperado mapa a Light. Este parecía muy contento, triunfante, y dedicó a todos una sonrisa de satisfacción, la cual me contagió. Con esa sonrisa dibujada en mi cara, miré al cielo, observando las estrellas mientras una brisa nocturna recorría el campamento. Había sido duro, pero ya faltaba poco. Teníamos que ir al Corazón de Nunca Jamás, y allí sellar la cerradura, y la misión habría terminado. Me sentía bien, y parecía que aquella paz que se respiraba en el mundo no podía ser rota por nada ni nadie.
Oh, qué equivocada estaba...
—¡A-Ah!
La fuerte sacudida de tierra que hubo en aquel momento me hizo caer de rodillas al suelo, y comprobé que no fui la única: todos sin excepción habían sido víctimas de aquel terremoto y estaban en el suelo, tan confusos como yo.
—¿Qué pasa...?
Un ruido me alertó a mi espalda. Sonaba como madera quebrándose y acto seguido cayendo al suelo con fuerza, acompañado del aleteo ajetreado de una bandada de pájaros y hojas agitadas por el viento. Reincorporándome, me giré hacia el lugar de donde procedía dicho ruido, y lo que vislumbré fue horrible. No era la primera vez que tenía una escena así frente a mí, y aunque esta vez era más pequeño, no podía evitar sentirme amenazada y asustada. Sus brillantes ojos amarillos brillaban en medio de la oscuridad de la noche, y su cuerpo se fundía de forma tan homogénea con el oscuro cielo que resaltaban incluso más. Era aterrador.
—¿De dónde ha salido... —Tragué saliva— uno tan grande...?
Y aquello solo era el principio. Más de una decena de Sincorazón surgieron de unas esferas oscuras y comenzaron a atacar a todos los indios, que corrían de acá para allá en medio del caos que aquella situación había provocado. Tardé unos segundos en reaccionar, pero finalmente invoqué mi Pétalo de Hada y me dispuse a luchar.
"No... No he podido mantener mi promesa, Kazuki... Lo siento..."
Los Sincorazón estaban arrebatando sin compasión la vida de aquellos inocentes indios, lo que significaba que no había sido capaz de cumplir mi palabra de no dejar que se volviese a derramar sangre inocente. Estaba decepcionada... y furiosa. Qué impotencia sentía...
—¿¡Qué hacéis ahí parados!? ¡Moved el culo! ¡Podéis acompañarme o quedaros aquí, pero no hagáis ninguna locura! Vamos Lolo.
―Me encargaré del grande, ¡recordad el no-sé-qué de las estrellas!
Apreté los puños, enfurecida, y clavé la vista en Shinju y después en Hana. Asentí con la cabeza y agarré la Llave Espada con fuerza. Era hora de actuar.
Busqué a Light con la mirada. Teníamos que dividirnos y repartirnos el trabajo. Entre los dos debíamos optimizar nuestro esfuerzo y derrotarlos a todos en el mínimo tiempo posible y poner a los indios a salvo. Él parecía haber tomado la iniciativa y se había puesto manos a la obra, así que me tocaba a mí.
Lo primero iba a ser ir a buscar a Ukki para que me ayudase. Así pues, busqué a Balthier y, cuando por fin lo encontré, corrí hacia él. Seguía junto a Ukki y se encontraba ahora frente a Gabranth tratando de aniquilar el máximo número posible de Sincorazón con su arma de fuego. Estaba rodeado, así que tenía que hacer algo rápido.
—¡Balthier, UkkI! —exclamé mientras corría dando grandes zancadas hacia ellos—. ¡Aguantad la respiración! ¡Dulce Aroma!
Con los Sincorazón aturdidos por mi pestilente hechizo, daría unas cuantas estocadas a los que encontrase de camino mientras me acercaba a Balthier. Una vez frente al hombre, haría una señal a Ukki, que me habría obedecido y se habría tapado la boca y la nariz, para que subiese a mi hombro.
—¡Ukki, aquí! —Clavé mi mirada sobre la de Balthier—. Balthier, dos para ti, los otros tres para mí. ¡Vamos!
Ukki tomaría la iniciativa y seguiríamos la misma táctica que con Gabranth. Él saltaría hacia el enemigo y le haría bajar la guardia, y en ese momento yo saltaría hacia el Sincorazón en cuestión, haciendo una señal a Ukki para que se retirase de un salto y así yo pudiese arremeter sin miedo hasta acabar con tres de los Fantasmas. Los otros, los dejaría en manos de Balthier.
Con los tres muertos, miraría a mi alrededor, buscando a gente que necesitase mi ayuda. Cuál fue mi sorpresa al ver que Mog y Nono estaban rodeados, indefensos, por un puñado más de Fantasmas. ¡Tenía que hacer algo!
—¡Voy a ayudar a Mog y a Nono, Balthier! ¡Acaba con los que queden pululando por aquí y vete con Gabranth a un lugar seguro! ¡Sobre todo, no le pierdas de vista!
Miré a Balthier, con una sonrisa de confianza, y levanté el pulgar. Quería hacerle entender que confiaba en él y que estaba dejando algo muy importante a su cargo, y quería que él también confiase en que yo podría encargarme de las cosas en el campamento indio.
Sin decir nada más, correría hacia Mog y Nono, y de un salto me colocaría frente a ellos, en medio del corrillo de Fantasmas. Una vez allí, alzaría la Llave Espada y comenzaría a preparar un hechizo.
—¡Rizo Conductor!
Lanzaría el conjuro con cuidado de no golpear a Nono y a Mog, y tampoco a Ukki, y repelería a los Sincorazón. Una vez alejados, los dos moguris tendrían una oportunidad para escapar.
—¡Mog, Nono! —les llamaría, si estaban sanos y salvos—. ¡Comenzad a evacuar a los indios, vamos! ¡Llevadlos con Balthier y ayudadle a mantener un ojo sobre Gabranth y los heridos! ¡Cuando las cosas se calmen aquí os alcanzaré para sanarles!
Haría una señal con la mano para que se marchasen hacia el lugar donde estaban Balthier y Gabranth hacía unos momentos y dirigiría la vista hacia los Fantasmas, todavía debía encargarme de ellos.
Ukki y yo utilizaríamos el mismo sistema, solo que esta vez, al estar más alejados gracias a mi Rizo Conductor, correría con Ukki sobre mi hombro unos metros, y cuando estuviésemos a un par de metros de cada uno de los Fantasmas el pequeño simio saltaría a sus espaldas, de forma que se distraerían con más facilidad. Ukki entonces les molestaría todo lo posible y se alejaría saltando en el momento justo para permitirme darles las estocadas necesarias para acabar con ellos. Repetiríamos el proceso para cada uno de los seis Fantasmas, lo más rápido posible.
A continuación, buscaría de nuevo a Light con la mirada. Si le veía en apuros, correría con Ukki a socorrerle, pero si veía que parecía tener la situación bajo control me acercaría a Gaomon, que estaba protegiendon a la pequeña niña india, y les pediría que viniesen con Ukki y conmigo a un lugar más seguro, como mínimo la pequeña. Tanto si aceptaban como si no, lo siguiente que haría sería ir a buscar a Balthier, Mog y Nono y comenzar a ayudar a evacuar a los indios y a tratar los daños de los heridos con mi magia curativa.
No había podido evitar las muertes de algunos de los indios, pero aún tenía la oportunidad de enderezar las cosas.
Dediqué una sonrisa agradecida al hombre mientras Ukki se dejaba acariciar dócilmente por él. El pequeño mono no confiaba demasiado en la gente de buenas a primeras, pero quienes demostraban ser de confianza para mí también lo eran para Ukki, y se volvía totalmente amigable y dócil con ellos. Sabía que le dejaba en buenas manos.
Así pues, me acerqué a los demás, que ya estaban frente al jefe indio. Este empezó a hablar:
—Guerreros que ayudar a nuestro pueblo y vengar a los caídos, guerreros que tener el poder de derrotar a los demonios acudir ahora al Corazón de Nunca Jamás. Ser bendecidos con nuestra ceremonia para en ningún obstáculo fracasar.
Una tonta sonrisita se dibujó en mi rostro. ¡Aquello era emocionante! Siempre había estado leyendo sobre diferentes sociedades y culturas y sus rituales para todo tipo de cosas: llamar al buen tiempo, tener riquezas, un viaje sano y salvo, buena fortuna... ¡Y ahora yo iba a participar en una de ellas! Estaba muy emocionada.
Una chica se paseó frente a nosotros, colocando un candil prendido enfrente de nuestros rostros y soplando para echarnos humo encima. Mi acto reflejo fue el de cerrar los ojos, aguantar la respiración y apartar ligeramente la cara, pero entonces me di cuenta de que era relajante y olía realmente bien, me recordaba al incienso. Claro que a lo mejor solo me olía a mí así, y los demás percibían algo distinto. En cualquier caso, disfruté de aquella sensación y me quedé embobada durante unos segundos.
Tan embobada quedé, que no me di cuenta de que la ceremonia india había continuado, y ahora un chico se dedicaba a pintarnos algo en el brazo izquierdo. Estiré el mío sin rechistar y, tras remangarme, aguardé paciente a que el tipo acabase el dibujo. Al observarlo vi que se trataba de una especie de pluma.
—Qué bonito... Me pregunto qué simboliza...
—Las estrellas desear que vosotros volver con vida.
Finalmente, el jefe indio le entregó el tan esperado mapa a Light. Este parecía muy contento, triunfante, y dedicó a todos una sonrisa de satisfacción, la cual me contagió. Con esa sonrisa dibujada en mi cara, miré al cielo, observando las estrellas mientras una brisa nocturna recorría el campamento. Había sido duro, pero ya faltaba poco. Teníamos que ir al Corazón de Nunca Jamás, y allí sellar la cerradura, y la misión habría terminado. Me sentía bien, y parecía que aquella paz que se respiraba en el mundo no podía ser rota por nada ni nadie.
Oh, qué equivocada estaba...
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—¡A-Ah!
La fuerte sacudida de tierra que hubo en aquel momento me hizo caer de rodillas al suelo, y comprobé que no fui la única: todos sin excepción habían sido víctimas de aquel terremoto y estaban en el suelo, tan confusos como yo.
—¿Qué pasa...?
Un ruido me alertó a mi espalda. Sonaba como madera quebrándose y acto seguido cayendo al suelo con fuerza, acompañado del aleteo ajetreado de una bandada de pájaros y hojas agitadas por el viento. Reincorporándome, me giré hacia el lugar de donde procedía dicho ruido, y lo que vislumbré fue horrible. No era la primera vez que tenía una escena así frente a mí, y aunque esta vez era más pequeño, no podía evitar sentirme amenazada y asustada. Sus brillantes ojos amarillos brillaban en medio de la oscuridad de la noche, y su cuerpo se fundía de forma tan homogénea con el oscuro cielo que resaltaban incluso más. Era aterrador.
—¿De dónde ha salido... —Tragué saliva— uno tan grande...?
Y aquello solo era el principio. Más de una decena de Sincorazón surgieron de unas esferas oscuras y comenzaron a atacar a todos los indios, que corrían de acá para allá en medio del caos que aquella situación había provocado. Tardé unos segundos en reaccionar, pero finalmente invoqué mi Pétalo de Hada y me dispuse a luchar.
"No... No he podido mantener mi promesa, Kazuki... Lo siento..."
Los Sincorazón estaban arrebatando sin compasión la vida de aquellos inocentes indios, lo que significaba que no había sido capaz de cumplir mi palabra de no dejar que se volviese a derramar sangre inocente. Estaba decepcionada... y furiosa. Qué impotencia sentía...
—¿¡Qué hacéis ahí parados!? ¡Moved el culo! ¡Podéis acompañarme o quedaros aquí, pero no hagáis ninguna locura! Vamos Lolo.
―Me encargaré del grande, ¡recordad el no-sé-qué de las estrellas!
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Apreté los puños, enfurecida, y clavé la vista en Shinju y después en Hana. Asentí con la cabeza y agarré la Llave Espada con fuerza. Era hora de actuar.
Busqué a Light con la mirada. Teníamos que dividirnos y repartirnos el trabajo. Entre los dos debíamos optimizar nuestro esfuerzo y derrotarlos a todos en el mínimo tiempo posible y poner a los indios a salvo. Él parecía haber tomado la iniciativa y se había puesto manos a la obra, así que me tocaba a mí.
Lo primero iba a ser ir a buscar a Ukki para que me ayudase. Así pues, busqué a Balthier y, cuando por fin lo encontré, corrí hacia él. Seguía junto a Ukki y se encontraba ahora frente a Gabranth tratando de aniquilar el máximo número posible de Sincorazón con su arma de fuego. Estaba rodeado, así que tenía que hacer algo rápido.
—¡Balthier, UkkI! —exclamé mientras corría dando grandes zancadas hacia ellos—. ¡Aguantad la respiración! ¡Dulce Aroma!
Con los Sincorazón aturdidos por mi pestilente hechizo, daría unas cuantas estocadas a los que encontrase de camino mientras me acercaba a Balthier. Una vez frente al hombre, haría una señal a Ukki, que me habría obedecido y se habría tapado la boca y la nariz, para que subiese a mi hombro.
—¡Ukki, aquí! —Clavé mi mirada sobre la de Balthier—. Balthier, dos para ti, los otros tres para mí. ¡Vamos!
Ukki tomaría la iniciativa y seguiríamos la misma táctica que con Gabranth. Él saltaría hacia el enemigo y le haría bajar la guardia, y en ese momento yo saltaría hacia el Sincorazón en cuestión, haciendo una señal a Ukki para que se retirase de un salto y así yo pudiese arremeter sin miedo hasta acabar con tres de los Fantasmas. Los otros, los dejaría en manos de Balthier.
Con los tres muertos, miraría a mi alrededor, buscando a gente que necesitase mi ayuda. Cuál fue mi sorpresa al ver que Mog y Nono estaban rodeados, indefensos, por un puñado más de Fantasmas. ¡Tenía que hacer algo!
—¡Voy a ayudar a Mog y a Nono, Balthier! ¡Acaba con los que queden pululando por aquí y vete con Gabranth a un lugar seguro! ¡Sobre todo, no le pierdas de vista!
Miré a Balthier, con una sonrisa de confianza, y levanté el pulgar. Quería hacerle entender que confiaba en él y que estaba dejando algo muy importante a su cargo, y quería que él también confiase en que yo podría encargarme de las cosas en el campamento indio.
Sin decir nada más, correría hacia Mog y Nono, y de un salto me colocaría frente a ellos, en medio del corrillo de Fantasmas. Una vez allí, alzaría la Llave Espada y comenzaría a preparar un hechizo.
—¡Rizo Conductor!
Lanzaría el conjuro con cuidado de no golpear a Nono y a Mog, y tampoco a Ukki, y repelería a los Sincorazón. Una vez alejados, los dos moguris tendrían una oportunidad para escapar.
—¡Mog, Nono! —les llamaría, si estaban sanos y salvos—. ¡Comenzad a evacuar a los indios, vamos! ¡Llevadlos con Balthier y ayudadle a mantener un ojo sobre Gabranth y los heridos! ¡Cuando las cosas se calmen aquí os alcanzaré para sanarles!
Haría una señal con la mano para que se marchasen hacia el lugar donde estaban Balthier y Gabranth hacía unos momentos y dirigiría la vista hacia los Fantasmas, todavía debía encargarme de ellos.
Ukki y yo utilizaríamos el mismo sistema, solo que esta vez, al estar más alejados gracias a mi Rizo Conductor, correría con Ukki sobre mi hombro unos metros, y cuando estuviésemos a un par de metros de cada uno de los Fantasmas el pequeño simio saltaría a sus espaldas, de forma que se distraerían con más facilidad. Ukki entonces les molestaría todo lo posible y se alejaría saltando en el momento justo para permitirme darles las estocadas necesarias para acabar con ellos. Repetiríamos el proceso para cada uno de los seis Fantasmas, lo más rápido posible.
A continuación, buscaría de nuevo a Light con la mirada. Si le veía en apuros, correría con Ukki a socorrerle, pero si veía que parecía tener la situación bajo control me acercaría a Gaomon, que estaba protegiendon a la pequeña niña india, y les pediría que viniesen con Ukki y conmigo a un lugar más seguro, como mínimo la pequeña. Tanto si aceptaban como si no, lo siguiente que haría sería ir a buscar a Balthier, Mog y Nono y comenzar a ayudar a evacuar a los indios y a tratar los daños de los heridos con mi magia curativa.
No había podido evitar las muertes de algunos de los indios, pero aún tenía la oportunidad de enderezar las cosas.
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