Tal como imaginé, el capitán no iba a aceptar la rendición así como así. Me apuntó con su pistola y me disparó sin pensarlo. Por acto reflejo me cubrí con la Llave Espada, pero no fue necesario. Coli estuvo atenta a los movimientos de Gantu y plantó una especie de barrera mágica delante de mí, desviando el proyectil.
No me quedaba otra. Si el Capitán Gantu iba a actuar por las malas, tendría que atacarle y arriesgarme a ser considerada una criminal, o algo peor. Sin embargo justo cuando alcé mi brazo preparando una estocada, mi cuerpo empezó a desplazarse hacia arriba. No hubo tiempo a reaccionar. El disparo redirigido del arma de Gantu había abierto un boquete en la parte superior de la sala.
El amplio hueco del techo succionaba con fuerza, haciéndome incapaz de dirigir mi movimiento. Pataleando en el aire, no tardé en ser tragada por el boquete hacia una desordenada sala. Entre la confusión pude ver que no era la única siendo tragada por el vacío, pero me costó identificar quién era quién.
Solté un quejido al chocar contra el techo de la habitación, rechinando los dientes. Pero antes incluso de poder reaccionar, un chasquido metálico cerró la sala, restaurando la gravedad y lanzándome de vuelta contra el suelo. Desde luego mi cuerpo tuvo que agradecer que el techo no estuviera más alto, porque la caída de bruces que me pegué fue lo suficientemente dolorosa como para mantenerme unos segundos en el suelo soltando gemidos ahogados.
No era para tanto, pero desde luego esta noche iba a dormir a gusto. Mis entrenamientos de ladrona no me habían preparado para cambios bruscos de gravedad y aterrizajes por sorpresa.
―¡Qué contenta estoy de que estés bien! ¡Cuando ese ballenato me sacó del planeta pensé que no volvería a verte!
Me incorporé como pude en cuanto escuché la voz. Una rápida ojeada a la extraña habitación llena de cables donde habíamos acabado me sirvió para identificar al resto de succionados. Lilo y su mascota estaban disfrutando de un cálido reencuentro.
―Liiilo. Meega no abandonnar.
Parecía que el experimento hacía sus esfuerzos por hablar como nosotros. Sonreí al ver reunida la pareja mientras se abrazaban, de alguna manera sintiéndome relajada y satisfecha. Poco después, Lilo se acercó a mí con Stitch para presentármelo.
―Mira, esta es Renata, me salvó de los monstruos que querían lavarme el cerebro.
―Un place...
Casi al instante, la azulada criatura agarró mi mano con fuerza y empezó a estrecharla y agitarla con brusquedad, tambaleando mi brazo de un lado a otro.
―¡Takka, takka! ―exclamó con entusiasmo.
―Creo que está diciendo gracias.
―No… ¡No hay de qué! ―respondí con una sonrisa, intentado detener el apretón de manos antes de quedarme sin brazo.
―Graaacias ―repitió Stitch, de nuevo intentando imitar el idioma.
―¡Ohhh!
La voz de Lilxia interrumpió la escenita. La pequeña sylph estaba retrocediendo algo alterada, como si tuviera miedo del perro de Lilo.
―¡Esta sylph saber quién es! ―explicó―. ¡Esta criatura es el experimento 626! ¡Esta sylph haber visto los avisos! ¡Esta criatura ser un monstruo que destruye todo lo que se encuentra!
Intercambié miradas entre los dos alienígenas mientras el nombrado retrocedía. Lilo le detuvo, cogiendo su mano y defendiéndole ante el hada del espacio.
―¡No! ¡Stitch no es malo! Bueno... Puede que antes lo fuera, ¡pero ha cambiado! ¡Stitch puede ser bueno, pero todos los demás piensan que es malo y quieren encerrarlo!
―Lilo...
―¡Tenéis que creerme! ―Y una vez más, los ojitos de pena―. ¿Nos ayudaréis a volver a casa, por favor...?
—Creo que no tienes por qué seguir usando los ojitos, Lilo —sonreí, bajando la cabeza—. Creo que tanto mi compañera como yo tomamos la decisión antes.
Coli parecía haber compartido mis ganas de ir contra el Capitán Gantu y ayudar a Lilo, al igual que mi temor a estar yendo en contra de la misma Federación que nos había contratado. Estaba casi segura de que podía contar con ella para sacar a la pequeña y su chucho de aquí.
Quizás el experimento 626 fue un terrible destructor en su tiempo, pero confiaba en la palabra de Lilo. Además, había visto con mis propios ojos como Stitch lo intentaba, consciente de querer cambiar.
—Lilo, te lo prometí —me incliné para secarle las lágrimas a la pequeña con mis dedos—. Te sacaré de aquí.
Tras la escena, Coli y yo registramos la sala para encontrar alguna posible salida. Por suerte, logramos encontrar un pequeño hueco en una de las paredes. Tuvimos que forzar el boquete un poco, pero logramos salir todos sin problemas.
Pensé que una vez más tocaría vagar sin rumbo por los pasillos hasta encontrar algo de interés, pero la diosa de la fortuna parecía estar de nuestro lado. La primera bifurcación que encontramos llevaba directamente hacia la dársena, el punto de partida dónde nos habíamos separado todos.
Aun sabiendo que la dársena podría estar vacía de naves o llena de guardias de la Federación, la alegría me inundó. Hice una seña a los tres pequeñajos que nos seguían y a mi compañera, indicándoles el camino.
Spoiler: Mostrar