Re: [Espacio Profundo] Ohana
Publicado: Mié Feb 03, 2016 2:23 am
Con una pirueta aérea logré colocarme detrás del sincorazón con el doble salto en cuanto se acercó. Sin pensarlo dos veces, golpeé la desprotegida espalda de la criatura con rapidez, estocada tras estocada. A pesar de la lentitud de la armadura andante, no pude evitar recibir un manotazo por su parte, justo cuando lanzaba mi último golpe.
Retrocediendo unos pasos por el impacto, observé como la tenebrosa criatura se convertía en un denso humo, liberando un brillante corazón que ascendió lentamente por el aire. Lo había matado. Una sonrisa acudió a mi cara al instante. Desde luego no podía comparar aquél lento armatoste con las horribles sombras que había visto la primera vez, pero me tranquilizaba saber que tenía capacidad de luchar y derrotar a los Sincorazón.
―¡Haaaala! ¿Cómo has hecho eso?
La vocecilla de la niña me sacó de mi celebración mental. Observé cómo se acercaba lentamente a mí, con la boca abierta. Se notaba que aún estaba nerviosa, pero no parecía tan asustada como para seguir gritando y corriendo como un pollo descabezado.
―Estoy… entrenada para el combate, ¡eso! Pero no creas, ha sido un golpe de suerte. ―agité las manos intentando que la chica no indagase más. Al fin y al cabo, había hecho un juramento. No podía decirle nada sobre la Orden así como así.
―¿A ti también te han secuestrado los alienígenas? ¿Dónde estamos?
Y tampoco podía contarle sobre otros mundos. Ojeé el pasillo, pero no tenía mucho sentido. La nave era completamente desconocida para mí, aparte de las zonas contadas por las que nos había guiado la Capitana Amelia. No tenía ni idea de donde estaba, así que lo mejor sería intentar tranquilizar primero a la pequeña y dejarle claro que los alienígenas no eran malos. Al menos… no todos.
―No, tranquila. Yo no he sido secuestrada ―me puse en cuclillas para mirarle directamente a la cara y dedicarle una sonrisa, a ver si se calmaba―. No debes asustarte, aunque los alienígenas puedan parecer aterradores no quieren hacerte daño.
»Creo que han tenido una pequeña equivocación al traerte aquí. ¿De dónde eres? Seguro que puedo convencerles de que te devuelvan a tu hogar sana y salva.
Me incorporé esperando haberme ganado la confianza de la niña. Por la expresión de todos los presentes en la dársena, estaba claro que esta chica estaba aquí por error. No iban a dejar que una humana tan joven pululase por un lugar tan peligroso como este. Observando de nuevo el pasillo, deduje que mi mejor opción sería volver sobre mis pasos, con la espera de cruzarme con mis compañeros por el camino. Extendí mi brazo hacia la pequeña, ofreciéndole mi mano.
―Soy un poco despistada, así que no sé exactamente dónde estamos. Creo que lo mejor será que volvamos con los demás. ¿Vienes? Te protegeré si aparece otra de esas criaturas, lo prometo.
Esperaba que accediese a volver conmigo. Avancé por el pasillo en dirección a la dársena, suponiendo que mis compañeros ya habrían terminado con los sincorazón y estarían buscándonos o alertando a las maestras. Lo que desde luego no esperaba, es que nuestra ruta estuviese cortada.
Era un pasillo, no podía haberme perdido. Sin embargo una puerta metálica bloqueaba el camino, como si una enorme barrera de acero hubiese cerrado el corredor. ¿Algún fallo de sistema? ¿Medidas de seguridad por la aparición de los sincorazón? Desde luego no parecía que pudiese abrir la puerta desde allí, ni tampoco parecía estar ayudando golpear la puerta o gritar.
―Bueno… creo que tendremos que tomar otro camino ―le indiqué a la niña. No quedaba otra que averiguar qué había al otro lado del pasillo―. Por cierto, perdona mis modales. Me llamo Renata, ¿y tú?
El problema llegó cuando el camino no quedaba tan claro. Tras una entretenida paseada por el pasillo, llegamos a una bifurcación. La única indicación que nos ofrecían eran un par de carteles con extrañas escrituras y símbolos alienígenas. No hacía falta decir que no tenía ni idea de lo que ponía en cada uno de ellos.
No quedaba otra que elegir a suerte, y odiaba dejar las cosas a la suerte.
―¿Qué es lo que recuerdas? ―intenté disimular y elegir pronto el camino de la izquierda, esperando que la chica no notase que estaba completamente perdida―. Es decir, de antes del secuestro. ¿Qué estabas haciendo?
Retrocediendo unos pasos por el impacto, observé como la tenebrosa criatura se convertía en un denso humo, liberando un brillante corazón que ascendió lentamente por el aire. Lo había matado. Una sonrisa acudió a mi cara al instante. Desde luego no podía comparar aquél lento armatoste con las horribles sombras que había visto la primera vez, pero me tranquilizaba saber que tenía capacidad de luchar y derrotar a los Sincorazón.
―¡Haaaala! ¿Cómo has hecho eso?
La vocecilla de la niña me sacó de mi celebración mental. Observé cómo se acercaba lentamente a mí, con la boca abierta. Se notaba que aún estaba nerviosa, pero no parecía tan asustada como para seguir gritando y corriendo como un pollo descabezado.
―Estoy… entrenada para el combate, ¡eso! Pero no creas, ha sido un golpe de suerte. ―agité las manos intentando que la chica no indagase más. Al fin y al cabo, había hecho un juramento. No podía decirle nada sobre la Orden así como así.
―¿A ti también te han secuestrado los alienígenas? ¿Dónde estamos?
Y tampoco podía contarle sobre otros mundos. Ojeé el pasillo, pero no tenía mucho sentido. La nave era completamente desconocida para mí, aparte de las zonas contadas por las que nos había guiado la Capitana Amelia. No tenía ni idea de donde estaba, así que lo mejor sería intentar tranquilizar primero a la pequeña y dejarle claro que los alienígenas no eran malos. Al menos… no todos.
―No, tranquila. Yo no he sido secuestrada ―me puse en cuclillas para mirarle directamente a la cara y dedicarle una sonrisa, a ver si se calmaba―. No debes asustarte, aunque los alienígenas puedan parecer aterradores no quieren hacerte daño.
»Creo que han tenido una pequeña equivocación al traerte aquí. ¿De dónde eres? Seguro que puedo convencerles de que te devuelvan a tu hogar sana y salva.
Me incorporé esperando haberme ganado la confianza de la niña. Por la expresión de todos los presentes en la dársena, estaba claro que esta chica estaba aquí por error. No iban a dejar que una humana tan joven pululase por un lugar tan peligroso como este. Observando de nuevo el pasillo, deduje que mi mejor opción sería volver sobre mis pasos, con la espera de cruzarme con mis compañeros por el camino. Extendí mi brazo hacia la pequeña, ofreciéndole mi mano.
―Soy un poco despistada, así que no sé exactamente dónde estamos. Creo que lo mejor será que volvamos con los demás. ¿Vienes? Te protegeré si aparece otra de esas criaturas, lo prometo.
Esperaba que accediese a volver conmigo. Avancé por el pasillo en dirección a la dársena, suponiendo que mis compañeros ya habrían terminado con los sincorazón y estarían buscándonos o alertando a las maestras. Lo que desde luego no esperaba, es que nuestra ruta estuviese cortada.
Era un pasillo, no podía haberme perdido. Sin embargo una puerta metálica bloqueaba el camino, como si una enorme barrera de acero hubiese cerrado el corredor. ¿Algún fallo de sistema? ¿Medidas de seguridad por la aparición de los sincorazón? Desde luego no parecía que pudiese abrir la puerta desde allí, ni tampoco parecía estar ayudando golpear la puerta o gritar.
―Bueno… creo que tendremos que tomar otro camino ―le indiqué a la niña. No quedaba otra que averiguar qué había al otro lado del pasillo―. Por cierto, perdona mis modales. Me llamo Renata, ¿y tú?
El problema llegó cuando el camino no quedaba tan claro. Tras una entretenida paseada por el pasillo, llegamos a una bifurcación. La única indicación que nos ofrecían eran un par de carteles con extrañas escrituras y símbolos alienígenas. No hacía falta decir que no tenía ni idea de lo que ponía en cada uno de ellos.
No quedaba otra que elegir a suerte, y odiaba dejar las cosas a la suerte.
―¿Qué es lo que recuerdas? ―intenté disimular y elegir pronto el camino de la izquierda, esperando que la chica no notase que estaba completamente perdida―. Es decir, de antes del secuestro. ¿Qué estabas haciendo?
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