[Reino Encantado] Espinas Negras (II)

Trama de Nikolai, Victoria, Ban, Saito + Celeste y Aleyn

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Ronda 12

Notapor Suzume Mizuno » Lun Jul 11, 2016 3:49 pm

Aleyn



Dejadme, Abel. Dejadme aquí —susurró Aleyn.

Si tienes fuerzas para hablar, ¡cierra el pico!

Salvaos vos. Debéis encontrar a mis compañeros, contarles… lo que hemos descubierto. Deben… deben saber de la existencia de… la Espada y el Escudo. Por favor. Los Príncipes os necesitarán.

Aquello fue lo único que hizo frenar a Abel. Aquel plural. El guerrero bajó la mirada a Aleyn, luchando consigo mismo. Miró hacia atrás y vio que las Espinas casi lo habían alcanzado. Reptaban sobre la sangre de Aleyn. Demasiada sangre. Un experto ojo como el suyo sabía identificar cuándo una causa estaba perdida. Rechinó los dientes, furioso.

Joder.—Ayudó a Aleyn a ponerse en pie y retiró el brazo con cuidado—. Lo siento.

Volvió sobre sus pasos, usando su enorme espada para cortar las Espinas, y utilizó los restos de su capa para envolver la espada mágica con ella. Aun así, al cogerla, se escuchó un chisporroteo y su piel comenzó a quemarse. Abel no se quejó y levantó también el escudo, pero eso fue demasiado, así que se limitó a dárselo a Aleyn. Luego cogió a Ygraine y prometió:

Mi hijo se encargará de él. Salvaré a la princesa.

Aleyn no hablaría más. Si Abel se negaba a su petición, no se resistiría. Lo que menos necesitaba el capitán eran trabas para huir de allí.

Sus pisadas se perdieron en medio del temblor que estaba sacudiendo la cámara. Aleyn, Escudo y Llave Espada en mano, renqueó como pudo hacia el Corazón tras beberse una poción que prácticamente no hizo ningún efecto. La herida era demasiado grave. Lo sabía por el frío que se extendía por su cuerpo, provocando que sus miembros respondieran con más y más torpeza. Hacía tanto frío que casi no sentía dolor.

Las Espinas reaccionaron de inmediato ante la Llave. Lo intentaron envolver pero, al rozar el Escudo, salieron disparadas hacia atrás, destruidas y reducidas a astillas y polvo. Sin embargo, el mago avanzaba hacia el núcleo de la Oscuridad en vez de alejarse. Y cada vez estaba más y más débil.

Intentó eliminar la Oscuridad. Liberar al Corazón. Notó cómo la luz reaccionaba a su arma. Una bocanada de calidez en medio de aquel infierno helado. Pero cada vez veía menos y no sabía si era porque su propia visión se ennegrecía o si la Oscuridad era más y más grande a cada momento que pasaba, cubriéndolo todo como una capa de polvo que no dejaría de crecer nunca.

Y hacía mucho, mucho frío.

Las Espinas envolvieron sus piernas y ascendieron rápidamente casi en un abrazo cariñoso, buscando su propio corazón. Se cerraron alrededor de su torso, su brazo y su cuello. El Escudo cayó al suelo. Y, entonces, atravesaron su pecho, provocándole un último estertor agónico. El cuerpo de Aleyn se desvaneció y su Corazón, de un rojo puro, ascendió hacia lo alto en un intento de huir.

Pero la Oscuridad lo envolvió y lo devoró. La Llave Espada, ahora frágil e inerte, hundida entre las Espinas, reflejó un último destello rojizo antes de que todo se sumiera en la más absoluta negrura.



Spoiler: Mostrar
Ha sido un placer jugar contigo, Sally. Que Aleyn descanse en paz.
Malvada
Si quieres hacer un último post narrando su agonía, adelante~.





****
Saito y Celeste


Los aprendices no se coordinaron de ninguna forma. Mientras Saito dejaba a Nikolai en el castillo, Celeste huyó despavorida hacia el bosque. Pero luego decidió volver, para encontrarse a Saito realizando uno de sus más poderosos ataques contra las patas de Maléfica… y Flora no estaba por ningún sitio.

¿Por qué iba a estarlo?

Maléfica, con todo, ya estaba harta de tanta tontería. Cuando Celeste evadió el golpe de su cola y se quedó tras su cabeza, el dragón golpeó con su cráneo hacia atrás y se levantó sobre las patas traseras. El glider de la chica desapareció y cayó rozando su espalda mientras Maléfica disparaba un chorro de fuego sobre Saito, al que alcanzó de refilón. Tendría que quitarse la armadura para no acabar hervido dentro de su propia protección.

Entonces Maléfica lo atrapó dentro de una de sus garras y abrió las mandíbulas, dentro de las que todavía borboteaba fuego.

¡¿Qué entendéis por «correr»!?

Dejando una estela de luz a su paso, Flora regresaba, volando lo más rápido que podía. El dragón, en vez de vomitar fuego, realizó un sonido grave como el toque de una campana. Se estaba riendo.

Pero luego devolvió su atención a los aprendices. Atrapó a Celeste con la cola, pues en la caída se habría quedado sin glider, y comenzó a apretar… Y a apretar…

Por su parte, lo último que vio Saito fue el fuego verde lloviendo sobre él.

****
Victoria



Príncipe Felipe... —susurró Victoria al joven—. ¿Sabe cómo llegas a las Ciénagas?

Sí, pero no tiene sentido ir. No podemos entrar sin los tesoros…

El príncipe se bebería la poción con agradecimiento. Melkor, entre tanto, contempló como Victoria lo ayudaba a subir a su glider.


N-no nos sigas. —dijo la chica—. A partir de aquí nos separamos. Espero n-no volver a verte.

Entonces no regreses a este reino, muchacha—respondió Melkor con una sonrisa burlona—. Nos veremos, príncipe.

Este abrió la boca y luego la cerró, confuso y cansado, sin saber qué decir. Cuando se alejaron, muy lentos por culpa de la cercanía de los árboles, Felipe le indicó que no tenía sentido ir a las Ciénagas por su guardiana ni le permitiría entrar ni tampoco podía hacer salir a su gente. De modo que pidió que se dirigiera hacia el sur, con la esperanza de encontrar a gente que hubiera escapado de su reino.




****
Tristan y Nikolai



Cuando Nikolai llegó a la habitación donde estaba Tristan, Nithael ya comenzaba a respirar con un poco más de normalidad, aunque seguía débil y no parecía que fuera a despertarse en breves. Primavera, que había decidido que prefería estar en el hombro de Nikolai, soltó una exclamación ahogada al ver sus alas. Voló, pequeña y ligera, alrededor del mismo y meneó la cabeza con lástima. Luego se acercó al antídoto que le ofrecería Tristan a Nanashi y lo tocó con la punta de su varita, de tal forma que se encogió para que Nanashi pudiera beberlo.

¡Rápido, póntela en la mano! ¡Y que la señora Joana os ayude!—ordenó el hada. Cuando Nikolai ofreciera la mano abierta, Joana sostendría a Nanashi y ayudaría a Primavera a darle de beber el antídoto.

Desde fuera les llegó un terrible rugido y una luz verde se coló a través de las ventanas.

¡Tenemos que irnos rápido!

Tuvieron que pasarse cada uno un brazo de Nithael por los hombros, porque seguían con el problema de no poder cargarlo en glider pues la magia de Nikolai seguía bloqueada. A menos que se tragara lo que quedaba de antídoto incompleto que habían hecho Primavera y Saito. Claro que volar por ahí cuando los pisotones de la dragona se iban acercando quizás no fuera la mejor idea del mundo. Luego tendrían que lidiar con el problema de las enormes alas de Nithael, que caían laxas a su espalda y no solo incrementaban el peso sino que dificultaban el movimiento. Tendrían que buscar alguna forma de recogérselas si querían moverse con un mínimo de agilidad.

Una vez en la calle se encontrarían con que la mitad de la ciudad ardía y escucharían cómo se acercaban los orcos, montados en sus huargos. Pero también otros pasos cargados de armaduras. Doblaron una calle Heike y unos cuantos soldados que frenaron en seco al verlos cargar al ángel. Tras un instante, la capitana gritó:

¡Ayudadlos, rápido! ¡Moved el culo!

Los soldados se apresurarían a echarles una mano para cargar al ángel y se dirigirían hacia una de las puertas laterales. Allí aparecieron los Sincorazón. Por suerte, podrían enfrentarse a ellos para abrir paso a los soldados y escapar, rumbo al bosque.


****


El cuervo Diablo volaba sobre el campo de batalla, lleno de cuerpos de orcos que habían sufrido bajo la aparición del dragón. Olía mal, a quemado y a sangre, pero para él era como un manjar. Sin embargo, no estaba buscando comida bajo la luz mortecina de un amanecer que no traía buenas nuevas. El sol se asomaba casi con agotamiento por el horizonte y sus rayos apenas sí conseguían traspasar la capa de oscuridad que cubría el cielo.

Entonces Diablo encontró lo que estaba buscando. Bajó al suelo, picoteó y consiguió atrapar algo cristalino.

Una perla.

Satisfecho, remontó el vuelo y se perdió rumbo a la Montaña Prohibida.

****


Pasó un día y medio antes de que Ryota los encontrara.

Entre tanto, habían tenido mucho trabajo.

Felipe consiguió guiar a Victoria hasta donde, como había imaginado, la mayor parte de los ciudadanos habían escapado guiados por Heike. Allí se reunió con su atribulado padre, que hacía años que no ponía un pie fuera de su ciudad y era más una carga que otra cosa para sus hombres. La llegada del príncipe supuso un atisbo de alivio para un pueblo agotado, hambriento y que había contemplado durante una noche cómo las llamas de su reino iluminaban el oscuro cielo.

Nanashi y Nithael ya no parecía que fueran a morir. Las venas de oscuridad habían empezado a remitir de sus caras y manos y hasta podían espabilarse un poco para comer y beber agua, aunque estaban demasiado aturdidos para organizar nada. Joana se quedó junto a ellos, atendiéndolos en silencio, y tuvo una larga charla con el rey Huberto de cuyo contenido nadie excepto Felipe se enteró. En cualquier caso, como invitada o como rehén, Joana pareció recibir permiso para andar por el campamento siempre y cuando no se alejara mucho.

Con los cuidados de Primavera, ya más respuesta, Tristan dejó de sentir calambrazos en la mano. En cuanto a Nikolai, si no se había tomado el antídoto, aun así se libró del bloqueo de Maléfica gracias a Primavera, que le señaló que la magia de Maléfica podría haber llegado a ser eterna y que tenía suerte de que no hubiera llegado a maldecirlo como hizo con la princesa Aurora. Luego se echó a llorar y se marchó. El hada no estaba muy dispuesta a hablar con los aprendices.

No era difícil imaginar que debía a Saito y Celeste. A nadie le quedó muy claro si tardó un día entero en despetrificarlos porque de verdad estaba cansada o simplemente porque estaba tan enfadada con ellos que se negaba a quitarles el hechizo de encima. Al amanecer del primer día de huida aceptó hacerlo, solo cuando supo que Flora estaba fuera de peligro. Y cuando se despertaron y les devolvió su tamaño natural les apuntó con una varita y dijo:

Tenéis suerte de que no os convierta en hierbas como castigo. Os lo mereceríais.

Primavera desaparecía cada poco dentro de un carromato, donde habían dejado a Flora. Los aprendices la vieron llegar al campamento poco después de la madrugada, con un aspecto terrible, quemada y a punto de perder la conciencia. En las manos traía las miniaturas petrificadas de ambos aprendices. Solo así había conseguido salvarlos de la muerte.

Puede que también influyera en el ánimo de Primavera que esa mañana también apareciera Abel, para regocijo de los supervivientes, Felipe y, en especial, Heike. Llegaba destrozado y apenas se sostenía sobre sus piernas, pero traía consigo a Fauna, cargándola bajo un brazo como si fuera una niña.

Odín me protegió—confesó Fauna cuando le dieron un poco de agua y mientras Heike vendaba las heridas de Abel—. Si no fuera por mí, no se lo habrían llevado.

Y rompió a llorar, cubriéndose la cara con las delicadas manitas.

Abel, por su parte, dejó ante el príncipe Felipe una bonita y simple espada. Le había quemado las manos, a pesar de que la había envuelto en los restos de su capa.

El caballero Aleyn se sacrificó intentando impedir uqe la oscuridad se extendiera. No lo consiguió. El hada Freyja tampoco. Mas… La princesa no ha muerto. No del todo. Si el hada lo ha conseguido, el tiempo de la princesa se ha detenido. Debe haber una oportunidad de impedir que muera. No sé cuál… Pero debe haberla.

Felipe cayó de rodillas, con la pierna ya reparada gracias a Primavera, y no dijo nada. No fue capaz.

Poco después escucharon los lejanos aullidos de los huargos y tuvieron que ponerse en marcha una vez más. Al final, tras varias horas de camino, se internaron lo suficiente en el bosque como para que Heike y Abel consideraran que estaban a salvo. Estaban repartiendo las raciones de comida cazada cuando llegó Ryota.

No dijo nada al contemplar aquel destrozo, pero al localizar a los aprendices preguntó:

¿Dónde está Nanashi? ¿Qué ha sucedido? Saito, empieza tú—Escucharía sus explicaciones, uno por uno, mientras su semblante se iba ensombreciendo—. Imaginé que algo malo había pasado cuando no recibí noticias. Recoged vuestras cosas: nos marchamos.

Y fue hacia la tienda donde descansaba Nanashi.

*


Para entonces, Nanashi y Nithael estaban más o menos despiertos. Ryota habló brevemente con ambos y luego fue a entrevistarse con el rey. Fue entonces cuando Nanashi llamó a Nikolai.

Cansada y ojerosa, no se parecía a la digna mujer que él había conocido. Ni siquiera podía levantarse de la cama que le habían apañado. Aun así, quedaba algo de autoridad en sus ojos.

Vuelve—dijo con voz ronca, adelantándose a cualquier cosa que Nikolai pudiera decir—. Saeko quería marcharse. Tú no estás seguro. Estamos en paz, no tienes que… pelearte como un babuino por ella. Os seguiréis viendo—Alzó un poco, muy poco, tanto que podría habérselo imaginado, las comisuras de los labios—. Vuelve si crees que es lo correcto.—Suspiró, agotada y cerró los ojos.

Aun así, escucharía lo que Nikolai tuviera que decir.

Entre tanto, escucharon la voz de Nithael desde su propia tienda. El ángel tampoco podía levantarse —aunque, por sus alas, tenía que descansar sentado y no recostado— pero ahora que estaba más despejado insistía en ver a los aprendices que habían estado con él en el castillo, en especial a Tristan.

¿Estás bien?—preguntaría, preocupado y con voz ronca, al aprendiz que entrara en su tienda (podían entrar todos, con eso no había problema, aunque sería mejor de uno en uno—. ¿La Oscuridad no te ha hecho daño?


Spoiler: Mostrar
Estamos muy cerca del final. Tanto que, dependiendo de lo mucho que queráis hablar, podéis decidir si esta es vuestra última ronda o no. En cualquier caso, si queréis aclarar algo con los personajes o despediros, es el momento. Todos a los que os acerquéis tendrán alguna palabra para vosotros.


Fecha límite: domingo 17 de julio.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Suzume Mizuno
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Re: [Reino Encantado] Espinas Negras (II)

Notapor H.S Sora » Lun Jul 18, 2016 12:28 am

Iba a morir. Y Celeste también. Era mi culpa.

No tendríamos que habernos enfrentado al dragón. Deberíamos haber huido, vuelto al castillo y cogido a los de la Orden que siguiesen vivos y escapar del infierno que se estaba desatando. Pero había vuelto a fallar, ¿qué diantres me había creído?

Se suponía que mi experiencia en Bastión Hueco tenía que haberme enseñado algo, aunque fuese un sexto sentido para evitar el peligro. Pero yo me había lanzado a la caza del dragón. Sin pensar en las consecuencias.

El fuego rozó la armadura y tras soltar un alarido de sorpresa, la desactivé… a tiempo de que la criatura me atrapase entre sus garras impidiéndome escapar. Busqué a Celeste con la mirada, yo no podía respirar y estaba tan agotado que no podía lanzar magias, pero si se entretenía conmigo quizá ella podría dejarme atrás. Estaba tan atrapada como yo.

Lo siento.

Miré al dragón a los ojos, en su boca todavía preparaba una bocanada de aliento mortal. La voz del hada había sonado como un eco lejano, enterrado por una risa horrible. El fuego verde empezó a caer sobre mí, y sacando una última bocanada de aire solo pude gritar, con los ojos anegados:

¡¡SAEKO!!

Había querido decirle tantas cosas. Pero ahora era demasiado tarde.

***


Lo primero que pensé al abrir los ojos fue que estaba muerto. Tan muerto que me aferraba al sueño eterno para seguir viendo a Celeste, en un recordatorio de lo que la había perjudicado. Del daño que le había hecho al no salvarla de una muerte segura.

Pero también estaba Primavera. Enarqué una ceja. ¿Primavera?

Tenéis suerte de que no os convierta en hierbas como castigo. Os lo mereceríais.

No tenía fuerzas ni para responder, porque ni tan sólo estaba seguro de lo que había pasado. Lo último que recordaba era el fuego verde a punto de abrazarse a mi piel, y mi muerte inmediata. Musité por lo bajo, todavía confuso, pero antes de que desapareciese:

Gracias...

Miré a mi amiga, parecía tan aturdida como yo. Pero habíamos sobrevivido, aunque seguía sin entender cómo ni quién… me dejé caer al suelo; el tiempo pasaba, tan lento, y nadie había venido a decirnos nada. Aunque eso me hizo pensar que quizá no quedaba nadie para recibirnos, ninguno de los nuestros.

Me estremecí al pensar en Nanashi. No estábamos en el Castillo de Huberto y lo más frustrante era que no sabíamos nada: ni quién había muerto, ni quién seguía con nosotros.

¿C-Cómo estás? —Me atreví a preguntarle, aunque era obvio que ambos estábamos en la mierda.

Escuché, en silencio, todo lo que tenía que decirme. Y al acabar sólo quería disculparme con ella, que pudiese seguir desahogándose sin temor, pero no sabía ni por dónde empezar. Ni siquiera yo sabía como superaría todo lo que había sucedido en esa misión, ni como afrontaría los sentimientos que se desbordaban en mi interior.

Darme cuenta de mi propia impotencia y mi propia debilidad había sido como volver a revivir el final de aquel fatídico día en el Castillo del Olvido. El momento en el que ella se había ido y todo se había desmoronado a mi alrededor.

Coloqué mis manos alrededor de mi rostro y no pude evitar hablar:

Lo siento, Celeste, tenía que haberte sacado de allí. —Empecé a sollozar—. Quería protegerte… y casi consigo que nos maten… No me lo perdonaré nunca…

>>Siempre acabas arriesgando tu vida por mi culpa…

No podía parar de llorar. Era un monstruo que no era capaz de protegerse a si mismo, ¿cómo esperaba proteger a alguien más? Todos los que estaban mi lado se irían, tal y como lo había hecho Saeko… y ya no podría culpar a nadie más que a mi mismo.

Suspiré hondo, y asentí cuando me dijo que se marchaba. Por dentro seguía destrozado, pero lo menos que podía hacer era dejar que se fuera. Me habría gustado contarle lo de Saeko, e incluso en ese momento estaba dispuesto a hablarle de la verdad sobre Elizabeth.

Pero se iba, y al fin y al cabo aquellos seguían siendo mis problemas.

Ya tiene mucho de lo que preocuparse...

Mi mirada se perdió con ella, casi ignorando el campamento que habían montado en la espesura de algún bosque. Mi corazón se encogió en un puño al ver a los supervivientes y no reconocer a nadie.

Me sequé las lágrimas, y me dirigí hacia la multitud más cercana, en busca de algunas respuestas. Estuviese o no preparado para ellas.

***


Nos habíamos visto obligados a avanzar después del aullido de los huargos, hice el camino solo e iba repasando para mis adentros lo que sabía: El castillo había caído, pero Nanashi y Nithael estaban a salvo. Muy débiles, pero a salvo. A Celeste y a mí nos había salvado Flora, encogiéndonos y petrificándonos.

Maléfica se había salido con la suya, ¿y nosotros que habíamos conseguido? Nada. Nuestra misión a la Fortaleza Negra había fracasado, los del castillo no habían podido aguantar y el Aprendiz de Tierra de Partida que había ido con Aurora y Abel estaba muerto.

Por otro lado, me responsabilizaba de que parte de nuestro plan hubiese salido mal. Vale, Tuk nos había sido muy útil, pero quizás no hubiesen secuestrado a Nanashi si Primavera y yo hubiésemos estado ahí para ayudarla… había sido un estorbo para la misión. Y lo poco que había hecho no había servido de nada. Estaba tan destrozado por las consecuencias de lo había hecho —y de lo que no había y podría haber hecho— que ni me quedaron fuerzas para ir a soltarle un puñetazo a Tristan. Él al menos se había redimido a su manera.

***


Tuve que recomponerme al ver al Maestro Ryota, plantado frente a nosotros. Hacía apenas un momento que me había reencontrado con Celeste y le había comentado mis descubrimientos. Me puse en pie, haciéndole una reverencia. Su presencia casi me hizo desfallecer, me recordaba que de haber estado él en mi lugar muchas cosas habrían sido distintas.

¿Dónde está Nanashi? ¿Qué ha sucedido? Saito, empieza tú.

Tragué saliva y respiré hondo antes de empezar a hablar.

La Maestra Nanashi está en una de las tiendas que han levantado y lo que ha sucedido es lo siguiente: La Maestra Nanashi, el hada Primavera, el Aprendiz Nikolai Everard y yo nos dirigimos a la Fortaleza Negra de Maléfica para tratar de debilitarla... pero salió mal —admití, sin apartar la mirada—. Mateus Palamecia nos traicionó a la primera oportunidad y la Maestra Nanashi arriesgó su vida por la nuestra, siendo maldecida y capturada por el enemigo. Lo único que logramos hacer por ella fue rescatarla y generar un antídoto provisional.

El rostro del Maestro parecía ensombrecerse a medida que iba relatando la historia, y la expresión de mi amiga no era mucho mejor que la de él. Había pensado en decirle que por lo menos teníamos algo de Maléfica antes de proseguir, pero recordé que le había dado el diario a Nikolai y que primero lo tendría que recuperar.

Al volver aquí nos encontramos con el dragón, y después de poner a la Maestra y a Nikolai lejos de sus fauces traté de ayudar a Celeste a ganar tiempo. Fue una idea terrible por mi parte, pero estaba tan desesperado que no pensé en otro plan; el hada Flora nos protegió y sacó de allí, hoy el hada Primavera nos ha devuelto a nuestro estado normal.

>>Siento no haber estado a la altura, Maestro Ryota.

Tras la historia de los demás, Ryota sólo añadió:

Imaginé que algo malo había pasado cuando no recibí noticias. Recoged vuestras cosas: nos marchamos.

Asentí mientras le veía marchar. ¿Cómo cambiaría nuestra relación con aquel mundo a partir de entonces? Maléfica se había salido con la suya, si bien aún debía quedarnos alguna esperanza, aunque fuese mínima... ¿pero cuál? Tenía el control de todo, y nosotros nos escondíamos de ella, por no olvidar que casi había matado a un ángel y a una Maestra.

¿Qué nos quedaba?

¿Qué podemos hacer? —le musité a Celeste, en busca de una respuesta—. ¿Qué podemos hacer nosotros por ellos? Éramos su esperanza, su salvación, y ahora...

No hemos hecho más que condenarles.

Lo siento, no quería increparte más. Será mejor que vaya a ver cómo está Nanashi.

***


Si alguien me hubiese dicho tras lo sucedido en el Castillo del Olvido que encontrarme a Nikolai me sería tan indiferente, me habría reído en su cara. Pero ahí estaba, saliendo de la tienda de Nanashi, y ni gota de ira o frustración recorriendo mis venas. Yo no estaba en condiciones de dejarme llevar por cualquier sentimiento, y me imaginaba que él tampoco.

Alcé la vista, cansado, y extendí mi mano tras rebuscar en mi bolsa un Éter como el que él me había dado. Todavía estaba lo suficientemente cuerdo para no querer estar en deuda con alguien de Tierra de Partida. Y menos con Nikolai Everard.

Tras que lo hubiese cogido, añadí:

El diario.

>>Gracias por haber estado cuidando de ella y... —inspiré hondo, pero añadí con frialdad— fin de la tregua.

Ni yo mismo sabía por quién lo decía. ¿Nanashi, Saeko? Poco importaba. Me dirigí a la tienda de Nanashi, dejándole atrás.

¿Puedo pasar? —preguntaría, antes de adentrarme por mi cuenta.

Si la Dama de Hierro me daba permiso, entraría y la contemplaría con el corazón desbocado.

¿Cómo se encuentra?...

Desvié la mirada. Sabía que en parte era culpa mía que Nanashi ahora estuviese en ese estado y no era capaz de afrontar la culpa. Le tendería el diario de Maléfica y le explicaría su procedencia, esperando que al menos robarlo hubiese valido la pena.

¿Cómo lo hace para salir siempre adelante? ¿Qué se necesita? —le pregunté, sin saber lo que quería oír— Ha pasado por muchas más cosas que yo... y siempre parece saber lo que hay que hacer. En cambio, yo me he portado como un babuino en toda la misión. Siento todo lo que ha sucedido, siento haber sido una molestia...

>>Por eso mismo le pido ayuda. Quiero poder hacer algo más, algo que me permita evitar que la gente de mi alrededor tenga que sufrir...

Si la Maestra no quería hablar en aquel momento, me disculparía y saldría de su tienda de inmediato. Lo último que necesitaba era que la molestasen más de lo que estuviese dispuesta a aguantar.

Spoiler: Mostrar
Acciones acordadas con Denna y Drazham.

No sé si será o no la última ronda de la trama, pero de todos modos ha sido un placer participar y estar con todos vosotros. Hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero con todo al menos yo me he llevado una gran experiencia participando en este arco de Reino Encantado. Espero que coincidamos de nuevo, y si no es la última ronda pues ya volveré a hacer un mini comentario más tarde(?)
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Re: [Reino Encantado] Espinas Negras (II)

Notapor Denna » Lun Jul 18, 2016 2:06 am

Agradecí dormir sin sueños, si es que a aquello se le podía llamar «dormir», pero el despertar llegó pronto. Y con él el miedo. No reconocía el sitio en el que estaba. No recordaba qué había ocurrido. Sólo el dragón, la caída, el fuego, el… el dolor…

Sobresaltada, lo primero que hice fue levantarme la camisa hasta el abdomen, ahí donde el dragón me había apretado casi hasta la asfixia. Pero ni siquiera quedaba rastro de eso; tan sólo unas marcas rojizas. Empecé a preocuparme de verdad. ¿Cuánto tiempo llevaba dormida? Y, más importante aún: ¿qué había pasado de mientras?

No tuve ni la oportunidad de preguntar. Nada más girarme, una varita me apuntó a la cara con toda la mala intención del mundo. Pertenecía al hada azul que había partido hacia la Montaña Prohibida con el grupo de Nanashi, Primavera.

Pero ¿qué ha..?

Tenéis suerte de que no os convierta en hierbas como castigo. Os lo mereceríais.

Cerré la boca, mareada.

¿Qué ha pasado?

Contestara o no, me iba a sentar como una bofetada. Flora no estaba y sólo había que ver cómo se comportaba ella. No hacía falta ser un genio para adivinar qué había ocurrido. Su hostilidad no hizo más que sumarse a la mía propia. Había cometido una estupidez. Una detrás de otra, mejor dicho. Exasperada, bajé la mirada y no pregunté nada más.

A medida que recuperaba la memoria me encontraba peor y peor. Incluso cuando pensé que había llegado a mi límite, que era incapaz de arrepentirme y enfadarme más por lo que había hecho, me superé. Pero no volví a llorar. O no me quedaban fuerzas para ello o bien el fuego de dragón había evaporado todas mis lágrimas. A saber.

¿C-cómo estás? —preguntó Saito con delicadeza.

Eché un vistazo a Primavera, si es que seguía por ahí. La sangre me hervía.

¿Que cómo estoy? Bien. Demasiado bien. De hecho, ni siquiera tengo un maldito rasguño, cosa que no creo que pueda decir la mujer que me ha salvado la vida —repliqué, sarcástica—. Y todo porque me he creído capaz de enfrentarme a un dragón. A un. Jodido. ¡Dragón! Que, por cierto, es mucho más grande que un arbolito. Pero, claro, tenía que hacerme la heroína, ¿no? Tenía que demostrar que podía salvar el día, a pesar de que no he parado de cometer errores desde que llegué aquí. ¿Cómo puedo ser tan estúpida?

Sabía que hacía mal en descargar mi frustración contra Saito, pero eso me impidió continuar. Con todo, traté de bajar el tono de voz.

Había una niña pequeña en el castillo. Se llamaba Charlotte. Sólo quería ver al ángel y, para variar, me porté como una imbécil con ella. Y ahora está muerta. Por más que lo intento, no dejo de pensar en ello. No dejo de preguntarme cómo habría podido ayudarla. Sé que quizás siendo amable no habría cambiado nada, pero…

»No lo sé. Esto es horrible.


Negué con la cabeza. A pesar del monólogo, seguía igual de molesta.

Perdona, no debería haberte gritado. Seguro que lo tuyo tampoco ha sido un camino de flores.

Cuando trató de disculparse, levanté la mano.

Chorradas. Esto me lo he buscado solita. Lo único de lo que tienes que culparte es de haberme seguido, no de que yo quisiera quedarme —espeté—. Debería… Voy a ver cómo están Victoria y los demás. Nos vemos luego.

***


Evité deliberadamente la zona en la que Heike estaba. Me alegraba ver que ella y su hijo estaban bien, y también Abel, pero no me atrevía a acercarme tras todo lo ocurrido.

En su lugar, fui directa a por Victoria. Saludaría con un gesto al resto, si es que estaban por ahí también.

Menuda noche, ¿eh? —le pregunté a ella, esforzándome en dibujar una sonrisa—. Me alegro de verte. ¿Cómo te encuentras? ¿Qué pasó cuando fuisteis a la tienda de Maléfica?

Saltaba a la vista que Melkor no estaba por ninguna parte. Entrecerré los ojos, aunque debería haber imaginado que les traicionaría a la mínima de cambio. Escuché la respuesta de Victoria, y alcé las cejas al conocer la identidad del dragón. Bueno, eso lo explicaba todo. Me llevé las manos a la cara, sintiéndome más idiota que nunca. Enfrentarse a Maléfica… ¡en glider!

Apoyé la cabeza en su hombro, cansada. A estas alturas, las alas de metal no podían ni causarme escalofríos.

¿Conseguiste hacerte con la perla, al final? —susurré—. Lo siento. Sé que era importante para ti.

Me mantuve así un rato (siempre que Victoria me dejara) hasta que vi a Saito aproximarse con respuestas a lo que no me había atrevido a preguntar todavía. Respiré aliviada al descubrir que no había muerto nadie conocido, e inmediatamente me sentí fatal por pensarlo. Sí que había habido una baja entre los nuestros: el chico de Tierra de Partida que se había marchado con Abel y la princesa. Ni siquiera sabía su nombre. Por más que lo intentara, no conseguía reunir la decencia para llorar su muerte.

Creía que, después de eso, por lo menos no habría más sorpresas. Por supuesto me equivocaba. Apenas formulaba el pensamiento cuando apareció él.

Contuve las ganas de esconderme detrás de Victoria. «No, no, no, tú no. Cualquiera menos tú», supliqué para mis adentros. «No ahora, no aquí. No con todo esto».

¿Dónde está Nanashi? —preguntó Ryota, imperturbable. No por primera vez, me pregunté en qué estaría pensando, aunque jamás había tenido tanto miedo de saber la respuesta—. ¿Qué ha sucedido? Saito, empieza tú.

Esperé a que el susodicho hiciese su informe, pero apenas podía prestar atención a lo que decía. Cambiaba de peso de un pie a otro, con los ojos clavados en el suelo. Los levanté sólo un momento, aterrorizada, cuando Saito mencionó lo del dragón, y me atreví a mirar a Ryota a la cara un segundo. Sólo uno, casi sin tiempo de ver cómo reaccionaba, si es que lo hacía.

Nosotras... —empecé a decir con un hilo de voz cuando fue mi turno—. Victoria y yo nos quedamos con Nithael a defender el castillo y el pueblo. Pero Maléfica... nos tendió una trampa. Y fallamos.

«Y fallé».

No dije más. La situación hablaba por sí sola. Ryota escuchó al resto sin intervenir y luego sentenció:

Imaginé que algo malo había pasado cuando no recibí noticias. Recoged vuestras cosas: nos marchamos.

Contemplé cómo se iba hacia la tienda de Nanashi, compungida. Volvía a sentirme tan exhausta como la noche anterior, como si no hubiese descansado nada. Me limité a remover la comida que me ofrecieran, con el estómago cerrado, hasta que Nithael nos llamó. De nuevo pegada a Victoria, y de nuevo muerta de miedo, me aventuré en la tienda preguntándome qué querría. Un vistazo al ángel, en especial a cómo habían quedado sus alas, que antaño habían sido tan bonitas, bastó para que se me rompiera el corazón. A duras penas conseguí farfullar que sí, que estaba bien, y que gracias. Gracias por todo.

***


Levanté las manos en señal de paz, con el collar colgado de una de ellas. Tras la visita a Nithael, ya sólo me quedaba una cosa por hacer. Aunque la mera idea de enfrentarme a Heike bastara para echarme a temblar, no podía ser lo peor que había ocurrido en el día de hoy.

Tranquila, sólo vengo a devolveros esto. —Le tendí el colgante que me había prestado antes en señal de confianza—. Nos… Nos marchamos ya de vuelta a nuestro reino. Siento no poder hacer más.

Aunque, visto lo ocurrido, seguro que la capitana y el mundo entero coincidían en que era lo mejor.

Y… perdón también por lo de anoche. Ya sé que es tarde y que ni siquiera querréis mis disculpas, pero eso no quita que me haya equivocado y vos y vuestra familia tuvierais que pagar por ello. Espero poder compensaros algún día.

Me incliné, tensa. La última vez que había estado tan cerca de ella me habría atacado, de haber podido. ¿Lo haría ahora? Ni podía ni quería impedírselo, no si eso hacía que se sintiera mejor. Que al menos una de las dos tuviera la oportunidad.
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Re: Ronda 12

Notapor Sally » Lun Jul 18, 2016 7:58 am



Joder. Lo siento.

Aleyn agradeció con un simple gesto de la cabeza —no podía hacer mucho más, tampoco— que Abel le ayudara a incorporarse, la última vez que necesitaría su ayuda. No malgastó energía en contestar; él también lo sentía. Sentía no haber podido hacer más. Sentía no haber sido lo bastante fuerte, no haber entrenado lo suficiente, haber perdido tantas vidas en el camino para terminar así.

Mi hijo se encargará de él. Salvaré a la princesa.

Aleyn intentó esbozar una sonrisa, desearle suerte, algo, pero se le llenó la boca de sangre y empezó a toser. No pudo despedirse de Abel ni de Ygraine, que se resistió a dejarlo atrás en un principio, y ni siquiera fue del todo consciente de cómo el capitán abandonaba el santuario, llevándose también la Espada. Cuando quiso darse cuenta, estaba solo, luchando con las exiguas fuerzas que le quedaban para mantenerse de pie. No sabía hasta qué punto era el temblor de la sala o el de su propio cuerpo lo que amenazaba con tirarlo de nuevo al suelo.

Hacía frío, tanto frío, que la propia palabra parecía quedarse corta para describirlo. Los dientes le castañeteaban tan fuerte que creyó que iba a partírselos. No le habría extrañado ver hielo en su sangre, porque ya ni siquiera notaba esa calidez de antes. Lo único bueno de aquello era que el frío anestesiaba el dolor de forma que una herida que le atravesaba de parte a parte era casi una leve molestia en el fondo de su mente. Casi.

La poción, por supuesto, no hizo apenas nada. Como la última bocanada de aire antes de que la corriente te arrastrara hasta el fondo de forma irremediable.

Aquella momentánea claridad hizo que reaccionara a tiempo al ver cómo las espinas se abalanzaron sobre él más ansiosas tras invocar la Llave Espada, manteniéndolas a raya gracias al Escudo. A él se aferraba como si fuera las últimas hebras que lo mantenían unido a este mundo, y tal vez así fuera. Las espinas lo habrían atrapado en apenas un parpadeo si no estuviera allí. Y acabarían haciéndolo de todas formas; a medida que avanzaba, cada mísero paso agotándolo como si recorriera kilómetros con cada uno, notaba que su agarre era menos firme, menos seguro. Ni siquiera se sentía aquella mano por culpa del frío.

Volcó toda su voluntad, su energía, en tratar de liberar al Corazón. La sensación de calidez que le invadió indicó que lo estaba haciendo bien, que quizás si se mantenía de aquella manera durante más tiempo podría realmente marcar la diferencia, ayudar con su último aliento a Reino Encantado.

Pero no tenía más tiempo. La negrura invadía su campo de visión, ya distorsionado por las lágrimas. Él, que en su día había podido iluminar la noche más cerrada gracias a la magia de fuego que a tantas personas había atraído, moriría solo y sufriendo el feroz mordisco de un frío antinatural, en una Oscuridad cada vez más creciente. Creyó escuchar a la Fortuna riéndose en la distancia, una risa hermana a la de Maléfica.

Estaba perdiendo la consciencia y, a pesar de ello, sintió cómo el Escudo se iba deslizando de su brazo, dejando la vía libre a las espinas, que se enroscaron en torno a su cuerpo, ávidas. No luchó contra ellas. No podía. Si tan solo hiciera menos frío…

Escuchó el resonar metálico del Escudo al chocar contra el suelo. Aquella fue la última señal que las espinas necesitaron para atacar de forma definitiva y fulminante. El dolor estalló en su mente cuando estas atravesaron su pecho.

«Aurora… lo siento»

Y Aleyn cerró los ojos. O lo habría hecho, de quedarle ojos que cerrar. Pero la Oscuridad ni tan siquiera le dejó eso. Ni corazón, ni vida, ni cuerpo.

Lo único que quedó atrás, la prueba de que había existido, fue su Llave Espada. Y su recuerdo.
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Re: [Reino Encantado] Espinas Negras (II)

Notapor Drazham » Lun Jul 18, 2016 6:45 pm

Aquella imagen le dejó completamente desolado.

Tras llegar al punto del castillo que le señaló Saic, Nikolai ahogó una exclamación de espanto al ver unas enormes alas negras desparramadas por el suelo. Se llevó la mano a la empuñadura de su arma, temiendo que se tratase de uno de los monstruos de Maléfica. Pero al reconocer a Tristan al lado de la figura, se fijó mejor en esta y fue cuando el corazón se le detuvo por un segundo.

No puede ser…

Petrificado y con la mirada rota, apenas se inmutó cuando Primavera salió volando de su hombro o si Tristan le voceó algo. Al rato, el cuerpo le volvió a reaccionar y fue avanzando paso por paso, sin dejar de clavarle los ojos a un moribundo Nithael, dormido y luchando por respirar, pues era la única señal de que estuviese durmiendo y no…

Al tenerlo a menos de un palmo se arrodilló, más porque las piernas le empezaron a temblar que por otra cosa, y meneó la cabeza, cerrando los ojos con pesar. La situación le resultó imposible de digerir; había tenido tanta fe ciega en Nith, en el mismo Nith que salvó Tierra de Partida de sumirse en la oscuridad, que verle en ese estado era más bien impensable.

¿Qué ha ocurrido? —le exigió a Tristan, sin quitarle en ningún momento la mirada a Nith—. ¿Cómo le han podido hacer esto?

¡Rápido, póntela en la mano! —Sólo la voz de Primavera consiguió hacerle salir de su fuero interno, parpadeando un par de veces, y que se fijase en el frasco miniaturizado que le tendía—. ¡Y que la señora Joana os ayude!

Tardó en acordarse en por qué hace apenas unos segundos se estaba pegando la carrera de su vida por el castillo y soltó un bufido, apresurado. Sacó a Nanashi y a Joana del bolsillo con delicadeza y se las colocó en ambas manos a modo de cuenco, acercándoselas al hada. La duda de si el antídoto funcionaría mientras se lo daban de beber le estaba torturando por dentro, pero veía a Nith y, pese a su estado, le notaba mejor aspecto que a Nanashi. No tuvo otra que aferrarse a eso.

Y justo cuando la maestra apuró la última gota, el rugido de esa mala bestia y un centelleo verde hicieron que Nikolai se estremeciera en el sitio y chasqueara la lengua, dirigiendo la mirada hacia a la ventana. ¿Qué demonios estarían haciendo Saito y Celeste?

¡Tenemos que irnos rápido!

Ve replegándole las alas. Apañaré algo para que no sean un estorbo —le pidió a Tristan mientras él se agachó junto a las sábanas en las que reposaba Nithael y rasgó una de ellas para sacar tiras con las que anudarle al ángel las alas ya recogidas.

Ahora, ¿cuál era su vía más rápida para sacarlo antes de que acabasen en un mar de llamas? El glider seguía sin ser una mientras el dichoso bloqueo mágico de Maléfica siguiese actuando… O tal vez ya no. Viniéndole una última idea a la mente, sacó el frasco con el líquido dorado que Primavera y Saito improvisaron en la Fortaleza Negra. Si en un principio servía para debilitar la maldición de Nanashi, ¿con él funcionaría?

Sin querer demorarse más y arriesgarse a que el dragón les aplastara, se arriesgó y se lo bebió de un trago. No esperaba que fuese a tener un efecto inmediato o que incluso llegase a funcionar, por lo que corrió a pasarse un brazo de Nith por encima de los hombros y escapar del castillo a la vieja usanza: a pata.

Al llegar a las calles se encontró con un panorama que sería lo más similar estar en el infierno. El calor de las llamas engullendo las casas le hizo soltar un resoplido, reajustándose el brazo de Nith en la espalda y mirando en derredor con el fin de hallar una ruta que no estuviese bloqueada por el fuego o los escombros. Peor fue el aliciente de que empezó a escuchar el trote de animales grandes que no eran caballos y reducir el número de posibilidades a una: huargos. Pero también escuchó un traqueteo metálico, y cuando una pequeña milicia de soldados capitaneados por Heike cruzó una esquina cercana, le alivió saber que todavía les quedaba una pizca de suerte.

¡Ayudadlos, rápido! ¡Moved el culo!

Nikolai dejó espacio a los hombres para que ayudasen con Nithael y meneó la cabeza hacia Heike, a modo de agradecimiento. Con más manos de su parte, lograron llegar a una de las salidas de la ciudad justo a tiempo, pero con el inconveniente de que Maléfica dejó a sus perros guardianes vigilando.

Nikolai, siseando entre dientes de enervación, dejó a los soldados a cargo de Nith y se adelantó junto a Tristan hacia el grupo de Sincorazón. Le importaba más bien poco que se fuese a enfrentar a ellos con una simple espada, demasiada frustración que guardaba dentro de sí y que necesitaba expulsar como fuese. Pero fue acercar la mano al arma de su cinto y sentir un leve hormigueo en su pecho.

Tras titubear un par de segundo, alejó el brazo de la espada con lentitud y lo extendió al lado opuesto.

Con sólo desearlo, la Llave Espada se materializó.

No muy sorprendido de recuperar su poder, la enarboló y les dedicó una mirada de hosquedad a los Sincorazón, para luego escupirles con desprecio:

Largo.

***


Nikolai observaba desde su puesto a los soldados del rey patrullar por el linde del bosque. Se removió en su asiento, un viejo tocón que aprovechó, y se restregó unos pesados párpados que amenazaban con cerrársele por la falta de sueño. Pero ya tenía comprobado que el descanso le duraría poco, pues no hacía más que desvelarse al poco que intentaba dormirse. Por eso prefirió ofrecerse a hacer guardias que a perder el tiempo dando vueltas en la «cama».

Para ser sinceros, no estaba allí sólo por esa razón. Sabía que el rey, su hijo, sus capitanes y los otros altos cargos seguirían discutiendo en una reunión que no les llevaría a ninguna parte, no hasta que las cosas se calmasen y pensasen con la mente fría. Él no pintaba nada allí, y reconocía que en esos momentos no tenía ganas de verse envuelto en trifulcas que le darían más quebraderos de cabeza. Se lo hubiese planteado si Nanashi o Nith estuviesen en condiciones de atender, pero ambos necesitaban descanso. Ambos eran los que más lo necesitaban.

Así llevaban casi día y medio. Lo poco que quedaba del reino de Huberto y logró huir del asedio trataba de recomponerse después de que Maléfica… Ah, sí, cuando se enteró de que el dragón que asoló el castillo y la ciudad no era una criatura que invocó, si no la mismísima hada transformada, tuvo que aguantarse las ganas de soltar una carcajada agria en alto por respeto. Ya no le quedaba nada que le impidiese llamar monstruo a esa mujer.

Un monstruo que habría podido condenarle de por vida si hubiese querido. Cada vez que recordaba las palabras de Primavera, revisando que el antídoto fue un remedio definitivo para su caso, sobre la posibilidad de que la maldición que Maléfica le impuso hubiese sido incurable, el pecho lo oprimía con angustia. Podría haber acabado como la pobre Aurora que…

Oh, dios, Aurora… Oh, dios, Aleyn…

El caballero Aleyn se sacrificó intentando impedir que la oscuridad se extendiera. No lo consiguió.

Abel llegó en un momento del primer día, con la única compañía del hada que vestía de verde. Su mensaje fue tan claro y contundente como un mazazo en la sien: Aurora estaba atrapada en una especie de suspensión temporal para evitar el avance de la maldición. Y Aleyn estaba muerto.

Muerto. Un muchacho que apenas se habría aprendido las nociones básicas que enseñaban en la Orden. Al que dejó ir solo por su capricho de querer solucionar las cosas con Nanashi. Ahora era él quien tendría que comparecer ante los Maestros de Tierra de Partida y explicarles que Nithael estaba un estado grave, que un novato había muerto, y que el único aparentemente ileso era el traidor.

Tenía que hacerlo, pues habría gente que le conocería y tendría el derecho de llorar su pérdida. Entonces se paró a pensar, ¿y si hubiese sido él mismo el desgraciado que pereció? ¿Quién habría lamentado su pérdida? ¿Qué se le habría pasado por la cabeza a su madre en cuanto la notificasen? ¿O a Saeko?

Le llegaron los aullidos de las monturas de los orcos en la lejanía y miró al horizonte con expresión cansada, harto de todo. Se levantó del tocón y se dejó llevar por las indicaciones de Abel y Heike, adentrándose más en el bosque.

Entonces, Ryota les encontró. Pidió explicaciones, como no, pero Nikolai se limitó a cumplimentar los informes de los demás cuando se explicasen con lo que pudiese, no sabía hasta qué punto estaría conforme el hombre con la presencia de un desertor. Cuando Saito explicase su versión de los hechos, la que mejor se conocía al haber estado con él la mayor parte del tiempo, y cuando comentase lo de Nanashi, añadiría:

La maestra y Nithael ya no corren peligro alguno, les dimos el antídoto a tiempo. Ahora están descansando.

Tras las explicaciones, Ryota dijo para su suerte las palabras que estaba deseando oír más que nunca.

Recoged vuestras cosas: nos marchamos.

***


Doña Joana, ¿puedo tener unas palabras con vos?

Sabía de antemano que en el momento que Ryota terminase de hablar con el rey, abandonarían el Reino Encantado hasta dentro de una buena temporada. Antes de nada, quería aprovechar para rematar un par de cabos sueltos con los habitantes del mundo. Bueno, en realidad sólo con uno de ellos. Ya le dio las gracias a Heike antes con lo de Nith, y si se acercaba a Felipe era más que probable que se llevase el puñetazo que quiso darle antes en la asamblea del principio.

Se limitó a esperar a que Joana no estuviese ocupada con nadie de la realeza o de sus soldados.

Quería pediros disculpas si os he puesto en algún tipo de compromiso al sacaros de la fortaleza y llevaros hasta aquí. Admito que cuando tomé la decisión de liberaros, en parte lo hice con el interés de perjudicar a Maléfica de cualquier forma. Estaba ofuscado por lo que le hizo a Nanashi, y quería hacérselo pagar de algún modo.

»Solo espero que el rey y su corte no os hayan puesto muchas trabas mientras os quedéis y que no haya problemas con el trato que hizo el príncipe con Melkor. —Desconocía los detalles exactos del acuerdo que hicieron sus compañeros con el mestizo y que pasó con él después del asedio. ¿Enemigo o aliado? No tenía ni la más remota idea de que era Melkor cuando el único eslabón que lo mantenía atado a Maléfica ya estaba en libertad—. Os deseo un futuro próspero en estos tiempos que se vienen.

Nikolai se despidió con una reverencia y se adentró en el campamento para reunirse con sus compañeros, que ya estarían a la espera de que pudiesen marcharse. Sin embargo, antes de eso le informaron que Nanashi quería verle en su tienda. Se quedó anonadado al escuchar la noticia, preguntándose qué querría de él, sobre todo a él para que fuese el primer aprendiz al que quería ver después de que despertara.

Con el corazón oprimiéndole de los nervios pero con paso firme, se dirigió a la tienda que le prepararon a la Maestra. Dentro, observó con aflicción a una Nanashi que seguía débil, con un aire enfermizo, pero que ya había recobrado una pequeña parte de la dignidad que solía irradiar. Niko dio un par de pasos hasta que tomó asiento para ponerse a su altura y abrió la boca.

Una vez más, Nanashi se le adelantó con una voz áspera. Y una única palabra.

Vuelve.

Nikolai abrió mucho los ojos, perdiendo el aliento y siendo incapaz de hablar.

«¿Cómo?»

Saeko quería marcharse. Tú no estás seguro. Estamos en paz, no tienes que… pelearte como un babuino por ella. —«Pero… Pero…»—. Os seguiréis viendo.

En lo que creyó que fue un espejismo, por primera vez vio en el rostro de Nanashi lo que debió ser una sonrisa. Apretó los labios y agachó un poco la cabeza, hecho un amasijo de nervios por dentro que no podía ni procesar lo que su ex-maestra le estaba diciendo, lo que le estaba proponiendo.

Vuelve si crees que es lo correcto.

Y volvió a repetírselo una vez más. Niko consiguió serenarse y volver a ser dueño de sí mismo. Miró con una mezcla de lástima y asombro cómo la mujer cerraba los ojos y suspiraba del esfuerzo.

¿Quería que volviese?

¿De verdad quería que volviese a Bastión Hueco?

Seguía sin creérselo, y menos aún que Nanashi hubiese sido tan justa con él después de lo ocurrido. Se mordió el labio inferior y se masajeó las sienes. Tras mucho meditarlo, acabó llegando a la conclusión de que él tenía que ser también justo con ella y terminar lo que empezó.

Supongo que me tengo merecido todo esto —confesó con pesadumbre, hundiendo los hombros—. Pude haberle comentado desde un principio cual era mi opinión respecto a la guerra y las decisiones que se tomaron contra Tierra de Partida. Pude haber tratado de comprender la frustración por la que usted y los otros maestros pasarían cuando se desveló que todo era una mentira. Pero acabé huyendo de mis problemas.

»No quiero volver a cometer el mismo error. Por eso me gustaría meditar a fondo qué sería lo correcto y darle mi respuesta en cuanto sepa lo que quiero de verdad.

Soltó todo lo que tenía que decirle, para luego retirarse de la tienda y dejarla descansar. Apenas seguiría con aquella sensación de opresión en el pecho cuando el careto mustio de Saito le sorprendió nada más salir. Al menos lo mustio que se podía estar después de que te despetrificasen.

Resultó que el chico vino nada más para darle en mano el éter que prometió devolverle, el cual Nikolai aceptó con una mueca de incertidumbre. Pero cuando Saito le extendió la mano a modo de exigencia, frunció el ceño.

El diario.

Se le escapó un «oh» desanimado al comprender y se sacó de la chaqueta el cuaderno de Maléfica, que apenas llegó a ojearlo por el cansancio y quedarse con algunos conceptos extraños como “Corazón del mundo”, para devolvérselo. Si Saito quería llevarse el mérito de entregarlo a los maestros, él no iba a impedírselo. Le daba igual.

Además, ya se aseguró de que Saic guardase una copia digital del manuscrito para estudiarlo más adelante, cuando estuviese más centrado.

>>Gracias por haber estado cuidando de ella y... fin de la tregua.

Ah, sí. Claro —dijo sin ganas, encogiéndose de hombros.

Y así, cada uno se fue por su cuenta. Nikolai suspiró y se puso a deambular por el campamento sin rumbo fijo. Tenía mucho en lo que pensar, y solo el tiempo podría hacerle llegar a una conclusión y tomar el rumbo que deseaba en lo más profundo.
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Re: [Reino Encantado] Espinas Negras (II)

Notapor Soul Artist » Mar Jul 19, 2016 5:01 pm

Las cosas no habían salido muy bien.

El príncipe no quiso indicarme dónde estaban las Ciénagas. Era lógico, pero hubiese querido ir por intentar no rendirme. Me hubiese gustado algo a lo que agarrarme, aunque fuese lo mínimo para considerar que la misión había tenido éxito, pero... Era inútil.

Y, en gran medida, tenía yo la culpa.

* * *

Pasé tanto el día como la noche siguientes sin pegar ojo.

Felipe ya estaba reunido de nuevo con su padre, pero no parecía que fuera a solucionar nada. Nanashi y los demás estaban allí también, pero su estado era lamentable, al igual que Nithael. No eran los únicos: una de las hagas tampoco parecía estar en buen estado, y además... La noticia que nos dieron sobre Aleyn.

No sólo Charlotte había caído, sino que uno de los nuestros había muerto.

No conocía prácticamente de nada a Aleyn. Sólo habíamos coincidido en aquella misión y no había atendido siquiera a intentar estrechar lazos. Pero su muerte me dejó más impactada de lo me esperaba. No es que no me hubiese enfrentado antes a la pédida, sino que no había sido lo suficientemente consciente de lo cerca que podíamos estar todos en aquellas misiones. Pensaba que con Nanashi y el poder de nuestras Llaves Espada estaríamos fuera de todo peligro, pero ahora parecía que cualquier amenaza pudiese apagar nuestros corazones. Recordé a la gigantesca Maléfica dragón, vomitando fuego como algo completamente normal, y pensé en lo frágiles que eran nuestros cuerpos...

Podíamos morir en cualquier momento. Esa era la vida que había escogido.

Menuda noche, ¿eh?

Levanté la mirada hacia la voz que me hablaba. Se trataba de Celeste; se había acercado a mí mientras me estaba inmersa en mis pensamientos. Le contesté con un gesto de mi cabeza y me crucé de brazos, agarrándome con fuerza estos.

Me alegro de verte. ¿Cómo te encuentras? ¿Qué pasó cuando fuisteis a la tienda de Maléfica?

La imagen del dragón oscuro volvió a invadir mi mente. Muerte, fuego, oscuridad. Ninguna de esas palabras eran las que quería expresar, ni tampoco de las que me sentía más preparada para hablar. Y tampoco es que hiciese falta... Estaba segura de que Celeste habría visto ella misma al dragón. De llegar a hacerlo seguro que hubiese hecho algo más que yo, aunque tampoco es que creyera que fuera a intentar enfrentarse a semejante monstruo.

La espina. Fue... Fue una mala idea —contesté con la mirada perdida—. No hice nada. Sólo miré... Y me escondí...

La culpabilidad me carcomía, y tampoco veía a Celeste para echar cohetes. Se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro. Me sentí reconfortada; le di las gracias en voz baja y nos quedamos unos instantes allí, sin decir nada. Me dolía demasiado el pecho como para poder decir nada.

¿Conseguiste hacerte con la perla, al final?

Negué con la cabeza y me sentí más tonta todavía. Ni siquiera eso podía haber hecho bien.

Sólo el cuerno. Se lo di al príncipe... —Cerré los ojos e intenté imaginarme el mejor escenario posible—. Con un poco de suerte la Perla se habrá perdido o roto para siempre. Así no volverá a hacer daño a nadie...

Lo siento. Sé que era importante para ti.

No contesté. Volví a sumergirme en mis pensamientos y mi mirada se perdió en la nada. ¿Merecíamos pertenecer a la Orden con aquel panorama, con todo lo que habíamos complicado las cosas? Si hubiésemos sido más fuertes o más inteligentes...

Ni siquiera la voz de Ryota me devolvió a la realidad. Se me caería la cara de vergüenza si hubiese atendido lo más mínimo a él o lo que Celeste le decía. Sólo podía pensar en que habíamos caído lo más bajo que podíamos, y que habíamos descubierto lo débiles que éramos.

No habíamos hecho lo suficiente. Ahora tocaba pagar las consecuencias.
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Ronda #12 - Espinas Negras (II)

Notapor Astro » Mar Jul 19, 2016 8:49 pm

Nikolai llegó a tiempo, acompañado de Primavera, el hada azul. Sin embargo, el rubiales se quedó parado casi en seco al ver a Nithael, y eso que el ángel había empezado a mejorar gracias al antídoto. Ban apartó la mirada, sin llegar a responder cuando le pidió explicaciones sobre qué le había pasado.

Afortunadamente, no era tiempo para eso. Tras darles el antídoto tanto para una Nanashi encogida (y en muy mal estado, Ban tampoco quiso mirarla demasiado por remordimientos), sujetada por otra mujer pequeña (si no le fallaba la memoria or la foto, era la madre de Melkor), se pusieron manos a las obras. Tenían que salir antes de que se viniera todo abajo. Improvisaron un apaño con las alas de Nithael y se lo cargaron con un brazo cada uno y, como Nikolai no parecía querer o poder invocar el glider, tuvieron que huir a pata.

Pero, ¿adónde? Ninguno era de ese mundo, y con las tropas de Maléfica por todas partes quién sabía qué lugar sería seguro. Por suerte, mientras corrían por una ciudad en llamas y con la amenaza de los orcos en cualquier momento, se encontraron con Heike y unos soldados que les ayudaron a cargar con Nithael y les guiaron hasta unas puertas laterales. Tuvieron que librarse de unos sincorazón, pero consiguieron salir a salvo.

Destino: el bosque.

****

Ban se sentó a la sombra de un árbol apartado, suspirando. Estaba agotado, tanto física como psicológicamente. Y eso que Primavera le había aliviado los dolores que le dejó la espina en el brazo.

Nithael viviría, ya se iba recuperando poco a poco. Nanashi también. Cuando Abel llegó, les informó que el aprendiz de Tierra de Partida con el que Ban luchó para quitarle la espada había muerto. La princesa no, pero su destino no estaba demasiado claro.

Caminaron mucho, mucho, hasta llegar a un sitio seguro en pleno bosque. Los otros aprendices, por suerte para Ban, decidieron ignorarle o no dirigirle la palabra en todo el viaje, lo cual él agradeció bastante. No necesitaba que le dijeran en voz alta lo que ya sabía.
Cuando Ryota apareció, el chico habría pagado para que la tierra le tragase. Cuando pidió explicaciones, Ban no se atrevió a decir nada. Dejó que los otros hablasen, rezando para que le dejase en paz. Si insistía en que contara algo, se limitaría en murmurar que Nithael estaba así por culpa suya.

Un rato después, con Ryota al día tras haber hablado con la maestra y el ángel, el segundo insistió en que quería ver a los aprendices del castillo. Cuando le tocó el turno a Ban, el chico entró despacio, dubitativo.

¿Estás bien? ¿La Oscuridad no te ha hecho daño?

¿Por qué...? ¿Por qué me ayudaste? —Fue su respuesta, o más bien pregunta. Era algo que le estaba recomiendo por dentro desde el incidente del castillo con la niña—. Yo intenté matarte, y por mi culpa tú ahora estás así... ¿Por qué?

Se quedó en la puerta de la tienda, esperando su respuesta. Su cabeza estaba hecha un lío, y necesitaba ayuda. Ahora, estaba dispuesto a aceptarla.
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Ronda 13 (final)

Notapor Suzume Mizuno » Dom Jul 24, 2016 6:29 pm

Celeste


Nithael no tuvo mucha oportunidad para calmar a Celeste por lo agotado que estaba, pero sonrió en su dirección y se alegró sinceramente de que la muchacha estuviera a salvo.

El hijo de Heike y Abel acariciaba a un zorro muy bonito, que Celeste identificaría con el que acompañaba a Aleyn. El chiquillo no parecía dispuesto a separarse de él y siempre que se acercaba un adulto se ponía en guardia, como temeroso de que se lo fueran a quitar.

Heike le estaba acariciando el pelo cuando escuchó cómo se acercaba Celeste. Se levantó del tronco en el que estaba sentada y entornó los ojos con frialdad. Pero la aprendiza se adelantó antes de que la capitana pudiera decir nada:

Tranquila, sólo vengo a devolveros esto. —Celeste le extendió el colgante—. Nos… Nos marchamos ya de vuelta a nuestro reino. Siento no poder hacer más. Y… perdón también por lo de anoche. Ya sé que es tarde y que ni siquiera querréis mis disculpas, pero eso no quita que me haya equivocado y vos y vuestra familia tuvierais que pagar por ello. Espero poder compensaros algún día.

Celeste hizo una reverencia y solo recibió silencio como respuesta. Cuando se levantó, Heike todavía la miraba con una increíble frialdad y apretaba con un gesto protector a su hijo por el hombro. Abel suspiró, hundiendo los grandes hombros.

Pide perdón cuando seas un caballero y tu palabra merezca la pena.

Dicho esto, cogió en brazos al niño, que miraba a Celeste con sus grandes ojos y no se separaba del zorro. Se despidió de ella con una mano mientras su madre se lo llevaba lejos. Abel se quedó sentado, chasqueó la lengua y se pasó una mano por la nuca.

Me dijo que pensaba que serías una buena caballero y que se equivocó. Pero lo que te ha soltado es que confía en que puedas mejorar. La próxima vez que regreses… Si es que lo haces… Ya deberías ser más diestra. Ser más consciente de tus deberes y responsabilidades. Entonces puede que quiera escucharte.

Abel le dio una palmada en el hombro a Celeste y se levantó para ir tras su esposa.


*
Tristan



¿Estás bien? ¿La Oscuridad no te ha hecho daño?

¿Por qué...? ¿Por qué me ayudaste? Yo intenté matarte, y por mi culpa tú ahora estás así... ¿Por qué?

Nithale fue a responder pero luego pareció pensárselo mejor. respiró hondo, se pasó una mano por la cara y dijo con cansancio:

Sé lo que es estar entre la espada y la pared. Sé lo que es ver cómo otras personas se pierden porque no tuvieron a nadie para que les apoyara. Y tú todavía eres muy joven. Todos merecemos una o dos o tres oportunidades.

»Yo habría querido que me la dieran
—añadió con la voz ronca.

Nithael le miró un momento.

No sé qué es lo que quieres hacer, Tristan, ni lo que has hecho. Supongo que es algo… malo, por la culpabilidad que veo en tus ojos. A veces no vas a conseguir que la gente te perdone. Quizás ni te lo mereces… Pero lo que importa es que tengas a gente que te apoye. Y que la cuides, que no dejes que les pase nada. O acabarás solo.[/b]

*
Nikolai


Doña Joana, ¿puedo tener unas palabras con vos?

La dama sonrió, algo cansada, al verlo y asintió con la cabeza.

¿Cómo iba a no querer hablar con mi joven príncipe azul?


Quería pediros disculpas si os he puesto en algún tipo de compromiso al sacaros de la fortaleza y llevaros hasta aquí. Admito que cuando tomé la decisión de liberaros, en parte lo hice con el interés de perjudicar a Maléfica de cualquier forma. Estaba ofuscado por lo que le hizo a Nanashi, y quería hacérselo pagar de algún modo.

Joana meneó la cabeza.

Me imaginaba que no eras un caballero de radiante armadura blanca, jovencito. Los muchachos sois muy fogosos y podía imaginar que había motivos más… oscuros detrás. Sabía lo que podía esperar si me conseguíais sacar de la torre, así que no te sientas responsable.

—[color=#0000BF][b]Solo espero que el rey y su corte no os hayan puesto muchas trabas mientras os quedéis y que no haya problemas con el trato que hizo el príncipe con Melkor.


Por lo que he entendido de mi cuñado Huberto, tu amiga… La de las alas… Rechazó a mi hijo. No tengo la menor idea de dónde se encontrará ahora. Siempre ha sido un chico difícil—suspiró Joana.

Os deseo un futuro próspero en estos tiempos que se vienen.

Te deseo suerte también, joven Nikolai. Gracias por haberme sacado de la torre. Nunca pensé que vería un bosque de nuevo—dijo Joana, con una sonrisa sincera. Le brillaban los ojos y parecía tan enérgica, a pesar de su situación, que no era difícil imaginarla de joven, antes de que se sucedieran todas sus desgracias.

*



Supongo que me tengo merecido todo esto —dijo Nikolai a Nanashi después de pensarse su respuesta. La Maestra escuchó en silencio—. Pude haberle comentado desde un principio cual era mi opinión respecto a la guerra y las decisiones que se tomaron contra Tierra de Partida. Pude haber tratado de comprender la frustración por la que usted y los otros maestros pasarían cuando se desveló que todo era una mentira. Pero acabé huyendo de mis problemas.

Ella no dijo nada, ni a favor ni en contra. Su expresión seguía siendo neutra.

No quiero volver a cometer el mismo error. Por eso me gustaría meditar a fondo qué sería lo correcto y darle mi respuesta en cuanto sepa lo que quiero de verdad.

Nanashi calló, recuperando fuerzas para hablar.

Es bueno ver que has madurado. Tómate el tiempo que necesites. Mi oferta seguirá en pie.

Nanashi se recostó contra los almohadones, agotada. Pero todavía tenía que recibir a otro aprendiz más, así que le pidió a Nikolai que saliera con voz débil.

*
Saito


¿Puedo pasar?

Nanashi le dio permiso con voz débil.

¿Cómo se encuentra?...

Un poco mejor, pero no seré muy útil durante un tiempo—respondió ella con la mirada perdida en el techo de la lona.

¿Cómo lo hace para salir siempre adelante? ¿Qué se necesita? —Nanashi, quizás cogida por sorpresa con aquella pregunta, volvió la cabeza y lo contempló con intensidad— Ha pasado por muchas más cosas que yo... y siempre parece saber lo que hay que hacer. En cambio, yo me he portado como un babuino en toda la misión. Siento todo lo que ha sucedido, siento haber sido una molestia...

Aquello consiguió sacarle una fugaz sonrisa a la Maestra.

Por eso mismo le pido ayuda. Quiero poder hacer algo más, algo que me permita evitar que la gente de mi alrededor tenga que sufrir...

Nanashi exhaló un pequeño suspiro.

Eso es imposible. La gente siempre va a sufrir y debes aceptarlo cuanto antes. Solo así podrás hacerte más fuerte. Cuando conozcas tus límites. Sólo si te conoces a ti mismo, podrás superarte y salir adelante. Todos tenemos un punto donde no podemos más.—Nanashi cerró los ojos—. Darte cuenta de que te has comportado como un babuino ya es un gran paso. Y pedir disculpas no tiene sentido. Lo que importa es lo que hagamos con lo que sentimos. Todos nos equivocamos. Os he hecho pasar por algo horrible. No volverá a suceder.

Tras eso le hizo un gesto. Estaba agotada y necesitaba descansar.


****


Ha sido difícil.

Pero ya lo tenemos.

Los dos Mateus se encontraban en el centro de un inmenso cráter en lo que antes había sido un bosque algo oscuro pero hermoso. Ahora, en un par de kilómetros a la redonda, no quedaban más que cenizas, inmensos agujeros de tierra levantada y rocas humeantes.

No había ni rastro de Odín.

¿Qué hacemos con Maléfica?

Ambos alzaron la mirada hacia el cielo oscurecido. El Mateus que vestía de negro esbozó una pequeña sonrisa.

Dejemos que se regodee en su triunfo. La maestra llevaba mucho tiempo deseando esto. Ya no tenemos nada que hacer aquí. De momento.

Y los Emperadores se marcharon sin hacer ruido, como si nunca hubieran estado en el Reino Encantado.
****



Maléfica sostenía la perla que Diablo le había traído y, cansada y algo cenicienta, pero con una sonrisa triunfante, miraba hacia las torres del castillo de Estéfano. Casi nadie lo habría reconocido. Habían surgido inmensas espinas, grandes como árboles, del suelo y los muros del castillo hasta envolverlo en una nube de oscuridad. El camino hasta el interior era casi impracticable.

Sobre todo porque el tiempo estaba detenido. Chasqueó la lengua con un poco de irritación. Freyja continuaba dándole problemas incluso después de muerta. Porque estaba convencida de que había muerto: ya no la percibía… Más allá de su último conjuro.

Había sacrificado su vida para detener el tiempo que rodeaba al castillo. De lo contrario, las Espinas habrían envuelto el mundo entero, a las órdenes de Maléfica.

¿O no…?

Se miró la mano donde ese maldito niño la había herido. La herida se había cerrado pero había dejado una fea cicatriz negra a su paso. Descartó sus inquietudes con un gesto, pero tenía la impresión de que la mano le ardía.

No importaba. Ninguna magia era eterna. Y Freyja estaba demasiado débil como para, incluso con su energía vital, detener a la Oscuridad. Además…

Miró hacia la torre y alzó la perla. Esta resplandecía con mucha, mucha suavidad.

La princesa seguía viva. O, al menos, no estaba muerta. Parecía que eso le iba a venir mejor de lo que esperaba.

Vámonos, querido.—Alzó una mano y Diablo, que había estado dando vueltas sobre ella, aterrizó sobre sus largos dedos—. Tenemos mucho que hacer… Y esos Caballeros van a tardar mucho en regresar.

»Pero cuando lo hagan, estaremos preparados.
—Esta vez sus iris se tornaron de un intenso amarillo durante unos segundos—. Al fin y al cabo, este mundo ya es mío.





Spoiler: Mostrar
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. De momento.

Siento haber tardado con esta última ronda. Ha sido una trama muy descompensada y pido perdón en general por el arco. Sé que no ha sido el mejor, que habréis salido decepcionados y que ha quedado como un verdadero mal trago para vuestros personajes. Pido perdón por ello una vez más.

Las puntuaciones no van a ser muy extensas así que vamos a por ellas /o/


Sally

Sobre la interpretación

Aleyn ha fallecido y mis manos están por enésima vez manchadas de sangre. La verdad es que me ha dado mucha lástima. Era un personaje con potencial, que tampoco has explotado mucho porque no has sido muy activa en el rol. Aun así, la base era buena y el final me ha dejado bastante satisfecha. Esperemos que un día Aurora pueda recoger su Llave Espada y despedirse de él.

Sobre la expresión

Como siempre, no encuentro problemas en términos de escritura. Como mucho, insisto en que Aleyn es demasiado introspectivo, lo cual hace que el post quede un poco denso. Pero claro, en esta ocasión tampoco había demasiado lugar para la conversación.


No recibes puntuación pero mandaremos flores a la tumba de Aleyn. Cuando consiga una.


Soul Artist

Sobre la interpretación

Mi principal recomendación sería que leas lo que hacen tus compañeros además del post del GM y con más atención. No es la primera vez que tienes que cambiar alguna cosa que se te ha ido de olla por no leer bien mi post o el de tus compañeros (bien sea la muerte de Charlotte u otros detalles que hemos tratado en privado)

Por ausencias y retrasos no puedo darte una muy alta puntuación. Victoria ha pasado de querer defender la ciudad a ser completamente pasiva y, aunque podría justificarse —y se justifica más de cara al final— por el trauma de la muerte de Charlotte y la situación en general, no ha estado bien llevado. Has hecho muchos post desganados o no muy pulidos, a menudo en el límite de tiempo. Casi no te has movido por tu cuenta, no te has comprometido con ningún NPC ni has participado activamente en la historia. Sé que estabas bloqueado y decepcionado con la trama pero, aun así, no puedo dejar de señalarlo. Victoria ha tenido una experiencia dura y que puede que le sirva para evolucionar en las siguientes tramas, pero todo depende de que sepas aprovechar lo que ha sembrado.

Sobre la expresión

Ten cuidado con las repeticiones, que se nota mucho que en varias ocasiones no has repasado el post. Por otra parte, sigo viendo que te atrancas un poco en la escritura y que no queda muy natural. En una primera persona no hay que escribir como en una tercera y creo que lo más importante es aprender a transmitir los hechos como lo vive el personaje:

«Una explosión nos envió a volar por los aires una vez más. Desplegué las alas por instinto para intentar no rodar en el suelo, pero fue inútil; acabé haciéndome tanto como Tristan. Y a continuación vino mi confusión.»

Piensa en cómo habría quedado si hubieras descrito el golpe de la explosión, cómo le corta la respiración a Victoria y le daña los ojos o los huesos. Imagina describir cómo es intentar agarrarte al suelo, el dolor de las alas abiertas al golpear contra la tierra. Y luego decir que te das la hostia final. Lo de «a continuación vino mi confusión» por ejemplo no sería necesario. Con describir la escena habría servido.

No sé si se entiende lo que quiero decir, pero una primera persona puede ser realmente interesante si se trata bien. Y, ante todo, debes buscar la fluidez.

¡Recibes 40 PX!

¡Subes al nivel 12 y te quedan 38 PX para subir al siguiente nivel!



Astro

Sobre la interpretación

Ay el pequeño traidor. Te habrás quedado contento, has irritado a todos y cada uno de los personajes de la trama.

Bien, ya te comenté por privado que, más alla de querer estrangularte por los problemas que me das, me gusta cómo llevas a Ban. Es un personaje inestable y eso me parece bien expresado. Que al final recabe el suficiente valor para enfrentarse a Maléfica podría haber estado bastante mejor llevado, pero creo que en general ha quedado completo e interesante. Puede que el final me haya parecido más flojo en comparación y me hubiera gustado que te esforzaras algo más en las conclusiones de Ban y cómo se siente respecto a sus compañeros y Nanashi. Pero lo dicho, en general creo que lo has hecho muy bien con la excepción de algún que otro post menos currado.

Ahora Ban necesita mimitos y un lugar donde sentirse a salvo. Veremos cómo lo desarrollas.

Sobre la expresión

Como de costumbre, los post son divertidos de leer y expresas muy bien los pensamientos de Ban y sus reacciones. Eso sí, no puedes poner “»” si hay una frase narrativa de por medio:

«Fue a decir que temía que le convenciese de nuevo para que cambiase de bando, o que directamente le matara nada más sentirle en su campamento, Fuera como fuese, no quería acercarse a Maléfica. Al menos, no ahora. Necesitaba más tiempo.

»¿Qué hago con ella? ¿Adónde la llevo?
»

Ahí directamente se usaría una raya.

Más allá, todo correcto y en general no he encontrado fallos. ¡Muy bien!


¡Recibes 69 PX!

¡Subes al nivel 14 y te quedan 64 PX para subir al siguiente nivel! ¡Y ve a actualizar!


Drazham

Sobre la interpretación

El trato con Nikolai en esta trama ha estado muy interesante. Me ha gustado lo culpable que se siente, cómo su actitud ha cambiado y se ha obsesionado con proteger a Nanashi sea como sea. También su evolución final. Ya no actúa sin más. Ahora intenta ser más adulto. Incluso creo haber notado decepción cuando Saito se limita a pedirle el libro. Es interesante y creo que puedes desarrollarlo muy bien.

Con todo, creo que ha faltado algo de iniciativa. No te has movido del pasillo así que no sé cuán interesante te habrá parecido la trama. Entiendo que Nikolai quisiera proteger a Nanashi, pero quizás habría sido más útil intentar salir de ahí en vez de esperar a Saito. Podíais comunicaros, al fin y al cabo. No creo que haya sido una mala opción, pero sí una un poco inmovilista/pasiva.

También voy a resaltar un poco que siento que Nikolai se sigue comportando de forma arrogante en muchas ocasiones —de creer que tiene cogido el toro por los cuernos o que va a conseguir lo que quiere— cuando no tiene su magia, está en clara inferioridad de condiciones y etc. A veces recuerda que debe sentirse vulnerable y otras no. Pero son detalles pequeños.

Sobre la expresión

No tengo en sí quejas, excepto recomendarte que uses más sinonimos (por ejemplo te he visto utilizar a menudo «pararse») y que tengas cuidado con las frases excesivamente largas.


¡Recibes 65 PX!
¡Subes a nivel 16 y te quedas a 14 PX para subir al siguiente nivel!


H.S. Sora


Sobre la interpretación

Aunque en sí no tengo problemas con Saito, creo que lamento mucho que no hayas aprovechado la trama para hacer nada innovador con él. Más allá del trauma que le provoca ver a Nanashi débil, la desesperación que se nota en la pregunta que le hace al final no la he visto demasiado. Saito casi siempre está en modo arrogante, sarcástico y cruel. Igual que Nikolai, no vive la inferioridad de las circunstancias aunque le den golpes. No has desarrollado, por ejemplo, demasiado lo de Maléfica-dragón —aunque no está mal. La conversación con Celeste revela mucho, pero no haces en sí un examen introspectivo—. Siente más culpabilidad que trauma y creo que eso es un fallo. No quieres en ningún momento hacer que Saito sienta que está por debajo excepto de los que respeta. Y eso te impide darle un gran desarrollo. Creo que es lo que te falta para que se convierta en un personaje más humano y complejo.

A cambio, has sido más activo que en la anterior trama y eso se agradece bastante.


Sobre la expresión

Estás mejorando bastante, los post son sencillos de leer y se hace entretenido leer las reacciones de Saito, aunque cabe mejorar un poquito la puntuación. También quiero recordarte que cuando se interrumpe un diálogo y se continúa abajo, sin raya, se pone este signo: “»”, no este “>>”.


¡Recibes 65 PX!

¡Te quedan 7 PX para subir al siguiente nivel!


Denna

Sobre la interpretación

No puntúas pero igualmente quiero dejarte mis impresiones. Tengo la sensación de que, aunque Celeste tiene una personalidad definida y clara, no sabes bien qué hacer con ella. Por responsable que sea y ganas que tenga de ayudar, siempre ha sido una chica de ir más por su lado. Entiendo que quisiera defender la ciudad contra Maléfica, pero una de las calles normalmente tendría un inmenso instinto de supervivencia y vería claro que Maléfica es demasiado para ella.

Por otra parte, habiéndose acercado más a Heike, me sorprendió que el diera la espalda tras una promesa. Sé que pensabas que luego tendrías la ocasión de reconciliarte con ella pero… Como ya he señalado en más de una ocasión, intento que mis NPC sean personajes y no solo cosas que están para ayudar a los jugadores.

Celeste está todavía por definirse, ya no en personalidad, sino con el rumbo que quieres darle, pero teniendo unas bases es difícil que se salga rápidamente de un camino predeterminado. Al menos, no sin una clara justificación.

Más allá de eso, en general me ha gustado mucho cómo se comporta Celeste, sus reacciones ante lo que pasa frente a ella y que, sobre todo al principio, sentía que la situación la sobrepasaba.

Sobre la expresión

Escribes muy bien y sigues haciéndolo. Casi no tengo nada que comentarte y solo diré que mejoras muchísimo en cada trama. ¡Buen trabajo!

No puntúas así que pa casita :V



Y eso es todo. Pido disculpas una vez más y espero que la próxima trama salga mejor. ¡Cuidado con el aliento de dragón!
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Suzume Mizuno
63. Komory Bat
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