Re: [El Mundo Inexistente] Pasajes Oscuros
Publicado: Lun Ene 30, 2017 5:21 am
Lo primero que notó Fátima fue que aquel sitio estaba avejentado, mucho más que otros edificios. Recorrieron un jardín con unos paneles que no tenía ni idea de para qué servían y dieron con un edificio lleno de turbinas. Cuando intentaron abrir una puerta, se encontraron con que algo la bloqueaba por el otro lado, quizás un mueble o un pestillo. Era una puerta resistente, de hierro, y Fátima decidió que no quería malgastar magia abriéndola.
—¿Qué tal va... por Tierra de Partida? —Fátima, que no se había esperado que Simbad hablara, se volvió hacia él. Parecía nervioso. Mucho—. Perdona que te pregunte, hace tiempo que no recibo noticias de nadie de allí. Además, no soporto este silencio.
«¿Ya no bailamos con la muerte?» pensó con algo de sarcasmo.
—Estamos bien desde que recuperamos la barrera. La gente está cansada y cada vez tenemos menos aprendices. Ahora entiendo un poco mejor por qué los Maestros nos sacaban de todas las partes posibles.
Pero quizá fuera mejor que no se uniera más gente a la Orden. No quería pensar en arriesgar a aprendices tiernos como Alaric, por mucho que costara pensar en alguien como él en esos términos, preparándose para enfrentarse a elementos como Aaron.
—¿Y por Bastión Hueco? ¿Qué tal está Celeste? ¿Y Ragun?
Continuaron hasta el edificio principal. Allí había Sincorazón, cómo no, pero no resultó muy difícil librarse de ellos. Siguieron una serie de carteles que llevaban a la sala de control. El camino se le hizo largo, porque brotaban Sincorazón de la nada y de vez en cuando debían tumbar barricadas si no podían sortearlas. Le latía el pulso en los oídos y cada sonido que ponía los pelos todavía más de punta. Pero cuando llegaron a la sala de control, no muy grande, pero con numerosas… cosas llenas de cables, Fátima sintió un pequeño golpe de triunfo. Sobre todo al descubrir un televisor que no emitía más que niebla y un panel con botones, no muy lejos. Parecía que cada botón del mismo se refería al sector de una ciudad… y todos estaban encendidos. Fátima comparó el mapa de la central eléctrica con el que les había dado Nanashi. Se habían dado cambios, por ejemplo, el rascacielos donde ahora había un abismo, o dónde estaba el parque.
—Viendo el panorama creo que...
Fátima no supo lo que Simbad pensaba; un ruido atrajo la atención de ambos hacia la pantalla de la televisión.
—¿Qué…? ¡Watson!
Había aparecido en la misma, maniatado por una especie de lazos de oscuridad. Se movía, así que tenía que ser un video… o estar mostrando algo en directo.
—Queridos compañeros de la Llave Espada. —Esta vez la voz de Aaron no la cogió desprevenida, si bien la carcajada que emitió sí le hizo hervir la sangre—. He encontrado a éste solitario amigo vuestro y me preguntaba si lo querríais de vuelta.
—Grandísimo hijo de puta...
Fátima trató de respirar, de no entrar en pánico.
—Sería un poco feo que abandonaseis a este pobre Aprendiz, sobre todo porque apuesto a que afectaría a esas tontas relaciones entre vuestras estúpidas Órdenes.
»Ya sabéis donde estoy. Confío en que seáis capaces de entrar. He preparado muchos juegos para que todos nos divirtamos.
Fátima se quedó donde estaba, aturdida, sin saber qué hacer. Lo único que se le pasaba por la cabeza era que, si Nanashi hubiera estado en su lugar, para empezar nunca habría sucedido algo así.
—Fátima —la voz de Simbad impidió que sumergiera por completo en la fría oleada de miedo—. Tengo una idea.
Por un momento, Fátima se quedó sin palabras. ¿Cómo podía estar tan seguro de sí mismo, cómo…?
Sacudió la cabeza y se reprimió para no abofetearse. ¡Ese era su papel, demonios! ¡Había cometido un error y ahora debía hacer lo que fuera por remediarlo!
—Te escucho.
—Si pedimos ayuda no llegarán a tiempo. —Asintió con la cabeza a regañadientes—. Así que quitamos la electricidad de toda la ciudad, volvemos al edificio y buscamos otras entradas. Yo puedo volar y buscar por arriba, tú mejor intenta buscar por tierra, eres más fuerte en caso de que te topes con algún enemigo.
Fátima se mordió el labio inferior. Era un plan demasiado básico, podían tener tantos problemas… Además, no estaba muy segura de cómo se podrían mover en la oscuridad si apagaban toda la electricidad.
Pero no tenían muchas más opciones. Aaron y ellos estarían al mismo nivel de oscuridad y los Sincorazón no necesitaban luz así que…
—De acuerdo. Adelante con ello.
Simbad destrozó los paneles con su guadaña y lanzó un hechizo de electricidad.
—Por si acaso —dijo, cuando lo miró con una cejar arqueada—. No sabemos si Chihiro puede volver para restablecer la energía.
—Buena idea.
Por el camino de regreso, Fátima estuvo atenta a sus enemigos y preparó su pistola. Si no podía localizarlos por mera vista, esperaría hasta localizar sus inconfundibles ojos para intentar librarse de ellos antes de que se acercaran. De lo contrario, tendría que depender de su guadaña y de Piro para iluminar su camino si no había otro remedio —si es que el móvil no servía—.
—Esto es bailar con la muerte, Fátima —Ella arqueó las cejas en su dirección, en especial al ver su sonrisa burlona—. Y será mejor que bailemos bien, o esta noche cenamos en el infierno. —Rió por lo bajo—. Y allí el frío te devora a ti.
—Entonces bailemos mucho. Los tres tenemos que regresar lo más sanos posibles. Eh.—le cogería del brazo antes de que saliera volando—.Ten mucho cuidado. No seas temerario.
Fátima buscaría alguna zona para entrar, que no fuera la principal, y evadiendo en todo lo posible a los Sincorazón. Si no había ningún otro excepto el camino que había dado con Nanashi, esperaría por si Simbad podía cargarla —si es que encontraba otra vía—.
En caso contrario, haría de tripas corazón y entraría por donde lo había hecho con Nanashi. Así al menos serviría de cebo. En cualquier caso, se esforzaría por no hacer el más mínimo ruido, mantenerse atenta y esquivar Sincorazón.
—¿Qué tal va... por Tierra de Partida? —Fátima, que no se había esperado que Simbad hablara, se volvió hacia él. Parecía nervioso. Mucho—. Perdona que te pregunte, hace tiempo que no recibo noticias de nadie de allí. Además, no soporto este silencio.
«¿Ya no bailamos con la muerte?» pensó con algo de sarcasmo.
—Estamos bien desde que recuperamos la barrera. La gente está cansada y cada vez tenemos menos aprendices. Ahora entiendo un poco mejor por qué los Maestros nos sacaban de todas las partes posibles.
Pero quizá fuera mejor que no se uniera más gente a la Orden. No quería pensar en arriesgar a aprendices tiernos como Alaric, por mucho que costara pensar en alguien como él en esos términos, preparándose para enfrentarse a elementos como Aaron.
—¿Y por Bastión Hueco? ¿Qué tal está Celeste? ¿Y Ragun?
Continuaron hasta el edificio principal. Allí había Sincorazón, cómo no, pero no resultó muy difícil librarse de ellos. Siguieron una serie de carteles que llevaban a la sala de control. El camino se le hizo largo, porque brotaban Sincorazón de la nada y de vez en cuando debían tumbar barricadas si no podían sortearlas. Le latía el pulso en los oídos y cada sonido que ponía los pelos todavía más de punta. Pero cuando llegaron a la sala de control, no muy grande, pero con numerosas… cosas llenas de cables, Fátima sintió un pequeño golpe de triunfo. Sobre todo al descubrir un televisor que no emitía más que niebla y un panel con botones, no muy lejos. Parecía que cada botón del mismo se refería al sector de una ciudad… y todos estaban encendidos. Fátima comparó el mapa de la central eléctrica con el que les había dado Nanashi. Se habían dado cambios, por ejemplo, el rascacielos donde ahora había un abismo, o dónde estaba el parque.
—Viendo el panorama creo que...
Fátima no supo lo que Simbad pensaba; un ruido atrajo la atención de ambos hacia la pantalla de la televisión.
—¿Qué…? ¡Watson!
Había aparecido en la misma, maniatado por una especie de lazos de oscuridad. Se movía, así que tenía que ser un video… o estar mostrando algo en directo.
—Queridos compañeros de la Llave Espada. —Esta vez la voz de Aaron no la cogió desprevenida, si bien la carcajada que emitió sí le hizo hervir la sangre—. He encontrado a éste solitario amigo vuestro y me preguntaba si lo querríais de vuelta.
—Grandísimo hijo de puta...
Fátima trató de respirar, de no entrar en pánico.
—Sería un poco feo que abandonaseis a este pobre Aprendiz, sobre todo porque apuesto a que afectaría a esas tontas relaciones entre vuestras estúpidas Órdenes.
»Ya sabéis donde estoy. Confío en que seáis capaces de entrar. He preparado muchos juegos para que todos nos divirtamos.
Fátima se quedó donde estaba, aturdida, sin saber qué hacer. Lo único que se le pasaba por la cabeza era que, si Nanashi hubiera estado en su lugar, para empezar nunca habría sucedido algo así.
—Fátima —la voz de Simbad impidió que sumergiera por completo en la fría oleada de miedo—. Tengo una idea.
Por un momento, Fátima se quedó sin palabras. ¿Cómo podía estar tan seguro de sí mismo, cómo…?
Sacudió la cabeza y se reprimió para no abofetearse. ¡Ese era su papel, demonios! ¡Había cometido un error y ahora debía hacer lo que fuera por remediarlo!
—Te escucho.
—Si pedimos ayuda no llegarán a tiempo. —Asintió con la cabeza a regañadientes—. Así que quitamos la electricidad de toda la ciudad, volvemos al edificio y buscamos otras entradas. Yo puedo volar y buscar por arriba, tú mejor intenta buscar por tierra, eres más fuerte en caso de que te topes con algún enemigo.
Fátima se mordió el labio inferior. Era un plan demasiado básico, podían tener tantos problemas… Además, no estaba muy segura de cómo se podrían mover en la oscuridad si apagaban toda la electricidad.
Pero no tenían muchas más opciones. Aaron y ellos estarían al mismo nivel de oscuridad y los Sincorazón no necesitaban luz así que…
—De acuerdo. Adelante con ello.
Simbad destrozó los paneles con su guadaña y lanzó un hechizo de electricidad.
—Por si acaso —dijo, cuando lo miró con una cejar arqueada—. No sabemos si Chihiro puede volver para restablecer la energía.
—Buena idea.
Por el camino de regreso, Fátima estuvo atenta a sus enemigos y preparó su pistola. Si no podía localizarlos por mera vista, esperaría hasta localizar sus inconfundibles ojos para intentar librarse de ellos antes de que se acercaran. De lo contrario, tendría que depender de su guadaña y de Piro para iluminar su camino si no había otro remedio —si es que el móvil no servía—.
—Esto es bailar con la muerte, Fátima —Ella arqueó las cejas en su dirección, en especial al ver su sonrisa burlona—. Y será mejor que bailemos bien, o esta noche cenamos en el infierno. —Rió por lo bajo—. Y allí el frío te devora a ti.
—Entonces bailemos mucho. Los tres tenemos que regresar lo más sanos posibles. Eh.—le cogería del brazo antes de que saliera volando—.Ten mucho cuidado. No seas temerario.
Fátima buscaría alguna zona para entrar, que no fuera la principal, y evadiendo en todo lo posible a los Sincorazón. Si no había ningún otro excepto el camino que había dado con Nanashi, esperaría por si Simbad podía cargarla —si es que encontraba otra vía—.
En caso contrario, haría de tripas corazón y entraría por donde lo había hecho con Nanashi. Así al menos serviría de cebo. En cualquier caso, se esforzaría por no hacer el más mínimo ruido, mantenerse atenta y esquivar Sincorazón.
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