[Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Trama de Fátima, Saeko, Nikolai, Saito, Piko y Alaric

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Dom Feb 26, 2017 10:20 pm

El camino hasta el ayuntamiento se me hizo más que ligero. Sobre todo porque tenía muchas cosas en las que pensar, y en las que seguir cavilando antes de ponerme a ver si encontraba al rezagado de Tierra de Partida.

El más importante, desde luego, era el asunto de las brujas. Tenía en mi poder algo que había pertenecido a una, eso estaba claro. Pero si lo que Bella había dicho era cierto no se explicaba cómo la fundadora de la Orden de los Vigilantes, Marianne, había conseguido acabar con ellas. Y por mucha cruzada y cacería que hubieran hecho… no dejaban de ser humanos después de todo.

Y desde luego no se entendía porque mantenían las pertenencias de una de ellas guardada de esa manera. Me llevé la mano a la sien, que latía con fuerza.

Es imposible que los humanos acabaran con todas ellas.

Y eso nos llevaba a Marceline. No tenía más que una descripción, genérica y poco precisa para acabar de arreglar las cosas, pero estaba claro que esa chica no era trigo limpio. Y más cuando Fátima y Nikolai me aseguraban que lo mejor que podía hacer era no acercarme a ella.

¿Estaba relacionada con todo ese asunto?

No tenía sentido que fuera una de ellas, desde luego. Porque si la purga había sido al menos doscientos años atrás, y hubiera quedado alguna bruja viva, ¿por qué no manifestarse? ¿No habría llamado la atención de alguien la longevidad de ciertas personas?

Chasqueé la lengua. Preguntas y más preguntas, pero sin respuesta para todas ellas. Y ahora que sabía que podían estar vigilándonos, o incluso buscándome si hablábamos de la Orden de los Vigilantes, me había puesto yo mismo un punto de mira en la espalda.

Recordé entonces la propuesta de Bella de devolverle el libro a Christia, y no pude evitar reír con amargura.¿Agradecérmelo? Tendría suerte si la próxima vez que nos viéramos ella y Blanche no intentaban cortarme en rodajas bien finas y pequeñas.

Desde luego, no sería la primera vez.

Ni la última, si volvemos a pisar este mundo.

Y antes de darme cuenta, ya estaba en la plaza del ayuntamiento.

O lo que quedaba de ella. Por suerte no parecía que hubiera ningún Sincorazón acechando, pero aún así no me quedaba tranquilo. Tenía claro que si no me andaba con ojo, podría acabar metido en un buen lío peor que el de tener que hacer un poco de magia...

...O no, porque acababa de darme cuenta de que no me quedaba ni una gota de ésta.

Tendría que haberle pedido un Éter a Fátima.

Y para colmo Alaric no estaba. En ningún lado. Desaparecido.

Bufé. Había pensado que estaría en el grupo considerable de hombres, bueno, considerables para el tamaño del pueblo, que estaban haciendo una especie de reconocimiento de la situación: algunos interrogaban a los transeúntes y vecinos, mientras que otros armados hasta los dientes entraban en las casas y buscaban demonios en ellas.

Pero ni rastro. Me había movido con cautela, para no llamar la atención, pero lo único que me quedaba por hacer era hablar con su líder.

Gastón.

Se veía que era el cabecilla a la legua. Alto, apuesto, robusto, con escopeta y desde luego con un gran don de gentes. Al menos el suficiente como para que nadie le discutiera que entraran en sus casas, les echaran y tiraran sus cosas de cualquier manera.

¿Sabrá él algo?

Quizás. Parece del tipo que lleva un recuento de los súbditos de los que dispone.

Y por ende, de cualquiera que se atreva a desertar.

Pero acercarse a él era difícil. Al menos mientras estuviera aún rebuscando demonios. Lo único que me aliviaba era que el ayuntamiento como tal parecía cerrado, por lo que ya podía descartar que Alaric se hubiera ido ahí dentro.

¿Entonces dónde?

En lo que Gastón se desocupaba, me acerqué a uno de sus compañeros, que no parecía muy por la labor. Era moreno y de cabello muy corto.

¿De negro y con espada? Sí. Creo que sé quién es. Qué raro. Estaba antes en la taberna.

Ahora era yo el que fruncía el ceño. Que no se hubiera puesto a beber, por Dios. No nos hacía falta otro Ronin.

¿El que hablaba con Jean, dices?

Miré al nuevo partícipe de la conversación, sorprendido. A diferencia del otro, éste debía tener mi edad, era más bajo y desde luego parecía… ¿nervioso?

Se fue de la taberna hace un rato junto al viejo loco.

Maurice.

S-s-sí, eso, el inventor... Maurice. Y luego Jean fue tras él.

¿El inventor?

Recordaba haber leído en el mapa que nos habían dejado, que uno de los puntos de interés era su casa. Así que Alaric se había ido con Maurice… ¿pero a dónde?

Me acuerdo porque, eh, me fijé en él. Es tan alto como Gastón y... nunca había visto una espada así. N-no se lo digas, por favor. No quiero problemas.

Tranquilo, no pasa nada. —Sonreí—. ¿Pero por casualidad no verías hacia dónde se dirigían?

Pero desde luego, el este, era una dirección demasiado extensa y basta. Lo raro era que, si realmente había ido por ahí, lo único que había era la plaza y la iglesia. Y me negaba a creer que no nos hubiéramos cruzado al ir por el mismo camino. Ni conmigo, ni con Fátima y Nikolai.

Gracias por todo, de verdad.

Tocaba hablar con Gáston.

Disculpa. No quiero entrometerme, pero yo sé dónde podría estar tu amigo.

La voz a mis espaldas era dulce, y de mujer. ¿Sería la que nos estaba vigilando?

¿Si?

Me di la vuelta, despacio, y respiré tranquilo al verla. No, no se trataba de Marceline.

Me llamo Loretta. —Miró a los presentes y sonrió, tímida.

No podía ser mucho más mayor que yo. El cabello castaño le caía en cascada, y era muy guapa…

...Espera. ¿Loretta?

Traté de disimular mi sorpresa. Era la hermana del chico al que habían metido en el manicomio, el mismo que aseguraba haber visto a una bestia. Y por lo que Bella me había dicho, a pesar de no tener ni un rasguño, no se había vuelto a saber nada de ninguno de los que habían acompañado a Enéas.

Y tenía a la hermana del único testigo de la bestia delante.

Eh... ¿Te importaría que nos alejáramos un poco de aquí? Tenía un trato con tu amigo, es muy seguro que haya ido a cumplirlo, pero preferiría... no hablar de eso aquí delante. Es un asunto privado. ¿Podríamos ir a mi posada, por favor? No queda muy lejos.

La observé, con cierta fijeza y curiosidad. Notaba la mirada de mis dos nuevos compañeros puesta en mí, tendría que elegir muy bien lo que hacer. Si me quedaba con los cazadores, tarde o temprano iríamos hacia el bosque, pero seguiría sin saber nada del paradero de Alaric.

Por otro lado, a pesar de su aspecto, Loretta no acababa de inspirarme demasiada confianza. ¿Por qué iba a ofrecerle a Alaric, un total desconocido, un trato acerca de un asunto suyo privado? Y desde luego, uno que tuviera que ver con el inventor del pueblo… al que precisamente parecía que no mucha gente la tuviera estima. No si le apodaban viejo loco, al menos.

Estuve a punto de poner los ojos en blanco. No podría haber mandado un mensaje de a dónde se iba, no. Pero si comparaba la pista de ir hacia el este con la que Loretta me ofrecía, mi decisión estaba más que clara.

Por supuesto. Me llamo Saito. —Enmascaré mis dudas con una sonrisa—. Y sí, vayamos mejor allí.

Me despedí de los hombres, y seguí en silencio a la mujer, al menos hasta que nos hubiéramos alejado lo suficiente de la multitud. Aproveché que no había tanta gente, y un momento en el que pareció despistarse, para escribirle un mensaje a mis compañeros:

Para Fátima/Nikolai:

Alaric no está en la plaza del ayuntamiento. Parece que se ha ido con Maurice, el inventor, a realizar un encargo. Sigo investigando.


Volviendo a lo importante, me había parecido durante nuestra conversación que Loretta estaba impaciente. Tuviera razón o no, quizá podía aprovechar para ver si realmente había gato encerrado en todo aquello.

¿Y mi compañero tardará mucho en hacer tu encargo? —preguntaría, algo indeciso—. Es que necesitaría la ballesta que lleva para lo de esta noche…

Tocaba ver si mordía el anzuelo. Y si lo hacía, ver en el halcón blanco que era lo que la había llevado a mentirme tan descaradamente.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
H.S Sora
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Mar Feb 28, 2017 2:07 am

El manicomio estaba cerrado a cal y canto. No era de extrañar con el pueblo patas arriba por culpa de los Sincorazón. Una de las celadoras, a regañadientes, les atendió cuando Fátima vino con la excusa de su madre enferma. La no le cambió ni un ápice después de contarle la historia, y Nikolai ya estaba descartando la idea de entrar al edificio por las buenas cuando…

¡Bella! ¿Qué haces tú por aquí?

Bonjour, madame. En realidad, he sido yo la que les ha hablado a mis amigos de este sitio. Les he dicho que su madre aquí estaría a salvo, pero no contaba con lo ocurrido con los demonios. —Bella incluso se permitió relucir sus dotes teatrales después de obtener mejores resultados con la trola—. Te he puesto en un aprieto, ¿verdad? Y a ellos les he dado falsas esperanzas. ¡Lo siento tanto!

—¡Haber dicho eso antes, mujer! Sabes que te debo una. Dos, si tenemos en cuenta que nos traes nuevos clientes.

De la noche a la mañana, pasaron de quedarse con un palmo de narices al éxito rotundo, dentro de lo que cabía, eso sí. Fátima se adelantó con la celadora y Bella se arrimó a Niko para bisbisearle:

Trabajé un tiempo aquí, ayudándola en el archivo. Me pagaban por leer y ordenar todo tipo de casos. No eran historias muy agradables, pero al menos ha servido de algo.

Bueno, intenta avisarnos de estas cosas la próxima vez —le respondió, torciendo la boca.

¡Para que luego negasen que tener contactos te abría todo tipo de puertas!

El recibidor del hospital era desalentador, con una decoración que no lo mejoraba para nada y un silencio… Bueno, eso último dejó de ser cierto cuando les llegaron unos quejidos que ponían los pelos de punta. Nikolai se tuvo que detener unos segundos para no dar un bote y le devolvió una mirada cómplice a Fátima. No envidiaba para nada a quien tuviese que trabajar en un lugar como aquel.

Voy a avisar a monsieur d’Arque para preparar la estancia de vuestra madre. Vuelvo en un momentito con los documentos que hay que firmar.

Fue irse la mujer de la salita, y Bella se lanzó al mostrador, sacando de este un libro bien gordo.

Aquí está el libro de registros. —Y tras pasar unas cuantas páginas…—. Enéas está en la celda 024.

Supongo que será un piso más arriba… Y no tiene pinta de estar muy lejos, espero.

Fátima fue la primera en salir a echar un vistazo por donde tenían que subir. Enseguida le llamó para que se acercase, y vio que llegar hasta Enéas no iba a ser tan sencillo al final. Resopló entre dientes; la verdad es que confiaba en que hubiesen reforzado más la vigilancia en la calle que en el interior mientras iban de camino.

Dime que sabes usar la magia Tenue. —Le repateaba reconocerlo, pero el hechizo de marras les venía que ni pintado en esa situación.

Por desgracia, Fátima no lo tenía entre su repertorio, pero se le ocurrió otra alternativa.

Puedo cubrir este pasillo de niebla. ¿Te servirá o necesitas algo más para entrar?

No, con la niebla sería suficiente —musitó, llevándose la mano al mentón—. Mientras no me vean, del resto puedo encargarme yo.

Porque siempre y cuando que estuviese oculto de miradas ajenas, podía sortear cualquier cerradura tanto con la Llave Espada o teleportándose, así de sencillo.

Nikolai se tomó su tiempo para calcular a ojo a cuantos metros estaba la celda de Enéas y en dónde se situaba cada guardia para cuando tuviese que moverse entre la neblina. Una vez lo tuviese claro, le dio luz verde a Fátima para que comenzase a hacer su magia y se adentró.

Caminaría con paso suave y pegado a la pared con la intención de las voces y pisadas de los guardias, cuando se percatasen de la niebla, camuflasen las suyas. Al llegar a la puerta de la celda, tendría dos opciones dependiendo de la situación: de no haber nadie que pudiese verle u oírle, usaría la Llave Espada (en caso de que estuviese cerrada a cal y canto) para abrirla. Si no, no le quedaría más remedio que usar su Traslación para sortearla y pasar adentro.

Ya dentro, procuraría no moverse más de la cuenta, en especial por no alarmar más de lo que ya estaría —sobre todo si había tenido que usar magia para entrar— a quien estuviese allí.

¿Enéas…? —preguntaría en voz baja y serena. Tuviese la reacción que tuviese el chico, aguardaría hasta poder seguir—: Por favor, Enéas, escúchame. No dispongo de mucho tiempo y necesito tu ayuda con esa… Bestia de la que todos están hablando. Los cazadores del pueblo la están buscando, o al menos tienen intención de averiguar qué fue lo que viste en el bosque. Pero nadie sabe ni lo que pretenden cazar… salvo tú.

Aguzaría el oído por si los guardias se volvían a movilizar.

Entiende que si estoy aquí no es ni por fama, ni por dinero, ni por un trofeo de caza. No como a la gran mayoría de ahí fuera. —Porque seguro que ninguno de ellos se habría molestado en venir allí, tragarse su orgullo y preguntarle al loco del pueblo a qué diantres tenían que dar caza—. Pero sí necesito encontrarla. Por eso te pido, por favor, que me cuentes qué fue lo que viste aquel día en el bosque.

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Mar Feb 28, 2017 1:20 pm

No le gustó la respuesta de Jean, pero tampoco esperaba mucho más. Al fin y al cabo, tal y como él había dicho, Alaric apenas conocía nada de aquel pueblo y por mucho que le hubiese dicho un nombre no lo habría reconocido. Aunque lo de «una joven de la que todos hablaban y con un familiar enfermo» era demasiado enrevesado. Algo resignado, el aprendiz prefirió no insistir mucho e inició la marcha. Destino: el castillo del bosque.

Con un ambiente tenso, y casi en silencio (Maurice no paraba de hacer ruido al caminar con torpeza), los tres hombres avanzaron por el bosque. Pero era ese silencio lo que mosqueaba a Alaric: ¿dónde estaban los animales? Los pájaros cantando, o los animalillos del bosque huyendo de la presencia humana. Demasiado extraño.

Ya hace rato que hemos pasado las últimas señales. Nunca antes había llegado tan lejos.

Yo sí. P-por aquí fue donde esos lobos horribles... Recuerdo lo oscuro que estaba todo.

¿Lobos? Genial, por si no tenían suficiente con esa bestia temible o con la inminente aparición de sincorazón, también tendrían que lidiar con más problemas. Alaric fue a preguntar por ellos, pero un fogonazo de luz inesperado le interrumpió. Se llevó la mano al mango del espadón como acto reflejo, girando sobre sus tobillos en busca del origen de aquel destello.

Un aullido extraño alertó al grupo. ¿De lobo? No, los lobos no aullaban así, ni ningún animal que Alaric reconociese.

¡¿Q-q-qué era eso?!

Venía del este... —musitó el grandullón, avanzando con cuidado.

Afinando el oído, Alaric llegó a captar lo que creyó ser la voz de una mujer en aquella dirección. ¿La causante del destello? Un destello mágico, sin duda alguna.

»Iré a echar un vistazo, quedaros aquí —ordenó, mirando de reojo a Jean—. Si escucháis que grito, salid corriendo.

No esperó a recibir una respuesta: al fin y al cabo nada les obligaba a los otros a obedecerle, y cada uno era responsable de si mismo. Pero al menos sabía que Maurice lo haría, aunque fuese por puro miedo.

Con mucho cuidado, pero con ritmo ligero, avanzó hacia el este en busca de respuestas. Procuraría mantenerse oculto en todo momento gracias a los grandes árboles de la zona, que afortunadamente llegaban a taparle hasta a él. En cuanto llegase a un sitio a cubierto cerca de lo que estuviera ocurriendo, observaría lo que pasaba.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Mié Mar 01, 2017 1:52 am

Nikolai y Fátima


La niebla desorientó enseguida a los guardias, pero hizo falta un segundo hechizo para ocultar del todo a Nikolai. A pesar de todo, el que guardaba la puerta de Enéas permaneció en su sitio estoicamente:

¡Avisad a monsieur d’Arque! ¡Localizad el origen del humo y luego evacuad a los internos!

Por supuesto, al decir la palabra «internos» se armó un escándalo de mil demonios. Los pacientes empezaron a gritar, insultar y blasfemar, algunos incluso en una lengua desconocida. Los otros guardias, nerviosos, se organizaron rápido y abandonaron sus puestos: dos de ellos subieron al segundo piso y el tercero se dirigió hacia la recepción, hacia Fátima y Bella.

La parte positiva es que el caos ayudó a Nikolai a camuflar el sonido de sus pasos y a esquivar a los tres hombres. Para entrar, pero, no tuvo otro remedio que usar Traslación para sortear al último guardia.

Enéas dio un brinco cuando el aprendiz apareció de repente en su celda. Llevaba una camisa de fuerza muy apretada que le acentuaba una delgadez enfermiza. Su mirada era temerosa y confusa, marcada por unas profundas ojeras que lo hacían parecer más pálido de lo que estaba. Pero a pesar de todo, el parecido con su hermana era innegable.

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Se quedó muy quieto, a la espera de que Nikolai hablara. Y cuando lo hizo, una enorme sonrisa cruzó su rostro.

¡Loretta! ¡Por fin has venido! ¿Por qué has tardado tanto? Llevo esperándote muchísimo tiempo. ¿Puedo volver a casa contigo?

Daba igual que Nikolai insistiera —puede que le siguiera la corriente, Enéas estaba tan ilusionado como si hubiera recibido una inyección de salud—, el chico estaba convencido de que se trataba de Loretta. Por suerte, estaba lo suficientemente lúcido como para escucharle.

Por favor, Enéas, escúchame. No dispongo de mucho tiempo y necesito tu ayuda con esa… Bestia de la que todos están hablando.

Enéas dibujó una mueca.

¡No quiero hablar de eso! —protestó, apoyando la espalda contra la pared—. Estoy aquí por su culpa. Y no me gusta. ¿Puedo volver a casa contigo? Aquí me dicen que yo tengo la culpa de lo que ocurre en la aldea. ¡No sé cómo, llevo sin ver el sol...! ¿Muchos días? ¿Cuánto tiempo llevo aquí, Loretta? ¿Puedo volver a casa contigo?

Nikolai insistió:

Los cazadores del pueblo la están buscando, o al menos tienen intención de averiguar qué fue lo que viste en el bosque —explicó. Con tacto, mucho tacto—. Pero nadie sabe ni lo que pretenden cazar… salvo tú.

Y Louis, y Benjamin. Fuimos los tres, ¿recuerdas? Nos enviaste tú al bosque. Pero ellos se han enfadado conmigo. Cuando vienen de visita, me recriminan que saliera corriendo y les dejara morir. Dicen que yo tendría que haber peleado junto a ellos contra la bestia. ¡Estúpida bestia!

Entiende que si estoy aquí no es ni por fama, ni por dinero, ni por un trofeo de caza. No como a la gran mayoría de ahí fuera. Pero sí necesito encontrarla. Por eso te pido, por favor, que me cuentes qué fue lo que viste aquel día en el bosque.

Enéas emitió una risa cantarina que sonó muy fuera de lugar. Fuera, los presos seguían con sus gritos y otros intentaban poner paz. A juzgar por las palabrotas y los llantos, los pobres guardias iban a tardar todavía un rato en calmarles. Tiempo de sobras para que Nikolai finalizara el interrogatorio sin que nadie les descubriera.

¡Pero Loretta! ¡Si precisamente fuimos al bosque en busca de dinero y trofeos! ¿Ya se te ha olvidado el plan? —El chico sonrió de oreja a oreja— . No pasa nada, yo te refresco la memoria.

Carraspeó.

«Internaos en el bosque, camino adentro hasta que desaparezcan todas las pisadas. Ignorad las señales y las advertencias, y aunque vuestro instinto os grite que déis media vuelta, ¡seguid avanzando! El castillo es enorme y está abandonado, pero el interior seguro que sigue lleno de los tesoros de la reina Marianne»! —recitó con gran soltura—. ¿Te acuerdas ahora? Nos lo dijiste tú misma. Qué pena que no previéramos lo de la bestia. Nos sorprendió a medio camino y nos cerró el paso. A estas alturas ya habríamos vaciado el castillo y estaríamos muy lejos de aquí... Por cierto, ¿puedo volver a casa contigo?

* * *


Mientras tanto, las chicas se encargaban de mantener el camino de Nikolai despejado y a los guardias lejos. La niebla tuvo que desaparecer al cabo de un rato, pero el vapor había llegado al piso de arriba y los guardias empezaban a evacuar a los primeros presos.

Cuando eres la hija del loco del pueblo y eres... un bicho raro como yo —Bella sonrió afectada al pronunciar esas palabras— escuchas todo tipo de comentarios. Perdona, creía que ya lo tenía superado. ¿Qué hacemos, les decimos que no hay ningún incendio? Podríamos... ¿contarles que se ha roto una caldera?

Echó un vistazo al pasillo.

O puede que sea mejor confundir a los guardias con tu magia. ¡Con este jaleo a saber si nos harían caso! Pero lo que sí que me parece peligroso es sacar a todos los pacientes a la calle. Si hay más demonios...

La celadora de antes todavía no regresaba. Si Fátima aceptaba la primera opción, Bella se ofrecería a ir a por la mujer y advertirle de lo ocurrido. Incluso cancelaría el ingreso de la madre de Fátima, a sabiendas de que la escucharía. De lo contrario, se limitaría a obedecerla y a ayudar en lo que pudiese, ansiosa por ver más trucos de magia.

Nikolai:
VIT: 38/38
PH: 10/34


Fátima:
VIT: 32/32
PH: 19/76


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Alaric


Iré a echar un vistazo, quedaros aquí. Si escucháis que grito, salid corriendo.

¿Seguro que no quieres apoyo? —Jean levantó la ballesta a modo de inquisición, pero Alaric ya había dado media vuelta en dirección al ruido—. Oh. Bueno, vale.

Maurice protestó ante la idea de separarse, pero no se atrevió a acompañarle.

Así, Alaric avanzó en solitario hacia el este. Hubo otro destello rojo, esta vez mucho más luminoso —¿o quizás era la cercanía?—, y luego cayó la oscuridad de nuevo.

¡...Un solo error más y caerán sobre nosotros como la bandada de carroñeros que son! ¡Esos mocosos de la Llave Espada!

Un roble de hojas muertas ocultaba a Alaric de la mujer que gritaba. Era la misma voz que había oído antes amortiguada por el bosque. Paseaba en círculos, ofuscada, haciendo crujir ramas y raíces bajo sus pies.

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Rodeaba a una figura inmensa que yacía en el suelo, humanoide pero difícil de distinguir. Lo que sí que pudo sacar en claro era que estaba cubierta de pelo negro. Y gruñía, lastimera.

Hay algo en el pueblo —proseguía ella—. Un objeto mágico de gran poder. ¿Podría ser el Grimorio? No, no es tan fuerte. Pero seguro que están aquí por eso... O por tu culpa, por dejar escapar a ese niñato tan inoportuno y alertar a toda la aldea. Y ahora los Sincorazón, ¡lo que me faltaba! ¿No te encargabas tú de que no saliera ninguno del bosque?

La criatura emitió un débil gemido. Exasperada, la mujer chasqueó la lengua y el aire a su alrededor se tiñó de rojo brillante.

Inútil... Jamás volverás a ver a tu amado príncipe.

Un segundo gemido, esta vez más urgente. La bestia se revolvió en el suelo y movió la cabeza. La hechicera, pues ya resultaba evidente que esa magia venía de ella, se puso en guardia y retrocedió un paso, pero la bestia no hizo ademán de atacarla. Al contrario. Giró el cuello hacia el roble, hacia Alaric. Y ese movimiento extraño que hacía con la cabeza... no era otra cosa que olfatear.

Humano... —murmuró una voz cargada de pesadumbre.

Alaric tendría muy pocos segundo para reaccionar. La mujer alzó el brazo y, acto seguido, una bola negra apareció sobre su cabeza y aplastó el árbol contra el suelo. No alcanzó a Alaric por muy poco, pero el aprendiz se vio descubierto ante sus enemigos. La bestia empezó a incorporarse.

¿A qué estás esperando? —le siseó—. ¡Mátalo!

Era enorme. Exageradamente grande, y de pie sobre las patas traseras alcanzaba los tres metros sin problema. Si echaba a correr podría sacarle unos segundos de ventaja, puede que incluso un minuto, pero a la larga... Y si ya reconocía su olor... ¿Y si lo seguía hasta la aldea?

La bestia saltó.

¡Muévete, idiota!

Una chica apareció al lado de Alaric y le empujó. Era menuda, de brazos delgados pero con una fuerza sorprendente. Le derribó con facilidad, rápida como un látigo, y se interpuso entre él y el monstruo.

La criatura cayó sobre ella, pero una barrera azul destelló ante sus ojos y repelió el ataque. Propulsó a la bestia hacia atrás que, humillada y dolorida, tardó en recobrar el sentido. Si Alaric se había detenido, la chica lo fulminaría con la mirada.

¡No te quedes ahí parado! ¡Los otros dos corren peligro! ¡Estaréis a salvo en el castillo, venga, fuera de mi vista! —añadiría a gritos.

¿Confiar en ella? Le había salvado la vida, después de todo, y parecía arreglárselas bien por su cuenta. La barrera ni siquiera le había despeinado esas trenzas rubias que llevaba.

Era la chica que había estado hablando con Maurice.

No había tiempo para dudar. La hechicera recortó las distancias y clavó los ojos en la joven, olvidando por completo a Alaric.

¡¿Tú?!

Era su mejor oportunidad. ¿Huir o quedarse? Había conseguido detener a la bestia, pero ¿podría contra la bruja? Quizás si la ayudaba... Pero, a su vez, ella era la que le había metido a Maurice la idea de ir al bosque. Y ahora se presentaba. ¿Debía renunciar a las explicaciones o limitarse a volver con Jean y Maurice? A salvo en el castillo... O reunirse con sus compañeros en la aldea.

Muchas decisiones y una situación límite.

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Saito


Loretta esbozó una pequeña sonrisa y le indicó que la acompañara.

Gracias. Supongo que está mal que lo diga, pero no me gustan nada esos cazadores. Ni Gastón, en realidad.

La chica caminaba por delante de él y, tras esas palabras, no volvió a girarse. Parecía tener la certeza de que Saito iba a seguirla —¿por qué no iba a hacerlo? Después de todo, él era el que necesitaba la información—, lo cual le permitió al chico enviar el mensaje a escondidas.

¿Y mi compañero tardará mucho en hacer tu encargo? Es que necesitaría la ballesta que lleva para lo de esta noche…

Loretta le miró por encima del hombro.

Pues no lo sé. Depende de él —dijo, encogiéndose de hombros—. En cualquier caso, hay un almacén lleno de armas, ballestas incluidas. Alguien te prestará una.

Una respuesta vaga. No era suficiente para que Saito pudiese discernir si le mentía o no. Tendría que intentarlo de nuevo en la posada con algo más concreto, si es que quería insistir.

La puerta de Le faucon blanc chirrió un poco cuando Loretta la abrió. La mujer se deslizó con segura elegancia en el local, que destacaba por estar completamente vacío. Soltó un suspiro lánguido y se volvió hacia Saito.

¿Quieres tomar algo? Invita la casa. Tampoco vendrá de una bebida gratis, ¿no crees?

Aceptara o no, Loretta se situó detrás de la barra y preparó dos enormes jarras de hidromiel. Dio un largo trago y permaneció ahí en pie, apoyada en la madera sobre los antebrazos y con la mirada perdida, gesto que Saito podía tomar como una invitación a sentarse delante de ella. Le empujó la jarra.

Bebe. Tienes un aspecto terrible. Esto te reconfortará.

Hizo una pausa significativa que sólo reanudó cuando el aprendiz dio un sorbo.

Mucho mejor, ¿a que sí? Sigo preparando el mejor alcohol de esta aldea de mala muerte —comentó con un brillo divertido en los ojos—. Volviendo a lo de tu amigo, confío en que regresará antes de que se ponga el sol. Es un encargo sencillo el que le he pedido, nada que alguien como él no pueda hacer. Además, le acompaña otro cazador, como ya habrás oído. Yo no me preocuparía. Hoy es noche de brujas, nadie en su sano juicio se atrevería a quedarse solo en el bosque.

Entrecerró los ojos y volvió a acercarse la jarra a los labios. Se hizo el silencio mientras bebía, y cuando volvió a plantar el recipiente sobre la mesa, Saito lo vio. A pesar del entusiasmo con el que Loretta bebía, sin vergüenza ni corte alguno, el hidromiel no había descendido ni un poquito.

Sin percatarse de su mirada, Loretta sonrió con dulzura. Aunque no hubiese tomado más que un solo sorbo, la cabeza empezaría a pesarle y a darle vueltas y sólo estaba la voz de la chica.

Oh, perdona. Es un poco fuerte para los que no están acostumbrados a beber. No te preocupes, cielo. Dame esa mochila tan cargada y descansa un rato, ya verás. Te prometo que cuando despiertes no echarás en falta... nada tuyo.

Saito:
VIT: 37/80 [Intoxicación curada]
PH: 4/38


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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Vie Mar 03, 2017 2:16 am

Le sentó mal ver cómo molestaban a los presos —presos… sí, porque eso eran, ¿no? La mayoría estaban encerrados ahí contra su voluntad. Se le revolvió el estómago de solo pensar que su hipotética madre acabara en ese sitio— por culpa del vapor, pero se dijo que era por algo mucho más importante. Había más vidas en juego que el mover de arriba abajo a unos enfermos.

Esperaba que Nikolai estuviera aprovechando el caos.

Cuando eres la hija del loco del pueblo y eres... un bicho raro como yo —Bella esbozó una sonrisa que hizo daño en el corazón a Fátima, porque sabía bien lo que era sentirse así— escuchas todo tipo de comentarios. Perdona, creía que ya lo tenía superado. ¿Qué hacemos, les decimos que no hay ningún incendio? Podríamos... ¿contarles que se ha roto una caldera?

Podemos intentarlo, pero no sé si nos creerán…

O puede que sea mejor confundir a los guardias con tu magia. ¡Con este jaleo a saber si nos harían caso! Pero lo que sí que me parece peligroso es sacar a todos los pacientes a la calle. Si hay más demonios...

No había pensado en eso. Se mordió el labio inferior y miró hacia el pasillo donde debía estar Nikolai.

Voy a hacer una última cosa y entonces podrás decirlo.—Fátima seguía preocupada por Bella, pero tenía que asegurarse de despejar el pasillo de Nikolai….

Pero claro, solo lo haría si regresaban los celadores. De lo contrario, no sería necesario. En caso de que sí, se tomaría un éter, señalaría a Bella para que mirara y, en un rincón, aparecería Ondina. Fátima le indicó que hiciera ruido y huyera hacia donde no pudiera verla antes de desaparecer, para que así la siguieran los celadores con la esperanza de que la confundieran con una «interna» fugada. Por si acaso, Fátima exclamaría, señalando en la dirección por la que huiría Ondina:

¡Señores, por ahí hay una chica que…!—Luego le cuchichearía a Bella—: Se llama Ondina. Un día que estemos más tranquilas te la presentaré con tranquilidad.

Esperaría con algo de ansiedad a que regresara Nikolai —y acompañaría a Bella a avisar de la caldera si era necesario— pero, entre tanto, le preguntaría a Bella con un titubeo:

¿Qué… te parece todo esto? ¿Crees que…? —Buscó las palabras, pero no sabía cómo hacerlo sin provocar que se hiciera ilusiones—. Aguantaste muy bien frente a esos monstruos, a pesar del miedo—decidió decir—.¿Qué pensaste al vernos… pelear contra ellos?

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-Se toma un éter.

-Solo si es necesario:
▪ Ondina (HM) [Nivel 22] [Requiere Afinidad a Agua; Poder Mágico: 30]. Ondina, una esencia de agua, acude a las órdenes de Fátima y ataca con su espada de agua a los objetivos durante dos rondas. Puede ser dañada y rechazada, pero se reformará al poco tiempo para seguir peleando.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Sab Mar 04, 2017 2:23 am

Los pasos de Loretta, tan seguros mientras caminaba por delante de mí, no vacilaron cuando pregunté acerca del grandullón de Tierra de Partida. Se limitó a mirarme sin siquiera terminar de darse la vuelta y a encogerse de hombros mientras hablaba.

Pues no lo sé. Depende de él. En cualquier caso, hay un almacén lleno de armas, ballestas incluidas. Alguien te prestará una.

Chasqueé la lengua, una mezcla de entre irritado y molesto. Había sido demasiado difusa en su respuesta.

¿Crees que miente?

Parece demasiado calmada para estar mintiéndote… a menos que esta no sea la primera vez que lo hace.

¿Entonces?

Necesitas más pruebas.

Asentí en silencio, siguiéndola hasta nuestro destino. Por el camino cavilaba que, quizá y sólo quizá, si conseguía ganarme un poco su confianza fuera capaz de contarme algo sobre Enéas que arrojara un poco de luz sobre todo el asunto de la bestia. ¿Quién mejor que su hermana para saberlo?

Era muy probable que él le hubiera contado algo más que los rumores que circulaban por el pueblo.

Le faucon blanc estaba vacío. No un poco, no, era un vacío literal. Quizá los cuchicheos del pueblo hubieran conseguido que la clientela habitual dejara de serlo. De todas formas me llevé la mano a la cabeza, algo incómodo.

¿Quieres tomar algo? Invita la casa. Tampoco vendrá de una bebida gratis, ¿no crees?

Es noche de caza, y todo el pueblo está alterado. No creo que nadie esté de humor para beber.

»Pero dales un poco de tiempo.

La mujer se fue a la barra, y empezó a preparar la bebida, a pesar de que tampoco hubiera aceptado directamente su invitación. Me quedé parado, observando como llenaba dos jarras con una extraña bebida. Tenía el tono de la cerveza, pero no estaba del todo seguro que lo fuera. Principalmente por el aroma dulzón que desprendía.

Ella dio el primer sorbo, permaneciendo apoyada contra la madera. Di un paso algo vacilante, y acerqué el taburete mientras ella hacía lo mismo con el alcohol. Lo miré con cierto escepticismo, arrugando un poco la nariz.

Bebe. Tienes un aspecto terrible. Esto te reconfortará.

Tenía la boca seca, sobre todo después del incendio en el sótano de la iglesia... por lo que a pesar de las dudas alcé la jarra: de algún modo tenía que ganarme su favor.

A tu salud.

Bebí un largo trago, al igual que lo había hecho ella. De algún modo, la sensación de aquel brebaje recorriendo mi garganta la hizo arder por un momento, dando paso después al confort.

Mucho mejor, ¿a que sí? Sigo preparando el mejor alcohol de esta aldea de mala muerte.

Ya puedes jurarlo.

Volviendo a lo de tu amigo, confío en que regresará antes de que se ponga el sol. Es un encargo sencillo el que le he pedido, nada que alguien como él no pueda hacer. Además, le acompaña otro cazador, como ya habrás oído. Yo no me preocuparía. Hoy es noche de brujas, nadie en su sano juicio se atrevería a quedarse solo en el bosque.

¿Y de qué trataba el encargo? —comenté, mientras bebía un poco más, tratando de seguir su ritmo—. Quiero decir: me parece raro que se lo comentara al otro cazador, siendo yo el que tiene su…

Frené en seco. Loretta acababa de dejar su jarra sobre la mesa, pero ésta seguía tal y como estaba cuando la había rellenado. Traté de llevarme la mano a la sien, antes de darme cuenta que reposaba sobre la barra, tenía la cabeza demasiado obnubilada, incapaz de reconocer algo de todo aquello que no fuera su dulce voz.

Oh, perdona. Es un poco fuerte para los que no están acostumbrados a beber. No te preocupes, cielo. Dame esa mochila tan cargada y descansa un rato, ya verás. Te prometo que cuando despiertes no echarás en falta... nada tuyo.

Intenté moverme. ¿Qué acababa de decir? No era capaz de levantarme, y apenas me sentía con fuerzas como para articular una palabra, pero la acusación que me había lanzado era… ¿muy directa? No estaba seguro, pero de algún modo ella sabía lo que había robado.

Pero… era imposible que nos hubiera escuchado. ¿Lo era?

Lucha.

¿Qué?

Todavía no está todo perdido.

Mi vista quedó congelada en una esquina de la taberna. Algo se acercaba, con lentitud y pasos firmes… o mejor dicho, alguien. Era yo. A pesar de que el rostro permanecía ensombrecido, a pesar de que se trataba de una versión vestida con más elegancia, y a pesar de que tenía un mejor aspecto que el que tenía que estar presentando yo ahora mismo.

Me enderezó en el sitio, y sonrió.

Vamos, tienes que volver en ti. Antes de que sea demasiado tarde.

¿Quién eres?

Me revolvió el pelo, casi con lástima.

Soy un producto de tu imaginación, estás delirando. ¿Y qué por qué soy así? Porque esperas llegar a ser un día este tipo de Caballero.

»Uno capaz de salvarlos a todos.

Y entonces, me abofeteó con todas sus fuerzas.

¡Saito, despierta!

Abrí los ojos cuando el aire llegó a mis pulmones, con una larga inhalación. Haría acopio de todas mis fuerzas para reincorporarme de golpe. Si lo conseguía y Loretta todavía estaba ahí, trataría de recuperar lo que fuera que me hubiera cogido.

Si lograba hacerlo, le pediría explicaciones. Utilizando la fuerza bruta si era necesario.

¿Qué buscabas con todo esto? ¿Con quién trabajas? ¿Qué objetivo tienes? ¡Habla!

Si accedía a contármelo, estaría en guardia mientras la escuchaba hablar. De lo contrario, no dudaría en usar un Aqua para que se replanteara sus ganas de colaborar. En cualquier caso, no la perdería de vista.

Si había estado a punto de robarme una vez, nada impedía que lo hiciera dos veces.

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▪Corazón de caramelo pequeño (hechizo Aqua) x1
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Sab Mar 04, 2017 3:51 am

Enéas mostraba diversos signos de haberse pasado una buena temporada encerrado, cosa que le sintió a Nikolai como una punzada de lástima al verle. Aun así, el chico era la viva imagen de su hermana, y tuvo la corazonada de había dado con la persona que andaba buscando. Sin embargo, al poco de dirigirle la palabra…

¡Loretta! ¡Por fin has venido! ¿Por qué has tardado tanto? Llevo esperándote muchísimo tiempo. ¿Puedo volver a casa contigo?

Niko se quedó congelado en el sitio y miró a Enéas con cara de extrañeza. ¿Lo… estaba confundiendo con su hermana?

Joder, no esperaba que su estancia en ese antro hubiese afectado tanto a su cordura. Sin embargo, el chico estaba receptivo —más bien reavivado por cómo le cambió la cara al tener «visita»— y, puestos a probar, no perdía nada por intentarlo.

Nikolai vaciló unos segundos antes de seguir preguntándole sobre la Bestia. No tuvo mucho éxito de primeras por la rabieta de Enéas, pero la cosa cambió al insistirle un poco más.

Y Louis, y Benjamin. Fuimos los tres, ¿recuerdas? Nos enviaste tú al bosque.

«Perdón, ¿cómo has dicho?», enarcó una ceja.

Vale, eso sí que no se lo esperaba.

Llegó a escuchar por encima que sus compañeros, los mismos que le dijo Bella que desaparecieron, no corrieron la misma suerte que Enéas. De todas formas, en su mente no dejaba de preguntarse si lo que le acababa de revelar sobre su hermana era cierto, o producto de un delirio. De ser lo primero, a saber que razones tendría una posadera como Loretta para mandarles al bosque.

¡Pero Loretta! ¡Si precisamente fuimos al bosque en busca de dinero y trofeos! ¿Ya se te ha olvidado el plan? —Enéas tampoco es que se lo estuviese poniendo fácil para digerirlo cada vez que abría la boca—. No pasa nada, yo te refresco la memoria.

«Esto promete».

«Internaos en el bosque, camino adentro hasta que desaparezcan todas las pisadas. Ignorad las señales y las advertencias, y aunque vuestro instinto os grite que déis media vuelta, ¡seguid avanzando! El castillo es enorme y está abandonado, pero el interior seguro que sigue lleno de los tesoros de la reina Marianne»! —narró como si lo estuviese leyendo en voz alta—. ¿Te acuerdas ahora? Nos lo dijiste tú misma. Qué pena que no previéramos lo de la bestia. Nos sorprendió a medio camino y nos cerró el paso. A estas alturas ya habríamos vaciado el castillo y estaríamos muy lejos de aquí...

En resumidas cuentas, que habían topado con una familia de ladrones de tumbas, si es que se podía llamar así. Nikolai soltó un gruñido casi imperceptible y miró a Enéas con pena. Parte de la culpa era suya por hacerle caso, pero si estaba encerrado en un manicomio era por la artera de su hermana y su maldita idea de saquear castillos. De haberlo sabido, se lo hubiese pensado antes de darle una propina extra por las molestias.

Pero eso ya no era de su menester, y el tiempo corría en su contra. Necesitaba saber más de la Bestia, que era lo que atacó a Enéas y mató a sus dos amigos.

Por cierto, ¿puedo volver a casa contigo?

No podía creerse que fuese a hacer lo que iba a hacer. No con una persona que claramente estaba impedida en sus capacidades mentales.

Todavía no, Enéas —le contestó, serio—. Recuerda que por culpa de esa bestia estás aquí, y hasta que no nos deshagamos de ella no podemos hacer nada al respecto. Por eso tienes que contarme todo lo que puedas: que aspecto tenía, por dónde os atacó… Cualquier detalle que sirva para encontrarla y darle caza.

»Entonces podrás irte.


«Enhorabuena, Nikolai. Estás dándole falsas esperanzas a un pobre desgraciado que solo estuvo en el lugar y momento equivocados. Y yo que pensaba que no podrías superarte».

¿Despreciable hasta decir basta? Sí, pero de ser cierto todo lo que le contó Enéas, casi prefería que estuviese lo más lejos posible de Loretta y que lo volviese a manipular.

Oiría todo lo que tuviese que contarle, y le diese o no información de valor, optó por no arriesgarse más a que le pillasen y retirarse a tiempo. Miró al chico de soslayo al darse la vuelta y se dirigió a la puerta. No obstante, su mano se detuvo antes de alcanzar el pomo y se mordió el labio inferior. La culpabilidad. Otra vez la dichosa culpabilidad. ¿Y qué se supone que podía hacer por él? Nada, apenas.

Pero tal vez si descubría cuales eran las intenciones de Loretta y tirar de la manta, parte de la porquería saldría a flote.

Por cierto… —Se volteó y llevó la mano al mentón—. ¿Te importaría refrescarme un poquito más la memoria? Ya sabes, con todo lo que está sucediendo tu hermana tiene la cabeza donde no toca. Me vendría bien recordar de dónde sacamos la idea de buscar riquezas en ese castillo y a donde se supone que íbamos a ir después. Ah, y si había alguien más que supiese de esto.

Y aquello sí que fue lo último que le preguntó. Se despediría de Enéas con un cabeceo —lo único con lo que podría hacerlo sin caérsele la cara de vergüenza— y aguardaría a cualquier momento en el que un hubiese tanto barullo por el pasillo y abriría un poquito la puerta para asomarse. Trataría de desandar sus pasos hasta el recibidor, y si un celador le pillaba de camino, se limitaría a alegar que le entró el pánico con lo del humo y que salió despavorido sin saber a dónde iba.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Dom Mar 05, 2017 2:01 pm

¡...Un solo error más y caerán sobre nosotros como la bandada de carroñeros que son! ¡Esos mocosos de la Llave Espada!

Bingo. Seguir la voz había sido una buena idea, sobre todo una vez escuchado esa frase. Algo pasaba en esa aldea, y la mujer que gritaba parecía saber de la presencia de los Caballeros en este mundo. Con mucho cuidado, Alaric se puso tras un roble para observar mejor a la desconocida, que caminaba en círculos, con ademán de enfado, alrededor de una figura de gran tamaño encogida en el suelo.

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Hay algo en el pueblo —decía la mujer—. Un objeto mágico de gran poder. ¿Podría ser el Grimorio? No, no es tan fuerte. Pero seguro que están aquí por eso... O por tu culpa, por dejar escapar a ese niñato tan inoportuno y alertar a toda la aldea. Y ahora los Sincorazón, ¡lo que me faltaba! ¿No te encargabas tú de que no saliera ninguno del bosque?

¿Objeto mágico? ¿Sincorazón? No era que Alaric entendiese muy bien todo lo que decía, pero no le daban ninguna tranquilidad sus palabras. Además, esa criatura en el suelo, tan grande y llena de pelo... ¿Sería la temible bestia de la que hablaban? ¿...Entonces protegía al pueblo de los sincorazón del bosque? Quizás.

Cuando la bestia soltó un gruñido lastimero, la mujer se limitó a chasquear la lengua con hastío, provocando que el aire a su alrededor se volviese rojo. Magia.

Inútil... Jamás volverás a ver a tu amado príncipe.

Oh, eso sonaba interesante. ¿Estaría haciendo algo la bruja para que la bestia le obedeciera? Pero Alaric no tuvo mucho tiempo para pensar en eso, porque la criatura había movido la cabeza justo hacia la posición donde él se encontraba. Mal asunto.

Humano...

Alaric no esperó a ninguna otra señal para apartarse enseguida, justo antes de que el roble fuese hecho trizas por un hechizo de la mujer. El aprendiz rodó por el suelo, levantándose a toda prisa y retrocediendo, pero la orden ya había sido dada y la inmensa criatura (una de las pocas veces que Alaric se podía sentir pequeño, ¡aquella cosa medía tres metros por lo menos) había saltado. La Llave Espada se materializó en su mano, como un intento de bloquear el impacto, pero...

¡Muévete, idiota!

La mujer del grito apartó a Alaric de un empujón, poniéndose en su lugar y creando una barrera azul que les protegió a ambos del salto del monstruo. Era una chica rubia, con trenzas, bastante menuda y cuyo rostro ya había visto antes de lejos: la mujer que hablaba con Maurice antes.

¡No te quedes ahí parado! ¡Los otros dos corren peligro! ¡Estaréis a salvo en el castillo, venga, fuera de mi vista!

Alaric agitó la cabeza para centrarse, con una mezcla de confusión y tensión en el cuerpo. Debía hacer algo, ¿pero el qué? ¿Luchar? No estaba precisamente preparado, su entrenamiento acababa de comenzar e igualmente la rubia parecía muy poderosa. Tal vez podía apañárselas por si sola, aunque también estaba la bruja por ahí y sería un dos contra uno.
Igualmente, tal vez fuese cierto que Jean y Maurice corrían peligro. Lo más sensato sería retirarse, pero, ¿al castillo o a la aldea?

¿Seguro que podrás apañártelas sola? Puedo ayudarte a luchar —preguntó Alaric, llave espada en mano.

No quería marcharse y dejar a la chica sola salvo que ella lo volviera a decir, así que salvo que aceptarse su ayuda, Alaric giraría sobre sus talones y echaría a correr de vuelta con el grupo. Una vez juntos, optaría por seguir hacia el castillo, pues le preocupaba que la bestia pudiese seguir su rastro (le detectó con mucha facilidad tras el roble) y llevarla directa a la aldea. Si había algún sincorazón por la zona o con Jean y Maurice, acabaría con él lo más rápido que pudiera.

En el caso de que la chica rubia le pidiera que se quedara, Alaric centraría sus ataques en la bestia, apuntando a las rodillas para desequilibrarla.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Lun Mar 06, 2017 1:56 am

Nikolai y Fátima


Todavía no, Enéas —contestó Nikolai, y Enéas hundió los hombros—. Recuerda que por culpa de esa bestia estás aquí, y hasta que no nos deshagamos de ella no podemos hacer nada al respecto. Por eso tienes que contarme todo lo que puedas: que aspecto tenía, por dónde os atacó… Cualquier detalle que sirva para encontrarla y darle caza.

»Entonces podrás irte.


Vaaaale. Pero me lo prometes, ¿verdad?

Enéas exhaló con fuerza, satisfecho con la promesa de Nikolai, y se enderezó como pudo:

Estaba muy oscuro cuando apareció —explicó con una inusitada lucidez—. Recuerdo que tiré mi antorcha al suelo y el fuego lo iluminó todo durante un instante... Era grande, muy grande, y parecía un... Oso, creo. No estoy seguro, enseguida apagó el fuego con sus zarpas. —Enéas se estremeció y cerró los ojos—. Era inteligente. Si vas a ir a por él, asegúrate de ir con ayuda. Con mucha ayuda. Si te pasara algo...

Se tomó un momento antes de volver a mirar a Nikolai.

Lo siguiente pasó muy rápido. Benjamin gritó, y... Yo salí corriendo. Louis intentó salvarlo, pero no lo consiguió. Ya no pudo escapar. Ahora, cuando viene, dice que me pidió ayuda, y que yo me marché aún así. N-no me acuerdo muy bien, la verdad... Lo siguiente que recuerdo es que llegué a la aldea... Y acabé aquí. —Suspiró—. ¿Que dónde nos atacó? No sabría decirte, al salir del camino ya no hay señales y todos los árboles parecen iguales. Pero sí que recuerdo que no llegamos al castillo. De hecho, ni siquiera lo vimos en la lejanía, aunque no podía quedar muy lejos según las indicaciones...

La información de Enéas era difusa, pero el aspecto de la bestia sí que parecía tenerlo más claro: grande, con forma de oso... e inteligente. El comportamiento que había descrito no era propio de un Sincorazón.

Por cierto… ¿Te importaría refrescarme un poquito más la memoria? Ya sabes, con todo lo que está sucediendo tu hermana tiene la cabeza donde no toca.

Pues yo la veo donde siempre.

Me vendría bien recordar de dónde sacamos la idea de buscar riquezas en ese castillo y a donde se supone que íbamos a ir después. Ah, y si había alguien más que supiese de esto.

Enéas frunció el ceño.

Eso es raro. ¿Seguro que te encuentras bien? ¿La posada te da mucho trabajo? Deberías descansar, Loretta, no quiero que te metan aquí a ti también. Aunque... Al menos estaríamos juntos. No, no debería decir eso. Este sitio es malo.

»Yo te lo recuerdo. Pero que no se te olvide otra vez, ¿eh?


Se inclinó hacia Nikolai, muy serio, y bajó la voz antes de decir:

El castillo está abandonado, y nadie echará de menos unas cuantas bolsas de oro. Oro que nosotros sí que necesitamos. De eso sí te acuerdas, ¿no? Lo llevamos necesitando toda la vida. —Sonrió sin humor—. Pero primero había que reconocer el terreno y asegurarse. Entonces, una vez lo encontráramos, reuniríamos provisiones de la posada, cogeríamos los tesoros y nos iríamos en carruaje lejos, muy lejos, en barco. Tendríamos una nueva vida, tú y yo... Louis, Benjamin, Claudia y Bastien iban a irse por su cuenta —tranquila, no les he dicho que en el fondo te caen mal—. Oh, y también Marcelline, que descubrió el castillo y nos ayudó mucho. Pero Marcelline es buena. Da un poco de miedo, pero a ti te gusta, así que no me quejaré si se queda con nosotros.

Marcelline. Otra vez. De modo que ella era la que les había descubierto el castillo a los saqueadores. El mismo castillo al que Ronin les había prohibido a ellos acercarse. ¿Podían tener relación los dos hechos? Pero ¿por qué Ronin les habría advertido acerca de un simple castillo abandonado?

Por otra parte, las personas metidas en ese atraco eran relativamente pocas. Enéas estaba encerrado, y no parecía que su hermana fuera a hacer algo por él. Los tales Louis y Benjamin sólo vivían en las alucinaciones del chico, y Claudia y Bastien... podrían ser la pareja a la que había visto antes en la posada, cuando había entrado con Saeko. Y, por supuesto, Loretta y Marcelline.

Era una información jugosa.

Enéas tenía unos ojos muy grandes y tristes cuando Nikolai le encaró antes de irse. Le devolvió el cabeceo, y notaría su mirada clavada en la nuca hasta que cerró la puerta tras de sí. El pasillo estaba vacío y, por encima del ruido de los internos gritando, escucharía un susurro roto:

Vuelve pronto, ¿vale...?

* * *


Invocar a Ondina funcionó a las mil maravillas. Los celadores atisbaron a una figura entre los restos de niebla y palidecieron como si hubiesen visto un fantasma.

Corred —farfulló el guardia que antes había mantenido la calma, sumándose a los demás, que la perseguían. Si aquello llegaba a oídos de monsieur d’Arque, ya podían despedirse de su trabajo.

Bella, que miraba con los ojos como platos el pasillo por el que Ondina había desaparecido, contuvo el aliento.

¿Es una chica de verdad?

Se llama Ondina. Un día que estemos más tranquilas te la presentaré con tranquilidad.

¿E-en serio? —volvió a preguntar—. ¡Vaya! Me encantaría. Es tan bonita...

Con el camino despejado, aguardaron a que Nikolai volviera.

¿Qué… te parece todo esto? —aprovechó para preguntar Fátima—. ¿Crees que…?

¿Sí?

Aguantaste muy bien frente a esos monstruos, a pesar del miedo. ¿Qué pensaste al vernos… pelear contra ellos?

Bella meditó un momento la respuesta.

No entiendo a qué te refieres exactamente —dijo con una sonrisa divertida—. Es decir... Me pareció impresionante, toda esa magia, esas espadas tan extrañas que cortaban desde la distancia... ¡Y serpientes de agua! Nunca he visto nada igual. ¿Y dices que aguanté bien? Creo que fue porque estaba demasiado impactada como para asustarme —añadió, medio en broma—. Pero lo tomaré como un cumplido. Gracias.

Y le guiñó un ojo.

Poco después, Nikolai salió de la habitación de Enéas y se reunió con ellas de nuevo sin ningún percance. Antes de que alguno de los dos Portadores pudiese decir nada, Bella se ofreció a subir y calmar a los celadores para que intercambiasen información más tranquilos. La recepción seguía vacía.

Si aceptaban, Bella tomaría la dirección de Ondina y regresaría al cabo de pocos minutos. A ella podían contarle lo que quisieran, pero no preguntaría nada. Parecía más dispuesta a abandonar el manicomio cuanto antes.

Fátima:
VIT: 32/32
PH: 17/76


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Alaric


Mientras Alaric dudaba, la bestia alzó la cabeza y retrocedió detrás de la bruja, ¿asustada? Ésta, por su parte, clavó la mirada en Alaric y en la Llave Espada que portaba, y preparó un segundo hechizo.

La chica también se fijó en el arma, pero su única reacción fue una mueca de rabia.

¡He dicho FUERA!

Y a modo de énfasis, unos látigos de agua surgieron de sus hombros a modo de brazos.

No sabría si la bruja llegó o no a lanzar su hechizo, pero Alaric escapó sano y salvo, dejando atrás a las hechiceras y a la bestia.

Encontró a Jean y a Maurice donde se habían separado, ambos aparentemente sanos y salvos. Jean levantó la ballesta en su dirección, pero la retiró al comprobar que se trataba de él.

¡¿Qué coño ha sido eso?! —exclamó.

P-p-parecía una bestia...

Fuera lo que fuera, ambos aceptaron ir al castillo, Jean un tanto a regañadientes. Muy a menudo giraba la cabeza en busca de alguna amenaza, pero la chica, por lo visto, había conseguido retener a la bestia. Y a la bruja.

Con las constantes maldiciones de Jean pisándoles los talones, el grupo atravesó el bosque y, por fin, llegó al castillo.

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Maurice lo contempló boquiabierto.

¡Así que es real!

Sí, real y vallado. A menos que alguno se haya traído una llave maestra, nos vamos a quedar aquí fuera, al alcance de esa cosa.

Una llave maestra quizás no, pero Alaric sí que tenía algo parecido. Si había prestado atención a sus primeras lecciones...

El cerrojo cedería con un chasquido y, bajo las atónitas miradas de Jean y de Maurice, la verja se abrió. Invocar la Llave Espada no era un recurso demasiado sutil, pero después de todo por lo que habían pasado para llegar hasta ahí, ninguno le iba a reprochar un truquito de magia. Jean cerró la boca de inmediato, pero Maurice esbozó una pequeña sonrisa.

Vaya, tendría que inventar algo así —dijo inocentemente.

Sólo necesitaban coger una rosa y marcharse, pero el problema se les hizo evidente enseguida a los tres: no había jardines a la vista. Y menos todavía rosas. Ante ellos se extendía un puente de piedra, decorado tétricamente con gárgolas a los lados formando un pasillo. Y, más allá, un patio también de piedra los separaba de puerta del castillo.

Maurice echó un vistazo y miró a los dos hombres.

Quizás haya otro patio al cruzar el castillo... —sugirió, no muy convencido—. Escuchad, chicos, os agradezco haberme acompañado hasta aquí, y siento los problemas que os he causado. No tenéis por qué seguirme dentro si no queréis. Ya ha pasado el peligro. Me daré toda la prisa que pueda.

Yo siento curiosidad por este sitio. ¿Cómo no lo hemos visto nunca desde la aldea? Entraré contigo, anciano, pero echaré un vistazo por mi cuenta —comunicó Jean. Luego se dirigió hacia Alaric—. ¿Y tú? ¿Qué harás?

En algo tenía razón Maurice, y es que el peligro parecía haber pasado. El patio estaba sumido en el silencio y la soledad. Ni siquiera había animales por la zona. Podía quedarse a descansar y esperar a que Maurice regresara, si no quería acompañarle.

Dentro, en cambio, ¿qué podía encontrarse? Ronin les habría advertido por algo, aunque se hubiese guardado los motivos para sí. Si entraba, Alaric daría con un amplio vestíbulo. Si las gárgolas del puente le habían parecido lúgubres, no eran nada comparadas con el interior.

A simple vista, el castillo parecía abandonado: a oscuras y cubierto de polvo. Iba a tener un problema para aventurarse pero, por suerte, un candelabro reposaba encima de una mesa junto a una caja de cerillas.

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Si Alaric decide ir con Maurice (o cotillear por el castillo), los caminos que se le presentan son los mismos que los del KH2: escaleras hacia el ala este y el ala oeste, y una puerta central hacia el salón de baile. Jean se dirige al salón de baile mientras que Maurice va al ala oeste.


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Saito


Loretta frunció los labios. Había subestimado la resistencia de Saito, que había conseguido deshacerse de los efectos principales de la droga y se mantenía consciente. No sólo eso, físicamente se encontraba mejor. Las heridas que se había hecho en la iglesia le dolían mucho menos, aunque seguían ahí presentes. Su cabeza, en cambio, seguía embotada, y la mera idea de usar magia o habilidades era peligrosamente difícil.

La mujer sujetaba su bolsa encima de la barra. A medio abrir y con cierto libro asomando, aunque no parecía haberle quitado nada. La soltó como si el contacto la quemara, pero en cuanto Saito intentara recuperarla dijo:

Quieto. Te recuerdo que tú mismo has sido quien me la ha entregado. —Sonrió con frialdad, renunciando ya a cualquier esfuerzo por parecer amable—. No queremos que nadie cometa ninguna locura, ¿verdad?

Tenía las manos escondidas detrás de la barra, pero el chasquido metálico que se escuchó hablaba por sí solo: Loretta había cargado un arma.

¿O era un farol para retenerle? De todas formas, Saito también tenía algunas preguntas que hacerle. Podía preocuparse por ello más tarde.

¿Qué buscabas con todo esto? —inquirió—. ¿Con quién trabajas? ¿Qué objetivo tienes? ¡Habla!

¿Objetivo? —Loretta soltó una carcajada sin humor. Tenía las pupilas dilatadas y gotitas de sudor perlaban su frente—. ¡Sólo soy una pobre camarera! Una buena ciudadana. Mi «objetivo» no es otro que devolver lo que has robado a su dueña. Y ella... Oh, ella está de camino.

No estaba en condiciones de recibir una bala. Ni de esquivarla, ya puestos. Podía arriesgarse a que la puntería de la mujer fuese mala, o que el disparo alertase a los aldeanos y entraran a ver qué ocurría. Por otro lado, él era ahora un fugitivo. Y Loretta había dicho que la dueña de aquello que había robado se acercaba. ¿Christia? ¿Blanche? Quizás sí que le saliera más a cuenta escapar, teniendo en cuenta cómo habían terminado las cosas entre los tres. Pero otra posibilidad, una mucho más inquietante, le rondaría la cabeza: ¿y si se refería a la bruja Octavia?

Loretta, que lo analizaba con la mirada, parecía calcular también sus rutas de escape. La conclusión a la que llegó no debió de gustarle mucho, porque al cabo de un minuto en silencio añadió:

Escucha... Quieres respuestas, y no eres el único. Créeme, no paro de preguntarme quiénes sois tú y tus amiguitos y por qué Marcie tiene tanto interés en vosotros. ¿A qué habéis venido? ¿Qué es lo que buscáis? Responde y yo... contestaré a tus preguntas. A todas. Incluso te diré dónde se encuentra ese compañero tuyo. Te lo juro.

Sonaba a pura palabrería, a una excusa barata para ganar tiempo hasta que llegaran sus refuerzos, fueran quienes fueran. Además, ¿qué garantía tenía de que Loretta fuera a sincerarse? Aunque la curiosidad en sus ojos era verdadera. La inquietud parecía carcomerla por dentro, pero ¿era eso suficiente para Saito?

Respuesta a todas sus preguntas... por parte de una mujer que lo había intentado drogar y atracar.

Sobre la barra, el libro emitía un atractivo resplandor.

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El aprendiz desapareció tras los árboles. La hechicera de cabello plateado lo siguió con la mirada hasta que lo perdió, y entonces chasqueó la lengua, irritada. El hechizo Gravedad que cargaba en sus manos se evaporó como si nada.

Despacio, no muy segura de cómo actuar a continuación, se centró en la muchacha rubia que tenía delante. Una ilusión escondía su verdadero aspecto a los ojos humanos, pero para ella sólo se trataba de una triquiñuela de lo más tonta. Con una mínima concentración, el disfraz desapareció.

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La bruja arrugó la nariz.

Arcana.

Ulti. Ha pasado mucho tiempo.

La bruja menor dibujó una sonrisa irónica y se deshizo de los brazos de agua. Se acercó unos pasos e inclinó la cabeza en la parodia de una reverencia. Ultimecia la miró con desagrado.

Creía que todas habíais muerto —comentó.

Yo también lo pensaba, querida mía. Qué sorpresa tan agradable. Aunque no puedo decir lo mismo de tu amigo. —La mueca de Arcana se tornó diabólica cuando se fijó en la bestia, aún escondida detrás de la Villana—. Hola, cielo, cuánto tiempo. ¡No, por favor, no te vayas tan pronto!

Todo este teatro es innecesario, Arcana —dijo Ultimecia, pero no hizo nada para parar el proyectil acuático que recibió la bestia. La criatura cayó al suelo de nuevo entre sollozos—. Tú y yo... tenemos mucho de qué hablar. Tu presencia lo cambia todo.

Oh, ya lo creo. Y ésa es la razón por la que he venido a buscarte.

Ultimecia arqueó las cejas.

Explícate.

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor H.S Sora » Mié Mar 08, 2017 1:00 am

No sabía qué llevaba la bebida que Loretta me había puesto, pero algo estaba claro: gracias a ella, a parte de haberme quedado al borde de la inconsciencia, había conseguido recuperarme un poco de las heridas que me había hecho a lo largo de la misión.

Arrugué el ceño al mirar a mi alrededor. La cabeza todavía me daba vueltas, y mis reservas de magia seguían siendo, para decirlo con sutileza… escasas. La idea de tratar de lanzar un Electro hizo que las vueltas que sufría mi cabeza se convirtieran en un carrusel sin control, en el que el pensamiento quedaba descartado.

Pero ahí estaba la propietaria de Le faucon blanc, cometiendo hurto. Bueno, presuntamente, ya que soltó mi bolsa en el acto cuando casi estaba en su parte de la barra, con el tomo piromántico asomando como quién no quiere la cosa. Demasiada casualidad.

Quieto. Te recuerdo que tú mismo has sido quien me la ha entregado. No queremos que nadie cometa ninguna locura, ¿verdad?

Dibujé un amago de sonrisa, tan helada como la suya propia. Por fin, la máscara de tabernera amable que había mostrado conmigo se había caído a pedazos, dejando al descubierto quién era de verdad.

Y cuando estuve a punto de preguntar, con mi característica elocuencia, qué locura estaba pensando cometer, escuché el chasquido metálico. Mi sonrisa, al igual que el gesto de coger mis cosas, se torció en el acto.

Un arma.

O su última carta para retenerme.

Loretta tenía las manos detrás de la barra, así que era difícil de discernir qué era lo que había hecho semejante ruido. ¿Un gatillo a punto? Era una posibilidad, pero no era lo único que podía haber causado ese sonido.

¿De veras lo crees?

¿Quién tendría un arma lista para cargar en un bar en el que ya no queda clientela?

Cualquiera que pretenda defender lo que queda de negocio.

Aún así, podría lanzarle el Aqua y salir corriendo...

Quizá, sí, si fueras más rápido que una bala. O tuvieras más reflejos.

¿Entonces, qué debería hacer?

Ver qué quiere. Después de todo, aún no ha hecho el amago de disparar.

Y así lo hice, a la espera de algunas respuestas que sirvieran para aclararme sobre cuáles eran las metas que empujaban a Loretta a todo esto.

¿Objetivo? —Su carcajada resonó, vacío como estaba el local—. ¡Sólo soy una pobre camarera! Una buena ciudadana. Mi «objetivo» no es otro que devolver lo que has robado a su dueña. Y ella... Oh, ella está de camino.

Me alarmé, pensando sobre quién se podía estar refiriendo… ¿Christia, Blanche? Descartaba a esta última, porque mi habilidad no había revelado que supiera de qué se trataba el objeto encerrado en el cofre del sótano. Y la capitana… tampoco parecía de las que, de tener un artilugio mágico a su disposición, tardaría más de cinco o diez segundos en reducirlo a cenizas.

Entonces, ¿quién quedaba?

Octavia —musité, para mí mismo.

Las manos me temblaron, y sentí un enorme peso encima de los hombros. Uno capaz de hundirlos hasta destrozarlos. Una bruja, eso tenía algo más de sentido.

Si Christia sí que sabía acerca del tomo y no lo había destruido… ¿cómo se había enterado Loretta de la noticia? Por mucho que la Orden de los Vigilantes me estuviera buscando y por muy prófugo que yo fuera ahora, dudaba mucho que fueran divulgando los tesoros que escondía la organización así como así.

¿Quién era Loretta entonces? Porque si de verdad tenía una relación con esa bruja, fuera cual fuera, eso la convertía en algo más que en la dueña de un negocio a la deriva. Respiré hondo. Ella al menos no era bruja, eso estaba claro. Y si dejaba que se percatara del miedo que me hormigueaba la piel, estaba perdido.

No tenía magia, pero aún podía hacer un pequeño truco. Uno que me permitiera escapar, al menos el tiempo suficiente como para avisar a mis compañeros antes de llevarme un balazo. Porque eso era otra, ¿por qué no habían contestado a mi anterior mensaje? Y luego estaba lo de Alaric. ¿Estaría de verdad en el bosque? ¿Le habría pasado algo peor? ¿Tendría todo esto alguna relación con la Bestia por la que habíamos venido?

De haber estado en una situación mucho menos tensa, y en la que supieran que no me robarían al primer despiste, hubiera tenido un vahído por todo el estrés acumulado.

Mi mirada se cruzó con la suya. Parecía, por fortuna, tan preocupada como yo.

Escucha... Quieres respuestas, y no eres el único. Créeme, no paro de preguntarme quiénes sois tú y tus amiguitos y por qué Marcie tiene tanto interés en vosotros. ¿A qué habéis venido? ¿Qué es lo que buscáis?

Enarqué una ceja, incrédulo. ¿De verdad estaba intentando disuadirme para que le contara que era lo que buscábamos? ¿O pretendía aprovechar a las primera de cambio para salir pitando con el libro?

Espera, a ver que te ofrece.

Responde y yo... contestaré a tus preguntas. A todas. Incluso te diré dónde se encuentra ese compañero tuyo. Te lo juro.

Tu palabra no vale nada.

O eso pensaba. Porque por un momento, me vi reflejado en sus ojos. Unos ojos que, al menos en mi caso, hubieran matado por saber que era de verdad lo que estaba pasando en un sitio tan minúsculo del mundo.

Un sitio en el que, de la noche a la mañana, todo parecía cambiar a peor.

Tomé aire. No sin antes ver como el tomo piromántico resplandecía, incitando a cualquiera para que lo cogiera y lo usara. Era otra alternativa, desde luego. ¿Pero a qué precio? Y desde luego, no era el único que podía verlo

Acepto, pero ni se te ocurra tocar el libro —repliqué, con toda la frialdad que pude—. O te juro por lo que más quieras que lo empaparé tanto, que ni a ti ni a su dueña os va a servir de nada.

Esperé a que me dijera que lo había entendido, y por si las moscas tendría el Aqua preparado por si veía que intentaba hacer un solo ademán de coger el libro o la bolsa. En cuyo caso, me faltaría tiempo para salir corriendo.

En el caso de que le pareciera bien, proseguiría:

Hemos venido a por la cabeza de la Bestia.

»Hace unos días, nos llegó a mis compañeros y a mí el rumor sobre una criatura que estaba rondando por el bosque que hay cerca de esta aldea. Y nuestro trabajo consistía en, por así decirlo, saber si se trataba solo de un chismorreo, o ver si había algo de cierto en todo esto. Y actuar, en este último caso.

Hice una pausa y la miré a los ojos. A sabiendas de que su hermano había acabado en el manicomio por ello, de algún modo tenía que afectarle. Una mínima brecha de humanidad era todo lo que buscaba en ella.

Y por azares del destino, me encontré con este libro. Y no sé si lo sabes, o si quiera puedes sentirlo, pero... es especial. Y si pretendes dárselo a su dueña, es que eso no hace falta que te lo diga.

Marcie, tenía que ser Marcelline. La misma mujer que nos vigilaba, y de la que tanto Fátima como Nikolai me habían recomendado que huyera. ¿Qué era lo que ella ocultaba? Me llevé la mano a la sien, inseguro de cómo proceder con ella.

Ahora te toca a ti. ¿Dónde está el grandullón? ¿Y qué sabes de la Bestia?

Mi semblante se ensombreció por lo que venía ahora. Solo ella sería capaz de contestarlo.

Marcelline. ¿Le ibas a dar el tomo a ella? —dejé que respondiera—. Quiero saber cual es el trato que tienes con ella.

»Y todo lo que creas que sabes sobre las brujas.

Si veía que Loretta hacía amago de atacarme, o de coger el libro, no dudaría en usar dos Aqua y salir huyendo lo más rápido posible con mis cosas.
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Mié Mar 08, 2017 4:44 am

¿Es una chica de verdad?

Se llama Ondina. Un día que estemos más tranquilas te la presentaré con tranquilidad.

¿E-en serio? . ¡Vaya! Me encantaría. Es tan bonita...

Fátima no pudo reprimir una sonrisa y acarició el anillo con el que invocaba a Ondina. Estaba de acuerdo, la verdad, y le alegraba ver que no era la única que lo pensaba. Con todo, no pudo evitar mirar con interés a Bella. Sinceramente, era excepcional. Había aguantado tan bien a los Sincorazón, fuera por el impacto o no, y toda la magia… Ni un asomo de miedo.

No entiendo a qué te refieres exactamente —dijo ante su pregunta, con una sonrisa de diversión. Fátima apartó la mirada, algo sonrojada. ¿Había quedado como que quería lucirse? Por favor, que se la tragara la tierra. Sacó tres bombones de chocolate y se los comió disimuladamente. A lo tonto, estaba gastando bastante más energías de las que había pretendido—. Es decir... Me pareció impresionante, toda esa magia, esas espadas tan extrañas que cortaban desde la distancia... ¡Y serpientes de agua! Nunca he visto nada igual. ¿Y dices que aguanté bien? Creo que fue porque estaba demasiado impactada como para asustarme. Pero lo tomaré como un cumplido. Gracias.

Bella le guiñó un ojo y Fátima sonrió a la vez que se retorcía nerviosamente un mechón de pelo.

Me refiero a… Bien… He visto a poca gente con la misma predisposición que tú…—Se mordió el labio inferior y bajó la voz. Aquel no era el lugar más apropiado, la verdad, pero si había podido darle su Llave Espada a Alaric sin pensarlo demasiado, ¿por qué no a Bella? Porque ella tenía un padre del que se preocupaba. Pero no ofrecerle ni siquiera la opción parecía… no sabía si era egoísta o no por su parte—. Sabes, tomamos aprendices. Pero solo bajo ciertas circunstancias. Sé que tienes que cuidar de tu padre, por eso no… no quería decírtelo. Pero creo que tienes el derecho a planteártelo.

Cuando llegara Nikolai, Fátima se acercaría, nerviosa, a él. Entonces Bella se ofreció a ir a calmar a los celadores.

De acuerdo, gracias. Eh… si puedes, diles que me he replanteado lo de mi madre—dijo con una sonrisa culpable.

Luego escucharía atentamente lo que le dijera Nikolai.

Entonces ya sabemos a dónde tenemos que ir. Espero que por el camino podamos encontrar a Alaric.—Miró hacia donde estaba Enéas y hundió los hombros—. Pobre chico…—Luego dijo—: Se lo he insinuado a Bella, lo de que se una a nosotros. Quizás haga preguntas después. En cualquier caso, no deberíamos llevarla con nosotros hasta la Bestia, pero si se queda y aparecen de nuevo los Sincorazón… Además, nos ha ayudado mucho hasta ahora. ¿Tú qué piensas?

En cuanto Bella regresara, Fátima indicaría que abandonaran el maldito manicomio lo más rápido posible. Luego enfilarían directos hacia el bosque. Dejaría que Nikolai le explicara lo que habían averiguado. Si Bella decidía que quería quedarse en su casa, con su padre, lo entendería. De todas formas, estaba más o menos de camino, ¿no?

Bella si quieres buscar a tu padre lo comprendo, pero por favor, no salgas de tu casa. Sería muy peligroso—le diría—. Al menos hasta que volvamos. ¿Por favor?

Si quería acompañarles, se lo permitiría a menos que Nikolai se opusiera a ello. Por lo demás, Fátima cogió el móvil, dándole la espalda a Bella, y entonces vio que tenía un mensaje.


Alaric no está en la plaza del ayuntamiento. Parece que se ha ido con Maurice, el inventor, a realizar un encargo. Sigo investigando.


El corazón le dio un vuelco, pero al menos ahora ya tenían excusa para no separarse de Bella. Le mostró el mensaje a Nikolai, que informó a Bella, y ella se apresuró a escribir a Saito y Alaric:

Nikolai y yo vamos al bosque en busca de la Bestia con una nativa. ¿Dónde estáis?
¡Alaric, contesta, la chica es hija de Maurice!


Si Alaric no contestaba, intentaría llamar y preguntarle dónde diantres se había metido, por arriesgado que fuera. Habría que moverse rápido. Si de verdad existía la Bestia, mejor llegar antes que Gastón y sus hombretones.

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-3 bombones de chocolate (restauran 15 puntos de vida y 5 PH).
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¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Drazham » Mié Mar 08, 2017 10:46 pm

Vaaaale. Pero me lo prometes, ¿verdad?

Nikolai se contuvo de hacer cualquier mueca y entrecerró los ojos. ¡Por dios, que acabasen cuanto antes!

Estaba muy oscuro cuando apareció. —Notó en su voz y expresión que ya no estaba tan “ido” como antes—. Recuerdo que tiré mi antorcha al suelo y el fuego lo iluminó todo durante un instante... Era grande, muy grande, y parecía un... Oso, creo. No estoy seguro, enseguida apagó el fuego con sus zarpas. Era inteligente. Si vas a ir a por él, asegúrate de ir con ayuda. Con mucha ayuda. Si te pasara algo...

«Descuida. A tu hermana no le ocurrirá nada de nada», pensó con resquemor.

Bueno, por fin descubría algo de la famosa bestia. Poco, para ser francos. Por la descripción estaba claro que Enéas no fue atacado por ningún animal corriente de los bosques, pero esperaba algún dato más relevante que un oso monstruoso. Alguna marca o rasgo que lo diferenciase…

Una marca. ¿Cómo el emblema de los Sincorazón? Con lo llamativo que era, se habría fijado en él seguro. Si no lo mencionaba es porque se le pasó por alto, o no tenía emblema alguno. Además, decía que era, ¿inteligente? Si con ello se refería a que no se comportaba como un animal salvaje, es que no podía tratarse de un Sincorazón.

Entonces, ¿qué diantres era esa cosa?

¿Que dónde nos atacó? No sabría decirte, al salir del camino ya no hay señales y todos los árboles parecen iguales. Pero sí que recuerdo que no llegamos al castillo. De hecho, ni siquiera lo vimos en la lejanía, aunque no podía quedar muy lejos según las indicaciones...

Cerca de la ruta hacia el castillo. Captado, ya tenían por dónde empezar. «Otra vez a desobedecer las órdenes de un Maestro».

Luego vino la parte del su «plan», de cómo pretendían saquear una vieja reliquia perdida en el bosque para rehacer sus vidas lejos del pueblo. Aparte de Loretta y los otros dos que perecieron, Enéas metió en el saco a unos tales Bastien y Claudia. Haciendo un poco de memoria, le vino a la mente esa pareja nerviosa que también estaba en Le Faucon Blanc.

Oh, y también Marcelline, que descubrió el castillo y nos ayudó mucho. Pero Marcelline es buena. Da un poco de miedo, pero a ti te gusta, así que no me quejaré si se queda con nosotros.

Nikolai arrugó la nariz y resopló entre dientes. Estaba tardando en oír el nombre de Marcelline —sí preguntó por compinches fue más por ella que por otra cosa—, y encima ya era casualidad que fuese ella la que les metió la idea de lo del castillo. Primero su fijación en Saeko y ahora esto.

Eso fue todo lo que le dijo, y con la información que acababa de recopilar tenía más que suficiente. Además, no podía ni quería seguir engañando a Enéas de esta manera, tenía que largarse ya. Pero insensato de él, tuvo que darse la vuelta antes de abrir la puerta y verle los ojillos de carnero degollado que le puso el chico. Señor, fue como sentir una daga clavársele en el pecho. Nikolai no pudo más y se volteó, abriendo la puerta y asegurándose de que no hubiese moros en la costa.

Vuelve pronto, ¿vale...?

Habría deseado que el barullo del resto de los internos se hubiese tragado la vocecilla sin fuerza de Enéas.

«Ya no puedo hacer mucho más por ti, Enéas», apretó los labios en una fina línea. «El resto depende de tu hermana».

***


Nikolai no tuvo ningún percance durante su viaje de vuelta al recibidor. Allí ya le esperaban Fátima y Bella, que no parecían haber tenido problemas tampoco. Se fijó en la inquietud de la primera y le hizo un leve gesto para indicarle que todo había salido bien. Dentro de lo que cabía.

Bella dijo de ir a avisar a los celadores y Fátima le dio el visto bueno. Por el tono Niko supo que lo hizo para tratar lo que le sacó a Enéas en privado que por otra cosa. En cuanto la muchacha se alejó, Nikolai se aclaró la garganta.

A ver cómo te lo resumo, porque tiene narices la cosa; luego te daré el resto de los detalles. —Torció la boca y se rascó la coronilla. Por información, tenía más de la que le gustaría saber, la verdad—. Por lo que le he podido sacar a Enéas, algo les atacó a él y a sus compañeros en el bosque, justo por la ruta que llevaba al castillo del que nos habló Ronin.

Entonces ya sabemos a dónde tenemos que ir. Espero que por el camino podamos encontrar a Alaric. —Sus ojos se dirigieron al pasillo del que acababa de venir, justo en donde se hallaba la habitación de Enéas—. Pobre chico…

Sí… —musitó con pesadumbre, apartando la mirada de la culpabilidad que le corroía.

Se lo he insinuado a Bella, lo de que se una a nosotros.

Oh. —El cambio de tema consiguió disuadirle de sus pensamientos. Le dirigió una mirada curiosa a Fátima—. Entonces…

Quizás haga preguntas después. En cualquier caso, no deberíamos llevarla con nosotros hasta la Bestia, pero si se queda y aparecen de nuevo los Sincorazón… Además, nos ha ayudado mucho hasta ahora. ¿Tú qué piensas?

Nikolai suspiró por la nariz y puso los hombros en jarra. Por un lado entendía que llevarse a Bella con ella era tentar demasiado a la suerte, más aun si a la posibilidad de los Sincorazón se les sumaba el monstruo que asaltó a Enéas.

En otras circunstancias diría que no corriese riesgos y se quedase en el pueblo. Pero siendo francos, no las tengo todas conmigo para pensar que dejarla sola después de lo ocurrido sea lo más seguro —opinó. Luego, miró en derredor por si Bella volvía—. Además, si ha llegado hasta aquí sin ponernos pegas apenas, estaría por darle la oportunidad de que vea a lo que nos tenemos que enfrentar cada día y tome una decisión. —Esbozó una sonrisa cansada—. Nos tocaría tener un ojo encima de ella pero, eh, ¿no han hecho lo mismo con nosotros alguna vez el resto de Maestros?

Y, por qué no, con él tuvieron el derecho de ofrecerle entrar en la Orden.

Esperaría a que Bella volviese y, con las ideas más o menos claras, irían rumbo al bosque. Por el camino, Nikolai explicó con más detenimiento lo que había descubierto con su pequeña visita a Enéas.

Según me ha confesado Enéas, —«Que te ha confesado… Grandísimo mentiroso»—, su hermana y unos cuantos amigos suyos tenían planeado… saquear el viejo castillo que hay más allá del bosque. —Esperó a ver cómo reaccionaría Bella—. Se mostraba bastante lúcido cuando me lo contó, y tampoco encuentro otra razón por la que se internarían en el bosque de noche. El caso es que él y las otras dos personas que le acompañaban se toparon con la famosa de camino al castillo. Enéas fue el único que consiguió escapar, y sobre los demás… —Dejó que se lo imaginasen.

»No me ha dado muchos detalles sobre la Bestia, pero estaríamos buscando a una especie de oso monstruoso, muy grande, y que es… inteligente para tratarse de un animal salvaje, o de un Sincorazón. Tampoco me ha mencionado si vio algo similar al emblema que tienen u otro rasgo.


Ronin ya les advirtió de que en ese mundo habitaban criaturas como los licántropos. Claro que se suponía que habitaban lejos, justo en los bosques opuestos a los que se dirigían. Y Enéas dijo que lo que se encontró se asemejaba más a un oso que a un lobo…

Entonces Fátima le llamó la atención y mostró el móvil. Nikolai achicó los ojos para leer el mensaje que resultó ser de Saito y boqueó. Miró a Fátima, algo tensó, y luego a Bella de refilón. Al menos ya sabían dónde estaba Alaric, pero lo del padre de la chica aventurándose en el bosque, con un monstruo campando a sus anchas, era preocupante.

Hay que avisar a Alaric que vamos de camino —le comentó a Fátima. Se encaró a Bella, serio, y le dijo—: Bella, no quiero alarmarte, pero nos han avisado que uno de nuestros compañeros está acompañando a tu padre por el bosque. Es cazador y sabe defenderse, por lo que tu padre estará seguro con él. —O eso suponía, porque con semejante constitución, Alaric sería un guardaespaldas de primera—. Vamos a tratar de contactar con él para reunirnos cuantos antes.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Astro » Jue Mar 09, 2017 8:16 pm

¡He dicho FUERA!

Entre el grito y los tentáculos de agua que aparecieron en la chica rubia, Alaric no se lo pensó dos veces y salió pitando de allí. Volvió con Jean y Maurice, que por suerte seguían esperándole en el lugar donde les dejó.

¡¿Qué coño ha sido eso?! —exclamó.

P-p-parecía una bestia...

Tenemos que movernos ya, os lo contaré por el camino. Sigamos al castillo.

Quedó claro que a Jean no le hacía ninguna gracia, pero al final los tres siguieron moviéndose rumbo al misterioso castillo. Por el camino, Alaric les contó lo que había pasado: la bestia, la bruja, y la aparición de ricitos de oro para salvarle. Aunque se guardó para él sus sospechas sobre que la bruja parecía estar chantajeando a la bestia o que ésta protegía al pueblo de los sincorazón.

Sin más contratiempos, dejaron el bosque atrás para encontrarse con un precioso castillo surgido de la nada. Existía de verdad.

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¡Así que es real!

Sí, real y vallado. A menos que alguno se haya traído una llave maestra, nos vamos a quedar aquí fuera, al alcance de esa cosa.

Yo me encargo.

Con un golpe al cerrojo con la llave espada, que Alaric no había desmaterializado tras el incidente con la bestia por precaución, la puerta se abrió. El aprendiz evitó mirar a sus acompañantes e hizo caso omiso al comentario de Maurice. Si no preguntaban no tendría que mentirles.

»Vamos.

Problema a la vista: no había rosas. Al menos no en la zona nada más cruzar la verja, ni mucho menos en el puente de piedra que daba al castillo.

Quizás haya otro patio al cruzar el castillo... —dijo Maurice, tembloroso—. Escuchad, chicos, os agradezco haberme acompañado hasta aquí, y siento los problemas que os he causado. No tenéis por qué seguirme dentro si no queréis. Ya ha pasado el peligro. Me daré toda la prisa que pueda.

Yo siento curiosidad por este sitio. ¿Cómo no lo hemos visto nunca desde la aldea? Entraré contigo, anciano, pero echaré un vistazo por mi cuenta —respondió Jean, previsible—. ¿Y tú? ¿Qué harás?

No he llegado hasta aquí para quedarme en la puerta. Echemos un vistazo..

Si de paso podía averiguar algo, mejor. Además, los sincorazón seguían pudiendo aparecer en cualquier momento. Con los tres decididos, se dirigieron al castillo. Una vez dentro, admiraría el lugar y después se dispondría a seguir a Maurice (no se fiaba de dejarle solo) hacia el ala oeste, pero se detendría al notar que su bolsa vibraba. El móvil.

Tras decirle a Maurice que en seguida le alcanzaba, se quedaría un poco atrás para poder trastear con el aparato sin llamar la atención del anciano.

Fátima escribió:Nikolai y yo vamos al bosque en busca de la Bestia con una nativa. ¿Dónde estáis?
¡Alaric, contesta, la chica es hija de Maurice!


El aprendiz debió de tardar mucho en contestar (entre que se le daba mal utilizar el aparato y que ya de por sí le costaba escribir cualquier cosa), porque de pronto Fátima le llamó. Menuda maestra más impaciente.

Estoy en el castillo en mitad del bosque, con Maurice y un mercenario. Siento no haber contestado antes, pero no podía hacerlo delante de ellos sin levantar sospechas. Además, este aparato es horriblemente incómodo —gruñó—. Maurice busca una rosa de este castillo con lo que pagar sus deudas, tuve que acompañarle porque estaba empeñado en ir solo. Lo de la rosa se lo prometió una chica rubia con trenzas que casualmente es una especie de bruja que me ha salvado de la bestia del bosque.

Miró detrás de él, para asegurarse de que seguía solo.

»Sí, la bestia existe, es enorme y peligrosa. Pero creo que está siendo controlada de alguna manera por otra bruja, una con cuernos. Nos encontramos en mitad del bosque e intentaron atacarme, pero la rubia que busca la rosa apareció y me salvó. Creo que Maurice dijo que se llamaba...¿Marcelline?

Esperaría a ver qué indicaciones le daba y después iría escaleras arriba para reunirse con Maurice, vigilante en todo momento por si el castillo escondía sorpresas.
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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Denna » Vie Mar 10, 2017 3:01 am

Nikolai y Fátima


Bella volvió al cabo de pocos minutos escoltada por dos celadores. Estos regresaron a sus puestos en el pasillo con expresión taciturna y no dijeron nada. La chica trotó hacia los Portadores y les explicó que ya podían marcharse. El asunto de la madre había quedado resuelto, y la propia Bella había admitido que quizás no se había escapado ninguna chica. Ilusiones de la niebla. En cuanto a Ondina, Bella no había podido encontrarla, pero nadie más parecía haberla visto tampoco.

Una vez fuera, preguntó por Enéas.

Según me ha confesado Enéas, su hermana y unos cuantos amigos suyos tenían planeado… saquear el viejo castillo que hay más allá del bosque —explicó Nikolai.

¿Un castillo? ¿En el bosque? —Entre extrañada y preocupada, miró hacia esa dirección—. ¿Cómo es posible? ¿Seguro que Enéas estaba...? Ya sabes...

Se mostraba bastante lúcido cuando me lo contó, y tampoco encuentro otra razón por la que se internarían en el bosque de noche. El caso es que él y las otras dos personas que le acompañaban se toparon con la famosa de camino al castillo. Enéas fue el único que consiguió escapar, y sobre los demás…

Bella asintió para sí.

Cuando fui al mercado a la mañana siguiente, todo el pueblo lo comentaba. Enéas se juntaba con un grupo de hombres y siempre hablaban de marcharse... Dimos por hecho que se habían ido sin más. Nadie encontró ningún cuerpo.

En cuanto a la descripción de la bestia, se limitó a encogerse de hombros, sin saber qué aportar. Era la primera vez que oía hablar de una criatura parecida.

Entonces, ¿vamos al bosque? —preguntó, dubitativa.

Bella si quieres buscar a tu padre lo comprendo, pero por favor, no salgas de tu casa. Sería muy peligroso. Al menos hasta que volvamos. ¿Por favor?

Nunca he salido de la aldea, ni siquiera para ir al bosque —confesó—. Creo que sólo sería un estorbo si os acompañara... y, bueno, tengo una oferta que considerar —añadió con una sonrisa.

Pero la cara le cambió cuando recibieron el mensaje de Saito.

¿En el bosque? ¡Pero has dicho que la bestia...!

Vamos a tratar de contactar con él para reunirnos cuantos antes.

Dejadme oírlo, por favor —suplicó Bella—. ¡Oh, papá! ¿Por qué haría algo así?

Tanto si ponían el altavoz del móvil como si le transcribían la conversación, la muchacha escuchó las noticias con el corazón en un puño, visiblemente alterada. Cuando Alaric mencionó las deudas de Maurice, Bella se llevó las manos a la boca, ahogando una exclamación. Apenas reaccionó ante el resto de la conversación.

Esto es por mi culpa —murmuró entre dientes—. Tendría que haber aceptado la proposición de Gastón, él nos habría ayudado...

Clavó la vista en el móvil y se mordió el labio. Cogió una gran bocanada de aire y dijo, con toda la calma que pudo reunir:

Por favor, dejad que os acompañe hasta ese castillo. Confío en vosotros y en vuestro compañero, pero es mi padre. Si hay alguna forma en la que pueda ayudar... —dijo, mirando a Fátima a los ojos—. Estoy dispuesta a cumplir lo que haga falta.

Quedaba en las manos de la Maestra —y de Nikolai— aceptar su resolución y tomarla como aprendiz o intentar disuadirla, pero Bella estaba decidida a abrirse camino hasta el castillo, Llave Espada o no en mano.

* * *


Seguir la ruta de Alaric no fue difícil. Había pasado poco tiempo desde que habían tomado el mismo camino y el rastro era muy claro. Salieron de la senda pocos minutos más tarde y, a medida que avanzaban, el sol desaparecía tras las copas de los árboles. No habían transcurrido más de un par de horas, y ya parecía negra noche.

Y el silencio era abrumador. Ni animales, ni viento, ni... nada. Un silencio artificial. Bella se revolvió, inquieta, pero no se atrevió a romperlo.

Hasta que una enorme figura se desplomó sobre ellos.

Bella chilló y se apartó, pero la bestia cayó al suelo y no volvió a levantarse. Era como Alaric y Enéas la habían descrito: gigantesca, cubierta por un pelaje oscuro y, sí, con cierta semblanza a un oso. Un oso humanoide, herido y lleno de sangre.

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La sangre era suya. Su estado lo demostraba y, aunque seguía vivo —su espalda subía y bajaba casi con cansancio—, rozaba la inconsciencia. Si llegó a verles o no, no había forma de decirlo, pues sólo llegó a decir una palabra:

Ma... Adam...

Hablaba. Con una voz extrañamente humana, si bien lo que decía no tenía ningún sentido. ¿O sí? Bella parecía atónita, y no era para menos. La bestia que de la que todo el mundo hablaba, el monstruo que había despedazado a los amigos de Enéas y lo había vuelto loco a él, que había atacado a Alaric... yacía ahora a sus pies, desmayado e indefenso. El cómo o el por qué escapaban a su entendimiento, pero ahí estaba.

Una oportunidad así no volvería a presentárseles en la vida.

Nikolai:
VIT: 38/38
PH: 10/34


Fátima:
VIT: 32/32
PH: 34/76


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Alaric


Alaric colgó el teléfono y comprobó que seguía solo en el vestíbulo. Maurice había desaparecido escaleras arriba y la puerta que Jean había cruzado seguía cerrada. No era muy probable que hubiese pegado la oreja a escuchar.

De modo que Alaric subió tras Maurice. El segundo piso, tapizado con una alfombra roja empezaba con un largo pasillo lleno de estatuas con armadura y espadas, y luego desembocaba en otro más grande, decorado con el mismo estilo. Otro tramo de escaleras conectaba una puerta alta hasta el techo con el resto del pasillo.

Encontró a Maurice en un rincón, mirando a través de una puerta más pequeña, entreabierta. Cuando vio a Alaric, le hizo una señal para que guardara silencio. Parecía alarmado.

Antes de que el aprendiz pudiera preguntarse por qué, él también los escuchó:

¡Basta de tonterías, Chip, que ya es muy tarde! ¡A la alacena con tus hermanos! —exclamó una voz de mujer. Tenía un tono maternal de regañina.

¡Pero es cierto, mamá, los he visto por la ventana! —respondió otra, infantil.

Maurice le hizo un sitio a Alaric y señaló algo a través del resquicio de la puerta. Si el chico se asomaba, vería el interior de una cocina, impoluta en comparación con lo que había visto hasta ahora. Aunque las voces sonaban con mucha claridad, no se distinguía a nadie, pero el hombre insistía. Al principio le costaría ver lo que le indicaba con tanto nerviosismo: una mesa, con una tetera de porcelana y una tacita. Quitando su buen estado, no tenían nada raro.

Hasta que la tacita se movió. Sola. Saltó de la mesa hasta un armario abierto y, con el asa, cerró la puerta de cristal.

No son tonterías: ¡hay humanos en el castillo!

Y, como si Alaric no hubiese entendido lo que pasaba todavía, Maurice le zarandeó el brazo.

¡Los objetos están vivos! —gritó entre susurros.

¡Pero, mon bon seigneur! ¡Objetos es una palabra très ofensiva!

Maurice ahogó un grito y trastabilló hacia atrás. La tercera voz, que destacada por un fortísimo acento, provenía del suelo. Más concretamente, del candelabro del vestíbulo. Se acercó saltando hacia ellos, diminuto e inofensivo y, al estar lo bastante cerca, hizo una cordial reverencia. Tenía ojos y boca, y una nariz alargada.

Disculpadme por no haberme presentado antes. Soy Lumière, à votre service. ¡Hace tanto que no teníamos invitados en el castillo!

¡Y si el amo se entera, nos va a caer una buena! —interrumpió al instante un reloj, corriendo tras él con gran esfeurzo—. ¡Tienen que irse! ¡De inmediato!

¡Pero Din-Don, si acaban de llegar!

Entre tanto, la tacita había salido de su alacena y brincaba, sonriente:

¿Ves, mami? ¡No me lo inventaba!

Maurice, que empezaba a recuperarse del susto, intercambió primero una mirada sorprendida con Alaric, y luego observó a cada uno de los presentes. Abrió la boca, incrédulo, sin saber muy bien qué decir, y se agachó para inspeccionar el reloj.

¡Increíble! ¿Cómo funciona? ¿Es una especie de truco o hay un mecanismo de verdad detrás de todo...?

¡Qué hombre tan simpático!

¡Lumière, ni se te ocurra! Y usted, señor, ¡le agradecería que me soltara!

Oh, vamos, no seas aguafiestas. —El candelabro Lumière sopló la vela de una de sus «manos», apagándola, y le dio unos golpecitos a Alaric en la pierna—. Díganme, monsieurs, ¿cómo se llaman? No le hagan caso a Din-Don, nunca ha sido muy dado a las cálidas bienvenidas. Por eso yo estoy a cargo de los invitados.

Maurice soltó al reloj y soltó una risita nerviosa.

Oh, yo soy Maurice. Soy inventor... —Esperó a que Alaric se presentara y, si el aprendiz no les informaba del motivo de su visita, diría:—. En realidad estábamos de paso. No sabíamos que viviera nadie aquí dentro... Una joven me ha pedido que le traiga una rosa de este castillo, sólo buscábamos los jardines.

Hubo un silencio tenso, casi imperceptible, entre el reloj y el candelabro. La tetera, que se había situado junto a la taza y había guardado silencio hasta entonces, respondió con suavidad:

Los jardines están al otro lado, señores. Si quieren, podemos traeros una nosotros mismos. El buen Din-Don tiene razón, el amo... no se encuentra muy bien hoy, y sería mejor no despertarle. ¿Por qué no pasan al comedor y les servimos algo de comer? —propuso.

¡Señora Potts!

¡Excelente idea, querida! —convino Lumière—. Din-Don puede encargarse de cortar una bella rosa, ¡un ramo entero si es necesario! Espero que tengan hambre, porque les prepararemos un auténtico festín. ¡Querrán besar al chef!

B-b-bueno, nosotros... Supongo que podríamos... ¿no, Alaric? —inquirió Maurice, titubeante. Era difícil de decir si toda esa situación le superaba o estaba contento de verdad. Bestias, magia, un castillo surgido de la nada, ahora vajilla y decoración parlantes... Prometían una buena historia o, como mínimo, una velada entretenida. Y, ¿por qué no? ¿Es que no merecían relajarse? Sobre todo Alaric. Estar a punto de ser devorado o aplastado por una bruja podía abrirle a uno el apetito.

Sus compañeros se dirigían hacia la bestia. ¿Podrían con ella? Quizás la bruja que le había salvado, Marcelline, les echara una mano. O quizás no. El destino de la bestia era incierto, y no sabía hasta qué punto sería una pelea igualada.

Y ese castillo... Era, por lo menos, un poco sospechoso. Nadie sabía de su existencia, todos sus habitantes —a juzgar por lo que habían oido hasta ahora— eran objetos vivientes, y tenían un amo al cual era mejor no despertar. Din-Don protestaba una y otra vez mientras que el entusiasmo de Lumière crecía y crecía. Maurice parecía querer adaptarse a su decisión aunque, si Alaric se fijaba, no dejaba de contemplar a los recién llegados con la ilusión de un niño pequeño ante sus nuevos juguetes.

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Saito


Acepto, pero ni se te ocurra tocar el libro. —Loretta enseguida apartó la mirada del tomo y la volvió a fijar en Saito. Relajó los hombros casi imperceptiblemente—. O te juro por lo que más quieras que lo empaparé tanto, que ni a ti ni a su dueña os va a servir de nada.

La amenaza no pareció alterarla lo más mínimo. Al contrario. Sonrió con sequedad, disfrutando de lo que debía ser una broma privada.

Empaparlo ¿con qué? ¿Hidromiel? No me hagas reír...

Pero aceptó sus términos. O, al menos, no se opuso a ellos.

Hemos venido a por la cabeza de la Bestia.

»Hace unos días, nos llegó a mis compañeros y a mí el rumor sobre una criatura que estaba rondando por el bosque que hay cerca de esta aldea. Y nuestro trabajo consistía en, por así decirlo, saber si se trataba solo de un chismorreo, o ver si había algo de cierto en todo esto. Y actuar, en este último caso.


Loretta asintió.

¿Y bien? ¿Habéis descubierto algo nuevo? —preguntó con tono desapasionado—. Eso es algo del interés de Gastón, no del mío.

Y terminó de escuchar el resto de la explicación sin apenas pestañear.

Ahora te toca a ti. ¿Dónde está el grandullón? ¿Y qué sabes de la Bestia? —exigió Saito.

¿Perdona? No has contestado a mis preguntas. Sigo sin saber qué tenéis que sea tan interesante para Marcie, ni qué pretendéis. Si no sois de aquí, ¿qué más os darán una bestia que dos? —Chasqueó la lengua—. Y este libro... No me hace falta sentir su magia para saber lo que es. ¿Acaso tienes la menor idea de lo que ocurre aquí?

Airada, se tomó un momento para calmarse. Luego continuó:

El grandullón, ¿eh? Lo del recado no era mentira, aunque se lo propuse a otro cazador. Supongo que iría a pedirle ayuda, no lo sé, no estaba ahí. En cualquier caso, y en vista de que la bestia te parece tan interesante, espero que hayas averiguado cómo acabar con ella. Tu amigo podría verse en problemas muy gordos. ¿Qué, te gustan las respuestas a medias?

La mujer esperó a que Saito reaccionara, atenta y lista para un ataque, pero este nunca se produjo. Alzó las cejas y suspiró.

¿Algo más?

Marcelline. ¿Le ibas a dar el tomo a ella? Quiero saber cual es el trato que tienes con ella.

»Y todo lo que creas que sabes sobre las brujas.


Loretta guardó silencio. Su expresión, calculada al milímetro entre el aburrimiento y el desagrado, se tornó neutra despacio. Seria. Mortalmente seria. Sus ojos rozaban la inexpresividad, pero se habían vuelto oscuros como nubes de tormenta. La inquietud se apoderó de Saito.

¿Trato? —repitió fríamente—. Idiota, no hay ningún trato. Marcelline es algo que tú no comprenderías. Ni tú ni ninguno de los paletos de esta aldea, incluidos tus amiguitos. Jamás.

Se inclinó hacia delante, íntima pero sin llegar a invadir el espacio del chico, y el negro de sus ojos se intensificó al tiempo que susurraba:

Así que quieres hablar de brujas. Muy bien. Pues hoy es tu día de suerte.

Una zarza surgió del suelo y atrapó el brazo de Saito, apartándolo con brusquedad de la mesa. Otra rodeó la mochila con el libro y la alejó del aprendiz.

El ataque cogió por sorpresa a Saito, pero las zarzas eran débiles y pudo detener su avance para lanzar los hechizos de agua. La cercanía jugó a su favor, y la magia impactó contra el pecho de Loretta. La chica cayó al suelo y las plantas desaparecieron al instante. El segundo Aqua, pero, alcanzó el libro ahora desprotegido.

Saito pudo meterlo de nuevo en la bolsa y salir corriendo. Ya habría tiempo para evaluar los daños, aunque el agua había empapado el lateral de las páginas y chorreaban. Loretta se levantó, escopeta en mano —al final no era un farol— y apuntó a sus piernas.

Falló por muy poco.

Gastón debía de seguir buscando y cazando Sincorazón, porque el mercado estaba casi vacío. Solo unos pocos aldeanos oyeron el disparo y presenciaron la escapada de Saito, pero ninguno intentó detenerle, presas del pánico.

Oyó que Loretta gritaba algo desde dentro de la posada, pero más le valía no detenerse a comprobar qué era. La gente reaccionaría pronto y más le valía buscar algún sitio donde esconderse hasta descubrir dónde estaban sus compañeros y reunirse con ellos. Quizás investigar el libro o bien deshacerse de él, dado que no le traía más que problemas. Cualquier casa vacía serviría, siempre y cuando lograra distraer a sus posibles perseguidores.

Empezaba a circular el rumor de que había una bruja en la aldea.

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Re: [Castillo de Bestia] Un cuento antiguo como el tiempo

Notapor Suzume Mizuno » Lun Mar 13, 2017 6:07 am

Según me ha confesado Enéas, su hermana y unos cuantos amigos suyos tenían planeado… saquear el viejo castillo que hay más allá del bosque —le dijo Nikolai a Bella.

¿Un castillo? ¿En el bosque?. ¿Cómo es posible? ¿Seguro que Enéas estaba...? Ya sabes...

Quizás se refieran a algo parecido a un castillo… Es decir, no tiene por qué ser uno gigantesco, sino uno viejo que haya pasado desapercibido—sugirió.

Se mostraba bastante lúcido cuando me lo contó, y tampoco encuentro otra razón por la que se internarían en el bosque de noche. El caso es que él y las otras dos personas que le acompañaban se toparon con la famosa de camino al castillo. Enéas fue el único que consiguió escapar, y sobre los demás…

Cuando fui al mercado a la mañana siguiente, todo el pueblo lo comentaba. Enéas se juntaba con un grupo de hombres y siempre hablaban de marcharse... Dimos por hecho que se habían ido sin más. Nadie encontró ningún cuerpo.

Fátima miró de reojo a Saito. Eso le resultaba bastante familiar. Era el gran problema de perseguir el rastro de los Sincorazón. Nunca encontraban cuerpos.

Entonces, ¿vamos al bosque?

Cuando Fátima le sugirió que podía quedarse con su padre, siempre y cuando no saliera de casa, la chica respondió:

Nunca he salido de la aldea, ni siquiera para ir al bosque. Creo que sólo sería un estorbo si os acompañara... y, bueno, tengo una oferta que considerar.

Fátima carraspeó, sonriendo de medio lado, pero incómoda. No podía decirse que fuera una «oferta» si no le había explicado las condiciones… Entonces recibieron el mensaje de Saito. Fátima escribió, impaciente, un mensaje a Alaric. Como el joven tardó en contestar, llamó directamente. Contó los tonos con angustia.

¿Alaric?—preguntó con alivio al escuchar que la comunicación se abría al otro lado.

Estoy en el castillo en mitad del bosque, con Maurice y un mercenario. Siento no haber contestado antes, pero no podía hacerlo delante de ellos sin levantar sospechas. Además, este aparato es horriblemente incómodo.

Bien hecho, supongo pero, ¿qué hacéis en mitad del bosque? —preguntó, irritada.

Maurice busca una rosa de este castillo con lo que pagar sus deudas, tuve que acompañarle porque estaba empeñado en ir solo. Lo de la rosa se lo prometió una chica rubia con trenzas que casualmente es una especie de bruja que me ha salvado de la bestia del bosque.

¿Una rosa…? ¿Y una bruja?—repitió casi sin darse cuenta de que Bella estaba a su lado hasta que exclamó:

Dejadme oírlo, por favor. ¡Oh, papá! ¿Por qué haría algo así?

Tras un titubeo y decidir que Bella había visto más que suficiente y que un móvil no la afectaría demasiado, dijo a Alaric:

Voy a poner el altavoz, así podrán escucharte Nikolai y la hija de Maurice. Alaric, ¿qué hay de tu misión? ¿La bestia o los sin…corazón están por ahí?

Sí, la bestia existe, es enorme y peligrosa. Pero creo que está siendo controlada de alguna manera por otra bruja, una con cuernos. Nos encontramos en mitad del bosque e intentaron atacarme, pero la rubia que busca la rosa apareció y me salvó. Creo que Maurice dijo que se llamaba...¿Marcelline?

Fátima maldijo y Bella se cubrió la boca con las manos.

De acuerdo, no te separes de Maurice por favor. Vamos a ir hacia allí, dime cómo llegar. Si ves a la Bestia, aléjate, ¿de acuerdo? Espera a que estemos todos.

Esperó a recibir las instrucciones de Alaric y luego colgó.

Esto es por mi culpa —murmuró Bella—. Tendría que haber aceptado la proposición de Gastón, él nos habría ayudado...

¡No seas estúpida!—se indignó.

Pero Bella no le hacía caso. Miraba el móvil con un aire pensativo. De pronto pareció recobrar la tranquilidad, al menos hasta cierto punto, y dijo:

Por favor, dejad que os acompañe hasta ese castillo. Confío en vosotros y en vuestro compañero, pero es mi padre. Si hay alguna forma en la que pueda ayudar... —su mirada resuelta habló por sí sola—. Estoy dispuesta a cumplir lo que haga falta.

Fátima se maldijo otra vez. No debería haber puesto el altavoz. Ahora estaba entre la espada y la pared. Miró a Nikolai, sin saber qué hacer. Pero luego se recordó que ella era la Maestra, ella se había metido solita en aquel problema y tenía que resolverlo por su cuenta.

Vamos a ir dirigiéndonos hacia el bosque y te lo explicaré por el camino. Nikolai, ¿te importa decirle a Saito que sabemos dónde está la Bestia y hacia dónde debe dirigirse?

Sabía que no se llevaban bien pero si iba a darle su Llave Espada a Bella… Bien, necesitaba dedicarle toda su atención por un rato.

Mira, esto no es tan sencillo como decir «sí». Nosotros… no venimos de otro reino. Venimos de otro mundo.—Fátima respiró hondo.

Le explicó de forma sucinta lo que necesitaba saber. Que había mundos diferentes, que podía ver en el cielo. Las criaturas que había visto, que devoraban corazones, eran los Sincorazón surgidos de la oscuridad y que ellos se encargaban de detener. No solo eso, sino que había otros peligros. Gente que podía viajar entre mundos y causar catástrofes.

Yo estuve en un mundo donde alguien como nosotros, un traidor, provocó una guerra. Murió tanta gente… Usar nuestras armas, convertirte en lo que somos, conlleva una gran responsabilidad, Bella. Y, como te imaginarás, significa que tendrás que abandonar a tu padre y no podrás decirle qué eres ahora. Podrías volver, claro, pero deberás entrenar en Tierra de Partida, que es mi Orden. Nikolai pertenece a otra, llamada Bastión Hueco.—Esperó a que Bella asimilara la información—. Tendrás que luchar en varios mundos. A cambio, verás muchos, aprenderás muchas cosas: magia, tecnologías que no podrías ni imaginar, verás a gente de colores y formas extrañas. Volarás y ayudarás a otras personas. Pero es posible que mueras lejos de casa. Muy posible. Hemos perdido a muchos de los nuestros durante los últimos años…Piénsalo. Piénsalo bien. No necesitas convertirte en Caballero par salvar a tu padre. Podemos hacerlo nosotros. Haremos lo posible por ayudarle, por averiguar qué ocurre con las brujas y la Bestia y ocuparnos de los Sincorazón—dijo con más firmeza de la que en realidad sentía.

Esperó y avanzaría junto a Nikolai lo más rápido que podían por el bosque, rezando porque Alaric no hiciera ninguna tontería.

Solo si Bella aceptaba, se permitiría un pequeño descanso.

No tendremos tiempo para enseñarte nada excepto lo básico. No supondrá mucha diferencia con cómo estás ahora, ¿comprendes? Te llevará tiempo aprender a pelear—insistiría una última vez.

Y entonces, si Bella estaba dispuesta, materializaría su Llave Espada y se la tendería por el mango. A continuación le pediría que jurara:

Nunca intervendrás en el devenir de los mundos. Nunca revelarás a ningún nativo… hasta que seas Maestra—se permitió una pequeña sonrisa culpable—lo que es la Orden ni nada relacionado con sus actividades. —Una vez aceptara añadiría—: Ahora invoca tu Llave Espada. Es sencillo, solo tienes que desearlo.

Claro que si Bella no aceptaba, Fátima se limitaría a continuar corriendo hacia el castillo.

*


El camino era largo, pero el rastro resultaba evidente. No tardarían en llegar. Lo único inquietante era… que el bosque parecía muerto. No había ni un solo sonido, excepto el de sus pisadas, que resultaba casi estruendoso. Además, la luz del sol estaba a punto de desaparecer. Pronto, Fátima tendría que hacer aparecer fuego para poder moverse por el camino, porque faltarían varias horas para que saliera la luna.

Y, entonces, algo cayó hacia ellos. Fátima empujó a Bella hacia un lado, que soltó un chillido. Como un gigantesco saco de patatas, la figura se desplomó a unos pasos y se quedó inmóvil.

Era la Bestia… o eso parecía. No se diferenciaba mucho de la que había descrito Enéas a través de Nikolai o el propio Alaric. Pero, quitando su tamaño, parecía un oso… Un oso… humanoide. Bien, de acuerdo, quizás no era normal.

Fátima se acercó con cuidado y comprobó que estaba herida. Probablemente de muerte, puesto que todavía respiraba, repleta de sangre…

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Ma... Adam...

Fátima no terminó de sorprenderse. Había tenido suficientes experiencias como para no asustarse cuando una criatura no-humana hablaba. Con todo, dio un pequeño respingo. ¿Madame? ¿O un nombre…? En cualquier caso, la voz había sonado sorprendentemente humana. Sin poder evitarlo, pensó en Lyn y en los hombres-lobo de Ciudad de Halloween. Quizás fuera alguna variante…

En cualquier caso, si hablaba, quizás pudiera contarles algo.

Si queréis, continuad adelante—dijo, invocando su guadaña. Apretó su filo contra el cuello de la Bestia—.Voy a curarla para ver qué tiene que decir. Si solo es… bien. Si no quiere colaborar, me encargaré de ella. Solo será un momento, Bella. Pero si hay brujas cerca, sería mejor reunirse cuanto antes con Alaric y tu padre.

Miró a Nikolai. Si Bella quería marcharse, tendría que ir con ella. A menos que Nikolai quisiera encargarse de aquel trabajito, claro.

Fátima hurgó en un bolsillo y sacó un bombón de chocolate. Eso no le curaría las heridas, no del todo al menos. Y si no movía la guadaña, podría matarla en cuanto intentara atacar.

Con cuidado para que no le mordiera, le metió el bombón en la boca. Si era necesario, cogería un palito y empujaría para que le bajara hacia la garganta. Luego diría:

Muévete y te mato. Sé que puedes hablar. Dime quién eres, qué tienes que ver con la bruja y puede que me piense no matarte—dijo con voz inflexible.

No dudaría en cumplir su amenaza en caso de que intentara atacarla a ella, a Bella o a Nikolai. Si escapaba… bien, iría a por sus piernas. Si era necesario invocaría la pistola y dispararía.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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