Separarnos en dos grupos fue una decisión difícil, pero inevitable. Sabíamos que debíamos hacerlo, así que lo hicimos sin dudar ni un instante, aunque nuestros instintos nos advirtieran que era una mala idea. Tal vez la situación trascendental en la que nos encontrábamos nos facilitaba atrevimientos como esos, tal vez teníamos nuestras expectativas bastante claras desde un inicio. Alanna, Bella, Saito y yo descenderíamos hasta lo más profundo del castillo en busca del corazón, mientras que Ban y el príncipe Felipe escalarían la fortaleza hasta la torre de Aurora, con tal de sacarla de allí si es que fallábamos en nuestra tarea de purificar el mundo. El futuro monarca nos miró con una expresión lastimera en el rostro, como si se lamentase de nuestra separación.
Pero no había otra forma de llevar a cabo nuestros objetivos. O nos separábamos, o nos arriesgábamos a perderlo todo cuando el tiempo volviese a correr.
—
Tengo que ir. Tengo que encontrarla—se excusó el hombre, haciendo ademán de continuar su camino.
—
¡Qué! —exclamó Alanna, claramente descontenta por la declaración de Felipe. Se adelantó para detener al príncipe, buscando hacerlo desistir de su intento por separarse—.
¡Príncipe! ¡No podemos…!—
Id, Alteza. Ella os espera. —interrumpí. Miré a Alanna, esperando que no se ofendiera por mi decisión. Había algo que Felipe debía hacer. Y el hombre quería hacerlo con desesperación. Así que… ¿quiénes éramos para detenerlo?
—
Ella también es necesaria para este mundo. Así que… por favor…Asentí con la cabeza, mostrándole que entendíamos nuestra responsabilidad.
—
Sanaremos el mundo. Hallaremos la forma.Era el momento de ir cada uno por su camino. Con el indicio de una sonrisa traviesa, miré a Alanna y apremié:
—
¿Vamos?
~Night of Fate~Nos adentramos todavía más en el castillo. El escenario era completamente diferente al que había afuera: aquí no había goblins u orcos luchando contra los soldados, ni espadas o flechas surcando el aire; lo que sí había por doquier era gente huyendo, tratando desesperadamente de refugiarse del asedio… muy seguramente en vano.
Cada paso que dábamos, cada puerta, cada pasillo, era como recibir un fuerte tirón justo en el corazón. Con cada marco que ignoraba, era comparable a arrancarme el alma del pecho; y ya había experimentado eso una vez, era una sensación siniestra y horripilante. Había visto ese castillo muchas veces; desde que “nací” como Portador de la Llave, hasta el día de mi “muerte”. Y ahora no tenía claro si todo estaba al fin volviendo a la normalidad o si se estaba cayendo a pedazos.
Bella nos guiaba, puesto que ella podía sentir la luz del corazón con sus dones como princesa. Aquello era afortunado, ya que incluso cuando yo conocía el castillo a la perfección, jamás había oído de algo sepultado por debajo. Sí, como cualquier fortaleza, tenía sus almacenes, mazmorras y supuse que en algún sitio debía haber tumbas para la familia real, pero jamás me había interesado por algo así —no era como si alguien fuese a decirme
dónde estaban—. No conocía la existencia de ninguno de estos sitios, e incluso si lo hiciera…
—
Es aquí. Estamos encima. ¿Allí? ¿En medio del castillo? No estaba seguro. No podía haber nada debajo, la estructura se vendría abajo sobre sí misma, ¿no? Pero qué sé yo —precisamente no mucho de arquitectura—. Las despensas se encontrarían cerca de la cocina, los almacenes desperdigados por la fortaleza, cerca de la armería, ¿tal vez? Las catacumbas… Bueno, tenía sentido que estuviesen en un lugar accesible para la familia real. ¿Pero allí? ¿Bajo el mero centro del castillo?
Pero Bella no podía equivocarse, ¿verdad? Ella era la Princesa del Corazón. Ella sabría.
—
Tiene que haber alguna forma de entrar, una escalera, algo—La chica giró varias veces sobre su eje, buscando la forma de bajar.
—
Muy probablemente la entrada esté oculta si el lugar es tan importante —sugerí, golpeando el suelo con la suela de mi bota—.
Podríamos separarnos en dos grupos más pequeños y…De pronto, todo se movió bajo nuestros pies. De forma lenta, grietas comenzaron a aparecer por aquí y por allá, abriéndole paso a las espinas que crecían por debajo. Las baldosas de piedra que conformaban el castillo comenzaron, unas a levantarse, otras a precipitarse al… ¿vacío?
¡Bella tenía razón! ¡Sí había algo allí debajo!
—
Voy a abrir el hueco y así podremos abrirnos paso más rápido.Por un momento se me ocurrió decirles a todos que tuvieran cuidado, pero supuse que las palabras sobraban. Con un preciso disparo de su magia, Bella hizo crecer un montón de enredaderas, y éstas se abrazaron con fuerza a las losas que todavía mantenían el suelo en su sitio. La Princesa se las arregló para crear una especie de pasillo, un túnel que descendía con una pendiente algo pronunciada y con un montón de espinos algo difíciles de sortear. Una vez más, tuvimos que dedicarnos a cortar y a apartar la vegetación luego de que Bella las purificara, y así, abrirnos paso.
Pronto el túnel de Bella se conectó con otro túnel más viejo y tapizado por losas mohosas y sucias. Las espinas eran más viejas y gruesas allí, y todo apestaba a oscuridad, a la horripilante y pura oscuridad que no venía del corazón de un alguien, sino del corazón de un mundo. Pura maldad y caos.
—
Esto es… —miré a Bella, quien se había detenido para recoger algo en medio del camino, oculto en la oscuridad—.
¿Una Llave Espada?¿Qué cosa?
Sentí una punzada en el corazón cuando contemplé a Bella levantar la llave, gris, sin brillo, muerta. Como las que había en la Necrópolis, en el gigantesco cementerio a donde todos los portadores iban a parar, clavadas en la roja arena. Como la de Kazuki. O la de Diana.
Aquella llave era desconocida. Su aspecto no me decía mucho de ella, y su llavero no era particularmente llamativo. Era imposible saber quién había sido su portador con sólo contemplarla. Pero creía saber a quién pertenecía.
Por un lado, estaba mi razón, puesto que me había informado en la biblioteca sobre lo que había sucedido en el reino cuando había ocurrido el asedio del dragón: y, de todos los aprendices que habían ido a aquella misión, sólo sabía de uno que no había regresado. Y por otra parte, estaba mi parte inconsciente, aquella que no razonaba, que sentía. Una corazonada me decía que conocí, alguna vez, al guerrero que había portado aquella llave.
—
¿Bella? ¿Puedo… sostenerla? —pregunté, sintiendo las palabras pinchando mi corazón mientras salían, como si fueran un montón de espinas no tan diferentes a las que había en el túnel—.
Creo saber de quién era, aunque no estoy… seguro. Tomé el metal frío entre mis dedos. Gélido. Mi Llave no se sentía así, ¿no? No, en
Azathoth había un indicio de calidez. De vida. Esta llave era… sólo metal.
~Treasured Memories~¿Aleyn…?Tomé el llavero en mi otra mano, contemplándolo con atención. No sé qué esperaba que pasara. Que mi corazón me dijera algo al respecto, que tal vez mis dones como Caballero me ayudarían a discernirlo, o que la llave misma me daría una pista. Pero el metal muerto no me confirmó nada. Era sólo una espada.
¿Podía recordar su rostro, si me esforzaba? Había sido ya mucho tiempo… Una misión, una sola habíamos compartido. Pero había sido
allí, casi como si hubiera sido el destino.
«Soy Xefil, de Reino Encantado. Es un placer trabajar contigo y... Gracias por haberme acompañado».«Aleyn, de Reino Encantado. Y lo mismo digo». Él había estado allí. Alguien con quien luchar hombro con hombro. Alguien con quien hablar, compartir, rememorar. Alguien de mi misma cuna, alguien que podía entender mi soledad y mis remordimientos.
Alguien que, tal vez, si me hubiera quedado, se habría convertido en un amigo.
Y ahora no estaba. Ido. Como todos los demás.
Como todos.
Y cada uno.
Si tan sólo yo hubiera estado allí, si me hubiera quedado… ¿Tal vez, habría habido un resultado diferente? En esta ocasión la pregunta tenía un significado todavía más importante. No era como cuando me la había cuestionado todas las veces que había pensado en el Castillo del Olvido, o en Ciudad de Paso, o en el resto de las misiones importantes donde yo había faltado; donde las cosas no habrían sido diferentes de haber tenido un aprendiz extra o una espada más en medio de todo el caos. No, esta pregunta era diferente.
Aleyn muy probablemente había estado solo, luchando contra aquellas espinas y contra la oscuridad, quería pensar. Si yo hubiera estado allí, si no hubiera huido de la Orden y de las responsabilidades, si hubiera estado allí a su lado, como el segundo aprendiz de Reino Encantado, luchando espalda con espalda…
¿…habría sido diferente? ¿Tal vez, al caminar por aquel túnel, Bella no se habría detenido en ningún momento para recoger una espada muerta? La espada seguiría viva, cálida, latiendo, en la mano de su Portador, quien caminaría junto a nosotros. O tal vez, no estaríamos allí en primer lugar, porque tal vez el mundo se encontraría en paz, con Aurora despierta, con el reino seguro, sin espinas y sombras haciendo presa de su corazón.
Si hubiera estado allí…
Sujeté la llave con fuerza, tanto que sentí mis dedos entumecerse. ¿Por qué me sentía tan enfadado cuando estaba lidiando con las consecuencias de mis propios actos? Yo había tomado la decisión de irme, con la excusa de “encontrarme a mí mismo y controlar el poder de la Bruja”. Nadie me había obligado a partir. Y sin duda alguna, el tiempo que había pasado fuera había sido demasiado. ¿Estaba enfadado conmigo mismo? ¿Con Xihn? ¿Con la muerte, que se había llevado a tantos compañeros?
Y… ¿qué derecho tenía yo de llorar por mis compañeros caídos? Ellos habían luchado de frente, con todo lo que tenían, y yo había estado corriendo de un lado a otro porque no podía soportar la idea de mirar atrás. Era hipócrita.
«Hemos cometido errores muy grandes», dijo Jessamine, con sus pensamientos enredándose con los míos.
««Los dos. Lo que significa que debemos trabajar lo doble de duro para enmendarlos».,
—
Cierto. Vamos.Seguimos avanzando por el oscuro y estrecho pasillo, con el tenue color verde de mi
Plasma iluminando los viejos pilares de roca. Después de caminar por unos minutos, arribamos a una antigua sala, en cuyo centro descansaba la gigantesca cerradura, flotando en la nada como si no fuera parte del mundo que la rodeaba. Su luz se había visto opacada por las espinas que salían de su interior como un parásito de innumerables garras o un cáncer invasor; las zarzas llenaban todo el lugar, reduciendo el espacio de la sala al mínimo y haciéndonos sentir aprisionados como ratones en una trampa.
De pronto, sentí ganas de vomitar. Ese era… ¿mi mundo? Por los Dioses, aquello era más de lo que nadie podía soportar. ¿De verdad había forma de arreglarlo? La cerradura y el corazón lucían tan frágiles, a punto de perder la lucha contra los espinos y derrumbarse. Si Bella no podía lograr su cometido, si no la purificaba a tiempo… todo se caería, como un castillo de naipes.
¿Era eso lo que le había pasado a todos los demás mundos? ¿A todas las estrellas fundidas?
~Xehanort~Karel ya estaba allí, como si estuviera esperando algo; no sabíamos si a nosotros. Se hallaba sentado tranquilo sobre una de las zarzas, bocetando con su magia de tinta sobre la cerradura como si ésta fuese un lienzo. La entrada al corazón del mundo ardía, como si el colorante estuviera quemando. Después de varios trazos, dejaba una cicatriz, y entonces la oscuridad brotaba con un poco más de fuerza que antes.
—
Necesito que os lo llevéis de aquí, sea como sea, para purificar este lugar porque… —dijo Bella.
Sí, era un estorbo justo al final del camino. Si no se movía, o si no lo movíamos, no podríamos limpiar el corazón.
¿De dónde había salido este sujeto? ¿¡Cómo era que siempre parecía estar metido justo en el medio de todo!?
—
¿Queréis saber una historia? —comenzó el hombre, haciéndome rechinar los dientes. Sonaba tan engreído y pretencioso; ¿qué no se daba cuenta de todo lo que estaba ocasionando? ¿Simplemente no le importaba, que los mundos se estuviesen muriendo por su culpa y la de Xihn?
Sin siquiera poner esfuerzo en ello, tronó sus dedos y una de sus criaturas de tinta se materializó en la sala. Una guerrera, interponiéndose entre la cerradura y nosotros.
—
Hubo una vez una reina llamada Friederike, o eso me contó Xihn —comenzó a contar el hombre, sin que nadie hubiese mostrado interés en su estúpida y maldita historia. ¿Se suponía que la mujer, la tinta, era ella?—.
Muy amada por su pueblo, capaz de enfrentarse a los dragones y vencerlos. Dicen que tuvo un hada como madrina que la bendijo y fue fuerte y querida. Además de una Caballero muy poderosa. Miré con más atención a la autómata. Me tomó unos momentos, pero luego las palabras cobraron sentido. A la par que Friederike invocaba una Llave-Espada, un escalofrío trepó por mi columna. Y no obstante, el miedo se convirtió en ira casi al instante. Karel estaba jugando con la memoria de un difunto, de una Caballero, además. Ensuciaba el recuerdo de la reina Friederike usándola como su marioneta. Aquella falta de respeto no podía ser tolerada. Después de todo, si en algún momento ella había sido reina, entonces por consecuencia yo seguía siendo uno de sus leales súbditos. Y proteger el honor de la familia real era algo valioso para un noble.
—
Tuvo un gran honor, mientras viajaba entre mundos, de conocer a mi Maestro. Y servirle de cuerpo.Así que… un ser que había engañado a la muerte al saltar de cuerpo en cuerpo, de recipiente en recipiente. Apreté los puños, uno de ellos sujetando con fuerza la supuesta llave de Aleyn. Estaba familiarizado con el concepto. Así que alguien había perfeccionado el hechizo de Jessamine; muy posiblemente mucho antes de que a ella misma se le ocurriera.
Por un momento, sentí que podía empatizar con Friederike. La sensación de tu propio cuerpo traicionándote, de tu mente sucumbiendo, de sentirte sucio y violentado en tus pensamientos. El miedo de que, en cualquier momento, podías despertar y ya no más ser tú; un miedo que en la reina se volvió bastante real años y años atrás. Una tortura que no le deseaba a nadie, algo que nadie debía experimentar jamás.
—
¿Qué cara creéis que pondría Maléfica si se enterara de que su querida pupila la encerró durante siglos porque ya no era su pupila? ¿Me entregará a la princesa? —Aquello me extrañó un poco. ¿A la Princesa, a Aurora? —
Maléfica quiere este mundo intacto y nosotros queremos a la Princesa. —No podían… ¿no podían acercarse a Aurora?
¿Cómo? ¿Estaba Maléfica protegiéndola?
—
Vosotros podéis sobrevivir sin una Princesa. Tenéis seis más. Pero ¿otro mundo caído? ¿Estáis seguros de que queréis eso?Entorné los ojos y miré a Alanna. ¿Qué se suponía que hiciéramos? ¿Negociar con
él? ¿Con
Karel?
Pero… estaba manteniendo al mundo mismo como rehén. ¿Teníamos acaso otra opción?
—
“¿Qué hacemos?” —gesticulé con los labios, dirigiéndome a Alanna. Apunté con el dedo a Karel y seguidamente señalé a Bella. Karel no se había dado la vuelta, no nos había visto llegar. Lo que significaba que no tenía idea de que teníamos a una Princesa allí con nosotros. Si nos descuidábamos, la historia de Cenicienta se repetiría, y ciertamente no queríamos eso: una inocente más secuestrada y herida, y la amenazante promesa de que la Llave-Espada Oscura se completaría.
—
Yo quitaré a Karel de ahí arriba —respondió la chica, después de hacernos una señal a Saito y a mí para que nos acercáramos.
Le hice una señal a Saito para captar su atención y luego señalé a la copia de Friederike. Golpeé mi palma con mi puño dos veces, luego simulé pasarme una daga por el cuello usando dos dedos y al final hice un gesto obsceno; todo para indicar que nosotros nos encargaríamos de ella, si él estaba dispuesto.
—
Acércate —le susurré a Bella, poniendo especial atención en no llamarla por su nombre por si Karel estaba escuchando. Antes de que nadie pudiera hacer nada, posé una mano sobre el hombro de la Princesa y conjuré un
«Tenue» para volverla invisible. Tal vez así nadie la molestaría; y si su presencia seguía oculta, quién sabe, tal vez hasta podía purificar el corazón antes de que termináramos de hablar con Karel—.
La cerradura. Contemplé a Saito por nueva ocasión y asentí con la cabeza, dándole a entender que estaba listo para el enfrentamiento. Con dos amplias zancadas, me separé del grupo para quedar al frente de la copia de tinta.
—
Majestad —dije, de forma seca y amarga. No podía dejar de verla como un insulto a la memoria de la verdadera reina—.
Lo lamento.Puse todo mi esfuerzo en recordar aquella sensación que había descubierto en el Castillo de los Sueños, una nueva forma para mi poder. La magia comenzó a fluir por mis venas como electricidad, sacando chispas de aquí y allá, y mis ojos comenzaron a destellar como un montón de estrellas que tan escasas eran hoy en día.
Tras
activar mi estilo Quasar, extendí mi mano al frente e invoqué un hechizo
Gravedad sobre Friederike. Sabía que, si la copia era la mitad de buena de lo que había sido la verdadera Portadora, la magia no podría detenerla. Pero al menos la frenaría un poco, la alentaría para recibir el próximo golpe que, esperaba, vendría por parte de Saito.
Los seres de tinta eran muy resistentes a las habilidades con plantas, eso lo había aprendido a las malas en el encuentro anterior con Karel. Aquello daba a pie a dos conclusiones: uno, que tenía que distraer a Friederike con habilidades de Espacio puramente, las cuales no eran buenas para lucha a distancia; y dos, si la copia llegaba a toparse con Bella, que también era afín a Natura, la Princesa se encontraría en serios problemas.
No. Teníamos que detenerla.
Con un chasquido, desaparecí utilizando una
Elusión Mágica y pretendí reaparecer detrás de Friederike. Tan rápido como mis dedos me lo permitieron, tomé mi daga de Plasma e intenté clavársela a la silueta justo en medio de los omóplatos, esperando que el calor del arma tuviese algún efecto sobre la tinta.
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Nombre: Quasar
Efecto: Fortalece todos los hechizos afines a Espacio en un 35%.
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Gravedad (HM) [Nivel 10] [Requiere Poder Mágico: 12]. El usuario crea una esfera de energía gravitatoria concentrada que hace caer en una localización, aplastando a los enemigos que se encuentren debajo e inmovilizándolos según la Fuerza que posean.
<span class="emoji-outer emoji-sizer"><span class="emoji-inner" style="background: url(chrome-extension://immhpnclomdloikkpcefncmfgjbkojmh/emoji-data/sheet_apple_32.png);background-position:93.94829612220916% 59.9882491186839%;background-size:5418.75% 5418.75%" data-codepoints="25aa-fe0f"></span></span>
Elusión Mágica (HM) [Nivel 8] [Requiere Afinidad a Espacio; Poder Mágico 12, Reflejos 15]. El usuario se teletransporta en un parpadeo a un sitio completamente distinto en un radio de cinco metros. Útil para esquivar ataques o confundir al enemigo.
EDIT: Un error de code de color.