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—Su majestad... ¿Por qué le está hablando a este animal?

—Este animal, ahí dónde le ves, es mi compañero de mayor confianza. Esconde un gran corazón debajo de toda es timidez. Y, aún así, día a día va dejando atrás esa timidez para parecerse más a un león que a un gato. Y bueno… el poder del cetro hizo el resto.

>>Y, como bien ha dicho, es hora de que Su Ilustrísima Majestad descanse por hoy, esa escalada ha sido muy extenuante.

>>Así, pues, descansa esta noche, puesto que mañana tendrás que empezar la construcción de mi palacio.

La joven le extendió una mano para que la besara y luego se marchó siguiendo a Ryu el Bravo. Éste le llevo a sus lujosos aposentos, donde tuvo hermosos y reparadores sueños.

* * *

Afortunadamente, al día siguiente la muchacha no recordaba nada de lo acontecido el día anterior. Los recuerdos de aquel día volvieron a la nada, lugar de donde nunca debieron haber salido y nunca debían volver a salir.

—Este animal, ahí dónde le ves, es mi compañero de mayor confianza. Esconde un gran corazón debajo de toda es timidez. Y, aún así, día a día va dejando atrás esa timidez para parecerse más a un león que a un gato. Y bueno… el poder del cetro hizo el resto.—<<Vaya, que interesante criatura...>>

—Y, como bien ha dicho, es hora de que Su Ilustrísima Majestad descanse por hoy, esa escalada ha sido muy extenuante.

>>Así, pues, descansa esta noche, puesto que mañana tendrás que empezar la construcción de mi palacio.

Besé la mano que me tendía mi amada princesa, y a modo de despedida, dije solemnemente:

—Au revoir.

La observé maravillado, mientras se alejaba siguiendo al Gran León Ryu, que ahora hacía honor a su apodo.

* * *


—¿Qué demonios hice ayer?—dije a la mañana siguiente, que me encontraba aún más cansado y dolorido que cuando había dejado de hacer ejercicio. Debía de haberme caído de la cama, pensé, y sin darle más vueltas, me volví a dormir.

—De acuerdo, haz lo que quieras. Nos vemos luego.

Jess se fue de la habitación y él se quedó solo, estirado en un rincón de la cama. Seguramente debería estar así hasta la hora de la cena, por lo que podría intentar dormir un rato; aunque por otra parte no tenía nada de sueño debido al insoportable calor.

En seguida estuvo arrepentido y decidió salir en busca de su compañera, esperando que no hubiese ido muy lejos.

La encontró en los jardines, cerca de un árbol, tenía una flor en la mano, pero la sostenía de forma que parecía que sostuviera un arma en lugar de una planta. Estaba hablando con un chico de pelo dorado. Por alguna razón, el chico estaba arrodillado y ella le estaba poniendo la flor delante de la boca, ¿quería que se comiera la pobre planta?

Supuso que sería alguna clase de despedida, y esperó a que el muchacho se fuera para acercase a Jess. Pero eso no pasó, ambos se pusieron admirar la fachada del castillo y Jess se abalanzó sobre el edificio y empezó a escalarlo. ¿Qué estaba pasando? ¿Era una apuesta?

El aprendiz rubio la siguió, aunque cayó nada más empezar; pero se levantó riendo, al parecer prácticamente ileso, y la siguió. Poco después, se abrió una ventana y por ella asomó un aprendiz. Les hizo gestos para que bajaran y les avisó que iría a buscar a los Maestros si era necesario, pero lo único que obtuvo fue un intento de ataque con la Llave Espada por parte del chico que acompañaba a Jess. Al menos, el aprendiz de la ventana se metió hacia dentro del dormitorio y cerró la ventana antes de que pudiera ser golpeado.

Llegaron a la cima bastante pronto y estuvieron allí un rato. Ryu no pudo ver lo que ocurrió arriba por mucho que intentara moverse alrededor de las torres para cambiar de ángulo de visión.

Lo próximo que supo sobre aquellos dos, fue que uno de los dos había lanzado su Llave Espada hacia el cielo. Supo quién había sido cuando vio a Jess saltar, seguida posteriormente por el otro joven, y ser recogida por el caballo de metal que usaba como Glider.

Ambos se alejaron de allí a toda velocidad, y el felino no tuvo otra opción que correr con todas sus fuerzas para no perderlos de vista.

En un momento determinado, el animal robótico desapareció con un destello y ambos empezaron a caer. Sin darse cuenta, Ryu empezó a correr aún más rápido, descubriendo que su límite era diferente de donde él creía que se encontraba.

Hubo un momento en que desaparecieron del todo de su vista, pero siguió corriendo en la dirección en que los había visto caer, esperanzado de encontrarlos allí.

El alivio fue tremendo cuando descubrió que el lugar en que habían aterrizado era el lago y, por lo tanto, ambos estaban sanos y salvos. Quizá por poco tiempo, ya que la muchacha empezó a golpear duramente al joven que la acompañaba.

Había visto suficientes locuras por aquel día, así que decidió acercarse a ella a pesar de que le diera una vergüenza terrible estar cerca de un extraño; pero era por el bien de la chica.

Caminó hacia ellos con paso seguro y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se dirigió a Jess.

—¡Miau! ¡¿MIAU MIAU MIAU MIAU?!—<<¡Jess! ¡¿Se puede saber qué estás haciendo?!>>

—¿Y tú eres…? —hizo una pausa, pensativa— ¡¿Eres Ryu?! Veo que mi cetro mágico te otorgó una forma digna para la corte antes de perder sus poderes —dejó escapar una carcajada— ¡Esto es genial! ¡Imagínanos por un momento, yo en un trono dorado con una corona sobre mi cabeza y las ropas más caras nunca creadas y tú, mi acompañante y consejero, tumbado a mis pies, intimidando a cualquiera que venga a ser juzgado o realizar una petición! ¡Es perfecto!

—Miau miau miau miau… miau miau miau miau, miau.—<<Creo que ha sido un día complicado para ti; vamos a descansar, anda.>>

—Su majestad... ¿Por qué le está hablando a este animal?

—Este animal, ahí dónde le ves, es mi compañero de mayor confianza. Esconde un gran corazón debajo de toda es timidez. Y, aún así, día a día va dejando atrás esa timidez para parecerse más a un león que a un gato. Y bueno… el poder del cetro hizo el resto.

>>Y, como bien ha dicho, es hora de que Su Ilustrísima Majestad descanse por hoy, esa escalada ha sido muy extenuante.

>>Así, pues, descansa esta noche, puesto que mañana tendrás que empezar la construcción de mi palacio.

—Au revoir.

Aunque no entendió las palabras de Jess en su totalidad, éstas llegaron a conmoverlo profundamente. Siempre había soñado con el momento en que tuviera la suficiente cercanía con alguien para que le ayudara a dejar atrás esa vergüenza y ser él mismo. Y podría decirse que la muchacha de Port Royal lo estaba consiguiendo poco a poco. No pudo haber deseado mejor compañera.

La guió en silencio hasta el dormitorio y cuando se aseguró de que estuviera bien acostada y dormida, él mismo se estiró en la cama cerca de la cabeza de la muchacha.

Buenas noches y gracias, pequeña temeraria.