[Encuentro] ¡Ven conmigo!

[EspeYuna]

¿Una carta? Algo importante. Pero, no. Yo no valía para esto. No, no valía. ¿Cómo podría compararme con la seguridad de Zait? Los ideales de Ike, los deseos de Fran por encontrar a su padre, la laguna de Ragun... yo no valía nada.

Un fuerte dolor me atravesó, pero no provenía de la picadura. De...de mi pecho. No, otra vez no. Agarré el broche de plata débilmente. Déjame...respirar. Empezaron a oírse voces en mis oídos. Susurros. La voz de Akio llamándome debilucha. La voz de Lyn diciendo que no valía la pena. No sé si estaría murmurando cosas sin sentido. Me estaba consumiendo cada vez más, hundiéndome... cuando de repente, oí de nuevo la voz de Zait, sacándome de allí, de la oscuridad.

—Escucha, Nadhy, ya has probado el dolor que puede llegar a ocasionarte una abeja —me señaló la picadura y yo por instinto la miré—. Y aquí estás, no te ha pasado nada. ¿Crees que eso podría jamás llegar a frenarte? Aún si caes, siempre podrás levantarte. Fíjate propiamente en el ejemplo de la abeja, férreas luchadoras que defienden su trabajo. Seguramente se posaría en tu mano atraída por el aroma que desprendía el tarro. Y sin embargo, dio su vida al encontrarse en peligro, pues al picarte perdió su aguijón, y con ello empezó su fin. Por cierto, tengo que ayudarte a quitarte el aguijón —Zait usó sus suaves dedos para quitarme el aguijón. No me dolió. Porque ahora sólo resonaba en mi cabeza las palabras de aquel niño vivaz y alegre. ¿Cómo podía tener tanta fe en mí?— Si estás aquí, será por tu valor, por tu valentía, por tu ambición, por tu emoción, o seguramente por motivación. Da igual, lo importante, es que tu maestro vio en ti cualidades estupendas, algo en ti que demostrase lo que vales. Algo que indicase que no le temes a la oscuridad, quizá por la luz que guardes en tu interior. Todos tenemos algo que aprender, todos. Además, seguramente, tienes tú mucho más que enseñarme a mí que yo a ti.— Tras eso, se alejó de mí y se agarró a una de las ramas, volviendo a subirse al majestuoso árbol— ¡Venga! Un nuevo intento, ya verás que contento se pondrá Pooh con la miel.

—¿Sabes que... no es apropiado que me digas que por mi culpa una abeja ha muerto hoy? —dije, riendo nerviosa. Pero sabía lo que realmente me había querido transmitir con esas palabras —Creo que... ya lo logro entender.

¿Pero qué estaba haciendo? Me sequé las pocas lágrimas que quedaban en mis mejillas y me apuré en recoger la miel junto con Zait.

Recordé otras palabras.

"¿Quieres ser mi nueva e inútil aprendiz?", las de Akio, con una dulce sonrisa en su rostro.

"No se encuentran aprendices así todos los días. Ella merece esta oportunidad.", las de Lyn.

—Gracias, Zait. Gracias por hacerme recordar lo que puedo valer—le dediqué una sonrisa mientras recogía el tarro —¡Venga! ¡Terminemos con esto!

[Little Sho]

Mientras subía, Nadhia me respondió.

—¿Sabes que... no es apropiado que me digas que por mi culpa una abeja ha muerto hoy? —dijo entre risas. —Creo que... ya lo logro entender.

Tras eso, Nadhia cogió el tarro para terminar de llenarlo con la miel.

—Gracias, Zait. Gracias por hacerme recordar lo que puedo valer. ¡Venga! ¡Terminemos con esto![/quote]

— ¡Así se habla! —le animé mientras terminaba de acercarme al enjambre y recoger el resto de la miel. Una vez me aseguré de que el tarro estaba lleno, volví a bajar del árbol, muy contento con lo logrado.

— Vayamos con Pooh. Si le llevas tú el tarro —dije señalando la vasija — no sólo se pondrá muy contento, si no que además te tendrá en muy alta estima —finalicé entre risas.

Y entonces, volví sobre mis pasos, por el camino de tierra que pasaba al lado de la casa de Pooh, para volverlo a encontrar sentado en el tronco.

— ¡Pooh! Mira lo que traemos, ¡la miel! —grité desde lo lejos, y dejé que fuese Nadhia quien se la entregase.

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[EspeYuna]

—¡Así se habla! —dijo Zait, feliz porque yo hubiese recobrado las fuerzas. Terminamos antes de lo que me esperaba, por el hecho de que Zait ya se sabía los sitios dónde había más miel y los recorridos más fáciles, sin contar con que el tarro estaba ya medio lleno.

El joven bajó del árbol con agilidad.

—Vayamos con Pooh. Si le llevas tú el tarro —dijo señalando la vasija llena de suculento dulce pegajoso — no sólo se pondrá muy contento, si no que además te tendrá en muy alta estima —dijo riendo.

Me uní a sus risas y seguí sosteniendo el tarro, mientras nos dirigíamos a casa de Pooh.

Vimos a lo lejos al osito, que seguía sentado en el tronco de madera que había frente su casita.

—¡Pooh! Mira lo que traemos, ¡la miel!—gritó Zait.

Yo me adelanté unos pasos y le ofrecí el tarro a Pooh.

—¡Mira, Pooh! ¡Mira cuánta miel! ¡Y ha sido todo gracias a Zait! ¡Es muy hábil subiendo a los árboles! —dije, emocionada de entregarle el fruto de nuestro logro.

[Little Sho]

—¡Mira, Pooh! ¡Mira cuánta miel! ¡Y ha sido todo gracias a Zait! ¡Es muy hábil subiendo a los árboles!

Pooh dibujó una sonrisa al vernos llegar. De un pequeño salto, bajó del tronco y corrió, de una manera algo torpe hacia nosotros, con su enorme sonrisa todavía en su boca.

— ¡Oh! Muchas Gracias Nadhia —dijo mientras cogía el tarro, metía su suave patita dentro y saboreaba la miel —. La miel está muy rica. Mi tripita está muy feliz.


— ¿Ves? Le ha encantado —dije sonriendo —. Disfrútala Pooh. Nosotros leeremos un rato —. Cogí el libro que traía guardado, "Chocobo Tales" y fui a sentarme al tronco hueco, dónde momentos atrás Pooh se encontraba pensativo. Con un gesto, indiqué a Nadhia que viniese conmigo. Pooh por su parte se encontraba disfrutando en su mundo de miel, aunque despegó la cabeza del tarro y me miró.

— ¡Oh! Zait, ya logro recordar —dijo mientras acariciaba su tripita —. En la cueva misteriosa, a las afueras del bosque, hay un tesoro maravilloso —anunció Pooh lamiéndose la miel de los labios —. Está cerca de la entrada, pero a mí me da miedo entrar.

Tras eso, Pooh volvió a meter su cabeza en el tarro de miel. Yo, por mi parte, me quedé pensativo y absorto, imaginándome el calibre de aquél maravilloso tesoro.

[EspeYuna]

Pooh sonrió y saltó de su tronco, de forma algo torpe pero encantadora.

—¡Oh! Muchas gracias Nadhia —dijo mientras cogía el tarro con sus pomposas manitas. Metió una de ellas y se llevó a la boca la suculenta miel —. La miel está muy rica. Mi tripita está muy feliz.

—¿Ves? Le ha encantado —dijo Zait, sonriendo—. Disfrútala Pooh. Nosotros leeremos un rato.

Zait se sentó en el tronco y sacó su libro, "Chocobo Tales". Me hizo una seña para que me sentase a su lado. Yo estaba emocionada por enseñarle a leer. Le debía mucho hoy.

—¡Oh! Zait, ya logro recordar —dijo Pooh mientras acariciaba su tripita, tras saborear su dulce más preciado, lamiéndose también las manos—. En la cueva misteriosa, a las afueras del bosque, hay un tesoro maravilloso. Está cerca de la entrada, pero a mí me da miedo entrar.

¿Un tesoro? ¿Como el de los piratas? Una cueva misteriosa... un tesoro maravilloso. Sólo significaba una cosa... ¡más aventuras!

Aunque no sabía si Zait querría ir. Pero en cuanto me giré de nuevo hacia él, estaba totalmente absorto, con los ojos iluminados ante lo que había mencionado su amigo oso. Sonreí. ¡Era tan divertida su expresión!

—Zait, tenemos todo el tiempo del mundo para aprender a leer. ¿Quieres que vayamos a comprobar si existe de verdad ese tesoro? Yo también tengo curiosidad y, además... ¡no creo que me vayas a prestar mucha atención ahora! —dije, entre risas.

Y dicho esto, me levanté del tronco, esperando a la decisión de Zait.

[Little Sho]

De repente, la voz de mi amiga me sacó de mis pensamientos.

—Zait, tenemos todo el tiempo del mundo para aprender a leer. ¿Quieres que vayamos a comprobar si existe de verdad ese tesoro? Yo también tengo curiosidad y, además... ¡no creo que me vayas a prestar mucha atención ahora!

— Ojala... Pero no tenemos todo el tiempo. Tengo que centrarme —dije agitando rápidamente la cabeza y posteriormente llevándome las manos a la cara —. Es necesario que vaya avanzando. En cualquier otro momento podemos volver a por el tesoro.

Y dicho eso, abrí el libro de Chocobo tales y empecé a practicar, uniendo letras como pude. Aunque lo cierto es que me costaba bastante, pues ya que había algunas letras que ni siquiera conocía.

[EspeYuna]

Zait agitó su cabeza, como si quisiera quitarse de la cabeza la imagen del tesoro y se llevó las manos a la cara.

—Ojalá... Pero no tenemos todo el tiempo. Tengo que centrarme. Es necesario que vaya avanzando. En cualquier otro momento podemos volver a por el tesoro— dijo, abriendo el libro, decidido.

—De acuerdo, lo que tú quieras— recordé la razón por la que quería aprender a leer. Una carta, importante para él. Pensé en que podría haberme pedido que yo se la leyese, pero... no. Ni se me pasó por la cabeza proponerlo. Las cartas tenían sentimientos, e iban dirigidas hacia una persona en concreto. Y yo no era esa persona. Era Zait.

Zait comenzó a deletrear de nuevo sin sentido. Parecía no conocer algunas letras.

—Mira, Zait. Esta "O" que tiene un palito se pronuncia "A"...

Hasta ahora nunca le había enseñado a nadie a leer. Un reto interesante y muy, muy gratificante.

¿Cuánto tiempo pasó desde que nos pusimos a disfrutar de "Chocobo Tales"? El caso es que notaba que el sol se ponía entre los árboles del Bosque de los 100 Acres. Oí un pequeño bostezo proveniente del osito Pooh, quien se acercó a nosotros con curiosidad en sus ojitos.

[Little Sho]

Entre tanto, se me pasó el tiempo. Cuando me quise dar cuenta, no sabía cuánto había transcurrido desde que empezamos a leer, pero mis avances eran notables, Nadhia me había enseñado mucho.

Me puse a pensar que era gracioso que estuviésemos leyendo un libro dentro de otro. Aunque absorto en mis pensamientos, me di cuenta de cómo Pooh se acercó a nosotros.

Traía el tarro de miel vacío, y por un momento supuse que se tramaba algo.


— Muchas gracias por la miel Zait, estaba muy rica. Ahora iré a guardar el bote en mi casa. Pero quiero contarte un secreto —dijo acercándose a mi cabeza y tapando su boca con sus dos esponjosas patitas. Me gustó mucho escuchar aquello que me dijo, y como era un secreto, no tenía pensado en decirlo. Aunque me habló del lugar, detalladamente, dónde se encontraba el tesoro. Con esos datos, encontrarlo sería pan comido. Después de eso, se despidió de nosotros, cogió su tarro de miel y se metió en su casa.

Cuando se fue, le comenté a Nadhia algo acerca de lo que me dijo, pero sin ser muy fiel a ello, sin embargo, mientras le hablaba, noté la presencia de un broche de plata, a la altura del corazón, que sujetaba la rebeca que llevaba puesta. Aunque... ¿Era eso una rebeca? Yo que sabía de ropajes, ni siquiera alcanzaba a mi comprensión. Curioso, le pregunté por el dicho broche.

— ¿De dónde robaste ese broche de plata? —dije riendo.

[EspeYuna]

—Muchas gracias por la miel Zait, estaba muy rica. Ahora iré a guardar el bote en mi casa. Pero quiero contarte un secreto —dijo acercándose a la cabeza de Zait, y, tapándose la boca con sus pomposas manos de peluche, le contó entre murmullos su "secreto". ¿De qué trataría? ¿Y por qué a mí no?

Luego de que Pooh se fuese, Zait me contó algo de lo que le había contado Pooh. Aunque me costaba creerle.
Pero me contuve en preguntarle, ya que puede que no fuese asunto mío y fuese de verdad un secreto entre dos buenos amigos.

—¿De dónde robaste ese broche de plata? —miré mi broche con forma de corazón cuando Zait preguntó por él, entre risas.

Parece ser que a él también le había llamado la atención, como a Akio la primera vez que lo vio.

—¿Cómo voy a robarlo? No sería capaz de hacer algo así —tras defenderme de la inocente acusación por parte de Zait, me quité el broche y lo alcé, observándolo—. Lo encontré en la tienda de mi madre. Se les cayó a unos extranjeros, puede que de otro mundo distinto al mío. Aunque, quizás... no debería haberlo recogido nunca.

No sé si Zait podría entender lo último a lo que me refería. No le había contado nada del broche ni a Akio ni a ninguno de los aprendices con los que me había encontrado. Pero, ya que había salido el tema...

—Zait, puede que después de esto pienses que estoy loca, pero... han pasado cosas extrañas relacionadas con el broche desde que me encontré con Akio. Puedo... oír voces. Una voz en particular, la de una niña, diciéndome que la lleve a un castillo. Aunque ya he comprobado que no es el de Tierra de Partida —recordé mi casual llegada al hogar de los aprendices y sus maestros, aquella caída que podría haber sido mortal si no me hubiese salvado Ragun—. Y también, tuve una... pesadilla. En la que mucha gente gritaba tras una pared de cristal. Y, de repente...

Me entró un escalofrío desagradable cuando me acordé del tacto de aquellos repugnantes tentáculos, y de los penetrantes ojos amarillos de su dueño, aunque intenté no preocupar a Zait. Seguramente pensaría que había perdido la cabeza.

—Quiero comprobar una cosa —me quité el broche y cogí una de las manos de Zait. Se la cerré con el corazón de plata dentro, y coloqué su mano a la altura del corazón—. Zait, ¿sientes algo?

[Little Sho]

Me sorprendieron notablemente las palabras de Nadhia y aquello que me contaba. Según ella, con el broche de plata había podido sentir cosas extrañas, entre ellas destacaba el hecho de que había podido oír la voz de una niña pidiendo auxilio.

—Quiero comprobar una cosa —Nadhia se acercó a mí y, tras quitarse el broche, lo puso en mi mano cerrándola con cuidado—. Zait, ¿sientes algo?

Y entonces, un escalofrío recorrió mi espalda a la vez que mis ojos se abrieron por completo, mostrando miedo. En mi cabeza, muchas imágenes pasaban ante mí de manera fugaz. Pude observar una llanura enorme, y a lo lejos, se alzaba una enorme roca, el pase de imágenes cesó cuando unas garras afiladas se abalanzaron sobre mí. Asustado pensé que todo aquello finalizaría cuando, de repente, otra visión se aferró a mí.

En aquella ocasión, podía ver a una joven corriendo por una ciudad, se dirigía hacia un enorme catedral con una gigantesca vidriera de colores en su parte frontal, en lo alto, se divisaba un gran campanario. La joven corría, y corría, hasta tropezarse y caer, de forma que la visión terminó. Me levanté del tronco asustado, con miedo en el cuerpo. Pero la cosa no terminó ahí. Un grito, un llamamiento, simplemente una palabra proveniente de la voz de una persona, hizo que me llevase las manos a la cabeza para taparme los oídos; "¡Zait!".

Contemplé en mi mente, aterrado, la imagen de un enorme reloj alumbrado por la luz de las estrellas en una noche oscura. El reloj daba las doce en punto, por lo que sus campanas empezaron a sonar. El sonido tambaleante de las mismas, resonaba en mi cabeza con un terrible eco, atormentándome. Todo acabó cuando contemplé enfrente mía la imagen de un espectro. Me tiré al suelo jadeante y solté el broche, aferrándome a mi pañuelo. Si mi memoria no fallaba, había podido escuchar la voz de mi querido amigo Nate llamándome.

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Bueno, Nadhia, ya sabes, estaré ausente esta semana D:
A ver si podemos seguir con esto. Y bueno, no sé cómo está este último post, que la verdad no me ha gustado mucho >_>
Pero bueno, ya queda poco :3

[EspeYuna]

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No te preocupes. Nos leemos en una semana... ¡A mí me ha gustado cómo lo has dejado! Dejo la continuación :3

Me arrepentí por completo de haberle entregado la joya, pues el rostro de Zait me asustó. Se puso pálido, con la mirada perdida, como si hubiese visto un fantasma.

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—¿Zait? ¡Zait! —grité aterrorizada cuando el joven se levantó y al instante cayó al suelo, jadeando. Fui a socorrerle. Estaba muy aferrado al pañuelo que le rodeaba el cuello, acurrucado. Había soltado el broche y ahora éste yacía en la hierba del bosque—. ¡Zait por favor! ¡Mírame! ¡Zait!— ¿qué podía hacer? Estaba en shock y no me respondía. ¿Qué había visto? ¿Habría sido aquella espantosa criatura de mis pesadillas? ¿O había oído los gritos tras la muralla de cristal?

Sólo se me pasó una cosa por la cabeza. Sacar a Zait de allí y pedir ayuda a Mogara, la pequeña Moguri que me atendió cuando llegué a Tierra de Partida. Ella sabría qué hacer.

Aunque no tenía mucha idea de cómo salir del libro. Cogí a Zait, con mis pocas fuerzas lo levanté y pasé su brazo por mi hombro, agarrando su cuerpo. Seguía jadeando. "Debería avisar a Pooh", pensé, pero me preocupaba el estado de Zait como para perder el tiempo en despedidas.

Fui a recoger el broche de plata...

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Una visión espantosa atravesó mi cabeza, con el ruido lejano de unas campanas, muy parecidas a las de la Torre del Reloj de mi Villa. No... ese sonido era muy desagradable como para provenir de mi viejo hogar. Cerré con fuerza mis ojos para dejar de contemplar aquel ser que se encontraba en frente mía y de Zait. Pero no surtió efecto, incluso así el espectro seguía allí, podía sentirlo. Se acercó lentamente hacia mí y alzando sus garras hacia nosotros intentó llevarse a Zait.

No sé de dónde saqué el valor suficiente para invocar mi Llave-Espada y amenazar con ella al fantasma.

—A...¡Aléjate de él! —el espectro pareció detenerse. Volvió a alzar las garras y yo insistí con mi arma —¡No...no voy a dejar que lo toques!

Y fue entonces cuando lo vi. Un niño se hallaba atado a esa criatura. El muchacho gritaba desesperado. Pidiendo ayuda a alguien en particular.

"¡Zait!"

Abrí los ojos. Miré a mi alrededor, respirando con dificultad. Me encontraba entre las estanterías de la biblioteca, tirada en el suelo, sosteniendo entre mis brazos el cuerpo del pequeño Zait. Giré la cabeza. El libro se estaba cerrando a mis espaldas. Habíamos vuelto.

Mi...mi broche estaba en mi rebeca, perfectamente sujeto. ¿Cóm...cómo había...?

No, eso era lo que menos importaba en ese momento. Salí lo más apresurada que pude con Zait y grité pidiendo ayuda.
El pequeño Moguri encargado de la biblioteca voló hacia mí pidiendo silencio, pero se sobresaltó cuando se dio cuenta del estado de Zait.

—¡Por favor, avisa a Mogara! ¡Deprisa!

---

Una hora más tarde, Zait estaba siendo atendido por Mogara en su habitación de Tierra de Partida. Yo estaba en el pasillo, andando en círculos, muy preocupada por lo acontecido en el Bosque de los 100 Acres.

¿Qué había sido eso? ¿Por qué ese niño parecía estar atado a ese monstruo? Bueno, no atado físicamente... no sabía explicarlo. Sentía que el espectro tenía a ese niño atrapado, de alguna forma.

—¿Un...sincorazón?—susurré, nerviosa. Y recordé que había gritado el nombre de Zait. ¿Un amigo?

El sonido de una puerta me sacó de mis pensamientos. Mogara salió de la habitación. Me acerqué a ella.

—¡Mogara! ¿Qu...qué tal está?

—Todavía sigue temblando un poco kupó, pero la fiebre le está bajando kupó...

—¿Fi...fiebre?

—Sí, kupó... —mi pequeña amiga se quedó pensativa.

—¿Qué ocurre?

—Sus síntomas coinciden con los que experimentaste tú cuando llegaste a Tierra de Partida, ¡kupó! ¿Qué ha pasado exactamente kupó?

Le conté sin tapujos todo lo que había pasado. Y lo relacionado con el broche. Ella me pidió cogerlo entre sus pomposas manos. Al principio me negué, no quería que ella también acabase como Zait. Pero insistió tanto que no me dejó más remedio.

—Parece que este broche tiene algo en su interior, ¡kupó! Existen joyas, objetos en los mundos, que tienen atrapados dentro de ellos almas, corazones, kupó. Los poseedores de la Llave-Espada, en cierto nivel, pueden llegar a invocarlos, kupó. Lo mejor sería que hablases de esto con el Maestro Akio, ¡kupó! Porque puede que esas criaturas de las que hablas sean sincorazón, ¡kupó!

—Eso haré —tenía que hablar con Akio. No estaba loca. Aquel corazón de plata guardaba un terrible pasado. Y debía averiguar de qué se trataba— Mogara... ¿puedo pasar a verle?

—Sí, kupó. Pero no le dejes coger de nuevo el broche, kupó. Me sorprende que lo lleves puesto después de todo lo que me has contado, kupó. También avisaré a la Maestra de Zait, a Yami, ¡kupó!

—Descuida —me despedí de Mogara, que tenía que irse por trabajos que había dejado a medias por el incidente.

Entré en la habitación. Zait estaba tendido en la cama. Cogí un taburete y me senté a su lado. Me sentía tan culpable de su estado... yo quería ver de nuevo la sonrisa alegre de Zait, no aquel rostro lleno de espanto y dolor.

Agarré una de sus manos y la estuve acariciando durante un buen rato, esperando a que Zait despertase de sus pesadillas.

—Lo siento mucho, Zait...

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Creo que me he emocionado, pero lo creía necesario. Espero que pase pronto la semana para leer tu continuación ^^

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EDIT: Me equivoqué de Maestro. La Maestra de Zait es Yami, no Kazuki XD

[Little Sho]

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Bueno, es un dramatismo puro y propio, que en su medida está bien :D (???)
Me ha descuadrado un poco, la verdad. Pero supongo que está bien darle vidilla al encuentro~~

Lentamente abrí mis ojos. Seguidamente, me llevé las manos a la cara para frotarlos con algo de cansancio. Miré hacia el techo, era el de mi habitación. Levanté medio cuerpo, con una mano todavía en mi cabeza, me dolía bastante. Examiné con cuidado la habitación y me sorprendí al ver a Nadhia a mi lado. Pero entonces, empecé a recordar.

El dolor se hizo algo más punzante conforme viajaba a través de mis recuerdos, rememorando lo sucedido. Y entonces, llegué al mismo punto en el que perdí el conocimiento, la voz de mi amigo Nate llamándome.

—¡Nate! —grité a la vez que pegué un salto desde mi cama y extendí mi brazo para hacer aparecer mi llave espada. Me sorprendí a mí mismo cuando contemplé asombrado que era completamente distinta. Colgando de su mango, podía contemplarse otro llavero. Era dorado, y se componía por tres triángulos que, juntos, formaban una trifuerza. Era más larga que la anterior, y muy brillante. En una de sus caras, estaba grabado un texto en letras arcaicas. Mayor aún fue mi sorpresa al ver que comprendía perfectamente lo grabado allí. "Hero of Time" sería su traducción.

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Hice desaparecer mi nueva Llave Espada para llevarme nuevamente las manos a la cabeza, la cual me daba mil vueltas. Torpemente, me derrumbé en mi cama y suspiré profundamente. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía compañía, volví a pegar un salto, esta vez muy nervioso.

—¡En el nombre de la Reina! —grité asombrado. Aunque en el Londres actual gobernaba el Rey Eduardo VII desde hacía algo más de un par de años, había tomado la costumbre de usar esa frase en honor a la Reina Victoria —. Dios mío, no sabía que estabas aquí —le dije a Nadhia —. Siento mucho el desorden —dije mirando a mi alrededor. Aunque lo único que había en desorden era mi camisa tirada por el suelo, pues ya que no tenía muchas pertenencias que "ordenar".

Me rasqué la nuca con mi mano izquierda, dubitativo, mientras ponía algo de orden, hasta que los engranajes de mi cabeza empezaron a funcionar.

—¡Un momento! ¿Qué ha pasado? —dije sorprendido —. ¿No estábamos en el libro? ¿Y Pooh? ¿Está bien? ¿Y la miel? ¿Dónde está el tarro? —mis palabras fueron rápidas y fugaces, salieron de mi boca como las balas que los guardias del parlamento usaban en sus fusiles, y de manera muy atropellada.

[EspeYuna]

Vi a Zait abrir lentamente los ojos y, seguidamente, yo le solté la mano, pues se llevó las dos a su rostro, frotándose los ojos con debilidad. Intentó levantarse, sujetando su cabeza, como si le pesase demasiado. Había cansancio y confusión en cada una de sus expresiones. Se sorprendió al verme a su lado, y de repente, gritó un nombre que erizó mi cuerpo por completo.

—¡Nate!— y entonces hizo aparecer su llave-espada. Los dos nos quedamos absortos con la nueva forma de su arma. Tres triángulos unidos, más larga que su llavero anterior... y unos grabados extraños. No comprendía el misterioso mensaje.

Zait se llevó las manos de nuevo a la cabeza, totalmente mareado. Me levanté un poco de mi asiento para socorrerle, pero entonces se derrumbó en la cama, suspirando.

—¿Zait? ¿Te encuentras...bien?

—¡En el nombre de la Reina! —gritó, dirigiéndose hacia mí —. Dios mío, no sabía que estabas aquí. Siento mucho el desorden.

—No... no te preocupes, eso es lo de menos, yo... — pero no me dio tiempo a contestar. Zait me bombardeó con mil y una preguntas.

—¡Un momento! ¿Qué ha pasado? ¿No estábamos en el libro? ¿Y Pooh? ¿Está bien? ¿Y la miel? ¿Dónde está el tarro? —lo preguntaba de forma atropellado, casi tartamudeando, con las mejillas un poco sonrojadas por la fiebre.

Cogí una compresa húmeda, de un cubo lleno de agua caliente que me dejó Mogara, y lo posé sobre la frente de aquel vivaz niño de grandes ojos curiosos clavados en mí ahora.

—Tranquilo, Zait. Yo... lo siento. Ha sido todo por mi culpa —le señalé con mi mano libre el broche de plata que yacía en el centro de mi pecho—. Te hice coger el broche. Parece ser que está...maldito. No es que hayas perdido la consciencia, pero no me respondías, te caíste al suelo temblando. Estabas pálido —sólo de volverme e imaginar a Zait así me asustaba—. Y bueno, no sé cómo, pero conseguí traerte de vuelta a Tierra de Partida. Mogara te ha estado cuidando hasta ahora.

Quité la compresa de su frente y pregunté algo que no debería haber salido de mi boca. No era asunto mío, pero aquella escena que presencié antes de volver a la biblioteca. Tenía que hacerlo.

—Zait... ¿quién es...Nate? —acto seguido me disculpé— ¡No quiero ser una entrometida! Perdona si te lo pregunto, pero...creo que...le he visto. Con esa...criatura.

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EDIT para color

[Little Sho]

Nadhia cogió una especie de paño mojado en un bote de agua y me lo puso en la frente. Las gotas de agua que resbalaban por mi frente eran cálidas y suaves.

—Tranquilo, Zait. Yo... lo siento. Ha sido todo por mi culpa —comenzó mi amiga, mientras me señalaba el broche que reposaba en su pecho—. Te hice coger el broche. Parece ser que está...maldito. No es que hayas perdido la consciencia, pero no me respondías, te caíste al suelo temblando. Estabas pálido. Y bueno, no sé cómo, pero conseguí traerte de vuelta a Tierra de Partida. Mogara te ha estado cuidando hasta ahora.

Las palabras de la joven me hicieron pensar. Era cierto, me acordaba de todo aquello, me acordaba de las visiones que tuve y de aquello que vi mientras sostenía el broche. Lo cierto es que me entró una fatiga enorme tras cada visión. Pero lo que me asustó del todo fue verme rodeado de oscuridad, envuelto y cubierto por ella, y apreciar enfrente mía el monstruo en el que se había convertido mi amigo. Espectro, ése era el nombre otorgado al tipo de sincorazón que se formó con el corazón de mi gran amigo. Lo siguiente que recordaba sobre lo sucedido era una vaga imagen de mí de rodillas en el suelo del bosque, sosteniéndome con las manos y jadeando. Seguramente, perdería la consciencia tras aquello.

Me quedé callado sin decir nada. Nadhia se limitó a coger el paño mojado y quitármelo de la frente. Enseguida, su voz me sacó de mis enfrascados pensamientos.

—Zait... ¿quién es...Nate? ¡No quiero ser una entrometida! Perdona si te lo pregunto, pero...creo que...le he visto. Con esa...criatura.

—¿Nate...? —permanecí callado durante un tiempo. Sin decir nada —. Nate es mi mejor amigo. Cuando huí de Nunca Jamás en el barco de Garfio y acabé perdido en Londres, él me encontró. Me ofreció su mano, y yo creo que nunca llegué a soltarla. Es el único amigo que he tenido, y podría decirse que mi única familia. Pero hace mucho que le he... Perdido.

Agaché mi cabeza y miré al suelo, algo entristecido. Pero no duró mucho. Ya lo prometí una vez, y juré que no fallaría. No volvería mi vista atrás, no huiría, no tendría miedo. Yami me encontró y me otorgó el poder necesario para encontrarle, no le fallaría, no lo desaprovecharía.

— No creo que le hayas visto. Puede que sea así y sea cierto, y en cierto modo no lo niego. Tan sólo creo que no es así. Él ya no es cómo solía ser... Él se ha transformado en un sincorazón —dije apartando la vista —. Pero no importa. Voy a salvarlo, cueste lo que cueste. Y sobretodo, lucharé con fuerza y valentía. Un Espectro se lo llevó, y yo lo traeré de vuelta.

Y con esas palabras, mi Llave Espada apareció entre mis manos, brillando intensamente.

[EspeYuna]

—¿Nate...? —Zait se quedó callado durante un buen rato. Ese nombre lo conocía, sin duda —. Nate es mi mejor amigo. Cuando huí de Nunca Jamás en el barco de Garfio y acabé perdido en Londres, él me encontró. Me ofreció su mano, y yo creo que nunca llegué a soltarla. Es el único amigo que he tenido, y podría decirse que mi única familia. Pero hace mucho que le he... Perdido.

Mi corazón se paró cuando oí la última palabra. "Perdido". ¿Qué le había pasado a Nate? Bueno... llegados a ese punto no debía ser muy tonta como para no averiguar quién había sido el responsable.

"Sincorazón", pensé. Mi odio hacia ellos iba incrementando a cada segundo, a cada milésima. Me hervía la sangre. Sólo de pensar que algún ser querido mío estuviese bajo su poder... sin poder hacer nada por salvarlos. Zait agachó la cabeza por unos instantes, con la mirada triste y apagada. Pero no duró mucho. Alzó la cabeza, con un rostro decidido y lleno de valor.

—No creo que le hayas visto. Puede que sea así y sea cierto, y en cierto modo no lo niego. Tan sólo creo que no es así. Él ya no es cómo solía ser... Él se ha transformado en un sincorazón —apartó la vista de mí. ¿Cómo? ¿En un sincorazón? ¡Pero si yo le ví, perfectamente! Al lado de ese monstruo —. Pero no importa. Voy a salvarlo, cueste lo que cueste. Y sobretodo, lucharé con fuerza y valentía. Un Espectro se lo llevó, y yo lo traeré de vuelta.

La Llave-Espada brilló con intensidad en las manos de Zait. Su arma hablaba por él, expresaba sus sentimientos y sus deseos.

—¡Zait! No sé por qué, pero te puedo asegurar que vi a Nate. Gritaba tu nombre, parecía desesperado por alcanzarte. ¡Estaba atado a esa cosa! Bueno... ¡a ese Espectro, cómo tú lo llamas! ¡No es un sincorazón! ¡Me niego a creerlo! —no me daba cuenta del escándalo que estaba montando, había comenzado a alzar la voz demasiado, como si quisiera que mis palabras llegaran a Zait. No podía creer que aquel muchacho llamado Nate quisiera arrancar el corazón de su amigo.

Me levanté de la silla y, decidida, hice aparecer mi Llave-Espada.

—¡Te ayudaré a recuperar a Nate! ¡Te lo prometo! ¡Si yo le he visto ha sido por algo, estoy segura! ¡Y no me voy a quedar de brazos cruzados!

Mi arma también brilló con intensidad, aceptando la misión que me había encomendado. Un juramento.

Cuando me di cuenta de todo lo que había soltado, me sonrojé, algo avergonzada de mi comportamiento.

—Pe...perdona, Zait. Creo que me emocioné. Puede que yo sólo sea una carga después de todo... pero... quiero ayudar. Será mi pago por haberte hecho coger el broche.

Y agaché la cabeza, roja como un tomate. ¿Me había hecho la heroína por unos instantes? Era patética.