Desde luego Paul ante la oferta de Edge y al ver una oportunidad ideal para escaquearse del castigo no se lo había pensado dos veces antes de salir de la cocina con el rabo entre piernas. El chico peliazul, que seguía limpiando con esmero, suspiró con una sonrisa al ver lo poco que había tardado en marcharse su compañero. Acto seguido dejó descansar la fregona en el cubo y se quitó la cazadora, atándola mediante las mangas a su cintura para que no molestase.
“Y ahora que el novato ya no está…”De pronto Edge cogió rápidamente el mocho del cubo de agua y con un solo brazo lo hizo girar sobre sí mismo con gran maestría varias veces. Finalmente agarró el palo con las dos manos y, colocando la bayeta en el suelo con fuerza, empezó a desplazarse por la cocina a gran velocidad. Desde luego la práctica hace al maestro, y el aprendiz de la llave espada había fregado no pocos suelos en el pasado.
El cocinero, por su parte, tras haber perdido ya al otro aprendiz de vista respondió a la presentación del joven. Se llamaba Higashizawa y, a pesar de su encontronazo con Paul, parecía una persona correcta y educada, siempre y cuando no le tocaran la moral.
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Parece que provienes de un mundo donde a los pequeños condimentos como vosotros os han enseñado exquisitas reglas para convivir y respetar. Pocos son como tú, señor Lemmons. La mayoría de los aprendices son como una manada de perros sin ser amaestrados por sus amos. Aunque algunos Maestros no son muy... ―el cocinero no pudo terminar la frase.
Una chica de aproximadamente unos veinte años se abalanzó sobre el cocinero dándole un efusivo abrazo. Vestía una elegante prenda de ropa que, aunque poco común en Port Royal, le recordó a las vestimentas de Pae y Hiko, de Tierra de Dragones. Por el modo en que se dirigía a Higashizawa parecían conocerse bastante bien. Edge, quien seguía desplazándose por la cocina a toda velocidad, los observó con una sonrisa.
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Maestra Yami, ¿podría hacer el favor de soltarme?¡Maestra! Esa palabra sorprendió gratamente al aprendiz pero… sí, creía recordarla en el incidente de Bastión Hueco, había llegado junto a los otros maestros para rescatarlos desafiando a Ryota. Y de hecho incluso antes, haciendo memoria, durante la novatada que les había hecho Akio, no la había visto pero el niño travieso la había mencionado un par de veces. Pero sin duda alguna su actitud era… peculiar y, desde luego, muy diferente a la de Rebecca, algo que para Edge era de agradecer.
Al parecer la maestra Yami quería que “Higashi” le dejara la cocina, una petición que el chef denegó rotundamente, por la conversación dejaba claras sus malas referencias pasadas. La chica no paraba de dar brincos por la cocina mientras danzaba y decía cosas extrañas sobre una unión de… ¿jamón y jazmín? Al final acabó pasando lo inevitable y la maestra terminó chocando con Edge. El chico peliazul tuvo que hacer un esfuerzo para no caerse y así derramar el cubo de agua.
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¿Querido, a que tengo razón? ¡Si no uno hoy el jamón y el jazmín, los chocobos estarán tristes!El aprendiz miró de arriba abajo a la maestra Yami. Era una chica muy guapa, no mucho más mayor que él. Al tenerla tan cerca el joven no pudo evitar que, en una de sus sonrisas, sus mejillas se enrojecieran un poco. De pronto cogió las manos de la maestra y dijo:
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Témome que desconozco de qué me habla, señorita Yami. Mas si se trata de que alguien no esté triste, ¡seguro que usted tiene toda la razón! ―exclamó.
Y, sin embargo, no tenía ni idea de lo que le estaba hablando. Ni siquiera sabía lo que era un chocobo. El aprendiz parecía haberse olvidado no solo de la cocina y el comedor, sino también de la misión.