Aquella mañana se levantó más pronto que normalmente, ¡estaba decidida! Llevaba bastante tiempo oyendo a los aprendices hablar sobre algo llamado Tuipper, al parecer era una función de los teléfonos móviles que permitía decir lo que fuera que estuvieras pensando en aquel momento a tus seguidores —algo así como tus contactos o conocidos.
En un inicio, la muchacha se había resistido a aquel invento del demonio, pensando que era una simple moda pasajera y acabaría en pocos días; pero, al parecer, era más famoso por momentos en Tierra de Partida, por lo que decidió que era hora de hacerse una cuenta y probarlo.
Al menos, ese era el plan…
La chica se levantó temprano tal como había planeado. Estiró los brazos y bostezó antes de levantarse y empezar a arreglarse. Pero el sueño pudo con ella y se acabó durmiendo de nuevo mientras se vestía. Una voz tímida y la sensación de algo que le tocaba el brazo la acabaron por despertar.
—Miau… —<<Jess…>>— Miau miau miau miau miau, miau miau miaaau… —<<Si no te levantas pronto, nos quedaremos sin desayunaaaar…>> dijo casi en tono de súplica.
La muchacha se incorporó de golpe, con los ojos completamente abiertos.
—¡Me he dormido! —dijo mientras se acababa de vestir a toda velocidad— ¡Me muero de hambre!
En unos instantes estaba corriendo con el gato en brazos en dirección al comedor, esperando que no hubiesen dejado de servir el desayuno aún.
Por suerte aún quedaba comida para ellos, así que tomaron asiento en una mesa vacía y empezaron a comer. Fue entonces cuando Jess recordó sus planes para aquel día y sacó el móvil, dispuesta a proceder con la creación de su perfil.
Media hora después, la muchacha seguía en su empeño, tecleando como si no hubiera un mañana. Sin previo aviso, dejó el teléfono sobre la mesa con un gran golpe.
—¡Esto es imposible! —exclamó dirigiéndose al felino, quizá en un tono de voz demasiado elevado.
Treinta minutos y no había conseguido siquiera encontrar el acceso a Tuipper...