Puesto que los dos aprendices se conocían de antes, no tenían más que acordar un punto de encuentro y partir rumbo a la misión. Si lo veían conveniente, podían anticiparse a los acontecimientos e ir al desván de Tierra de Partida, donde encontrarían atuendos con los que disfrazarse y mentir a la familia del "honrado campesino". El papel de cada uno se lo tendrían que echar a cara o cruz, o negociarlo.
En cuanto llegaran, aterrizando en una zona desierta, tendrían que guiarse por el camino a las afueras de París para llegar a la aldea donde vivía Dominique, en una casucha casi de paja y adobe, puesto que el poblado en sí era muy rural, aunque tranquilo.
Los moguris les habían dicho que el tal Dominique les había citado horas antes de la llegada de sus parientes, para que prepararan la situación. No se quedarían mucho tiempo, ya que su destino era alojarse con sus padres en París. Y en confesión, estos también les revelaron que los 2400 platines que les iba a pagar salían de la venta de su propia cosecha de subsistencia.
¿A esos extremos iba a llegar para fingir que vivía una vida feliz y plena desposado? ¿Por qué tanto empeño en ocultarles la verdad? No parecía estar bien. Quizá, si querían, podían intentar convencerle de que cambiara de idea, si averiguaban el por qué. O simplemente hacían su representación y lo que saliera.
En breves lo descubrirían.