El apasionado discurso de Aru, que había finalizado con unas cuantas lágrimas, enmudeció a todos los presentes.
Desde su escondite en el pasillo, Dominique se había quedado boquiabierto, totalmente sorprendido a la vez que fascinado por las palabras de su esposa. Mientras, por su parte, Bavol se cruzaba de brazos y esbozaba una media sonrisa.
—
Lo ha hecho, Dominque —indicó el pequeño orgulloso—.
Por fin lo ha conseguido.El joven no le contestó. Sus ojos estaban fijados en el salón, aunque curiosamente no en la reacción de los padres, sino en la pobre chica que derramaba unas cuantas lágrimas. Dominique cerró la boca, a la vez que su rostro se volvía a enrojecer.
—
Qué insolente… —se atrevió a decir Benjamin, pero de pronto Anne le propinó una rápida colleja.
—
¡¿Te parece bonito lo que has hecho, Benjamin?! —exclamó enfurecida su mujer—.
¡¡Dominique nos invita por una vez a su casa y tú sólo te dedicas a protestar!! ¡¡Mira, has hecho que la esposa de tu hijo se ponga a llorar!!—
Y-yo, bueno, n-no era mi intención, sólo quería comprobar si… —tartamudeó el hombre un tanto avergonzado. Finalmente, decidió rectificar—.
L-lo siento, me he equivocado, seguro que Dominique y tú seréis muy felices juntos en vuestro matrimonio.—
¡¡Pues claro que sí, haréis una pareja la mar de linda!! —reafirmó Anne muy emocionado—.
Ains, creo que ya os hemos molestado suficiente por hoy. Será mejor que nos vayamos ya.—
P-pero… —Benjamin enmudeció al ver cómo su mujer le fulminaba con la mirada—.
S-sí, es hora de irse.Ambos se levantaron de su asiento listos para abandonar la casa. El hombre se dirigió directamente hacia el pasillo, donde se encontró con su hijo, quien le miraba con un atisbo de miedo y de inquietud.
—
D-dominique, sin duda, te has casado con una mujer muy... singular —reconoció—.
E-espero que seáis muy felices.Dirigió una última mirada de odio a Bavol y a continuación, abrió la puerta preparado para marcharse a la espera de que su esposa terminara con las despedidas. Por su parte, Anne se aproximó a Aru y con sus manos acarició el rostro de la joven con cariño.
—
Tranquila, querida, todo está bien —le consoló—.
Estoy segura de que seréis felices juntos durante todas vuestras vidas. —Anne dirigió una mirada a su hijo y sonrió tiernamente—.
A él se le ve muy enamorado de ti. Puede que muy hijo parezca muy frío, pero en el fondo tiene buen corazón. Espero que tú consigas abrirle más el corazón a los demás.Seguidamente, la mujer se acercó hacia su hijo y le aplastó de nuevo contra su pecho en uno de sus característicos abrazos.
—
Me ha encantado conocer a tu esposa, Dominique. Es una verdadera señorita —reconoció Anne encantada—
A ver si nos invitáis más a menudo.—
S-sí, madre —contestó mientras intentaba respirar.
Anne soltó al joven y acompañó a su marido hasta la salida. La puerta se cerró, los padres se habían ido aparentemente complacidos, la farsa había acabado. ¡Y parecía haber sido un éxito (más o menos)!
Dominique apoyó su espalda contra la pared mientras alzaba la mirada hacia el techo. Se fue deslizando hacia abajo poco a poco hasta sentarse en el suelo mientras sentía como desaparecía un gran peso en su interior.
Ahora que ya había terminado todo, el gitano decidió abandonar su posición y se acercó de una vez por todas a su Aprendiza. Bavol levantó un pulgar en señal de aprobación mientras esbozaba una amplia sonrisa.
—
Me has sorprendido, Aru —le felicitó el pequeño—.
No me esperaba que lo fueras a hacer tan bien al final. Gracias a ti los padres de Dominique se han ido contentos, ¿quién te lo iba a decir, eh?El pequeño se percató de que finalmente Dominique había decidido levantarse y aproximarse hasta ellos. Primero, se acercó a Bavol y tras rebuscar en uno de sus bolsillos, le hizo entrega de una bolsita gris llena de platines.
—
Aquí está el dinero que os prometí, habéis hecho un buen trabajo. Muchas gracias.—
Ah, encantados de ayudar, pero esta vez todo ha sido gracias a Aru.—
C-cierto…Dominique se dirigió a continuación hacia Aru. Se encaró con ella guardando muy poca distancia entre ambos y alargó sus temblorosas manos sin saber muy bien dónde ponerlas. Finalmente, las colocó en la cintura de la joven mientras intentaba decirle unas palabras.
—
M-me ha e-encantado esa r-respuesta q-que le has d-dado a mis p-padres —El muchacho parecía más nervioso que de costumbre—.
M-me has a-ayudado más d-de lo q-que me e-esperaba y había p-pensado si, bueno, si quizás… T-te gustaría que a-algún d-día s-saliéramos a d-dar un p-paseo o…La misión había acabado, pero las cosas se estaban complicando todavía aún más. El gitano decidió que tendría que intervenir para finalizar con aquel encargo. Justo cuando Dominique acercaba con evidente nerviosismo su boca a la oreja de Aru, sintió cómo los ojos le pesaban demasiado. Acto seguido, el joven noble cayó desmayado hacia atrás. El hechizo
Morfeo de Bavol había sido un éxito.
—
Tranquila, tranquila, sólo le he puesto a dormir —aclaró antes de que la chica se enfadara—.
Te he quitado un problema de encima, habría sido muy difícil que nos hubiera dejado en paz, ¿o no? Bueno, creo que es hora de que nos vayamos de aquí —indicó mientras se dirigía hacia la puerta guardando en un bolsillo la bolsa con la recompensa—.
A no ser que al final te quieras casar con él.El gitano soltó una risilla mientras abandonaba la casa. Finalmente, su misión había ido mejor de lo que se esperaba en un principio teniendo en cuenta las ocurrencias de Aru. Se quedó meditando sobre Dominique y las mentiras hacia sus padres, no sabía si estaba en lo correcto o no, pero lo entendía mejor que nadie. Al fin y al cabo, él estaba haciendo lo mismo con su familia.
No les había mentido, no les había dicho la verdad, simplemente había huido. ¿Era eso mejor que mentirles? No lo sabía, pero había sido su decisión.
Último post por mi parte. Ha estado entretenido~