[Bosque de los enanitos] Te colmaré de joyas

por **Nell** » Dom Feb 22, 2015 6:25 pm

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El zapatero enamorado, según los moguris, había citado a los interesados en la misión frente al Bosque Encantado, el lugar donde se decía que ocultaba la cueva repleta de joyas. Estaría preparado con un pico, tanto para extraerlos como para defenderse si hacía falta (porque de luchar sabía poco). Lo que fuera con tal de conseguir su preciado botín y declararse a su amada.

Los moguris les advirtieron también que, según se decía, la mina estaba siendo explotada por otras personas. No sabían mucho de eso, aunque quizá Light estuviera más enterado, puesto que había llevado allí a cabo una misión... Hacía años, eso sí.

En cualquier caso, su objetivo principalmente sería escoltar a Karl, llevarle hasta la mina y conseguir la gema. Y si se encontraban con que los tesoros allí guardados tenían "dueño", bueno, serían los aprendices quienes tuvieran que negociar, luchar u obtener el premio a toda costa.

Y... ¿había mencionado algo sobre un monstruo?

por **Light** » Vie Feb 27, 2015 1:59 am

Aquel día iban en busca de joyas. Ambos aprendices se habían comprometido a cumplir una misión que les obligaría a visitar el Bosque de los Enanitos, un mundo que Light ya había tenido la oportunidad de explorar. No guardaba especialmente buenos recuerdos de éste porque una maquina indestructible estuvo a punto de acabar con él, cómo podría olvidarlo. Esperaba que, por el bien de la misión, todavía no siguiera causando problemas en las minas.

Aterrizaron sobre una hermosa llanura que quedaba delante del tétrico bosque que iban a atravesar para llegar a las minas. Pudieron apreciar algunos pequeños animales como ardillas y conejos que corrían entre las flores, despreocupados.

Rápidamente, desmaterializó la armadura y la llave. Tras hacer desaparecer lo primero, Light sintió una suave y fresca brisa que acarició su rostro.

—Otra vez aquí —musitó, más bien para sí mismo.

»Mira, ahí viene alguien. ¿Será Karl? —Señaló con el dedo a una figura de la lejanía.

Karl se fue acercando progresivamente hasta que al final se detuvo delante de ellos. Se trataba de un muchacho de gafas redondas, posiblemente de menor edad que Light. Traía consigo una pico con la intención de cavar en la mina y conseguir una joya para su amada. No parecía demasiado fuerte a simple vista, pero ganas no le faltaban precisamente: llevaba el entusiasmo dibujado en el rostro.

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—Sois vosotros los que habéis aceptado el trabajo, ¿verdad? —Se ajustó las gafas sobre la nariz. Light se lo confirmó con un cabeceo—. Yo soy Karl, encantado. —Les tendió el brazo, simpático.

—Yo me llamo Light. Igualmente. —Estrechó manos con él.

En cuanto Bavol finalizara las presentaciones, sería hora de adentrarse en el bosque.

por **Tidus Cloud** » Sab Feb 28, 2015 2:40 am

Tras su éxito en la misión de Dominique, Bavol había decidido probar suerte con una nueva petición del tablón del Gremio. Afortunadamente, había coincidido en aquel nuevo encargo con su amigo Light, por lo que estaba seguro de que todo iría bien, incluso si finalmente se encontraban con un monstruo.

El mundo al que tenían que ir era el Bosque de los Enanitos, un mundo que ya había visitado con anterioridad, más o menos. Curiosamente, había tenido que viajar a él junto con Fyk y Mei para realizar otra misión relacionada con una Maquinista; sin embargo, después de merodear un rato, no encontraron nada y decidieron volverse a casa.

Ambos Aprendices aterrizaron en una llanura en el interior del bosque en el que se habían perdido la última vez. Mientras el gitano desinvocaba su Armadura, escuchó cómo Light le indicaba que el solicitante de la misión ya se acercaba.

—Uhm, ¿ya está aquí? —se sorprendió Bavol por su puntualidad.

El pequeño afinó la vista para fijarse bien en el aspecto del recién llegado. Se trataba de un escuálido chico con gafas que llevaba un pico para cavar en su mano.

—Sois vosotros los que habéis aceptado el trabajo, ¿verdad? Yo soy Karl, encantado.

—Yo me llamo Light. Igualmente.

—Y yo Bavol. —El niño estrechó sonriente la mano que el zapatero le tendía.

Hechas las presentaciones, el gitano indicó con un gesto de su mano que se adentraran en el bosque en dirección a la mina. Por la experiencia que había tenido con Dominique, era preferible no presionar a la gente con las motivaciones que les llevaban a pedir ayuda, sobre todo amorosas. No obstante, sí tenía algunas dudas sobre el encargo, así que aprovechó para comentarlo durante la caminata hacia la mina.

—Bueno, Karl, ¿sabes algo de la mina a la que vamos o de cuál es la piedra que estamos buscando exactamente?

por **Light** » Mié Mar 04, 2015 3:01 am

Los tres jóvenes se pusieron en marcha finalmente. Dejaron atrás el campo floreado para ir a parar a un escenario completamente distinto: un bosque frondoso y sombrío formado por escalofriantes árboles. Algunos de estos, muertos y podridos, ofrecían una visión espeluznante desde la lejanía: incluso algunos parecían tener cuernos, asemejándose a… ¿demonios?

—Bueno, Karl, ¿sabes algo de la mina a la que vamos o de cuál es la piedra que estamos buscando exactamente?

—No mucho. Todo lo que sabía ya os lo hice saber por el anuncio. Meros rumores, solo escuché que por aquí cerca se ocultaba una mina repleta de joyas —les recordó—. Intenté adentrarme en el bosque y encontrarla yo solo, pero… —balbuceó, sin llegar a terminar la frase.

—¿Pero qué? —Quiso indagar y saber más.

Intuyó por el silencio incómodo que Karl no quería contarlo; o que simplemente no le apetecía rememorarlo. Tras escasos segundos, finalmente confesó.

—Tuve que escapar, no me atreví a hacerlo. En este bosque hay demasiados monstruos, y en la mina… no sé, no me quiero ni imaginar. —Soltó un suspiro desalentador. No profundizó sobre lo que vio en el bosque y, en su lugar, comenzó a lamentarse—. Yo… soy solo un zapatero de poca monta, no he sostenido un arma en mi vida. N-no tendría ninguna posibilidad... —admitió, frustrado.

«Vaya…», a la legua se veía que le faltaba un poco de valor: Light pudo advertir que le estaban temblando los brazos mientras les hablaba.

—Bueno, para eso estamos nosotros, ¿verdad? —Intercambió miradas con Bavol. Intentó sonar lo más optimista y despreocupado posible para animar a Karl.

—Gracias. Seguro que sois más fuertes que yo.

Siguieron adentrándose en la espesura, cada vez más oscura y tétrica, hasta el punto que apenas podían ver con detalle el suelo que pisaban; así como las raíces de los árboles, con las que se podían tropezar si no caminaban con cuidado.

—Yo estuve en este bosque en una ocasión —confesó, sin dejar de caminar—. Me interné en aquellas minas y, en efecto, comprobé que había muchas joyas preciosas. —A Karl se le iluminó el rostro, aunque por muy poco tiempo—. Pero no os confiéis, este bosque es peligroso y las minas son aún peor. La última vez me encontré aquí una horda de infinitos monstruos: por mucho que los derrotaba seguían apareciendo sin parar, había infinitos. Hablo de los Sincorazón. —Se giró hacia Bavol, el único familiarizado con ese concepto—. No hagáis nada temerario y huid si surgen en grandes grupos —recomendó seriamente.

por **Tidus Cloud** » Jue Mar 05, 2015 12:08 am

Bavol escuchó con atención las palabras de Karl mientras caminaban por el tétrico bosque, aunque se había dado cuenta que como era su segunda visita ya no le parecía tan terrorífico. El pobre zapatero había intentado conseguir él mismo el diamante, sin embargo, había demasiados peligros para que lo pudiera afrontar solo.

—Bueno, para eso estamos nosotros, ¿verdad?

—Exacto, ¡nosotros te defenderemos!

—Gracias. Seguro que sois más fuertes que yo.

El gitano sonrió ante el agradecimiento de Karl, parecía un buen hombre, seguro que sería capaz de conquistar a la mujer de sus sueños tras cumplir aquella misión. En realidad, el pequeño no entendía mucho de piedras preciosas, por lo que esperaba que el zapatero supiera lo que buscaba.

—Yo estuve en este bosque en una ocasión. Me interné en aquellas minas y, en efecto, comprobé que había muchas joyas preciosas.

—Yo también visité este bosque para una misión. Fue entonces cuando conocí a Fyk —añadió Bavol dirigiendo una mirada cómplice a Light—. No llegamos muy lejos, pero no nos encontramos con nada raro y sé que por aquí cerca hay una casita que parece bastante segura. Si pasa algo, siempre podemos ir allí.

—Pero no os confiéis, este bosque es peligroso y las minas son aún peor. La última vez me encontré aquí una horda de infinitos monstruos: por mucho que los derrotaba seguían apareciendo sin parar, había infinitos. Hablo de los Sincorazón. No hagáis nada temerario y huid si surgen en grandes grupos.

—Ts, tranquilo, Light, yo soy un… —paró de hablar de pronto—. ¿Qué es eso?

Primero, escuchó un extraño ruido entre unos árboles a la distancia y después percibió que algo se movía entre los arbustos de aquella zona. Quizás sólo fuera un animal o quizás fuera uno de los sincorazón tan peligrosos que habitaba el bosque.

—¿Qué hacemos? ¿Miramos o seguimos? —preguntó Bavol retrocediendo unos pasos y preparándose por si algo les atacaba de pronto.

por **Light** » Dom Mar 08, 2015 3:53 am

—Ts, tranquilo, Light, yo soy un… ¿Qué es eso?

El sonido de la agitación de los arbustos le llamó ligeramente la atención. Sus reflejos le permitieron detectar a algo moviéndose entre las plantas, pero fue incapaz de deducir qué era exactamente. Se imaginaba que sería un simple animal, nada especial.

—¿Qué hacemos? ¿Miramos o seguimos?

—Debe ser un animal —opinó, totalmente seguro. El aprendiz ni siquiera se paró y continuó andando—. Centrémonos en llegar a las minas.

—Sí, estoy con Light. No podemos pararnos por cada ruido que oigamos —comentó, impaciente por salir de allí.

Siguieron andando por el tétrico bosque, en busca de las minas. Habían pasado ya dos años y Light apenas se acordaba del camino, por desgracia. Solo sabía con seguridad que tenían que llegar a una cabaña localizada en un claro del bosque; y desde ahí, atravesar el camino montañoso que directamente les llevaría a su destino.

Light se paró a los pocos minutos, delante de una bifurcación de dos caminos. Giró la cabeza hacia las dos direcciones, inseguro. ¿No habían pasado ya por allí? ¿Estarían andando en círculos? El aprendiz, que les había estado guiando hasta aquel momento, ya no sabía por dónde tirar.

—Siento deciros esto, pero… creo que estamos perdidos —indicó, rascándose la sien.

—¿Qué? ¿Y ahora qué haremos?

La cosa fue encima a peor: llegaron los Sincorazón. Débiles Sombras comenzaron a surgir del suelo, deseosas de devorar sus corazones. Al comienzo parecían ser pocas, pero a medida que los segundos transcurrían se añadían muchas más y acabaron formando un grupo descomunal.

—Repito, ¿y ahora? —Karl apretaba y mostraba los dientes, en guardia, cogiendo el pico con ambas manos. Si no quedaba otra estaba dispuesto a luchar por el bien de su amada, pero aquellas criaturas le inspiraban terror; incluso sus piernas temblaban.

—Escapemos, son demasiados —insistió Light, precavido, sin despegar los dedos del mango de la katana. Ya les había advertido sobre el número masivo de aquellas criaturas; y además, debían tener en cuenta que llevaban consigo a una persona que no estaba nada familiarizada con los Sincorazón. Si no podían protegerla, su vida correría mucho peligro.

Antes de realizar acción alguna, esperó la respuesta de Bavol y actuó posteriormente en consecuencia.

por **Tidus Cloud** » Dom Mar 15, 2015 3:35 am

—Debe ser un animal. Centrémonos en llegar a las minas.

—Sí, estoy con Light. No podemos pararnos por cada ruido que oigamos.

—¿Eh? ¿Estáis seguros? Bueno, vale…

Echó un último vistazo preocupado hacia los arbustos, quizás había algo de interés ahí. No obstante, decidió continuar con su camino, ya que sus otros dos acompañantes habían estado de acuerdo en ello. En parte lo comprendía, el zapatero sólo estaba ahí para conseguir la piedra preciosa que necesitaba, no para ir de aventuras.

Sin embargo, después de una pequeña caminata, dejó de caminar cuando se percató de que Light se paró delante de una bifurcación. Se adelantó al zapatero y se colocó junto al Aprendiz de la Llave Espada para preguntarle:

—¿Qué es lo que pasa, Light?

—Siento deciros esto, pero… creo que estamos perdidos.

—¿Qué? ¿Y ahora qué haremos?

—Uff, no tengo ni idea.

No tuvieron tiempo para hablar mucho más sobre ese tema. Algunas Sombras comenzaron a surgir del suelo para acabar con sus vidas. Rápidamente Bavol les apuntó con su mano dispuesto a achicharrarles a base de hechizos; sin embargo, se dio cuenta de que su número estaba aumentando exponencialmente.

—Repito, ¿y ahora?

—Escapemos, son demasiados.

—¡¿Pero no habías dicho que estábamos perdidos?! —exclamó Bavol sin saber muy bien a qué grupo de Sombras apuntar con sus manos. Eran demasiados como para que pudiera acertar a todos—. ¿Hacia dónde vamos?

El gitano se fijó en que los arbustos se volvieron a agitar acompañados con el mismo sonido que antes. ¿Se trataba entonces de otro sincorazón más? Sus dudas fueron resueltas muy pronto. Un ciervo emergió de un salto lo suficientemente grande como para sobrepasar a las Sombras.

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El animal señaló a los dos Aprendices y a Karl con un movimiento de cabeza. El pequeño gitano se quedó un tanto aturdido, ¿el ciervo estaba tratando de decirles algo? No era el momento para detenerse a pensar, los sincorazón estaban a punto de lanzarse a por ellos.

El ciervo volvió a repetir el cabezazo y seguidamente, comenzó a correr con todas sus fuerzas por uno de los dos caminos de la bifurcación. Bavol estaba seguro de que aquello tenía que significar algo y era mejor que nada, de manera que se dio la vuelta rápidamente y decidió seguir al animal.

—¡Vamos! —exclamó el Aprendiz alentando a sus dos acompañantes.

por **Light** » Mar Mar 24, 2015 10:33 pm

—¡¿Pero no habías dicho que estábamos perdidos?!

—Y es que lo estamos.

—¿Hacia dónde vamos?

—¡Por cualquier camino! ¡El caso es alejarse de los Sincorazón! —Su prioridad en aquel momento era dejar atrás a aquellas Sombras. No podían saber de antemano cuál era la dirección correcta, por lo que no valía la pena meditar su decisión, solo tenían que actuar.

Antes de ponerse en marcha, los aprendices y Karl volvieron a notar que algo se movía entre los arbustos. Tal como se había imaginado Light se trataba de un animal del bosque, una cría de cuervo. El adorable cervatillo surgió de las plantas, dejándose ver plenamente. De un gran salto superó a todas las Sombras acechantes, alcanzando a los jóvenes.

Karl se ajustó las gafas y se quedó mirando fijamente al animal. Light, sin soltar su espada, tampoco desvió la vista, expectante. El pequeño ciervo, insistente, parecía querer decirles algo a través de sus cabeceos.

Finalmente, el animal tiró por uno de los caminos de la bifurcación.

—¡Vamos!

Light asintió y se puso en marcha. Karl, lógicamente, también comenzó a moverse. Todos decidieron huir de la gigante masa de Sincorazón para seguir al cervatillo.

«Conocerá mejor el bosque que nosotros, me imagino», pensaba optimista mientras continuaba corriendo. Puede que aquella criatura les ayudara y todo.

Se giró de vez en cuando para asegurarse de que sus compañeros —más lentos que él— no se quedaban atrás; en especial Karl, quien parecía no estar acostumbrado a correr durante largos periodos de tiempo. Pero no le quedaba opción porque no podían permitirse parar a descansar: todo tipo de Sincorazón Purasangre surgían continuamente de la nada. Por suerte eran muy lentos y no les alcanzarían nunca.

Atravesaron muchas hileras de árboles y algún que otro pequeño arrollo. Para superar este obstáculo sin mojarse, solo tuvieron que saltar sobre una roca. Después, corrieron y corrieron hasta que fueron a parar a un diminuto claro que Light reconocería de inmediato.

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—Recuerdo perfectamente esta cabaña —indicó Light. Les señaló con el dedo un pequeño camino de tierra perfectamente apreciable—. Llegaremos a la mina si vamos por ahí, no hay pérdida.

Karl, que jadeaba por el cansancio, resopló aliviado.

—Entonces ya no estamos perdidos. ¡Genial!

—Sí, y gracias a nuestro amiguito —añadió, cruzado de brazos. Dirigió la mirada hacia el pequeño animal, que en aquellos momentos se encontraba bebiendo de un pequeño río. Dentro de aquel claro podría tomar agua tranquilo sin que los Sincorazón le atacaran.

Porque, en efecto, no había rastro alguno de aquellas criaturas hostiles allí, por lo que era un buen momento para descansar.

por **Tidus Cloud** » Mié Abr 01, 2015 5:58 pm

Afortunadamente, sus dos compañeros no tardaron en hacerle caso y decidieron seguir el camino que había recorrido el cervatillo. Gracias a su mejor forma física, Light encabezó la marcha hacia la libertad mientras Bavol, que intentaba llevarle el ritmo, miraba con preocupación cómo seguían apareciendo Sincorazón a su alrededor. Se mordió el labio con fuerza y con un último acelerón atravesó con un pequeño salto el arroyo que los distanció lo suficiente de las Sombras.

Después de aquello, no tardaron mucho más en llegar a un claro, en el que se encontraron una hogareña cabaña de madera. Bavol echó un último vistazo a sus espaldas para asegurarse de que no corrían peligro y soltó un último suspiro de cansancio al comprobar que los Sincorazón no les habían seguido hasta ahí.

—Recuerdo perfectamente esta cabaña. —Bavol se giró para mirar a su compañero y se dio cuenta de que señalaba a un camino cerca de la cabaña—. Llegaremos a la mina si vamos por ahí, no hay pérdida.

—Entonces ya no estamos perdidos. ¡Genial!

—Sí, y gracias a nuestro amiguito.

El gitano dirigió su mirada hacia el río junto a la casa y se percató de que allí estaba el ciervo, que los había salvado, bebiendo agua. Esbozó una sonrisa y decidió acercarse hacia el animal. Éste alzó la mirada y dejó de beber un momento al ver que Bavol se aproximaba hacia él.

—Tranquilo, tranquilo, no quiero hacerte daño —indicó mostrando las manos en son de paz—. Sólo quiero darte las gracias por habernos ayudado.

Tras mirarlo detenidamente unos segundos en silencio, el cervatillo se acercó hasta ponerse a unos centímetros de él. Contento de que el animal hubiera decidido confiar en él, le pasó una mano por su cabecita para acariciarle como muestra de agradecimiento por haberlos salvado. Sin embargo, notó cómo el hocico del ciervo descendía extrañamente hasta meterse de lleno en su bolsillo, para después con un rápido mordisco arrebatarle su contenido.

—¿Qué? ¡Noooo, devuélveme mis bayas! —El ciervo comenzó a correr en círculos mientras el gitano le perseguía—. ¡Light, ayúdame, me ha quitado las bayas! ¡Las había estado recogiendo durante todo el camino!

Era cierto. Sin llamar demasiado la atención ni de Light ni de Karl, había estado recogiendo unas bayas que había tiradas por el suelo mientras iban recorriendo una y otra vez el mismo camino del bosque sin saberlo. Y aunque le hubiera encantado recuperarlas, el ciervo aprovechó para escapar justo después de que Bavol acabara tropezándose en el riachuelo y se cayera de lleno en el agua.

—Ains, mis bayas… —se lamentó el Aprendiz mientras se recomponía y se frotaba la rodilla en la que se había hecho daño.

Suspiró resignado, lo mejor sería pensar que aquel había sido el precio que había tenido que pagar a cambio de que el animal les ayudar. No tenía sentido retrasar más la misión, de manera que mientras se intentaba ajustar la ropa mojada para que no le molestara demasiado, se volvió hacia sus compañeros.

—Venga, vamos a esa mina ya de una vez.

por **Light** » Sab Abr 11, 2015 12:17 am

Light, al igual que el animal, decidió acercarse al pequeño río para ingerir un poco de aquel agua fresca y cristalina. También aprovechó para humedecerse la cara y el cabello. Karl, que estaba chorreando de sudor, guardó un momento sus gafas e imitó a Light.

Mientras se refrescaban, Bavol y el pequeño ciervo parecían estar jugando. En realidad esa solo fue su impresión, no se trataba de ningún juego. Al principio no les prestó atención, incluso tras escuchar la exclamación del niño.

—¿Qué pasa? —Karl fue el primero en preguntarle.

Light retiró las manos húmedas de su cara y entró en contacto visual con su compañero aprendiz.

—¿Eh?

—¡Light, ayúdame, me ha quitado las bayas! ¡Las había estado recogiendo durante todo el camino! —confesó.

—¿En serio? —expresó, sin tomarle demasiado en serio. Poco podía hacer ya, pues el ladrón había puesto los pies en polvorosa. Entonces, Bavol se tropezó y se cayó al río sin remedio—. ¡Oh! ¿Estás bien?

Karl ayudó al pequeño gitano a salir del agua, extendiendo su brazo para que lo usara como apoyo.

—Parece que él mismo se ha cogido la propina por ayudarnos —opinó Karl.

—Ains, mis bayas…

—Bueno, luego puedes volver al interior del bosque y coger más. Si te atreves, claro. —Se llevó la mano a la sien y soltó una ligera carcajada. La verdad es que él no se jugaría la vida por un puñado de frutos que podía comer en cualquier otra parte.

Finalmente, decidieron poner rumbo hacia las minas por fin. Tomaron un camino que atravesó una zona del bosque bastante iluminada; y afortunadamente también segura, ninguna clase de Sincorazón se acercó a ellos en ningún momento.

Para hacer más amena la caminata, Light decidió iniciar una conversación. Algo había estado rondando por su cabeza desde hace bastante.

—Debes estar muy enamorado de esta chica —indicó Light—. Quiero decir, estás dispuesto a arriesgar tu vida para conseguir esas joyas. El bosque y las minas son lugares peligrosos como ya sabes. ¿No te conformabas con un regalo… más accesible?

Antes de contestarle, agachó momentáneamente la cabeza, tímido.

—Supongo que no. —Se rió—. Pero con estas joyas preciosas me aseguraré de que acepta mi propuesta de matrimonio. —Light en ese momento hizo una mueca de extrañeza, bastante impactado. Recordaba vagamente haberlo leído en la descripción del anuncio, pero seguía sin creerlo—. ¿Pasa algo?

—¿No eres muy joven para pensar en matrimonio? A simple vista parece que tienes menos edad que yo incluso.

Y continuaron conversando durante su ascenso por las montañas. Karl les habló de su amor, una privilegiada de la capital que era clienta común de la zapatería que regentaba. El rostro se le iluminaba cuando pronunciaba su nombre: Doña Brufilda. Les describió a la fémina como una hermosa dama de radiante sonrisa y cabello oscuro; según él, la mujer más bella del mundo. Estaba tan locamente enamorado que lo que más ansiaba era comprometerse con ella: su temprana edad no le parecía ningún inconveniente en absoluto.

Karl creía ciegamente que se ganaría su corazón con esas joyas. ¿Pero eso bastaría?

—Parece que hemos llegado.

Se detuvieron delante de la entrada de la cueva. Aparentemente no había cambiado demasiado desde su última visita, en aquellos momentos lucía igual que hace unos años.

En ese momento se preguntó qué habría sido de aquella chica maquinista, ¿seguiría causando problemas allí?

por **Tidus Cloud** » Lun Abr 27, 2015 1:27 am

Tras recomponerse después de la huida del cervatillo, Bavol acompañó a sus otros dos compañeros al camino hacia la mina. Durante el trayecto, Light se atrevió a preguntar el por qué de un regalo que conllevaba tanto riesgo. El gitano miró al Aprendiz con una ceja arqueada, el niño prefería no meterse en la vida de los solicitantes de las misiones.

No obstante, ya que había preguntado, escuchó con atención la historia de Karl sobre su amada Brufilda. Después de escuchar cómo planeaba ofrecerle el diamante para que aceptara su propuesta de matrimonio, Bavol sintió especial curiosidad sobre aquel tema. ¿Con que así era cómo se hacían esas cosas? No parecía una tarea tan difícil si de esa manera conseguía ganarse el corazón de su amada para siempre, pero había una pregunta que aún le rondaba por la mente.

—Bueno, ¿y si le das el diamante y al final no te quiere? —preguntó el niño sin ningún tipo de reparo.

Independientemente de lo que quisiera contestarle, Bavol continuó con su camino hasta encontrarse con la entrada de la mina. Dirigió una mirada a los otros jóvenes y tras asentir con la cabeza, se adentró en los túneles.

El interior de la mina estaba oscuro, pero no tanto como para no ver por dónde podían avanzar. Aunque al principio no pudo escuchar nada fuera de lo habitual, tras un rato una peculiar melodía llegó a sus oídos. Intentó buscar en la oscuridad la mirada de Light para indicarle que se dirigieran hacia el lugar del que provenía la cancioncita.

Fuera con él o no, el pequeño decidió atravesar el túnel desde el que se oía la música. A medida que se iba acercando, pudo ir escuchando más nítidamente lo que estaban cantando aquellas voces:

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Cavar, cavar, cavar, cavar
Y es bueno acabar.
Cavar, cavar, cavar, cavar
Y no menos cavar
Bavol no pudo evitar pegar un respingo al darse cuenta de lo que había descubierto cuando llegó al final del camino. Se trataba de una amplia cavidad, cuyas paredes estaban recubiertas de brillantes piedras de todos los colores. No obstante, aquello no era lo más sorprendente. Había, nada más y nada menos, que siete pequeños hombrecitos trabajando en la mina mientras entonaban la canción. Cuatro se encontraban cavando con los picos, dos estaban frente a una mesa trabajando con los diamantes y el último conducía una carretilla tirada por un burro.

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—Tenemos ya más de un millón —canturreó uno de los más gordos y de aspecto feliz.

—Solo con cavar este rico socavón —continuó otro con una expresión de asco pintada en la cara.

—Socavón, socavón —siguieron dos más a coro.

—¡Donde mil diamantes hay!

Cavar, cavar, cavar, cavar
Y luego recavar
Cavar, cavar
El cuento es el de nunca acabar

—Para aprender bien a excavar… —continuó el conductor de la carretilla entre bostezos.

—Muchos años hay que practicar

—Pero al saber excavar muy bien —canturreó uno de los enanitos de la mesa, el que tenía barba y gafas.

—¡Sabremos muy bien cavar!

Al no esperarse una situación como aquella, Bavol permaneció en la entrada de la caverna sin saber muy bien qué hacer. No sabía si aquellos tipos eran amigables o no, o si tan siquiera podía interrumpirles de su trabajo para preguntarles. Pudieran o no, estaba claro que habían llegado al sitio adecuado, había piedras preciosas por todas partes.

Fue entonces cuando uno de los enanitos, uno que estaba vestido con un trajecito verde y un sombrero lila, empezó a andar con movimientos alegres transportando en una mano un recogedor con unos cuantos rubíes.

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Iba tan metido en su propio mundo que continuó marchando hasta chocarse con Light, provocando que el hombrecillo cayera al suelo y echara una mirada aturdida al Aprendiz. Al instante, todos los enanitos giraron sus cabezas hacia la entrada observando al trío que acababa de llegar.

—Creo que acaban de darse cuenta que hemos entrado en su mina… —le susurró Bavol componiendo una sonrisa nerviosa.