[País de las Maravillas] Loca jardinería

[Light]

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Cronología:

Alec: Trama Crisis de Tierra sin dueño >> Loca jardinería
Light: Encuentro Reflexiones >> Loca jardinería

Light se revistió con la armadura y abandonó Tierra de Partida en glider para encaminarse hacia un mundo que jamás había pisado.

Se había comprometido a ir al País de las Maravillas para acabar con un gran Sincorazón que amenazaba a los habitantes de aquel mundo. No sabía su apariencia exacta, pero según el solicitante de la misión se trataba de un ser vegetal de gran tamaño.

En definitiva era solo eso, una simple misión en solitario. No le preocupaba demasiado el hecho de ser el único aprendiz en aceptarla porque iba con Gaomon igualmente, pero aun así… ¿Podrían apañárselas?

«¿Crees que podremos los dos con él», se cuestionó el eidolon, consciente en ese momento de las dudas de Light.

«No estoy seguro, pero haré todo lo posible. No llevo entrenando intensivamente meses para fallar ahora».

Tras atravesar un gran trecho del intersticio, avistó al final el mundo en cuestión. Se trataba de uno bastante variopinto, muy diferente a otros que había visto, con abundantes bosques y un gran castillo.

Conocedor de la naturaleza de su enemigo, optó por empezar buscando en la gran espesura, así que aterrizó allí mismo.

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Edit para poner bien los códigos~~

[LightHelco]

—Avistamiento de un enorme Sincorazón vegetal en el mundo del País de las Maravillas. Está causando estragos por todo el lugar y por mucho que lo intenten, los guardias de la Reina de Corazones son incapaces de acabar con él… —leía en alto la descripción de la misión que había cogido para realizar aquel día.

No era la primera vez que me atrevía con un Sincorazón que se había vuelto demasiado peligroso para el mundo, aunque era cierto que la última vez había ido acompañado de otra aprendiza y en esta ocasión iba a ser una misión en solitario. Bueno, no tan en solitario, ya que Ilana iba a acompañarme para buscar más fácilmente al monstruo.

—Supongo que tendré que tomarme esto como un entrenamiento algo extremo, tampoco creo que sea peor que subir una torre por delante de cinco miembros del bando contrario.

Invoqué el glider y dejé la gata se metiera en la cápsula de viaje antes de subirme yo con la armadura ya puesta. Asegurandome de que todo estuviese listo, ascendí en el aire y fui poco a poco dejando atrás el castillo hasta salir definitivamente de Bastión Hueco e ir en busca del mundo en donde debía realizar la misión.

Varias vueltas tuve que dar por el intersticio de los mundos hasta que hallé el que buscaba, me costó un poco, pero cuando lo ví ya fue fácil reconocerlo, no había tantos mundos que fuesen igual de coloridos. Bastos bosques cubrían el mundo y lo único que conseguía destacar entre ellos era un enorme castillo de colores rojizos, lo dicho, no había muchos como él.

—Estamos buscando un Sincorazón que según han descrito debe ser una planta, por lo que lo más probable es que esté escondido en una zona en la que se pueda rodear de maleza y árboles.

Me fui balanceando un poco con el glider para no perder del todo el equilibrio mientras pensaba un lugar en donde aterrizar. Un maullido de impaciencia por parte de Ilana me dejó claro que no podía quedarme todo el día pensando, así que finalmente volví a poner en marcha el vehículo y descendí al mundo con intenciones de aterrizar en uno de los bosques.

—Como el objetivo esté a doscientos kilómetros voy a obligarte a que me lleves —le amenacé en broma a mi compañera desprendiéndome de la armadura tras haber aterrizado y dejándola salir —. Venga, vayamos a buscar al vegetal este antes de que cause más problemas.

[Light]

Light echó un vistazo a su alrededor. El frondoso bosque permanecía en aquellos momentos de lo más silencioso, por allí no pasaba ni un alma. No parecía haber indicios de que un Sincorazón de los grandes anduviera cerca. Puede que estuviera muy alejado de su posición, o en otro lugar completamente diferente al bosque, a saber.

Comenzó a caminar sin ningún rumbo fijo. Lo primero que le llamó la atención fue la cantidad alarmante de carteles repartidos por el lugar. Todos estos señalaban hacia varias direcciones.

―¿Arriba? ¿Abajo? ¿Por aquí? ―Leyó en voz alta lo que venía escrito en los letreros, confundido. Incluso carteles con diferentes mensajes apuntaban hacia el mismo lugar―. ¿Qué demonios significa esto?

«No tiene mucho sentido, la verdad».

―¡Eh!

Light retrocedió rápidamente y se alejó del ser que se materializó a su lado. Una criatura, un gato color morado, había aparecido sobre un tocón, sorprendiéndole. El animal de rayas se mostró sonriente… ¿Le habría hecho gracia darle semejante susto?

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―¿Quién… no, qué eres? ―soltó, algo cortado.

―¿Qué seré? Esa no es la cuestión que nos atañe ahora ―expresó, sin borrar la sonrisa de su rostro―. Este bosque corre peligro y una mortífera criatura amenaza a todos los habitantes.

―¿El Sincorazón? ―No podía ser otro, estaba claro que se refería a él―. ¿Sabes dónde está esa criatura? ¡Dime!

―Podría estar en un lugar… o si lo ves desde otro punto de vista, en varios lugares de este bosque, jujuju. Tendrás que andarte con cuidado, las impostoras os señalarán el camino.

«¿Eh…?».

―Las flores son buenas consejeras, jujuju.

―¡Espera!

Y tras darle la última pista, desapareció sin dejar rastro alguno. Light se quedó pasmado durante varios segundos, en el sitio.

―Pues vale.

No le había quedado muy claro, pero lo tendría en cuenta; en especial lo de las flores.

Decidió caminar hacia la flor más cercana. Si éstas servían para aconsejarle, qué otra cosa podía hacer que probar a pedirles ayuda. Le parecía absurdo y no esperaba que le contestaran, seguramente se tratara de alguna broma de aquel extraño gato.

Definitivamente, se sentía realmente estúpido por lo que iba a hacer a continuación...

―¿Podrías indicarme dónde está el Sincorazón gigante? ―preguntó con inseguridad, no pensaba que fuera a responderle.

―Dame una Ultrapoción.

Se quedó sin habla, de nuevo. ¿Iba en serio? No sabía qué resultaba más sorprendente: la capacidad de hablar de la planta o su descaro.

La respuesta de Light no tardó mucho en hacerse oír.

―No.

Ya probaría suerte preguntándole a una flor más cooperativa.

[LightHelco]

—Vale, llevamos casi media hora explorando este lugar, te toca llevarme.

Ilana saltó inmediatamente maullando ante aquella petición, aunque tras ver que iba totalmente a broma se relajó y continuó andando detrás de mí. Mira que podía llegar a ser ilusa, de ninguna manera iba a hacerla cargar conmigo, tendría que pasar a medir lo mismo que un ratón para poder subirme a su lomo.

—De todas formas andando simplemente no vamos a encontrar nada y tú ya has dejado claro que no consigues captar ningún olor extraño —. Me llevé las manos a los bolsillos suspirando, a este paso no íbamos a encontrar al Sincorazón nunca.

Un nuevo maullido por parte de mi compañera, me llevó a volverme hacia ella y ver que sus orejas se habían levantado más de lo normal, indicio de que había olido algo que no fuesen flores.

—¿Has sentido algo, Ilana? —. La gatita asintió empezando a moverse en una dirección con su hocico apuntando a varios puntos —. A ver si con suerte es nuestra plantita devora corazones.

No resultó ser el Sincorazón lo que encontramos, si no una pareja de soldados mirando entre arbustos y matorrales. Aquello lo hubiera tomado como una escena de lo más normal si no fuese por el aspecto de los dos soldados. ¡Eran cartas! Como las que yo usaba para hacer mis trucos de magia, enormes cartas inglesas con brazos, piernas, cabeza y una lanza.

—Al siguiente que alucine cuando visite Ciudad de Halloween le voy a traer a este mundo —murmuré sin poder apartar los ojos de los dos naipes ¿en serio aquellos seres eran los habitantes de este mundo? —. Supongo que no perdemos nada por preguntarles. ¡Disculpen! —exclamé acercándome a ellos tranquilamente —. Ando algo perdido y me preguntaba si ustedes dos podrían sa-

Y antes de que pudiese terminar la frase ya tenía dos lanzas apuntando a mi cuello y las caras de pocos amigos de los soldados enfrente. Por unos segundos no estuve muy seguro de si era mejor levantar las manos o simplemente quedarme quieto, aunque si tuve que poner mi pierna delante de Ilana ya que ésta adoptó una pose para prepararse a saltar sobre los soldados si hiciera falta.

—¿Qué hacéis en los dominios de su majestad, la Reina de Corazones? —inquirió el soldado que tenía el palo de Picas acercando un poco más la punta de la lanza.

—Vaya, me disculpo si me he adentrado en la propiedad privada de alguien, pero no soy de por aquí y por lo tanto he acabado perdido —pedí perdón a la vez que respondía intentando mantener la calma, esas armas estaban empezando a no gustarme nada —. En realidad vengo por el problema del Sincorazón que se reportó hace poco, incluso he traído el informe por si no me creéis.

Con cuidado, saqué de debajo de la chaqueta el folio en donde estaba impresa la misión y los detalles de esta. Sin perder un segundo, el soldado de Picas me arrebató el papel y junto a su compañero (que al fijarme vi que era el Cinco de Diamantes) empezó a leer lo que estaba escrito, eso sí, aún tenía sus lanzas a centímetros de garganta.

Tras comprobar unas cuantas veces la misión, los naipes bajaron finalmente sus lanzas y me devolvieron la hoja.

—¿Así que vos sois uno de los cazadores encargados en matar estos monstruos? Sentimos entonces el haberle atacado de esa manera —. No era algo a lo que le fuese a dar mucha importancia, seguía entero después de todo —. Y referente a este pequeño error… —. Los dos soldados se tiraron al suelo de rodillas casi llorando —¡No le contéis esto a la Reina, se lo suplico!

¿Qué?

—Si su Majestad se entera de que casi acabamos con su vida, ¡nos cortará la cabeza!

¿Pero a santo de qué venía todo aquello? Era normal que hubiesen desconfiado de mí en un principio, haberlo hecho dejaba claro que eran buenos soldados ¿por qué ahora parecían niños que habían perdido su pelota?

—Vale, vale, vuestro secreto está a salvo conmigo —respondí esperando que aquello les ayudara a calmarse, no entendía qué demonios pasaba, pero no iba a condenar a dos hom… cartas por un error —. Pero a cambio deberéis ayudarme a capturar al Sincorazón.

Aunque nada decía que no pudiese aprovecharme un poco de la situación. De todas formas a los naipes no debió de importarles el embarcarse en una misión suicida, porque se levantaron al instante colocándose en posición firme.

—¡A sus órdenes, señor cazador!

Me preguntaba si en aquel mundo todos serían tan raritos como ese par. Prefería no saberlo sinceramente.

[Light]

―¡Dame un éter!

―¡Dame un elixir!

―¡Dame una panacea!

―¡Dame una nave gumi!

Ni siquiera se molestó en darles un “no”, simplemente las ignoró y siguió caminando.

Seguía interrogando a las flores y éstas no le daban ninguna información útil, de hecho solo le pedían objetos. ¿Y qué lógica tenía que la última deseara una nave? Bueno, en realidad ninguna planta se salvaba: todas eran de lo más peculiares.

Aquel mundo empezaba a resultarle cada vez más absurdo.

«Ese gato y todas las plantas nos están vacilando, ya te lo digo yo», le dijo mentalmente al eidolon, totalmente convencido.

Se detuvo ante la siguiente flor y, educadamente (puede que su brusquedad fuera la causa de que fueran tan cabronas con él), le preguntó por el Sincorazón que tantos problemas estaba causando en el bosque.

La planta tardó bastante en contestarle y eso le extrañó. Demonios, ¿se trataba de una flor normal y corriente? A diferencia de ésta, las otras le habían respondido de inmediato...

―¿Hola?

Repentinamente, sus pétalos se abrieron para mostrar lo que ocultaba en su interior.

Una cabeza negra y un par de ojos color ámbar. ¡Un Sincorazón!

No duró ni dos segundos. Light, con llave en mano, retrocedió de un salto ante la desagradable sorpresa y mandó una potente Onda Lunar que le dio de lleno al vegetal. Éste liberó un rugido lleno de dolor y desapareció rápidamente.

―Bueno, ha sido fácil ―expresó, más calmado.

«¿Qué…?».

Un rugido desgarrador mucho más tremendo que el de la pequeña planta le desconcertó por completo, obligándole a mirar hacia varias direcciones para intentar localizarlo. Venía de alguna parte de aquel bosque, pero no supo decir de dónde.

―Las flores y las impostoras. Me pregunto si…

En cuanto empezó a cavilar, le pareció escuchar unas voces; incluida una que le resultaba muy familiar. Varios individuos se estaban acercando a su posición rápidamente…

Decidió ser precavido y se ocultó entre los frondosos arbustos. Desde ahí comprobaría quién estaba viniendo, agachado.

[LightHelco]

—Entonces, según los testimonios de los aldeanos, ¿dicen haber sido atacados por las plantas del bosque? —resumí lo que me habían estado contando los dos naipes mientras caminábamos —. Pero vosotros aseguráis que las flores de este lugar nunca han hecho daño a nadie, como mucho ser insistentes con sus caprichos, ¿estoy en lo cierto?

—Totalmente, señor cazador.

—Podéis llamarme Alec —les pedí sin ganas, creo que les había dicho mi nombre ya varias veces durante el camino.

—Perdone, señor Alec —. ”Podéis dejaros del señor también” —. Y así es, las plantas de este bosque nunca han intentado causar molestias más allá de insistir con el hecho de que querían un objeto, pero desde hace unos días hemos tenido estos ataques sin lógica alguna por parte de ellas. Incluso algunos de nuestros compañeros han sido atacados por las flores.

—Cierto —le interrumpió el otro soldado al primero —. Es por ello que estábamos buscando cualquier cosa que pudiese explicar este comportamiento tan extraño. Creemos que podría ser cosa de ese monstruo que han visto, pero no sabemos nada más.

Me llevé la mano a la boca pensativo. Ese mundo muy lógico no era, pero imaginaba que dentro de su locura existirían normas y pautas como en otros mundos y cuando algún mundo veía que una de sus normas se venía abajo, era por la aparición de Sincorazón. Mirando a mi alrededor, encontré una de aquellas flores que habían mencionado y haciéndoles un gesto a las dos cartas, les pedí que se acercaran. Eso sí, no pude impedir que lo hicieran con sus lanzas en alto.

—Veamos si la teoría de las flores violentas sirve con todas las del bosque —les dije a los naipes colocándome frente a la plantita —. Muy buenas, florecita, estamos investigando algunos casos en donde varias de sus amigas (e incluso usted) han atacado a ciudadanos inocentes ¿Puede aclararme los motivos de esto?

Quiero que se tome en cuenta que acababa de hablarle a una flor como si se tratase de una persona racional, normal y corriente, se me estaba empezando a pegar la locura de este lugar. Centrándonos en la flor, esta se quedó unos segundos en silencio antes de responder con algo que no me esperaba.

―¡Dame un elixir!

Ya me habían avisado los dos soldados de que las plantas eran bastante pedigüeñas, pero no me esperaba que necesitarán un objeto tan valioso para usarlo con ellas. Lo bueno es que aquella respuesta sirvió para relajar un poco a los dos hombres, que empezaron a bajar sus armas.

—Desafortunadamente no cuento con el objeto que me exigís, ¿podría ofreceros alguna otra cosa a cambio? ¿O quizás respondernos sin necesidad de pago?

Un nuevo silencio por parte de la planta antes de volvernos a responder con su petición.

—Ya le hemos dicho, señor Alec, son muy insistentes con lo que quieren —me recordó el soldado de Picas —. Lo mejor será que busquemos algún otra planta que nos pida un objeto menos valioso, al menos ya sabemos que no todas han adoptado esa actitud violenta.

En eso tenía razón la carta, la flor no había intentado atacarnos en ningún momento haciendo que la teoría sólo fuese cierta de forma parcial, a no ser que no encontrásemos ninguna planta que llegara a intentar hacernos daño. Aun así yo no tenía ganas de ir hablando con todas y cada una de las flores de este bosque solo para saber si el Sincorazón que buscaba estaba detrás o no. Y la única que iba a poder librarme de una tarea tan aburrida era la planta que tenía en frente mío.

—Tampoco tenemos que alterarnos, hay más de una forma para convencer a nuestra floral amiga —. Sonreí con malicia mostrando una de mis manos y haciendo que en la palma de esta se formara una bola de fuego que asustó a todos los presentes —. Y bien, ¿seguimos insistiendo en lo del elixir?

―¡Dame un elixir!

Reí por lo bajo antes de acercar la pequeña esfera de llamas a la planta, colocándola justo debajo de esta.

—¿Has dicho algo? Creo que no te he escuchado bien, así que si puedes repetírmelo me harías un gran favor —le hablé con tono amenazador a la planta sin alejar el fuego de ella.

Las dos cartas intentaron detener mi método de interrogación, por suerte Ilana se encontraba entre los tres y no dudó en maullar con fiereza a los dos soldados dejándoles claro que si se acercaban a mí sufrirían las consecuencias.

Mientras tanto la flor se mantenía en silencio, pero me pareció que se retorcía un poco, seguramente nerviosa por tener una llama a pocos centímetros de sus pétalos. Tras un rato, dejó de insistir y declaró finalmente:

—Impostoras. Él las trajo, ellas nos destruyen. Las hijas del gran monstruo, que mientras duerme sigue comiendo.

La planta no dijo nada más, pero debido a que lo que había dicho era de utilidad, hice desaparecer el conjuro y dejar que la flor se calmara.

—Parece que al final mi monstruito si tenía que ver en todo esto, veamos si hay por la zona alguna planta cerrada —sugerí poniéndome en marcha —. Aunque también podemos ver si esas plantas falsas que ha mencionado nuestra floral amiga tienen algo extraño que las ligue al monstruo. Sea lo que sea, nos toca seguir buscando.

Los soldados decidieron no cuestionar mis métodos tras ver el buen resultado que habían tenido y simplemente me siguieron en busca de alguna nueva pista. La que no lo hizo fue Ilana que se quedó plantada en el lugar mirando hacia algún lado y con sus orejas levantadas como si hubiese escuchado algo peligroso.

—¿Ocurre algo, Ilana? —le pregunté a la gatita deteniéndome.

Esta maulló en la dirección en la que tenía la vista clavada, pero tras unos segundos se dio la vuelta y volvió conmigo. Quizás simplemente hubiese sido un conejo dando brincos por la zona, si hubiese sido nuestro Sincorazón su forma de alertarme habría sido muy diferente. En definitiva, dudaba que fuera algo a lo que debía darle muchas vueltas.

[Light]

«¿Alec? ¿Bastión Hueco está metido en esto también?».

Resultó toda una sorpresa ver llegar a Alec, antiguo compañero y actual Portador del bando de Bastión Hueco. Podía deducir por su conversación con aquellos naipes (¿Naipes? ¿En serio?) que estaba enterado de los incidentes que se habían dado en el bosque de aquel mundo. Todo parecía indicar que se encontraba allí para investigar los oscuros sucesos.

Las cartas vivientes parecían estar bastante bien informadas. De todos modos, le repateaba que acompañaran al mago. ¿Qué demonios hacía Alec que no se libraba de ellas ni las daba esquinazo? No debían entrometerse en una misión tan peligrosa, ¿acaso pensaba dejarlas ir con él?

Aunque claro, los de Bastión Hueco rechazaban los ideales de Tierra de Partida; y la orden misma. ¿Por qué se sorprendía?

Enarcó las cejas y se quedó pasmado cuando fue testigo de la amenaza del mago, quien acercó una peligrosa bola de fuego a la flor que no le respondía. Aquel era un acto vergonzoso sin duda para Light, él no se veía capaz de hacer algo como eso.

La planta se dignó a hablar al fin. Parecía que las flores impostoras estaban estrechamente relacionadas con aquel monstruo, ya no cabía ninguna duda. Esto ya se lo había confirmado el gato de rayas.

«Las impostoras señalarán el camino», no se había olvidado de aquellas palabras. Debían seguir buscándolas para alcanzar al gran jefe.

«¿Eh?».

Dispuesto a seguirles, comenzó a revolverse entre los arbustos. Inmediatamente se dio cuenta de que la mascota del brujo estaba mirando hacia su dirección, completamente parada. Light, que quizás había provocado demasiado ruido al moverse, la maldijo mentalmente y permaneció inmóvil a partir de aquel momento, todavía oculto.

Quedarse ahí escondido le pareció absurdo al principio y se preguntó si ambos podrían cooperar para lidiar con aquella amenaza. Pero claro, el chico no podía olvidar que los bandos estaban en guerra...

Si Alec tenía otro objetivo en aquel mundo, lo averiguaría: puede que Bastión Hueco estuviera tramando algo oscuro allí. Por el momento les seguiría y no se dejaría ver. Gracias a la espesura del bosque podría mantenerse oculto.

Aunque a la vista de que la gata de Alec tenía unos sentidos espeluznantes (todavía no se podía creer que le hubiera detectado), no le quedaría otra que ser mucho más cuidadoso.

[LightHelco]

—Señor Alec —me llamó uno de los guardias mientras buscábamos más de flores parlantes —. ¿Realmente iba a quemar a aquella planta? Se que es por conseguir cazar al monstruo antes de que cause más daños, pero eso ha sido algo…

—¿Cruel? —terminé la frase del naipe sin apartar la mirada del camino —. Admito que he recurrido a algo que se puede considerar inmoral, pero podéis estar seguros de que no iba a hacerle ningún daño a la florecita —respondí para que los dos soldados se calmaran —. Es solo que no estoy por la labor de perder el tiempo buscando una flor que nos hablase sin necesidad de tener que darle un objeto que quizás no tengamos a cambio. Se que ha sido un método drástico, pero ha funcionado y ahora ya tenemos una pista con la que guiarnos.

Mientras andábamos, notaba mediante el enlace que Ilana se sentía preocupada, ¿tendría algo que ver lo que había sentido hacía unos minutos? No estaba muy seguro de si debía fiarme de los agudos sentidos de mi compañera, estábamos en un bosque y conociéndola se habría podido fijar en un pájaro o un conejo que correteaban por la zona. Pero las emociones que me transmitía eran más dadas a que alguien hubiese estado espiándonos.

—Si vuelves a escuchar algo fuera de lo normal avísame, Ilana —le dije finalmente a la gatita no viendo con seguridad si debía aceptar directamente la posibilidad de un espía —. Mientras tanto vayamos a investigar esa zona de ahí, parece que tiene bastantes de esas flores.

Pude contar hasta cinco capullos de flor reunidos en un circulo de arboles y arbustos, si no fuera porque estábamos de misión habría tomado ese lugar como una zona para echarse una siesta. Cuando llegamos allí, me acerqué a una de las flores y le di un par de golpecitos suaves con la mano para ver si reaccionaba.

—Perdona, una de tus compañeras nos ha dicho que estáis teniendo problemas con un monstruo que tiene flores falsas entre vosotras ¿podrías decirnos alguna que conozcas?

La flor no contestó, siquiera llegó a pedir algo. Imaginé que podría estar dormida, tampoco me parecía algo raro, por lo que pase a la siguiente para repetir la pregunta cuando escuché como un siseo cerca nuestro. Al girar la cabeza hacia la zona donde creía que procedía el ruido, vi que dos de las plantas se movían de forma extraña. Unos segundos después todas empezaron a imitar a la pareja y empezar a abrirse.

—Creo que hemos encontrado a las impostoras —pensé en alto al ver las caras negras con bocas zigzagueantes que ahora mostraban las plantas.

Cinco pares de ojos de color ámbar nos miraron a la vez antes de que las monstruosas flores saltaran sobre nosotros. Sin perder ni un segundo, conjuré un hechizo Piro que estampé contra la primera planta que pude pillar, esta prendió fuego al momento y poco después se deshizo en el aire, al menos aquellos Sincorazón florales no eran muy poderosos. Una pena que fuesen numerosos.

Los dos soldados apartaron a otras dos de las flores golpeándolas con sus lanzas, pero solo uno de ellos consiguió hacer desaparecer a su rival. Cuando lo hizo, los cuatro pudimos escuchar un terrible grito proveniente de alguna zona del bosque lejana a nosotros. Aquello nos dejó tan patidifusos a los cuatro que los tres Sincorazón restantes no tuvieron problemas para saltarnos encima nuevamente y para cuando me fije tenía la boca del monstruo tan cerca que no estaba seguro de si podría lanzar un Piro a tiempo.

[Light]

Oteó unas descomunales setas y decidió impulsarse con un Doble Salto para moverse por encima de éstas. Avanzar entre los arbustos resultaba bastante complicado teniendo en cuenta que el mínimo ruido podía volver a alertar a la gata del brujo; por no hablar de que cada poco el kimono se enganchaba en las ramas.

Light andaba por la zona superior del bosque a la par que Alec y los naipes, que iban por debajo. No llegó a escuchar la conversación que estos compartían debido a la distancia que les separaba. Si no se acercaba un poco más, jamás podría descubrir si Bastión Hueco maquinaba algo allí.

Finalmente, llegaron a una zona repleta de flores. Se detuvo a observar lo que sucedía a continuación, atento a la reacción de los vegetales. Permaneció todavía en esa zona superior del bosque.

El aprendiz de Ciudad de Halloween comenzó a interrogar a una de las flores y Light prestó mucha atención a su respuesta; una que se hizo esperar bastante, a diferencia de las plantas normales.

Agarró el filo de la katana y se puso en guardia.

Tal como se imaginaba, se trataba de otra impostora. Y no era la única, las demás flores también se abrieron y dejaron ver su rostro oscuro. Los Sincorazón ahora estaban rodeando al aprendiz y a los extraños naipes que viajaban con éste. Ya había comprobado que no eran demasiado fuertes, por lo que Light tenía la esperanza de que se las arreglaran para vencerlas a todas.

En cuanto uno de los monstruos fue derrotado, volvió a escuchar el mismo sonido desgarrador de antes. No podía ser casualidad.

Esta vez fue capaz de localizar la dirección del sonido. Pero no se dirigió hacia el origen de éste. Justo en ese momento, las flores que quedaban vivas se abalanzaron sobre sus presas, distraídas por el rugido rompedor.

En un acto reflejo, dio un paso hacia adelante y agitó la katana múltiples veces, liberando varias Ondas lunares sucesivas que descendieron raudamente. Sus ataques cortaron limpiamente los tallos de las criaturas, asesinándolas en el acto. Una de las ondas pasó muy cerca de Alec, produciéndole un corte muy insignificante en la mejilla, prácticamente invisible.

Una vez se desvanecieran, Light quedaría al descubierto. Podrían verle sobre un alto níscalo; no por mucho tiempo, porque descendió de un salto para acercarse a ellos. Ya le habían encontrado, así que para qué seguir escondido.

―Habéis tenido muy mala suerte al acabar en un sitio plagado de flores como éste. ¿Estáis heridos? ―se dirigió a los guardias en particular mientras se aproximaba a ellos. No prestó atención al brujo, ni siquiera le miró―. Os recomiendo que os deis la vuelta, el bosque es ahora un lugar muy peligroso ―les recomendó, serio.

Acto seguido, tras enfundar su arma, se giró hacia Alec y le echó una mirada indescifrable. Por una parte se alegraba de ver a un antiguo compañero tras mucho tiempo; por otra, era un traidor y, en teoría, su enemigo, por lo que no se mostró demasiado amistoso (tampoco borde). Era una situación de lo más incómoda.

―Cuánto tiempo, Alec ―expresó, con una media sonrisa―. ¿Qué haces por este bosque tan peligroso? ―No esperaba que le contara demasiado, pero no perdía nada por intentarlo―. Casi no lo cuentas. Si no te puedes defender de unas simples flores te recomiendo también que te marches de este lugar. Es un consejo, no me malinterpretes.

[LightHelco]

Llevé la mano rápidamente a la empuñadura de mi espada, sabía que no me daría tiempo a cargar un nuevo hechizo, pero sacar el arma no me costaría nada y podría detener a tiempo el ataque. Además, Ilana no permitiría que me ocurriera nada y ya empezaba a escuchar el tintineo del cascabel cuando fui a sacar la Falcoespada.

Pero nada de eso fue necesario, porque antes de que pudiese terminar mi acción, varias ondas de energía pasaron por delante de nuestros ojos y cortaron a los Sincorazón en dos. Una de aquellas ondas además, me arañó el rostro de forma leve, no me causó ninguna herida, pero el condenado corte escocía que daba gusto.

—¡¿Quién anda ahí?! —exclamé girándome hacia el lugar donde creía que provenían las ondas que habían acabado con las flores.

No supe muy bien cómo reaccionar cuando vi a la persona que me enseñó todo lo que sabía sobre ordenadores subido a un níscalo.

—Light… —susurré su nombre sorprendido de encontrarle en aquel lugar y algo dudoso sobre cómo debía actuar ante él, después de todo era un traidor a sus ojos —. ¿Qué estás haciendo aquí?

El aprendiz ni se dignó a mirarme y fue directamente hacia los dos naipes para avisarles de que se encontraban en una zona peligrosa. Aunque estas no parecían muy dispuestas a irse.

—Lo sentimos mucho señor, pero estamos aquí por orden de su majestad la Reina de Corazones —aclaró el naipe de Picas —. Debemos investigar y descubrir la razón de todos estos ataques.

—Así es, no podemos irnos con el trabajo a medias o… —. El segundo soldado tembló por unos instantes antes de seguir hablando —… perderemos la cabeza. Por lo que debemos acompañar al cazador, Alec, y ayudarlo en su captura y eliminación de la amenaza.

Aun seguía algo preocupado con lo del tema de que les fueran a castigar de forma tan severa por no poder cumplir una orden de tan alto riesgo, pero me alegraba de que los soldados mostraran ser tan diligentes. Una desagradable mirada por parte de Light hizo que volviese a centrarme en él tras que este me hubiese ignorado. Vi por el rabillo del ojo como Ilana se adelantaba varios pasos y gruñía en dirección hacia el chico ¿acaso sus intenciones eran matarme?

―Cuánto tiempo, Alec ¿Qué haces por este bosque tan peligroso? —inquirió el espadachín intentando mostrar una sonrisa.

—Si, cuanto tiempo… —respondí algo apenado, no me gustaba nada lo que me estaba transmitiendo Ilana. La gatita estaba segura de que el chico era un enemigo —. De caza de Sincorazón, ya has escuchado al Diamante.

―Casi no lo cuentas —continuó Light al ver que no tenía intenciones de decirle nada más, después de todo no podía fiarme del todo sobre si seguía siendo un compañero o era ahora simplemente un enemigo más —. Si no te puedes defender de unas simples flores te recomiendo también que te marches de este lugar. Es un consejo, no me malinterpretes.

Ja, que me hubiesen pillado desprevenido aquellos Sincorazón no significaba nada. Y siquiera necesitaba su ayuda, tenía todo controlado y habría bloqueado el ataque y después eliminado la flor si no hubiese decidido cortarme la cara.

—Lo siento, pero no voy a tirar la misión por un pequeño error —rechacé su consejo dándole un toque a Ilana para que nos fuésemos —. Mira, Light… se que mi nombre debe sonar bastante mal ahora en Tierra de Partida, pero no tengo intenciones de entrar en una guerra que yo no pedí —le hice saber al chico empezando a alejarme de él —. Sigue con lo que estuvieses haciendo y déjame a mí lo mío, será lo mejor.

Aunque hubiésemos destruido las flores de forma rápida y brusca, el grito que habíamos escuchado al hacerlo podía valer como pista. Sabíamos que había un Sincorazón más poderoso que controlaba a las plantas y este debía ser al que se le escuchó gritar. Por lo tanto guiándome por donde creía que venía el grito acabaría encontrando al Sincorazón.

—Hasta más ver, Light. Espero que la siguiente vez que nos encontremos ya no exista esta estúpida guerra.

[Light]

Alec admitió que, en efecto, se encontraba en una misión. Ambos tenían el mismo objetivo, el de exterminar la criatura del bosque que tantos problemas estaba ocasionando.

El brujo incluso se despidió de él y comenzó a andar hacia el origen del fuerte sonido.

—¡Que te has creído eso! —exclamó y puso los brazos en jarra. No pensaba dejarle todo el trabajo—. Yo también he venido para destruir a este monstruo y no voy a irme de aquí hasta que vea con mis propios ojos que pasa a mejor vida —señaló en voz alta y aceleró el paso para alcanzar a Alec—. Bueno, si no quieres guerra entonces no hay ningún problema, ¿no? Yo tampoco. Ahora mi objetivo es diferente, de hecho es el mismo que el tuyo.

Sin importar su respuesta, él lucharía contra aquel Sincorazón.

Inmediatamente, se giró un momento hacia los acompañantes del brujo, quienes no tenían otra opción. Resignado, suspiró y se encogió de hombros. Que se involucraran seguía sin hacerle mucha gracia, pero qué remedio.

***

Se guiaron por el rugido y se adentraron en las profundidades del bosque. Ahora se encontraban en una zona bastante sombría, en la que los rayos del sol apenas les alcanzaban a causa de los árboles descomunales y frondosos.

Light no despegó la mano de la katana durante toda la caminata. Afortunadamente ningún Sincorazón menor les atacó, lo que supuso un alivio. Quería reservar energías para acabar rápidamente con el verdadero enemigo.

Cabía destacar que encontraron flores marchitas que no tenían nada que ver con las anteriores que habían visto. Ni una sola viva. Sin color, totalmente muertas y destrozadas, obviamente éstas no les contestarían si intentaban hablarlas (aunque Light ni se molestó en hacerlo).

Finalmente, llegaron a otra parte del bosque que consistía en un inmenso campo de flores. En el centro del bello lugar pudieron divisar un capullo gigantesco de color azul y amarillo. Aquella flor descomunal no se parecía en nada a las demás que habían visto, era exageradamente grande respecto a las otras.

Y no estaba sola. Light se detuvo en seco.

—Esperad. Mirad bien —susurró.

Bastantes flores rodeaban al capullo central, y aparentemente no estaban muertas como las anteriores; de hecho lucían exactamente igual que las flores que se habían encontrado al principio, muy coloridas.

A primera vista aquello solo era un campo floreado de lo más inocente… ¿Pero podían fiarse? Light era incapaz. Después de recorrer un camino lleno de flores marchitas en mal estado, le parecía extraño aquel cambio radical de ambiente, simplemente le parecía sospechoso.

Si eran lo suficientemente malpensados como Light, quizás considerarían que aquello era un nido de flores falsas.

[LightHelco]

Al final resultó que Light también tenía la misma misión que yo, no sería la primera vez que Tierra de Partida y Bastión Hueco coincidían en algo, pero era raro que hubiesen mandado la misión de caza a las dos Órdenes. Tampoco es que me preocupase mucho, sabía lo hábil que era el chico con la espada por lo que tenerlo de aliado en la cacería no era muy mala idea. Tampoco me preocupaba compartir la recompensa, eran platines algo que gracias a mi estatus no me faltaba.

—Cuantos más seamos más rápido resolveremos el problema.

Seguidos por los dos naipes, el aprendiz de Tierra de Partida y yo recorrimos un largo trecho del bosque buscando el origen de los gritos. Por el camino no paramos de encontrarnos restos de plantas y flores marchitas, aquello parecía afectar a los dos soldados que volvieron a mencionar el tema de perder la cabeza y como a su Reina no le gustaría nada descubrir aquello.

—Podéis estar tranquilos —me dirigí a ellos interrumpiendo su conversación —. Sea lo que sea que esté causando esta masacre, vamos a eliminarla. En cuanto deje de existir esta zona del bosque volverá a estar tan viva como las otras.

Y siguiendo el camino de muerte, llegamos a un campo de flores coloridas que no pegaba nada con lo que nos había llevado al lugar. Lo más llamativo de aquel lugar era un enorme capullo de flor con petalos azules y amarillos, valía la pena mencionar que las flores que poblaban ese lugar compartían esos dos colores.

—Esperad. Mirad bien —nos detuvo Light señalando el lugar.

El joven parecía sospechar del aspecto de las flores y no era raro que pensara así, después de todo antes de llegar al lugar sólo habíamos encontrado vegetación muerta, incluso desde donde nos encontrábamos podían verse algunas flores marchitas. Claramente, aquel prado llamaba demasiado la atención.

—¿Crees que esto podría ser lo que buscamos? —le pregunté con tono serio al aprendiz.

Los naipes parecía que no se tomaron el brusco cambio en las flores con la misma sospecha que nosotros, incluso estaban bastante emocionados de ver el capullo.

—Señor Alec, no sé si encontraremos al monstruo, pero esta flor es perfecta para Su Majestad —anunció el de Diamantes.

—Bueno, no del todo perfecta, tendríamos que colorearla de rojo, pero algo tan voluminosos y bonito representa perfectamente a la Reina ¡Debemos llevarle la flor! —lo acompañó el de Picas y juntos empezaron a sortear las florecitas pequeñas para llegar al premio gordo.

Intenté detenerlos ya que peligroso o no, no podíamos ahora ponernos a cargar con un capullo de casi dos metros de alto. Mis ganas de hacerlo aumentaron cuando Ilana empezó a gruñir en dirección a la enorme planta.

—¿Ilana, estás…? —. Y entonces llegaron todas las emociones que confirmaron nuestras sospechas.

El miedo y la rabia habían tomado el control en la gatita y aquello solo podía significar una cosa.

—¡Deteneos, es el monstruo! —grité a la desesperada para que los naipes dejarán de avanzar, pero aquello también sirvió para alertar a la bestia.

La tierra bajo nuestros pies tembló y casi acabé perdiendo el equilibrio cuando varias raíces brotaron bajo nuestros pies obligandonos a retroceder. Las pequeñas flores que habían adornado el prado se alzaron en el aire y abrieron una tras otra para mostrar las mismas caras negras con ojos amarillos que habíamos visto.

Varias decenas de flores danzaron en el aire como si estuvieran desperezándose tras un largo sueño y en medio de aquella danza se levantó y abrió el enorme capullo. Pude ver durante unos segundos el símbolo de lo Sincorazón grabado en uno de sus pétalos, pero lo que atrajo toda mi atención fueron sus brillantes ojos amarillos y su zigzagueante boca que pedía a gritos nuestros corazones.

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[Light]

—¿Crees que esto podría ser lo que buscamos?

—Creo que sí —le contestó Light, serio—. Usemos la habilidad Libra para analizar la flor grande.

Los soldados naipes idearon recoger la gran flor con un fin: entregársela a la reina que servían. Light les llamó la atención e intentó convencerlos para que dejaran aquella idea, al menos por el momento.

—Primero acabemos con ese monstruo, ya tendréis tiempo luego de recoger flores.

Por desgracia, ellos se mantuvieron en sus trece y no se replantearon su decisión. Siguieron hacia adelante.

—¿Ilana, estás…?

»¡Deteneos, es el monstruo!

El mismo monstruo se lo confirmó cuando provocó un potente temblor que casi les hizo perder el equilibrio. Light, quien permaneció acuclillado, esperó inmóvil a que el terremoto terminara para poder moverse e iniciar la eliminación del gran Sincorazón.

Su enemigo principal era el capullo de antes, que finalmente se había abierto, mostrando al fin su espeluznante naturaleza; y su rostro, propio de Sincorazón. El resto de plantas que formaban parte de su cuerpo eran sus súbditas, flores impostoras como las de antes.

Estas plantas también dejaron ver su verdadero rostro, parecido al del Sincorazón principal. Las impostoras se lanzaron contra los naipes: sus alargados y flexibles tallos les otorgaban increíble alcance y movilidad, los soldados difícilmente podrían escapar de ellas.

Y ahí no quedó todo. De improviso, el gran Sincorazón empezó a expulsar por la boca una nube de polvo mágico que se expandió a una velocidad endiablada por todo el campo. Los dos soldados, que hacían todo lo posible por retroceder y bloquear los ataques de sus enemigos, respiraron aquel extraño polen y notaron en seguida sus efectos: les entraba mucho sueño. No tardaron en caer de bruces, completamente inconscientes.

—¡Alec! —Light, quien se encontraba alejado de los enemigos, respiró sin remedio algunas esporas e inmediatamente sintió que el sueño le empezaba a nublar la mente. Se tapó raudamente la boca y la nariz, intentando resistir los efectos de los polvos. No le diría nada más a Alec, pero esperaba que con solo ver su gesto intuyera de lo que se trataba si todavía no había experimentado la sensación adormecedora.

Por supuesto, cabía decir que no tenía fuerzas para adelantarse y ayudar a las cartas: se moría del sueño. No se durmió del todo, pero permaneció atontado los segundos siguientes, arrodillado sobre el suelo.

«No puedo dormirme, no puedo…», repitió múltiples veces para sí mismo.

Lo siguiente aconteció sin que ambos pudieran hacer nada. Las plantas furiosas se precipitaron sobre las cartas dormidas, entre ellas la flor principal, y comenzaron a devorarlas con las enormes fauces que hasta ese momento habían escondido. No pudieron ver el proceso porque el número de flores que se abalanzaron fue alarmante.

Cuando terminaron su tarea, se alzaron furiosas y miraron a los aprendices, sus próximas presas. Donde se suponía que estaban los soldados… ya no había nada, excepto sus armas, ahora sin dueño.

«Maldición…», rechinó los dientes frustrado y se puso de pie al fin.

No habían podido hacer nada para salvarles.

[LightHelco]

—¡NO!

No tuve tiempo de ir a ayudar a los naipes cuando estos quedaron inconscientes debido al aliento del Sincorazón. Lo peor de todo es que tuve que quedarme donde estaba tapándome la nariz y la boca para que ninguna de las semillas soporíferas entrara en mi cuerpo, además de hacerlo también con Ilana que lo tenía más complicado para taparse el morro.

“Maldita sea, tengo que salvarlos como sea…”

Pero ni Light ni yo podíamos hacer nada y finalmente, el Sincorazón atacó. Todas las flores de menor tamaño junto a la central se abalanzaron como fieras sobre los cuerpo dormidos de los soldados. No pude hacer nada, ni moverme, ni hablar, siquiera llegué a respirar durante unos segundos al contemplar aquello. El miedo me recorrió todo el cuerpo y me trajo recuerdos del día en que estuve apunto de ser masacrado por uno de aquellos monstruos devora corazones.

Aunque en esta ocasión no era yo la víctima, si no el culpable que había llevado a aquellas dos pobres cartas a su muerte. Si le hubiese hecho caso a Light y haberles pedido que nos dejaran a solas aquello no hubiese pasado, pero no, me había cobrado la vida de dos inocentes.

—Yo… voy a matar a ese monstruo… —balbuceé aún tapándome la boca.

Levantándome poco a poco, podía sentir como mi odio hacia el Sincorazón aumentaba por segundos y junto a ese odio llegaba el mismo descontrol que sufrí durante la misión en Ciudad de Paso. Pero necesitaba quemar hasta el último pétalo de aquella monstruosa flor, era algo que si no veía ser reducido a cenizas no me calmaría, vengaría a los naipes usando este odio para dar más fuerza a mis hechizos.

Quemaría el bosque entero si de esa forma acababa con ese cabrón.

—Ilana, en cuanto yo te diga, clávame las uñas en el cuerpo —le pedí a la gatita tomándola en brazos para poder seguir impidiendo que respirase el aliento de la flor —. Es hora de empezar la cacería.

A mi señal, mi compañera hizo lo que le pedí causándome suficiente daño como para mantenerme despierto aun habiendo aspirado varias semillas. Aprovechando eso, aparté de una vez la mano de mi cara y pudiendo crear una esfera de fuego de un tamaño considerable.

—Veamos si esto también entra en tu dieta —sonreí lanzando la esfera directamente contra la cara de la enorme flor.

Esta dio de lleno en el blanco, además de que despejó y quemó las semillas del soporífero aliento permitiéndonos por fín respirar.

—Vamos, guapa, veamos si tienes raíces suficientes para intentar llevarte nuestros corazones —me burlé preparando otro ataque ígneo de menor potencia.

[Light]

Ilana y Alec atacaron sin piedad al Sincorazón que había acabado con aquellos soldados. Tras recibir la bola de fuego del joven brujo, el gran vegetal se retorció y liberó un tremendo vozarrón que les hizo daño a los oídos.

Las plantas menores se lanzaron a por Light y Alec, locas por triturarles. El primero fue incapaz de evadir sus embestidas, pero al menos logró bloquearlas con su Llave Espada. Únicamente una consiguió burlar su defensa, alcanzando la pierna del aprendiz y mordiéndola sin compasión.

Escocía una barbaridad. Light soltó un quejido y rebanó sin piedad al responsable del mordisco. Tras acabar con el vegetal, se giró hacia el brujo para comprobar si estaba bien.

Entonces, vio de soslayo que una peligrosa zarza espinosa creada con magia brotaba peligrosamente del suelo. No era la única.

Se elevó inmediatamente con un Pilar Tierra, evitando que el avanzado hechizo Zarza le alcanzara. De no haberse alzado, hubiera recibido severos daños por culpa esas zarzas persecutorias.

—Te vas a cagar. —Apuntó con su arma a la flor más grande de todas, el principal Sincorazón.

Light preparó su mejor ataque. Antes de lanzarlo, el aura celeste característica de Pseudo Locura rodearía su cuerpo, fortaleciéndole.

Apretó los dientes y clavó la mirada en el gran Sincorazón. Algo se agitaba en su interior, su sangre ardía. Enloquecido por su propia magia, su mayor deseo en aquel momento era despedazar a aquella planta gigante a toda costa, no descansaría hasta conseguirlo.

Soltó un tremendo rugido y agitó rápidamente su arma, liberando una luna creciente de enorme tamaño: una Brecha Lunar que atravesó y asesinó de inmediato a todas las flores diminutas que se interpusieron, cortándolas limpiamente. Ahora quedaban muchas menos.

La Hidra Floral también recibió el ataque de lleno. De nuevo volvió a rugir: aquella habilidad le había hecho bastante daño. Puede que no tanto como el hechizo de fuego de Alec, pero aun así la había debilitado mucho.

Se movía más despacio, claramente estaba débil. A este paso terminarían con ella en un periquete.