[Port Royal] ¡Presenten armas!

[EspeYuna]

—Muévete y le pego un tiro

Nadhia se removió en el sitio, incapaz de moverse ante la amenaza de aquel rastrero pirata que se llevaba a Elizabeth en sus narices. Había escuchado los disparos, y todo indicaba que los voluntarios y guardias eran traidores que habían aprovechado el anuncio para infiltrarse sin problemas en la fiesta. Se le revolvió el estómago de sólo pensar en la posibilidad de que Paul le hubiera contado una sarta de mentiras.

Pero en aquel momento no era tiempo de pensar en lo que sucedía más allá de los jardines. Si se llevaba a Elizabeth y lo perdía de vista, quizás sería muy difícil alcanzarles luego. Observó la sombra del pirata y Elizabeth, y de pronto le vino una idea a la cabeza. Y pensó que sería muy arriesgada si no era capaz de controlarlo.

«No me queda otra», se dijo, no muy segura. ¿Pero qué otra cosa le quedaba? Estaba claro que esos canallas querían a Elizabeth viva, que aquella amenaza era un simple farol para asustarla y velar por su seguridad.

Sin embargo, con aquel movimiento no sería necesario moverse. Se concentró, cerró los ojos, y buscó los latidos de otra persona. Le llevó unos segundos, los justos para no perder de vista a aquellos dos.

El caso, es que el pirata se había detenido en el mismo instante que Nadhia volvió a abrir los ojos y los dirigió hacia él. Sintió como penetraban en sus pupilas y lo paralizaban. Masculló palabras ininteligibles para Nadhia, quien estaba concentrada en la habilidad y tratando de controlar los impulsos salvajes que comenzaban a hacerse presentes en su pelo, oscureciéndose en un violáceo brillante.

—¿Qué... qué diantres...?

Era la oportunidad perfecta. Nadhia actuó con rapidez y sacó una flecha de su carcaj, y apuntó con su arco hacia el farol más cercano. La vela se apagó y se hizo todo oscuridad, aprovechando una ventaja suculenta dado que también era capaz de ver en la oscuridad gracias a la conexión que había decidido activar, a pesar de los riesgos.

Corrió e invocó su Llave-Espada, aprovechando para darle un golpe contundente al pirata en el estómago. Éste se tiró al suelo, confuso y desorientado, y esta vez Nadhia sí que pudo escuchar palabras feas y vomitivas salir de su boca. Cogió a Elizabeth de la mano y echó a correr en sentido opuesto, dejando la amenaza atrás.

Lo primero sería dejar a Elizabeth en la mansión, o al menos buscar a su padre para mantenerla a salvo de posibles topos. Escuchó el sonido de su móvil, pero no era momento para verlo.

Eso pensaba cuando de pronto Elizabeth tiró de ella y se apartó. Nadhia se giró, buscando otra vez su mano, pero vio a la muchacha corriendo y alejarse de ella. ¿¡Qué estaba haciendo!?

—¡Vuelva! ¡Tenemos que evitar a los piratas!

Pero no obtuvo respuesta. ¿Qué demonios había sido eso? Le estaba salvando la vida, y había decidido huir de ella...

... y entonces se vio en un reflejo de una fuente cercana, y comprendió.

—Mierda...

Sus ojos aún resplandecían en un brillante y escalofriante iris dorado. Era de esperarse que Elizabeth saliera corriendo temiendo por su vida. Y por mucho que intentara cerrar los ojos y volver a su estado normal, no fue capaz. Masculló y cogió el móvil, leyendo el mensaje de Light.

Se dio prisa en responder:

Todos los guardias y los voluntarios son piratas. Nos han engañado. Logré salvar a Elizabeth de uno de ellos, pero nos hemos separado. No sé dónde está.

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Habilidades usadas con la conexión nexo con Ragun:

▪ Visión nocturna (HC) [Nivel 5] El usuario es capaz de mantener una visibilidad monócroma en la oscuridad sin necesidad de linternas, fuego o cualquier otro tipo de luz.

▪ Miedo (HM) [Nivel 6] [Afinidad a oscuridad] El usuario intimida a aquel que le mire pudiendo hacer que huya o quede paralizado por el miedo durante un post. Afecta a personajes con el mismo o menos nivel.

[Light]

Light rodeó el edificio, en busca de la escurridiza Elizabeth, preocupado por su desaparición lógicamente. Cuando se quiso dar cuenta ya no había rastro de la luz lejana que había llegado a otear.

Debido a la lejanía de ambos Portadores y la oscuridad de la noche, no se percató de la pelea de Nadhia con cierto pirata. Ignoró su situación completamente. Hasta que recibió un mensaje que le hizo abrir los ojos de par en par.

Todos los guardias y los voluntarios son piratas. Nos han engañado. Logré salvar a Elizabeth de uno de ellos, pero nos hemos separado. No sé dónde está.

—¿¡Qué!?

¿Que los guardias y voluntarios eran piratas? No podía creerlo. Estaban metidos en un lío.

Guardó el dispositivo de comunicación y comenzó a buscar a la hija del Gobernador desesperadamente. Como los piratas la secuestraran o algo peor la pifiaban. Más le valía encontrarla ya y llevarla de vuelta a su casa. Ni se molestó en avisar a Norrington, no quería perder más tiempo.

Cerró los ojos y se concentró para efectuar una técnica que le ayudaría a dar con ella: Sentido sísmico. Sus ondas se extenderían por el suelo y le permitirían saber la localización de las personas del jardín.

Percibió que alguien corría sin parar en dirección a la mansión, una persona algo alejada de su posición. Quizás se trataba de Elizabeth, era lógico pensar que iría a su casa para resguardarse del peligro, estando Norrington ahí su seguridad estaba garantizada. Light corrió como alma que lleva el diablo —trastabilló por culpa de una piedra— y alcanzó a la susodicha en cuestión de segundos.

Era Nadhia, con unos ojos amarillos espeluznantes. Light no pudo evitar dar un brinco al descubrirla.

—¡JODER! ¡Nadhia! —Se llevó la mano al pecho, menudo sustazo—. Pensé que eras Elizabeth. ¿La has encontrado?

No se entretuvo demasiado en hablar con ella, tenían que encontrar a cierta jovencita. Que usara el nexo-D de Ragun le importaba más bien poco en aquellos momentos críticos, aunque no dejaba de asquearle: era incapaz de disimular la repulsión.

Entonces, escucharon un disparo seguido de un grito agudo de mujer. Alerta, corrió hacia el origen de los ruidos, empleando su Sentido sísmico otra vez por si las moscas.

[EspeYuna]

Light no fue el único que pegó un brinco al encontrarse ambos en los jardines. Por poco le propinaba con una patada confundiéndole con un pirata. Notó que le echó una mirada rápida, sin poder evitar expresar su más sincera desaprobación, y Nadhia se puso a buscar entre sus ropas las gafas protectoras que siempre llevaba puestas en la cabeza, a excepción de aquella noche:

—No, no la he encontrado —se colocó las gafas, apresurada—. No me mires así, no me quedaba otra si no quería que le pegaran un tiro a Elizabeth. Ya lo desactivaré cuando todo haya acabado —le daba vergüenza, y quedaría herida en orgullo, si Light descubría que no era capaz de controlar el nexo de Ragun—. Nos vendrá bien tener visión nocturna para no acabar metidos en...

De pronto, escuchó un disparo. Luego un grito, y se volvió a Light. Había sido la voz de una mujer, y provenía del lado opuesto de la mansión. Podía ser cualquier criada o invitada a la fiesta, pero... ¿qué otra opción tenían? No sabían dónde se encontraba Elizabeth, pero siendo lista no se adentraría más en los jardines, buscaría refugio junto a su padre.

—... una emboscada. ¡Vamos!

Ambos no tardaron en llegar al lugar de los hechos. Pero se llevaron con una pequeña decepción, algo minúscula porque había una inocente en peligro, pero no era Elizabeth.

Sin embargo, Nadhia se adelantó, furiosa, a los dos que forcejeaban con la muchacha para quitarle el vestido. Furiosa, se lanzó hacia ellos quitándose las gafas y quiso hacerles temer por sus vidas con sus ojos malditos. Los dos piratas soltaron a la muchacha y retrocedieron, dejando que Light se ocupara de ella.

Ella siguió avanzando hacia ellos, y aprovechando su miedo y desconcierto, invocaría sus cadenas para atarlos contra un árbol. Volvió a colocarse las gafas, esperando que camuflaran aquel efecto tan desagradable en la muchacha a la que habían salvado. Evitaría el contacto visual lo mínimo, porque tampoco quería privarse de no volver a visitar aquel mundo si la tomaban por una bruja. Y, no, gracias, ya había tenido suficiente con Kousen en Nuestra Señora de París.

—¿Te encuentras bien? ¿Estás herida? Tranquila, no volverán a ponerte la mano encima.

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Nadhia usa Destino Enlazado

▪ Destino Enlazado (HM) [Nivel 10] [Requiere: Afinidad a Luz; Poder Mágico: 15] El usuario invoca una larga cadena dorada de tres metros que rodea y atrapa al enemigo durante un turno, provocando a su vez daños afín a luz. Con suficiente Fuerza, la cadena puede ser rota.

[Light]

Light, confiando en su Sentido sísmico y en su oído, llegó a tiempo para salvar a Evelyn, la pequeña que había conocido en la fiesta. ¿Qué estaba haciendo allí? Iluminó con su linterna a ella y a unos piratas con muy sucias intenciones que estaban pidiendo a gritos una paliza.

—¡Eh!

Nadhia utilizó su mirada terrorífica para espantar a los corsarios y hacerles retroceder. Se encargó de ellos y les inmovilizó. Al mismo tiempo, Light ayudó a la niña a levantarse del suelo. Aterrada, se aferró a su brazo mientras sollozaba.

—Cálmate, ya ha pasado. —Le dio unas palmaditas mientras intentaba calmarla—. ¿Qué estabas haciendo aquí? ¿No deberías estar ayudando a tu madre?

Era tal el llanto que fue incapaz de hablar por un rato. Le contestó en cuanto se tranquilizó un poco.

—Oí un disparo desde la cocina… Estaba preocupada por Elizabeth… Me asomé, oí unas voces, pensé que era ella pero no, eran esos piratas, y…

—Ya está, no hace falta que digas más.

—¿Te encuentras bien? ¿Estás herida? Tranquila, no volverán a ponerte la mano encima —afirmó Nadhia.

—Estoy bien… —respondió, evitando todo lo posible la mirada de Nadhia.

—¿Evelyn?

—¡Eli!

La mismísima Elizabeth había aparecido. La mayor de las dos, la hija del Gobernador, corrió hacia la pequeña y la rodeó con los brazos.

—Iba hacia la mansión cuando te escuché y fui corriendo lo más rápido que pude. ¿Te han hecho daño? —La niña negó con la cabeza, intentando aparentar tranquilidad. Elizabeth intercambió miradas con Nadhia y Light, algo desconfiada. La primera en especial le daba mala espina por ciertos motivos que la joven de Villa Crepúsculo bien sabía—. Vosotros…

—Ellos me salvaron —aclaró.

—Menos mal…

—Señorita Elizabeth, estoy seguro de que su padre y los demás deben estar muy preocupados por usted. Nosotros las escoltaremos hasta la casa, ¿de acuerdo? Luego nos encargaremos de los piratas de los alrededores.

Elizabeth asintió, complacida. No le hacía demasiada gracia regresar a la fiesta, pero no podía quedarse más en los jardines.

—Gracias, de verdad.

—Dad un solo paso y os vuelo la cabeza.

«¿Eh?», Light se volteó rápidamente.

La advertencia de un hombre tosco le pilló desprevenido. Surgieron tras unos arbustos —los cabrones sabían moverse bien por el terreno, no les había visto venir— cuatro piratas con faroles y armas en mano, sus ropas y parches les delataban. Cada uno de ellos les apuntaba con un revólver: no dudarían en disparar a la mínima provocación.

«¡Mierda!».

—Se acabó el cachondeo ya. No vamos a ser tan flojos como nuestros compañeros —dijo el más grande e intimidante de todos, un hombre calvo de cuarenta y pico años. Observó a los que estaban atrapados en las cadenas de la aprendiza e hizo un gesto a sus compañeros. Uno de los integrantes soltó una risotada y se dispuso a liberarles—. Entregadnos a la señorita Swann y nadie saldrá herido… bueno, no demasiado. —El resto de sus esbirros rieron ante su último comentario.

Evelyn, aterrada, agarró el brazo de Elizabeth: no la dejaría marchar ni en sueños. La hija del Gobernador se mordió el labio, intranquila, y cubrió a la pequeña con su cuerpo, como si quisiera protegerla. ¿Debía irse con ellos?

Light miró a Nadhia, incrédulo. ¿Y ahora? ¿Qué se suponía que tenían que hacer en una situación así?

[EspeYuna]

Estaban rodeados.

Tuvo que deshacer irremediablemente sus cadenas por el esfuerzo mágico y mental que suponía dejarlas por mucho tiempo, dejando libres a otros dos, con un total de seis piratas acechando por muchos flancos. Había usado parte de su potencial en la conexión con Ragun y seguir manteniendo aquellos ojos de híbrido sincorazón le estaba haciendo gastar mucha energía sin quererlo.

Su única opción, por ahora, era defenderse. ¡Demonios, si tan sólo Tandy estuviera con ellos las cosas serían más fáciles!

Y su arma en Port Royal no era del todo cómoda. Si hubiera sido un arma de fuego más similar a una pistola ligera... no estaba acostumbrada. Ni siquiera le cabía en la cabeza usar una ballesta siendo arquera por lo incómodo que le parecía. Pero no tendría más remedio que desenfundarla.

Pero un paso en falso, y...

—¡Quieto ahí! ¡Fuego!

Tres piratas apuntaron contra Nadhia, y ésta, a pesar de ser rápida invocando una barrera Coraza, no pudo detener una de las balas que le dieron de lleno en el tobillo derecho. Perdió el equilibrio y se apoyó con la rodilla contraria, pero no dejaría perder la oportunidad y apuntó contra el cabecilla hacia su mano.

El disparo resonó en los tímpanos de la aprendiz. Estaba segura de que prefería las flechas a las balas. El ruido era desagradable, su mano no se acostumbraba a la fuerza que le echaba hacia atrás con el disparo y le temblaba, siéndole imposible acertar de pleno en el siguiente tiro.

De todos modos, Nadhia consiguió acertar al líder de aquel grupo, seguramente reventándole los tendones de la muñeca. Éste gritó, dejando escapar de su mano herida el arma de fuego con el que los había amenazado y disparado. Sin embargo, la cosa estaba realmente complicada. Había disparado a uno de ellos, pero quedaban otros cinco, furiosos por lo que acababa de hacer. Aunque parecía que no estaban muy concentrados en disparar. La razón era obvia, Nadhia había llamado totalmente su atención con los ojos de sincorazón.

¡Tenían una oportunidad para contraatacar y salvar a Elizabeth y a Evelyn!

[Light]

—¡Quieto ahí! ¡Fuego!

Nadhia atrajo toda la atención de los piratas en ese momento al disparar a su líder. Evelyn chilló al escuchar el sonido explosivo de las armas y se aferró con más fuerza a Elizabeth. Ésta se sobresaltó, al igual que Light y la niña. Por suerte y para alivio del aprendiz, su compañera se cubrió con un hechizo protector. Evitó todas las balas menos una, que le impactó en la pierna.

«Tengo que actuar rápido», solo se le ocurría una manera efectiva de deshacerse de todos sin que nadie resultara herido, aunque no quería utilizar la magia delante de ellas…

Al final decidió utilizarla. Aprovechando que los enemigos estaban desconcentrados, Light activó el nexo-D de Xefil y liberó la habilidad conocida como Giro Magnético: giró en el aire, sobre sí mismo, creando un campo magnético que impelió a todos los piratas y les tiró al suelo. No pudieron acercarse a ellos por mucho esfuerzo que pusieron: una fuerza muy poderosa les impedía dar un solo paso.

—¿¡Pero quiénes son estos!?

—¡Brujería!

—¡Os arrepentiréis de esto, merluzos!

Cuando les intentaron disparar comprobaron algo muy desagradable: las balas regresaban a sus dueños, causándoles un tremendo daño. No volvieron a apretar el gatillo tras recibir su propia medicina: Light empleaba la Magnetokinesis para manipular todos los objetos pequeños.

—Vosotros… ¿Quiénes sois exactamente? —preguntó la hija del Gobernador tras presenciar su magia. ¿Era su imaginación o parecía más fascinada que asustada?

—Haced como que no habéis visto nada, por favor —rogó, volteándose hacia ellas y mostrándoles sus ojos rojos. Elizabeth y Evelyn, que estaban alucinando, asintieron varias veces (mejor no les llevaban la contraria)—. Corramos, ¡ahora!

Su magia les mantendría inmovilizados y las balas rebotarían, no tenían nada que temer.

Y, por fin, se dirigieron hacia la mansión del Gobernador. Light dejaría que Nadhia se apoyara en él si era necesario.

[EspeYuna]

Nadhia no pudo evitar llevarse una sorpresa. Por un momento, tras mucho tiempo, había vuelto a verle. A través de esos ojos inyectados en sangre. Mientras corrían los cuatro, la joven recordó aquellos sentimientos que tenía enterrados, intentando salir a la superficie. Pero dolía. Y no era momento de pensar en asuntos personales.

Tenían que poner a salvo a Elizabeth y a la pequeña a toda costa.

De pronto, siendo ella la más adelantada, algo la apuntó en la sien y tuvo que detenerse para no recibir un balazo. Un arma de fuego como la suya había salido de un matorral.

—Soltad a la señorita Swann, engendros infernales.

Nadhia reconocería aquella voz. Era Paul, el hombre con el que había estado pasando la noche durante su guardia. Sin embargo, ya no podía fiarse de él.

Podía ser uno de ellos.

—Ni de broma pienso dejarla ir contigo —Nadhia tenía las manos en alto, dirigiendo una mirada venenosa al supuesto traidor—. Eres como ellos.

Paul soltó una risa nerviosa.

—¿Quién es el más peligroso aquí? ¿Qué demonios eres tú? —Nadhia maldijo el poder de sus ojos. Light pudo haberlo desactivado, pero ella lo tenía bastante complicado— ¿Acaso los piratas han hecho tratos con el mismísimo diablo de los océanos?

—Tú deberías saberlo mejor que nadie, siendo un pira...

—¡No me compares con esas sabandijas, sucia escoria! —Nadhia sintió como el arma de Paul temblaba cerca de su sien. Estaba bastante asustado. Y por lo que parecía, estaba diciendo la verdad. Recordó lo que había contado sobre su familia y sintió una punzada de culpabilidad— Ya era bastante raro que una mujer estuviera entre la guardia, pero de eso a encontrarme con esos ojos... eres un monstruo como los de las historias. Y pienso acabar contigo aquí y ahora por el bien de todos.

—No es lo que piensas, Paul. No soy como ellos.

—¡¡Calla!!

—¡Estas personas, sean o no monstruos, me han salvado de los piratas! ¡Baje el arma ahora mismo!

Nadhia no pudo girarse, pero escuchó perfectamente a Elizabeth defendiendo su vida. Paul, desconcertado, intercambió la mirada entre ella y la señorita, quien tenía cogida de la mano a la pequeña, quien también quiso colaborar:

—¡Es verdad, los dos nos han salvado!

Paul no parecía muy seguro de las palabras de ambas, sin dejar de apuntar a Nadhia con su arma.

—Llévalas junto al Gobernador —dijo entonces Nadhia, sudando. La verdad es que estaba empezando a asustarse con una bala a punto de reventarle la cabeza—. Queremos cumplir con la misión tanto como tú.

—¿Cómo sé que no vais a arrancarme las entrañas en cuanto os deje con vida? ¿Por qué querríais mantener a salvo a la señorita Swann?

—Porque somos humanos como tú. Elizabeth... id con él. Nosotros nos ocuparemos del resto.

[Light]

—Soltad a la señorita Swann, engendros infernales.

—¡Nadhia!

Light se puso tenso y se quedó paralizado en el sitio, estupefacto. De nuevo alguien les sorprendió, aunque esta vez no parecía un pirata. De hecho, si la memoria no le fallaba, era uno de sus compañeros de misión: le vio cuando se reunieron con Norrington y los demás.

Aunque, si lo que le había dicho Nadhia era cierto… no podían fiarse de él. Solo hacía falta verle: estaba apuntando a su compañera con un arma.

—Ni de broma pienso dejarla ir contigo. Eres como ellos.

El hombre no lo negó. ¿Acaso…?

—¿Quién es el más peligroso aquí? ¿Qué demonios eres tú? —Sus ojos les estaban delatando. Light maldijo para sus adentros y desactivó el brillo escarlata de inmediato (tarde, por desgracia, ya los había visto)—. ¿Acaso los piratas han hecho tratos con el mismísimo diablo de los océanos?

—Deja de decir estupideces. ¡Suéltala!

—Tú deberías saberlo mejor que nadie, siendo un pira...

—¡No me compares con esas sabandijas, sucia escoria! —Light, nervioso, temió que apretara el gatillo en ese arrebato de furia. Estuvo a punto de abalanzarse sobre aquel individuo, pero era una acción demasiado arriesgada, así que se detuvo—. Ya era bastante raro que una mujer estuviera entre la guardia, pero de eso a encontrarme con esos ojos... eres un monstruo como los de las historias. Y pienso acabar contigo aquí y ahora por el bien de todos.

—No es lo que piensas, Paul. No soy como ellos.

—¡¡Calla!!

—¡Estas personas, sean o no monstruos, me han salvado de los piratas! ¡Baje el arma ahora mismo!
Menos mal que Elizabeth estaba de su parte. Ojalá le hiciera caso a ella al menos y bajara el arma.

—¡Es verdad, los dos nos han salvado!

«Gracias», pensó, y deseó con todas sus fuerzas que les hiciera caso y bajara el arma.

—Llévalas junto al Gobernador —dijo Nadhia. Light se quedó mirándola fijamente—. Queremos cumplir con la misión tanto como tú.

—¿Cómo sé que no vais a arrancarme las entrañas en cuanto os deje con vida? ¿Por qué querríais mantener a salvo a la señorita Swann?

—Porque somos humanos como tú. Elizabeth... id con él. Nosotros nos ocuparemos del resto.

Nadhia era muy ingenua si pensaba que iba a dejarla así.

Light asintió e hizo un gesto para que Elizabeth y Evelyn le siguieran, tal como Nadhia había sugerido. Y comenzaron a moverse. Ya estaban a punto de entrar en la mansión prácticamente, las dos pronto podrían resguardarse y entonces ellos se encargarían del resto de piratas.

—No os preocupéis, está todo controlado —afirmó para que ambas se quedaran tranquilas.

«Ya sabes qué hacer», dijo mentalmente tras compartir el plan con su amigo.

Todo sucedió muy rápido: Gaomon apareció detrás de unos arbustos, desde ahí agarró la pierna de Paul —empleó sus brazos extensibles— y le tiró al suelo por sorpresa. Y después se desmaterializó para que el hombre no se diera cuenta de su presencia. La criatura inteligente no quería empeorar más la cosas.

Nadhia podría aprovechar ese momento para desarmarle e inmovilizarle.

***

—¡Norrington! —le llamó, lógicamente, para informarle de lo sucedido.

Todos los asistentes de la fiesta callaron al escuchar su exclamación y les observaron. Cierta mujer religiosa le señaló con el dedo, histérica, mientras aseguraba que la ira de Dios caería sobre él. Light aparentó que la ignoraba por completo, pero maldijo para sus adentros.

«Puta monja, joder».

El militar, que se había dedicado a vigilar desde la puerta trasera de la casa, cruzó todo el salón como una exhalación y se acercó a ellos. El padre de Elizabeth no fue menos y, con clara preocupación en el rostro, también se aproximó.

—Acabo de darme cuenta de que no había tormenta. Contadme qué ha pasado.

[EspeYuna]

—¡Suél...tame...!

—¡No hasta que me escuches!

Nadhia había aprovechado la oportunidad que le había dado Light para abalanzarse contra Paul en cuanto éste cayó al suelo. Podrían haberlo dejado allí sin más y escapar hacia la mansión, pero había dos razones importantes para quedarse con él: la primera de todas era, sin lugar a dudas, por la seguridad de todos. Si hubiesen salido corriendo Paul podría haber sido capaz de dispararlos. Pero Nadhia no sólo había pensado en esa posibilidad. Quería que aquel humilde servidor a las islas creyera en su inocencia.

En un forcejeo Nadhia había logrado, a medias, colocar todo su peso en la espalda de Paul y atrapar sus muñecas. Pero sabía que no aguantaría mucho, no tenía su misma fuerza física ni por asomo. Pero tampoco quería usar más poder mágico, pues ya bastantes energías le estaba drenando los ojos de Ragun. Se encontraba ya un poco mareada y maldecía para sus adentros la genial idea que se le había ocurrido al activar el nexo.

—¡Escúchame, la señorita Swann estará a salvo! ¡Tenemos que encargarnos de los piratas!

—¿Y me lo dices mancillando mi honor de esta forma, comiendo barro del suelo...? ¿Cómo podría confiar en unos ojos tan espeluznantes como los tuyos, monstruo?

—Vaya, vaya, mira con quien me encuentro.

Nadhia no tuvo tiempo a reaccionar. Soltó un chillido cuando alguien la agarró de su corta cabellera y la levantó sin apenas esfuerzo de encima de Paul, dejando que éste se liberara de su débil forcejeo. Sin embargo, éste no pudo moverse demasiado cuando dos piratas lo apuntaron desde los matorrales con sus armas de fuego.

—¿Pensabas que te ibas a ir de rositas tras joderme los planes?

La aprendiz no pudo responder cuando el pirata la lanzó al suelo y, de seguido, le propinó una patada en el estómago que la dejó por unos segundos sin aire. Nadhia, intentando respirar, se encontró con los ojos del primero que había intentado secuestrar a Elizabeth, que gozaba con su rostro de dolor.

Nadhia no se había dado cuenta, pero la falta de energías había hecho desaparecer sus ojos dorados, al fin. Volvía a tener una inocente mirada bañada en castañas y miel, una que no podía hacer mucho para asustar a toda una banda de piratas a su alrededor.

—¡Detente, bestia!

Paul parecía haberse dado cuenta de que la muchacha estaba de su lado debido al despreciable trato que estaba recibiendo. El pirata volvió a levantarla del suelo, cogiéndola de las ropas del cuello y acercándola a su rostro. Nadhia no pudo evitar gesticular con asco al comprobar, por primera vez, el aliento de un lobo de mar.

—Podríamos hacer algo bonito con tu cara —Nadhia forcejeó, pero le fue inútil deshacerse de él— ¿Qué tal quedaría mi nombre en esta mejilla? Qué lástima... si colaboraras, quizás se me quitaran las ganas de descuartizarte la mandíbula...

De pronto, se escuchó un disparo. Tras él, vinieron dos más. Nadhia aprovechó el primero por parte de Paul para deshacerse del cabecilla y acercarse a su compañero, quien había recibido dos disparos. El primero le había rozado en el hombro, pero el del estómago tenía muy mala pinta.

La cosa se estaba poniendo fea, muy fea. Pero sacar la Llave-Espada en una misión ajena a los sincorazón podía traer consecuencias. Sin embargo, ¿qué otra cosa podía hacer?

Si al menos pudiera huir con Paul, podría curar sus heridas con sus poderes curativos.

—Light, ¿dónde estás...?

[Light]

El aprendiz compartió con ellos la información que le había transmitido su compañera. Les comunicó que todos los guardias y voluntarios eran piratas excepto tres personas (Nadhia, él mismo, ¿y Paul?). También confirmó que pululaban por los alrededores y que intentaban llevarse a Elizabeth. Tanto Norrington como el Gobernador—éste último especialmente asustado— no daban crédito.

Los invitados se acercaron a ellos y les oyeron inevitablemente. Alguno que otro soltó una exclamación, espantado, otros insultaron al ejército por su incompetencia. ¿Qué maldito criterio había utilizado James Norrington para escogerles? ¿Acaso no eran hombres de su confianza?

—Esto es inconcebible, Norrington —declaró de inmediato el padre de Elizabeth, pálido—. Exijo que arregles esto de inmediato.

A continuación, el Gobernador se acercó a su hija y le preguntó por su estado, claramente preocupado. Ella, más tranquila que él, le respondió que estaba bien.

Norrington, quien disimulaba bastante bien su disgusto, cerró un momento los ojos y suspiró.

—Le aseguro, Milord, que arreglaré esto —indicó con firmeza. Miró a Light y le dio una orden de lo más clara, como el agua—. Nuestro plan no ha cambiado. Protegeremos la mansión y capturaremos a todos los piratas, sin excepción —ordenó, pronunciando la palabra «piratas» con cierto desdén.

»Os garantizo vuestra seguridad —aseguró con voz alzada, dirigiéndose a todos los presentes—. Os pido que no salgáis del edificio hasta que el peligro haya pasado, por favor.

El pánico era más que palpable en el ambiente y la fiesta no podía proseguir. Los músicos dejaron de tocar y a partir de ese momento el único sonido que escucharon fue el de los cuchicheos de los asistentes, intranquilos. También llegaron a percibir algún que otro disparo: ahora sabían que no se trataba de ningún rayo.

Evelyn regresó a las cocinas para contarle a su madre todo lo sucedido. Elizabeth, por su parte, se mantuvo pegada a su padre y se dedicó a mirar por una ventana —al igual que otros muchos— el desarrollo de lo que quedaba de batalla.

Light y Norrington salieron al exterior desde la entrada delantera. Antes de abandonar el lugar, el chico le sugirió que cerraran todas las ventanas y que bloquearan la puerta trasera, por si las moscas. El Comandante, convencido, aprobó su idea y le ordenó que se encargara de eso. Y así hizo.

Una vez afuera, fueron testigos de la batalla (en el caso de que prosiguiera) de Nadhia y Paul, tenuemente iluminados por un farol cercano.

—Ahí están, prepárate.

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Norrington apuntó a los corsarios distraídos —con Nadhia y Paul, seguro que estos agradecían su intervención— y disparó tres veces con su arma militar, consecutivamente. No falló: cada bala impactó en la extremidad de un pirata, desarmándoles y arrancándoles un rugido de dolor. Se notaba su alto rango en el ejército, su puntería era envidiable y tenía experiencia lidiando con piratas.

—¡Maldito militar! —gritó uno de los forajidos heridos, rabioso—. ¡Esto lo pagarás!

—Habéis escogido un día muy malo para atacar —sentenció antes de seguir disparando. Por primera vez no se mostraba sereno: estaba enfadado.

Light se percató de que otro grupo de piratas corría hacia la mansión. Se trataban de los mismos que había inmovilizado antes utilizando el nexo-D de Xefil. Esta vez no podía usar la magia, lo último que quería era confirmarle sus poderes a Norrington.

—¡Yo me encargo de esos! —bramó, encarándose a los malhechores. Estos le reconocieron y aceleraron el paso para acabar con él y cumplir su venganza.

Dejaron ver una siniestra sonrisa: por supuesto que iban a vengarse.

Su sonrisa no le intimidaría. Orientó su mosquete en dirección a los saqueadores, tenso. Le temblaban los brazos: no estaba acostumbrado a usar armas de fuego, no se sentía cómodo. ¿Y si fallaba?

Comenzó a tirotear piratas sin cortarse un pelo. Por supuesto, su puntería era horrible en comparación con la del Comandante, pero logró acertar a unos cuantos (en sus estómagos, para ser exactos), derribarles y esquivar todos los disparos enemigos… o casi todos.

Un pirata que se reincorporó tras caer al suelo le dio de lleno en el hombro izquierdo, produciéndole quemazón y un dolor terrible en esa zona. A Light se le escapó un alarido y se llevó la mano a la herida.

Demonios, cómo dolía. Y cómo quemaba.

[EspeYuna]

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Nadhia bendijo la intervención de Norrington y Light, aun sin saber que se trataba de ellos al estar aprovechando la oscuridad de los matorrales y los árboles para esconderse. Aprovechó la oportunidad y, sin esperar la posible reacción de Paul, invocó su Llave-Espada y narró en silencio el deseo de cerrar su herida de bala. No había que preocuparse por la bala, pues estaba cien por cien segura de que había atravesado el cuerpo de su compañero de guardia.

El rostro de Paul expresó, claramente, muchas cosas: miedo y desconcierto, entre otras. Pero a la vez, alivio. Cuando se dio cuenta de que Nadhia, fuera lo que fuera, había eliminado rastro alguno de su herida, se levantó del sitio, no sin antes agarrar su arma de fuego y rechazó la ayuda de la muchacha con un gesto con la mano. Sin embargo, le regaló una sonrisa.

Los dos tenían un tiroteo que ganar. Corrieron hacia la oscuridad, metiéndose entre los arbustos y esquivando, de manera complicada, los balazos que estaban persiguiéndoles. Ahora que estaban cubiertos, sería más fácil para ambos acertar.

Nadhia escuchó un siseo de Paul y se giró. Desde su posición pudo ver como el hombre le tiraba por el césped un objeto. Lo recogió al instante al darse cuenta de que se trataba de una pistola de chispa, más pequeña y fácil de manejar.

Por un momento, a Nadhia se le revolvió el estómago. Todavía no se sentía cómoda con la pólvora, pero igualmente, sus flechas también podían matar. Era una guerrera, sobrevivir y ganar una batalla era esencial para ella. Aquel no era un caso que concerniera a los Caballeros, era una misión a la que se había lanzado con Light. Por lo que, si bien no quería usar su Llave-Espada para no involucrar a sus maestros y compañeros (aunque ya había metido la pata lo suficiente a lo largo de la noche), tenía que adaptarse a todo tipo de circunstancias.

Y es que, de verdad, ¿no se esperaba estar involucrada en un tiroteo en un lugar como Port Royal? Mientras lanzaba sus primeros disparos y se ocultaba de nuevo tras un tronco de árbol, pensó en que estaba siendo demasiado impulsiva con todo. Se lanzaba a las misiones sin prepararse. Sin más, había aceptado la misión por evadirse.

Evadirse de cosas en las que no quería pensar.

Tres tiros certeros y limpios. Paul la felicitó por su puntería desde su posición, emocionado. Nadhia sonrió en la oscuridad. Estaba bastante orgullosa de tener un don para acertar a sus objetivos con tanta precisión.

Volvió a disparar, evitando de milagro uno que le rasgó la ropa. Alterada por la adrenalina acumulada, se asomó y pudo comprobar los motivos por los cuales el tiroteo había terminado.

Norrington había logrado desarmar al líder de la banda pirata, aprovechando la confusión de los disparos y su inesperada intervención. Hizo presión con el arma en la piel de la persona que le había jodido en el orgullo de su posición, y abrió sus ojos al reconocer su rostro:

—Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? —musitó, sonriendo, incluso satisfecho de lo que acababa de cazar—. El mismísimo Edward Low en persona se ha dignado a venir a la fiesta sin una invitación.

» ¿Cómo osas entrar en las propiedades del Gobernador, escoria pirata?

De pronto, se escucharon un par de disparos a lo lejos, provenientes de la mansión. A su vez, desde algún lugar llegaron desgarrados alaridos de dolor.

Nadhia se puso blanca. ¿Dónde estaba Light?

Norrington, a pesar de su preocupación por el Gobernador y sus invitados (pero en especial por alguien en concreto), supo mantener la cabeza fría, sin apartarse de Low. Teniendo al cabecilla desarmado, estaba seguro que los demás se decantarían por dos cosas: o desarmarse si le eran leales a su líder... o salir huyendo por patas.

—¡Vosotros dos, proteged la Casa del Gobernador! ¡Es una orden!

Paul y Nadhia corrieron enseguida a acabar con la amenaza de los piratas restantes, preparando munición por el camino. Nadhia lo hizo de forma algo torpe y tuvo que detenerse un momento. Paul la observó e hizo una mueca extraña. La muchacha, dándose cuenta, le dijo que no se retrasara por ella y que siguiera, pero éste le arrebató el arma y se la preparó por el camino, sin evitar mofarse:

—[color=008080]¡Realmente eres una caja de sorpresas! ¿Cómo tienes esa puntería sin saber cargar un arma?[/color]

Aunque Nadhia sabía que tras esa pregunta habría mil y una más. Y no contestó, aún recibiendo una sonrisa de Paul. Se sentía culpable por haber desconfiado de él.

Y en aquel momento, estaba preocupada por su amigo.

—¡Light!

Nadhia fue rápida y el pirata que se acercaba peligrosamente a Light recibió dos disparos, uno en la muñeca para desarmarlo y otro en la pierna para que no pudiera escapar. Paul, por su parte, amenazó a los que estaban retorciéndose en el suelo de dolor. El olor a carne quemada entró por sus fosas nasales y le dio una arcada. Parecía que las personas que vivían en aquella casa sabían defenderse y tratar con hostilidad a los ladrones.

Pero no se detuvo a comprobar quién había sido, pues se acercó corriendo a Light, quien parecía tener problemas para levantarse. Al verlo herido exclamó e hizo ademán para que no hiciera esfuerzos, rogándole que no se levantara del sitio.

Sin embargo, todavía les quedaba trabajo pendiente. Media docena de piratas aparecieron de pronto a la vuelta de las esquinas de la casa, escuchando gritar de dolor a sus camaradas. Y se lanzaron hacia ellos.

Nadhia, quien había recuperado un poco de estabilidad mágica después de desactivar su nexo con Ragun, invocó sin tapujos su Llave-Espada y una Flecha Celestial.

—¡Ni se os ocurra dar un paso más si no queréis que os lleve conmigo al Infierno!

Los piratas se detuvieron, asombrados por la brujería que estaban presenciando, sin dar crédito a lo que veían. Junto a la ayuda de Light, quien desistía en no quedarse sin hacer nada, consiguieron desarmarlos a todos. Algunos hombres del interior, avergonzados de su cobardía al esconderse en la mansión, decidieron salir a ayudar. Aunque fue, por supuesto, cuando los disparos habían cesado y Evelyn había avisado.

Por suerte, Nadhia y Light pudieron hacer desaparecer a tiempo sus armas de Caballeros. El único testigo que podría preocuparles era, sin duda, Paul.

Pero éste sonrió, aliviado, a ambos, mientras se disponía a ayudar a amordazar y atar a los piratas. Sólo quedaba tenerlos vigilados hasta que Norrington regresara.

Nadhia se acercó de nuevo a Light y lo obligó a reposar en el suelo. Le susurró al oído que cuando todo terminara lo sanaría, que aguantara un poco. Le apartó el cabello sudado en señal de afecto.

Le dolía verlo así, recordando lo mal que lo había tratado desde que volvieron de aquel naufragio.

[Light]

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Norrington se encargó de desarmar al pirata que le había dañado el hombro, salvándole la vida. Light masculló un «gracias» y siguió concentrado en el combate a pesar del tremendo dolor.

«Joder, joder», el dolor en el hombro, imposible de ignorar, le impedía apuntar en condiciones. Y utilizar el mosquete de chispa con una única extremidad resultaba arriesgado, el retroceso del disparo podría jugarle una mala pasada.

Light se dio cuenta en ese momento de que Elizabeth le estaba haciendo señas tras la ventana. Señalaba con insistencia y clara preocupación la puerta trasera. Aquello solo podía significar una cosa.

—¡Voy a la parte trasera, debe haber más piratas allí! —advirtió a Norrington antes de empezar a correr.

Mientras se desplazaba (la adrenalina corría por sus venas en ese momento) escuchó varios disparos cercanos, y juraría que estuvo a punto de recibir uno. Por suerte, él era ágil y Norrington se encargaba de protegerle de los enemigos. Nadhia y Paul también, los tres se estaban esforzando al máximo para desarmar y tumbar a todos los rufianes.

«Se acabaron las tonterías», materializó su Alma Inquebrantable, la cual sujetó con la mano derecha, y arremetió sin piedad contra uno de los piratas que intentaba echar abajo la puerta trasera de la mansión. Le asestó un Golpe Contundente en la cabeza que le hizo perder el conocimiento. El único compañero del desmayado intentó cortarle con su sable, pero falló: Light le desarmó con un rápido tajo.

—¿Preparado para que te vuele la cabeza? —Sacó una pistola y se dispuso a cumplir lo que había dicho.

Chilló. El corsario gritó enloquecido cuando alguien derramó un cubo de agua hirviendo sobre él, desde una ventana. Light, anonadado, comprobó que no había sido otra que Evelyn.

—¡Quémate, asqueroso!

Light agradeció profundamente su intervención. Aprovechó que el malhechor había bajado la guardia y arremetió contra él con una brutal Embestida que le dejó fuera de combate, no se levantó.

Regresó a la parte delantera de la mansión. Nada más llegar recibió un disparo en la pierna, causándole un gran daño. Cayó sobre el suelo.

«Mierda, mierda, mierda», soltó un quejido y se llevó la mano a la zona dañada, evitando que la sangre escapara. Contuvo una arcada al detectar el desagradable olor de la carne quemada.

Le latía el corazón muy rápido a causa de la presión, moriría en cualquier momento si no hacía nada. Y lo peor era que no podía levantarse. El dolor no se mitigaba: era simplemente insoportable.

Si no se protegía de alguna manera, los corsarios aprovecharían ese momento crítico para acribillarle y librarse de él. Light ejecutó su Fortaleza a fin de endurecer su cuerpo y rechazar todas las balas que impactaron contra él. De no utilizar esa técnica, un proyectil le hubiera atravesado la sien y hubiera muerto con toda seguridad.

—¡Light!

Nadhia acudió a socorrerle y desarmó a uno de los piratas que amenazaban su vida. El joven, que no quería suponer un estorbo, puso todos sus esfuerzos en levantarse, sin hacer caso al consejo de su amiga. Pero no podía mover su pierna dañada, así que no fue capaz. Maldijo para sus adentros, apretando con muchísima fuerza los dientes mientras soportaba el dolor.

Múltiples piratas (¿todavía había más?) salieron de sus escondites y corrieron hacia los aprendices, dispuestos a vengar a sus compañeros. Y Light, frustrado, no podía hacer otra cosa que mantener activa su Fortaleza. Nadhia fue quien se encargó de ellos en un primer momento.

Abrió bastante los ojos cuando su amiga materializó su arma legendaria y su proyectil característico de luz.

—¡Nadhia…! —exclamó, temiendo por su vida. Y también le preocupaba que les pillaran usando magia. Aunque… Norrington estaba lejos, así que valía la pena utilizarla en esa situación tan crítica. A grandes males, grandes remedios.

—¡Ni se os ocurra dar un paso más si no queréis que os lleve conmigo al Infierno!

Entonces, experimentó un déjà vu.

Las burlas al pequeño de ojos verdes (Light) hicieron que la niña se encarara con ellos... de una forma un tanto peculiar:

—¿¡Cómo os atrevéis a comer los dulces de la Bruja Buena!?

—¿Qué dices, niña estúpida?

—¡Yo no zoy una estúpida, eztúpido! —la niña hizo un gesto curioso con las manos, dirigiéndose a los niños— Soy Nad. ¡La Guedrera que lucha pol el amol y la justicia! ¡Y en nombre de la Luna...! ¡Te castigaré!

Aprovechando el desconcierto de sus enemigos, activó el nexo-D de Nadhia para curarse un poco las heridas y luego materializó otra flecha luminosa. Al fin fue capaz de levantarse.

—¿Preparados para cobrar? —Gracias a la habilidad Blanco fijado no fallaría, iba a desarmarles a todos. Sonrió ligeramente al detectar la incredulidad de sus rostros.

Los dos no tardaron ni veinte segundos en desarmar a todos los piratas asustados, no opusieron demasiada resistencia.

Los primeros asistentes de la fiesta comenzaron a salir de la casa, preparados para ayudar. Aunque ya no hacía falta, los ataques habían cesado y prácticamente todos los malhechores estaban desarmados y heridos (lo suficiente para no poder escapar).

Light hizo desaparecer su Llave Espada e intentó apuntar a los malhechores con su rifle para asegurarse que no se movían un solo centímetro. El enorme dolor en el hombro reapareció —su débil poder mágico no había bastado para curar completamente las heridas— y puso una mueca. La lesión de la pierna tampoco fue una excepción y se hizo notar. Nadhia, quien captó su sufrimiento, le obligó a descansar en el suelo.

—Maldición… —No dejó de vigilar a los piratas en ningún momento—. Gracias —musitó mientras se tumbaba.

Y se quedó ahí, arrojado sobre el suelo. Aunque tenía sueño y necesitaba descansar para recuperarse de sus heridas, se mantuvo despierto hasta que Norrington se reuniera con ellos y se encargara de los piratas. Seguiría vigilándoles por si las moscas.

«Misión cumplida», dijo mentalmente, satisfecho.

Ya comenzaba a amanecer.

[Tanis]

Norrington hizo pasar a su despacho a los únicos tres vigilantes que no habían resultado ser piratas encubiertos: Light, Paul y Nadhia. La luz del sol de la mañana entraba por la ventana e iluminaba la estancia dibujando el contorno de las cortinas en el suelo. Junto a la puerta abierta del despacho hacía guardia un soldado del fortín, que los miró de reojo sin decir nada. El capitán estaba sentado tras el escritorio y repasaba con insistencia varios papales escritos con intrincada letras cursiva. Cuando los aprendices y Paul entraron, Norrington levantó la mirada de la mesa y los observó con seriedad.

—Buen trabajo, caballeros, —Desvió la vista hacia Nadhia inconscientemente y se corrigió—, y señorita. A pesar de los imprevistos han logrado solventar la situación y cumplir con lo que les pedí. La señorita Swann está a salvo gracias a vuestro arrojo y nadie salvo los intrusos salieron heridos. —Mientras hablaba había dejado una bolsa en la mesa frente a ellos, que tintineó débilmente cuando tocó la superficie del escritorio, sin duda alguna los platines de la recompensa—. El Gobernador me ha pedido que os de las gracias y os otorgue una recompensa extra además del dinero. Dwaig, traiga al señor Turner.

Si se volvían verían que el centinela junto a la puerta se retiraba y perdía por el pasillo del cuartel. Al poco rato el doble de pasos regresaron y al despacho entró un muchacho que traía consigo tres estuches finos y alargados.

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El joven dejó los estuches colocados a lo largo de la mesa y realizó un gesto con la cabeza, una pequeña reverencia, que Norrington devolvió.

—Gracias, puede retirarse.

Turner miró levemente a los tres antes de marcharse, sin decir una palabra. El capitán señaló los estuches como además para indicar que podían abrirlos. Cuando lo hicieran, dentro de cada uno verían una espada, las tres iguales entre sí, cada una dentro de su funda.

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Si miraban, en la vaina había algo grabado junto a la empuñadura: Brown&Turner.

—Pueden repartirse el dinero como crean conveniente. Volveré a llamarles si les necesito.

Curiosamente incluyó a Nadhia en la ecuación, a pesar de que no debía de sentirse muy cómodo contratando mujeres. Quizá eso demostraba que realmente Nadhia había logrado impresionar al capitán a pesar de ser una mujer.

—Pueden retirarse.

Eso era todo. Podían llevarse el dinero y la espadas. La misión estaba cumplida, eran libres.

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Obviamente 5.000 platines son para repartir entre vosotros, el dinero que se quede Paul es imaginario (si es que le dais dinero XD). Muy bien, bien hecho, ya os puntuare y haré crítica cuando terminéis <3

[EspeYuna]

Tras despedirse de Paul, Nadhia bajó con tranquilidad por las silenciosas callejuelas de Port Royal, de camino al puerto. Light se había adelantado mientras ella había tenido una larga charla con su compañero de guardia aquella noche. El hombre, humilde y fiel a sus principios, aceptó la verdad a medias. Nadhia ocultó mucha información sobre su origen, su legado y la existencia de otros mundos. Sin embargo, Paul no quería saber mucho. Para él, haber demostrado que Nadhia no era una sirena enviada por la furia de los mares ya era suficiente —aunque ella sabía que aquellas historias eran ciertas, con Hana como el ejemplo más cercano—. Y parecía haberse ganado su confianza. Después de todo, se habían salvado la vida mutuamente aquella noche.

Él le ofreció quedarse con la pistola que le había prestado durante el tiroteo, pero ella rechazó la oferta. Seguía sintiéndose más cómoda con sus flechas. Sin embargo, Paul insistió en que, por favor, no desperdiciara su puntería y aprendiera a cargar armas de fuego por su seguridad. Nadhia arqueó una ceja, incrédula a sus palabras. Pero la verdad es que... tenía razón. No podía depender siempre de las flechas. Las armas de fuego eran más rápidas en situaciones peliagudas. Tarde o temprano tendría que hacerse con una, ligera y efectiva.

«Quizás Montblanc pueda aconsejarme», pensó, rodeando la fortaleza que rodeaba la isla de Port Royal.

Cuando llegó, ya estaba amaneciendo. Puede que el océano de aquel mundo fuera oscuro y algo lúgubre en comparación de las playas de su hogar o de las Islas del Destino, pero ver el sol asomarse siempre conseguía sacarle un suspiro de alivio y tranquilidad. La noche, por fin, había acabado.

Pero entonces, vio a Light sentado en uno de los muelles, esperándola. Y supo que tenía todavía algo pendiente que resolver.

Aunque no sabía bien cómo.

«Vamos Nadhia, es tu amigo», pensó, con el orgullo recorriendo sus entrañas.

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—¿Pudiste despedirte de Evelyn? —fue lo primero que se le ocurrió decir, intentando evitar lo irremediable— Espero que pueda volver a ver a Elizabeth.

Y silencio, tras que contestara o no. Nadhia se sentó a su lado, observando el horizonte.

—Lo... lo siento —finalmente, a pesar de su orgullo, lo soltó—. Por todo lo que pasó en el naufragio. No pude controlarme, me comporté como una imbécil.

Sin embargo...

—Pero eso no significa que se me haya pasado el enfado contigo —se sinceró—. Estoy muy, muy cabreada por lo que hiciste, Light —de hecho, todavía le costaba creer lo que había estado ocultando a sus espaldas—. ¿Cómo se te pudo ocurrir esa burrada? A pesar de que hubiéramos compartido la comida... ¡demonios, Light! ¿Qué coño importaba que fuéramos de un bando o de otro? ¡¡Nos estábamos muriendo de hambre!!

Pausó, notándose algo alterada.

—Déjame acabar —si pensaba que había terminado con él, estaba equivocado—. Lo que realmente me dolió es que no confiaras en mí —se le quebró la voz, pero no le iba a dar el lujo de verla llorar—. Podrías al menos habérmelo contado, y luego haber decidido qué hacer. Sé que soy compasiva, que no tengo remedio. Que soy buena e idiota, ¿pero realmente era necesario...?

Se detuvo, ya sin saber cómo seguir. Había logrado soltarlo todo, pero no de la mejor manera. Quería hacer las paces con él, aunque creía haber empeorado las cosas sincerándose con él.

Esperó, dolorosamente, la respuesta de Light.

«No quiero perderte a ti también», pensó, inconscientemente.

[Light]

Norrington les citó en su despacho para entregarles personalmente la recompensa. Light se encontraba en ese momento mucho mejor, sus heridas habían sanado y además había llenado su estómago con la comida sobrante de la fiesta. Era lo menos que merecía tras haberla salvado de una banda de piratas salvajes.

En cuanto entraron en la habitación, comprobaron que el Comandante estaba ocupado con ciertos documentos. De todos modos él no les hizo esperar un segundo más y les atendió de inmediato. Perfecto, porque odiaba las esperas.

—Buen trabajo, caballeros, —dirigió la mirada hacia Nadhia—, y señorita. —«Pillada», le dio unos golpecitos a Nadhia en la espalda. Curiosamente, Norrington no le dio demasiada importancia—. A pesar de los imprevistos han logrado solventar la situación y cumplir con lo que les pedí. La señorita Swann está a salvo gracias a vuestro arrojo y nadie salvo los intrusos salieron heridos. —Mientras reconocía su hazaña depositó encima de la mesa una bolsa repleta de dinero (lo intuyó por el ruido)—. El Gobernador me ha pedido que os de las gracias y os otorgue una recompensa extra además del dinero. Dwaig, traiga al señor Turner.

El centinela obedeció sin rechistar y se marchó, en busca de aquel individuo. Tras una breve espera el soldado apareció, acompañado por un joven. El supuesto señor Turner depositó sobre la mesa unas fundas que parecían guardar alguna clase de arma.

Norrington y Turner intercambiaron reverencias.

—Gracias, puede retirarse.

A continuación, tras la ida del joven, Norrington les invitó a que abrieran los estuches. Light no se lo pensó y comprobó que en el interior de una de las fundas había una espada. Les habían regalado una a cada uno, todas ellas idénticas.

«Brown&Turner», leyó la inscripción situada al lado de la empuñadura. Le agradaba el regalo, aunque ya se había acostumbrado a su katana y no pensaba utilizar aquella espada de momento.

—Pueden repartirse el dinero como crean conveniente. Volveré a llamarles si les necesito.

»Pueden retirarse.

—Gracias, ha sido un placer —expresó, agradecido. Realizó una rápida reverencia (definitivamente no estaba acostumbrado a hacerlas) y se dirigió hacia la salida sin más dilación, con recompensas en mano.

***

Light, que había dejado atrás a Nadhia para que se despidiera de Paul, se encontraba en el puerto, sentado sobre el muelle.

Miraba el horizonte y el agua, pensativo. Había preferido separarse de ellos para aclarar sus ideas en solitario. Sí, porque pronto tendría esa charla con Nadhia y todavía no sabía qué decirla.

Pero sí, necesitaban dejar su orgullo aparte y hablar para arreglar su relación. Y quitarse ese estúpido naufragio de la cabeza. Por esa razón había aceptado su sugerencia.

—Lo hice… porque eran nuestros enemigos. Saeko intentó matarte. —Negó con la cabeza—. Eh… lo hice para protegerte, porque Bastión Hueco era una amenaza… no, no suena demasiado convincente —pronunciaba en alto, ensayando. Tenía que admitir que su actitud en la ballena había sido de lo más repugnante. Lo que podía llegar a hacer la desesperación…

Además, se sentía más despreciable que nunca por lo sucedido en cierta ópera. Por la muerte de cierta Guardiana, provocada por él.

El crujido de la madera le indicó que Nadhia había llegado. Giró lentamente la cabeza hacia ella.

—¿Pudiste despedirte de Evelyn? Espero que pueda volver a ver a Elizabeth.

—Sí. Es una de sus criadas, después de todo —contestó con desgana.

Bonito comienzo de conversación. Aunque sabía que no iban a hablar de eso precisamente.

—Mira, lo si…

—Lo... lo siento. —En efecto, Nadhia y él se disculparon a la vez—. Por todo lo que pasó en el naufragio. No pude controlarme, me comporté como una imbécil.

No se esperó que Nadhia se disculpara, aquello le pilló por sorpresa.

—Oh… bueno, no fuiste la única. —Se rascó la sien—. Aunque en realidad el único imbécil fui yo —dijo con completa sinceridad.

—Pero eso no significa que se me haya pasado el enfado contigo. Estoy muy, muy cabreada por lo que hiciste, Light ¿Cómo se te pudo ocurrir esa burrada? A pesar de que hubiéramos compartido la comida... ¡demonios, Light! ¿Qué coño importaba que fuéramos de un bando o de otro? ¡¡Nos estábamos muriendo de hambre!!

Se disponía a contestar (para disculparse, porque llevaba razón en todo), pero Nadhia insistió en continuar.

—Déjame acabar. Lo que realmente me dolió es que no confiaras en mí —dijo con la voz quebrada—. Podrías al menos habérmelo contado, y luego haber decidido qué hacer. Sé que soy compasiva, que no tengo remedio. Que soy buena e idiota, ¿pero realmente era necesario...?

—Vale, vale, lo admito. Fue una estupidez lo de esconder la comida. Lo siento. Sabes que detesto Bastión Hueco y bueno, en fin, que no tengo excusa. —Puso los ojos en blanco, irritado—. Quería mantenerles debilitados para que no resultaran peligrosos, ¿sabes que Saeko intentó matarte mientras dormías?

»No se trata de confiar o desconfiar —masculló—. Eres amiga de Ragun, sabía que no accederías a mi plan desde el principio. Y lo comprendo. Como te he dicho, no tengo excusa, fue una estupidez... ¡Todo esto de la guerra es una estupidez, mierda! —rugió.

Estaba furioso. Consigo mismo y con aquella estúpida guerra, lo detestaba todo. Así que explotó:

—¿¡Por qué cojones tenemos que participar en esta mierda de guerra!? —Arrojó una piedra al agua, furioso—. No quiero saber nada de este conflicto. NADA. Estoy hasta los cojones de esta mierda. ¡Nadie me dijo nada de esto cuando me hicieron Caballero, yo solo tenía que luchar contra Sincorazón! —Apretó los puños—. ¡No eres la única que odia esto, joder! ¡Yo lo odio infinitamente más que tú! ¡¡Ya he matado a alguien de Bastión Hueco y no quiero volver a hacerlo!! —vociferó sin pensar lo que decía, temblando como un flan.

Al fin se lo había soltado y se había quedado tan a gusto. Pero no del todo. Light agarró el colgante con las manos, apretó los dientes con mucha rabia, y comenzó a llorar desconsoladamente.

—No quiero… volver… a hacerlo…

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FIN por mi parte. Mil gracias a Espe y a Tanis por la misión y siento si la he cagado demasiado (malinterpreté cuando Tanis dijo que había un farol cerca del pirata y me imaginé que llevaba un farolillo de mano xDU en fin). Y no soy muy conocedor de la saga de Piratas del Caribe pero he intentado hacerlo lo más decente posible (¿?)

Nos leemossss