[Tierra de Partida] El Caso de las Bragas Robadas

[Light]

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Light seguía preguntando a la gente que se iba encontrando por los pasillos. Todos estos le miraron extrañados y naturalmente se sorprendieron en cuanto escucharon que alguien había robado ropa interior. Nadie le dio una respuesta útil, aunque afirmaron que habían notado raro a Derhe Yeno aquel día; demasiado risueño y feliz. ¿Tendría algo que ver?

No tardó en atisbar a Higashizawa, el gran cocinero del castillo. Era un hombre bastante grande y fortachón, de apariencia intimidatoria, que vivía por la cocina literalmente.

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Light se aproximó al hombre y se dispuso a contarle la situación. Pero… no pudo.

—¡A ti te buscaba, Light Hikari, mi antiguo aliado de guerra! —exclamó enérgico—. Escucha. En situaciones normales me encargaría yo de preparar toda la comida de hoy, pero me he lesionado el brazo al jugar paintball y necesito un fiel aliado que me ayude a superar esta cruda situación. ¡Y tan cruda!

—Pero ahora…

—¡No hay objeciones que valgan, muchacho! —le interrumpió, tajante—. ¡La cocina lo es todo! ¡Si no comemos no vivimos!

—¿Eh? Pero si no sé cocinar.

—¡Da igual! ¡Yo te convertiré en un Masterchef!

—¿¡Eh!?

Le agarró del brazo con su única extremidad sana y tiró de él con una fuerza tremenda para llevarle a la cocina, desesperado, como si la vida de todos dependiera de aquella comida. Light, atónito, le explicó la situación y Higashizawa afirmó que le soltaría en cuanto terminara algunos platos. También le confirmó que no había visto a nadie sospechoso llevar unas bragas.

—Ese ladrón está realmente enfermo sin duda. Si le llego a pillar me aseguraré de asestarle un sartenazo.

Entraron en las cocinas al fin. Ahora le tocaba cocinar para contentar al chef. Pero había un enorme inconveniente: no sabía hacer ni un mísero huevo.

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Edits porque me había equivocado y en lugar de darle a publicar el siguiente post había editado este post kchorra

[James Bond]

La búsqueda de Keiko no daba resultado ninguno. De todos los aprendices que eran interrogados por la muchacha, ni uno solo declaro haber visto algo, excepto a un tal Derhe Yeno que parecía feliz.

—No hay manera... ¿Tan difícil es encontrar a un maldito ladrón de bragas?— se preguntó Keiko a sí misma.
—¿Qué pasa con unas bragas, kupó?— quiso saber un Moguri que pasó al lado de Keiko.
—Pues...—se sonrojó— Que algún maldito desgraciado y pervertido ha robado la ropa interior de una aprendiza y... junto a un compañero, la andamos buscando.
—Kupó, lo siento, kupó. Pero no he visto nada, kupó. Si descubro lo que sea, mandaré a un Moguri a buscarte, kupó.
—Muchas gracias— agradeció Keiko al Moguri.

Así pues Keiko prosiguió su búsqueda del malvado ladrón.

[Light]

—Muy bien. Empieza calentando el aceite y corta la cebolla.

Fue la primera orden que recibió del chef experto. No sabía cocinar, por lo que tenía que limitarse a seguir sus órdenes y ejecutarlas torpemente. Cuando se disponía a coger el cuchillo y la cebolla, Higashizawa le detuvo.

—¡Por el bizcocho de mi difunta abuela! ¿Qué es eso de empezar a cocinar sin lavarse las manos ni siquiera? ¡La higiene en la cocina es fundamental, si vamos a tocar los alimentos tenemos que asegurarnos de tener las manos limpias!

—¡Sí, señor! —Light obedeció sin rechistar y salió disparado hacia un lavabo para aclararse las manos.

Aquello solo fue el comienzo. Light se cortó un par de veces con el cuchillo mientras pelaba las patatas (su habilidad con las armas blancas no le ayudó demasiado en esta ocasión) y rompió algún que otro huevo sin querer. A pesar de sus errores, Higashizawa le animó y siguió ayudándole en todo momento.

—¡Ten cuidado al darle la vuelta y asegúrate de que ha cuajado bien!

Finalmente terminó de preparar una tortilla. Higashizawa, orgulloso, le dio unas palmaditas en la espalda.

—Esto ha sido el primer paso, pero si sigues practicando llegarás a crear platos mucho más complejos que éste. Todavía estás soso y crudo, pero algún día alcanzarás el punto perfecto.

«De acuerdo… ¡Pero quiero irme ya!».

—Ahora vamos a hacer los pollos. ¿Preparado para deshuesar?

—No, pero bueno.

Aquella sesión de cocina prometía. Pronto transcurriría la hora y Keiko le estaría esperando. La búsqueda del ladrón se estaba complicando sin duda.

[James Bond]

La aprendiza continuaba en su búsqueda particular del ladrón, estaba tan concentrada que no se dio cuenta de que chocó contra un grasiento muro.

—¡¡Mira por dónde vas imbécil!!— le gritó Keiko, y prosiguió su camino.— Puag, que asco, ese tío olía apestosamente mal...

Entonces, decidió bajar por unas escaleras cuando vio a otro grupo de aprendices.

—Disculpad, ¿habéis visto a alguien sospechoso por la zona? Han robado la ropa interior de una aprendiza y estamos buscando al culpable.
—Ah sí, creo que alguien nos dijo de esto.
—Cierto, cierto, pero aparte de que Derhe Yeno está muy feliz, no hemos visto nada extraño.
—¿Qué tiene de raro que ese tal Derhe Yeno esté feliz?
—¿No lo sabes? Normalmente suele estar amargado y se dedica a putear a los aprendices, además de pasarse mucho tiempo en las cocinas. Los maestros le reclutaron en un momento de desesperación.
—Eso no lo sabía, gracias por la información.

La aprendiza continuó la búsqueda.

[Light]

—No puedo más —balbuceaba.

Al fin había terminado de preparar los pollos, que reposaban en el horno. El chef le felicitó y le dio permiso para irse. Varios moguris que no tenían nada que hacer habían entrado en las cocinas y estos podrían ayudarle en su lugar.

—Te deseo suerte en tu noble búsqueda, aprendiz de chef —dijo el cocinero, cruzado de brazos.

—¡Gracias!

—Yo soy quien debe darte las gracias. Hoy vamos a comer gracias a ti. Espero que encontréis al culpable, la víctima de este robo debe estar pasándolo muy mal. Me sentiría igual si me arrebataran mi cucharón favorito…

Finalmente abandonó las cocinas, con un dolor tremendo de manos (deshuesar tantos pollos no había sido agradable en absoluto).

Ahora, tocaba seguir interrogando a la gente.

—¿Mogufat? —Divisó en la distancia a un moguri más regordete que los demás. Sin duda tenía que ser él.

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Ignorad la cinta

Se acercó a él y comenzó a interrogarle. El moguri amargado (era uno bastante peculiar) le insultó nada más verle y se negó a escucharle al comienzo. Se notaba que le tenía rencor tras lo sucedido en las cocinas hace unos años.

Light no se rindió e insistió. Finalmente le contó toda la historia de las bragas robadas.

—¿Bragas robadas? No sé de qué me hablas y tampoco me interesa, kupó. —Le dio la espalda al aprendiz y continuó con su camino.

—¿No te interesa? ¡Qué raro! —Light puso los brazos en jarra—. ¿Estoy hablando con el mismo Mogufat que afirmaba ser el mejor detective de Tierra de Partida? Pues ya veo cómo huyes de este caso.

—Esto, kupó…

Light sonrió.

—No me digas que tienes algo que ver con este robo. ¿Has vuelto a hacer de las tuyas?

—¡Bobadas, kupó! ¡Bobadas, kupó! —exclamó nervioso, agitando las extremidades—. Yo no soy un pervertido, me he reformado, kupó. Y no he vuelto a robar nada, aprendiz de pacotilla, kupó —aseguraba, con su tono agudo de voz—. Ahora estoy ocupado y tengo cosas que hacer, kupó. ¡No tengo tanto tiempo libre como los aprendices de pacotilla, kupó!

Y se fue echando pestes, bastante enfadado. Contrastaba bastante con el resto de los moguris porque este no era nada adorable y le encantaba meterse con los aprendices. No paraba de quejarse, asegurando que los Maestros habían reclutado a demasiados Portadores. También detestaba a sus mascotas, según él estorbaban.

Light se quedó mirando al moguri obeso, quieto en el sitio. No tenía nada que hacer y ya no sabía a quién preguntar, así que decidió seguirle con disimulo. Con suerte, Mogufat sería el ladrón que estaban buscando y lograría recuperar las prendas de Keiko.

[James Bond]

La búsqueda de Keiko proseguía, pero no lograba encontrar ninguna pista, y lo peor era que el tiempo se le estaba acabando.

—Mierda, mierda, mierda, mierda...— decía Keiko, volviéndose a alterar.

La aprendiza se encontró con otro aprendiz en su desesperada búsqueda.

—¡Disculpa! ¿Has visto algo raro o inusual en Tierra de Partida en el día?
—Salvo Derhe Yeno contento, nada en especial.

Keiko suspiró de la desesperación y se dejó caer abatida, ¿por qué demonios aquel día le tenía que ir tan mal las cosas?

[Light]

Mogufat se giraba de vez en cuando para comprobar si alguien le seguía. El aprendiz no se molestó en ocultarse, aunque quizá hubiera sido apropiado. Si el moguri era el culpable, no le llevaría hasta las bragas escondidas tan fácilmente. Intentaría darle esquinazo antes.

Sin duda era sospechoso, demasiado sospechoso. El moguri regordete claramente denotaba nerviosismo. Además… ¿era su imaginación o estaban recorriendo los mismos pasillos todo el rato? ¿Qué ganaba Mogufat andando en círculos?

—¿Por qué me sigues, kupó?

—No te sigo, estoy yendo por el mismo camino que tú simplemente.

—Sí, claro. Estúpido aprendiz de pacotilla, kupó.

«Cuando sea Maestro les convenceré a todos para que te echen», juró en ese momento. Si al final era el ladrón, lo haría sin dudarlo.

El moguri giró en una esquina y le perdió de vista temporalmente. Light decidió en aquel momento cambiar su estrategia: se convertiría en perro y le seguiría desde una distancia más prudencial. Mogufat no conocía nada de su transformación y no podría sospechar que se trataba de él. Entonces, bajaría la guardia y le llevaría al lugar que el moguri no quería enseñarle.

Empezó a caminar a cuatro patas, con premura para alcanzar al sospechoso. Dio con él y volvió a seguirle a partir de ese momento, deseando que dejara de caminar en círculos. El moguri borde se detuvo al darse cuenta de su presencia y le observó con cara de pocos amigos.

—Un chucho, kupó.

Tras decir lo evidente, continuó caminando, más relajado.

[James Bond]

Keiko estaba abatida y cansada, todo lo que hacía era absolutamente inútil. No encontraba pista alguna sobre el paradero de su ropa interior. Lo único que sabía era que todos los aprendices habían dicho lo mismo: que Derhe Yeno estaba contento. Pero eso no bastaba en absoluto.

Como el tiempo se le iba agotando, decidió volver al punto de encuentro programado por Light, pero se cruzó con un Moguri, este era distinto a los que estaba acostumbrada a ver. Por preguntarle, no perdía nada.

—Disculpa, ¿has notado algo raro, o visto a alguien sospechoso en Tierra de Partida? Resulta que a una aprendiza le han robado la ropa interior y...
—¡Kupó, yo no he tenido nada que ver, kupó! ¿Qué pasa, acaso tengo cara de criminal, kupó? Malditos aprendices, kupó, os creéis muy guays, kupó.
—¿Pero qué estás diciendo?— Keiko no entendía a aquel maleducado Moguri.
—Lo que me faltaba, encima una idiota, ojalá os pudráis kupó.

Con esas palabras, el Moguri se marchó, dejando a una desconcertada Keiko con cara de no saber que coño había pasado.

[Light]

Mogufat recorrió los pasillos con calma y no se detuvo hasta que una aprendiza se acercó a preguntarle algo. No era otra que Keiko, quien decidió interrogarle para saber algo más de sus prendas robadas. Conociendo a Mogufat, Light dio por hecho que no le diría nada.

Su predicción se cumplió, Mogufat no pudo ser más desagradable con la chica. Ésta se quedó atónita por la grosería de la criatura y le dejó marchar. Light esperó a que se alejara para acercarse a hablar con Keiko.

—Keiko, soy yo. Light —anunció, por si su apariencia perruna le despistaba—. Estaba siguiendo a Mogufat en estos momentos, me parecía muy sospechoso. ¿Has encontrado tú algo?

Tras escucharla, sugeriría espiar a Mogufat. Ya había doblado otra esquina y se alejaba de ellos por momentos.

—Rápido, vamos a seguirle, o de lo contrario le perderemos.

[James Bond]

El Moguri giró una esquina y se perdió de vista, y Keiko comprobó que un aprendiz con forma de perro se acercó a ella.

—Keiko, soy yo. Light.
—¡Ostia, Light! ¿Qué te ha pasado?
—Estaba siguiendo a Mogufat en estos momentos, me parecía muy sospechoso. ¿Has encontrado tú algo?
—¿Ese es el nombre del Moguri que he visto? Es un borde. Y no he encontrado nada, lo único que he averiguado es que un tal Derhe Yeno está muy feliz y por lo visto es algo fuera de lo normal.

Entonces Light sugirió a la aprendiza espiar al borde bichito flotante.

—Rápido, vamos a seguirle, o de lo contrario le perderemos.
—¡Vale, te acompaño!

Así que la aprendiza acompañó a Light.

[Light]

Los dos aprendices que se acababan de reencontrar empezaron a moverse sin más dilación.

—Maldición.

Desgraciadamente perdieron al escurridizo Mogufat. El muy capullo había desaparecido e ignoraban su actual localización: finalmente había conseguido darles esquinazo. Podía estar en cualquier parte del castillo y tardarían lo suyo en encontrarle.

Solo le quedaba una opción: localizarle con su olfato de animal. Light empezó a olisquear el lugar, intentando dar con algún rastro del moguri, en vano. Todo sería mucho más fácil si tuviera un objeto impregnado con su olor.

—Puedo rastrearle con mi olfato, pero necesitaría algún objeto suyo para encontrarle. Y no tengo nada de Mogufat. Creo que estamos igual que al principio… —afirmó, bastante fastidiado—. Maldito moguri de mierda…

Su única esperanza era dar con el sitio que estaba ocultándoles Mogufat. ¿Pero cómo? ¿Existiría otra manera de resolver el caso? ¿Cuál?

Observó a Keiko y escuchó sus sugerencias. Tenía que pensar algo, o de lo contrario jamás recuperaría las bragas robadas. A Light se le habían acabado las ideas y todo dependía de ella.

[James Bond]

—Maldición— exclamó Light.
—¿Qué ocurre?— preguntó una preocupada Keiko.

Pero Light no dijo nada, aunque tampoco hizo falta, pues pronto Keiko comprendió por que maldició. Parecía ser que no encontraba rastro alguno del Moguri.

—Puedo rastrearle con mi olfato, pero necesitaría algún objeto suyo para encontrarle. Y no tengo nada de Mogufat. Creo que estamos igual que al principio. Maldito moguri de mierda...— se quejó el aprendiz.
—Joe, que buena habilidad, es una pena que no...— de pronto a Keiko se le encendió una bombilla. Si podía encontrar cualquier cosa solo con oler...— ¡Creo que ya sé como podemos encontrar mis bragas! ¡Vamos!

Kei guió a Light hasta la lavandería, y de una de las lavadoras, sacó unas braguitas blancas con lazos azules recién lavadas.

—No me acordaba de esto, ayer por la noche puse algo de ropa a lavar. Sé esto es un poco violento pero... ¿podrías oler las bragas?— pidió, ofreciéndoselas lo más cerca posible de la nariz del Light perruno.

[Light]

A Keiko se le encendió la bombilla: tenía una idea para dar con el ladrón de bragas (supuestamente Mogufat, no podía pensar en otro que no fuera él). Light asintió tras oír su sugerencia y la siguió, sin revertir a su forma humana. En la lavandería estaba la clave para desentrañar el misterio, ¿qué podría ser?

Unas bragas blancas. Al final parecía que a Keiko le quedaba ropa interior en la lavandería. ¿Pero cómo demonios les ayudaría?

Light empezó a intuir la idea de Keiko… y no le gustó un pelo.

—No me acordaba de esto, ayer por la noche puse algo de ropa a lavar. Sé esto es un poco violento pero... ¿podrías oler las bragas? —Le acercó las susodichas al hocico.

—Eh… —Retrocedió en un acto reflejo, lógicamente en contra de aquella idea—. No, no, obviamente no. ¿Estás loca? ¿Cómo demonios voy a hacer esa guarrada? ¡Qué tontería! —Dejó escapar una risa nerviosa.

Era una broma, ¿verdad?

No. En el fondo sabía que era una buena idea, pues podría rastrear el olor de las otras bragas. Pero no quería hacerlo aun estando limpias.

—¿No hay otra idea mejor…?

Keiko podía intentar convencerle u obligarle a olerlas por la fuerza. Incluso probar con el chantaje. Suya era la decisión.

[James Bond]

Light retrocedió cuando Keiko le enseñó las bragas recién sacadas.

—Eh... No, no, obviamente no. ¿Estás loca? ¿Cómo demonios voy a hacer esa guarrada? ¡Que tontería!— argumentó Light soltando una risa nerviosa.— ¿No hay otra idea mejor?
—Bueno, si prefieres que no encontremos a los ladrones, no tengo otra idea mejor. Supongo que no me quedará más remedio que comprar bragas por Internet— trató de convencer dramáticamente Keiko a Light, como si eso fuera lo más horrible del mundo.— Pero... si lo haces... te puedo invitar a comer en algún restaurante. Además, piénsalo, si detenemos ahora a los ladrones, se lo pensarán dos veces antes de volver a robar la ropa interior de las aprendizas. Hazlo por todas nosotras, Light. Hazlo por la paz de Tierra de Partida

Ya era decisión de Light aceptar o no aceptar.

[Light]

—Bueno, si prefieres que no encontremos a los ladrones, no tengo otra idea mejor. Supongo que no me quedará más remedio que comprar bragas por Internet. Pero... si lo haces... te puedo invitar a comer en algún restaurante. Además, piénsalo, si detenemos ahora a los ladrones, se lo pensarán dos veces antes de volver a robar la ropa interior de las aprendizas. Hazlo por todas nosotras, Light. Hazlo por la paz de Tierra de Partida.

Light mantuvo la mirada fija en la aprendiza, aún aturdido por la absurda idea de oler sus bragas. ¿De verdad no había otra manera?

—¡Vale! ¡Vale! —Finalmente había cedido. Caería muy bajo, demasiado, pero tal como decía Keiko lo haría por una buena causa—. Volvamos al lugar donde perdimos a Mogufat y empezaré a rastrear por allí.

El plan se puso en marcha en cuando alcanzaron el lugar indicado por el aprendiz. Allí le pidió a la chica que le tendiera sus bragas. Light, con rostro de sufrimiento, acercó lentamente (muy lentamente) su hocico, cerró los ojos y comprobó el olor de la ropa interior recién lavada. Por suerte olía bien como era de esperar, a detergente para ser exactos. Menos mal que no había tenido que olisquear unas prendas sucias.

El rastro le condujo en primer lugar a la lavandería, donde había otras ropas impregnadas con el mismo olor a detergente. Sin embargo, éste no era su destino, sino otro.

—Es aquí.

Finalmente llegaron. Se detuvo delante de una vieja puerta de madera que estaba en muy mal estado. Cuando Keiko la abrió un poco, escucharon unas exclamaciones que procedían del interior.

Había mesas y otros cachivaches al otro lado de la puerta, obstruyéndola desde dentro. Sin embargo, solo tuvieron que empujar un poco para abrirla del todo. Light deshizo la transformación perruna y ayudó a su compañera a hacer fuerza. Pudieron entrar y descender por unas escaleras que conducían a unos sótanos.

Lo que se encontraron tras descender por los escalones y atravesar cierta puerta fue bastante… peculiar. Aquello era obra de un loco. Fotos pegadas por las paredes, algunas más íntimas que otras y de todos los tamaños. Había una enorme cantidad de éstas… y en todas salía la misma persona. Una aprendiza.

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(Keiko)

Y allí se encontraban los culpables. Porque realmente no había sido uno solo, habían cooperado para llevar a cabo el robo.

No eran otros que Derhe Yeno y Mogufat. El primero llevaba unas bragas en la cabeza (a saber por qué) y estaba rodeado de otras prendas de Keiko. El segundo se encontraba alejado del aprendiz gordinflón, quizás por el olor desagradable que despedía.

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—Ostia pedrín. Nos han pillado —señaló el aprendiz de relleno.

—¡A mí no me miréis, kupó! —exclamó Mogufat, alejándose del aprendiz oloroso y mirándole con asco—. ¡No soy un moguri pervertido, kupó! Admito que en parte cometí el crimen, kupó, me las arreglé para abrir la habitación de esta chica. ¡Pero solo estaba trabajando para él, kupó! Él me contrató. Las bragas las quería realmente este enfermo, yo solo le ayudé a cambio de platines, kupó. ¡Y los habría cobrado de no ser por vosotros, kupopó! ¡No me llevéis a los Maestros, por favor kupó, no soy un pervertido kupó! ¡Necesitaba el dinero, kupó! —rogaba, con lágrimas en los ojos. Tenía tanto miedo que al final lo había escupido todo.

—¿A quién estás llamando enfermo, tontaco? ¡Admite que tú también estabas deseando olerlas como yo! Y olvídate de los platines, cacho tonto —afirmó—. Ay, lo siento Keiko-chan, yo no quería causarte problemas… por favor perdónanos. Soy tu fan y no pude evitarlo jejeje… —justificó, avergonzado, incapaz de contener la risa estúpida. Incluso desde su posición podían oler su mal aliento.

—Estáis jodidos. Los dos. —Light hizo crujir sus nudillos y apretó los dientes. Le habían hecho oler las bragas de Keiko y habían interrumpido sus entrenamientos matutinos. Tendría que enseñarles que robar no estaba bien por la fuerza, especialmente a Mogufat.

—¡Oh, no! ¡Tenemos que escapar! ¡Tengo una estrategia, voy a tirar una bomba de humo, aprovecha para correr! —le comunicó el imbécil de Derhe a su cómplice.

«Muy inteligente eso de revelar tu estrategia».

El aprendiz, preparado para detener su huida, se tapó los ojos en cuanto reventó la bomba de humo. Los dos culpables salieron corriendo desesperadamente, pero no llegaron a escapar porque colisionaron contra la puerta que acababa de cerrar Light.

Simplemente ridículo, su estrategia no podía ser más absurda. Al final el humo les había impedido ver la puerta cerrada y esto había supuesto su perdición.

Light volvió a crujir los nudillos. En cuanto la pantalla de humo se disipó, se acercó a los dos maleantes con cara de pocos amigos. Estos dos se abrazaron mientras los aprendices se acercaban a ellos, temiendo lo que les iba a pasar en breves.

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En plan así:

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Dios xDDD creo que no he hecho nada más chorra en mi vida, o quizás si a saber. En el caso de que la haya cagado monumentalmente manejando a Derhe (he intentado que sea lo más imbécil posible en este post), supongamos que el encuentro no es canon y punto xD

Gracias a Bond por ayudarme con esto y espero que el GM no sufra mucho con este express absurdo. ¡Nos leemos!