[Ciudad de Paso] El arte de las transformaciones

[Light]

Cronología:

Aru: este encuentro > Trama Un mundo de papel
Light: Trama Nuestro Tesoro > este encuentro > Trama Sueño con oir tu voz

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Solo se le podía ocurrir a Light aquella idea tan suicida: internarse dentro de Bastión Hueco.

Con la respiración y el pulso acelerados, se dejó caer sobre el suelo, apoyando la espalda en un muro de piedra. Por suerte sus perseguidores no le seguían (de momento), así que tenía que aprovechar esos valiosos segundos para recuperar las fuerzas.

Estaba cansado de correr por las calles de la ciudad ruinosa y, para colmo, había recibido severos daños por culpa de Sincorazón muy poderosos, no se había imaginado que fueran tan fuertes. Y lo peor, estos no habían dejado de perseguirle desde su llegada; ni siquiera le habían permitido aterrizar tranquilo: criaturas oscuras conocidas como Brujos liberaron una lluvia potente de relámpagos que le arrojó del glider. Se salvó por los pelos porque fue capaz de amortiguar la caída con un Planeador.

El motivo que le había impulsado a ir a Bastión Hueco no era otro que el de buscar su antigua casa, la residencia de sus padres. Con muchísima suerte, encontraría alguna pista de sus paraderos y saldría vivo de aquella locura.

No. Ni de coña tendría tanta fortuna.

Era consciente de que la situación de Bastión Hueco era mala. Pero no tan mala. La ciudad se había convertido en un nido de Sincorazón y no tenía la menor posibilidad de sobrevivir, le matarían antes de que llegara a encontrar su casa —Merlín, antiguo vecino de sus padres, le había dado algunas indicaciones—. Además estaba herido: tenía un hombro dislocado y una herida enorme en la cabeza, de la que brotaba un poco de sangre. Había múltiples quemaduras alojadas en su cuerpo y difícilmente podía moverse.

Angustiado, cerró los ojos y condujo la mano hasta su frente ensangrentada. ¿Qué demonios podía hacer?

«Coge el glider y huye. Me queda magia suficiente para envolverte con un Tenue. No te ayudará a escapar de los Sincorazón, pero ningún Portador de Bastión Hueco podrá perseguirte si te ve volando», le informó Gaomon, quien le había ayudado a huir de algunos Sincorazón. En aquellos momentos se encontraba desmaterializado y extenuado, había gastado casi todas sus energías.

Se había olvidado por completo de los Portadores del bando contrario. ¿Y si le habían visto llegar al mundo con su glider? ¿Qué sería de él si los Maestros de Bastión Hueco le capturaban? Estaban en guerra.

—Mierda. —Apretó los dientes, frustrado.

No le quedaba otra que retirarse.

***

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Habían transcurrido exactamente siete días desde su incursión fallida. Se las arregló para ocultarles a todos los Maestros su aventura y justificó sus heridas asegurando que había salido mal parado de un combate contra un gigantesco Sincorazón. Ni siquiera se lo contó a alguno de sus compañeros aprendices, prefería guardárselo para sí mismo.

Desde los jardines, levantó la vista hacia el cielo y se preguntó qué podía hacer en su día libre. Por supuesto, ni se le pasó por la cabeza regresar a Bastión Hueco, todavía tenía que recuperarse de sus heridas.

«Ojalá hubiera alguna manera de burlar a los Sincorazón. Alguna forma de pasar inadvertido».

Si optaba por buscar la solución en la biblioteca, tardaría años en encontrarla. Si preguntaba a los Maestros, le pedirían explicaciones y no le apetecía darlas. Lo mismo sucedería con su abuela, le echaría la bronca si se enteraba de que planeaba hacer algo tan peligroso.

Entonces, le vino a la mente Merlín. Era un experto y sabio hechicero que parecía tener respuesta para muchas cuestiones. Además, no era la primera vez que le ayudaba en su búsqueda. Podía confiar en él con toda seguridad, después de todo era un viejo amigo de sus padres.

Estaba decidido, iría a Ciudad de Paso. Teniendo en cuenta la situación crítica de aquel mundo, se imaginaba que sería un viaje arriesgado.

[Aru]

Aquel día la peliazul se había levantado más temprano que de costumbre, era uno de esos días en los que le había prometido a su padre que le iba a ayudar en la pequeña tienda familiar, en Ciudad del Paso.

La pequeña cepilló sus cabellos y los recogió en una gran coleta mientras a su vez se observaba en el pequeño espejo de su cuarto. Ya arreglada y lista para partir, bajó hasta los jardines y formuló su glider para emprender sus quehaceres.

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Ya en su mundo natal, la pequeña agarró bien su bolsa y caminando, llegó directamente a la tienda de sus padres.

—¡He llegado! Con permiso —gritó anunciando su llegada.

Harold el padre de Aru se había escondido detrás de la puerta para darle un susto, intento fallido, porque la pequeña había abierto la puerta de par en par haciendo que impactará de lleno contra su padre por accidente.

—¿¡QUÉ DIANTRES!? —chilló asustada tras ver a su padre adolorido en el suelo con las marcas de la puerta en la cara.

—Eso te pasa por intentar asustar a la niña —dijo Alice, la mama de Aru que llegó con el botiquín de primero auxilios para ayudar a su infantil marido.

Aru le dió a su vez una colleja y segundos después un beso en la frente como señal de paz y se colocó el delantal de la tienda.

—M-me vengaré… —susurró Harold colocándose de pie con un exagerado vendado en la cabeza—. En fin, dejando aparte esta entrada… Necesito que hoy hagas unas entregas fuera de la tienda, cielito. —le indicó mientras le revolvía el pelo y le daba una lista con los pedidos.

Aru levantó el pulgar, y cogió el primer pedido para acabar cuanto antes.

[Light]

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Muy precavido, no aterrizó de primeras y se dedicó a otear un poco el terreno desde las alturas. Eran las primeras horas de la mañana en Ciudad de Paso y las calles estaban medianamente vacías. En aquellos momentos los comerciantes abrían sus negocios y empezaban a salir de sus hogares las primeras personas que se dirigían a las tiendas con la intención de hacer sus recados.

Light era consciente de que los Villanos Finales habían tomado la ciudad. La fama de los Portadores en el mundo no era precisamente buena y se metería en un buen lío si le descubrían portando la Llave Espada (o montando sobre ésta). No podía aterrizar de cualquier manera, necesitaba pasar inadvertido.

«Creo que necesito de nuevo tu Tenue».

Gaomon aceptó realizar aquel conjuro sobre él. Se materializó sobre el glider un momento —era lo suficientemente grande para que cupiera otra persona aparte de Light— y le volvió invisible con su magia. Su Llave Espada transformada en vehículo también se ocultó.

Descendió sin más preámbulo en el Distrito 1, cerca de la orfebrería de Montblanc. Hizo desaparecer su arma invisible y comenzó a caminar por el lugar, algo incómodo. No guardaba demasiados buenos recuerdos de esa ciudad...

«Me pregunto qué habrá sido de Cloud».

Si Merlín le atendía rápido, no descartaba visitar al rubio espadachín.

[Aru]

La joven peliazul comenzó con su primer encargo. Caminaba cargada con ese enorme paquete al que tenía que entregar con urgencia, al parecer era bastante frágil por lo que se podía leer en la parte superior con la misma palabra escrita con la bella caligrafía de Alice.

Casi a mitad del camino, Aru chocó con algo.
La pequeña hizo maniobras para que el paquete no cayese al suelo y se rompiese lo que contenía.

—¿Qué…? —pensó en voz alta mientras seguía buscando en medio del camino, donde prácticamente no había nada. ¿Cómo se iba a chocar si no había nada ahí?

La pequeña se levantó, cogió su paquete y comenzó a manosear el aire del lugar donde se había chocado para divisar si había algún muro invisible o cualquier cosa que no pudiese ver.

Después de un rato tocando, palpó una nariz humana. La pequeña se quedó aún más perpleja que al principio, ya que se suponía que estaba tocando a una persona… ¿Viva?

—U-un poltergeist… ¿Eres un ente maligno? —preguntó la pequeña mientras se alejaba pero le desafiaba con la mirada… O eso se suponía dado que esa persona era invisible.

La pequeña rebuscó en su bolsillo alguna ofrenda que hacerle al ectoplasma para que no le robase el alma. Aru le tenía bastante ‘’cosilla’’ a esas cosas.

Al final de su bolsillo había una chapita luminosa con un dibujo de un búho, la cogió y se la ofreció como símbolo de paz. Todo esto, sin dejar a la ‘’persona’’ explicarse.

—Toma, no es gran cosa, pero espero que sea suficiente como para pedirte perdón por haberme estampado con usted, señor fantasma.

[Light]

Light soltó una exclamación en cuanto un cuerpo chocó contra el suyo sin querer. Como no lo vio venir, no pudo apartarse a tiempo de ninguna manera. Por suerte, tanto él como la chica apenas recibieron daños por la colisión, aunque el paquete de la joven peligraba.

Sin que se diera cuenta, puesto que seguía oculto gracias al Tenue, se precipitó rápidamente sobre el paquete y lo cogió por un extremo a tiempo —al mismo tiempo que la chica hacía todo lo posible por resguardarlo—, evitando que cayera al suelo. Retiró las manos disimuladamente en cuanto la seguridad del objeto estuvo garantizada, ligeramente extrañado.

«Espera… Creo que he visto antes a esta chica en alguna parte. Juraría que en Tierra de Partida, seguro».

Dio un respingo y retrocedió veloz en cuanto la chica entró en contacto con él. Confundida por impactar contra algo aparentemente invisible, parecía decidida a encontrar la causa del accidente. Algunos de los habitantes de Ciudad de Paso que se habían parado tras ver a la joven tropezar la observaron extrañados: sin duda estaba llamando mucho la atención.

«¡Eh!», volvió a retroceder cuando le tocó la nariz.

—U-un poltergeist… ¿Eres un ente maligno?

No contestó. En lugar de hablarla, dirigió su mirada hacia la gente cotilla que se había detenido cerca de ellos. Los efectos de la invisibilidad pronto desaparecían y si aquellas personas le veían aparecer de repente se metería en un gran lío (incluso podrían llegar a deducir que era un Portador si la magia no era algo demasiado común en aquel mundo).

Tenía que esconderse cuanto antes. Buscó algún lugar idóneo y encontró una calle muy estrecha que, si no recordaba mal, era un callejón sin salida. Allí no había nada interesante, por lo que seguramente estuviera vacío.

—Toma, no es gran cosa, pero espero que sea suficiente como para pedirte perdón por haberme estampado con usted, señor fantasma.

«El Tenue va a llegar a su fin», le informó su mascota.

Se mordió el labio. Lógicamente no aceptó el regalo porque si cargaba con un objeto visible llamaría la atención sin duda. Y su propia invisibilidad estaba a punto de llegar a su fin.

Salió disparado hacia el callejón por motivos obvios. Cuando pasó al lado de la chica, le susurró con una voz casi inaudible:

—Rápido, ven al callejón.

No había más callejones en el distrito, por lo que podía asumir perfectamente a cuál se refería. Light, temeroso de quedar a la vista de algunos habitantes de la ciudad, empleó toda su velocidad en la carrera y se resguardó por los pelos en su escondite. Desde allí, esperó a que la aprendiza —finalmente se había acordado, definitivamente era una compañera suya de la Orden— acudiera para presentarse y arreglar aquel malentendido.

Cuando la joven llegara al lugar, le vería completamente visible, cruzado de brazos.

—¿Un poltergeist? ¡Qué va! —Entre risas, negó con la cabeza y puso los brazos en jarra. Comprobó que nadie les escuchaba y a partir de ese momento bajó el tono de voz—. También eres aprendiz, ¿verdad? Me suena haberte visto por el castillo —afirmó, afable—. Siento haberte asustado.

»Por cierto, soy Light. ¿Y tú?

[Aru]

De pronto, sintió un terrible escalofrío que le recorrió todo el cuerpo al escuchar que aquella ‘’cosa’’ le susurró:

—Rápido, ven al callejón.

La peliazul asintió aun sin saber que iba a pasar en el instante en el que pusiera sus piececitos en aquel oscuro callejón… ¿Qué querría aquel espíritu de ella?

Entonces como una valiente, Aru entró al callejón y miró hacia ambos lados, con el paquete aun en mano y con la guardia alta por sí había que conjurar su querida arma.
En ese momento divisó a un joven de brazos cruzados apoyado en la pared, bastante alto y flaco.

—¿Un poltergeist? ¡Qué va! —dijo burlándose de la confusión de la pequeña—. También eres aprendiz, ¿verdad? Me suena haberte visto por el castillo —preguntó—. Siento haberte asustado.

No sabía cómo reaccionar ante tal inesperado encuentro, pero sí, a Aru también le sonaba bastante su cara.

»Por cierto, soy Light. ¿Y tú?

¿Light? No le sonaba para nada ese nombre, pero como ya pensó antes, su cara si le era bastante familiar… Debería de ser de Tierra de Partida como ella, ¿pero entonces… No hay fantasma?

—Aru, Aru Petrikov —respondió mientras soltaba cuidadosamente el paquete delante suya, puesto que el ir de aquí para allá ya le estaba cansando.
Después de soltar aquel paquete, Aru, cogiendo un poco de confianza, se acercó a Light para verlo más de cerca y así aclarar sus dudas.

—Bonitos ojos, sí. Creo que yo también te he visto en algun lado… ¿Eres de Tierra de Partida, no? —dejó un poco de espacio al muchacho para que le respondiese, y después de que lo hiciera, volvería a tomar distancia—. No quiero parecer cotilla pero… ¿Qué te trae por Ciudad del Paso? —dijo mientras dejaba salir su mejor sonrisa.

Aru escucharía con atención la explicación y motivo del porque su compañero de mundo estaba en su mundo natal. Después, agarraría el paquete que tenía que entregar.

—Yo estoy ayudando a mi padre con su tienda, quizás lo conozcas, es muy famoso por aquí… Harold se llama. Tengo que llevar este paquete al señor Merlín.

[Light]

—Gracias. Se supone que los heredé de mi madre —dijo Light tras escuchar el cumplido de la chica. Continuó hablando en voz baja, precavido—. Claro que soy de Tierra de Partida —aclaró, arqueando una ceja. ¿Acaso no lo había dejado claro?

—No quiero parecer cotilla pero… ¿Qué te trae por Ciudad del Paso? —le preguntó la chica, sonriente.

—Vengo a visitar a un amigo mío para pedirle ayuda —le respondió, sin dar más explicaciones—. Aunque no recuerdo dónde se encontraba su casa y estoy algo perdido. Hace más de un año que no piso este lugar —explicó, y dio un suspiro.

—Yo estoy ayudando a mi padre con su tienda, quizás lo conozcas, es muy famoso por aquí… Harold se llama. Tengo que llevar este paquete al señor Merlín.

Definitivamente su encuentro no podía haber sido más afortunado.

—¡Qué casualidad! Precisamente es la persona que estoy buscando —indicó, ligeramente entusiasmado—. Por cierto, no soy de por aquí, así que no sé nada de tu padre.

»Tú pareces conocer esta ciudad mejor que yo. Podemos ir juntos si no te importa —sugirió. Se quedó observando durante unos instantes el paquete que cargaba—. ¿Es muy pesado? Si quieres puedo llevarlo yo, no me costaría ningún esfuerzo.

Tras aceptar su propuesta de ir juntos hacia casa de Merlín, Light propondría ponerse en marcha cuanto antes y abandonaría finalmente el callejón. Recordaba que la casa del viejo brujo se localizaba en un distrito diferente al uno, pero no estaba seguro de cuál era. ¿El dos? ¿O quizás el tres? Solo Aru podría ayudarle, por lo que se limitaría a seguirla.

—¿Vienes a menudo a la ciudad para ayudar a tu padre? Debe ser duro, ya sabes. Aquí la situación es complicada para los Portadores por culpa de los Villanos Finales —indicó. Antes de abrir la boca se aseguró de que nadie cercano les escuchaba.

Esperaba que la fortuna continuara de su lado y no se encontraran con ninguno. Gabranth, Kefka, Rubicante y otros más le conocían porque se habían topado con ellos en anteriores misiones, posiblemente le reconocerían si se cruzaba con alguno.

Apretó los labios, algo tenso. Quizás no había sido una buena idea traer a Aru consigo.

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Todas las acciones acordadas con Aru (lo digo por si la llego a controlar en algun otro momento del encuentro, todo está hablado xDD)

[Aru]

La pequeña aceptó la propuesta de Light para que el cargase el paquete, la verdad es que no pesaba mucho… Pero ya que se ofrecía…

—No pesa mucho pero… —Entonces la pequeña dejó caer el paquete en los brazos del muchacho y sintió un enorme alivio.

—¿Vienes a menudo a la ciudad para ayudar a tu padre? Debe ser duro, ya sabes. Aquí la situación es complicada para los Portadores por culpa de los Villanos Finales —preguntó Light.

Aru se puso a pensar, y observó en ambos lados que no hubiera nadie escuchando en secreto la conversación de los dos jóvenes portadores, y entonces le respondió.

»La verdad es que sí, mi padre no tiene a nadie ayudandole a parte de mi madre en la tienda, no se fía mucho debido a errores del pasado… E igualmente, ya sabes como es la gente de este mundo, a veces es mejor no arriesgarse y más como bien dices por los Villanos Finales. Entonces cuando el necesita ayuda me envia una carta con los días del mes donde necesita de mi ayuda y yo intento ir las veces que puedo, soy una portadora pero tampoco puedo olvidarme de mi familia…

Mientras salían de ese Distrito, la peliazul pudo notar que a Light le pasaba algo, ya que estaba poniendo una cara bastante peculiar y extraña, además de que el ambiente empezaba a tensarse.

—¿Todo bien? ¿Necesitas descansar o algo? —preguntó mientras caminaban

Entonces se dió cuenta de que el chico estaba bastante en guardia y le intentó relajar un poco.

—No tienes porqué preocuparte, muy rara vez se ven en público a ‘’esa gente’’... Además, yo te protegeré si te dan mucho miedo —bromeó la muchacha entre risas y guiñandole un ojo.

[Suzume Mizuno]

Los dos aprendices de Tierra de Partida estaban inmersos en su charla, lo suficiente como para que Light no percibiera al principio el frufrú de una capa. Quizás fue por hablar de los VIllanos Finales en voz alta, o puede que directamente mencionar «Tierra de Partida» hubiera sido un error.

El caso es que, cuando quisieron darse cuenta, ya era demasiado tarde. Un hombre alto, muy alto, envuelto en una capa roja con llamas azules que tal vez resultara familiar a Light les seguía sin apenas hacer ruido. Si se daban la vuelta, Rubicante les dedicaría una sonrisa demoníaca.

—Qué amable por vuestra parte venir en persona a nuestro mundo.—dijo, casi con un ronroneo. Les cortaba el paso y sólo podían continuar por el callejón, que no tenía ningún desvío hasta varios metros por delante. Para cuando lo alcanzaran sería tarde—. Estoy convencido de que al Alcalde le encantaría saludaros en persona, aprendices de Caballero.—Rubicante alzó una mano terminada en garras y en ella se materializó una inmensa llama que crepitó con fuerza—. Podemos solucionarlo por las buenas. Si preferís un combate, creedme, estoy más que dispuesto a enfrentarme a los dos.

Si uno de los dos daba un paso en falso, por pequeño que fuera, incluso un amago de marcharse, Rubicante atacaría con su llama y además, con un brusco movimiento, desplegaría lenguas de fuego que irían a buscar los miembros de los poco afortunados aprendices. Al fin y al cabo, era un hombre pacífico, pero no iba a jugársela. Ya no habría más juegos amables como en Villain’s Vale.

[Light]

Oír a Aru le hacía recordar su vida en Villa Crepúsculo. En aquellos años Light se dedicaba a hacer encargos para su abuela —quien regentaba un negocio de dulces—, como cargar pesados sacos o comprar todo tipo de productos. A diferencia del padre de la chica, su abuela nunca le había pedido ayuda durante su estancia en Tierra de Partida. Seguramente para ella sus deberes de Caballero estaban por encima de cualquier recado.

—¿Todo bien? ¿Necesitas descansar o algo?

—Qué va, solo estaba pensando. No creo que sea muy conveniente que nos vean juntos, algunos Villanos Finales me conocen ya —explicó.

—No tienes porqué preocuparte, muy rara vez se ven en público a ‘’esa gente’’... Además, yo te protegeré si te dan mucho miedo.

Light arqueó una ceja. Se preguntó si la chica había llegado a tener alguna experiencia desagradable con ellos. Todos estos villanos eran bastante poderosos y superaban en combate a la gran mayoría de aprendices. Todavía recordaba cuán impotente se sintió en Villain’s Vale: no pudo hacer absolutamente nada.

—Juraría que llevo más tiempo que tú en Tierra de Partida, eso debería decirlo yo —comentó de buena gana y comenzó a caminar con premura, adelantando a Aru—. Venga, démonos prisa —instó, volteándose hacia la muchacha.

Y entonces le vio, percatándose al fin de su presencia.

«Mierda, otra vez», apretó los dientes.

Simplemente era demasiada casualidad. El mismo demonio que les pilló con las manos en la masa dentro de su guarida ahora volvía a descubrirles. Se trataba de uno de los Villanos Finales, Rubicante. Si Aru todavía no se había virado, podría intuir que algo andaba mal con solo mirar el rostro serio de Light.

—Qué amable por vuestra parte venir en persona a nuestro mundo. Estoy convencido de que al Alcalde le encantaría saludaros en persona, aprendices de Caballero. —Rubicante invocó una llama crepitante en la mano, amenazante.

«¿Sabe que ella también es una aprendiz?», quizás resultaba obvio al verle con él.

—No lo creo —respondió rápidamente e intercambió miradas con Aru, intentando aparentar el nerviosismo.

—Podemos solucionarlo por las buenas. Si preferís un combate, creedme, estoy más que dispuesto a enfrentarme a los dos.

—Corre —le recomendó a Aru, sin despegar un ojo del demonio. Depositó el paquete en el suelo para tener las manos libres y materializar en una de éstas su llave. Dio un paso hacia adelante—. Yo le retendré.

En un acto reflejo tuvo que cubrirse con su gran arma porque el ataque de Rubicante no se hizo esperar. Liberó su proyectil llameante, y eso no fue todo: varias lenguas de fuego peligrosas que se dirigían hacia ellos les amenazaban con llenar su cuerpo de quemaduras.

Hubieran salido muy mal parados de no ser por un conjuro que se materializó misteriosamente. Todo sucedió muy rápido: una esfera mágica de gran tamaño apareció de improvisto, cubriendo por completo a los aprendices y desviando todos los ataques de fuego enviados por Rubicante. Se trataba de una variante avanzada del hechizo Reflejo.

Aprovechando la colisión de los hechizos, un diminuto animal se las arregló para superar a Rubicante y alcanzar a los aprendices. Aquel ratón era el responsable de la aparición de aquel escudo mágico, aunque los aprendices no tenían ninguna manera de saberlo; de hecho, Light ni siquiera se percató de su presencia, pues en aquellos momentos estaba más preocupado por Rubicante y se encontraba aturdido por la repentina materialización de aquella magia defensiva.

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Cuando el diminuto ser llegó a sus posiciones, pronunció de manera inaudible otro hechizo y les cubrió con una cortina de humo blanco que les cegó momentáneamente. Además, para desgracia de Rubicante, también les transportó: ya no se encontraban allí, sus presas se habían escapado, paquete incluido.

Light simplemente no daba crédito. Ya no sentía el suelo y experimentaba una extraña sensación en su cuerpo; la misma que percibía cuando se transportaba utilizando la habilidad de Xefil.

¿Qué sería ahora de ellos? En cuanto el humo se disipara lo averiguaría.

[Aru]

Todo fue demasiado rápido, de un momento a otro la situación se torno como se tornaba la mañana con la noche. De buenas a primeras, antes de poder contestar a su compañero, un villano se hizo oír detrás de la joven, cosa que hizo que se girara rápidamente.

—Qué amable por vuestra parte venir en persona a nuestro mundo. Estoy convencido de que al Alcalde le encantaría saludaros en persona, aprendices de Caballero.—Rubicante invocó una llama crepitante en la mano, amenazante.

Aru no perdió ojo al malvado y a su amenazante llama.

—No lo creo —le contestó Light mientras le indicó tensión con la mirada a la peliazul.

—Podemos solucionarlo por las buenas. Si preferís un combate, creedme, estoy más que dispuesto a enfrentarme a los dos.

Esta asintió con la cabeza y se puso en posición, aunque estaba claro que lo que quería su compañero era…

—Corre —le sugirió a la chica, mientras colocaba el paquete en el suelo—. Yo le retendré.

—No te voy a dejar solo —pensó la muchacha mientras miraba a Light.

Y en ese preciso instante todo volvió a cambiar de parecer. El villano atacó, pero sin el efecto que este esperaba, dado que un reflejo impactó contra su ataque y un pequeño ratón bastante familiar para la chica se introdujo en la batalla.

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Sin poder oírse bien, el ratoncito conjuró otro hechizo haciendo que una cortina blanca de humo les tapase por completo y con doble efecto, les transportarse a otro lado.

El villano, por ahora, había perdido de vista a sus presas.

En otro lugar, en otro lado, pero no en otro mundo, se encontraban Aru y Light, quienes si abrían los ojos podían ver el interior de una agradable choza llena de cachibaches y montones de libros. Y en su centro, una mesita de té con varios butacones y sillones donde ellos se encontraban sentados.

En el hombro del muchacho se encontraba el ratón que les había salvado el pellejo.

—Vaya, vaya, pero mira quien se ha dejado caer por aquí —dijo mientras se colocaba las minúsculas gafitas.

Aru reconocía esa voz, y en ese momento se acordó de su paquete, que por suerte, se había teletransportado con ellos. Con un gran alivio, se dejó caer por todo el sillón como si fuese un flan.

—Oh vaya, pero si está aquí también la joven Aru —dijo mientras saltaba desde el hombro del muchacho hasta el hombro de esta—. Es curioso encontrarse a dos portadores juntos, no me digáis que… Oh, el amor joven es de los más poderosos.

Aru abrió los ojos como platos, y se volvió a incorporar mientras negaba con la cabeza y con las manos.

—T-te equivocas, yo solo hacía repartos de la tienda de mi padre y me encontré con él, que por cierto, aquí tienes tu pedido.

Entonces la muchacha puso el paquete encima de la mesita de té y cogió al ratoncito y lo puso encima.

—Hacía mucho que no te veía, señor Merlín —dijo mientras observaba como este conjuraba otro hechizo que le volvía a la normalidad.

—Bueno, y entonces, ¿qué le trae por aquí muchacho? —respondió Merlín dirigiéndose a Light mientras jugueteaba con su larga y blanquecina barba.

[Light]

A medida que el humo se iba disipando empezaba a reconocer aquella habitación, cómo podría olvidarla. Se encontraban en la casa del famoso Merlín, lugar que no pisaba desde hace más de un año. Los múltiples cachivaches y los libros desperdigados la hacían inconfundible.

«¿Eh?», se sobresaltó ligeramente al darse cuenta de que un pequeño ratón se estaba apoyando sobre su hombro.

—Vaya, vaya, pero mira quien se ha dejado caer por aquí.

—¿M-Merlín? —preguntó Light, extrañado. Por su voz y algunos rasgos de su cara (la barba y las cejas blancas) llegó a intuir que se trataba de él. El animal asintió con la cabeza a modo de confirmación.

La joven Aru se dejó caer sobre una butaca, claramente aliviada.

—Oh vaya, pero si está aquí también la joven Aru. —Entonces, el ratón dio un brinco desde su posición para aterrizar sobre el hombro de la chica—. Es curioso encontrarse a dos portadores juntos, no me digáis que… Oh, el amor joven es de los más poderosos.

—Eh… no. —Light puso los ojos en blanco—. Además, los aprendices solemos realizar misiones en grupo, así que es lo más normal del mundo encontrarnos juntos. —Dio un suspiro y se cruzó de brazos—. Pero no es una misión de la Orden la que nos ha llevado hasta aquí.

—T-te equivocas, yo solo hacía repartos de la tienda de mi padre y me encontré con él, que por cierto, aquí tienes tu pedido.

Le entregó el susodicho, colocándolo encima de la mesita localizada en el centro de la habitación. También depositó al brujo transformado sobre la mercancía.

—Hacía mucho que no te veía, señor Merlín.

—Yo también.

El hechicero de Ciudad de Paso saltó de la mesa al suelo y finalmente retornó a su forma original, tal como Light le recordaba: con aquella barba tan larga y su túnica azul.

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—Bueno, y entonces, ¿qué le trae por aquí muchacho?

—Pues verás…

Fue directamente al grano. Le contó su última “hazaña”, que se había infiltrado en Bastión Hueco y que los Sincorazón de la zona le habían vapuleado sin piedad. Obviamente no le hizo ninguna gracia al viejo hombre. Nada más percibir el rostro indignado del brujo, el aprendiz justificó sus acciones, alegando que había tomado aquel riesgo para encontrar alguna pista de sus padres desaparecidos (en vano). Light se rascó la sien mientras el viejo le abroncaba.

—¡Pamplinas, pamplinas! Habrase visto… ¡Cuánta irresponsabilidad! ¡Teniendo en cuenta la alarmante cantidad de Sincorazón que habitan ahora en el vergel es un suicidio! —exclamó, agitando su bastón.

—Ya, por eso te pido ayuda, para encontrar una manera de pasar inadvertido —explicó Light, dándole la razón—. Algún hechizo o uno de tus cachivaches mágicos, cualquier cosa.

Merlín se dejó caer sobre uno de sus asientos, con el ceño fruncido. Se acariciaba la barba mientras meditaba fríamente la petición del muchacho. En parte quería ayudarle porque sus padres desaparecidos fueron amigos suyos, pero por otro lado…

—Si te llegara a pasar algo tus padres nunca me lo perdonarían —declaró pensativo. Finalmente, pareció ceder—. Pero supongo que no pasará nada si vas debidamente preparado. Sí, en efecto, existe una manera de burlar a los Sincorazón.

—¿Cuál?

—Pues… —Se cruzó de brazos y cerró los ojos momentáneamente—. No me acuerdo. —Light puso una breve mueca—. Lo siento, a esta edad la memoria ya no me funciona tan bien… pero no te preocupes, pronto lo recordaré.

»Aru, querida. —Se giró hacia ella—. Hay una cosa que me gustaría que le entregaras a tu padre de mi parte —dijo amablemente—. Un paquete que le tengo que devolver simplemente. Se lo llevaría yo mismo, pero es un objeto tan delicado que podría destrozarlo si lo transporto con mi magia.

Suya era la decisión.

[Aru]

Aru escuchó con atención los motivos por los cuales su compañero Light había llegado a Ciudad del Paso, cosa que hizo que Merlín se negase rotundamente.

—¡Pamplinas, pamplinas! Habrase visto… ¡Cuánta irresponsabilidad! ¡Teniendo en cuenta la alarmante cantidad de Sincorazón que habitan ahora en el vergel es un suicidio! —gritó mientras movía paranoicamente su bastón.

La muchacha se quedó sentada en silencio mientras seguidamente observó el rostro serio del joven, parecía quererlo con todo el corazón.

—Ya, por eso te pido ayuda, para encontrar una manera de pasar inadvertido —explicó Light, dándole la razón—. Algún hechizo o uno de tus cachivaches mágicos, cualquier cosa.

La novata se negaba a seguir escuchando una conversación privada, así que se levantó y caminó por la casa mientras observaba con atención unos libros que yacían polvorientos en una estantería vieja.

Con el dedo índice quitó el polvo a uno que le llamó la atención… Pero antes de que la muchacha pudiese terminar de leer el título, Merlín se dirigió a ella.

»Aru, querida. —Se giró hacia ella—. Hay una cosa que me gustaría que le entregaras a tu padre de mi parte —pidió amablemente—. Un paquete que le tengo que devolver simplemente. Se lo llevaría yo mismo, pero es un objeto tan delicado que podría destrozarlo si lo transporto con mi magia.

—Claro, no es problema, para eso estoy en Ciudad del Paso —respondió la muchacha mientras cargaba en sus brazos el pesado paquete.

Entonces, con un poco de dificultad, intentó alargar su brazo para llegar al picaporte de la puerta, y con mucho esfuerzo y varios intentos logró abrirla.

—No os preocupeis, estaré bien —dijo mirando difícilmente a Merlín y a Light, que parecían no estar muy de acuerdo con ella.

Aru asomó un poco su cabeza y miró a ambos lados, por si acaso aquel feo villano andase por esos lares.

[Light]

—Claro, no es problema, para eso estoy en Ciudad del Paso.

Aru parecía no dudarlo, e incluso ya se disponía a abrir la puerta mientras cargaba el paquete. O era una chica muy inconsciente o se tomaba muy en serio el negocio que regentaba su padre. En parte le recordaba a él mismo.

Light no se hizo esperar y se apresuró a detenerla, precavido.

—Espera. Rubicante nos ha visto y seguramente habrá alarmado a los suyos, no somos bienvenidos aquí —razonaba Light, intentando frenar a Aru—. Si te encuentran, es tu fin.

—Pues tienes razón, no lo había pensado —admitió el despistado de Merlín, quizá arrepentido por haberle pedido aquel favor.

—No os preocupeis, estaré bien.

—Déjalo, Aru, no pasa nada —insistió el anciano. En el caso de que la chica se mantuviera en sus trece, chasquearía sus dedos y provocaría que la puerta de su hogar se cerrara por si sola. Pero antes, una fuerte corriente de aire que no corría a su favor se materializaría delante suya y la obligaría a retroceder—. Escúchame, Aru. Si fuera más joven me encargaría de ellos y les expulsaría de esta ciudad con mi magia —afirmó muy convencido, dando a entender que había llegado a ser un brujo muy poderoso—. Pero ahora no puedo hacer mucho, y vosotros tampoco. Esa gente es muy peligrosa y no puedo permitir que salgáis de aquí sin tomar medidas preventivas.

—¿Medidas preventivas?

El amable de Merlín asintió.

—Si queréis, puedo ayudaros a moveros por Ciudad de Paso sin resultar advertidos. Esos malvados Villanos Finales ya se han quedado con vuestras caras, pero podéis engañarles si aprendéis los encantamientos adecuados… jojojo —comentó y dirigió la mirada hacia Aru—. Y tú podrías hacer el recado.

—¿Entonces nos enseñarías magia?

Volvió a confirmar con un movimiento de cabeza, convencido. La idea de que un brujo tan experimentado como él le enseñara le parecía simplemente fascinante. Aunque… ¿Sería merecedor? Después de todo era un negado en la materia, aunque tenía que admitir que había hecho tremendos avances desde el inicio de su aprendizaje.

—Aceptamos, ¿no? —preguntó a Aru, entusiasmado—. Será, esto… un gran honor. Espero estar a la altura.

No se hubiera imaginado que terminaría aquel día estudiando magia con Merlín. Se preguntaba qué clase de hechizos les enseñaría. ¿Quizá Tenue? Su eidolon lo dominaba, y puede que muy pronto él también. O posiblemente les enseñara a transformarse en animales: aquello resultaría sin duda mucho más increíble.

Ahora, ¿sería tan exigente como su abuela?

[Aru]

Merlín le insistió mucho a la joven, esta no sabía que hacer, solo quería hacer bien el trabajo que su padre le había mandado y terminarlo, y eso consistía en también entregar lo que Merlín que había pedido.

—Déjalo, Aru, no pasa nada —insistió el anciano. En el caso de que la chica se mantuviera en sus trece, chasquearía sus dedos y provocaría que la puerta de su hogar se cerrara por si sola. Pero antes, una fuerte corriente de aire que no corría a su favor se materializaría delante suya y la obligaría a retroceder—. Escúchame, Aru. Si fuera más joven me encargaría de ellos y les expulsaría de esta ciudad con mi magia —afirmó muy convencido, dando a entender que había llegado a ser un brujo muy poderoso—. Pero ahora no puedo hacer mucho, y vosotros tampoco. Esa gente es muy peligrosa y no puedo permitir que salgáis de aquí sin tomar medidas preventivas.

La muchacha se quedó impactada al ver la preocupación de Merlín por ella, aun así, no lo entendía. Hay que destacar que Aru era una joven impulsiva y despreocupada, aunque hubiese peligro ella no se echaría para atrás y seguramente era lo que el anciano temía.

De repente Merlín nos había ofrecido enseñarnos magia para poder movernos por el mundo sin que los villanos finales nos capturaran.

—Aceptamos, ¿no? —le preguntó Light a la peliazul—. Será, esto… un gran honor. Espero estar a la altura.

La muchacha no pudo evitar soltar una risilla al ver la reacción de Light, estaba totalmente fuera de su apariencia, parecía como si a un niño le estuvieran ofreciendo un juguete nuevo.


—Eres como un niño... —dijo dirigiéndose a Light entre risas—. De acuerdo, Señor Merlín, aceptamos. Le prometemos que estaremos a la altura, después de todo, somos aprendices de Tierra de Partida, ¿verdad Light? —dijo mientras le daba golpecitos suaves en la espalda.

Entonces Aru fue corriendo hacia la estantería que había ya estado observando, y cogió aquel libro que había estado desempolvando anteriormente.

—Con su permiso, Señor Merlín, quería preguntarle si podría ser esto lo que nos enseñase —sugirió la muchacha mientras le cedía el libro a Merlín.

Si ambo mirasen el libro que seleccionó la joven Aru, podrían diferenciarlos del resto de libros que había en la habitación. Este era de color violeta tirando a un azul colorido, tenía mucho polvo e inscripciones en su cubierta. Sin duda, un libro sobre transformaciones.

—Mi magia es afín a Ilusión, y la verdad creo que es una ocasión perfecta para seguir desarrollando habilidades, además… Creo que a Light le gustaría transformarse, ¿no?