[Villa Crepúsculo] Of our elaborate plans

[Suzume Mizuno]

—Lo siento. He estado hablando de mí y no he preguntado por ti... He leído algunas cosas en el periódico, pero prefiero que me cuentes. ¿Cómo te ha ido a ti en la Orden? ¿Al final funcionó lo de aquel chico?

—¿Eh? Ah.—Sonrió al pensar en Malik, sin poder evitarlo. Entrelazó los dedos de las manos. Sabía que no podría expresarle a Ivan Kit lo importante que había sido Malik para su vida, porque antes tendría que destapar el velo de otro asunto y… No quería. Ivan Kit había madurado mucho, pero no era el momento ni el lugar. Además, tampoco hacía falta. Él sólo había conocido a Fátima y en Fátima se iba a quedar la cosa. Sería lo mejor para los dos—. Bien, sí… Vamos, es oficial y estamos juntos.—En realidad no sabía si Ivan Kit conocía a Malik aunque fuera de vista y no estaba segura de si debía determinar que no era, precisamente, «un chico»—. Le quiero muchísimo y… Él también a mí. Soy muy feliz con él. Y, bueno, sobre Tierra de Partida, las cosas van bien, quitando lo de… Ya sabes. La guerra. De momento no ha habido bajas, por suerte. No sé si sabes que Xefil se fue, seguramente Nadhia pueda contártelo mejor. Ah, ¿sabes? Puede que este año, si me veo preparada, intente el examen de Maestra.—Sonrió con cierto nerviosismo. Era una idea que le provocaba hormigueos y, a la vez, un miedo indescriptible. La idea de fallar resultaba mareante.

De pronto se dio cuenta de lo que estaba haciendo y fue a cubrirse la boca con una mano. Hablar del futuro con una persona moribunda… Sin duda era doloroso. Miró a Ivan Kit, pidiéndole perdón con un gesto. En ningún momento había querido hacerle sufrir. Estaba segura de que él también había soñado con convertirse en un Maestro o, peor aún, que había estado seguro de que sería uno.

Se sintió muy violenta. No tenía ni idea de cómo corregir el rumbo de la conversación. Al final, nerviosa, se dio cuenta de que estaba dándole vueltas a un anillo y recordó sus planes para los hechizos.

—Yo, eh, Ivan, estoy preparando una invocación un poco compleja… Realmente no sé si podría hablar de «invocación» y como siempre se te ha dado bien la magia, quizás podrías ayudarme—farfulló. Le miró de reojo. Si no le veía interesado intentaría no excederse—. Mira, es esto.

Se quitó el anillo y se lo entregó.

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—Llevo un tiempo pensando que podría necesitar refuerzos durante el combate. Lo ideal sería invocar a un espíritu de agua (es lo que me resultaría más fácil de dominar) pero no quiero esclavizar a ninguna criatura ni tampoco depender tanto de ellas. Así que había pensado en crear una. Encontré esta piedra, que tiene un gran poder espiritual, y he estado investigando sobre hechizos y pensé en grabar unas runas, pero es algo peligroso y no tengo mucha idea de cómo sería el tema de la invocación. Quizás tú puedas orientarme un poco…

Le sonrió de medio lado. Ivan Kit siempre había dedicado más atención que ella a la magia o, al menos, al estudio de magias variadas. Ella había decidido aprender los hechizos más básicos y luego concentrarse en el agua. Así que era muy posible que Ivan, durante sus estudios, hubiera averiguado algo que pudiera servirle de ayuda.

[Soul Artist]

Saber que el chico estaba con Fátima alegró a Ivan, pero la mención de más temas acerca del futuro fue doloroso y difícil de ocultar. En cuanto su compañera cayó en la cuenta de su error cambió bruscamente de tema de conversación, con la gratitud del hombre en su rostro.

Fátima entregó un anillo a Ivan y le habló de su deseo de llamar a alguna criatura mágica. Como él se había vuelto con el tiempo un experto de la magia negra, así como de ciertas invocaciones en combate, quizás le pudiera ayudar.

—Creo que sí voy a poder serte de utilidad —Se levantó de su asiento con algo de esfuerzo, pero emocionado. Necesitó la ayuda de Fátima para caminar por el salón hasta una de las cómodas, en la cual comenzó a rebuscar contento—. Hace unos años Pichu encontró algo con lo que podía llamar a una especie de reminiscencia de otros ratones. Después conseguí algunos objetos semejantes más; investigué un poco sobre ellos, pero decidí dejar el tema en favor a otros. Ah, aquí están...

Ivan sacó dos pequeños amuletos de aspecto inútil: una carretilla con un hilo precioso atado a ella, para no perderse muy lejos entre todos los objetos de la cómoda, y un llavero con forma de las habituales naves de los policías de la Federación. Volvieron a la mesa e Ivan dejó en ella los dos pequeños artefactos junto con el anillo de Fátima, con lo que comenzó a trabajar.

—Mi teoría es que estos objetos funcionan mediante el vínculo mágico que se establece con el ser que ha impregnado sus sentimientos en él. No esclavizan ni llaman a nadie, sólo se limitan a... Bueno. Es como llamar a un fantasma —Ivan enredó el hilo alrededor del anillo con cuidado, como si se tratase de un objeto decorativo—. Creo que puedes...

El hombre se detuvo y agitó la cabeza. Dirigió la mirada a Fátima y se relajó, echándose atrás en su asiento. Tosió ligeramente y continuó enredando el hilo en el anillo, pero ahora con mayor tranquilidad.

—Perdona. Me estoy metiendo en mi mundo —se excusó él—. Me he emocionado. Recuerdo las clases de magia con Kazuki y... Se me va la cabeza. Ahora darás mil vueltas al propio tontorrón en un concurso de magia, estoy seguro.

[Suzume Mizuno]

—Creo que sí voy a poder serte de utilidad.

Con una punzada de emoción, se apresuró a ayudar a Ivan a acercarse a la cómoda.
—Hace unos años Pichu encontró algo con lo que podía llamar a una especie de reminiscencia de otros ratones. Después conseguí algunos objetos semejantes más; investigué un poco sobre ellos, pero decidí dejar el tema en favor a otros. Ah, aquí están...

Miró con curiosidad la carretilla, cuyo único valor parecía ser el bonito hilo, y un llavero en forma de nave de la Federación. Trató de contener su escepticismo y se inclinó sobre la superficie de la mesa cuando Ivan los dejó al lado de su anillo.

—Mi teoría es que estos objetos funcionan mediante el vínculo mágico que se establece con el ser que ha impregnado sus sentimientos en él. No esclavizan ni llaman a nadie, sólo se limitan a... Bueno. Es como llamar a un fantasma.

—Entiendo. Creo—añadió con el ceño fruncido. Se veía que todavía le quedaba mucho por aprender.

—Creo que puedes...—Ivan se interrumpió, tosió y luego siguió enredando el hilo alrededor de su anillo. Fátima miró a Victoria de reojo, preguntándose si tendría que despertarla. Ella sabría decirle si Ivan se encontraba mal. Como el chico continuó hablando, más relajado que antes, decidió dejarlo para después. También contaba que no quería que detuviera la explicación. Sentía verdadera curiosidad—.Perdona. Me estoy metiendo en mi mundo.. Me he emocionado. Recuerdo las clases de magia con Kazuki y... Se me va la cabeza. Ahora darás mil vueltas al propio tontorrón en un concurso de magia, estoy seguro.

Fátima rió por lo bajo, intentando reprimir la punzada de dolor que le había atravesado el pecho. La expresión de añoranza de Ivan le había hecho verdadero daño. Contuvo la frustración y las ganas de gritar que no era justo.

—En absoluto, aunque ya me gustaría. Lo cierto es que no me estoy especializando tanto en magia. Supongo que es lo que tiene que Lyn te dé clases. Te hace darte cuenta de tus debilidades. —Se miró las manos y frunció los labios. En realidad, su deseo de volverse más fuerte físicamente no tenía que ver con Lyn, sino con un hombre. Con su comprensión de que la magia no lo era todo, ni le serviría para defenderse otra vez de él. No quería volver a pasar por algo así—. Si te hubieras quedado, te habría usado de saco de boxeo—bromeó. Luego carraspeó y tomó con cuidado el anillo y el hilo—. Creo que entiendo la base de lo que me estás diciendo. ¿A quién está vinculado esto?—inquirió. Daba por sentado que si se lo decía era porque había experimentado la aparición de ese «fantasma».

Fátima escuchó el resto de su explicación, asintiendo cada poco con la cabeza, incapaz de apartar la mirada del anillo. Tenía una idea vaga de lo que deseaba hacer y ahora estaba claro que iba a costar, pero si le salía bien, merecería mucho la pena.

—¿Crees que sería posible aplicar lo que me estás diciendo a una criatura artificial? —Le miró de reojo, feliz por haber conseguido que se interesara por algo y que la antigua chispa de vitalidad e inteligencia se manifestara con claridad en sus ojos—. Me da un poco de miedo, si te soy sincera. Será como tener un bebé, supongo. Un bebé que crearé para pelear. Eso es lo que más me echa atrás. Tampoco tengo ni idea de si tendrá conciencia o no… O si podrá implicarse emocionalmente para que pueda invocarla.—Apretó los labios. Andrei había hecho algo similar, ¿no? Jugar a ser dios. ¿No estaba cometiendo el mismo error?—. ¿Crees que sería mejor que intentara invocar a una criatura que esté dispuesta a prestarme su poder?

Ivan era un mago y de los primeros aprendices de Tierra de Partida. Sin duda, tendría una idea mejor formada que la de ella y más después de tantas investigaciones. Jugueteó con el anillo. A veces se preguntaba cómo era posible que quisiera convertirse en Maestra cuando en el fondo sabía tan poco.

Mientras Ivan hablaba, la asaltó otra punzada. Ahora que Ivan había vuelto a su vida, saber que no regresaría a Tierra de Partida, que iba a… desaparecer… Apretó las manos. No era justo. Deberían estar discutiendo esto en alguna taberna, en los jardines de Tierra de Partida o en cualquier otro sitio. No allí, con Ivan enfermo y consumiéndose.

Dios, por qué le tenía que haber pasado a él.

Si tuviera más conocimientos, ¿podría haberle ayudado? Echó un vistazo a los documentos y se esforzó por contener las lágrimas.

[Soul Artist]

—Creo que vuelvo a perder.

Por mucho que estuviese enfermo, en el fondo Kit no había cambiado tanto. Su estrategia en el ajedrez seguía siendo la misma: su impaciencia le delataba, y esta le llevaba a perder frente a formaciones más complejas que Fátima preparaba. Siempre había sido así en Tierra de Partida y no había cambiado un ápice, así que resultaba sencillo derrotarle, incluso sin pretenderlo.

Después de estar trabajando en el anillo para Fátima su viejo amigo le había pedido que le llevara hasta la colina junto a la casa. Tras cargar un poco del camino por el brazo con él, se sentó en un banco y jugaron al ajedrez con una mesita, tablero y fichas que habían llevado. Los ejércitos, blancos y negros, eran los habituales; aunque Fátima podría jurar que algunas de sus partes se encontraban algo pintadas, pues su rey tenía un parche apenas visible y la reina de Ivan le recordaba ligeramente a su antigua Maestra.

La noche era muy agradable en Villa Crepúsculo. Kit parecía disfrutar del clima y la ligera brisa que les llegaba; no había salido en días, así que era una ocasión especial. Sonrió a Fátima y volvió a colocar las piezas en su lugar, ya por tercera vez, dispuesto a derrotarla de una vez por todas.

—Las anteriores eran de prueba —bromeó el enfermo, tomando un peón y dirigiéndolo hacia el frente—. Puede que no tenga mucho que hacer frente a una Maestra como tú, pero creo que aprendo bien de mis errores.

Tosió y continuó la partida, escuchando lo que Fátima le tuviese que decir. Al cabo de un par de minutos acabaría sacando un caballo al campo de batalla, y lo colocaría en una posición complicada para su supervivencia; casi se lo estaba poniendo fácil. Nunca se le habían dado muy bien aquella clase de juegos, aunque fardara de lo contrario.

—He estado pensando en lo que me has preguntado antes. El campo de las invocaciones es algo que queda por investigar a fondo en el Reino de la Luz... —El hombre se acomodó en el banco, observando fijamente el tablero y la respuesta de Fátima. Cuando le tocara, se inclinaría para continuar con sus movimientos—. No sé si un ser artificial tendría consciencia de sí mismo y dependería absolutamente de ti; nunca he podido atravesar esa barrera. Hay tanto que me hubiese gustado saber...

Se quedó en silencio. Movió la reina hacia el campo de batalla y comió una ficha desprotegida; después dirigió sus ojos a Fátima, casi suplicantes.

—¿Continuarás esa investigación? ¿Dejarás por escrito tu conocimiento para los que vengan después?

[Suzume Mizuno]

—Creo que vuelvo a perder.

—No lo crees, es que estás perdiendo, alma de cántaro.—Fátima sonrió y se comió uno de sus alfiles.

Se alegraba de haber sacado a Ivan a la colina. Parecía tener un poco de mejor cara, si es que eso era posible. Tenía la impresión de que haber estado intercambiando teorías sobre el anillo y el haber dejado que le diera un poco el sol del atardecer antes de que se hiciera de noche le habían dado la energía suficiente para tirar un par de horas más. Fátima aguardaba su siguiente movimiento, balanceando los pies con los tobillos cruzados y la barbilla apoyada en una mano. Sonreía mirando las figuritas, que tenían rasgos de Ronin y Nanashi. Cogió precisamente a esta y ejecutó un movimiento, derribando al rey de Ivan.

—Y mate. ¿Te hace otra? Dicen que a la tercera va la vencida.

Sonriendo, Ivan comenzó a colocar las piezas de nuevo.

—Las anteriores eran de prueba.—Fátima soltó una risilla y siguió con los ojos el peón de Ivan—. Puede que no tenga mucho que hacer frente a una Maestra como tú, pero creo que aprendo bien de mis errores.

—La futura Maestra también—señaló, moviendo su pieza. No tenía intención de atacar. Ivan era impaciente. Se lanzaría él solito a la boca del lobo, como hacía en la realidad demasiado a menudo—. Tendrías que jugar contra Malik. Es un monstruo, no tiene piedad. He tenido partidas con él que han durado menos de un minuto.

Ivan dejó a un caballo en una posición tan desprotegida que se preguntó si no se trataría de una trampa e Ivan la había estado engañando todo aquel tiempo. Mirándolo de reojo, llegó a la conclusión de que no y, con disimulo, apartó la mirada e ignoró al caballo, atacando a otro peón desprotegido.

—He estado pensando en lo que me has preguntado antes. El campo de las invocaciones es algo que queda por investigar a fondo en el Reino de la Luz...

—Es cierto.—Fátima frunció el ceño—. No hay suficientes libros y no conozco a ningún Maestro que sea invocador. Supongo que tendré que investigar en las Bibliotecas de otros mundos o... con mi propia invocación.—Su ceño se volvió más pronunciados. Cada día pasaba por dos momentos diferentes, uno en el que consideraba que si continuaba adelante habría dado un gran paso en su aprendizaje de magia y otro en el que se decía que era una loca y debería dejarlo de lado antes de cometer un error que no pudiera deshacer.

—No sé si un ser artificial tendría consciencia de sí mismo y dependería absolutamente de ti; nunca he podido atravesar esa barrera. Hay tanto que me hubiese gustado saber...

Se le encogió un poco el corazón y la cogió por sorpresa que la reina de Ivan devorara una de sus torres. Iba a felicitarle cuando se encontró con una mirada suplicante que le cortó la respiración.

—¿Continuarás esa investigación? ¿Dejarás por escrito tu conocimiento para los que vengan después?

Fátima cogió una de sus manos y apretó con suavidad.

—Lo prometo. Te lo juro. No dejaré que tus investigaciones se queden incompletas, ni tampoco las mías. Haré lo que sea necesario para que la gente sepa de esto… Y para que sepan que fuiste tú quien lo inició. Te lo prometo.

Lo haría, costara lo que costara, no solo porque era interesante… Sino porque se lo debía a Ivan. No podía permitir que el trabajo de su vida se perdiera en el olvido.

Cuando su amigo se calmara, cogería con dedos temblorosos una ficha y atacó a un alfil. Parecía un movimiento controlado, pero en realidad era arriesgado. Había dejado desprotegido a su rey.

—E… Ivan, ¿puedo hacerte una pregunta?

[Soul Artist]

La respuesta de la amiga de Ivan dejó a este mucho más relajado. Su cuerpo se relajó y sonrió con felicidad; no le importaba que su nombre fuera recordado o no (aunque su orgullo interior decía que en el fondo sí, y Fátima podía leérselo en los ojos), sino que todos aquellos estudios llevaran a algo al final. Una meta, un objetivo que lograr cumplir.

—Gracias, Fátima. De corazón.

Ante el movimiento de su contrincante, Ivan se colocó en posición y observó atento el tablero. Pasó por alto la desprotección del rey al ver a un indefenso caballo de su contrincante, y atacó con energía para devorar la pieza. De nuevo, se había ilusionado demasiado rápido.

—Y… Ivan, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Adelante.

[Suzume Mizuno]

Fátima contuvo un resoplido de risa y frustración a partes iguales cuando Ivan ignoró su rey y fue a por un caballo. En condiciones normales, le habría dado una patada a Ivan.

—Es sobre Victoria—dijo con cuidado, arrastrando las palabras. Miró a su alrededor. Le daba un poco de pena dejar a la chica de lado—. ¿Qué vas a hacer con ella? Quiero decir… ¿De dónde viene, qué es lo que quiere, aparte de ayudarte? No me malinterpretes, por favor. Sé que es buena persona. Se le ve. Y además, te ha soportado. Eso ya le da características de santa—burlona, le dedicó una sonrisa.

No estaba segura de si le estaba transmitiendo bien sus preocupaciones a Ivan. Simplemente, Victoria parecía estar para él, pero si Ivan iba a… Bueno, a dejarla sola, ¿qué pasaría con ella? No sabía si tenía familia. No parecía ser así si había decidido dedicar su vida a un enfermo terminal. Y esas alas tan extrañas…

—¿Le has enseñado algo de magia?—preguntó—. Me extrañaría que no, con lo que te gusta fardar.—Movió ficha y se comió un caballo de Ivan. ¡Venganza! Su rey seguía desprotegido. Cuando Ivan hiciera su movimiento, ella obligó a su reina a huir de una torre y la puso en línea recta hacia su propio rey y dijo—: Estás haciendo un jaque. Me refiero a que… Es tu amiga y le has hablado de todo lo nuestro. Parece admirar mucho a los Caballeros. ¿Quiere ser aprendiza? ¿O… algo?

En realidad no le habría extrañado. Había tantos aprendices que entraban a la Orden sin más, con solo conocerla de algún día o unas horas —cosa que Fátima seguía sin perdonar a los Maestros— que no habría sido raro que Victoria, que miraba con tanta reverencia a una aprendiza como ella, ansiara formar parte también de aquel mundo.

[Soul Artist]

—Desde luego que es una santa, sí —contestó Ivan con una sonrisa cuando Fátima se burló de él indirectamente. La caída de su caballo poco le importó; no eran sus piezas favoritas, así que sencillamente se centró en mover su reina y esperar a la próxima acción de Fátima, que consistiría en hacerle huir de una de sus torres—. Sólo quiere ayudarme. Cree que tiene una cuenta pendiente conmigo, y da igual que haya intentado convencerla de que lo olvide, ha insistido en acompañarme hasta el final. No estaría aquí si no fuese por esa pequeña ángel...

Su amiga hizo su movimiento y dejó caer en voz alta que se encontraba en ventaja, ya que podía atacar a su rey y acorralarle si lo deseaba. Sin embargo, Ivan se planteó la situación, incapaz de ver a la pobre pieza tuerta y más atento a su reina y lo que le comentaba Fátima: su particular interés por la Orden y por los Caballeros, como ellos dos.

—Está claro en sus ojos que quiere ser un Caballero. Sólo hay que ver cómo no te ha quitado ojo en el día de hoy... Cuando te envió la carta estaba subiéndose por las paredes. Se podría decir que tienes una fan.

Ivan tomó su reina y apuntó por un momento en dirección al rey. Sin embargo, desconfiado, se detuvo para fijar la mirada en el segundo caballo de Fátima. Resopló por un momento.

—No soy quién para decirle qué hacer, Fátima. Es ella quien debe decidir su camino. Antes de ser Caballero, Ronin me advirtió de que... —Se echó hacia atrás en el banco y dejó caer todo su peso sobre su espalda. Se mostró agotado de golpe, falto de energías—. No te voy a mentir, le deseo algo mejor que una vida en la Orden. Tiene un hermano que le quiere, muchísimo potencial como estudiante, y es tan joven... Tengo miedo de que la Llave Espada le cueste su futuro e ilusiones. No quiero que acabe como... Yo.

El hombre hizo el movimiento con su reina y dejó a Fátima en Jaque Mate, desganado. Dejó de nuevo que su peso se impusiera y se dejó caer en el banco. No celebró su victoria tras tantos intentos ni tampoco hizo gesto alguno sobre la pérdida de Fátima; sólo observó el cielo, agotado.

—Al final será ella quien decida qué hacer, pero tengo miedo de tener razón. Siempre la tengo, ¿verdad? —El comentario iba con un tono sarcástico y de burla hacia sí mismo.

[Suzume Mizuno]

—Al final será ella quien decida qué hacer, pero tengo miedo de tener razón. Siempre la tengo, ¿verdad?

Fátima suspiró. No sabía qué responder. Le hubiera gustado decirle a Ivan que él al principio nunca había pensado que acabaría así. Había sido uno de los aprendices más prometedores de Tierra de Partida, demonios. Recordaba a la perfección la frustración que sintió cuando quedó con él para estudiar y descubrió que le llevaba tanta ventaja, aun siendo un idiota. Las cosas cambiaron con el tiempo pero…

Fátima se preguntaba qué habría pasado si Ivan no hubiera dejado Tierra de Partida. Si hubieran podido estar para él. No comentó nada en voz alta, por supuesto. A estas alturas, lo mismo daba.

Lo importante era… Decirle que no. Que no siempre tenía razón.

—Tierra de Partida tiene cosas horribles. No sé cómo… acabará todo—reconoció Fátima, empezando a guardar las piezas. Ivan parecía muy cansado y no quería obligarle a seguir—. Cuando llegué, chantajeada por Nanashi y todo eso, pensé que me daban asco los Maestros. Sigo estando en contra de muchas cosas. Pero Tierra de Partida también es un buen sitio. Sobre todo para los que no teníamos antes un lugar. Jamás pensé que acabaría convirtiéndose en mi hogar—dijo con una sonrisa de añoranza—. Si Victoria quiere entrar… Bueno. Intentaré hacer lo que esté en mi mano para ayudarla. ¿Vale? Así que deja de preocuparte por tenerle don de la omnisciencia, porque no lo tienes. Y si no, mira las partidas—dijo con un tono burlón—. Tienes tanta razón que sólo me has ganado una vez. Aunque no está mal. ¿Pretendías una guerra de desgaste o qué?

Le dio una palmadita en la mano, ahora seria.

—¿Te arrepientes de haberte convertido en aprendiz?

[Soul Artist]

Ivan echó un par de carcajadas débiles al escuchar las burlas de su amiga sobre lo malo que era en el ajedrez. Observó el tablero y se encogió de hombros, orgulloso de haber vencido aunque fuera sólo al final.

—Bueno, ya conoces mi estrategia. Varias partidas primero para analizar los movimientos del rival, leer su mente antes que sus acciones... Si no soy omnisciente es porque no quiero —El hombre relajó su sonrisa y esta se volvió más amarga, triste—. Me alegro de que Tierra de Partida sea tan importante para ti, de verdad. Pero sólo deseo que Victoria no se arrepienta si toma una decisión, de una u otra manera.

Fátima le dio una palmada en la mano y le hizo una dura pregunta. Se levantaron para regresar a casa mientras Ivan seguía en silencio, incapaz de contestar. No sabía qué decir ni tampoco cómo expresarlo; se encontraba completamente en blanco.

—Si no lo hubiese hecho, no os habría conocido. No hubiese tenido un propósito. Pero no sé lo que hubiese pasado conmigo —se miró las manos, tembloroso—. Y no habría... No estaría así. Enfermo.

Ivan se quedó cabizbajo mientras caminaba lentamente colina abajo. Su voz se había quebrado con aquella respuesta.

[Suzume Mizuno]

—Si no lo hubiese hecho, no os habría conocido. No hubiese tenido un propósito. Pero no sé lo que hubiese pasado conmigo. —La sonrisa de Fátima se esfumó al ver cómo Ivan se contemplaba las manos—. Y no habría... No estaría así. Enfermo.

Se arrepintió de haberle preguntado. Con el corazón encogido y al borde de las lágrimas una vez más, respiró hondo para controlarse. Entonces rodeó a Ivan por los hombros. Le sorprendió darse cuenta de que eran ya de la misma altura. Ivan siempre había sido larguirucho y alto, pero en algún momento Fátima le había alcanzado y sin duda ahora era más fuerte que él. Con su peso pluma podría cargarlo sin problemas hasta la casa.

Se detuvo y abrazó a Ivan con cuidado para no hacerle daño. Sintió cómo se le marcaban los huesos sobre la delicada piel y se le puso la carne de gallina. Si hubiera podido, le habría transmitido toda su fuerza y su energía.

—Lo siento. De verdad. Lo siento muchísimo, Ivan. No te lo mereces, no te lo mereces. Ojalá pudiera hacer algo... Ojalá hubiera estado a tu lado.—Sorbió por la nariz con fuerza y rompió a llorar aunque sabía que no debía hacerlo y que quien necesitaba consuelo era Ivan, no ella—. Por favor, no te arrepientas. Sé que sueno como una idiota, pero no te… vayas arrepintiéndote. No hagas como si tu vida no hubiera valido nada, porque lo ha hecho.—Apretó un poco más—. Cada paso que diste, cada decisión estúpida o correcta han merecido la pena. Incluso si la vida es una mierda, no hay que arrepentirse de todo lo que hemos hecho. Si yo no hubiera cogido ese estúpido barco nunca te habría conocido. Aunque te diera más patadas que otra cosa… Si no fuera por ti, no habría ganado más confianza, no habría podido tomar muchas decisiones. No habría aprendido tanto. —Se separó un poco para poder mirarle a la cara, sin poder retener las lágrimas—. Y aunque he hecho cosas horribles, aunque mañana muriera en combate contra un Sincorazón… No querría arrepentirme de haberos conocido a todos, ni de haber aprendido tantas cosas.

»Así que no te arrepientas, porque no has hecho nada malo. No ha sido culpa tuya acabar así.

Si Ivan moría sin orgullo por haber intentado sacar adelante sus sueños, ¿qué le quedaba?

[Soul Artist]

Ivan correspondió el abrazo de su amiga y se dejó embriagar por su calidez. Le transmitió como pudo la energía positiva de su amiga y eso le hizo un poco más fuerte; era difícil decir cuánto, pero el tiempo lo diría.

—Gracias, Fátima.

Cuando regresaron a la casa encontraron a Victoria en la puerta, mirando de un lado a otro. En cuanto reconoció la figura de su amigo se lanzó a por él y tomó su brazo para rodearlo alrededor de su cuello, quitándole el peso a Fátima. Resopló y pegó un pequeño coscorrón a Ivan, enfadada.

—¡Cómo se te ocurre irte así en mitad de la noche! ¡Que me preocupo, coño, al menos haber dejado una nota! —Observó a Fátima y le sonrió, quitándole importancia al asunto—. Tú no te preocupes, ¿va? Voy a meterle en la cama, necesita descansar. Si quieres dormir aquí puedes hacerlo en el sofá, yo ya he cerrado los ojos lo suficiente.

—Estoy mejor, no te preocupes tanto por mí —el hombre se intentó librar del brazo de Victoria, pero esta era mucho más fuerte que él. Bufó y dirigió sus ojos hacia la Caballera—. Tú no te preocupes por nosotros. Sabes que puedes venir cuando quieras, siempre te vamos a recibir. Quédate esta noche, descansa y mañana temprano sales.

[Suzume Mizuno]

—¡Cómo se te ocurre irte así en mitad de la noche! ¡Que me preocupo, coño, al menos haber dejado una nota!

Fátima sofocó una carcajada. Así que así era como se comportaba Victoria cuando no intentaba mostrarse bien educada. Le pareció una reacción mucho más natural y agradable. Devolvió la sonrisa a la chica.

—Tú no te preocupes, ¿va? Voy a meterle en la cama, necesita descansar. Si quieres dormir aquí puedes hacerlo en el sofá, yo ya he cerrado los ojos lo suficiente.

—Pero no quiero molestaros—dijo, sintiéndose un poco incómoda por invadir la casa.

—Estoy mejor, no te preocupes tanto por mí —protestó Ivan, intentando, en vano, librarse de Victoria—. Tú no te preocupes por nosotros. Sabes que puedes venir cuando quieras, siempre te vamos a recibir. Quédate esta noche, descansa y mañana temprano sales.

Fátima sonrió. Todavía le escocían los ojos. Necesitaba lavarse la cara para tener un aspecto más presentable, demonios. Respiró hondo para recuperar el control de su voz y dijo:

—De acuerdo, pero sólo si me dejáis cocinar. No voy a ocupar sitio y además quedarme sin hacer nada. ¿Os apetece algo concreto? —preguntó, sin darles la opción de negarse. Si algo se le daba bien era cocinar, así que si era necesario se bajaría al pueblo a buscar los ingredientes en alguna tienda que no hubiera cerrado. Siempre las había.

Esa noche, Fátima llamó a Victoria mientras cocinaba y se sentía al menos un poco útil. Aprovechando que los estallidos del aceite hirviendo para ocultar su conversación, se acercó a ella y dijo:

—No sabes cómo te agradezco que hayas estado cuidando de él durante todo este tiempo. Sé que no tengo derecho a hacerlo, porque, bueno, no soy su familia ni nada. Tampoco estuve para él cuando lo necesitaba. Pero me siento muchísimo mejor al saber que está en buenas manos.—Se volvió hacia los fogones para controlar que nada se estuviera quemando, carraspeó y añadió—: ¿Tienes móvil? Si te parece bien, te daré mi número para que me avises por si necesitáis algo. Lo que sea. Por favor. Y… claro, si tú quieres algo o necesitas que te eche una mano, no dudes en decírmelo.—Sonrió a la chica, apagó el fuego y comenzó a preparar los platos. Entonces alzó la voz, para asegurarse de que Ivan la oía—: Victoria, ¿sabías que Ivan, cuando seguía en la Orden, era de los que intentaba emborrachar a los demás para ligar con ellos? Espero que no haya intentado hacer nada así contigo.

Llevó la comida a la mesa. Era tarde y todos tenían sueño, pero Fátima se sentía muy satisfecha de poder estar comiendo con ellos. Menos mal que no había rechazado la invitación. Se habría arrepentido durante mucho, mucho tiempo. Charló un poco sobre esto y aquello, también sobre el anillo que podía usar como elemento invocador, y, cuando llegó la hora de que Ivan se acostara, lo cogió por la mano y dijo:

—Sabía que podía contar contigo. Gracias. De corazón.

[Soul Artist]

Fátima no se quedaría si no era ella la que cocinaba para sus anfitriones; Ivan no opuso ninguna resistencia, pero Victoria fue otro cantar. La chica insistió todo lo que hizo falta en que, al menos, pudiese ayudar en la cocina a la recién conocida Caballera, y así lo hicieron. No era fácil desenvolverse en una cocina tan pequeña como la que tenían, a la que se accedía directamente desde el hall, debido al tamaño de las alas de la muchacha incluso recogidas. Sin embargo, se mostró tan colaborativa y excesivamente desesperada por ayudar que era casi imposible echarla de allí.

Terminó pillándole por sorpresa cuando, aprovechando el hervir del agua, habló por lo bajo con ella por privado, sin que Ivan pudiese escucharlas desde el salón.

—No sabes cómo te agradezco que hayas estado cuidando de él durante todo este tiempo. Sé que no tengo derecho a hacerlo, porque, bueno, no soy su familia ni nada. Tampoco estuve para él cuando lo necesitaba. Pero me siento muchísimo mejor al saber que está en buenas manos.

—¡Está en las mejores posibles! —aseguró la jovencita, apuntándose a sí misma con el dedo pulgar. Después bajó la voz y añadió:—¡. Y no te preocupes por no haber estado aquí antes. Ivan es un orgulloso y no quería que nadie se enterara; me ha costado lo mío que te contactara. ¡Lo importante es que estás aquí!

Discutieron varios temas mientras seguían con la cena. Intercambiaron teléfonos de móvil, para mantenerse en contacto durante los siguientes meses, y también hablaron de las travesuras de Ivan como miembro de la Orden. Victoria se quedó pálida cuando Fátima le aseguró que emborrachaba a la gente para lograr sacar a pasear a Mr. Toad, y se acabó riendo con ella imaginando la escena.

Después de la cena, donde el ánimo introducido por Fátima en la casa logró algunas risas y un buen amiente general, acostaron a Ivan. Fátima le dio las gracias y le tomó la mano, mientras este le correspondía con una sonrisa. Cuando salió de la habitación se encontró a Victoria junto al marco de la puerta, que le devolvió el saludo con una amarga sonrisa.

—Siento decirte que sólo hay dos camas. O, bueno, una cama y sofá —La joven observó el sofá, donde descansaba Pikachu despreocupado y sin el miedo de que nadie fuese allí a usurparle el puesto—. Descansa tú. Yo he dormido más que suficiente por hoy. Iré a dar una vuelta.

Se dirigió a la puerta y tomó el pomo un momento. Pensativa, se giró hacia Fátima y se miró los pies.

—Sé que lo sabes, pero... Has sido alguien clave en estos últimos años. Piensa que sin ti ni siquiera hubiese llegado a este punto, pese a ser un grano en el culo, según él. Pase lo que pase en el futuro, aunque pase... Eso —Victoria se pasó la mano por la oreja y se apartó el pelo, nostálgica. Recordaba todo lo que Ivan le había contado sobre ella, y quería expresárselo—, todo lo que has hecho por él nunca va a quedarse en el olvido. Yo siempre lo recordaré.

Victoria se aproximó y le dio un fuerte abrazo. La agarró con fuerza, como si existiera el peligro de que escapara por patas de allí sin que le transmitiera aquello. No podía ser.

—No podría haber tenido mejor amiga y compañera en un período así. Gracias.

[Suzume Mizuno]

Fátima iba a irse a la cama cuando Victoria se acercó a ella. Esperó, expectante.

—Sé que lo sabes, pero... Has sido alguien clave en estos últimos años. Piensa que sin ti ni siquiera hubiese llegado a este punto, pese a ser un grano en el culo, según él. Pase lo que pase en el futuro, aunque pase... Eso, todo lo que has hecho por él nunca va a quedarse en el olvido. Yo siempre lo recordaré.

Fátima apartó la mirada, sintiéndose muy violenta. Hablaba como si hubiera estado allí todo el tiempo y, por mucho que Ivan dijera que había hecho más que suficiente, ella siempre se arrepentiría de no haber buscado a su amigo con más ahínco.

—No, si yo no…

No pudo terminar la frase porque Victoria la estrechó en un abrazo tan fuerte que la dejó sin respiración. Fátima no pudo evitar ponerse un poco tensa, temerosa de que notara algo extraño con el relleno, pero en seguida se dio cuenta de que Victoria estaba demasiado ocupada intentando que no se escapara para fijarse en otra cosa.

—No podría haber tenido mejor amiga y compañera en un período así. Gracias.

Fátima notó un picor que ya se estaba volviendo familiar a lo largo del día y, tras una vacilación, le devolvió el abrazo a Victoria. Se sentía un poco incómoda; no estaba acostumbrada a tales muestras de cariño a excepción de Malik y Nadhia —y porque ellos sabían la verdad—. Aun así, trató de imaginar lo sola que Victoria debía haberse sentido durante todo ese tiempo. No sabía si ella habría tenido el valor de cuidar de un amigo y verlo consumirse día tras día sin poder hacer nada por evitarlo.

—Gracias a ti.—La estrechó con fuerza—. Eres increíble, de verdad. Llámame cuando lo necesites, ¿de acuerdo? Sea lo que sea. Las amigas tienen que estar para lo que se necesite, ¿no?

No sabía cómo sería Victoria en privado, aunque había podido imaginarlo durante el rato que pasaron en la cocina, pero lo que sí sabía era que estaba en deuda con ella y que se merecía ayuda. Si podían convertirse en amigas… En amigas de verdad, eso ya se vería. Pero le caía bien, le parecía una persona interesante y tenía claro que debía intentar quitarle esa idealización que sentía por los Caballeros antes de que se diera de bruces contra la realidad.

Le dio unas palmaditas en la espalda, intentando evitar las alas, cada vez más nerviosa, rezando porque no notara nada en el relleno —Malik decía que en un primer momento no parecía raro en sí— y sonrió a Victoria cuando se separaron. Le latía el corazón muy rápido, no sólo por lo incómoda que se había sentido, sino porque sus palabras le habían llegado muy hondo. Le quitaron buena parte del peso que la había acompañado desde que supo lo de Ivan, porque eran sinceras y no podía dejar de agradecérselo. Era una buena base para que algún día fueran amigas.

O eso esperaba.

Ella, al menos, estaba más que dispuesta a intentarlo. Quizás, algún día, se atreviera a preguntarle por las alas.

Cuando se acostó, lo hizo pensando que había sido un día muy largo. Viéndolo desde un punto de vista externo, sabía que había estado demasiado ocupada para buscar a Ivan con ganas, pero eso no la excusaba. No podía, simplemente, rendirse a la evidencia, comprendió. Buscaría la forma de ayudarle. Era imposible que no hubiera una forma de encontrar una cura o, al menos, algo que le alargara la esperanza de vida. No iba a morir sin que ella no hiciera algo para ayudarle. Tenía a su disposición la Biblioteca de Tierra de Partida y a los Maestros. Sí. Mañana mismo empezaría y no se detendría hasta encontrar algo con lo que ayudar a Ivan.

Aguantó hasta bien entrada la madrugada pensando en los libros que tendría que buscar, a qué Maestros debía recurrir y consciente de que tendría que releer de arriba abajo las investigaciones de Ivan para encontrar alguna prueba, algo que la guiara hacia una salida. No le diría nada a Ivan porque él… Él ya se había rendido y tampoco quería darle esperanzas. Sería demasiado cruel.

Pero esta vez se aseguraría de estar para él. Investigaría de noche o en cualquier momento libre: lo que no pensaba hacer era dejarlo de nuevo en la estacada.

Cuando por fin consiguió dormirse, tuvo un sueño muy ligero y agitado. No veía el momento de despertarse y salir escopetada a Tierra de Partida. Porque no iba a parar hasta que salvara a su amigo.

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Y hasta aquí mi parte. Muchas gracias por hacer este encuentro conmigo, Soul. Se echará muchísimo en falta a Ivan ;w;. Y gracias de antemano al GM que nos puntúe.