[Tierra de Partida & Ciudad de Paso] Futuros Maestros

[Suzume Mizuno]

Aprender sobre las Reminiscencias dejó boquiabierta a Fátima. No se imaginaba lo que sería hablar con gente que había muerto hacía cientos de años. Debía ser el sueño de cualquier historiador. No se atrevió a interrumpir a Light mientras le relataba sus aventuras, en especial cuando llegó a la parte de Nithael. De sólo imaginar al chico y a Malik peleando a muerte contra una criatura tan fuerte se le puso la piel de gallina y apretó las rodillas con los brazos sin darse cuenta.

Ella lo había pasado mal pero el viaje de sus compañeros había sido también terrible.

—Ahí dentro pensé que Ryota os había matado a todos en la entrada, ¿sabes? El Castillo del Olvido nos hizo creer eso. Fue horrible estar ahí, el castillo conoce tus debilidades, tus temores, lo peor de ti, y lo usa en tu contra —dijo Light mientras jugaba con el colgante que siempre llevaba encima desde hacía un tiempo.

—Qué horror…—farfulló Fátima, perdiendo la mirada en el cielo. Tras un silencio, dijo—: Nosotros también pensamos que habíais muerto, aunque ninguno quiso decirlo en voz alta. Tardabais demasiado en volver y era… Era… Como una pesadilla. Daba igual a cuántos destruyéramos, siempre había más y más. Y luego estaba el Coloso, que de vez en cuando disparaba y…—Se estremeció de solo recordarlo—. Además, cuando Yami y Alexis fueron a buscaros y no regresaron creímos que estábamos definitivamente muertos.

Diciéndolo así, parecía mucho mejor de lo que había sido en realidad. Fátima había perdido la cuenta de las veces que había estado a punto de perder la esperanza y de considerar si no sería mejor clavarse ella misma la Llave Espada. Cada vez que parecía que las puertas iban a ceder, cuando resultaban heridos o creían que ya no podían más…

Sacudió la cabeza y se pasó una mano por la nuca.

—Sabes, hasta ahora había pensado que los Sincorazón eran terribles pero no los veía como nada más que… No sé. ¿Una especie de máquinas? Pero durante esos días les cogí terror, aunque aprendí a matar a muchos de forma relativamente eficaz. Lo peor era saber que… Que alguien estaba detrás, pero no sabíamos quién.—Frunció los labios al pensar en Aaron—. ¿Has estado en el Santuario de la Reminiscencia? Ese tipo aparecía en los recuerdos de Ronin. Es un monstruo. Se suponía que estaba muerto. —Se masajeó una sien—. No solo está vivo sino que puede controlar a cientos de Sincorazón o, al menos a los más fuertes.—Esbozó una sonrisa amarga—. ¿No te sientes diminuto? Porque yo sí. Cada vez que pienso que pronto debería ser Maestra me da terror porque no rozo ni las suelas de los zapatos de Lyn y los demás y, así, ¿cómo vamos a ayudar a nadie? ¿Cómo es posible que haya gente tan fuerte ahí fuera?

Rechinó los dientes y arrancó un poco de hierba, furiosa consigo misma por ser tan… tan inútil. A veces tenía la sensación de que daba igual cuánto luchara por avanzar, siempre lo hacía por un camino embarrado y cuando creía que había avanzado treinta pasos, en realidad sólo lo había hecho cinco o seis. Porque los otros siempre eran más fuertes, siempre más listos. Y porque ella no conseguía alcanzarlos, la gente moría sin que pudiera hacer nada por evitarlo…

Casi era un milagro que hubieran sobrevivido tantos al ataque. Al pensarlo se sintió un poquito mejor.

[Light]

—Qué horror… Nosotros también pensamos que habíais muerto, aunque ninguno quiso decirlo en voz alta. Tardabais demasiado en volver y era… Era… Como una pesadilla. Daba igual a cuántos destruyéramos, siempre había más y más. Y luego estaba el Coloso, que de vez en cuando disparaba y… Además, cuando Yami y Alexis fueron a buscaros y no regresaron creímos que estábamos definitivamente muertos.

«Yami…», desvió la mirada de su compañera, decaído. Incluso sabiendo que hizo lo correcto le daba rabia. Después de todo la abandonó para salvarse. No quería volver a pasar por una experiencia parecida nunca más.

No se imaginaba qué podía ser peor, su tortuosa aventura por el retorcido castillo o la batalla en la entrada. Ragun y Fátima habían tenido que retener al descomunal Sincorazón. Él no hubiera sido capaz de soportar esa presión, al menos así creía.

—Sabes, hasta ahora había pensado que los Sincorazón eran terribles pero no los veía como nada más que… No sé. ¿Una especie de máquinas? Pero durante esos días les cogí terror, aunque aprendí a matar a muchos de forma relativamente eficaz. Lo peor era saber que… Que alguien estaba detrás, pero no sabíamos quién.

—Hablas de Aaron, ¿verdad? —Light solo le conocía de vista, pero inevitablemente había oído por ahí su nombre tras los recientes sucesos ocurridos en Tierra de Partida.

—¿Has estado en el Santuario de la Reminiscencia? —Le dio una respuesta negativa—. Ese tipo aparecía en los recuerdos de Ronin. Es un monstruo. Se suponía que estaba muerto. No solo está vivo sino que puede controlar a cientos de Sincorazón o, al menos a los más fuertes.

—Sí… eso es un problema. —Se incorporó lentamente (hasta ese momento había estado echado sobre el césped) y se quedó sentado, pensativo. Maldito cabrón. No quería imaginarse la posibilidad de que atacara de nuevo Tierra de Partida. Se volvería loco si tenía que adentrarse otra vez en el Castillo del Olvido con aquella horrible presión.

Un día de estos visitaría el santuario nombrado por Fátima. Quizá le vendría bien informarse.

—¿No te sientes diminuto? Porque yo sí. Cada vez que pienso que pronto debería ser Maestra me da terror porque no rozo ni las suelas de los zapatos de Lyn y los demás y, así, ¿cómo vamos a ayudar a nadie? ¿Cómo es posible que haya gente tan fuerte ahí fuera?

—Entiendo lo que dices. Lyn y los demás son increíblemente fuertes, sí. Me cansa que tengan que salvarme casi siempre el culo —expresó relajado, mirando al horizonte—. Pero oye, aunque no seamos tan fuertes, sí que somos de ayuda. Si algo he aprendido estos años es que el poder no lo es todo, incluso el aprendiz más inexperto puede marcar la victoria o la derrota en una misión. —Sabía lo que decía: sin Neru y Keiko no habría acabado con Missgunst. Y sin Bavol, nunca hubiera descubierto las verdaderas intenciones de Hisa Wix. Cada uno de ellos era vital en su bando, por muy débil o fuerte que fueran.

Se levantó del suelo y se quitó la hierba que se había quedado pegada en su traje.

—Simplemente tenemos que entrenar más, mucho más —afirmó, algo entusiasmado. Quizás Fátima pensara que se disponía a entrenar de nuevo, así que añadiría—: Pero nada de entrenamientos por hoy, también es importante descansar de vez en cuando. —Se desperezó.

»Tengo que irme… —dijo al rato, poniendo los brazos en jarra—. Ha estado bien luchar y hablar contigo. Ahora tengo que comprobar… digo —meneó la cabeza, en señal de negación, y miró hacia otro lado—, visitar mi mundo —corrigió de inmediato, sin pensar, y comenzó a alejarse de ella—. Nos vemos. —Hizo un gesto de despedida con la mano.

En efecto, quería ver cómo había acabado Villa Crepúsculo después de la tragedia. Había reunido fuerzas estos días y al fin estaba preparado para afrontar la realidad. Tenía todo el derecho como antiguo habitante de aquella ciudad.

Sin embargo, había sido un bocazas. Fátima les conocía a él y a Nadhia, seguramente deduciría adónde se dirigía. No le importaba mucho que fuera con él, pero teniendo en cuenta que ahora podía ser un mundo peligroso como Bastión Hueco, hubiera preferido marcharse solo y no preocupar a nadie.

[Suzume Mizuno]

Light se puso de pie.

—Simplemente tenemos que entrenar más, mucho más. —Fátima no pudo evitar una sonrisa ante su tono entusiasmado. Ojalá ella pudiera tener la misma fuerza de voluntad. Entonces cayó en la cuenta de que quizás quería que se siguieran dando mamporros después de tan poco rato y le dolieron todas y cada una de las articulaciones. Por suerte, Light debió notar algo en su cara porque se apresuró a añadir—: Pero nada de entrenamientos por hoy, también es importante descansar de vez en cuando.

—Bien dicho.

Hasta Lyn decía lo mismo. De vez en cuando. Tras sesiones eternas que acababan con muchos huesos molidos. Con un suspiro, se recostó en la hierba y se quedó mirando al cielo con aire ausente. La adrenalina comenzaba a desaparecer de su cuerpo y temía volver a darle vueltas a todo una vez más, pero no tenía fuerzas ni ganas para seguir entrenando hasta dentro de un buen rato. Quizás se fuera a nadar. No mucha gente bajaba al gran lago y ella estaba acostumbrada al agua fría…

—Tengo que irme… —dijo de pronto Light—. Ha estado bien luchar y hablar contigo. Ahora tengo que comprobar… digo, visitar mi mundo-Nos vemos.

Fátima iba a responderle con un gesto y a decirle que tuviera cuidado cuando, de pronto, cayó en la cuenta de a qué se estaba refiriendo Light y se incorporó de un salto tan rápido que la cabeza le dio vueltas.

—¡Eh!—exclamó, dando un par de zancadas para agarrarlo por el brazo, no se le fuera a escapar—. ¿No estarás pensando ir a Villa Crepúsculo, verdad? ¿Es que estás loco? ¡No debemos acercarnos!

Sólo entonces cayó en la cuenta de que estaba hablando con un habitante de ese mundo. Se mordió el labio inferior, lo soltó y dijo:

—Tu familia… ¿Está… bien?

Suspiraría de alivio al saber que la abuela de Light estaba a salvo en Ciudad de Paso, pero eso reavivó sus suspicacias.

—¿Para qué quieres ir? ¿Para sufrir, Light…? No deberías, lo sabes, ¿verdad?

Pues claro que lo sabía pero si ella hubiera estado en su lugar, ¿no habría querido hacer lo mismo? Suspiró, se retorció un mechón de pelo nerviosamente y dijo:

—Lo siento, pero voy a ir contigo. Me quedaré atrás cuando… Bueno, cuando lleguemos, pero es muy peligroso. No puedo dejarte ir solo, y menos con ese loco por ahí fuera. Podrían quedar Sincorazón. —Su tono fue inflexible.

Le seguiría sí o sí. Ya estaba harta de no poder hacer nada por proteger a sus amigos. Invocó su glider —seguramente era el día que más veces había montado de forma voluntaria en el cacharrito— y esperó a que su compañero hiciera lo mismo. Se le pasó por la cabeza de que cuando fuera (quizás) Maestra podría abrir Portales para no tener que volar en glider.

****


Las coordenadas de Villa Crepúsculo eran de las más conocidas entre los aprendices por ser un mundo poco peligroso. Por eso se le formó un extraño nudo en la garganta cuando entraron en el radio del mundo y tuvieron que comenzar a frenar. Lo más prudente era no acercarse mucho más.

Aunque todavía no podían ver el mundo y, probablemente, Light quisiera seguir adelante.

—No lo entiendo—dijo con voz queda—. ¿Cómo puedes condenar a tantísimas personas y salir… impune de algo así?

[Light]

—¡Eh! —Fátima, que adivinó sus intenciones, le cogió de un brazo—. ¿No estarás pensando ir a Villa Crepúsculo, verdad? ¿Es que estás loco? ¡No debemos acercarnos!

Light apretó los dientes y no dijo nada. Sabía que ahora era un lugar peligroso, puede que incluso más que Bastión Hueco, pero aun así quería ir y ver con sus propios ojos el estado de su mundo.

—Tu familia… ¿Está… bien?

—Solo sé que mi abuela sigue viva —le contestó, algo decaído.

Pero no sabía nada de los demás y eso le producía cierta angustia. Sus compañeros de clase y del Club de Struggle, sus profesores, la familia de Nadhia, el viejo Sendh… ¿estarían bien?

—¿Para qué quieres ir? ¿Para sufrir, Light…? No deberías, lo sabes, ¿verdad?

—Quiero ir para ver con mis propios ojos lo que han hecho con mi mundo —afirmó con frialdad—. Era mi hogar, después de todo.

Agarró el brazo de la chica y, con suavidad, se liberó de éste. Apreciaba su preocupación, pero iba a irse: no cedería por muchas advertencias que le hiciera Fátima.

Se separó de su compañera, sin decir una sola palabra, y comenzó a alejarse.

—Lo siento, pero voy a ir contigo. —Fátima dejó muy clara su decisión. Light se detuvo al oírla y se giró hacia ella—. Me quedaré atrás cuando… Bueno, cuando lleguemos, pero es muy peligroso. No puedo dejarte ir solo, y menos con ese loco por ahí fuera. Podrían quedar Sincorazón.

Por su tono dedujo que no la convencería tan fácilmente. Y tampoco quería generar una discusión. No le hacía mucha gracia que fuera con él, pero si no quedaba otra…

—De acuerdo —expresó resignado, mostrando una pequeña sonrisa—. Pero no tienes por qué preocuparte, no voy a lanzarme contra la primera horda de Sincorazón que me encuentre.

Y sin más dilación, invocaron sus vehículos y partieron hacia la Villa Crepúsculo asolada por la oscuridad. O lo que quedaba de ella.

***

No hubo contratiempos en su viaje por el intersticio. Light, intranquilo, estaba cada vez más nervioso y no dejaba de pensar en el estado de su ciudad. Si nunca hubiera conocido a Ronin, si nunca se hubiera convertido en Caballero, él podría haber sido una de las muchas víctimas mortales de aquella desgracia.

Tal como le había asegurado a Fátima, no se metería en líos. Solo quería echar un breve vistazo, luego se daría la vuelta.

Vio que la chica comenzaba a frenar. ¿Quizás se había achantado? Light también redujo la velocidad de su glider para no separarse demasiado de ella.

—No lo entiendo. Cómo puedes condenar a tantísimas personas y salir… impune de algo así?

—No saldrá impune —aseguró, resentido—. Nuestra Orden debe hacer algo al respecto, no vamos a permitir que el responsable siga causando problemas por ahí.

Light dirigió la vista hacia adelante y continuó desplazándose a la velocidad que marcaba su compañera. Ya no quedaba casi nada de trayecto, en breves segundos comenzarían a ver el mundo caído a lo lejos. Seguía nervioso.

—En momentos como éste me siento orgulloso de formar parte de Tierra de Partida —confesó—. Sé que esta vez no pudimos hacer nada, pero nuestras acciones de verdad ayudan a que no pasen cosas como ésta. Nunca podremos acabar con todos los Sincorazón del universo mientras haya oscuridad en los corazones, lo sé, pero nuestro trabajo sigue valiendo la pena. —Maniobró con habilidad para esquivar un fragmento rocoso que se aproximaba a él—. Ahora lo sé mejor que nunca.

[Suzume Mizuno]

—No saldrá impune. Nuestra Orden debe hacer algo al respecto, no vamos a permitir que el responsable siga causando problemas por ahí.

—Más nos vale—susurró Fátima con voz ronca.

Ahora sabían por qué Aaron los había atacado. Evidentemente había querido destruirlos, pero también los había mantenido aislados mientras cientos de personas morían. Se le cortó la respiración de solo imaginarlo. Era muy posible que, incluso si no hubieran estado luchando desesperadamente por sobrevivir, no hubieran sabido lo que estaba ocurriendo hasta que fuera demasiado tarde; pero al menos habrían conseguido ir a ayudar.

Al menos eso.

—En momentos como éste me siento orgulloso de formar parte de Tierra de Partida —dijo Light y Fátima volvió al cabeza para mirarle—. Sé que esta vez no pudimos hacer nada, pero nuestras acciones de verdad ayudan a que no pasen cosas como ésta. Nunca podremos acabar con todos los Sincorazón del universo mientras haya oscuridad en los corazones, lo sé, pero nuestro trabajo sigue valiendo la pena. —Esquivó un fragmento de piedra que iba a chocar contra él y Fátima envidió su habilidad. Había asumido que jamás dejaría de sentirse torpe en el glider—. Ahora lo sé mejor que nunca.

—Sí… Cuando llegué a Tierra de Partida no quería luchar contra ellos. Luego pasó a ser algo así como mi trabajo. Ahora quiero hacerlo porque somos los únicos que podemos eliminarlos—dijo Fátima con voz ronca. Cómo cambiaban las cosas. Si le hubieran dicho que acabaría pensando así cuando Nanashi la arrastró a Tierra de Partida se habría horrorizado.

Ahora era algo natural. Tenía un deber que cumplir y ya habían fallado demasiadas veces. Dio un pequeño acelerón y se puso a la altura de Light.

—Serás un buen Maestro—sentenció.

Aunque consideraba que los dos todavía seguían un verdes, sabía que necesitaban a gente como Light, que tuviera las cosas claras. Sobre todo a partir de entonces, cuando las cosas iban a empezar a complicarse.

*

—Dios mío…

Horrorizada, Fátima se aferró al glider porque sentía que se iba a caer. El vértigo la golpeó de súbito y se le subió la bilis a la garganta cuando se le revolvió el estómago. Había imaginado muchas cosas. Su imaginación le había jugado todo tipo de malas pasadas.

No se comparaban a la realidad.

—No queda nada—gimió.

Absolutamente nada. Villa Crepúsculo se había desvanecido por completo y lo único que había dejado atrás era un vacío en el que flotaban grandes cascotes de piedra y poco más que oscuridad.

Demasiado aturdida para reaccionar, se quedó mirando el lugar donde antes había estado el mundo. El lugar donde Malik se le declaró y donde la primera persona la aceptó tal y como era. El lugar donde se besó con Malik y su vida por fin pareció que iba a tener un sentido. El hogar de gran parte de sus amigos.

Había desaparecido.

Se volvió hacia Light pero no encontró palabras, ni tampoco sabía qué decir o hacer. A ella misma le daba vueltas la cabeza de la impresión; no tenía ni la más remota idea de lo que debía estar pasando por la mente de su compañero. Su hogar, sus calles, sus amigos, todo lo que había formado parte de su infancia ya no… estaba. Se imaginó lo que sentiría si le hubiera sucedido eso a Atlántica y se le escapó un gemido.

Entonces alguien tosió a sus espaldas.

—¿Perdón, son ustedes Caballeros, kupó?

—¿Eh…?

Tras ellos, con unos trajecitos de astronauta que dejaban escapar sus pompones, había dos moguris. Uno de ellos tenía una cámara de fotos moderna y el otro llevaba un bolígrafo y un cuaderno de notas. Moviendo las alitas, que asomaban por la parte trasera de su ropa, se acercaron a ellos y uno les hizo una foto que los cegó por un momento.

—¡Ay!

—¡Es evidente que son Caballeros, kupó! ¡Mira sus transportes, kupó!

—Tienes razón. Siempre vuelven al escenario del… kupó. —El periodista tosió aparatosamente y dijo—:¿Saben la impresión que se tiene de ustedes ahora mismo en Ciudad de Paso? Quizás les interesaría darnos su versión de los hechos, para que la gente pueda contrastar lo sucedido, kupó?

Fátima abrió y cerró la boca, mirando a Light de reojo. Luego sacudió la cabeza. Diantres, sabía perfectamente lo que decían los periódicos de ellos. Miró a los moguris con hostilidad aunque, gracias al casco, ellos no se dieron cuenta y dijo:

—Lo siento, no podemos hablar ahora mismo.

—¿Ni siquiera una entrevista cortita, kupó? ¿Eh, señor, kupó? ¿No quiere usted decir nada a la prensa, kupó? ¿Dónde estaban cuando toda esta gente estaba muriendo, kupó?

Fátima dio un respingo, herida por esas palabras, y rechinó los dientes, pero se obligó a callar, consciente de que si decía algo sólo serviría para ensuciar todavía más la imagen de los Caballeros.

El moguri, con todo, no se daba por vencido:

—Mientras ustedes estaban ausentes, el Alcalde Mateus se ocupó de recoger a todos los supervivientes, kupó. ¿Qué opinan de eso? ¿Habrían sido ustedes capaces de dejar que se instalaran en su mundo, que está bastante vacío, kupó?

[Light]

—Sí… Cuando llegué a Tierra de Partida no quería luchar contra ellos. Luego pasó a ser algo así como mi trabajo. Ahora quiero hacerlo porque somos los únicos que podemos eliminarlos

Light asintió. Comprendía bastante lo que decía su compañera. Los Sincorazón le dieron bastantes quebraderos de cabeza al comienzo, además les tuvo un miedo atroz. Antes de salir de su mundo solo había oído de ellos por su abuela, jamás había visto uno.

Ahora solo sentía repulsión cuando se los encontraba. Ya no les tenía tanto miedo, pues se había vuelto lo suficientemente fuerte como para acabar con bastantes especies.

—Serás un buen Maestro —afirmó.

—Oh, ¿tú crees? —Aquello le había pillado desprevenido—. Seguro que tú también —añadió, y no lo decía para quedar bien. Fátima le parecía una persona madura, y además era muy buena con la magia.

*

Finalmente llegaron.

Light no había estudiado demasiada teoría sobre mundos, solo sabía lo básico. El único mundo destruido que conocía había sido la caída Vergel Radiante, así que se imaginaba que su hogar había acabado en el mismo estado, más o menos.

Sin embargo, la realidad era mucho más cruel.

—No queda nada

Allí, donde había estado Villa Crepúsculo, ahora no había nada: solo un abismo de oscuridad. Light se quedó mirando el vacío fijamente. Al principio no se mostró sorprendido, ni lloró… su rostro permaneció inexpresivo y estático los primeros segundos. Incluso ignoró a los moguris periodistas que se acercaron a ellos para plantearles preguntas, no estaba en condiciones de responder.

El mazazo fue brutal. A los pocos segundos se llevó las manos a la cabeza —cubierta por el casco— y la angustia se apoderó de él. Apretó muchísimo los dientes, furioso, y las primeras lágrimas comenzaron a salir. No, no, no, no podía estar pasando. El Struggle (el deporte por el que había vivido), la escuela, la casa de su abuela, el negocio que tanto les había costado sacar adelante… El resultado de muchos esfuerzos se había desvanecido, al igual que muchas vidas, y todo aquello que era importante para él ya no existía.

Jamás podría regresar al mundo que le había visto crecer.

«¿Por qué? ¿Por qué…?», ¿qué motivo había impulsado al responsable a cometer aquella locura? ¿Por qué Villa Crepúsculo?

¿Y quién había sido? Porque cuando se enterara…

—Mientras ustedes estaban ausentes, el Alcalde Mateus se ocupó de recoger a todos los supervivientes, kupó. ¿Qué opinan de eso? ¿Habrían sido ustedes capaces de dejar que se instalaran en su mundo, que está bastante vacío, kupó?

Tras salir de ese trance, giró su vehículo lentamente hacia la criatura del pompón que acababa de plantear esa difícil cuestión. En una situación normal no hubiera abierto la boca, pues eso solo afectaría de forma negativa a Tierra de Partida, pero en ese momento…

No podía callarse. ¿De verdad tenía que aguantar ahora a estas criaturas estúpidas?

—Mateus… opino que es un imbécil y un villano que debería estar entre rejas —masculló. Pero no se quedó del todo a gusto y continuó desahogándose. Habló en voz alta—: ¿Contentos, o esperabais otra respuesta? Supongo que da igual lo que diga, al final solo tendréis en cuenta lo que os interesa. ¿Os creéis que no conozco vuestro estúpido periódico, panda de corruptos? —Las criaturas abrieron los ojos de par en par—. Solo sabéis poner mierda sobre nosotros y dejarnos en evidencia para beneficiar a un gobierno de villanos asesinos que…

—¿Pero quién se ha creído éste, kupó? —le interrumpió uno de los moguris, quien miró incrédulo a su compañero.

—Un aprendiz que está hasta los cojones de vosotros. Ahora…

»FUERA DE MI VISTA. —rugió rabioso. Invocó varias esquirlas afiladas a su alrededor, orientando sus partes punzantes hacia las criaturas. No las envió hacia ellos de inmediato.

La reacción de los moguris fue inmediata y predecible: huyeron despavoridos. Perfecto, su intervención había servido para manchar del todo el nombre de los Portadores. No estaba mejor, ahora se sentía estúpido.

En cuanto se marcharon desmaterializó las piedras y rompió a llorar. El casco le seguía ocultando el rostro, así que Fátima no pudo ver esto, aunque podría intuirlo si se percataba de que el joven temblaba.

Se quedó ahí, sentado en el glider (lógicamente) y en silencio, abrazándose las piernas.

[Suzume Mizuno]

—Mateus… opino que es un imbécil y un villano que debería estar entre rejas.

Fátima ahogó una exclamación.

—¿Contentos, o esperabais otra respuesta? Supongo que da igual lo que diga, al final solo tendréis en cuenta lo que os interesa. ¿Os creéis que no conozco vuestro estúpido periódico, panda de corruptos?

—¡Light!—exclamó. Estaba de acuerdo con él pero, ¡demonios!, eran el periódico. Si seguía así…

—Solo sabéis poner mierda sobre nosotros y dejarnos en evidencia para beneficiar a un gobierno de villanos asesinos que…

—¡Light, déjalo!—se acercó al chico y lo cogió por un brazo, pero no llegó a tiempo.

—FUERA DE MI VISTA.

Light no se limitó a gritar, sino que arrojó esquirlas de tierra contra los moguris. Fátima estuvo a punto de levantar un escudo, pero, por suerte, los moguris salieron disparados —y además habría jurado que Light no apuntó exactamente contra ellos, sino que les dejó un hueco para escapar—.

Fátima se volvió, indignada y desconcertada a partes iguales, contra Light, pero entonces el chico deshizo su conjuro y se agachó, entre espasmos. Fátima escuchó atentamente y le pareció distinguir sollozos muy débiles. Se quedó congelada. Era la primera vez que veía a Light venirse abajo.

«Lo que es normal» se dijo, mirando hacia el vacío que había quedado en lugar de su hogar.
No podía culparle. No tuvo corazón para hacerlo. Se habían metido en problemas, pero vaya, como si importara a esas alturas. Se acercó a él y, con mucho cuidado y combatiendo el vértigo —mantuvo una mano firmemente aferrada al glider— se agachó y le pasó un brazo por los hombros. No servía de mucho por culpa de las armaduras, que los hacían moverse con más torpeza que otra cosa, pero no podía quedarse simplemente mirando ni dejarlo a solas.

Se devanó los sesos tratando de pensar qué hacer a continuación cuando se le ocurrió algo. Era una locura acercarse a Ciudad de Paso en esas circunstancias, pero ahora debía estar mucho más poblada y llena de caras nuevas. Esperaba que con cubrirse la cara pudieran pasar un poco más desapercibidos.

—Eh, Light—dijo con suavidad—. ¿Quieres que vayamos... con tu abuela? Estoy segura de que te necesita y tú tienes que estar ahora mismo cerca de alguien de tu familia. —Si decía algo de Ciudad de Paso se apresuraría a responder, cada vez más convencida de que tenía razón y de que Light necesitaba el abrazo de alguien a quien de verdad conociera—: Con toda la gente nueva que hay, seguro que no nos verán con tanta claridad. Es cuestión de comprar unas capas y ya. ¿Vale?

Lo ayudó a levantarse e incluso presionaría con firmeza para que se pusiera al control del glider. No podían quedarse allí, en medio del Instersticio, a la espera de que los alcanzaran los Sincorazón o una roca que flotara a la deriva.

—Vamos. Larguémonos de aquí.

[Light]

—Eh, Light —dijo con tacto, consciente de que estaba mal en ese momento—. ¿Quieres que vayamos... con tu abuela? Estoy segura de que te necesita y tú tienes que estar ahora mismo cerca de alguien de tu familia.

Respiró hondo e intentó calmarse.

—No sé. Los Villanos Finales me reconocerán… —comentó con voz débil tras tranquilizarse. Rubicante, Kefka, Mateus… todos ellos le reconocerían de seguida y luego empezarían los problemas.

—Con toda la gente nueva que hay, seguro que no nos verán con tanta claridad. Es cuestión de comprar unas capas y ya. ¿Vale?

—Vale. Y… siento lo que acaba de pasar —se disculpó por el incidente con los moguris. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? En cuanto leyera el siguiente periódico de esos corruptos lo lamentaría mucho.

Con la ayuda de Fátima, se colocó adecuadamente y volvió a poner en marcha su vehículo.

—Vamos. Larguémonos de aquí.

***

Entraron en Ciudad de Paso de la manera más disimulada posible, sin alertar a sus enemigos. Avistaron una nave de gran tamaño que procedía de La Federación Galáctica y no dudaron en internarse ahí: gracias a ellos aterrizarían en su destino sin llamar la atención. Resultaba muy normal ver cargueros como esos, pues el mundo de los Villanos Finales no daba abasto para ayudar a supervivientes de Villa Crepúsculo, se necesitaban demasiados recursos.

A la hora de coger la ropa tuvieron que ser cuidadosos. Light, todavía decaído, se convirtió en perro —en un callejón, sin que nadie excepto Fátima le viera— y se dedicó a vigilar el Distrito 1. Cuando no hubiera ningún villano o guardia por los alrededores, realizaría la seña que había acordado con su compañera —un ladrido no demasiado sonoro— para que cruzara rápidamente la calle y se metiera dentro de la tienda de capas. Llegaron justo a tiempo, porque estaban cerrando.

Tras la compra, regresaría al callejón para ponerse la capa. Por suerte no había demasiada gente por la calle —no tanta como se hubieran podido imaginar, era casi de madrugada—, así que no llamaron nada la atención.

—Es muy tarde, ¿no? Seguramente esté ya acostada, mejor visito a mi abuela otro día. ¿Te apetece tomar algo? Yo invito —sugirió pensativo, mirando el letrero de una taberna. Ya que habían hecho el viaje no valía la pena irse sin más.

Era hora de beber y olvidar las penas.

[Suzume Mizuno]

—Un nefilim y ahora un hombre-lobo. ¿Algo más que no me hayas contado?—susurró con una sonrisa burlona.

Esperaron durante un buen rato en el Distrito 1, por el que pasaban cada poco tiempo guardias. Fátima comprobó la hora varias veces, maldiciendo porque el carguero había tardado más de lo que había esperado. Al paso se iban a vaciar las calles y sería peligroso pasearse por ellas. Cuando Light le dio la señal, Fátima se coló corriendo en una de las tiendas antes de que cerrara. Con una sonrisa y varios platines de más, consiguió ponerse una antes de salir y se llevó la otra bajo el brazo para entregársela a Light, que volvió a transformarse en humano.

—Es muy tarde, ¿no? Seguramente esté ya acostada, mejor visito a mi abuela otro día. ¿Te apetece tomar algo? Yo invito.

—Pero…—Sorprendida y molesta, Fátima lanzó veloces vistazos a su alrededor. Se habían hecho todo el camino para que Light pudiera ver a su abuela, ¡no para beber en un mundo lleno de enemigos!—.Light no creo que sea buena idea…

«…tentar a la suerte de esta manera…»

Suficiente habían hecho con el incidente de los moguris que, para colmo, tenían sus fotos. Lo mejor sería salir corriendo si Light no iba a encontrarse con su abuela. Iba a decírselo con severidad, pero Light ya se dirigía hacia un bar y, además, Fátima se fijó en que un hombre se había quedado mirándolos. No parecía muy interesado y no lo estaría a menos que montaran una escena.

Rumiando para sus adentros, Fátima siguió a Light al interior del bar, bastante abarrotado. Apestaba a alcohol y le lloraron algo los ojos. Lo primero que hizo fue mirar a su alrededor y comprobar que no eran los únicos con capucha. Desde luego, Ciudad de Paso siempre estaba muy llena de viajeros, pero ahora su número se había incrementado bastante por los refugiados. Aunque era tarde, muchos se reunían para beber o descansar después de un día más sin saber qué hacer con sus vidas.

Fátima ocupó un asiento en una esquina y arrugó la nariz al ver un poster de Mateus, si bien se guardó sus opiniones para dentro. Cuando Light volvió con las bebidas, fueran cuales fueran, se prometió que no le dejaría beber más de dos rondas o no sabía si sería capaz de llevarlo de vuelta hasta Tierra de Partida. No se lo dijo; Light parecía tan cansado y tan deprimido que no quería llevarle la contraria. No al menos en un pequeño placer culpable como aquel… Por mucho que les pusiera en peligro.

Además, parte de la culpa era suya, también. No debería haberle llevado hasta allí. O debería haber insistido más en que buscaran a su abuela. No sabía. Ya estaba hecho y no había vuelta atrás.

Cogió su jarra de cerveza, dio un sorbo y paladeó su regusto amargo. Después miró con ojo crítico cómo bebía Light y decidió que lo mejor era intentar distraerle:

—¿Desde cuándo puedes hacer eso del perro?—No quería entrar en detalles por si alguien los escuchaba y se odió por tener que obligarse a elevar la voz para que Light pudiera escucharla—. ¿Qué afinidad es?

Tenía interés por la habilidad, pero también sospechaba que no podría mantener a Light alejado del tema de Villa Crepúsculo por mucho tiempo. Por suerte, la ciudad debía de estar llena de gente que lloraba por los mismos motivos. Ojalá no destacaran demasiado.

[Light]

—Pero… —Captó la incomodidad clara de Fátima y se replanteó su decisión—. Light no creo que sea buena idea…

Tras pensárselo un poco más, respondió:

—No te preocupes. Si la cosa se pone fea huimos, ¿de acuerdo? Pero no debería pasar nada si vamos con estas capas —susurró, intentando transmitir tranquilidad.

Quizás se estaba arriesgando demasiado, sí, pero darse la vuelta después de todas las molestias que se habían tomado…

«Estoy cansado de tener que esconderme en esta ciudad».

Light entró en el local sin más dilación. Nada más cruzar la entrada percibió el fuerte olor del alcohol. Se restregó los ojos llorosos y, sin separarse demasiado de su compañera —el bar estaba abarrotado y podrían perderse fácilmente— comenzó a acercarse a la barra. Por suerte, dos personas acababan de abandonar sus asientos, libres a partir de ese momento. Le hizo un gesto a Fátima para que los ocupara, mientras tanto él iría a pedir las bebidas.

«Se nota que han venido refugiados a la ciudad», pensó, a la vista de la cantidad de gente. De todos modos no fue capaz de reconocer a nadie (tampoco se esforzó demasiado en buscar a conocidos con la mirada, quería pasar por ahí desapercibido).

—Dos cervezas, por favor.

Esperó a que las trajeran y las cogió para llevarlas a su mesa, donde Fátima le esperaba. Se dejó caer sobre su silla, fatigado, y comenzó a beber sin más dilación. Ingirió un cuarto de bebida del primer trago, refrescando su garganta seca. No le resultó tan amarga como la primera vez.

No tenía pensado emborracharse en aquel mundo peligroso, pero no prometía nada. Le apetecía olvidar los males.

«Me da igual todo ya».

—¿Desde cuándo puedes hacer eso del perro? ¿Qué afinidad es?

—Luna —contestó, esquivando la mirada de la chica y ladeando la cabeza—. ¿Conoces al mago Merlín? Me enseñó hace varias semanas. Se supone que puedo aprender a transformarme en varios animales con mi afinidad, pero de momento solo he dominado la de perro.

»No es una afinidad muy conocida —añadió, y tomó otro trago.

Seguía esquivando la mirada de Fátima, estaba incómodo. ¿De verdad había sido buena idea traerla…?

—Perdona por todo esto —dijo, agachando la cabeza—. No debería permitir que todo esto me afecte tanto. Pero pienso en la casa de mi abuela, en la tienda que tenía… y jode bastante —confesó y apretó los dientes—. Nos ha costado mucho sacar el negocio adelante y que ahora ocurra esto… —Otro trago.

»Pero dejemos de hablar de mí, es deprimente. —Intentó no mostrarse triste: sonrió débilmente—. Por cierto. —Miró hacia los alrededores y comenzó a susurrar—: ¿Sabes? Hay rumores que indican que vas a ser la primera en tomar la prueba de Maestro. ¿Te sientes preparada?

No se imaginaba qué clase de examen les esperaba. ¿Una prueba teórica de conocimientos, o algo más práctico como un combate? Estaba deseando averiguarlo, así podría prepararse para afrontarlo.

[Suzume Mizuno]

—No es una afinidad muy conocida.

—No, no demasiado—concedió Fátima, revolviendo su cerveza—. Va que ni pintada contigo, ahora que lo pienso.

Le dirigió una sonrisa y luego los dos se sumieron en un silencio incómodo, que se acentuaba por el ruido que había a su alrededor. Fátima dio otro sorbo para disimular. Se sentía una intrusa. Sabía que Light no la necesitaba a ella, sino a alguien cercano, a una abuela o quizás a Nadhia. ¡Nadhia! ¿Cómo no se le había ocurrido ir a buscarla para que cuidara de su amigo? Pensándolo bien, sin embargo, si Nadhia hubiera ido a Villa Crepúsculo con Light los resultados podrían haber sido peores.

«Mierda, Fátima, piensa en algo que decir.»

Su mente siguió en blanco.

—Perdona por todo esto.

Fátima dio un respingo.

—¡No, no! No hay nada que perdonar.

—No debería permitir que todo esto me afecte tanto. Pero pienso en la casa de mi abuela, en la tienda que tenía… y jode bastante.

Fátima sonrió con tristeza. Estaba segura de que «joder» era una forma muy suave de referirse a lo que Light estaba sufriendo, pero tampoco quiso contradecirlo.

—Nos ha costado mucho sacar el negocio adelante y que ahora ocurra esto…

—Lo siento muchísimo—dijo con voz queda. Titubeó antes de extender la mano y darle un rápido apretón. Luego la retiró rápidamente. Nunca se sentía cómoda con los hombres ni sabía bien cómo actuar.

—Pero dejemos de hablar de mí, es deprimente.

—Light, no es deprimente, tienes que hablarlo para…

—[color=#0080FF] Por cierto.¿Sabes? Hay rumores que indican que vas a ser la primera en tomar la prueba de Maestro. ¿Te sientes preparada?

Fátima se olvidó de lo que iba a decir —que tampoco habría servido de mucho, así que no era una gran pérdida— y se puso tiesa sobre la silla. Se le formó un nudo en el estómago y cerró las manos con fuerza en torno a la jarra. Hasta ahora había mencionado pocas veces la prueba en voz alta y siempre de forma general. Le atraía mucho tomarla pero a la vez el miedo a fracasar la paralizaba.

—No.—Soltó una risita histérica—. No me siento preparada. Siento que no sé nada para ser… bueno, ya sabes.—Mejor no mencionar cargos de los Caballeros en voz alta. Dio un largo trago a la cerveza—.Por una parte quiero hacerlo. Quiero ser más fuerte y, aunque te suene ridículo, sabia y siento que si tengo la responsabilidad de ser como ellos, entonces maduraré. Por otra me da terror no estar a la altura. —Guardó un silencio y no pudo reprimir una sonrisa antes de mirar a Light y decir—: También tengo miedo de la prueba que el pirata quiera hacerme. Confío en Lyn pero si él quisiera… estar… ¿Te imaginas?

Era cierto que Ronin se había vuelto mucho más responsable, o triste, desde lo de Ryota pero ahora que había acabado la guerra quién sabía lo que pasaría.

Además, sería la primera de la nueva generación de aprendices en hacer la prueba. ¿Y si la fastidiaba? Sería el hazmerreír de todo el mundo… Sintió que le costaba respirar y vacío la jarra en tres largos tragos. Se limpió con el dorso de la mano a falta de servilletas y dijo:

—¿Y tú? ¿No te daría miedo presentarte al examen?

Menos mal que Light había conseguido cambiar de tema —hacia uno que no le gustaba, pero seguía siendo un cambio de tema—.

[Light]

—No. —La risa de Fátima fue contagiosa y Light acabó carcajeando sin remedio—. No me siento preparada. Siento que no sé nada para ser… bueno, ya sabes. —No llegó a pronunciar la palabra “Maestro”, pero su compañero lo intuyó de todas formas—. Por una parte quiero hacerlo. Quiero ser más fuerte y, aunque te suene ridículo, sabia y siento que si tengo la responsabilidad de ser como ellos, entonces maduraré. Por otra me da terror no estar a la altura. —Hizo una breve pausa. Fátima sonrió y añadió—: También tengo miedo de la prueba que el pirata quiera hacerme. Confío en Lyn pero si él quisiera… estar… ¿Te imaginas?

—Yo también quiero ser más fuerte, entiendo ese sentimiento.

»No temas. —Negó con la cabeza—. A veces no lo parece, pero ese pirata es un buen líder. Estoy seguro de que no te pediría nada raro… más miedo me daría si Lyn me examinara si te soy sincero. O Iwashi… —dijo inconscientemente y en voz más baja (casi susurrando), pensativo.

Iwashi… No se imaginaba a sí mismo haciendo su prueba o entrenando con ella. Por una parte porque no la conocía demasiado, y por otra… porque la mató en su vida de Incorpóreo. Siempre fue su enemiga hasta hace poco, y ahora de repente había regresado como una Maestra de Tierra de Partida. Todavía le costaba asimilarlo.

«Qué locura».

—¿Y tú? ¿No te daría miedo presentarte al examen?

—Qué va. Aunque supongo que digo eso ahora porque lo tengo más lejano, todavía estoy muy verde —admitió, llevándose la mano a la nuca—. Cuando llegue el momento… estaré nervioso. No serás la única.

Volvió a sorber un poco de cerveza. Observó con disimulo a los guardias armados que entraban en el local: esbirros de los Villanos Finales. Su indumentaria cutre les delataba: armaduras y lanzas desgastadas, idénticas a las del individuo que tuvieron que evitar en el Reaper’s Game de Dex Rain.

—¿Sabes? Me da cosa eso de tener mis propios aprendices y entrenarles. Ser sus profesores. Quizás aún somos muy inexpertos para eso, ¿pero te lo imaginas?

¿Qué clase de Maestro sería él? Como era un experto en el combate físico se veía a sí mismo como Lyn, ordenando a los aprendices realizar todo tipo de ejercicios: abdominales, flexiones, vueltas por el castillo… Claro que él sería mucho menos estricto que ella.

O quizás no, quién sabe.

Lo tenía claro: le pediría consejo a su abuela en cuanto promocionara. Y a Ronin y los demás, por supuesto. Ellos les enseñarían cómo adiestrar adecuadamente a los aprendices y con el tiempo… ganaría la experiencia necesaria para convertirse en un buen Maestro.

—Quiero ser un Maestro que proteja con tesón los mundos. Y a sus compañeros de Tierra de Partida. Quiero… ayudar e impedir que vuelva a repetirse la tragedia de Kazuki… y de Villa Crepúsculo —declaró, inmerso en sus pensamientos. No dejaba de pensar en las catástrofes que habían sucedido.

No lo susurró ni lo dijo en voz baja (tampoco lo gritó a los cuatros vientos): en aquel momento se despistó y olvidó que estaban en territorio enemigo. Aquellas palabras llegarían sin problemas a los oídos de las personas más cercanas…

[Suzume Mizuno]

—¿Sabes? Me da cosa eso de tener mis propios aprendices y entrenarles. Ser sus profesores. Quizás aún somos muy inexpertos para eso, ¿pero te lo imaginas?

Fátima sonrió y asintió. Oh, sí. Cuánta razón tenía. No le gustaba imaginarse dando clase a nadie, por una parte porque la hacía sentirse muy prepotente y, por otra, porque no creía que pudiera hacerlo. Es decir, ¿qué iba a enseñarles? Algo de magia, claro, y quizás un poco de combate. No era experta en ningún campo, así que no se sentía realmente capacitada para enseñar.

—Yo intento imaginar lo que debe ser enseñar a alguien mayor que tú y me entra el canguelo. Mira a Lyn, no sé cómo lo hace.

Le gustaría no ser tan dura como ella, aunque era evidente que siendo joven necesitaba imponerse con severidad… Aparte de que formara parte de su carácter.

Entonces Light levantó la voz, sin llegar a gritar, pero lo suficiente fuerte para que le escuchara la gente de alrededor.

—Quiero ser un Maestro que proteja con tesón los mundos. Y a sus compañeros de Tierra de Partida. Quiero… ayudar e impedir que vuelva a repetirse la tragedia de Kazuki… y de Villa Crepúsculo.

Fátima balbució algo ininteligible, dividida entre la emoción que la embargó al pensar una vez más en Kazuki y la tensión de que alguien les hubiera escuchado. Se esforzó por no mirar a su alrededor. Eso les haría parecer todavía más sospechosos. Asintió con lentitud y se llevó la jarra a los labios. Entonces cayó en la cuenta de que estaba vacía y la dejó en la mesa. Iba a contestar cuando alguien le puso una mano en el hombro. Contuvo un grito y se controló para no invocar el tessen y golpear sin pensar. En su lugar miró el guantelete que le hacía daño en el hombro y luego alzó la vista.

Al estar sentada de espaldas a la entrada no había visto cómo entraban aquellos dos hombres, armados y sin duda seguidores de los Villanos Finales. Tragó saliva y esbozó una sonrisa que, esperó, resultara inofensiva.

—¿Sucede algo?

—No, en absoluto. Es sólo que estamos encargados de ayudar a todos los refugiados y hemos creído oír algo sobre Villa Crepúsculo.—Su tono era amigable, pero la forma que le clavaba los dedos en el hombro desmentía sus palabras. Tanto él como su amigo miraban con ojos chispeantes a Light—. ¿Qué dices, chico? ¿Necesitáis ayuda? Todos los refugiados tienen que acudir al Ayuntamiento a registrarse. ¿Lo habéis hecho ya?

Fátima se quedó congelada en su sitio. Si decían que no, entonces querrían llevarlos al Ayuntamiento y si afirmaban lo contrario, querrían pruebas. Tragó saliva. El corazón le latía fuera de control. Dios, no tenía ningún Morfeo, ¿cómo iban a librarse de ellos?

Miró a Light mientras intentaba controlar la respiración, temerosa de lo que pudiera responder.

[Light]

Light tragó saliva cuando vio que alguien se acercaba y ponía la mano sobre el hombro de Fátima. Intentó por todos los medios no aparentar nerviosismo alguno y respiró hondo. Vale, la había cagado al no bajar la voz, ya no podía hacer nada. Bueno, sí: salir por patas de aquel bar y regresar a Tierra de Partida.

—¿Sucede algo?

—No, en absoluto. Es sólo que estamos encargados de ayudar a todos los refugiados y hemos creído oír algo sobre Villa Crepúsculo —comentó, cordial—. ¿Qué dices, chico? ¿Necesitáis ayuda? Todos los refugiados tienen que acudir al Ayuntamiento a registrarse. ¿Lo habéis hecho ya?

—¡Ah! —Miró a Fátima a los ojos fijamente, esperando alguna seña suya. Sin importar su gesto, contestaría con toda la normalidad del mundo—: Pues no, se nos había olvidado completamente. Muchas gracias por recordárnoslo. —Se le escapó una risa nerviosa.

Si afirmaba que se habían registrado o que no eran refugiados se meterían en un buen lío: podían pedirles cualquier tipo de identificación que no tenían.

—Entonces os llevaremos al Ayuntamiento, es obligatorio estar registrado.

—Perfecto —afirmó, aparentemente calmado.

Light se terminó la jarra de cerveza, depositó los platines en un cuenco y se levantó de la silla. En cuanto Fátima estuviera preparada se marcharon del bar, acompañados por los dos seguidores de los Villanos Finales. Les llevarían al lugar donde se encontraba Mateus Palamecia: el Ayuntamiento.

«Pues vamos al Ayuntamiento. Qué ilusión», pensó, obviamente, con ironía.

De momento, se limitó a andar a la par que aquellos hombres, cabizbajo. No intercambió palabras con Fátima: no podía meditar un plan de escape con ella teniendo a esos dos pesados al lado. Ni siquiera la miraría, ni una seña.

Solo necesitaba hablar con su eidolon para salir de aquel embrollo.

Gaomon captó su plan y se materializó de manera disimulada tras una caja de tamaño considerable. En ese momento, los otros cuatro se disponían a atravesar la puerta que daba al Distrito 2.

Y antes de que los guardias se giraran hacia ellos —en ese momento les daban la espalda a los aprendices— para decirles cualquier cosa, Light agarró a Fátima por el brazo, sin demasiada dureza; y se llevó el dedo a los labios, como si le pidiera que guardara silencio.

—Tenue —susurró Gaomon dos veces, y después se desvaneció.

Y los dos se volvieron completamente invisibles. Hora de huir. Light comenzó a correr, sin hacer demasiado ruido con sus pasos, y tiró un poco de su compañera. No la soltó para que le siguiera y no se separaran (en aquel momento no se podían ver el uno al otro).

—¡Eh! ¿Pero dónde…? —Los esbirros de los Villanos Finales miraron hacia varias direcciones, aturdidos, y comenzaron a buscarles por los alrededores.

Una vez se alejaran y se ocultaran en una calle estrecha, el efecto de la invisibilidad desaparecería. Estaban lo suficientemente alejados de ellos, podían respirar con tranquilidad.

—¡Hora de volver! ¿Ves? No tenías de qué preocuparte, anda que no me he metido en líos en Ciudad de Paso… —afirmó, rascándose la sien. Ya era todo un experto en lo referente a huidas—. Lo sé, la he vuelto a cagar al decir eso en voz alta. —Se encogió de hombros—. Te debo una, la próxima vez te invito a una jarra en esa taberna de Port Royal en la que bebí con Ronin y Hana, creo que te gustará.

[Suzume Mizuno]

«Lo sabía. Lo sabía. ¡Sabía que pasaría algo malo! ¡Joder! No debería haberle dicho nada sobre venir. Soy idiota. Imbécil. Mierda, a ver si logramos librarnos de ellos antes de encontrar a algún Villano Final o ya podemos ir firmando nuestro testamento.»

Fátima, obligándose a sonreír, se había levantado a la vez que Light sin poner excusas y había acompañado a su amigo hasta el exterior del bar mientras maldecía con todas sus fuerzas y sentía la mirada de los guardias clavada en su espalda. Una vez en la calle se pusieron a andar a la par pero, aun así, sería difícil librarse de ellos sin llamar la atención. En especial mientras caminaban por el Distrito 1, por el que todavía había la suficiente gente a pesar de que la mayoría de los negocios estaban cerrados.

Resistiendo las ganas de golpearse la cabeza contra una pared, Fátima se puso a pensar rápidamente cómo escapar. Deseó tener alguna clase de código para poder comunicarse con Light, pero no se atrevió a mirarle.

«De acuerdo, puedo invocar a Ondina. He recuperado suficientes fuerzas. Si hago que les ataque desde atrás… Ay, pero, ¿y si los mata sin querer? Todavía no controla su fuerza ni tampoco se ha enfrentado nunca a una situación así…»

Claro que podían ocuparse ellos solos de los guardias. Fátima estaba convencida de que podrían, pero no estaba segura de que lograran dejarlos inconscientes antes de que alguien los viera. Pero, ¿era mejor hacerlo ellos o invocar a una persona de agua? Contuvo un gemido de frustración.

Para cuando alcanzaron la puerta que daba al Distrito 2, Fátima había intentado tranquilizarse y se preparaba para invocar su tessen. No pensaba dar ni un paso más lejos o ya sería casi imposible escapar.

Entonces Light la cogió de un brazo y se llevó un dedo a los labios. Fátima apretó las mandíbulas y sintió un cosquilleo recorrerle el cuerpo al tiempo que Light se desvanecía frente a sus ojos. Con todo, siguió notando cómo la aferraba. No se asustó: había visto más de una vez cómo se aplicaba el Tenue y sonrió. Luego, dejando que Light la llevara para no perder el contacto, corrió tras él. Todo sucedió en menos de uno segundo y, cuando los guardias se dieron cuenta, ya era demasiado tarde.

Light la llevó hasta un callejón, donde el efecto del Tenue desapareció.

—¡Hora de volver! ¿Ves? No tenías de qué preocuparte, anda que no me he metido en líos en Ciudad de Paso…

Fátima puso los brazos en jarra y arqueó una ceja.

—Lo sé, la he vuelto a cagar al decir eso en voz alta.

—¿Los habías visto entrar?—preguntó, mirándole fijamente.

—Te debo una, la próxima vez te invito a una jarra en esa taberna de Port Royal en la que bebí con Ronin y Hana, creo que te gustará.
Fátima puso los ojos en blanco y alzó las manos a modo de rendición.

—Mientras no haya loros por ahí…—dijo con un asomo de sonrisa, recordando la estúpida misión que habían cumplido en Port Royal.

Luego se caló la capucha. Todavía seguía asustada y costaba que se le deshiciera el nudo que se le había formado en el estómago desde que aquel tipo le puso la mano en el hombro y probablemente no lo haría hasta que llegaran a Tierra de Partida, pero parecía que, al menos, se habían librado.

Aunque fuera por los pelos.

Y Light ya no parecía tan deprimido. Fátima suspiró y se pasó una mano por la frente. Qué día más largo, diantre. Miró a su compañero de reojo, preguntándose en qué estaría pensando y si de verdad había visto a los guardias y había elevado la voz. Quizás era ahora cuando necesitaba entrenar y golpear algo, pero ella no pensaba estar en su camino. Menos mal que no les había dado tiempo a beber mucho o la cosa podría haber acabado fatal.

Aun así, no se sintió con fuerzas para echarle nada en cara. Al fin y al cabo, la idea de ir a Ciudad de Paso había sido suya. Una idea estúpida, por bienintencionada que fuera, aunque Light querría ver a su abuela en algún momento y a Fátima no le hacía gracia que se paseara solo por la ciudad. Una persona llamaba menos la atención que dos pero Light era más conocido que ella en Villa Crepúsculo. Refunfuñó para sus adentros. Si fuera un amigo cercano, como Nadhia, le impondría no ir solo.

Fijándose en que no se dieran de bruces con ninguna patrulla, Fátima le dio un suave codazo en un costado y dijo:

—Gracias por sacarme de ahí. Lo has hecho muy bien. Estaba a punto de atacarles, pero lo tuyo ha sido mejor idea.—Después de mirar a ambos lados, cruzaron con rapidez una calle—. Un día tendría que aprender Tenue. Me sacará de muchos problemas, sobre todo si voy contigo—dijo con burla—. ¿Qué te apuestas a que en Port Royal también necesitamos usarla?

Esperó a que respondiera y siguió caminando con la sensación de que todas sus conversaciones del día se habían interrumpido de una forma u otra, dejándole una profunda insatisfacción en la boca del estómago. No había conseguido alegrarle ni tampoco ayudarle. Más bien sentía que había sido un estorbo. Por eso quería decire algo. En cuanto pudo lo detuvo para poder mirarle y decir:

—Puede que seas muy arrojado, y la verdad es que tienes que controlar eso, pero, respecto a lo de antes… Creo que vas a ser un gran Maestro. Ya verás: tienes lo que hace falta.

Le sonrió y se dio la vuelta para continuar el camino cuando escucharon un grito:

—¡Ahí están!

Fátima ni se detuvo para mirar cuántos eran. Echó a correr y soltó una risa al percibir que la adrenalina volvía a bullirle en las venas.

—¡Joder, Light, tienes una mala suerte…!—Tampoco podía decirse que sus visitas a los mundos fueran tranquilas, pero Light no tenía por qué saberlo—. Oye, no tendrás otro Tenue por ahí, ¿verdad?

Y siguieron corriendo, dirigiéndose hacia el carguero de Ciudad de Paso a toda velocidad.

Spoiler: Mostrar

¡Y fin por mi parte! Muchísimas gracias a Lait por hacer este encuentro conmigo —ha sido muy divertido— y al GM que le toque puntuarlo <3.