[Espacio Profundo] Niñeros espaciales

[Light]

El paseo resultó bastante tranquilo. Muchul, que sabía que no tenía las de ganar, se calló y se acomodó en su carrito. Los dos aprendices llamaban algo la atención por ser los únicos humanos de la zona, aunque Light no le dio mucha importancia.

Aprovechaba aquel paseo para mirar a su alrededor y aprender cosas de ese mundo futurista que le parecía tan increíble (era la primera vez que lo visitaba). No había podido investigarlo demasiado en cuanto llegaron porque estuvieron muy ocupados con la búsqueda de la casa de la cría.

Le empezó a entrar bastante hambre (y eso que tras el accidente de los gusanos pensó que no se llevaría nada a la boca). Qué casualidad, porque no tardaron en encontrar un mercado donde seguramente vendían comida. Unos alienígenas (hologramas, en realidad) les invitaban a que pasaran adentro.

—A lo mejor encontramos algo para comer. —Fátima pareció leerle el pensamiento.

—A lo mejor. —Porque a saber qué clase de comida rara vendían por allí. ¿Gusanos, por ejemplo?

No puso ninguna pega y entró en el local. Light abrió la boca un poco por el asombro. Resultaba increíble, porque parecía más grande por dentro de lo que lo era por fuera. Colores chillones, estanterías móviles, neveras modernas… aquello no tenía nada que ver con el cutre mercadillo de Villa Crepúsculo.

Tal como se imaginó, encontró comida que no le agradó. Carne amarilla que se movía, gusanos que eran ocho veces más grandes que los que comía Muchul, y muchos más alimentos raros. Simplemente repulsivo. Se le empezaba a quitar el hambre otra vez.

—No creo que pueda acostumbrarme a estos sitios —dijo entre dientes y su compañero asintió—. ¿Cómo lo aguantan? Anda, mira, esto parece comestible… ¿Cómo se baja? —Aquello se encontraba en lo alto del expositor y ninguno de ellos podía alcanzarlo.

Eran pescados, los cuales procedían de Ciudad de Paso según un cartel. ¡Comida para humanos, al fin! Además se trataba de un alimento de lo más sano, así que mejor que mejor.

—Supongo que tendremos que pedírselo a algún encargado.

Aunque no hizo falta que se esforzaran en localizarlo, porque uno acudió a ellos. Se puso a hablarle a Fátima mientras él seguía examinando el expositor, en busca de precios. Aparte de ese pescado había otros muchos alimentos como carne fresca, frutas y verduras. ¿Qué les compensaría más comprar?

Empezó a prestar atención a lo que decía el encargado (alienígena, como no).

—La tenemos líquida, en polvo y también en galletitas que se disuelven cuando las echas en agua caliente. ¿Han probado a darle unas gotitas de nuestro maravilloso té de Esencia de Tranquilidad? ¡Caerá rendida en cuanto se lo mezclen con la leche!

Eso de la Esencia de Tranquilidad sonaba muy bien, más que nada porque cuidaban a una cría revoltosa, pero su madre ya le había dejado comida. Y no tardarían mucho en regresar para dársela. Tampoco quería dejarse allí todo el dinero: no había traído demasiado.

Light captó el gesto de la joven y se acercó a ella. A partir de ese momento no le prestó atención a Muchul. La endemoniada niña aprovechó que habían bajado la guardia para hacer de las suyas…

—Creo que lo dejaremos pasar. Por cierto, esos pescados de Ciudad de Paso tienen buena pinta, ¿a cuánto nos saldrían dos unidades? —Los señaló.

—Veamos… pues serían 200 platines.

—Es una broma, ¿no? —Enarcó una ceja—. Nos sale mucho más barato en Ciudad de Paso. No pagaré más de 50 platines… —lo decía en serio. Estaba preparado para regatear todo lo que hiciera falta.

—¿50? —Torció el gesto de su rostro—. Mira, se lo dejo en 100 platines, no lo puedo bajar más…

—¡¡Apartaos!! ¡¡Rebajas a mí!!

Varias criaturas —algunas de tamaño considerable— corrían rápidamente hacia ellos: parecía que tenían tanta prisa que no estaban dispuestas a dar un rodeo. Era como una estampida. Light intentó echarse a un lado, pero no fue lo suficientemente rápido. El carro de una señora impactó contra él y le arrojó al suelo. Aquel grupo de “corredores” les separó de Fátima y el dependiente por escasos segundos.

Y ninguno se dio cuenta de que la nena había utilizado sus poderes mentales a fin de mover su propio cuerpo y volar. Aprovechó aquella estampida —y que Light se había caído— para separarse de ellos y agarrarse al carrito de un desconocido.

—¡Mirad por donde vais! —exclamó furioso. ¿Tanto costaba dar un rodeo? Por suerte no le pasó nada al carro de la niña, ya que lo apartó en el último segundo—. ¿Estás bien, Muchul?

Ahora no había niña en el carrito, al fin se dio cuenta. Y alguien había desabrochado los cinturones. Light abrió los ojos, horrorizado, e intercambió miradas con Fátima. Empezó a buscarla por los alrededores. No, no, no, no podía ser. ¿Cómo demonios había escapado?

«No me lo puedo creer», decir que estaba irritado era quedarse corto.

—¡Tenemos que encontrarla ya! —Miró al encargado—. Avisen que se ha perdido una niña, por favor. —Cualquier ayuda sería de agradecer.

—¡Tranquilícense, tenemos experiencia con niños perdidos, la encontraremos en un pispás! —respondió convencido.

—Lo mejor será dividirse. Yo iré por donde ese grupo numeroso —sugirió a Fátima tras respirar hondo y tranquilizarse.

No iban a conseguir nada poniéndose nerviosos.

[Suzume Mizuno]

Soltó una exclamación cuando Light vio que Muchul no estaba en el carrito y el corazón se le subió a la garganta.

¡No, no, no, no! ¡Tenían que encontrarla antes de que se alejara demasiado y se perdiera en medio de ese laberinto!

—¡Tranquilícense, tenemos experiencia con niños perdidos, la encontraremos en un pispás! —respondió convencido.

—¡Pues encuéntrela ya!—espetó Fátima.

—Lo mejor será dividirse. Yo iré por donde ese grupo numeroso .

—Llámame si la encuentras—le pidió, tomando un camino contrario.

Miraba principalmente hacia el suelo en cada esquina, pero luego pensó que la niña podía intentar trepar a las cosas así que dio un par de vueltas sobre sí misma para asegurarse de que no se había saltado nada. Reprimió las ganas de llamarla a gritos, porque quizás eso sólo sirviera para que Muchul se escondiera más.

«¡Maldita sea!»

Escuchó las voces de niños y dio un respingo. Al girar por una esquina se encontró a una alienígena alta rodeada de niños que correteaban alrededor de sus piernas y que no le llegaban ni a la rodilla. Se acercó a ella pensando que si una madre viera a un bebé sin padres, sin duda se fijaría y le llamaría la atención.

—Disculpe—le llamó la atención, retorciendo el cuello para mirarla. ¡Qué alta!—. ¿No habrá visto usted a un bebé…?

Le describió a Muchul y se apartó del camino de los niños, que cargaban con la cabeza como si quisieran llevárselo todo por delante. La mujer le clavó unos ojos grandes y sin pupilas, que se parecían a los de las moscas, y terminó por negar con la cabeza.

—No, lo siento querida.

Fátima suspiró, le dio las gracias y salió corriendo otra vez, preguntándose si no sería más útil coger el glider y volar desde lo alto. Si no encontraba pronto a Muchul por Dios que iba a hacerlo. Al final no pudo resistirse y gritó:

—¡Muchul!

Quién sabía. Quizás si la veía acercarse quisiera intentar tirarle los contenidos de una estantería encima y entonces se descubriría a sí misma.

[Light]

Light echó a correr hacia una sección abarrotada del mercado, donde estaban los productos más rebajados. Las razones de su agobio eran claras: había muchísima gente y seguía preocupado por Muchul. Y lo primero complicaba demasiado la búsqueda, porque la cría era muy pequeña y lo tenía más fácil para ocultarse.

No tardó en invocar sus Alas de Nefilim para buscar desde el aire, de esta manera no le estorbaría la multitud. Varios alienígenas, en especial los más jóvenes, le señalaron con el dedo mientras ponían rostros de sorpresa. Light no le dio demasiada importancia al hecho de llamar la atención, solo quería encontrar a Muchul.

Incluso desde el aire resultaba difícil, no daba con ella. Esperaba que la cría provocara jaleo con sus poderes y eso la delatara… pero nada.

Tras buscar durante unos minutos sin éxito, aterrizó y se quedó mirando el peluche de pulpo que llevaba una señora en el carrito. Ese animal… le había visto ya varias veces en el interior de aquel local (como por ejemplo, en el pin del encargado), intuyó que era la mascota que representaba a la empresa.

«Le gustan los tentáculos», recordó, sin dejar de mirar el pulpo de aquella señora. Si tanto le gustaban… quizás estuviera cerca de algún peluche como ese, o alguna criatura similar.

—Hola guapo. —La mujer alienígena, al ver que no dejaba de mirar el peluche de su carro, le guiñó el ojo. El tono “seductor” que utilizó para elogiarle le pareció muy desagradable—. ¿Quieres que te compre algo?

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—Eh... No, gracias.

Se alejó a toda prisa mientras un escalofrío le recorría el cuerpo.

[Suzume Mizuno]

Se arrepentía profundamente de no haber traído a Harun consigo. Él podría haber encontrado a Muchul en un suspiro siguiendo su rastro. Pero no estaba allí y tenían que apañárselas solos.

Lo cual estaba resultando endemoniadamente difícil.

Nadie parecía tener tiempo para ella y los pocos que se detenían para escucharla ni se pensaban la respuesta: negaban con la cabeza y continuaban por su camino. Los únicos que parecían prestarle un mínimo de atención eran los que trabajaban en el mercado. Aun así, ninguno había visto a Muchul.

—¿CÓMO ES POSIBLE QUE NADIE HAYA VISTO A UNA NIÑA PEQUEÑA GATEANDO SOLA?—gritó, desesperada, cuando había incluso cogido un pequeño ascensor para subir a un piso superior y lo había recorrido de un extremo a otro asomándose por la barandilla, a punto de caerse varias veces, para descubrir a Muchul.

Algunos se detuvieron a verla, pero la mayoría continuó con su camino como si nada.

Fátima no era dada a rezar, pero el pánico comenzaba a hacer mella y la idea de que a Muchul pudiera pasarle algo malo. Se encontró murmurando por lo bajo pequeñas promesas, la mayoría de ellas relacionadas con que no volvería a levantarle la mano a Muchul, hiciera lo que hiciera, si la encontraban sana y salva.

Dobló por una esquina y algo pasó volando al lado de su cabeza, a punto de dejarle sin ojo. Fátima dio un respingo y saltó hacia un costado en el último segundo. Parecía una especie de juguete… Afilado. De color rojo y con brillitos. No tenía ni la más remota idea de para qué servía.

—¿Muchul?—exclamó, volviéndose hacia delante.

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—Ese no es mi nombre, que yo recuerde.

«Tentáculos. ¡Y muchos!»

Fátima ni se molestó en enfadarse con él por haber estado a punto de dejarla tuerta. Giró sobre los talones y salió corriendo sin mirar atrás, pero con la sonrisa del alienígena grabada a fuego en su mente. Se imaginó a Muchul yendo hacia los tentáculos y al alienígena recibiéndola con la boca muy abierta y se estremeció.

¡Por favor, que la encontraran pronto!

[Light]

La búsqueda de la pequeña Muchul proseguía. Light se alejó de la multitud que se “peleaba” para conseguir los objetos rebajados y empezó a preguntar a criaturas que pasaban por allí. Les describió a la perdida, esperando que a alguien le sonara haberla visto al menos.

Desgraciadamente ninguno le dio pista alguna de su paradero.

«¿Dónde demonios está esta cría…?», se preguntaba, angustiado. Le parecía increíble que todavía no hubiera montado jaleo con sus poderes mentales.

“Si le ocurre algo a mi pequeña no habrá rincón en todos los mundos donde podáis esconderos de mí”.

De nuevo volvió a experimentar otro escalofrío al rememorar la amenaza de la madre. Si no la encontraban… lo lamentarían y no habría excusa ninguna.

Desesperado, se paseó por la sección de juguetes: allí había pulpos de peluche que seguro que eran del agrado de la cría. Pero ni rastro de Muchul, no estaba por ninguna parte.

Resopló por enésima vez, y entonces… la vio. O eso pensó al principio. Light se dirigió con premura hacia el bebé, que se encontraba jugando con otros críos en la zona infantil.

—Menos mal que has aparecido —masculló, aliviado—. ¡MAL, muy mal! ¡Niña mala! Quién se ha quitado los cinturones, ¿eh? —le reprendía con severidad mientras le cogía y le volteaba hacia él—. Qué demonios….

Entonces supo que algo no andaba bien. Aquel bebé… no era la niña que estaban buscando. Tenían el cabello igual, pero se diferenciaban ligeramente en el color de la piel.

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Extrañado —ya que era un desconocido para él—, el niño comenzó a hacer pucheros y no tardó en abrir la boca. Aquel humano malo le había gritado después de todo. Su lloro escandaloso alarmó a cierta mujer alienígena.

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—¡Mi niño! ¿¡Qué estás haciendo con mi niño!? —gritaba, enloquecida.

—¡Lo siento!

Dejó al niño donde estaba, antes de que su progenitora le golpeara; y salió corriendo de allí, muerto de vergüenza. Aquellos que presenciaron la llamativa escena se quedaron mirándole, extrañados; la madre, por su parte, corrió hacia su bebé para cogerle y protegerle.

«Esto me supera», no había palabras para describir su frustración.

Volvió al lugar donde se había separado de Fátima. Ojala ella fuera más afortunada que él.

[Suzume Mizuno]

—¡Señorita!

«¡Pero bueno, ¿es que todos los alienígenas están locos?! ¡Como que me voy a detener a hablar contigo para que me saques el otro ojo!»

Fátima atravesó casi al vuelo uno de los pasillos de lácteos variados y al girar vio de refilón una sombra amarilla. El corazón le dio un vuelco y todavía aceleró más su carrera, jadeando, mientras continuaba buscando a Muchul. La idea de que esa cosa se le acercara le ponía la carne de gallina y no por los tentáculos —que tampoco le hacían gracia— sino por esa sonrisa. Dios, qué mal rollo.

Bajó por unas escaleras automáticas que la llevaron a la planta baja en un suspiro y se escondió tras un expositor de… ¿fruta? No estaba segura de qué se suponía que era, pero tampoco importaba. Esperó hasta que vio la cabeza del alienígena, tocada con un simpático sombrero, pasar de largo. Suspiró de alivio, se incorporó y fue a reencontrarse con Light con la esperanza de que el joven hubiera tenido más suerte que ella.

El alma se le vino a los pies al verle llegar con las manos vacías.

—Dios mío, ¿y si se la han llevado?—murmuró, llevándose las manos a la cabeza y mesándose los cabellos—. ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a la policía o lo que sea que tengan aquí?

Ya no importaba que la madre fuera a denunciarles —con toda la razón del mundo— sino que la niña podía estar en grave peligro.

Sudando a mares, Fátima esperó a que Light aprobara o no su idea cuando, de pronto, escuchó una risita que le resultó muy familiar. Giró en redondo y se quedó de piedra. El Señor Tentáculos paseaba no muy lejos, con Muchul enredada en una de sus extremidades traseras. La niña estaba encantada porque el Señor Tentáculos le hacía cosquillas y aferraba y tironeaba de ellos sin que su dueño perdiera la paciencia… ni la sonrisa.

Tras un instante, todo cobró sentido. Era ella la que le había atacado. Debía estar escondida y la dentadura del tipo le había dado tan mal rollo que ni se había detenido a mirar con detenimiento. Quizás por eso la estaba persiguiendo. Enrojeció hasta la raíz del pelo y dio un empujoncito a Light.

—Ve tú o la niña intentará matarme de nuevo y creerán que la estamos secuestrando. Sería un final maravilloso para este día.

Luego, muerta de vergüenza y algo humillada, se alejó para no tener que hablar con el Señor Tentáculos.

[Light]

Light no tardó en percatarse de que Fátima no había tenido suerte en su búsqueda. Genial. Se acercó a su compañera a toda prisa.

—Dios mío, ¿y si se la han llevado? —Light tragó saliva y se horrorizó al oír aquella posibilidad, nunca se lo perdonaría—. ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a la policía o lo que sea que tengan aquí?

—Creo que es lo mejor que podemos hacer.

Justo en ese momento escucharon una risita muy familiar. No pudo describir con palabras el alivio que sintió. Esta vez sí que era Muchul.

Se lo estaba pasando bomba. ¿La razón? Un alienígena amarillo con tentáculos la agarraba y la hacía cosquillas con estos. No parecía que la cría le estuviera causando demasiadas molestias, ya que su nuevo amiguito no dejaba de sonreír.

—Ve tú o la niña intentará matarme de nuevo y creerán que la estamos secuestrando. Sería un final maravilloso para este día.

Aceptó su propuesta y se acercó sin temor al bicho de los tentáculos. Cuando Muchul le vio dejó de reír y le miró fijamente, seria. Quizás intuía que se acabaría pronto la diversión.

Light le explicó la situación a aquella criatura. Cuando oyó el nombre de Muchul, ató cabos —recordando su encontronazo con Fátima— y le entregó la niña. La cría negaba con la cabeza mientras se disponía a cogerla: quería seguir jugando.

Rompió a llorar, para variar, y esta vez fue más estridente que en ocasiones anteriores. Parecía que la estaban matando.

—¡No llores, bonita! ¡Mira, sonríe como yo! —Intentó consolarla, acercando su rostro a la niña. Sus sollozos se suavizaron un poquito.

—Siento las molestias —dijo Light, cansado. Por mucho que se resistió y lloró, Muchul no logró escapar de sus brazos.

Volvió a reunirse con Fátima. Se permitió sonreír en aquel momento: después de todo la habían encontrado, menudo alivio.

—La saco y voy dando una vuelta con ella para que se tranquilice, ¿vas comprando tú la comida? —Los lloros de la cría escandalosa empezaban a resultar muy molestos y no tardaría en mover objetos con la mente.

Estaba deseando salir de allí. Y que se callara, porque le dolía la cabeza.

[Suzume Mizuno]

El Señor Tentáculos no puso problema para que Light recogiera a Muchul que, cómo no, rompió a llorar en cuanto la separaron de él. Los dos, sin embargo, se sonrieron con sincero alivio por volver a tenerla a salvo, aunque fuera berreando.

—La saco y voy dando una vuelta con ella para que se tranquilice, ¿vas comprando tú la comida?

—Sí, ahora mismo.

Cogió la comida importada desde Ciudad de Paso y, disfrutando del llanto de Muchul como si fuera un coro celestial, se dirigieron a las cajas para pagar. Tras eso regresaron a toda velocidad a la casa; sin duda, Muchul había tenido suficientes emociones por un día.

Una vez en la casa se apresuraron a cerrar y trasladaron a la agotada Muchul a la trona.

—Lo siento, antes hice yo el desayuno—sonrió a Light— te toca.

Encontraría la lista sobre la mesa. Mientras tanto, Fátima intentó pensar qué podía hacer con la Magdalena antes de que se secara.

Fue hasta el cuarto de la niña y rebuscó entre sus muñecos. Sacó uno de peluche y fue hasta la trona, se arrodilló delante de la criatura y ocultó la cara tras el peluche. Entonces, exagerando mucho la voz, cogió sus tentáculos y comenzó a moverlos.

—¡Muchul no llores! ¡Vamos a jugar!

La niña sorbió por la nariz y redujo los sollozos para mirar con una mezcla de curiosidad y desconfianza hacia delante. Fátima sacudió los tentáculos y consiguió arrancarle una sonrisita. Luego el muñeco se inclinó hacia delante y Fátima chasqueó los labios en el aire para fingir un beso. Esta vez, Muchul rió.

«Bueno, sólo he necesitado medio día, varios intentos de asesinato y que no me vea la cara. No está tan mal.»

Continuaría entreteniéndola hasta que Light llegara con la comida.

[Light]

—Lo siento, antes hice yo el desayuno —Fátima sonrió— te toca.

«Yuju».

No se quejó, pero no se podía decir que le hiciera mucha ilusión preparar la comida para los tres. No se le daba bien cocinar después de todo.

Cogió la lista de tareas y se alejó de Fátima y Muchul para adentrarse en aquella cocina moderna. Menos mal que venían las indicaciones necesarias en la nota dejada por la madre de la niña, porque de lo contrario no hubiera sabido qué hacer.

Le costó un poco descifrar la letra de la alienígena, pero acabó comprendiendo las instrucciones. Solo tenía que hacer un puré casero, ni más ni menos. Los pasos a seguir eran muy simples: cortar las frutas, gusanos y varios alimentos raros; cocerlo todo junto en una olla de lo más excéntrica; y pasarlo todo por la batidora.

—Moriréis ahora por una buena causa —dijo tras lavarse las manos, antes de empezar a cortar los gusanos vivos. Esta vez no les darían tantos problemas, acabarían cocidos y triturados.

Cogió el cuchillo e inició la tarea. Cortar aquellos gusanos no resultó demasiado agradable, pero sobrevivió.

Lo dejó todo en la olla para que se cociera, tal como venía indicado en las instrucciones (menos mal que eran detalladas, porque no sabía desenvolverse en esa cocina).

El problema surgió cuando le tocó preparar su comida, la de humanos, ya que eso no estaba previsto en las instrucciones. Y no entendía esa cocina.

Curioseó un poco y terminó encontrando un robot de cocina. Éste mismo se lo confirmó en cuanto pulsó un pequeño botón.

—Activando robot de cocina serie MX9012. —Los “ojos” del robot se iluminaron—. Deposite los alimentos en la bandeja y confirme para iniciar cocinado.

—Todo tuyo. —Satisfecho, empezó a depositar toda la comida que habían comprado. Después pulsó el botón Confirmar y dejó que la tecnología se encargara de todo lo demás.

Se acercó a la olla para retirar la comida cocida. Procedió a triturarla y, al fin, terminó de preparar el puré. Curiosamente olía bastante bien, quizás los gusanos no estaban tan malos después de todo, aunque no estaba dispuesto a comprobarlo.

—Ya he acabado, puedes ir poniéndola en la trona —sugirió (con plato en mano) si no estaba todavía colocada ahí—. Nuestra comida se está preparando. Benditos robots de cocina.

Se sentó al lado de la niña y empezó a introducirle cucharadas con bastante facilidad: parecía que le gustaba el puré. Agarró con firmeza el plato por si intentaba volcarlo. Esta vez no había nada que pudiera arrojarles.

De momento todo iba como la seda.

[Suzume Mizuno]

—Nuestra comida se está preparando. Benditos robots de cocina.

—¿Robot?—repitió mientras tironeaba para que Muchul no se quedara con el peluche.

Light empezó a darle un puré del que Fátima apartó la mirada, pues sabía en qué consistía. Mientras su amigo se ocupaba de Muchul, Fátima fue a la cocina a recoger los platos ya preparados que iban a disfrutar ellos y los sirvió. Se sentó en una mesa a esperar, viendo cómo Muchul comía con mucha más tranquilidad que esa mañana. Debía de estar muerta de cansancio.

«Esperemos que caiga rendida tras esto.»

Cuando Muchul terminó, Fátima se apresuró a recoger los platos y alejarlos de la niña, no se le fuera a ocurrir lanzárselos a la cabeza o algo peor. Por suerte, la chiquilla había empezado a bostezar. Se acercó a ella algo titubeante y la cogió en brazos. Como Muchul no protestó enérgicamente, se la llevó hasta el cuarto, donde la cambió de ropa y la metió en la cuna. Encendió el móvil, que emitió una suave musiquilla y empezó a dar vueltas. Muchul lo siguió con la mirada un rato, pero acabó por meterse el pulgar en la boca y cerrar los ojos. Debía sentirse tranquila, por fin, metida en la cama después de pasar el día con desconocidos.

Fátima salió sin hacer ruido y se sentó en la mesa, frente a Light, con un resoplido. Empezó a picotear de su comida y se dio cuenta de que tenía un hambre canina.

—No sé tú, pero creo que lo he pasado peor que en muchísimas misiones donde he tenido que luchar contra Sincorazón peligrosos—dijo al final con una sonrisilla.

Ahora que había pasado el peligro, y aunque todavía le angustiaba recordarlo, resultaba asombroso lo mucho que habían sufrido.

—Creo que no repetiré con misiones de niñera. Se ve que no es lo mío.

[Light]

Muchul se terminó todo el puré y no tardó en mostrarse somnolienta. La última tarea de la lista consistía en dormirla y parecía que ni siquiera iban a tener que hacer nada para lograrlo. Simplemente maravilloso.

Fátima se encargó de llevarla a la cuna. La niña no se quejó y permitió que la aprendiza la acostara. Entretanto, Light aprovechó para encender la televisión y buscar algún canal interesante. Siguió comiendo mientras veía el telediario.

—No sé tú, pero creo que lo he pasado peor que en muchísimas misiones donde he tenido que luchar contra Sincorazón peligrosos —opinó Fátima en cuanto regresó.

—¿Verdad? Menudo dolor de cabeza tengo, es agotador… —Él también prefería dedicarse a realizar mandobles y patear culos. Quizás era peligroso, pero se sentía más cómodo en un combate que cuidando a un bebé.

—Creo que no repetiré con misiones de niñera. Se ve que no es lo mío.

—Yo creo que lo has hecho bien. Lo hemos hecho bien, hemos trabajado en equipo —señaló, más optimista.

»Loros escurridizos, bebés con poderes… ¿Qué será lo siguiente? —Soltó una pequeña carcajada—. La verdad es que prefiero lo primero. Creo que la próxima vez elegiré una misión más movidita, esto tampoco es lo mío.

De nuevo, oyeron el llanto de la cría. Que se durmiera sola era demasiado pedir, sin duda. Light suspiró, resignado, y se levantó del asiento.

Cuando entró en la habitación de Muchul comprobó de inmediato lo que había sucedido. El bebé lo había manchado todo con su vómito y tendría cierto malestar, por eso lloraba. ¿Habría puesto demasiada comida, quizás? Light se apresuró a cogerla, manchándose sin remedio las manos, y la colocó verticalmente. Le dio unas palmaditas por si tenía gases.

—Esto es normal, ¿no? Es decir, creo que los bebés suelen vomitar —comentó, no demasiado seguro, aunque juraría que lo había oído en alguna parte—. La llevo al baño para limpiarla y cambiarla, ¿vale?

[Suzume Mizuno]

—Loros escurridizos, bebés con poderes… ¿Qué será lo siguiente?

—No quiero decir nada porque seguro que será peor—dijo Fátima, también divertida.

—La verdad es que prefiero lo primero. Creo que la próxima vez elegiré una misión más movidita, esto tampoco es lo mío.

Fátima apuró lo que le quedaba de comida. Le gustaban, hasta cierto grado, los niños pero nunca se había planteado cuidar de forma seguida de ellos. Tampoco es que fuera a poder tenerlos así que…

Entonces les llegó el llanto de Muchul. Light se fue a atenderla sin decir palabra, aunque con un suspirito resignado. Fátima ocultó una sonrisa mientras lo seguía con la mirada. Cuidar de niños no sería lo suyo, pero se había acostumbrado rápido.

—Esto es normal, ¿no? Es decir, creo que los bebés suelen vomitar.

Fátima se apresuró a levantarse e ir a la habitación. Arrugó la nariz cuando la abofeteó el olor ácido del vómito.

«Joder, al paso vamos a matarla.»

—La llevo al baño para limpiarla y cambiarla, ¿vale?

Fátima entornó los ojos pero asintió con la cabeza. Y claro, a ella le tocaría limpiar… de alguna forma aquel desastre. Con un gruñido sacó las sábanas, las envolvió y, mientras buscaba qué hacer con ellas, encontró en la cocina una lavadora donde metió, tras un titubeo, las mantas con la comida de Muchul. Decidió no tocar nada —por si acaso— y ya avisaría después a la madre.

Luego se sentó en una silla y esperó a que Light saliera.

—¿Crees que deberías dormirla en brazos?—preguntó mientras cogía el peluche y le hacía cucamonas a Muchul. Teniendo en cuenta lo mimada que estaba, no le extrañaría que no hubiera aprendido a dormirse sola.

Con sus poderes, Muchul le arrebató el peluche y lo atrajo hasta sus bracitos. Lo abrazó y sorbió por la nariz, entre gemiditos. Fátima se preocupó.

—Quizás algo le haya sentado mal. ¿Y si comió algo del suelo cuando la perdimos de vista? ¿Llamamos a… un médico o algo si en un rato no se ha cansado?

Se acercó con cuidado, no fuera a atacarla ahora que podía verle la cara. Muchul la miró ceñuda, pero no parecía tener fuerzas para enfadarse con ella. Le puso una mano en la frente. Le parecía temperatura normal, pero no tenía ni idea de qué sería tener fiebre para un alienígena, o incluso si tendrían…

[Light]

Se acercó al lavabo, abrió el grifo y comenzó a lavarle la cara a Muchul. Ésta, que no había dejado de llorar, gruñó en señal de disgusto. Luego le cambió rápidamente el body manchado mientras seguía soportando su llorera, agarrándola con fuerza —sin hacerle demasiado daño, claro está— para que no se le escapara y saliera volando.

Después regresó con su compañera de Tierra de Partida, sosteniendo a la cría en brazos. Light dirigió una mirada cansada a la joven.

—¿Crees que deberías dormirla en brazos? —Fátima cogió un peluche y empezó a hacerle mimos a Muchul. Ésta atrajo el muñeco a distancia, para variar, y lo abrazó. Estaba muy mimosa.

—No lo sé… —No le importaba tenerla cogida un poco más, aunque no sabía qué hacer para dormirla. Se preguntó si una nana funcionaría. Cantaba tan mal que prefería no probar.

—Quizás algo le haya sentado mal. ¿Y si comió algo del suelo cuando la perdimos de vista? —Esperaba que no fuera culpa del puré que había preparado. Lo dudaba, ya que había tenido mucho cuidado a la hora de cocinar—. ¿Llamamos a… un médico o algo si en un rato no se ha cansado?

Fátima le tomó la temperatura, acercando su mano a la frente de Muchul, por si tenía fiebre. Desgraciadamente no se trataba de un ser humano: su calor corporal quizás distaba del suyo.

—Vale, esperemos un poco más. —Cogió un biberón con agua y se lo acercó a la niña. Muchul tiró el peluche al suelo y, ansiosa, se metió la tetina en la boca. Tenía ganas de beber, sin duda—. Mira, parece que le apetece. —Si tenía irritada la garganta tras vomitar resultaba normal. En cuanto terminó de beber le tendió a Fátima la botella pequeñita para que la guardara en el cajón de una cómoda cercana. De esta manera no la levantaría por los aires.

Seguía sollozando, aunque sus llantos eran cada vez menos estridentes. ¿Quizás… se estaba cansando?

—Parece que se va cansando —dijo a Fátima, algo aliviado—. Quizás tenía la garganta irritada. No me extraña, además ha gritado un montón —añadió.

»Veamos si se duerme en la cuna —propuso en cuanto dejó prácticamente de llorar. La colocó con cuidado en su camita. Muchul le miró con cara de cordero degollado e inició su berreo, no quería estar todavía ahí—. Ja, como que se va a quedar ahí. ¿Enferma? Ésta lo que está es consentida.

Parecía que iban a tener que cogerla en brazos para dormirla del todo.

[Suzume Mizuno]

—Veamos si se duerme en la cuna.

—Qué optimista estás hecho.

Llevaron a Muchul, ahora saciada de agua, hasta la cuna, pero se enfurruñó y Light volvió a cogerla en brazos.

—Ja, como que se va a quedar ahí. ¿Enferma? Ésta lo que está es consentida.

—Madre mía, sí.

Fátima sacudió la cabeza. Había padres que no sabían criar a sus hijos. Echó un vistazo al resto de la casa con aire ausente. Ella no había tenido ni un tercio de las comodidades de Muchul pero, hasta entonces, había considerado que la habían criado con mucho mimo… Cuando sus hermanos mayores no venían a fastidiar, claro. Se preguntó si la madre sabría criar mejor a Muchul cuando esta creciera. O cuando sus poderes se desataran. Demonios, no quería imaginarla en la adolescencia.

Light paseó un rato con la criatura y a Fátima le bailó una sonrisa en los labios, porque no se ponía a canturrear como había hecho antes. ¿Le daría vergüenza hacerlo delante de ella?

Se quedó sentada, mirándole en silencio para no molestar, aunque algo le ardía en el pecho y le costaba quedarse quieta. Al cabo de un rato, cuando le pareció que Muchul se había quedado amodorrada, se incorporó y extendió los brazos.

—¿Puedo?

Quizás sólo lograría que Muchul se despertara pero…

Cuando Light se la dejara, Muchul refunfuñaría y removería la cabeza, pero al final Fátima consiguió encontrarle una postura donde estaba cómoda y le acarició la cara, como había visto hacer a algunas madres. También arrulló por lo bajo, intentando que su voz no saliera demasiado grave.

Muchul abrió unos ojos legañosos y Fátima contuvo la respiración. La niña levantó una manita y la cerró en torno a uno de sus dedos. Después dejó caer los párpados y se quedó dormida.

Fátima miró a Light con una mezcla de sorpresa y regocijo a partes iguales.

Se quedó con Muchul un rato en brazos. Ahora que respiraba tranquila y estaba calladita, pensó que era bonita… Y que su peso era curiosamente reconfortante.

«Pero sólo cuando está calmada. No estoy hecha para niños. Al menos no niños con poderes» pensó, sin darse cuenta de que sonreía.

Muy despacio se dirigió al cuarto y dejó a Muchul en la cuna. No se atrevió a respirar hasta que comprobó que, esta vez sí, se quedaba dormida. Levantó un pulgar en dirección a Light.

«¡Por fin!»

[Light]

Se paseaba con la niña en brazos, deseando que se calmara y se durmiera de una maldita vez. Aunque cogerla suponía experimentar una sensación agradable… llegaba un momento en que acababa cansado. Le dolía la cabeza.

Definitivamente no estaba hecho para los niños. La paciencia nunca había sido una de sus virtudes.

Pensó en sus padres desaparecidos. También debieron cuidarle, soportar sus llantos y pasearle. Y, por alguna razón que desconocía completamente, un día decidieron abandonarle y no volvieron. ¿Habría sido un hijo tan malo como Muchul?

«¿Por qué estoy pensando en estas cosas…?».

Cuando se quiso dar cuenta, la niña alienígena se había adormilado. Y ya no lloraba, al final andar de aquí para allá había servido de algo.

Fátima hizo ademán de cogerla.

—¿Puedo?

Asintió y le entregó a la pequeña con sumo cuidado. La niña gruñó cuando la cogió, pero acabó cediendo, permitiendo que la otra aprendiza la sostuviera, arrullara y acariciara. Al final parecía que se iban a llevar bien y todo.

Light se temió lo peor cuando el bebé abrió los ojos. ¿Lloraría porque Fátima la tenía cogida? No fue el caso. Con una increíble ternura que le dejó enmudecido, Muchul agarró uno de los dedos de su niñera, como si no quisiera separarse de ella. Y cerró los párpados.

«Qué bonita», aquella escena inevitablemente le sacó una amplia sonrisa. Si estaba despierta era un monstruo, pero dormida… era un angelito.

Siguió a la aprendiza hasta el cuarto, donde estaba la cuna. Tras un rato la dejó ahí y… no reaccionó, seguía frita. Light le devolvió el gesto a Fátima y también levantó el pulgar.

Lo habían conseguido, se había dormido.

Salió de la habitación —intentó tocar la puerta lo menos posible para no repetir el error de antes— y se acomodó en el sofá de la sala de estar.

—Al fin. Ahora podemos decirlo: misión cumplida —comentó, sin alzar demasiado la voz. Emitió un bostezo—. Incluso a mí me ha acabado entrando el sueño.

»Es duro sacar a un niño adelante, ¿verdad? Nosotros lo hemos sufrido unas horas, pero imagínate a las madres y los padres que tienen que cuidarles todos los días. Son admirables.

Siguió conversando con Fátima, al fin relajado. Le contó lo que le sucedió en el mercado cuando se separaron (su encuentro con la mujer alienígena que intentó seducirle y su fallo al coger el niño equivocado), algo avergonzado. Consciente de que la niña estaba dormida, se rió en voz baja.

Pero no se rió de la desgracia que sucedió a continuación. Una alarma que provenía del exterior, estruendosa, le sobresaltó. Miró a Fátima con horror.

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«No».

Los llantos de la niña asustada no tardaron en hacerse oír… otra vez. Obviamente se despertó, cualquiera lo haría con ese ruido. El aprendiz cogió mucho aire y lo expulsó lentamente mientras se levantaba, irritado. Todos los esfuerzos no habían servido para nada.

Aunque se llevaba una tierna escena que no olvidaría tan fácilmente.

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Último post por mi parte. Decir que me ha encantado ^^ nos leemos