Nadhia… Sus ojos color avellana aparecieron en mi mente. Recordé la forma en la que me miraba con ternura, en el breve instante previo a un cálido beso.
Iba a estar furiosa conmigo. Probablemente no iba a voltear a verme siquiera.
—Apenas he hablado con ella, y Light no te mencionó, pero si érais muy amigos, seguro que se alegran de volver a verte.
“Light no te mencionó”. Capullo.
Frente a mí, la pequeña mano de Keiko se extendía en mi dirección, invitante.
—Es hora de volver a casa, ¿no crees, Xefil?
Moví mi mano derecha un centímetro, muy poco como para que Keiko lo notara. La razón por la que me detuve, por la cual dudé, fue porque una parte de mí no se sentía lista para aceptar aquella invitación. ¿Podía volver y arreglar las cosas como si nada hubiera sucedido? ¿Y podía tomar el riesgo, después de lo que había ocurrido con Ném… Jessamine?
—Lo siento —sonreí, correspondiéndole el gesto—. Todavía no.
Sintiendo que mis músculos empezaban a quejarse, estiré los hombros tanto como pude, hasta que me espalda cedió con un chasquido muy agradable. Moví la cabeza a los lados hasta que mi cuello hizo lo mismo. Luego de eso, le hice un gesto a Keiko con los dedos, pidiéndole que me esperara por un momento. Caminé hasta el sitio donde había dejado caer mis dos dagas al suelo y las recogí; metí una a su vaina de cuero y presioné el interruptor de la otra.
Entonces continué con lo que quería decir:
—Dame un par de días. Todavía tengo que ver si esto funciona para mí.
La Bruja desencadenada. Ya no podía ser el mismo de antes, ni aunque lo intentara. No podía volver a flaquear nunca más, mi determinación no podía ceder ni por un instante, no podía volver a sentirme débil… porque en cuanto lo hiciera…
—Adiós, Keiko. Te veré por ahí —me despedí con un gesto de la mano y, sonriendo amargamente, volví a caminar en dirección a la Villa.
***
—¿Estás contento con cómo se dieron las cosas?
La voz había vuelto, y era mucho más clara que antes. Resonaba en mi interior con tanta fuerza que parecía que tenía a la Bruja hablándome a través de un par de auriculares.
Recordé cómo, al pedirle que se levantara y “contemplara a su rey”, había mostrado su mejor sonrisa hasta el momento. Aunque había logrado tomarla por sorpresa, por un breve instante, al decirle su nombre verdadero… realmente no había manera de impresionarla. Para ella, toda acción mía se volvía en juego interesante. No podía estar más contenta con cómo había manejado las cosas.
—¿Y cuándo no lo estoy? —le respondí con sarcasmo.
La luz de la vela se sacudió como si una suave brisa la hubiera golpeado. Las sombras en la habitación se desplazaron, creando una tétrica atmósfera que afortunadamente no duró más que unos momentos. Me acomodé tan bien como pude en la silla de madera y tomé el bolígrafo fuente que descansaba en una esquina de la mesa, a un lado de un espiral de escamas negro.
Acaricié a Nagini, aprovechando que mi mano pasaba por allí, y luego comencé a escribir:
Castillo de Bestia - X de X, año 1212 d. G.
Donde conocí a Keiko Akarui y a Lanza Infalible
Separé la pluma por un momento, pensando en qué más podía añadir antes de pasar a la narración de mi aventura, balanceándome sobre las dos patas traseras de la silla. Había pasado mucho en tan poco… O tal vez no mucho, pero sí habían ocurrido cosas bastante importantes.
Punto y coma. Encontré un nuevo Llavero y...
Hm...
Mis ojos se posaron sobre mi equipaje. Ligero, pero necesario. Las pocas cosas que consideraba indispensables para mí.
Y un renovado entusiasmo.
Re: Start
—Transversal...
Como si el bosque hubiera escuchado mi murmullo y estuviese obedeciendo una orden oculta, el ambiente del pequeño claro se enrareció: el aire se llenó de electricidad estática, aquella que...
Spoiler: Mostrar