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Este sombrero... —murmuré agachándome para recoger el sombrero de copa que Ilana había cogido con la boca—.
Es de Alec, ¿verdad?Igual que la gatita, miré a los lados para ver si veía al chico, sin éxito. No estaba allí, pero su sombrero sí, y estaba claro que era el suyo porque Ilana lo había reconocido nada más verlo. ¿Dónde demonios estaba él, entonces?
Lo que sí encontré fue a un montón de gente frente a nosotros. Algunas personas estaban asustadas, otras simplemente parecían estar allí curioseando, y otras precían realmente enfadadas. Pero todas tenían algo en común: nos señalaban y observaban, comentando algo en voz baja.
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Ese es el gato de Bane, ¿verdad?Pude oír algunos comentarios mientras les observaba algo asustada con el sombrero en las manos.
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¡Y ese es su sombrero!—
Debió caérsele cuando se lo llevó el Juez Frollo.—
¡Ese bicho raro...! ¡Espero que se pudra en la cárcel! ¡O mejor, que lo ejecuten!—
¡Seguro que la chica también es bruja, como Magnus Bane! ¡Mirad las pintas que lleva, es muy sospechosa! ¡Son monstruos! ¡Monstruos, os digo!¿Magnus Bane? ¿Se referían a... Alec?
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¡No dejéis que los niños se acerquen a ella!—
Pero mamá, Magnus Bane es nuestro amigo, sus trucos son inofensivos y nos hace reír...—
¡Mirad lo que ha hecho, incluso ha lavado el cerebro a estos pobres chiquillos!—
¡Deberíamos capturarla y llevarla a que el Juez Frollo la queme viva por brujería!—
¡A por ella!Miré a aquellas personas confusa. ¿Me estaban acusando de brujería solo por haber recogido el sombrero de Alec del suelo? ¿Tanto miedo le tenían a la magia como para no solo temerme sin haber hecho nada, sino para querer que me quemasen viva? Algo en aquel mundo no iba bien, definitivamente.
Estaba asustada, pero intenté mantener la calma todo lo posible, tenía que explicarles que no era ninguna bruja (aunque supiese utilizar magia, pero omitiría ese detalle) y que solo tenía aquel sombrero y estaba con Ilana porque Alec... o Magnus Bane, si es que ese era realmente su nombre por aquellos lares, era un amigo cuyo paradero desconocía y quería encontrar.
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¡Escuchadme, por favor! Yo no... Pero... no iba a poder ser...
Unos cuantos hombres y mujeres, los que estaban más enfadados, se abalanzaron sobre mí. No iban a dejar que me explicase, parecía que fuesen a ejecutarme ellos mismos en aquel preciso lugar si era necesario. No tenían intención de dialogar.
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¡P-Por favor!Observé a Ilana con los ojos como platos, estaba claro lo que debíamos hacer:
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¡Corre!Seguida de la gata, comenzamos a huir de los enojados ciudadanos. No podía enfrentarme a ellos directamente, pues no quería herir a ciudadanos inocentes y mucho menos utilizar mi magia y darles más motivos para que me quisieran apresar por bruja.
Era difícil huir con la cantidad de gente que poblaba las calles, había muchos obstáculos que esquivar y en más de una ocasión estuve a punto de caer de bruces al suelo. Además, para colmo, algunos de los ciudadanos parecían confusos al ver la persecución, pero muchos de ellos se unían en cuanto se percataban de lo que estaba ocurriendo.
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¡Maldita sea, Alec, ¿qué demonios has hecho en esta ciudad?! ¡¿Por qué todo el mundo te considera un monstruo?!"
Tras un buen rato de carrera, pude darles esquinazo ocultándome en una esquina. Cuando me aseguré de que me habían perdido de vista, me desplomé sobre el suelo de rodillas, jadeando.
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¿Qué demonios pasa, Ilana? ¿Qué le ha pasado a Alec...?Cerré los ojos, pensativa. Se iba a formar un buen revuelo en la ciudad, y todo por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Un solo movimiento en falso podía significar mi muerte. Aquella gente no parecía querer dejar a alguien afiliado a ese tal Magnus Bane campando a sus anchas.
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Y yo que quería pasar desapercibida...Suspiré resignada y, tras recobrar mi respiración normal, miré a la gata.
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Tengo que ir a hablar con él, necesito que me explique qué ha pasado. Puede que incluso necesite mi ayuda... —añadí preocupada—.
Se lo han llevado, ¿verdad? Por eso has venido a buscarme tú sola. Y han dicho algo de un tal Juez Frollo... Ha sido él quien ha capturado a Alec, ¿me equivoco? Dime, Ilana, ¿tienes idea de dónde puede estar ese juez?»
¿Preparados, Ukki, Ilana? Debemos ponernos en marcha.Con Ilana guiándome, si es que sabía dónde podríamos encontrar a Alec, saldría de mi escondrijo y con mucho sigilo intentaría atravesar las calles, evitando los lugares más concurridos, hacia mi destino. Si por otra parte la gata no tenía ni idea optaría por buscar algún edificio grande, algo con pinta de ser un lugar donde se realizasen juicios. Con un poco de suerte encontraría a Alec allí, sano y salvo. No solo mi vida estaba en la cuerda floja; Ilana, Ukki y posiblemente el propio Alec dependían de mí. Tenía que hacer algo.