[Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Encuentro entre Fátima y Ragun

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[Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:19 pm

Cronología:

Fátima To trust someone else>Este encuentro
Ragun Corrupta>Este encuentro





Desde que había conocido a Christopher no podía evitar sentirme por primera vez más humano que de costumbre. Sentía aprecio por él, pero no era como quien sentía apego por un amigo, era un lazo que unía la sangre, algo que hasta aquel momento no había experimentado jamás.

Pese a haber sido un miembro de CAT, Alexander no sabía mucho sobre su mundo de origen, excepto el mantra que se repetía en su hogar: Un mundo mejor necesita gente mejor.

Aquel dicho era la única razón de ser de aquel lugar. Todo se regía por aquello, solo los mejores tenían buenas vidas, aquellos más débiles eran desechados convertidos en parias para siempre.

Conocer la cruel realidad de mi mundo, incluso detalles como que éramos el país más grande del planeta (ocupábamos todo un continente) y todos los demás nos odiaban, pues éramos extremadamente belicosos y tratábamos de conquistarles.

La historia de “El Imperio”, era tan apasionante como sangrienta, e incluso las cosas que daba por hechas habían nacido del sufrimiento de millones de personas.

Lo peor de la destrucción del mundo que Alexander debería haber acabado reinando algún día no era la muerte de los millones de inocentes… Sino de que El Imperio pretendía instaurar su sistema en el resto del Intersticio. Aquel era el motivo por el que los Cat´s empezaron a experimentar con Alexander, lo que convirtió a aquella persona en un ser de oscuridad que prácticamente era un sincorazón… Aunque no fue hasta que lo encontré cuando murió parcialmente, lo que hizo que yo mismo, un sincorazón se convirtiese en Alexander.

Tenía en mente muchas cosas sobre los Cat´s. E incluso lo que creía cierto, como que mi mundo había caído en manos de los sincorazón no era tan cierto como temía.

Era cierto que los sincorazón atacaron El Imperio al final dando el toque de gracia al mundo, pero la destrucción no vino de ellos. Vino de un ser mucho peor, algo que El Imperio había creado, algo llamado “El Arma Definitiva”, aunque Christopher lo había llamado “El Gran Mal”.

Chris no entró en detalles cuando mencionó aquello, se suponía que desapareció junto al mundo que le había visto nacer… El problema era que el objetivo final de los Cat´s no era solo conquistar el Intersticio, sino que querían recrear aquella arma.
Un Dios artificial.

***


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Suspiré largo y tendido tirado en un campo a las afueras de Port Royal. Hacía calor, y desde mi posición podía ver a lo lejos la ciudad y el mar, tan cristalino que incluso estando alejado se distinguía el precioso fondo marino.

Aquellas últimas semanas me había dejado caer muy a menudo por allí. Había estado antes del exámen allí con Light, y también al día siguiente con Hana mientras ahogaba mis penas por mi suspenso en el examen de Maestría.

En aquella ocasión estaba allí descansando tras una misión de reconocimiento, desde lo sucedido con Aaron vigilar los mundos ante cualquier perturbación era una de las prioridades de la Orden.

Había ido solo simplemente porque sabía que en caso de problemas yo mismo podría encargarme. Al fin y al cabo, en Bastión Hueco no había aprendices más poderosos que yo…

Y pese a eso seguía siendo un mísero aprendiz.

Suspiré otra vez y me levanté perezoso del suelo. A lo lejos, varios campesinos cosechaban la tierra. No pude evitar centrar la vista en una joven que aparentaba mi edad y que había estado mirándome durante un largo rato. Al instante, la chica se sonrojó y siguió su trabajo lanzándome miradas de reojo.

Sonreí para mis adentros con un orgullo un tanto malsano. Aquello me recordaba, que supuestamente estaba prometido a la actual Blackcat, una amiga de la infancia de Alexander cuyo verdadero nombre era Arabelle Edel y a la que prefería lo más lejos posible.

Mi armadura de portador, la cual solía llevar puesta para no mostrar mi brazo sincorazón hacía pesados sonidos metálicos mientras caminaba en dirección a la ciudad. Era medio día, por lo que sería buena idea ir a echar un ojo a algunas islas más con el Glider para ver que todo estaba en orden, dudaba mucho que hubiese hordas sincorazón peligrosas (de lo contrario lo habría sentido gracias a mi instinto sincorazón), sin embargo que no hubiese un grupo de sincorazón peligrosos en aquel momento no significaba que no fuese a formarse alguna en las próximas horas. Aquello era algo que había aprendido durante la Copa Ares, cuando había participado con Light.

Mientras pasaba cerca de los campesinos, guiñé un ojo a la chica, que ocultó su rostro con su mata de pelo rizado, que estaba parcialmente recogido en un pañuelo que cubría su cabeza y la protegía del sol.

Seguí el camino con tranquilidad y una estúpida sonrisa un tanto socarrona. No había indicios de que aquel día fuese a acabar siendo una batalla cara a cara con la Parca por lo que tal vez pudiese divertirme más tarde en alguna taberna.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Suzume Mizuno » Lun May 30, 2016 11:37 pm

Cuando le dijeron que tenía que ir a Port Royal, Fátima estuvo a punto de negarse y pedir que se lo encargaran a un aprendiz. Estaba harta de ese mundo, que no parecía traerle más que desgracias. Pero luego le dijeron que era algo que debería afrontar un Maestro.

La Federación había creído registrar la presencia de una nave no identificada navegando hacia la órbita de Port Royal. Una nave enorme. Así que, por miedo a que tuvieran una tecnología similar que pudiera poner en peligro naves de rastreo, habían pedido ayuda a la Orden. Fátima era la única Maestra que no estaba ocupada en ese momento y, claro.

No se preocupó demasiado por Harun, que ya era más pesado que un gato adulto, y que podía volar sin problemas hasta el lago y alimentarse de serpientes o pajarillos que se cruzaran en su camino. Le rascó detrás de las orejas, le dio un beso y le dijo que si pasaba algo fuera a buscar a Malik o a Asah. Dejó una nota a Malik por si este se pasaba a buscarla y fue a cambiarse de ropa. Si tenía que aterrizar en Port Royal lo ideal sería que fuera de hombre, y no de uno muy rico para que lo dejaran en paz, así que con unos pantalones, una camisa, una chaqueta y unas botas gastadas consideró que iba bien. También se recogió la coleta con un pañuelo que se ató a la frente y consideró que estaba lista para marcharse.

****


De acuerdo a las coordenadas que le habían dado, la nave ya no debía estar muy lejos de Port Royal, por lo que Fátima optó por abrir un Portal de Luz cerca de donde la habían avistado… Pero no demasiado. No quería acabar dentro de una masa de metal. Sería una muerte bastante horrible.

Maniobró con el glider en medio del Intersticio y localizó el mundo, a no mucha distancia. Bien… No parecía que hubiera nada cerca. ¿Quizás al otro lado? Resopló al pensar que tendría que rodear el planeta, pero era su trabajo y cuanto antes lo hiciera, antes regresaría a casa.

Vamos a ver…

Pegó un suave acelerón y fue aumentando la velocidad a la que se desplazaba. Entornaba los ojos, a la espera de ver algo aparte de oscuridad, estrellas, y el color azul de Port Royal.

Y, entonces, lo vio. Se le atascó un grito en la garganta y frenó en seco.

Era enorme.

No duró más de un segundo, tanto que podría habérselo imaginado, pero sabía lo que había visto. Una nave. Una nave monstruosa.

Se detuvo y mantuvo alejada unos instantes, respirando hondo. Había desaparecido. ¿Tendría alguna clase de barrera para volverse invisible? En cualquier caso, era imposible no notar el calor de algo tan grande. Sabía más o menos dónde estaba así que…

Tendría que acercarse.

Y rezar porque no tuvieran cañones.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:38 pm

En una pequeña cala cerca de la ciudad de Port Royal fue donde materialicé mi Glider para dar un vistazo desde el cielo a los barcos que rondaban las islas cercanas, probablemente me pasase también por Tortuga, lugar donde había pasado varias noches bebiendo hasta el alba.

Alcé el vuelo sintiendo el caluroso sol en mi cara, aunque por suerte la sensación de las altas temperaturas mitigaba gracias al viento que mecía mi cabello.

Un poco más arriba de donde yo estaba una bandada de gaviotas se acercaba a un velero pesquero que estaba acabando la faena y llevaba barriles de pescado tan fresco que todavía daban aletazos ante su inminente muerte para acabar siendo vendidos como mercancía en alguna pescadería.

Antes de que quisiese darme siquiera cuenta, me había alejado de tierra pasando de largo incluso Nassau. Alrededor no se veían barcos, islas ni animales. Al parecer. aquella zona tenía mala fama porque las brújulas no funcionaban correctamente y algunos barcos desaparecían sin dejar rastro, era por eso que muchos trataban de evitar aquel lugar, el conocido como Triángulo de las Bermudas.

Fantasía o no, era cierto que sobre aquel lugar había algo extraño. Ocurrían cosas y una sensación de tensión, como si una hoja de guadaña pudiese cortar mi cuello de un momento a otro me invadía. ¿Sincorazón? ¿Monstruos marinos como los de Coliseo del Olimpo? ¿Entidades sobrenaturales? Tal vez prefiriese no saber nada del tema.

Sin embargo, en un momento dado lo vi, o mejor dicho… No lo vi. El sol estaba distorsionado, era algo que apenas era perceptible, sin embargo era como si hubiese algo en el cielo, algo invisible, a duras penas podía distinguir nada si no fuera porque el sol parecía deformado como si se le hubiese colocado una lente justo delante. De haber estado en otra perspectiva ni lo habría visto… Pero sí notado.

Corazones. Podía sentir que había corazones dentro de aquella cosa. Debía ser una nave gumi con un camuflaje óptico, ¿pero por qué en el medio del mar? Además… Su tamaño era desconcertante. Notaba varios centenares de corazones dentro de aquella nave, aquello significaba que su tamaño era incluso superior a la de un crucero gumi… Solo conocía un lugar con una nave semejante, y estaba en Espacio Profundo. Si aquella nave estaba ahí…

<<CAT´s>>

Aquel fugaz pensamiento pasó por mi mente, pero fue tan contundente que me resultó imposible quitármelo de la cabeza.

Ya había visto su nave una vez, ya había estado en ella. Debía escapar.

Sin embargo, justo cuando iba a dar media vuelta apareció un Glider al otro lado de la nave. No había parecido verme, aquella persona estaba centrada en entrar en la nave, al parecer.

En un momento dado, tanto el portador como su Glider se desvanecieron, indicando que habían entrado en la nave. Yo no iba a ser menos, sabía perfectamente donde estaba la entrada.

Debía evitar que aquella persona se metiese más en la boca del lobo.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Suzume Mizuno » Lun May 30, 2016 11:39 pm

Tal y como había imaginado que pasaría, cuanto más se acercaba, más endeble era la barrera de invisibilidad, que se limitaba a desviar la luz. Pero no podía ocultar el calor de los gigantescos motores ni tampoco de su superficie.

A una distancia prudente, Fátima redujo el ritmo. El corazón le latía desbocado porque, maldita sea, esa cosa era grande. Le sorprendía que todavía no la hubieran descubierto. ¿O quizás estaban ignorándola? En cualquier caso, con esa tecnología lo mejor sería no arriesgarse a que decidieran que era un peligro. No habían hecho daño a nadie y tampoco habían invadido como tal el espacio de Port Royal, ni roto las reglas con respecto a los mundos.

Así que, como representante de la Orden y de la Federación, Fátima decidió que entraría como embajadora y les pediría que se marcharan donde nadie pudiera verlos y después les haría saber de la inquietud de la Federación.

En realidad era la única opción lógica. ¿Qué podía hacer contra esa nave gigantesca sino intentar negociar?

Así que pegó un acelerón y se dirigió hacia la parte delantera, sacudiendo una mano en la que hizo resplandecer una llama a modo de señal. Tras unos minutos, durante los cuales Fátima se preguntó si estaban ignorándola descaradamente, escuchó un sonido y la barrera de invisibilidad comenzó a desvanecerse en la parte superior. Desde allí la gente de abajo no podría verles. Se abrió una especie de compuerta. Dio por sentado que se trataba de una invitación.

Aliviada porque quisieran negociar y, a la vez, algo inquieta porque esa entrada se parecía demasiado a una boca oscura, Fátima aterrizó en la plataforma e hizo desvanecer su glider. Iba a hacer lo mismo con la armadura pero, tras pensárselo dos veces, prefirió mantenerla. No quería que la vieran con la ropa de chaval de calle y, además, era mejor prevenir que curar.

La plataforma empezó a descender y ella respiró hondo un par de veces. Luego se irguió todo lo que pudo y esperó a ver qué clase de recibimiento le daban.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:40 pm

Fátima



Fátima no tuvo problema alguno en entrar a la nave, encontrándose con un hangar muy amplio lleno de naves de muchas clases, aunque. El suelo, las paredes e incluso el techo eran de un color blanco inmaculado. El suelo tenía algunas manchas negras de lo que parecía ser aceite, pero por lo demás el lugar era impecable.

Frente a la Maestra había todo un pelotón de personas ataviados en pesadas armaduras que ocultaban por completo la identidad de sus ocupantes y portaban extrañas armas, que pese a parecer poseer tecnología avanzada tenían un toque “rudimentario” por culpa de su color cobrizo y sus numerosos engranajes. Ninguno de los presentes había apuntado con el arma a la recién llegada, por lo que no parecía que fuesen a atacar si no eran atacados primero.
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Un hombre que rondaba los cincuenta y muchos años y que vestía con una larga chaqueta, camisa blanca y corbata se abrió paso entre todos aquellos soldados. Observó a Fátima un instante e hizo una pronunciada reverencia.

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Sea bienvenida, Portadora —sonrió. Su forma de hablar era pausada y su voz áspera—. Me llamo Silvercat, uno de los principales miembros de la Orden de los Cats, y consejero de nuestro emperador, el Gran Whitecat. —Hizo una pausa dramática y amplió todavía más su sonrisa, hasta el punto de parecer un poco forzada—. Se encuentra en El Arca, último vestigio de El Imperio. ¿A qué se debe su presencia aquí?

>>Oh, perdone mis modales. Este lugar no es apropiado para una invitada de suma importancia, como son los Portadores. Permítame guiarla hacia un lugar más apropiado, el Emperador estará encantado de recibir su visita.

La compuerta por la que Fátima había entrado comenzó a cerrarse a cal y canto.


Ragun


Empecé a volar alrededor de la nave, dirigiéndome al punto por donde aquel portador se había desvanecido. Mi pulso se aceleró nervioso, no sabía por qué alguien querría entrar en una nave desconocida, pero estaba claro que su idea no era para nada buena, excepto que pretendiese colaborar con ellos. Por supuesto, no parecía para mí una buena idea en absoluto.

Logré dar la vuelta alcanzando aquel lugar, desde donde podía ver una compuerta cerrándose. Había sido demasiado lento… ¿O no?

Cogí carrerilla con el Glider retrocediendo varios metros y lanzándome contra el lugar donde se distinguía una franja diminuta entre el metal invisible de la nave. Una vez localizaba alguien la nave era muy difícil no verla por muy invisible que fuese.

Calculé la distancia a la que podría saltar dejando atrás el Glider y cuando creí llegar al punto exacto di un amplio salto, que con la velocidad que ya llevaba encima me hizo alcanzar la nave, aunque obviamente ningún humano podría pasar por una abertura así… Exacto, nadie humano y por ello Evasión Oscura fue la clave para adentrarme en el hangar de la nave.

Nada más di un paso dentro, pude ver como al otro lado del hangar, un grupo de soldados guiaban al portador hacia el interior de la nave y con él estaba… Silvercat. Aquel maldito brujo que era capaz de crear cosas de la nada, incluyendo seres vivos.

El mayor problema era que si quería seguirlos para averiguar lo que pretendían tendría que utilizar mi sentido sincorazón para saber exactamente donde debía esconderme para no ser visto. Debía ser… Una sombra, nunca mejor dicho.

Salí de la Evasión Oscura. Había algunos ingenieros trabajando en algunas naves, pero ninguno estaba prestando atención a algo que no fuese su trabajo.

Era mi oportunidad.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Suzume Mizuno » Lun May 30, 2016 11:43 pm

Había soldados por todas partes. No la apuntaban con ellas pero que le hubieran preparado tal escolta le puso los pelos de punta. Apretó los labios y trató de mostrarse tranquilla y dueña de sí misma. Aprovechó, de todas formas, para echar un vistazo al hangar, lleno de naves gumi y todo pintado de un blanco impersonal que reforzó su impresión de que no le gustaban nada los mundos «futuristas». Con todo, las armaduras de los guardias la desconcertaban porque contrastaban con aquella pulcritud distante y fría.

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Con precisión marcial, un grupo se echó a un lado para abrir un camino a un hombre que no tenía pinta de militar, aunque evidentemente se trataba de alguien importante. Debía estar a punto de alcanzar los sesenta años, era delgado, elegante y despedía un aura de poder. Le sorprendió que hiciera una reverencia tan profunda y la hizo sentir algo incómoda porque no supo bien cómo responder, así que se limitó a hacer una inclinación de cabeza.

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Sea bienvenida, Portadora. —El hombre sonrió. Fátima no, aunque se relajó un poco. Si sabían quién era quizás podrían negociar tranquilamente—. Me llamo Silvercat, uno de los principales miembros de la Orden de los Cats, y consejero de nuestro emperador, el Gran Whitecat. —Fátima intentó controlarse para no abrir mucho los ojos. ¿Emperador? Le sonaba vagamente lo que le estaba contando, así como la tal orden de los Cats, pero no recordaba dónde había lo había oído o leído. La sonrisa de Silvercat se amplió hasta resultar evidentemente forzada—. Se encuentra en El Arca, último vestigio de El Imperio. ¿A qué se debe su presencia aquí?

«Vale, vale, sonará todo muy grandilocuente, pero no cambia nada. Concéntrate.»

Vengo en nombre de-

Oh, perdone mis modales. Este lugar no es apropiado para una invitada de suma importancia, como son los Portadores. Permítame guiarla hacia un lugar más apropiado, el Emperador estará encantado de recibir su visita.

Sobre ella, la compuerta por la que había llegado se cerró con un resoplido y un chasquido. Consiguió no dar un respingo, aunque no pudo quitarse de encima la sensación de que se había metido en la boca del lobo a pesar de que no la estaban tratando mal y hasta tenían la intención de permitirle hablar con el Emperador.

Se lo agradezco. Mi nombre es Fátima Laforet y soy Maestra de la Llave Espada. Creo que tampoco es necesario molestar al Emperador.—Fue detrás del tal Silvercat—. Pero será un honor saludarlo en nombre de la Orden de Tierra de Partida y de la Federación Galáctica.

Podría haber dicho sin más «Orden de Caballeros de la Llave Espada», pero ahora que estaban en paz con Bastión Hueco suponía que era un poco absurdo ignorar al otro bando como si no fuera legal o no existiera.

Se alegraba de no haberse quitado la armadura porque estaba sudando de nerviosismo. Nunca había hecho algo así y tenía miedo de meter la pata o hacer algo mal.

Disculpe mi ignorancia pero ¿cómo he de proceder ante su emperador?—No solía encontrarse con gente que supiera que era un Caballero. No le importaba arrodillarse o inclinarse ante reyes cuando estaba fingiendo y ahora no sabía hasta qué punto debería mantener el orgullo de la Orden pero, como no sabía a qué se estaba ateniendo, prefería seguir las reglas en la medida de lo posible.

Entre tanto, miraba a su alrededor, sorprendida por el tamaño de la nave y toda su complejidad. ¿Tendrían campos de cultivo internos? De lo contrario, no sabía de dónde sacaban la comida, porque si una nave tan grande comerciara con Ciudad de Paso sería mucho más conocida.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:44 pm

Fátima



Se lo agradezco. Mi nombre es Fátima Laforet y soy Maestra de la Llave Espada. Creo que tampoco es necesario molestar al Emperador. Pero será un honor saludarlo en nombre de la Orden de Tierra de Partida y de la Federación Galáctica.

¡En absoluto! —Silvercat hizo un gesto tranquilizador—. Tener entre nosotros a alguien de suma importancia para el equilibrio como una Portadora es un verdadero honor para todos nosotros. Aún más, si se trata de una Maestra

El grupo de soldados, Fátima y Silvercat se subieron a un ascensor amplio que podía transportar vehículos, además de personas e invitaron a los dos a que se subieran. El hombre, pulsó un botón de los muchos que había.

Disculpe mi ignorancia pero ¿cómo he de proceder ante su emperador?

No se preocupe por ello, señorita. Nuestro emperador Adler Von Wiedererinnerung es un hombre justo. Usted no es parte de El Imperio, por lo que no está sujeta a obedecer ordenes o a agachar la cabeza ante nadie.

La puerta del ascensor se abrió en una zona que abarcaba kilómetros dentro de la nave. Era un campo enorme, con colinas, huertos, algunas granjas y bosques. Si Fátima levantaba la cabeza vería un cielo azul y soleado, sin embargo si fijaba un poco la mirada vería que aquel cielo era falso, una mera ilusión… Aunque una muy bien hecha.

Esto es lo que conocemos como el “Nivel 1”, aquí la gente disfruta de la naturaleza y trabaja para conseguir nuestro sustento. El cielo es una ilusión creada gracias a tecnología imbuida en magia con el fin de que la gente no sienta que vive encerrada en una nave y estén tranquilos, además ayuda a crecer a nuestras plantas. Somos capaces de generar diferentes climas mediante diferentes máquinas —explicaba mientras caminaban por un camino de tierra. hacia una enorme puerta que tenia escrito un gran “N 3” encima. Solo era una caminata de diez minutos.

Fátima podía ver que había personas a lo lejos, paseando o simplemente acostadas en la hierba. Tenían prendas un tanto extrañas, que mezclaban tonos cobrizos y dorados con elegantes trajes y vestidos.

Algunos que pasaban cerca no podían evitar mirar a Silvercat con admiración, como si viesen a alguien verdaderamente famoso. Fátima también fue blanco de las miradas, que la veían extrañados.

La nave tiene sitio para cerca de diez mil personas, aunque solo dos mil personas logramos salvarnos de la destrucción de nuestro hogar, hace dieciocho años. Fue una suerte que el trabajo conjunto de nuestros ingenieros de la división Gris y Amarilla, liderados por los Lords Graycat y Yellowcat descubriesen una forma de lanzarnos al intersticio con la ayuda de los misteriosos “Bloques Gumi”, que llegaron desde el espacio.

Durante la caminata, Silvercat apenas dejó de hablar un instante, intentaba sonar cordial, explicando algunas cosas sobre la nave para evitar cualquier silencio incómodo, aunque también podía ser una forma de evadir el tema que Fátima había querido abordar en un primer momento. Lo que sí era cierto era que a aquellas alturas, escapar de aquella nave era más que imposible.

Por lo que Silvercat contó, La nave se dividía en varios “Niveles”, el Nivel 0, por ejemplo eran los Hangares de la nave, había cinco en total. El Nivel 1 era el central, donde la ganadería y el cultivo de las tierras era posible. Al parecer, la zona residencial, donde los civiles vivían también era considerado Nivel 1. El Nivel 2 tenía instalaciones de seguridad, se encargaban de mantener el orden y entrenar a los soldados. El Nivel 3 era el “administrativo”, lugar donde se coordinaban todos los demás niveles, además de la base principal de los Cats dentro de la nave y lugar donde además vivían todos ellos. Los Niveles 4 y 5 eran de desarrollo, en el caso del 4 de nuevas tecnologías, mientras que el 5 era de desarrollo mágico.

Y antes de que se diera cuenta, Fátima estaba delante del Nivel 3.

La amplia compuerta se abrió para ellos. Una larga alfombra roja les dio la bienvenida a un pasillo grande lleno de puertas a los lados de los que no dejaban de entrar y salir personas con aspecto de estar apurados. Siguiendo la alfombra, se llegaba a la puerta más llamativa de todas, una dorada y con letras en oro que rezaban el nombre de la Orden que lideraba aquel lugar: Los Cat´s.

Silvercat empezó a caminar hacia aquella puerta. Los soldados se quedaron atrás, fuera del Nivel Administrativo. ¿Acaso no podían entrar allí?

El Emperador desea conocerla, Maestra de la Llave Espada. Para nosotros, los portadores son como personas muy respetadas, no necesita actuar como una plebeya ante nadie.

Silvercat se colocó frente a la puerta dispuesto a abrirla. Si Fátima quería decir algo, aquel era el momento de hacerlo.

Ragun


Corrí entre las naves evitando ir por el centro del hangar para evitar ser visto por nadie. Mi corazón latía con fuerza ante la posibilidad de que acabase siendo visto por alguien. Cada vez que estaba a punto de ser visto, me metía entre las sombras de las naves, fundiéndome con el suelo para hacerme casi invisible.

Aquella estrategia funcionó bien. Todavía podía sentir el corazón de aquel portador, una mujer por lo que podía notar. ¿Pero qué mujer podría meterse por voluntad propia en una nave desconocida?

<<¿O acaso los Cat´s tienen portadores infiltrados en Tierra de Partida y Bastión Hueco?>>

No me sorprendería algo semejante. Era bien sabido que los Cat´s tenían “pajarillos” en todas partes, mi propio hermano me lo había confirmado. Era un milagro que no le hubiesen encontrado aún. Suponía que nadie lo había notado porque se había sabido adaptar a Agrabah, vestía como ellos, actuaba como cualquier persona del mundo… En definitiva, nadie de fuera del mundo sería capaz de reconocerlo como otro habitante de fuera de aquella ciudad.

Los Hangares se conectaban mediante ascensores con la zona central del Nivel 1 y el Nivel 2, que tenía toda una red de pasillos que recorría gran parte de la nave que estaban fuertemente vigilados, sin embargo. El personal de la nave no esperaba infiltraciones y posiblemente la vigilancia en aquel momento se centraría en las zonas donde habitaban los civiles y en Fátima. Contaba con que el ejército de la división roja no tuviese más de doscientos miembros repartidos por toda la nave… Y esperaba que Redcat no anduviese cerca.

Por supuesto, aunque el Nivel 2 era de la división Roja, mayormente. Los de la división Amarilla necesitaban bajar a la zona de máquinas a menudo para revisiones diarias y los de la Gris y Púrpura debían revisar que todo estaba bien con dichas máquinas para mantener la estabilidad y gravedad de la nave (por tanto, probablemente necesitasen utilizar los pasillos del Nivel 2 muy a menudo). Los de la Plateada, la Transparente, la Morada, la Azul, la Ceniza, la Marrón y la Verde probablemente se centrarían en el Nivel 1, por lo que dudaba que me encontrase miembros de aquellos grupos. Por supuesto, las divisiones Negra y Blanca no saldrían del Nivel 3, ya que sus tareas principales eran la de llevar a cabo la gestión de la nave y de juzgar a los criminales así que tampoco me los encontraria, excepto que estuviesen haciendo alguna inspección de calidad. De las divisiones que se centraban en el Nivel 1, muchos de los miembros de algunas de ellas estarían en el Nivel 5, en investigación y desarrollo mágico.

Estaba muy claro por donde debía ir.

Con aquel pensamiento en mente, me giré hacia una de las paredes del hangar, donde una puerta bastante discreta indicaba que por allí se iba al Hangar número 5. Si salía por allí debería quedar muy cerca del Nivel 3, donde probablemente llevarían a aquella Portadora. (De ser una prisionera la habrían llevado directamente al Nivel 2 sin pasar por el Nivel 1)

Solo esperaba que mi decisión de ir al rescate no fuese un error. Que aquella persona no fuese alguien que había traicionado la Orden para ganar poder… De ser así, sabía de sobra que acabaría en un lugar que no le desearía a nadie…

… El Nivel 6.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Suzume Mizuno » Lun May 30, 2016 11:46 pm

No se preocupe por ello, señorita. Nuestro emperador Adler Von Wiedererinnerung es un hombre justo. Usted no es parte de El Imperio, por lo que no está sujeta a obedecer ordenes o a agachar la cabeza ante nadie.

Fátima fue a retorcerse un mechón de pelo y se contuvo en el último momento. Nada de tics, nada de mostrarse incómoda. Intentó escarbar en su memoria. Aquel nombre le sonaba bastante, así como la noticia de un imperio destruido porque el mundo cayó en la oscuridad, pero no lograba ubicarlo.

Entre tanto, el ascensor en el que habían montado los iba llevando hacia arriba, por espacios abiertos gigantescos que dejaron a Fátima boquiabierta. Aquella nave era prácticamente un planeta por sí mismo. Y no se había equivocado al suponer que tendrían campos de cultivo propios.

Esto es lo que conocemos como el “Nivel 1”, aquí la gente disfruta de la naturaleza y trabaja para conseguir nuestro sustento. El cielo es una ilusión creada gracias a tecnología imbuida en magia con el fin de que la gente no sienta que vive encerrada en una nave y estén tranquilos, además ayuda a crecer a nuestras plantas. Somos capaces de generar diferentes climas mediante diferentes máquinas —le dijo Silvercat.

Es impresionante—dijo Fátima con sinceridad.

Eran una cultura por sí propia, eso quedaba claro. Una no tan pacífica como Silvercat quería hacerle ver, ya que no podía deshacerse de la imagen de las naves, probablemente de combate, y de los soldados armados. Además, no estaban acostumbrados a extraños, por la forma que la miraban. Una sociedad cerrada y hermética. No terminaba de hacerle demasiada gracia, pero se dijo que no debía juzgar hasta haber hablado con el Emperador.

«Eso si consigues salir» le susurró una vocecilla.

Estaba claro que, sin ayuda, las iba a pasar canutas para largarse de la nave. Ojalá que todo terminara bien.

Entretanto, Silvercat no paraba de abrumarla con datos. No sabía bien a dónde quería llegar con eso, si simplemente le gustaba exponer y se sentía orgulloso de su nave o si pretendía… que las cifras resultaran ligeramente amenazadoras. Lo que estaba claro era que no le dejaba espacio ni para preguntar ni para hablar. E iban metiéndose más y más en la nave. En cualquier caso, tomó nota mental de los «niveles», en especial de la del segundo. Comprendía que toda nave necesitara defenderse pero… En principio, el Intersticio era pacífico si no contaban con algún que otro pirata y los Sincorazón. ¿De qué querían defenderse? Podía ser que fueran unos paranoicos después de haber perdido su mundo, pero, aun así, le resultaba extraño, en especial por el escaso contacto que habían tenido con los otros mundos. Hasta se ocultaban de la Federación Galáctica, lo que significaba que no tenían permiso para desplazarse por esa zona, ¿no?

Alcanzaron el Nivel 3 y una enorme puerta se abrió hacia los lados, dejando a la vista un amplio pasillo con varias puertas a los lados. Se notaba que era un lugar administrativo por el apuro de la gente que iba de un lado para otro y que no tenía pinta de ser militar. Mientras avanzaban, leyó en la puerta dorada que había al fondo: Los Cat’s. Se preguntó si sabrían la imagen que darían a todo aquel que supiera un poco de idiomas.

Los soldados que los acompañaban permanecieron fuera del Nivel 3, lo cual la extrañó. Quizás no podían pasar pero, entonces, ¿quién protegía al Emperador? Puede que tuviera una guardia personal, sí, eso tendría más sentido.

El Emperador desea conocerla, Maestra de la Llave Espada. Para nosotros, los portadores son como personas muy respetadas, no necesita actuar como una plebeya ante nadie.

Y Silvercat abrió la puerta. Fátima respiró hondo y alzó la cabeza. Si ese era el caso, entonces tomaría la iniciativa. No iba a dejar que la enredaran mucho más. O eso esperaba.

Detrás de las puertas se abría lo que, indudablemente, era una sala del trono por el gran asiento que gobernaba la escena desde el fondo. Frente a este había una mesa larga con varias sillas, alrededor de doce, y, por lo que pudo ver Fátima en un rápido vistazo, había una puerta lateral y otra tras el trono. No tenía ni idea de a dónde llevaban pero era bueno saber que su única salida no era la puerta de atrás, que ya comenzaba a cerrarse.

Había imaginado a un anciano como el Emperador de China pero no. Aunque el Emperador era un hombre mayor, seguramente no lo era tanto como podía parecer. Tenía el pelo blanco y eso lo envejecía, a pesar de tener un buen físico. Se fijó en que sus ojos eran carmesíes y que contrastaban mucho con su piel pálida.

«Dios mío, no está nada mal el Emperador.»

Le resultaba familiar, si bien no sabía a quién le recordaba. Quizás es que hubiera visto una foto suya en algún libro o informe, aunque lo dudaba: lo habría recordado.

Juntó los talones e hizo una reverencia en cuanto Silvercat la presentara.

Mi nombre es Fátima Laforet… Majestad.—Había intentado recordar su apellido pero no había sido capaz. Mejor tirar por terreno seguro—. Como ha escuchado, vengo en nombre de la Orden de Tierra de Partida y de la Federación Galáctica. Primero de todo me gustaría agradecerle su recibimiento y que me permita estar aquí. —Guardó un silencio por si el Emperador decía algo—. Como no deseo robarle más tiempo, me gustaría decir el motivo por el que me han enviado aquí:

»Sin lugar a dudas deben saber que los mundos como Port Royal desconocen la existencia del Intersticio y de otros mundos, por lo que su presencia podría llevar a una ruptura del equilibro si por algún error su escudo fallara. ¿Han tenido algún problema que les haya obligado a acercarse a este lugar?


Estaba intentando ser lo más políticamente correcta posible y, aun así, el corazón le galopaba fuera de control por miedo a suscitar algún problema político. Se resistió para no cruzar los dedos mientras deseaba que el Emperador afirmara que habían tenido un problema con un motor o lo que sea y que pronto desviarían el curso de la nave.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:47 pm

Fátima


Silvercat entró a la sala del trono del Emperador junto a Fátima e hizo una reverencia quedándose atrás para que la Maestra pudiese aproximarse.

El Emperador, un hombre de cabello blanco y ojos rojos, ataviado en un imponente traje de aspecto militar clavó su mirada en la recién llegada desde el trono, donde estaba sentado. El hombre no dijo nada y dejó que fuese Fátima la que empezase a hablar primero.

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Mi nombre es Fátima Laforet… Majestad. Como ha escuchado, vengo en nombre de la Orden de Tierra de Partida y de la Federación Galáctica. Primero de todo me gustaría agradecerle su recibimiento y que me permita estar aquí.

Whitecat sonrió de una forma afable y cercana.

No hace falta agradecer nada, joven Portadora —contestó, antes de volver a callar para dejar a Fátima ir al grano.

Como no deseo robarle más tiempo, me gustaría decir el motivo por el que me han enviado aquí:

»Sin lugar a dudas deben saber que los mundos como Port Royal desconocen la existencia del Intersticio y de otros mundos, por lo que su presencia podría llevar a una ruptura del equilibro si por algún error su escudo fallara. ¿Han tenido algún problema que les haya obligado a acercarse a este lugar?


El Emperador se mantuvo impasible por unos instantes pensativo, seguramente para medir bien sus palabras.

No. Tenemos un motivo para estar aquí, pero no se trata de averías o algo negativo para nosotros —confesó tranquilamente—. En nuestro mundo, nos gustaba documentar todo lo que no entendíamos y darle explicación científica. Nuestro objetivo no es otro que desentrañar el motivo por el que esta zona, conocida como “Triángulo de las Bermudas” tiene tal cantidad de desapariciones de barcos… O navíos que aparecen de entre la niebla completamente vacíos y con la comida en la mesa y sin señales de batalla.

»Ni pretendemos intervenir en el devenir del mundo ni acercarnos a tierra. Si se aproximase algún barco lo sabríamos y aumentaríamos el poder del generador de camuflaje, al igual que sabíamos que usted nos seguía en su vehículo desde el Intersticio.


El emperador hizo un gesto con la cabeza hacia Silvercat, que salió de la sala dejando a ambos solos.
Whitecat se levantó de su asiento y se colocó frente a Fátima, no de una manera imponente, sino más bien servicial.

Sin embargo, no buscamos problemas con la Federación Galáctica, ni con la Orden de la Llave Espada. Convocaré a todos los Cat´s que haya en la nave en esta sala para debatir entre todos una solución.

»Mientras tanto, permítame dejarla descansar en uno de nuestros aposentos para invitados.


El hombre caminó hacia la puerta al lateral de la sala del trono y caminó hacia un largo pasillo lleno de puertas con símbolos que representaban lo que parecían ser afinidades mágicas. La única afinidad que faltaba entre todas las puertas era Luz, en su lugar había una puerta sin ninguna clase de indentificación. Algo más al fondo había lo que aparentaba ser un ascensor, pero solo funcionaba con alguna clave, al parecer. Había un seis grabado justo encima del ascensor.

Whitecat abrió la puerta para Fátima mostrando una habitación verdaderamente lujosa, digna de un rey.

Una hora, eso es todo lo que le pido de espera. Encontrará todo tipo de comodidades en la habitación, espero que sean de su agrado.

Ragun



Los interminables pasillos parecían casi eternos, eran largos. Lo suficiente como para que no pudiese distinguir el final. De vez en cuando pasaban algunas personas, pero por suerte el eco de las pisadas y los corazones me ayudaban a saber por donde ir en todo momento.

No me gustaba ni un pelo aquel lugar. Cuando había escapado con Nadhia de la nave recordaba que habíamos pasado por aquellos túneles y que si hubiesen querido nos habrían encerrado. El Nivel 2 debía haber sido invención de un loco.

Cada cincuenta metros había una torreta. Estaban desactivadas porque no había alarma alguna activada, pero si se encendían tendría una ametralladora que no tendría piedad alguna disparando sin cesar. También había cámaras, aunque no resultaban difíciles de evadir ya que había algunos puntos ciegos bastante evidentes. Suponía que la división roja no era tan buena en la estrategia, ellos eran más dados al combate sin más.


Pese a que los túneles eran un laberinto. Había planos que ayudaban a guiarse a la gente por el lugar, por lo que tenía una ruta en mente que me llevaría a un acceso que servía de atajo para llegar al Nivel 3.

Los túneles del Nivel 2 no solo eran de uso militar, eran también para mantenimiento por lo que para acceder a pisos donde estaban los motores se debía ir a determinados puntos de aquel lugar.

En ningún momento fui visto en el camino, aunque poco me había faltado para aquello. Forzar mi Instinto Sincorazón era agotador, por ello muchas veces intentaba “minimizar” su uso para que aunque siguiese sientiendo corazones no sirviese como un sonar, como en aquel momento. Además, era más que obvio que lo más peligroso eran las cámaras. Un sincorazón no podía distinguir algo así ya que eran máquinas, no seres vivos.

Lo peor que podría pasarme era que hubiese zonas con Inhibidores mágicos, como los que ya había visto en mi anterior visita. Una tecnología muy perjudicial contra cualquier usuario de magia.

Y sin embargo, al final llegué a mi objetivo. La puerta hacia el Nivel 3, que se conectaba con el Nivel 2 estaba en desuso, y se suponía que debía llevarme a las oficinas. Aquello era por un problema algo interno dentro de las divisiones. Los del Nivel 2 algunas veces se sobrepasaban, y los del Nivel 3 habían puesto duras sanciones contra ellos y también habían hecho algunas cosas poco éticas y que les perjudicaban entre ellos. Todo era por culpa del “Rango Humano”, una de las mayores características de El Imperio y que consistía en numerar a las personas según su valor para el Imperio. Mientras más se acercaba al número 1 el rango de una persona, mejor para él y sus más cercanos, por lo que la rivalidad entre los miembros de una división u otra era enorme… Aunque también una de las mayores bazas de los Cat´s, ya que eso hacía que todo el mundo quisiese ser “El Mejor” y tener la posibilidad de convertirse en un Cat en un futuro, heredar un título.

Obviamente, aquel rango no era solo decorativo. Lo significaba todo para la sociedad del imperio. Una persona con un rango más alto siempre iba a tener más veracidad que alguien de menor rango, además de que tenían preferencia en todo. Era un sistema piramidal extremadamente cruel, sobretodo porque aquellos considerados “deshechables” eran marginados.

En la nave no había algo así, ya que todos los que estaban en la nave tenían los rangos más altos de El Imperio antes de su destrucción, pero quedando los que quedaban ahora tener un rango que no fuese superior al 500 era digno de burla pese a que antes los que estaban dentro de los 100.000 más importantes ya era digno de alabanza. Los tiempos habían cambiado… Mucho.

Abrí la puerta lentamente.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Suzume Mizuno » Lun May 30, 2016 11:50 pm

No. Tenemos un motivo para estar aquí, pero no se trata de averías o algo negativo para nosotros .—El alma se le vino a los pies. Por supuesto, ¿por qué iba a ser algo tan sencillo como una avería? Al menos, de momento, el Emperador no parecía sentirse molesto por su presencia ni nada por el estilo—. En nuestro mundo, nos gustaba documentar todo lo que no entendíamos y darle explicación científica. Nuestro objetivo no es otro que desentrañar el motivo por el que esta zona, conocida como “Triángulo de las Bermudas” tiene tal cantidad de desapariciones de barcos… O navíos que aparecen de entre la niebla completamente vacíos y con la comida en la mesa y sin señales de batalla.

Fátima frunció el ceño. De acuerdo, era extraño pero… Era tan raro que no sabía ni siquiera si podía considerarse una excusa creíble. ¿Sería la verdad…?

Ni pretendemos intervenir en el devenir del mundo ni acercarnos a tierra. Si se aproximase algún barco lo sabríamos y aumentaríamos el poder del generador de camuflaje, al igual que sabíamos que usted nos seguía en su vehículo desde el Intersticio.

Ya veo…—Se quedó sin saber bien qué decir.

El Emperador indicó entonces a Silvercat que los dejara a solas. Fátima se sorprendió, ya que no había nadie para proteger al monarca. ¿No era eso un poco, demasiado, irresponsable…? Entonces el hombre se levantó y se acercó a ella. Fátima tuvo que alzar la cabeza para mirarlo a los ojos.

Sin embargo, no buscamos problemas con la Federación Galáctica, ni con la Orden de la Llave Espada. Convocaré a todos los Cat´s que haya en la nave en esta sala para debatir entre todos una solución.

Se lo agradezco—murmuró, intentando que no le temblara la voz.

La verdad era que el Emperador no estaba nada mal y cuando sonreía… ¡Pero qué estaba haciendo! Apretó los labios y trató de no parecer demasiado estúpida.

Mientras tanto, permítame dejarla descansar en uno de nuestros aposentos para invitados.

Fátima no dijo nada, aunque aquellas palabras consiguieron sacudirle la tontería de encima. El Emperador se dirigió a la puerta lateral y, un poco reticente, Fátima lo siguió. No había esperado que la audiencia fuera tan rápida y directa y la había dejado un poco desarmada. Por no decir completamente. Se estaba dejando arrastrar y no le gustaba nada pero ¿qué iba a hacer? ¿Plantarse en medio del pasillo por el que la estaba llevando y decir «no, quiero marcharme ya»? Así que le siguió con el ceño fruncido, memorizando en la medida de lo posible el pasillo, que tenía puertas con lo que parecían ser todas las afinidades… Excepto la luz. Viniendo de Tierra de Partida, reprimió una risilla que se convirtió en un pequeño resoplido. Al fondo había un gran ascensor con un 6 bien grande y llamativo encima. Se preguntó si sería un nivel, aunque Silvercat no había mencionado que hubiera seis…

El Emperador abrió una habitación que parecía el dormitorio que ella siempre habría imaginado para un rey. Se esforzó por no mostrarse demasiado sorprendida. Seguramente no le salió bien.

Una hora, eso es todo lo que le pido de espera. Encontrará todo tipo de comodidades en la habitación, espero que sean de su agrado.

«Una hora… Una hora no es tanto.»

Es más, era un plazo bastante justo. Sentía cierto cosquilleo de incomodidad, pero no tenía motivos claros para sentirse así, de modo que asintió con la cabeza.

El Emperador la dejó a solas y Fátima, entonces, suspiró y se relajó. Dios, tenía el cuello hecho una piedra. Se lo masajeó y se quitó la armadura. Había estado sudando frío todo el rato y ahora la ropa se le pagaba al cuerpo. Se frotó los brazos y se detuvo delante de la cama, que parecía tan confortable y era tan grande…

¿Tendrían cámaras?

Joder, seguro que sí. Así que decidió sentarse y no tirarse, como le pedía el cuerpo. Aaah, sí que estaba blandita. Echó un vistazo a su alrededor, admirando las paredes, los cuadros y también las sedas de la cama. Ahora que estaba sola, podía pensar con más claridad y repasó varias veces la conversación que había tenido con el Emperador.

Y se dio cuenta de que había un absurdo.

¿Por qué no mandaban naves de menor tamaño, fácilmente confundibles —sin duda también tendrían escudos de invisibilidad— en vez de avanzar con aquella nave tan enorme? Una cultura tan avanzada que conocía los mundos y sus reglas sin duda sabría de la existencia de la Federación. ¿Por qué no le habían informado de su presencia en Port Royal para no meterse en problemas?

Se le formó un nudo en la boca del estómago. Quizás estaba exagerando. Pero todo ese ejército…
-
Entonces algo se movió. Fátima se incorporó de un salto y vio una sombra que se escurría… Por debajo de la puerta. Invocó su Llave Espada mientras una parte de ella gritaba «¡Lo sabía!».

Se preparó para atacar. Pero, entonces, la sombra tomó forma humana. Tras uno segundos, la chica bajó el arma, patidifusa:

¿Ragun?
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:50 pm

Atravesé la puerta tras revisar varias veces que no hubiese nadie cerca y corrí hacia la esquina de un pasillo que terminaba en unas escaleras que subían hacia la planta baja de las oficinas. Por supuesto, ir por allí no era muy buena idea ya que estaría lleno de gente.

Pero había otra manera.

Los conductos de ventilación eran estrechos, demasiado para un ser humano que no fuese un niño de cinco años o menos… Pero nuevamente, era un lugar perfecto para utilizar la Evasión Sombría otra vez.

Tan solo esperaba no acabar sin magia antes de llegar a la Cámara de los Cat´s. Utilicé mi poder para entrar por el conducto y deslizarme rápidamente. Pude ver desde los conductos la sala del trono, donde varios Cat´s estaban reunidos hablando algo. Reconocí a Purplecat, Silvercat y Redcat entre todos los presentes, y presidiendo la reunión… Estaba él. Whitecat… Mi padre.

Escuché un poco por encima la conversación que estaban teniendo. Hablaban de deshacerse de una portadora de la Llave Espada de una forma discreta para que ni la Orden ni la Federación hicieran preguntas. Era un debate ya que temían que hubiese avisado a alguien más antes de haber entrado en la nave, lo cual sería un problema para ellos. Uno de los presentes sugirió borrarle la memoria con un suero y convertirla en una traidora para luego capturarla y poder usarla como una marioneta para los trabajos sucios. Según él, nuestra reputación ya no era muy buena de por sí, por tanto un empujón más y no solo Ciudad de Paso nos odiaría.

No pude detenerme más allí. Aquella reunión parecía que iba a ser larga, debía aprovechar el tiempo del que disponiese para sacar a aquella aprendiza de la nave.

Salí del conducto de ventilación y me moví entre las patas de la mesa evitando ir por lugares con mucha luz para que mi sombra no pudiese ser percibida facilmente. Pasé bajo una puerta en uno de los laterales de la sala del trono y salí de la sombra. Estiré mi cuerpo haciendo que mis huesos estallasen. La sensación de fundirse con el suelo no era precisamente agradable.

Activé una vez más mi instinto de sincorazón para guiarme hacia el corazón de la portadora que podía “ver” al fondo del pasillo, en una habitación de invitados.

Me conocía aquel lugar como la palma de mi mano, ya que mi habitación (o la de Alexander más bien) era una de ellas, en concreto la que tenía un símbolo en la puerta que representaba el elemento Oscuridad.

La única puerta que no había allí de un elemento era Luz, y había una explicación. La habitación de mi padre estaba justo tras el trono. Mi madre nunca había llegado a tener una habitación en aquel lugar, pero… Más que nada porque había muerto en nuestro mundo de origen… Aunque sabía que ella había sido afín a Tiempo, y también una Cat. Si mal no recordaba, su nombre completo era Cathya Kit, hermana de Ryan Kit y… Padre de Iván.

Ojalá me hubiese dado cuenta antes de mi parentesco con Ivan.

La puerta de la habitación de invitados estaba cerrada a cal y canto, y una Llave Espada no la iba a desbloquear, ya que el cierre era electrónico. Tal vez un Electro pudiese forzarla, pero aquello seguramente podría activar alguna alarma.
Utilicé una última vez la Evasión Sombría y volví a la normalidad una vez llegué al otro lado.

¿Ragun?

***


Mi sorpresa al encontrar una cara familiar no fue tan mayúscula como por descubrir que aquella cara pertenecía ni más ni menos que a Fátima Laforet; Maestra de la Llave Espada.

Pero incluso si era una superior a mí, un Caballero… Haberse metido así en la boca del lobo había sido un gran error. Estaba enfadado, ¿cómo podía haber cometido semejante estupidez?

No intenté ocultar mi enfado ante la Maestra. De hecho, mi reacción fue la misma que habría tenido de haber sido cualquier otro, conociese al portador o no.

Ha cometido un grave error al entrar aquí, Maestra —dije de una forma seca y poco amistosa—. Ha entrado sola y sin siquiera molestarse en pedir refuerzos a Tierra de Partida, Bastión Hueco o a la Federación como precaución. Ahora mismo, los Cat´s están discutiendo cómo deshacerse de ti. Entre esas posibilidades destacan el lavado de cerebro mediante drogas y sueros para hacerte traicionar Tierra de Partida y ser la nueva marioneta de los Cat´s. Otra opción que barajan es hacer que todo parezca un accidente. Tal vez una mala ejecución de un hechizo o muerta por culpa de algún sincorazón.

No le dejé tiempo para interrumpirme o replicar, si lo intentaba haría un gesto para que me dejase terminar de hablar.

Conozco todo sobre este lugar, sobre el Imperio, sobre los líderes de éste lugar. Más que cualquier otra persona. En el momento que vi como entrabas en la nave sabía que jamás saldrías, no sin mi ayuda. De hecho… Te han conducido a la boca del lobo. Estás justo al lado del Nivel 6. El mayor secreto del Imperio, y también el más peligroso.

>>Debemos marcharnos antes de que se den cuenta o no saldrás con vida. A mí no me querrían hacer más daño del necesario con tal de capturarme. Soy muy valioso para ellos, pero tú… Tú les das igual. Si no vienes conmigo morirás.

Clavé mis ojos en Fátima y extendí mi mano para que la agarrase. En el momento que lo hiciese, volvería a utilizar la Evasión Sombría para pasar bajo la puerta y salir en el pasillo.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Suzume Mizuno » Lun May 30, 2016 11:51 pm

Definitivamente era Ragun. No se podía confundir ese pelo de puercoespín o el brazo negro. Estaba tan estupefacta que no supo qué decir. Y menos cuando él puso esa expresión de profundo enfado y espetó:

Ha cometido un grave error al entrar aquí, Maestra.

El hecho de que Ragun se dirigiera a ella, como en el mundo del Coliseo, de «usted» volvió a ser tan desconcertante que la espabiló de una bofetada. Algo hizo también aquel tono tan hostil.

¿Perdón?—exclamó, elevando la voz.

Ha entrado sola y sin siquiera molestarse en pedir refuerzos a Tierra de Partida, Bastión Hueco o a la Federación como precaución. Ahora mismo, los Cat´s están discutiendo cómo deshacerse de ti. Entre esas posibilidades destacan el lavado de cerebro mediante drogas y sueros para hacerte traicionar Tierra de Partida y ser la nueva marioneta de los Cat´s. Otra opción que barajan es hacer que todo parezca un accidente. Tal vez una mala ejecución de un hechizo o muerta por culpa de algún sincorazón.

Ante aquella avalancha de información, no supo qué decir, y solo se quedó mirando a Ragun, todavía sin soltar su Llave Espada. Se odió a sí misma por no saber qué hacer.

Conozco todo sobre este lugar, sobre el Imperio, sobre los líderes de éste lugar. Más que cualquier otra persona. En el momento que vi como entrabas en la nave sabía que jamás saldrías, no sin mi ayuda. De hecho… Te han conducido a la boca del lobo. Estás justo al lado del Nivel 6. El mayor secreto del Imperio, y también el más peligroso.
Muy a su pesar, se le encogió el corazón al recordar el inmenso 6 que había visto sobre el ascensor. No pudo evitar dirigir una mirada nerviosa a la puerta, mientras Ragun seguía hablando y hablando. Pero, por cada nuevo descubrimiento acompañado de un insulto —¿cómo que no podría salir sin su ayuda?—, el malestar que la perseguía desde que entró a la nave se iba trocando en un profundo enervamiento.

Debemos marcharnos antes de que se den cuenta o no saldrás con vida. A mí no me querrían hacer más daño del necesario con tal de capturarme. Soy muy valioso para ellos, pero tú… Tú les das igual. Si no vienes conmigo morirás.

¿Se puede saber de qué estás hablando?—Estalló al final Fátima—. ¿Cómo que a ti te quieren, qué coño haces aquí?

La primera parte de su discurso, a pesar de sus insultos, la había calado hondo porque en cierta forma parecía que cumplía sus peores temores, que no terminaban de estar completamente justificados. Pero el resto solo había sido una puñalada tras otra y lo único que quería en ese momento era meterle la Llave Espada por el ojete y mandarlo a la mierda. Se le había pasado por la cabeza que fuera alguna clase de trampa o alguien fingiendo ser Ragun, pero no tenía sentido y menos con esa sarta de barbaridades.

Lo miró con irritación, casi mostrando los dientes. Y el muy le extendía la mano, ¡como si después de eso fuera a irse con él por las buenas! Pero lo peor era la arrogancia, la… la forma en la que se había presentado. Si no le daba era una paliza era por la forma que la miraba, la urgencia que había en sus ojos.

Y, aun así…

No puedo marcharme así sin más, estoy en misión oficial. Y soy una Maestra, si desapareciera Ronin y los demás sabrían a dónde he ido. Así como la Federación Galáctica.—Le dirigió una mirada torva—. Tus amigos son muy idiotas si pretenden hacerme desaparecer sin más, como dices. Nadie se va a creer que me ha matado un Sincorazón o que ha habido un error cuando se han metido en la atmósfera de un mundo de forma ilegal y me han enviado para darles un toque.

En cuanto a eso de manipularla, sonaba tanto, tantísimo, a película que no sabía si reírse o no.

Pero todos sus argumentos no impedían que Ragun estuviera ahí, desesperado por sacarla de allí. ¿Qué era lo que estaba pasando? Lo apartó con más brusquedad de la necesaria y se acercó a la puerta. Dudó un momento antes de coger el pomo. Lo giró. Nada. Probó otra vez. Nada.

De acuerdo. ¿Por qué iban a encerrarla?

Miró a Ragun con profunda desconfianza. Luego se dijo que, a veces, la lógica no lo era todo. Que en ocasiones su instinto la había salvado. Así que le cogió la mano, mascullando:

Más te vale que todo esto sea verdad.

Que la hicieran pasar por debajo de una puerta convirtiéndola en una sombra fue una experiencia increíblemente desagradable. Ni siquiera pudo chillar porque, bueno, no tenía como tal pulmones. Cuando salieron al otro lado se tambaleó y estuvo a punto de caer de rodillas.

Dios mío, ¿y haces esto a menudo?—Se masajeó un brazo y miró a ambos lados del pasillo y se dio cuenta de lo que pretendía hacer. Se puso pálida—. Quieres pasar por la sala del trono… Así, con tu habilidad, ¿verdad?

Ni en broma. Se negaba. No pensaba repetirlo. Esto era una locura, era una maldita lo…
La puerta del trono comenzó a abrirse. Fátima sintió un aliento frío en la nuca y se le pusieron los pelos de punta.

Entonces Ragun tiró de ella hacia atrás. Cuando Fátima quiso darse cuenta, estaban lanzándose hacia la puerta del ascensor con el gigantesco y ominoso 6. Fátima no tuvo ni tiempo para protestar —ni resistirse. Ragun era muy, muy fuerte— y su cuerpo se deshizo en sombra para poder pasar por debajo.

«Bueno. Ya está. La hemos cagado. Si no pretendían nada malo acabo de cagarla de una forma más grande que una maldita casa» pensó Fátima cuando aparecieron al otro lado.

Se apoyó, dolorida y mareada, contra la pared, y espetó:

Vale. Ahora estamos rumbo a la famosa zona prohibida. ¿Qué piensas hacer ahora?
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:54 pm

No respondí a las preguntas de Fátima, aunque fruncí mucho más el ceño cuando me dio a entender que quería quedarse. Si fuese otra persona, a lo mejor le diría la verdad, por qué sabía todo sobre El Imperio, por qué solo me querrían a mí... Pero ella no era precisamente amiga mía pese a que me había salvado el culo en varias ocasiones. Suponía que aquella vez era mi turno salvarla a ella.

Además, era una Maestra, por tanto un miembro útil de la Orden… Y no era un buen momento para perder más Maestros. Ya habíamos perdido todos a Kazuki.

La mujer me dio un fuerte empujón para apartarme de la puerta, sin embargo no tardó en descubrir que ésta se encontraba cerrada a cal y canto. El pomo no se movió ni un ápice. Tampoco se rompería si lo intentaba, y no había cerradura que la llave espada pudiese abrir. Salvo que ella pudiese convertirse en un charco y pasar por debajo… Sin embargo, tras un largo silencio y una mirada desconfiada agarró mi mano, la mano que había rechazado en un primer momento.

Más te vale que todo esto sea verdad.

Si no lo fuera no estaría aquí —contesté de mala gana.

Los dos pasamos bajo la puerta y volvimos a la normalidad en cuanto pasamos. Suspiré aliviado, sin embargo no estaba seguro si mi magia llegaría para alcanzar el Hangar más cercano. Una salida posible era por el Nivel 6, ya que tenían una compuerta para recoger y soltar sus creaciones sin que los habitantes de la nave lo supieran pero… Aquello significaba volver al lugar donde había empezado todo. El mismo sitio donde el joven Alexander, afín a Luz murió para renacer siendo un ser corrupto y lleno de oscuridad.

Dios mío, ¿y haces esto a menudo?—Preguntó algo mareada la Maestra.

Al principio es incómodo, luego te vas acostumbrando —respondí algo más relajado que antes. No había más de cien metros desde la habitación de invitados hasta la puerta de la sala del trono. Una vez recorriésemos eso podría meterme por el conducto de ventilación y salir donde las oficinas, meternos por el Nivel 2 siguiendo la misma ruta y…

Quieres pasar por la sala del trono… Así, con tu habilidad, ¿verdad?

No hay otra manera. Dentro de El Arca tu Portal de Luz seguramente no funcione —expliqué.

Estuve a punto de echar a correr hacia la puerta de la sala del trono, cuando un sonido al fondo del pasillo nos alertó a ambos. La puerta estaba siendo abierta.

Sin dar tiempo a Fátima, la agarré del brazo y tiré de ella con fuerza hacia el ascensor del Nivel 6. No recordaba la contraseña, y aunque lo hiciera lo más probable era que la hubiesen cambiado después de tantos años, por lo que me vi obligado a utilizar otra Evasión Sombría para deslizarme entre las puertas corredizas. Por suerte, el ascensor estaba en aquel piso, de lo contrario la habilidad se habría cancelado y muy probablemente hubiésemos caído al vacío.

Una vez dentro del ascensor, Fátima se apoyó contra la pared. Me apresuré a marcar el único botón que podíamos utilizar en aquel momento, el cual hizo que el ascensor empezase a descender silenciosamente.

Vale. Ahora estamos rumbo a la famosa zona prohibida. ¿Qué piensas hacer ahora? —Su forma de hablar fue ruda, pero en parte entendía que no supiese nada sobre nuestro enemigo.

Suspiré agotado. Había abusado demasiado de la Evasión Sombría y yo también estaba mareado. Pasar de “3D” a “2D” tantas veces no era lo mejor para mi sentido del equilibrio.

La nave tiene en total seis hangares. Cinco de ellos son los que todo el mundo conoce, pero el sexto sólo se utiliza para lanzar las armas experimentales y probar su eficacia. Saldremos por ese Hangar. Es el más cercano pero… Quería evitar volver a entrar en este lugar —bajé la mirada con incomodidad.

Las puertas del ascensor se abrieron dejando ver un largo pasillo que estaba a oscuras. Las luces empezaron a encenderse en cuanto los sensores detectaron nuestra presencia.

Aquel pasillo tenía cristaleras que mostraban habitaciones similares a salas de operaciones. Muchas de las camillas tenían manchas de sangre, además de diversos tipos de utensilios quirúrgicos, así como viales llenos de líquidos que brillaban ligeramente. En algunas de las habitaciones había gente, pero sus corazones habían sido retirados, ahora no eran más que cascarones vacíos, mantenidos con forma humana por medios artificiales… Incorpóreos… Pero si eran desconectados de aquellas máquinas, simplemente se transformarían en Umbríos. Obviamente, no todos los experimentos eran así. Algunos habían sido fusionados con animales, lo que les había convertido en seres humanoides llenos de escamas… Y probablemente otros simplemente tuviesen el cerebro hecho papilla. Una vez fuesen “educados”, serían como zombies que acatarían órdenes… Y que serían más fuertes que un humano ordinario.

Traté de pasar lo más rápido posible, evitando mirar lo que había en aquellas salas, sin embargo, aquel pasaje del terror no había hecho más que empezar.

Al final del pasillo había una puerta. Dentro había enormes tanques de líquidos verdosos con corazones dentro. Corazones de las personas que habíamos visto en el pasillo de antes. Aquellos corazones brillaban con diferente intensidad, algunos eran rojos, grandes y parecían joyas preciosas… Corazones llenos de luz, pero a medida que pasábamos caminando junto a los diferentes tanques pronto vimos otros vacíos, como los que liberaban los sincorazón que morían sin ser liberados por una Llave Espada, otros en cambio más al fondo eran negros y rezumaban una energía negativa que me puso los pelos de punta.

Al pasar por otra puerta, alcanzamos un laboratorio más, ese lo conocía demasiado bien… Allí era donde me habían transformado, donde me habían hecho perder mi humanidad. Donde había sido el “Proyecto 2”

Di unos pasos hacia atrás. Aquel lugar no era demasiado especial a simple vista. Tenía herramientas, al igual que en las habitaciones que habíamos visto antes, pero la diferencia era que tras un cristal se podían ver un gran número de sincorazón purasangre encerrados, y cerca de aquel cristal había una estantería que contenía frascos con una masa negra, demasiado parecida al color de los sincorazón. De hecho, aquel líquido eran sincorazón “procesados” en realidad.

Mi cuerpo empezó a temblar, muerto de miedo. Recordaba como me inyectaban aquello en mi interior. Como me extraían la luz del corazón. Había sido un proceso cruel y doloroso… Y mi padre lo había visto sin mostrar un ápice de consideración o piedad. Su única reacción fue de felicidad, complacido cuando vio que todo había salido bien. Que me había convertido en… Blackcat. Un monstruo. Yo era el “segundo” en haber sufrido aquello, el primero… El primero había llevado nuestro mundo a la destrucción. Intentar crear dioses artificiales que solo obedecieran a los Cat´s, ese era el ambicioso trabajo que mi padre había llevado a cabo.

Una puerta más, solo una más… Y todo se acabaría. Saldríamos al Hangar y… escaparíamos, olvidaría todo aquel lugar una vez más. y volvería a mi vida normal.

Sin embargo, estaba paralizado. Mis piernas eran incapaces de moverse. En todo el camino había avanzado en completo silencio y no me había detenido (ni siquiera si Fátima se paraba para revisar cualquier cosa) pero ahora…

Me encogí y me coloqué frente a una pared apoyándome con una mano en ella para vomitar. Joder, creía que aquello no me daba miedo pero… Mentía. Ni Gárland era capaz de provocarme tal terror, era algo mucho más profundo. Mucho más. Un trauma que había plantado sus raíces en lo más profundo de mi corazón, algo que me hacía débil y vulnerable.

Me froté los ojos, llenos de lágrimas y me limpié los hilillos de baba que se deslizaban entre las comisuras de mis labios. Si Fátima intentaba preguntarme algo o hacerme hablar no reaccionaría. Mi mente se había ido muy lejos en aquel momento, a un pasado horrible y que hasta ahora no me había afectado de aquella manera.
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Suzume Mizuno » Lun May 30, 2016 11:56 pm

Ragun puso en marcha el ascensor.

Quería evitar volver a entrar en este lugar.

Fátima lo fulminó con la mirada, cruzándose de brazos con una creciente inquietud. ¿Por qué no podía tener una misión normal que acabara bien y sin problemas? ¿Era tanto pedir?

Cuando las puertas se abrieron, apareció al otro lado un pasillo enorme que se fue eliminando poco a poco en cuanto ellos salieron.

Ojalá no lo hubiera hecho.

Estaban en una especie de laboratorio. Había camillas con sangre y cosas que sólo habría esperado ver en películas de terror. Se quedó paralizada, sin poder respirar, viendo los cuerpos. Y los corazones encerrados en tanques. Uno en el que había personas que flotaban en líquidos que prefería no definir. El horror le heló la sangre y tuvo que apoyarse contra una pared mientras se doblaba por la mitad e intentaba contener las arcadas.

Cuando consiguió contenerlas, miró a su alrededor. Ragun se había encogido contra una pared y tenía un aire ausente. No era simplemente que le hubiera impactado lo que había visto. Parecía realmente horrorizado. Fátima se quedó desconcertada: era la primera vez que lo veía temblar de miedo. Tenía los ojos casi desorbitados y… Entonces vomitó.
El olor acre y el estallido contra el suelo fueron suficientes para espabilar a Fátima, que de pronto recordó dónde estaban: en una maldita nave. Joder, todo lo que había dicho Ragun era cierto.

Joder.

La mera idea de que ella hubiera podido acabar en una de esas camillas la dobló de nuevo por la mitad. Pero se las apañó para solo escupir bilis al suelo e incorporarse, limpiándose la boca.

«Piensa. Piensa, Fátima, ¡piensa!»

Y pensó. Lo primero que le quedó claro era que esos hijos de puta iban a pagarlo bien caro. Lo segundo era que no podía escapar sin más. Lo tercero que les quedaba muy poco tiempo.

Así que se puso manos a la obra.

Sumando dos más dos le quedó claro que los corazones que había en esos tanques debían pertenecer a la pobre gente de las otras habitaciones. No sabía qué sucedería si los liberaba. Quizás regresaran a los cuerpos, quizás no. En cualquier caso, no iba a permitir que se quedaran ahí atrapados para que hicieran monstruosidades con ellos.

Invocó la Llave Espada y se acercó al corazón más próximo. El cristal parecía resistente y emprenderla a espadazos contra él probablemente no sirviera de mucho. Así que buscó alrededor. Seguro que había algo, un botón, una palanca, lo que fuera. Claro que era tecnología avanzada pero dudaba que estuviera muy lejos…

¡Ragun, échame una mano! ¡Ragun!—exclamó.

Pero el chico no reaccionó. Maldiciéndole, Fátima continuó su búsqueda y dio con una serie de botones en los costados de los tanques que permitían abrirlos o cerrarlos pero, al intentar pulsarlos, le saltó una contraseña. A punto de gritar, Fátima buscó rápidamente a su alrededor y dio con un panel de control… Que, por supuesto, no entendió. Podría haber intentado ponerse a toquetear, pero no había tiempo. Así que acercó la mano y descargó un par de Electros que fundieron las teclas. De pronto se desplegó un holograma en el que ponía entre grandes signos de exclamación: «ERROR. ¿SOLICITAR AYUDA? SÍ-NO.»

Ni en broma.

Dio a «NO» y le salió un nuevo aviso de peligro. Lo cerró. Una solicitud de pasar a control Manual. «SÍ». No sabía si aquello activaría a alguna alarma, pero poco importaba. Con el teclado destruido esperaba que no hubiera ninguna contramedida. Corrió hasta los tanques y golpeó los botones. Al mismo tiempo invocó a Ondina.

¡Rápido, libera a los prisioneros!

La esencia asintió y se desplazó rápidamente a cumplir con su tarea. Entre tanto, los tanques se abrieron entre luces rojas de advertencia y… Los corazones fueron liberados. Fue la primera vez en toda su vida que no los vio ascender hacia el cielo y desaparecer. En esta ocasión flotaron en medio de hilos dorados de luz a reunirse con sus cuerpos.

Bien. Ahora…

Fátima fue hasta Ragun y lo sacudió por un hombro. El chico no reaccionó. Ella rechinó los dientes. Lo obligó a incorporarse y entonces le cruzó la cara con dos fuertes bofetadas.

¡Espabila! ¿No se suponía que venías tú a salvarme a mí, pedazo de arrogante?—No sabía por qué le afectaba tanto, si tenía alguna experiencia personal en aquel lugar. Tampoco le importaba. Tenían que salvar a aquellas personas—. ¡Vamos a sacar a esa pobre gente de aquí, así que mueve el culo y ve a abrir la siguiente puerta!—Elaboró un plan a medida que hablaba—. Los llevaremos hasta el hangar. Allí intentaré abrir un Portal de Luz y los llevaremos hasta la Federación Galáctica. ¿Me estás escuchando?—Elevó la voz—. ¡Vamos, muévete!

Entre tanto, ella corrió hacia el pasillo donde estaba los rehenes y, de pronto, vio a Ondina retrocediendo mientras uno se abalanzaba sobre ella como un alarido.

¡Eh, eh, eh, calma, no vamos a hacerte daño!—exclamó Fátima, interponiéndose entre Ondina y el hombre.

Este le dirigió una mirada desquiciada, con los ojos prácticamente en blanco, y se abalanzó sobre su cuello. Fátima lo cogió de un brazo, le hizo una llave y lo golpeó en el cuello, dejándolo inconsciente. De otra habitación salió un Umbrío. Ondina se ocupó de él sin prácticamente pestañear. En cuanto a otra zona, un niño de doce años, con la piel repleta de escamas y los ojos dorados con las pupilas afiladas, salió tambaleándose y llamando a su madre. Fátima miró en derredor. Había muchas habitaciones vacías. Se mordió los labios y se agachó junto al niño.

Me llamo Fátima y voy a sacarte de aquí. ¿Puedes caminar?

El niño asintió, asustado. Fátima se preguntó si sería así de nacimiento o si le habían hecho algo. Tampoco era el momento para preguntárselo. Lo cogió de una mano escamosa y tiraba de él justo cuando una mujer también chillando y babeando. Fátima se adelantó y la golpeó en el estómago, dejándola inconsciente.

Mierda, mierda, mierda.

Entonces la puerta de la entrada, la del ascensor, por la que habían venido, se iluminó. Parecía que ya habían averiguado por dónde se habían ido. Eso o las alarmas los habían atraído. Ordenó a Ondina que destruyera a los demás Incorpóreos y fue en busca del resto de personas. En total contó a siete, tres de las cuales quedaron inconscientes después de que los dejara fuera de combate cuando intentaron atacarla. Los demás eran dos niños, el escamado y otra chica algo mayor muy asustada pero normal, y dos adultos cansados y confusos. Pero al menos obedecieron a Fátima, que no les dio oportunidad de decir nada. Los hombres cargaron a las tres personas inconscientes mientras Fátima se quedaba atrás e invocaba una niebla para despistar a sus perseguidores cuando se abriera la puerta. Ondina se quedaría por la zona, aprovechando que sería difícil verla, para atacar.

¡Vámonos!—Empujando a los niños pasó junto a Ragun—. [color=#BF00BF]¿Está muy lejos el hangar?[/color
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Re: [Port Royal] El señor del mar (Parte I)

Notapor Sombra » Lun May 30, 2016 11:59 pm

El Imperio, un mundo tan alejado del resto que para llegar desde el cúmulo de mundos en el que nos encontrábamos se tardarían varios meses de viaje con una Nave Gumi de las más veloces.

Tras la evacuación en el Arca, gracias al equipo de Ryan Kit yo había empezado a ser víctima de los experimentos de mi padre. Yo era el segundo que sufría aquellos experimentos. El primero no sabía quien era, pero sabía que había salido muy mal.

Aquella persona había sido la “base” para crear un dios, pero lo único que habían conseguido era no solo que aquel monstruo que habían creado empezase a destruir todo. La negatividad que aquella cosa generaba atraía hordas de sincorazón, que finalmente hundieron el mundo en la oscuridad.

Mi padre quería venganza. Por eso había querido crear algo con lo que destruir a todos los enemigos de nuestro reino de una sola vez. Pero un dios no era algo que un humano pudiese entender.

A pesar de que la venganza ya no tenía sentido, mi padre continuó sus experimentos. No solo me habían “vaciado” para que obedeciese cualquier orden, por muy cruel que fuese, me habían quitado todo ápice de bondad, cualquier sentimiento positivo.

Sin embargo, Ivan estaba ahí. Él era mi único amigo, la única persona en la que confiaba, mi único apoyo. Él había empezado a debilitar el poder que mi padre tenía sobre mí… Y eso no le gustó.

El Emperador me había ordenado asesinar a Ivan, y tras una batalla contra Graycat, Bluecat y Greencat… Que traicionaron a mi padre para rescatar a Ivan huyeron.

Tras aquello, mi mente fue totalmente corrompida. Torturas, drogas… Todo tipo de cosas me hicieron olvidar todo aquello y nuevamente volví a hacer misiones. Matar a alguien, capturar gente para nuevos experimentos… Y por supuesto, cazar sincorazón para consumir su energía y hacerme más fuerte.

Fue entonces cuando pasó algo que nadie había creído posible. Desaparecí. En realidad, yo había muerto y mi corazón había sido devorado por un sincorazón. ¿Pero qué luz iba a devorar el sincorazón si no existía algo así en mi interior? Aquello provocó una extraña reacción en él. Todos mis recuerdos, no solo los de yo como Alexander, sino también los que el sincorazón había tenido desaparecieron por el “choque” que aquella transformación nos había provocado.

Los Cat´s me dieron por muerto y nombraron a una nueva Cat que ocupó el título de Blackcat. Arabelle Edel.

***


Salí de mi trance cuando sentí los fuertes golpes en mi cara. Me llevé la mano a la cara desorientado, como si hubiese olvidado donde me encontraba.

Pero cuando volví a ver aquella camilla ahogué un grito… Y habría acabado entrando en pánico de no ser por Fátima, que me obligó a permanecer con los pies en la tierra.

¡Espabila! ¿No se suponía que venías tú a salvarme a mí, pedazo de arrogante?

Cierto… Salvarla. Ya estábamos muy cerca del hangar. Solo había que atravesar la puerta y estaríamos allí.

¡Vamos a sacar a esa pobre gente de aquí, así que mueve el culo y ve a abrir la siguiente puerta!

Iba a negarme en rotundo. Aquellas personas no sabía quienes eran. Había posibilidades de que fuesen al igual que yo tras los experimentos: Asesinos sin escrúpulos… O quien sabe como habían avanzado en aquel campo. Las “nuevas versiones” posiblemente eran mucho mejores que el Alexander original.

Sin embargo, Fátima no iba a permitir que nos fuésemos sin aquellas personas, y lo sabía más que de sobra.

Lancé una última mirada a la camilla mientras se me hacía un nudo en el estómago.

Los llevaremos hasta el hangar. Allí intentaré abrir un Portal de Luz y los llevaremos hasta la Federación Galáctica. ¿Me estás escuchando?

Asentí con la cabeza, todavía algo ido.

¡Vamos, muévete!

Obedecí corriendo detrás de Fátima hacia el pasillo de los laboratorios que había cerca del ascensor. La extraña esencia mágica que Fátima había invocado apareció en el pasillo retrocediendo por culpa de uno de los sujetos de pruebas. Su forma de moverse era similar a la de aquellos que todavía no habían recibido las instrucciones básicas para no ser un completo descerebrado y tratar de atacar todo bicho viviente a la vista.

¡Eh, eh, eh, calma, no vamos a hacerte daño!

Fátima se apresuró a meterse entre los dos, sin embargo el individuo no iba a obedecer si ni siquiera entendía lo que estaba pasando. Aquella persona no era muy diferente de un sincorazón. Se movía por “instinto” y si tenía hambre comería cualquier cosa, aunque fuese otro humano… Y si no tenía hambre probablemente quisiese cazar para alimentarse cuando sí lo necesitase. El instinto de caza estaba dentro de nosotros.

El hombre se lanzó contra Fátima tratando de agarrar su cuello, sin embargo contra una portadora experimentada sus movimientos carecían de lógica. Era como si se moviese simplemente por impulso. La Maestra lo dejó fuera de combate de un golpe tras realizar una llave de judo (o algo parecido).

Un Umbrío apareció por una de las puertas tratando de atacar por la espalda a la gente, sin embargo la criatura mágica de Fátima la derrotó con bastante facilidad. Y momentos después… Un muchacho de unos doce años salió de una de las habitaciones. Su aspecto era el de un humano, pero su piel parecían escamas y sus ojos eran similares a los de una serpiente. Una Quimera.

Corrí hacia una de las habitaciones, había una mujer de piel grisácea y ojos totalmente negros. No tenía pelo y su boca estaba torcida en una siniestra sonrisa. Aquella persona había intentado ser transformada en sincorazón, pero había salido mal… Y ahora no era ni una cosa ni la otra. Aún mantenía su corazón dentro, pero era oscuro. Si se recuperaría o no era cuestión de su fuerza de voluntad. Sin embargo, cuando intenté desconectarla de la máquina… Su cuerpo se deshizo entre mis manos y una bruma oscura se deslizó entre mis dedos, cubriendo el suelo de la habitación. Su corazón salió en dirección al cielo.

<<Lo siento...>>

Cuando salí de la habitación, con los ojos enrojecidos pude ver como el ascensor se ponía en marcha.

Mierda, mierda, mierda.

Los Cat´s ya venían… Y era obvio que no llevarían a los laboratorios a soldados. Ellos mismos vendrían en persona a matar a Fátima.

De un vistazo conté a diez personas. Tres de ellos estaban inconscientes por lo que los dos hombres y yo los cargamos. El problema era… Que no sabía si merecía la pena llevarlos. Sabía lo fuerte que eran aquellas drogas más que de sobra, y probablemente hubiesen mejorado la fórmula después de demostrar que era ineficaz si la persona encontraba a alguien que apreciase, que lo “debilitase”.

Fátima dejó a su invocación en el pasillo junto a una neblina que ocultó nuestro rastro, aunque no les costaría mucho deshacerse de ambas cosas.

Viendo a Fátima, entendía por qué ella era una Maestra y yo no. Ella era capaz de sobreponerse a situaciones de aquel tipo y actuar en consecuencia. Sin embargo yo… ¿Qué había conseguido?

Nada.

Solo me había quitado a un lado. Yo simplemente quería parecer fuerte, ¿pero lo era realmente? ¿Todo yo era una fachada en realidad para ocultar mi miedo?

¡Vámonos!—apresuraba a los niños, que no tardaron en obedecer—. ¿Está muy lejos el hangar?

No, está al otro lado de… —No continuar y responder “la sala donde experimentaron conmigo”—- Corramos.

Dicho aquello. Todos empezamos a correr. No volví a mirar aquel lugar como antes, mis ojos se clavaron en la puerta que había al fondo. Se abría con huellas dactilares.

Coloqué mi mano sobre el escáner, deseando que no hubiesen borrado del registro mis huellas, por suerte no lo habían hecho por lo que la puerta se abrió para todos nosotros.

Nos recibió un lugar enorme del mismo tamaño que los hangares llenos de naves gumis que Fátima había visto al entrar, pero con la diferencia de que estaba completamente vacío y sin luces a la vista, por tanto nos recibió una profunda oscuridad.

En el centro del lugar, sin embargo había un enorme ordenador (lo único que emitía algo de luz) con unas placas de piedra al lado de apariencia antigua. En el ordenador había un texto que traducía el lenguaje desconocido en el que estaban escritas las runas sobre las tablillas de piedra.

No me paré a leerlo, pero hablaba sobre algo en el fondo del mar por lo que pude ver.

Con las compuertas del hangar cerradas, sería imposible abrir un portal de luz para evacuar a la gente por lo que cerré las pestañas y empecé a buscar donde estaba la aplicación para el desbloqueo de la puerta.

¡Bloquead la puerta! —exclamé refiriéndome a que tirasen una taquilla llena de armas (y que además de ser grande pesaba mucho) sobre la puerta para que no pudiese abrirse y hacernos ganar tiempo mientras.

Los hombres dejaron a los inconscientes en el suelo y se apresuraron a empujar el mueble sobre la puerta que habíamos atravesado mientras que los niños se pegaban a Fátima muertos de miedo.

Por fin, encontré la carpeta que contenía cosas como encendido de luces (algo que no dudé en pulsar) y la apertura de las puertas.

Al momento, las compuertas empezaron a abrirse. Un fuerte viento frío entró dentro del hangar levantando varias hojas de papel sueltas en el aire, que acabaron en una pared al fondo del hangar.

¡Fátima, ahora! —informé. Antes no podría abrir el portal, pero ahora que la puerta se estaba abriendo ya no había impedimento alguno.

Pero no todo iba a ser tan bonito.

Una potente explosión lanzó la taquilla lejos, golpeando por muy poco a uno de los inconscientes. Los hombres se apresuraron a cargar encima a aquellas personas para llevarlas tras Fátima.

El primer Cat en aparecer fue Redcat, un hombre de unos treinta años con el cabello peinado hacia un lado que vestía un traje azul. En su mano conjuraba algún tipo de energía roja que parecía haber sido la causa de aquella explosión. Su cabello carmesí parecía un incendio descontrolado a punto de devorarlo todo.

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Pero no fue el único. Purplecat también estaba allí. Llevaba un traje negro, con corbata amarilla y camisa azul claro. Fumaba un cigarrillo y ocultaba sus ojos violetas tras unas gafas de sol de lente negra. Su cabello oscuro parecía levitar levemente, y un aura púrpura rodeaba su cuerpo.

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Y finalmente, tras unos instantes… Whitecat, El Emperador hizo acto de presencia. El líder de los Cat´s, mi padre.

El hombre nos observó a todos. En su rostro llevaba una imborrable sonrisa, como si aquello no fuese con él o le acabasen de contar un chiste que tan solo él conocía. Whitecat se colocó entre ambos Cat´s y clavó sus ojos carmesíes en mí.

Alexander…—saludó—. Esperaba que volvieses a mí, que vinieses a ayudarme en mi ardua tarea antes de heredar todo lo que he construído…

>>Pero mi corazón llora de tristeza al ver lo que has provocado./[b]

Whitecat miró a los supervivientes de los experimentos con una expresión de falsa tristeza. El hombre se mostraba tranquilo en todo momento, frente a él había una barrera mágica que le protegía.

—[b]Me temo que no puedo dejar que os llevéis a esas muestras. Hemos invertido mucho tiempo para convertirlos en lo que son.


El Emperador clavó sus ojos en mí y sonrió nuevamente.

Alexander. Befolgen Sie mich. Abführen.

Ja. Kaiser —respondí al instante mientras hincaba una de mis rodillas en el suelo.

Sin embargo, abrí mis ojos como platos al darme cuenta que acababa de obedecer una orden de él. Me llevé la mano a la boca, y tras unos segundos en los que me veía tentado a invocar mi llave espada y “purgar” a la intrusa de la nave me mordí con fuerza, haciendo que un hilo de sangre negra se deslizase por mi mano.

El dolor me haría concentrarme más. No me dejaría pensar en que todavía quedaba “algo” de lo que me habían hecho en mi cabeza. Whitecar pareció sorprenderse al ver que había sido capaz de resistir su control mental, pero no dijo nada al respecto.

Fátima.Ésto no tiene nada que ver contigo. Yo los contendré. Pide ayuda en Tierra de Partida.

Materialicé mi Llave Espada y me puse en pie. No siendo Alexander. Sino el Lado Oscuro.

Whitecat hizo un gesto y entonces, una “esfera” púrpura me rodeó tirándome contra el suelo. Un hechizo gravitatorio. Mi respuesta fue utilizar una Evasión Sombría saliendo cerca de Purplecat, contra quien provoqué una explosión de oscuridad causada al salir de las sombras.

El hombre, pese a recibir la explosión no tuvo ninguna herida grave… Sin embargo, aquello había sido suficiente como para que la barrera que protegía a mi padre se desactivase.

Redcat empezó a correr en dirección a Fátima y los demás. Su cuerpo se empezaba a “encender”, como si fuese a explotar en cuanto los alcanzase.
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