Volver a ver aquel cielo de París me hizo relajarme un tanto. Estaba en el tejado pero no parecía haber pasado mucho tiempo durante aquella escapada o de lo contrario estaba seguro de que Celeste ya estaría allí pidiéndome explicaciones.
Me reincorporé, a tiempo de observar a Elizabeth cerrar la ventana.
—
¿Qué ha pasado?... —Me atreví a preguntarle.
Se dio la vuelta despacio, su expresión era indescifrable pero sabía que no podía ser nada bueno. Tragué saliva, temeroso ante esa pausa dramática mientras se acercaba a mí.
—
¿Que qué ha pasado? —Repitió, un par de octavas por encima—.
Yo te lo voy a decir: no sé cómo te las has apañado, pero has estado a punto de cambiar el pasado. Se supone que desde mi ventana sólo podemos ver lo que está sucediendo, y nos adentramos lo suficiente para observar pero nunca para cambiar.>>
Y tú, literalmente, te has tirado de cabeza por esta vía de conexión.—
¿Pero he cambiado algo?...Lanzó un suspiro, mientras bajaba la mirada.
—
Lo dudo. Creo que he logrado sacarte antes de que nadie te viese, y no parece que hayas hecho ningún cambio o de lo contrario no estarías aquí. Tu cuerpo habría desaparecido al hacerlo, o ahora estarías sufriendo de una manera indescriptible.Por un momento me aterroricé aunque las palabras de Elizabeth me tranquilizaron, ya que no sentía ningún indicio de eso. Pero sabía que me había visto, sus ojos se habían clavado en los míos. No habían sido imaginaciones mías. Su mano se posó en mi hombro. Yo temblaba.
—
No sé qué ha pasado. —Me limité a decir—.
Yo no pretendía hacerlo.Estaba seguro de lo que había escuchado antes de caer, pero no entendía por qué. El corazón me latía aún más rápido, me aterraba la idea de haber cambiado algo o de que él tuviese algo que ver en todo aquello.
Hacía más de un año que no se había manifestado, pensaba que el Maestro Ryota al final tenía razón y que por eso no había vuelto a suceder. Que sólo tenía que ver con la Oscuridad de mi corazón, que quería engañarme y devorarme. Intentar olvidar aquella noche de pesadilla que había vivido con ella sería imposible ahora, cuando dudaba que la voz no fuese algo más.
—
No te juzgues Saito, las anomalías a veces pasan…—
¿Qué pasó con los otros experimentos? —Cambié, tajante, de tema—.
Aquello era una colmena, no me creo que solo sobreviviese yo y un par más como vosotros.—
Muertos. Los pocos que consiguieron salvarse de aquel infierno murieron a las pocas semanas, estaban en una etapa del desarrollo demasiado experimental como para que pudiesen sobrevivir por su cuenta. Y los primeros híbridos no tuvieron mejor suerte: a duras penas conseguí llevarme a Lautrec, el resto había sufrido graves heridas o ya estaban muertos.—
¿Y yo? ¿Cómo logré escapar yo? ¿Cómo sobreviví?—
No sé cómo escapaste, pero lo hiciste. Debiste seguirnos a mi y a Lautrec hasta las cápsulas de emergencia… y llegarías al mundo adecuado, no lo sé.Abrí la boca para protestar, pero la cerré. La vida en Ciudad de Halloween no había sido maravillosa, pero había subsistido. Aquello me hizo pensar en Louise: yo siempre había supuesto que llegamos juntos de dónde se suponía que pertenecíamos, ¿pero era cierto? De ser así ella también tendría que estar involucrada en todo el asunto de los experimentos, y frente a mí se habrían más preguntas sobre su desaparición; siempre cabía la posibilidad de que nunca hubiese existido, que mi mente se la hubiese inventado para olvidarme de todo. Aunque eso no explicaba de dónde salía el collar cambiante que guardaba a buen recaudo.
Resoplé. Había obtenido respuestas, lo que siempre había estado buscando, pero seguían saliendo demasiadas preguntas. Cosas que quizá no averiguaría nunca, y que me carcomerían hasta el día de mi muerte. Pero tenía que intentarlo, no podía dejar las cosas así.
Tomé una decisión en ese mismo momento.
—
Ayudaré a Alice —sentencié—.
No quiero que tu hija siga atrapada en este limbo, y estoy seguro de que tu tampoco. No merece ese destino.¿De verdad?—
Todavía no sé cómo, pero recuperaremos tu cuerpo. ¿Lacie?—
Yo tampoco sé cómo podríamos hacerlo. Pero encontraré una solución, buscaré en todo el intersticio si hace falta.Se llevó la mano al mentón y empezó a andar formando pequeños círculos.
—
Necesito pensar. Deberíais iros, pero volveremos a vernos antes de lo que pensáis.Clavó sus ojos azules en mí, mostrando la curiosa sonrisa de la que me había prendado al principio de la noche.
>>
Gracias Saito.***No sabía que decirle, ni tampoco que excusa darle. Quería decirle todo lo que sabía ahora pero, ¿podía? Había querido que eliminase a Alice, y la única persona que sabía de todo aquello era… bueno… ella. ¿Importaba en el fondo? No quería mentirle a Celeste, pero tampoco le haría ningún bien contándoselo.
A cada paso que daba hacia la salida, me sentía más y más inseguro. ¿Y si también se iba? ¿Y si la ahuyentaba? Sabía por experiencia propia lo que la gente opinaba de la Oscuridad, de lo que la gente veía en ella. Tierra de Partida era un gran ejemplo de esa visión en cuestión. Pero lo que quería contarle iba más allá, y no habría vuelta atrás una vez lo supiese.
Para bien o para mal.
—
Celeste…Iba a continuar hablando, pero me detuve al mirarla a los ojos. Parecían vidriosos. ¿Habría estado?...
—
Te has hecho de rogar. ¿Y bien? ¿Ya la has “convencido”?No. No podía decírselo. Ni siquiera sabía si tendría las fuerzas para decírselo algún día. Pero quería. ¿Entonces por qué no podía? ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Por qué tenía que ser un
Monstruo?
—
Ya no es una amenaza. No volverá.No por ahora.El suspiro de Celeste se me antojó eterno. No sabía si estaría de acuerdo con lo que había hecho o no, la armadura de ella me lo impedía. Era como un muro que se extendía entre nosotros. Invoqué la mía, haciendo el muro aún más grande.
—
Esta ha sido, con diferencia, la peor fiesta de la historia.—
Sin duda podría haber ido mejor.—
Quiero... quiero volver a casa. Por favor.Miré hacia atrás, contemplando la Ópera. Jamás hubiese imaginado que una noche tan tranquila se hubiese podido convertir en una pesadilla como aquella. Chasqueé la lengua. Con lo bien que había ido el picnic, ojalá hubiese seguido toda la noche igual.
Pero no.
—
Lo siento por todo. Volvamos.Invoqué el Glider y despegué a su lado. Perdido en mis propios pensamientos, perdido en mis sentimientos y perdido entre todas las posibilidades a partir de ahora. Pero sobre todo perdido en un único pensamiento que me atormentaba por encima de todos los demás: ¿Y si Elizabeth había mentido? ¿Hasta que punto podía fiarme de ella?
***Todavía quedaban unas horas para que el Sol despuntase en el País de los Mosqueteros, el mundo empezaría a despertarse poco a poco y para todos transcurriría un día normal. Incluso aquellos que viniesen a la Ópera la encontrarían tal y como la dejaron la noche anterior, con la puerta y la verja cerradas a cal y canto.
Ella se había encargado de que todo quedase bien atado, nadie sospecharía lo que había ocurrido esa noche en el popular edificio; con el gramófono encendido, terminaba un cigarrillo mientras miraba al exterior. No le gustaban, pero tenía que admitir que aquella costumbre humana la ayudaba a relajarse un tanto.
Miró al teléfono móvil que él le había dado… ¿sería buena idea llamar?
Una voz grave respondió al dar el segundo tomo de llamada.
—
¿Si?La mujer sintió una punzada de culpabilidad. ¿Le estaba traicionando? Quizás podía hacerle entrar en razón de qué no había motivo para preocuparse, de que él no era peligroso.
—
Tengo que informar, he encontrado a uno de ellos. Pero puedo prometerle que él no es peligroso. No tiene las intenciones que se han visto en los otros que buscan…Hubo un silencio al otro lado. Uno demasiado tenso, no le gustaba un pelo.
—
¿Tengo que recordarte porque sigues viva? Demostraste que a pesar de ser uno de esos experimentos, querías enmendar tus errores. No querías que ninguno de ellos hiciese daño, y nosotros no queremos que campen a sus anchas.—
Lo entiendo Capitán, pero él es diferente. No pretende causar ningún daño.—
Elizabeth, creo que ya sabes quién toma las decisiones aquí. Su nombre y el tipo de asimilación.La mujer vaciló. Le había dicho que salvaría a su hija, y ahora iba a jugársela. Pero ellos también le habían prometido que la encontrarían y la ayudarían. Además tenían los recursos necesarios para que la operación fuese posible, que fuese incluso un éxito...
—
¿Sigues ahí?—
Saito —dijo casi en un susurro—.
Y en lo que al tipo de asimilación se refiere… es peculiar.—
¿Qué quieres decir?—
Hay un equilibrio entre Ente y Sujeto, ninguno de los dos se ha devorado.—
¿Cómo? En los informes que nos diste no había ni rastro de algo así. Explícate.La voz del Capitán sonaba más dura de lo habitual, de fondo la muchacha podía oír el traqueteo de los papeles. Serían los informes que se habían conservado tras el accidente y cuya copia les había entregado, sumado a los que ellos mismos habían elaborado con el paso del tiempo. Elizabeth carraspeó antes de responder.
—
Eso era porque nunca se pensó en otra posibilidad para el experimento que no fuese la de devorar o ser devorado. Hasta hoy.Otro silencio.
—
No le matéis —rogó ella, antes de que él respondiese—.
Mi hija es el Ente con el que está sincronizado…—
Lo capturaremos con vida entonces.Elizabeth seguía intranquila. No tenía otra opción, y no sabía hasta que punto podría cumplir su palabra si Saito se resistía. Y por lo poco que había conocido de él aquella noche, sabía que el muchacho lucharía. Hasta las últimas consecuencias.
—
Y una vez salvada ella, se decidirá el destino del muchacho. ¿Saito?… No aparece ni en los informes... —el Capitán parecía haberse centrado ya en la búsqueda del chico.
>>
Pero le encontraremos. Gracias por tu ayuda, no olvidaremos la promesa que te hicimos. Estamos en contacto.Colgó el teléfono e inmediatamente ella supo el error que había cometido. Ella si que no olvidaría nunca lo que acababa de hacer.
Jamás.
***Volveremos a vernos antes de lo que pensáis.Reprimí cualquier llanto durante el resto del camino, pero estallé al llegar a mi habitación.
¿Y si realmente era un monstruo? Uno de verdad. Uno del que no podría escapar jamás.
Y colorín colorado, el encuentro se ha acabado(?) He de decir que le tenía muchas ganas, por todo el cambio que supone para la historia de Saito. Una historia que en su día ni yo mismo tuve clara, y que gracias a este encuentro he podido atar y perfilar hasta convertirla en lo que tenemos ahora.
Muchas gracias a Denna por aceptar hacerlo, ha sido un enorme placer ^^
PD: Lautrec ha sido el npc de este encuentro (y posiblemente de muchos) con más cambios de nombre. Desde el nombre del personaje original, Washio, hasta el de Cecil, pasando por Valentine y Jared. Gracias a Dios que se quedó en Lautrec tras mucho hablarlo. Al final del encuentro Denna lo quiso volver a cambiar, por Alexandre. #LoSientoDennaTeníaQueDecirlo