[Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Encuentro de Celeste y Fátima

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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 9:06 pm

¡Miki! Sí, con suerte seguiría en su puesto. Debería poder devolvernos a nuestro estado original con un movimiento de varita. Pero volver al mercado sin la ayuda de la niña... Haría falta un milagro para que llegáramos de una pieza. Mientras Christine se alejaba, Fátima susurró:

Podemos intentar ir solas pero si ya un gato casi nos come… —Sacudí la cabeza, tratando de alejar el recuerdo de Sir Griffith de ella—. Por otra parte, si nos quedamos aquí hasta mañana quizás vengan a buscarnos.

¿Tanto tiempo crees que tardaremos en volver a la normalidad? —pregunté con pesimismo.

O puede que el efecto se vaya por la noche. Podría abrir un Portal para regresar a casa. Pero puede que nos descubran si Christine no tiene cuidado —apuntó.

Miré a la niña, que esperaba en la otra punta de la habitación. Entre los sirvientes, los padres y los gatos... y el hermano al que le gustaba robarle las muñecas...

La cría es un sol, pero no sé si podrá protegernos de todo —dije yo—. Todavía falta para que se haga de noche, y si queremos encontrar a Miki y arreglar todo esto tendríamos que darnos prisa. Pero no tengo ni idea de cómo encontrarle sin que se nos coma algún bicho por el camino.

No podíamos pedirle a Christine que se escapara de casa por nosotras, e involucrar a otra persona era una idea terrible. Si tan sólo pudiéramos invocar las Llaves Espada y usar los gliders...

Un segundo... ¿No crees que Harun estará buscándote como loco?

Valía la pena intentarlo.

¡Christine! ¿Te gustaría ver a otra criatura mágica?

Traté de describirle a Harun lo mejor posible sin mencionar qué era en realidad —esperaba que Fátima captara la indirecta; si bien Castillo de los Sueños era un mundo más o menos mágico, quizás los dragones no eran del todo bienvenidos—. A la niña pareció bastarle con que fuera mono y peludo y pudiera volar, y aceptó entusiasmada participar en el plan.

¿Qué más vais a necesitar? —quiso saber.

Que abras la ventana y nos dejes sobre el alféizar. ¿Crees que con eso bastará o deberíamos tener algo de carne para atraerle? —pregunté a Fátima.

Christine se lo pensó un momento.

No sé si podré sacar carne de la cocina, señoritas hadas, pero puedo intentarlo. Si no ¿vale cualquier comida?

Una vez obtuvo respuesta, obedeció enseguida. Secas de nuevo, dejó a un lado las mantas y nos puso en la ventana. Por un instante pareció que fuera a sentarnos otra vez, como muñecas, pero rectificó en el último segundo.

Miré abajo. Estábamos en un segundo piso y la caída hasta el jardín era monstruosa. Había un corro de niños pequeños debajo de nosotros que jugaban despreocupados, y ni rastro de Harun por ninguna parte.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 08, 2017 9:20 pm

Un segundo... ¿No crees que Harun estará buscándote como loco?

El rostro de Fátima se desencajó de culpabilidad y preocupación. No le salieron las palabras, así que asintió con lentitud.

¡Christine! ¿Te gustaría ver a otra criatura mágica?

La primera reacción de Fátima fue ir a cubrirle la boca, al escuchar cómo describía a Harun. Pero se sentó sobre las manos y contempló, con un atisbo de esperanza, cómo la niña se ilusionaba. De pronto se sintió estúpida. ¡Claro, cómo no se le había ocurrido! Se había quedado completamente bloqueada.

¿Crees que con eso bastará o deberíamos tener algo de carne para atraerle?

¿Eh? Ah, sí. Quizás algo de carne vendría bien. Debe estar… hambriento. Carne cruda, eso es lo que le gusta

Quedaron en la ventana, desde la cual Fátima miró con ansiedad hacia ese gigantesco mundo. ¿Así se sentiría un pájaro? Se mantuvo alejada del borde del alféizar, pero intentó localizar el parque y la cesta, a punto de romper a llorar.

«No seas tonta, seguro que se las apaña bien. A menos que lo encuentren unos niños… Oh dios.

¡Maldito sea Miki y el bollo de…!—Respiró hondo y se mesó los cabellos—. Espero que el efecto se pase pronto o… Celeste. ¿Ese pájaro nos está mirando?

Era una urraca, apoyada en las ramas de un árbol muy, muy cercano a la ventana. Tanto que Fátima podría dar un saltito y tocar una de las hojas. La urraca estaba bastante más adentro, en medio de las sombras, por lo que no la había distinguido hasta ese momento.

Fátima se levantó con cuidado y miró en derredor.

Vamos a las cortinas—siseó. La ayudó a levantarse y dio un salto para aferrarse a la tela de la cortina. Era tan gorda que casi podía meter los dedos entre medias—. ¡Es fácil, vamos!

Estaba casi por la mitad cuando escuchó un maullido. Con el corazón en la boca, miró hacia abajo. Sir Griffith estaba a los pies de la cortina, moviendo lentamente la cola, y con las pupilas muy redondeadas. Fátima se quedó congelada.

Entonces, Sir Griffith se irguió sobre las patas traseras y clavó las garras delanteras en la cortina. Y empezó a sacudirla.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 9:52 pm

¡Maldito sea Miki y el bollo de…!

Sentada en el borde de la ventana, con las piernas colgando y a la espera de que la niña regresara, miré a Fátima. La chica observaba el jardín angustiada. Llevaba nerviosa desde hacía un rato, pero lo había atribuido al hecho de casi ser devoradas por un gato, ahogarnos en una fuente y convertirnos en hadas... después de horas y horas siendo poco más que muñecas. Ahora, sin embargo, la verdadera razón parecía muy clara.

Dibujé una pequeña sonrisa y le di una palmada en el hombro.

Eh, seguro que se encuentra bien —dije intentando animarla—. Es un dragón, no un perrito. De lo único que tienes que preocuparte es de que intente abrazarte cuando te vea y te haga un placaje. ¡A ver cómo le explico a la niña que tu criatura mágica no te deja respirar!

Me preguntaba hasta qué punto sería una situación divertida.

Además, si esto sale bien, vas a hacer algo único. Volarás sobre él hacia el mercado. ¿Cuánta gente crees que puede decir eso?

Planteé el tema con cuidado, camuflándolo bajo una broma. No sabía hasta qué punto sería delicado para ella dar ese paso. Yo, desde luego, podía esperar escondida en la casa de Christine mientras ella buscaba a Miki y una cura, por lo que no llevaría el comentario más allá.

Fátima comentó entonces:

Espero que el efecto se pase pronto o… Celeste. ¿Ese pájaro nos está mirando?

¿Qué?

Entrecerré los ojos. Sí que parecía mirarnos, sí, aunque estaba muy escondido. ¿Sería parte de su, eh, ritual para cazar?

Yo no quería quedarme a comprobarlo. Eso lo tenía muy claro.

Vamos a las cortinas. —Asentí, demasiado asustada como para seguir atenta al pájaro. A ver si lo entendía como un desafío o algo por el estilo—. ¡Es fácil, vamos!

Lo era, en realidad. Se parecía a trepar por una cuerda, si bien no me quemaba las manos. Pero la tela era gruesa y se arremolinaba a mi alrededor como una prisión. El pájaro batió sus alas y de un salto se posó sobre el balcón, buscándonos con la mirada.

Y entonces, la cortina entera tembló.

Ahogué un grito al mirar hacia abajo. Sir Griffith había vuelto con más hambre que nunca y sacudía sus zarpas para hacernos caer.

¿Qué opciones teníamos? Levanté la cabeza y comprobé que la urraca seguía intentando encontrarnos desde arriba. Y el gato estaba abajo, arañando nuestra única salida. Maldije entre dientes. Sólo se me ocurría una idea, así de primeras, y no era precisamente buena.

¡Sir Griffith! —exclamé en su dirección, con la voz teñida por la desesperación—. ¡Gatito, gatito! ¡Sé bueno, anda, bonito! ¡Vete! ¡Vete de aquí!

Me llevé la mano a la cabeza, dispuesta a arrojarle el sombrero y a gritarle «¡Busca!», pero me lo había quitado tras revelar que no era una maldita muñeca. Además, ahora que lo pensaba, ¿eso no se decía a los perros? Sir Griffith ladeó la cabeza al oír su nombre, pero no dio indicios de entenderme. Como cabía esperar. Quizás si bajaba un poco más e intentaba echarle a patadas...

¿No perdía nada por intentarlo, no? Era cuestión de mantenerse lejos del hocico y de esas garras, que más que uñas parecían espadas.

Empecé a descender más y más, manteniendo una distancia prudencial por si al gato se le ocurría saltar.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 08, 2017 9:56 pm

Eh, seguro que se encuentra bien —dijo Celeste tras darle una palmada de ánimo en la espalda—. Es un dragón, no un perrito. De lo único que tienes que preocuparte es de que intente abrazarte cuando te vea y te haga un placaje. ¡A ver cómo le explico a la niña que tu criatura mágica no te deja respirar!

Fátima intentó sonreír. Sabía que la chica tenía razón. Pero es que Harun era tan, tan, tan pequeño…

Además, si esto sale bien, vas a hacer algo único. Volarás sobre él hacia el mercado. ¿Cuánta gente crees que puede decir eso?

Oh… ¡Oh…!

Volar sobre Harun. No tenía ni idea de cómo se desarrollaban los dragones, pero había asumido que pasarían años, puede que décadas, antes de ser capaz de hacerlo. No se le había pasado por la cabeza que ahora tendría que hacerlo. Le hormiguearon los pies de emoción y vértigo.

Por desgracia, no tuvo mucho tiempo para meditar sobre ello y los acontecimientos se precipitaron.

¡Cuidado, Celeste!—gritó Fátima con voz ahogada al verla descender hacia Sir Griffith. Pero ¿qué pretendía hacer? Miró hacia arriba y se puso en tensión al ver cómo la urraca intentaba dar picotazos en su dirección—. ¡Largo!

Pero, por supuesto, no iba a marcharse. Tenía hambre y el jodido gato también. Fátima trató de invocar algo, aunque solo fuera un poco de agua, pero se había quedado completamente seca de magia. Una sacudida la hizo soltar un gritito. Una caída así sin ninguna clase de magia ¿sería mortal?

Todavía estaba planteándoselo cuando Sir Griffith saltó a intentar coger a Celeste y se colgó del todo de la cortina. El bandazo fue tan violento que, de pronto, Fátima se encontró en medio del aire. Ni siquiera tuvo tiempo para gritar. Una sombra cruzó por encima de ella y le pareció escuchar el chillido asustado de la urraca.

Ya estaba esperando el golpe cuando algo la atrapó por un brazo. El tirón fue doloroso, pero mejor a acabar espachurrada contra el suelo. Cuando la cabeza dejó de darle vueltas, se encontró con que la dejaban sobre lo que luego reconocería como una alfombra —aunque en ese momento las cerdas le parecieron inmensas— y escuchó un siseo familiar.

¡Harun!

Se quedó boquiabierta. Ahora el dragón era mucho, mucho más grande que ella y era extraño porque sus patitas aún eran cortas y se notaba la infantilidad de su cuerpo pero parecía tan, tan poderoso… Cuando vomitó fuego contra Sir Griffith, hubo algo en su mirada que le hizo subir un escalofrío por la espalda.

El gato salió corriendo por la puerta, que Christine había dejado entreabierta al salir, y pudieron escucharla decir:

¡Sir Griffith! Pero ¡pero qué estabas haciendo ahí! ¿Por qué huele a quemado?

Habiendo desterrado a sus dos enemigos, Harun giró y flotó hasta Fátima. Ella pensó que la estudiaría, como siempre hacía cuando notaba algo extraño o diferente, pero Harun la embistió y hundió en la alfombra al tiempo que restregaba su hocico contra su vientre. Resoplaba fuerte, entre gemidos de aflicción. Tras la impresión, a Fátima se le anegaron los ojos y le rascó tras las orejas. Olía fuerte, quizás a tierra. Lo abrazó por el cuello.

Lo siento, lo has tenido que pasar fatal. Muchas gracias por encontrarnos.—Hundió la cara contra su crin y ahogó un sollozo de alivio. No parecía estar herido, así que, al final, Celeste había tenido razón.

Harun se recostó, con el cuerpo casi enrollado, y la cabeza sobre sus piernas. Fátima se quedó así, acariciándolo con lentitud. Sonrió a Celeste.

Supongo que no debería haberme preocupado tanto. Gracias a dios que no le ha pasado nada malo.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 9:59 pm

Y ahí estaba yo: intentando domesticar a un gato gigante.

¡Compórtate, ser del averno! —chillé, sacudiendo el pie en dirección a su hocico en un vano intento de asustarle—. ¡O te juro que vas a salir de aquí con la cola chamuscada!

«¡...En algún momento, cuando recupere mi magia!».

Nada, estábamos perdidas. De haber sabido que moriría de esta forma, devorada por un gordo gatito casero con nombre estúpido después de ser brutalmente torturada a modo de muñeca...

Y, por si fuera poco, me moría de hambre. Lo único que había comido en todo el día era un bocado de bollito mágico. ¿Y si me dejaba caer sobre Sir Griffith y le mordía? ¿Nos ganaría algo de tiempo? ¿Me respetaría? ¿Me atragantaría con una bola de pelo y moriría de todas formas?

Lo peor era que me lo planteaba de verdad.

Por suerte, entonces ocurrió el milagro. Una sombra rauda como el viento cruzó el cielo —el techo— y oí el graznido del pájaro por encima de mi cabeza. Justo antes de que alzara la cabeza, una llamarada se precipitó contra Sir Griffith. El gato brincó tan alto que casi salió por la ventana, y no se lo pensó dos veces antes de salir corriendo por donde había venido. Mientras me deslizaba por las cortinas, con las manos temblorosas por el alivio, oí a lo lejos:

¡Sir Griffith! Pero ¡pero qué estabas haciendo ahí! ¿Por qué huele a quemado?

Esbocé una sonrisa maliciosa. Ya le apagaría alguien la cola a Sir Griffith.

Vaya, vaya, ¡mira quién ha aparecido! —Sonreí mientras me daba la vuelta. Harun se había acurrucado sobre las piernas de Fátima, entre hipidos y resoplidos. Cómo nos habría encontrado con tanta rapidez, no lo sabía, pero no podría estar más agradecida.

Bueno, puede que sí. Si Harun conservara su tamaño original respecto a mi persona quizás me sentiría más cómoda. Aunque no se parecía ni de lejos a Maléfica en su forma dragón, imponía muchísimo respeto. Incluso ahora, hecho una bolita y dejándose rascar las orejas por una personita diminuta.

Supongo que no debería haberme preocupado tanto. Gracias a dios que no le ha pasado nada malo.

¿Qué ha pasado? ¿Sir Griffith otra vez? —Christine entró tan rápido como le permitían las piernas. Llevaba entre las manos un filete crudo. Cuando reparó en Harun, sus ojos se abrieron como platos—. ¡Oh...!

Crucé una mirada con Fátima.

Eh, Christine, mira. Este es Harun. Veo que has conseguido la carne, ¡seguro que eso ha sido lo que le ha atraído hasta aquí! —exclamé entusiasmado, esperando contagiarle mi humor o que, por lo menos, no se asustara demasiado—. ¡Nos has salvado de Sir Griffith! ¡Otra vez!

Estiré el brazo para que la niña se acercara.

¿Qué me dices, te gustaría darle de comer a Harun? Seguro que el pobre tendrá hambre y, desde luego, va a necesitar fuerzas para volar hasta el mercado.

Christine miró titubeante a Fátima.

¿Puedo? —murmuró.

Acto seguido, dio un par de pasitos hacia ellos.

¿No muerde, no...?
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 08, 2017 10:01 pm

¿Puedo? —Fátima sonrió y rascó a Harun bajo la mandíbula, asintiendo con la cabeza—.¿No muerde, no...?

No lo suficiente para hacer daño. Acércate.

Christine se arrodilló y extendió la mano. Dejó que Harun le olfateara los dedos. El dragoncito miró a Fátima, que asintió con la cabeza, y él le dio un lametón antes de dejar que le acariciara. Harun ronroneó de gusto y Christine soltó una risita de placer. Fátima dio un último achuchón a Harun antes de dejar que este fuera a buscar la carne que le había traído la niña. Christine, por suerte, se quedó hipnotizada con su nuevo juguetito y no prestó demasiada atención a las chicas.

Fátima se acercó a Celeste para comprobar que no le había pasado nada.

¿Cómo te encuentras?

¡No tan rápido, que te vas a atragantar!—rió Christine entre cuchicheos.

Fátima sonrió a Celeste, sintiéndose ligera y liberada, hasta el punto de que no le habría importado darle un abrazo para expresar su alegría. Se contuvo como pudo y vio cómo Harun devoraba la carne casi sin detenerse a masticar. Se sintió culpable y se prometió que esa noche, cuando regresaran a Tierra de Partida, le daría un banquete. Hasta un poquito de dulces, si se los pedía.

Esto significa que podemos marcharnos. Y deberíamos hacerlo, antes de que Miki se vaya. Pero ¿crees que la niña nos dejará?—Fátima se retorció un mechón de pelo—. Cuando consigamos volver a la normalidad quizás deberíamos regresar a hacerle un pequeño regalo. ¿Quizás hacerle alguna jugarreta al hermano?—Le guiñó un ojo a Celeste—. Como hermana menor, al menos, me habría encantado algo así.

Esperó a que Christine terminara de alimentar a Harun y que jugara con él mientras revoloteaba a su alrededor hasta que temió que sus risitas y pisotones terminaran por atraer la atención de un adulto. O del hermano. Así que entonces la llamó con un gesto y le pidió que se agachara. Cuando le dijo que tenían que partir, Christine se quedó de piedra. Luego hizo un puchero y pareció que fuera a romper a llorar.

Fátima sacudió las manos y dijo, con una zalema:

Pero, como nos has salvado la vida, volveremos y cumpliremos un deseo… Pequeño, pues la magia es peligrosa y hasta la más inocente de las peticiones puede hacer daño. No olvidaremos el favor que nos has hecho, pequeña Christine.

¿De verdad?

Te lo juro. Pero hemos de partir, no queremos ponerte a ti y a tu familia en peligro. Cuando regresemos, habremos derrotado a nuestro enemigo. Y… como prueba de que decimos la verdad….—Nerviosamente, Fátima buscó algo que pudiera dejarle a Christine. Acabó por quitarse el lazo del pelo y dárselo. Quién sabía si, cuando el hechizo se terminara, no recuperaría su tamaño normal también—. Ten.

En manos de Christine el lazo era realmente diminuto, pero le serviría para jugar con sus muñecas.

Mientras Celeste se despedía, Fátima fue al lado de Harun, que se restregó contra ella. Fátima lo besó y le rascó el cuello. El corazón le retumbaba cada vez más rápido.

Vamos a tener que montarte para que nos lleves al mercado. ¿Entiendes? ¿Crees que podrás con las dos?—Harun le lamió la cara y Fátima rió. Nunca había sido consciente de lo intenso que era su aliento—. Vale. Puedo hacer esto.

Se aferró a sus cuernos y cruzó una pierna por encima de su lomo. Apretó con las rodillas, intentando no hacer daño a Harun, y esperó a que Celeste se montara tras ella. Harun sacudía la cola, emocionado. Fátima sentía que todo el trabajo que había hecho por perder el vértigo se venía poco a poco abajo. Una cosa era controlar su glider y otra montar a Harun. Pero no tenían tiempo y su magia todavía no había vuelto. Así que se despidió de un gesto con Christine —no se atrevía a soltar las manos— y dio la orden a Harun.

Se le escapó un gritito cuando se elevaron y salieron despedidas por la ventana.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 10:06 pm

¿Cómo te encuentras?

Aparté los ojos de Christine y Harun, que parecían haber congeniado y despertaban muchísima ternura juntos, y miré a Fátima.

Bien, bien. Lo del gato podría haber salido mejor, pero no me quejo —bromeé.

Y era verdad. No sabía qué clase de milagro me mantenía a salvo, pero había sobrevivido sin nada más que un rasguño en el vestido. Un rasguño enorme, pero la tela era lo único que había salido perjudicado. Sonreí para mí misma. Fátima también parecía entera; y mucho más tranquila ahora que Harun había vuelto.

Esto significa que podemos marcharnos. Y deberíamos hacerlo, antes de que Miki se vaya. Pero ¿crees que la niña nos dejará? —preguntó. Su expresión ensombreció.

Sí, yo diría que sí. —La miré de reojo. De pronto, marcharme sin más me dolía en el alma—. Pero algo me dice que le romperemos el corazón. Nunca va a tener unos juguetes tan interesantes como nosotras y Harun...

Intenté ponerme en su situación. ¿Cómo habría reaccionado yo si mis muñecas de pronto hubieran hablado, asegurando que eran hadas? Sentí un pinchazo en el pecho. Habría corrido a decírselo a Béatrice, nuestra antigua criada, y luego a Elmyra, y ella las habría tirado. Seguro. También a mí me habría roto el corazón. Aunque, ¿cuándo no había sido así?

Sacudí la cabeza. No tenía sentido ponerse a darle vueltas. De hecho, llevaba mucho tiempo sin pensar en esa época. ¿Para qué molestarse ahora?

Cuando consigamos volver a la normalidad quizás deberíamos regresar a hacerle un pequeño regalo —prosiguió Fátima—. ¿Quizás hacerle alguna jugarreta al hermano? —Me guiñó un ojo y, acto seguido, confesó:—. Como hermana menor, al menos, me habría encantado algo así.

Tuve que contener una carcajada.

Oh, como hermana menor, apoyo por completo la idea.

Resultó que, al final, tenía razón. Christine por poco no rompió a llorar cuando Fátima le dijo que ya nos íbamos, y tuvimos que prometerle que le concederíamos un deseo más tarde, cuando volviéramos a nuestro tamaño original. La niña aceptó, todavía con los ojos brillantes, y estrujó contra su pecho el pequeño lazo que la Maestra le tendió como prenda. Mientras ella se reunía de nuevo con Harun, me acerqué a Christine con la punzante sensación de que yo también le debía algo.

Tras pensarlo un momento, me llevé las manos al cuello y desabroché el colgante que llevaba. Uno que había llevado conmigo de La Cité.

Carraspeé.

Aunque nos marchemos, deja que te dé esto. —Le hice una seña para que se agachara y lo dejé sobre sus manos. Oí a Chrisitne contener el aliento—. Está bendecido con mi magia. Tenlo contigo y te protegerá de encantamientos malignos. No creo que te haga falta nunca —me apresuré a asegurarle—, pero velará por tus sueños cuando duermas, para que siempre puedas estar tranquila.

Christine lo recogió y lo inspeccionó de cerca. No era gran cosa, un lobo de madera tallado con un par de cuentas de colores en la cuerda. Más que un collar, para ella sería un anillo, si no crecía al terminarse el hechizo. De todos modos, se lo puso y sonrió.

Muchas gracias, Marie.

Le devolví el gesto. No le tendría en cuenta lo del nombre, pero sólo por esta vez.

Me despedí con la mano y luego subí sobre Harun.

* * *


Vale, eh... Ha sido... divertido.

Divertido. Sí. Mucho. Sobre todo cuando a Harun le daba por ascender de improviso. O descender. O se despistaba para perseguir a un pájaro y tenía que rezar a todos los dioses habidos y por haber para que no se lo comiera ahí mismo. Por no hablar de que yo tenía que ir con cuidado de no dejar a Fátima sin respiración y sin oídos cuando me asustaba.

Pero, por lo demás, muy divertido.

Era casi de noche cuando llegamos al mercado. Harun sobrevoló los puestos y, utilizando de escondite la parte trasera, planeó hasta que dimos con Miki.

El hada empezaba a recoger su mercancía, metiéndola por arte de magia en un bolso que flotaba en el aire. Casi se le cayó la varita cuando nos vio, encogidas sobre el lomo del dragón.

¡Si sois vosotras! ¡Las chicas de Yami! ¿Qué os ha pasado? ¿Y por qué vais así vestidas? —exclamó.

Extendió el brazo para que Harun se le enroscara y descansara sobre él, y escuchó al completo nuestra aventura. Me encantaría poder decir que aguantó estoicamente sin reírse y que se sintió muy culpable por todo lo que nos había hecho pasar, pero sería mentira.

Debió de derramarse algo de magia reductora sobre los bollitos cuando ese hombre se chocó... —Hizo una pausa para disimular otra risita con una tos—. Cuánto lo siento, de verdad. Al menos sólo ha sido eso.

Bueno, ¿puedes ayudarnos? —inquirí, un poco de morros.

Miki asintió, todavía sonriente.

Puedo. Si supierais la cantidad de gente que termina encogida sin querer... Hay toda clase de antídotos, dejad que encuentre uno que no tenga muchos efectos secundarios...

»¡Es broma, es broma!
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 08, 2017 10:08 pm

El momento en que Harun se aferró al brazo de Miki, Fátima casi soltó un sollozo de alivio.

Terrible. Maravilloso. No sabía qué pensar pero no quería repetir en mucho, mucho tiempo.

Harun no se parecía en nada a un glider, desde luego. Todo su cuerpo se movía bajo Fátima y sentía el veloz latido de su corazón cada vez que daba un acelerón. No solo eso sino que, cuando no iba rápido, Harun tendía a serpentear en el aire, revolviéndole el estómago. Ni ella estaba acostumbrada a montarle ni él a que alguien le dijera lo que tenía que hacer, así que muchos de los tirones de cuernos los recibió con gañidos de queja y algún que otro latigazo de la cola. Subidas, bajadas, la persecución y huida de un pájaro.

No, definitivamente no quería repetir hasta pasado un largo tiempo, cuando los dos tuvieran sus tamaños respectivos y pudieran acomodarse el uno al otro.

Pero… En cierta manera, había sido mágico. No solo por su tamaño de muñeca, sino porque jamás pensó que podría montarle. No tan pronto al menos.

Le contaron su historia a Miki, que rápidamente unió cabos. Fátima se quedó de piedra: se había olvidado por completo de lo del empujón. ¿Había sido por algo tan tonto…?

Miki terminó de recoger su puesto y se las llevó en un hombro, sin importarle lo que pudiera pensar la gente de él. La verdad es que a esa hora todo el mundo quería volver a casa a cenar pero, de todas formas, nadie se fijó en ellas o Harun. Fátima se preguntó si no les habría echado otro hechizo sin decirles nada, pero lo dejó estar. Se encontraba exhausta y solo quería recuperar su tamaño.

El hada las llevó hasta un bosquecillo que había a las afueras de la ciudad, cerca de donde solían entrenar, y se internó entre los árboles. Rió cuando unas palomas bajaron a recibirles y cubrió a Fátima y Celeste con una mano para que no las golpearan con las alas. Después llegaron hasta una casita pequeña, de una única planta y —como vieron al entrar— solo dos habitaciones. Pero dos habitaciones encantadoras. Olía bien, a pan, a flores y dulces, y todo estaba maravillosamente limpio.

Con un par de toques de varita levantó una suerte de baño para las dos, cubierto por cortinas. Fátima decidió esperar a que Celeste se metiera primero y se quedó viendo cómo Miki tarareaba, abría armarios y buscaba polvos, con Harun acurrucado a su lado. Le rascó detrás de las orejas con una sonrisa cansada.

¡Aquí está! En cuanto comáis esto, recuperaréis vuestro tamaño. Aunque algo me dice que la magia tardará algo más, por lo que podéis quedaros aquí a dormir. No pongas esa cara; es lo mínimo que puedo hacer tras este embrollo. Por cierto, ¿no te bañas, Fátima?

S-sí, ahora en cuanto Celeste termine… Pero necesito comunicarme con…

Frunció el ceño. Bueno, alguna forma encontraría. De todas formas Malik no iba a dormir esa noche con ella, así que imaginaba que no la echaría de menos. Asintió con un gesto.

En cuanto Celeste terminó y entró ella al mini baño, se desvistió con rapidez y se metió en el agua. Miki, entre tanto, comentaba sobre que les prestaría ropa para que pudieran andar tranquilas. A Fátima le pasó una especie de camisón entre las cortinas, reducido a su tamaño con otro golpe de varita.

Una vez limpia y vestida, se encontró con que Miki les había preparado unos diminutos pasteles.

¿Un mordisco y ya?

Algo me dice que os los vais a terminar. ¡Os veo famélicas!

No se equivocó. Los dulces de Miki estaban tan sabrosos que Fátima devoró el suyo antes de querer darse cuenta. Miki rió, satisfecho, y las bajó de la mesa. El crecimiento llegó tan de golpe como cuando encogieron antes. Fátima soltó una exclamación, perdió el equilibrio y Miki la sujetó en el último instante. Se tocó de arriba abajo, como para asegurarse de que todo estaba bien, y sonrió de oreja a oreja.

¡Por fin!

****


Miki les cedió su habitación y duplicó su mullida cama con un chasquido de dedos. Fátima se quedó mirando hacia la puerta con aire ausente mientras Harun se acomodaba en su falda. ¿Qué clase de magia usaba y por qué no se la habían enseñado en Tierra de Partida?

Menudo día, eh…—Sonrió a Celeste mientras se metía bajo las mantas. Harun se trasladó a su cuello, extraordinariamente mimoso y feliz—. Creo que no volveré a comer nada que me ofrezca un hada.

¡Que no ha sido a propósito!—gritó Miki desde la otra habitación.

Mañana, a primera hora, deberíamos ir a buscar a Christine. Antes de que sus padres se despierten. Quizás debería enviar a Ondina, para que todo sea más mágico. ¿Tú qué opinas?
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 10:11 pm

En cuanto me dejé caer sobre la cama tuve la certeza de que, a la mañana siguiente, no podría levantarme sin la ayuda de una grúa. Una grúa mágica. Y eso que lo último que quería ahora mismo era más magia en mi vida.

«A menos que sea otro baño», pensé mientras se me cerraban los ojos. «Es lo único que permito».

Con un gruñido, me obligué a desperezarme y a meterme en la cama. Después de pasar todo el día siendo una muñeca, sentía mi cuerpo torpe y demasiado grande. Siempre había sido alta, incluso cuando era niña, pero no había notado lo que de verdad significaba hasta que golpeé tres veces la misma mesa y tropecé otras tres. Era como aprender a caminar de nuevo, y con dos pies derechos. Al menos, Miki se lo pasaba en grande viendo nuestros intentos.

Pero habíamos vuelto a la normalidad sanas y salvas. Y eso era lo importante.

Menudo día, eh… —dijo Fátima. Me giré hacia ella y las mantas se enrollaron a mi alrededor—. Creo que no volveré a comer nada que me ofrezca un hada.

Yo prefiero que me echen una maldición —confesé.

¡Que no ha sido a propósito!

Todavía reía cuando Fátima me recordó el deseo para Christine, atrapando de nuevo mi atención.

Mañana, a primera hora, deberíamos ir a buscar a Christine. Antes de que sus padres se despierten. Quizás debería enviar a Ondina, para que todo sea más mágico. ¿Tú qué opinas?

Buena idea. Ondina es bonita y no le dará tanto miedo. ¿Cuántos años puede tener el niño, diez? No es edad para tener que ver a un médico de la cabeza, pobre —declaré con rotundidad. Fruncí el ceño y lo medité un momento—. A ver... ¿Tienes algún hechizo con el que esconderme? Podríamos «dejarle un mensaje» para que se porte bien con su hermana y no le robe sus juguetes, que parece que eso le gusta. Te aseguro que, si a mí se me apareciera una chica de agua, le haría caso —añadí con una sonrisa.

Quizás Ondina podría hacerle también una visita a Christine para decirle adiós de nuestra parte. Sería un recuerdo muy bonito.

Tenía gracia. Nunca me habían entusiasmado los niños. Acostumbrada a vivir en la Corte de los Milagros, veía a los críos como... como problemas. No en el sentido estricto de la palabra —no es que los odiara—, pero sí que eran más bocas a las que alimentar, más... gente a la que cuidar y proteger. Y en este mundo me pasaba igual. No entendía qué me había impulsado a darle el collar a Christine, ni qué me impulsaba ahora a intentar que fuera feliz.

«¿Qué o quién?».

Cerré los ojos. «Christine no es Charlotte.». Christine no vivía en ningún palacio, objetivo de un hada demoníaca que se convertía en dragón. Su mayor problema era no poder salir al jardín después del anochecer, y sus preocupaciones consistían en encontrar algo divertido con lo que jugar. Las dos niñas ni siquiera se parecían físicamente. Y yo no había tenido la culpa de que Charlotte muriera.

«Pero eres responsable, en cierto modo. Y te sientes culpable».

Siempre me sentiría culpable. Era lo justo.

Pestañeé, sin atreverme a limpiar las lágrimas con la mano. Llevaba un rato callada. Puede que Fátima se hubiera dormido, a estas alturas, pero a mí el sueño me había abandonado. La llamé en voz baja y, si seguía despierta, le diría:

Habrá sido un día de locos, pero creo que nunca antes me lo había pasado tan bien en un entrenamiento. Gracias.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 08, 2017 10:12 pm

Podría usar niebla para ocultarte. Sería todo muy místico. Y creo que sí, que Ondina le causaría una buena impresión. Al menos si no la asusta al aparecer.

Se acurrucó y dobló un brazo bajo la cabeza. Dios, estaba exhausta. Se le cerraban los párpados. Celeste la llamó.

¿Hmmm sí?

Habrá sido un día de locos, pero creo que nunca antes me lo había pasado tan bien en un entrenamiento. Gracias.

Entreabrió los ojos, sorprendida. Luego sonrió a la chica.

No me importa repetir si la próxima vez nos aseguramos de que no haya gatos o cuervos cerca. Gracias a ti también, Marie. De verdad.

Se adormiló de nuevo, sin poder dejar de sonreír. ¿Hacía cuánto que ella tampoco se lo pasaba… bien? ¿Cuánto que no sentía que tenía una amiga más o menos cercana?

Sí, visto así, mientras no hubiera cosas así de inesperadas, estaría bien repetir…

O también podía invitar a Celeste a algún sitio donde no corrieran peligro de ser aplastadas, claro.

*



Esta es la casa.

Reconocería la fuente en cualquier lado. Agachadas tras el muro que rodeaba el bonito jardín, Fátima comprobó la ventana de Christine. Todavía solo estaba amaneciendo, así que la luz era grisácea y no le sorprendió comprobar que las habitaciones no tenían luz excepto en el primer piso. Harun bostezó en su hombro y ella se lo quitó de encima para lanzarlo al aire.

Busca al hermano de Christine. No es difícil, solo un niño. Así, pequeñito, pero no tanto para que te lo puedas comer. ¿Entiendes?—Ahora lamentaba no haberse fijado mejor cuando los niños se estaban haciendo rabiar, pero no podía ser tan difícil encontrarlos, ¿no?

Harun dio un coletazo y se alejó volando hacia las ventanas. Después de examinar unas pocas, cuando Fátima empezaba a ponerse nerviosa por si salía alguien al jardín, Harun dio un par de vueltas frente a la que había al lado de la Christine y volvió rápidamente. Fátima lo acarició y le dio un poco de carne que Miki había preparado para él.

¿Tienes la carta?—preguntó, divertida. Miki les había dado algunos consejos, al fin y al cabo era un hada y sabría más que nadie de ello. Ahora solo esperaba que el niño tuviera edad para leer. Sí, ¿no?—. ¿Podrás subir con un doblesalto hasta la ventana…?

En cuanto lo hiciera, la cubriría con niebla, una que también ayudaría a Ondina a ascender hasta la habitación de Christine.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 10:15 pm

Esta es la casa.

Disimulé un amplio bostezo y murmuré algo que sonó a asentimiento. Dios mío, estaba hecha polvo. Había dormido maravillosamente —seguro que Miki tenía camas mágicas que impedían las pesadillas o algo así—, pero el cansancio del día anterior tardaría un par de noches más en desaparecer. Y eso si no tenía más misiones que volvieran a trastocar mis horarios.

Escondida tras el muro, estiré los brazos mientras Harun investigaba. A primera hora de la mañana, cuando el Sol apenas despuntaba por el horizonte y no había un solo niño jugando en el jardín, la casa parecía una versión fantasmal de sí misma.

* * *


Con que gastarle una broma al hermano de la niña... —Miki lo meditó un segundo—. No veo por qué no, siempre que no os paséis mucho con el chaval.

Desayunábamos los tres en la cocina (nada de pastelitos, por supuesto) cuando le contamos que queríamos volver a la casa. Mientras hacíamos un resumen rápido del plan, Miki sacudió la varita y un rollo de pergamino junto a su bote de tinta negra acudieron a la mesa.

Ya veo. Supongo que lo ideal sería dejarle un mensaje para que tu Ondina parezca más inofensiva —le comentó a Fátima con complicidad—. El niño sabe leer, ¿verdad?

Miré a la Maestra, indecisa.

Debería. Tendrá unos ocho años o así.

Miki asintió. Con un movimiento de mano, la pluma empezó a dibujar elegantes letras sobre el pergamino.

Será mejor que nos demos prisa, entonces. —Sonrió con picardía—. ¡Necesito una lluvia de ideas! Si queréis os puedo servir una tarta que estimula la imaginación... No pongáis esas caras, ¡era una broma!

* * *


Saqué la carta y la repasé una última vez. Miki tenía una letra muy bonita, grande y fácil de leer. De haberla escrito yo no la habría entendido ni un adulto con lupa. Por suerte, mi contribución al contenido —que así rezaba— no había sido escasa:

Llevamos observándote desde la última luna, joven señor, y hemos decidido enviarte esta carta como advertencia, pues tu comportamiento nos enfada y entristece. Sabemos que te has portado mal con tu hermana Christine. Hemos visto cómo la chinchabas y le quitabas sus muñecas.

Nuestra mensajera te entrega esta carta como muestra de bondad de las hadas, que desean que corrijas tu actitud y cuides de Christine. De lo contrario, la mensajera volverá y se llevará todos tus juguetes, incluido el barco de los piratas.

Atentamente,
Las hadas del lago.


¿Podrás subir con un doblesalto hasta la ventana…?

Dejé de leer con una sonrisa y asentí.

Sí, creo que sí. ¡Vamos allá!

Volví a enrollar el papel y le hice un gesto a Ondina para que me acompañara. Una vez la niebla nos hubo rodeado a las dos, salté hacia la ventana. Era la habitación correcta, sí. Con cuidado, toqué con suavidad el cristal para despertarle y, en cuanto oí que se revolvía, sostuve con un hechizo Ráfaga la carta delante de Ondina antes de correr a esconderme al otro extremo del balcón. La niebla haría el resto.

Se oyó una exclamación ahogada seguida de unos pasos rápidos, y la ventana se abrió con un estrépito.

¡Un fantasma! ¡Genial! —exclamó el niño, encantado, poniéndose de puntillas para alcanzar a la esencia de agua con las manos—. ¡Eh, no eres un fantasma, me has mojado!

Bendita la paciencia de Ondina, que nos siguió la corriente y le mostró la carta sin tocarla.

¿Eh? ¿Eso es para mí?

La chica asintió. Aproveché que el niño estaba ocupado con el papel para conjurar algo de fuego que le diera luz; no demasiado cerca de él, claro, no fuera a asustarse. Pegó un respingo ante la magia repentina —gracias a Dios, no intentó tocar también la llamarada—, pero mantuvo la calma y se dispuso a leer en susurros. Parecía que el aplomo ante lo mágico venía de familia.

Al acabar, el chiquillo abrió los ojos como platos y se quedó mirando a Ondina.

¿Mi barco? No, señorita hada, me portaré bien, ¡lo prometo! ¡Si yo quiero mucho a Christine! Es sólo que... que... Bueno, cuando se enfada es muy graciosa... ¡Pero ya no lo haré más, de verdad! Jugaré con ella cada día e incluso dejaré de comerme su postre. Es más, ¡voy a despertarla ahora mismo y decírselo! ¡No se mueva, vuelvo enseguida!

Y, carta en mano, se fue corriendo por donde había venido, llamando a voces a su hermana.

Todavía sonriente, volví a bajar de un salto y le hice una seña a Fátima.

Mensaje captado, acaba de salir a buscar a Christine —le expliqué, aunque era posible que ya lo hubiera oído ella misma. Ese niño gritaba más que hablaba—. Espero que no despierte al resto de la casa... ¿Quizás deberías retirar a Ondina por si acaso? ¿O nos arriesgamos a que Christine venga a verla?
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 08, 2017 10:18 pm

Fátima lo vio todo a través de los ojos de Ondina y no pudo reprimir una sonrisa al contemplar la tranquila reacción del niño. También le hizo recordar los viejos tiempos con sus hermanos, que la chinchaban con toda su alma pero después le daban parte de su postre, lo ayudaban con sus tareas (a veces) o jugaban con ella hasta bien tarde.. Se creyó que de verdad quisiera a su hermana.

No, vamos a dejar que Christine la vea. Seguro que será un recuerdo que los unirá por mucho tiempo.

Hasta que se hicieran mayores y quitad lo achacaran a que se lo habían imaginado. Estaba bien así, en su opinión. Sería algo que los hiciera sonreír cuando fueran mayores y se reunieran para rememorar los viejos tiempos.

Indicó a Ondina que aguardara y la esencia consintió con diversión y curiosidad. Los niños humanos le parecían curiosos y le sentó bien que no le tuvieran miedo ni recelo. Fátima sonrió para sus adentros y dejó que la pequeña se regodeara en su estatus de hada todopoderosa.

¡AH!

¡Calla, tonta, o mamá y papá se despertarán!

¡Lo siento! ¡Señorita hada, se ha recuperado! ¿Dónde está su amiga?

Ondina, siguiendo las instrucciones de Fátima, se limitó a sonreír y a sacudir una mano con un aire ambiguo. Christine apenas sí prestó atención, demasiado emocionada como estaba.

Entonces Ondina actuó por su cuenta y, tras una inicial sorpresa, Fátima la dejó actuar. Se arrodilló para quedar a la altura de ambos niños y le puso a cada uno una mano en la cabeza, sin llegar a mojarles. Les sonrió y dio un beso en la frente. Después, le pidió a Fátima que la hiciera marcharse.

Ella obedeció y notó las miradas maravilladas de los niños mientras Ondina se deshacía entre volutas de agua.

Me parece que ya está todo hecho. ¿Nos vamos?

Le resumió lo que había ocurrido mientras caminaban calle abajo, rápido por si acaso a alguno se le ocurría asomarse por la ventana. Una vez estuvieron a salvo, Fátima suspiró y dijo:

¿No te habría gustado ver algo así cuando eras una niña? ¿Saber que los cuentos eran verdad, sin las cosas… malas?

Aunque, ahora que lo pensaba, le habían hablado de un malvado mago. Esperaba que los niños no se obsesionaran con ello y se quedaran con lo que habían visto con sus propios ojos.

Deberíamos volver a despedirnos de Miki. Y no comer nada que nos ofrezca.—Fátima sonrió a Celeste y luego miró hacia el cielo. La verdad es que al ver a los niños algo… Un deseo muy tonto había surgido desde algún rincón olvidado de su mente. Un deseo que hacía daño pero que ahora solo sabía a agridulce—. La verdad es que un día me gustaría tener niños.—Seguro que a Malik no le importaría adoptar—. Cuando las cosas se calmen. Y que tengan hermanos y jueguen por Tierra de Partida y… Para ellos la magia sea de verdad.

»¿No te gustaría ser su tita? Te pagaría los días que tuvieras que quedarte con ellos por la noche.


Soltó una risa, un poco amarga, pero aun así siguió de buen humor. Tanto tiempo en Tierra de Partida le había hecho olvidar que le encantaban los niños.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 10:22 pm

Los dos hermanos regresaron a la habitación, y Fátima y yo deshicimos el camino charlando sobre niños y cuentos.

Había pensado antes en ello —mientras Christine jugaba con Harun, hacía apenas unas horas—, y no dejaba de sorprenderme lo diferentes que eran las culturas en los distintos mundos, mágicos o no. Christine no había tenido una pizca de miedo ante nuestra naturaleza de «hadas» o la magia, ni siquiera al ver a Harun; su hermano se había mostrado encantado con perspectiva de que un fantasma le hubiera visitado, y ambos habían quedado maravillados por Ondina. Algo así en París había sido...

Disimulé una sonrisa que estaba a medio camino entre la ironía y la tristeza.

Supongo, aunque todas las historias que me contaban eran trágicos romances entre caballeros y princesas peores que los de Christine —comenté—. Que no es que no me gustaran, pero no es lo mismo que un cuento de hadas. Los hechiceros siempre eran malos y engañosos, y como tal sufrían unos destinos terribles, así como la gente a la que corrompían con sus poderes. La magia y Dios no eran... no son compatibles.

Me estremecí, aunque apenas hacía frío.

Así que si unas encantadoras hadas hubiesen aparecido en mi habitación de pequeña, habría pensado que eran demonios disfrazados y habría echado a llorar, muerta de miedo —reconocí entre risas. Era algo patético, incluso horrible, pero era la cruda realidad. Crecer y ver mundo te abría mucho la mente, desde luego. Sacudí la cabeza y añadí:—. Por tu tono, imagino que en tu mundo sí que había cuentos bonitos. Tendré que leer alguno, o ir a escucharlos.

La verdad es que un día me gustaría tener niños —dijo Fátima entonces, con la voz teñida de ilusión—. Cuando las cosas se calmen. Y que tengan hermanos y jueguen por Tierra de Partida y... Para ellos la magia sea de verdad.

Pronto, no me cabe duda. —Sonreí, aunque sincera, un poco sorprendida por la repentina confesión—. La verdad es que sería maravilloso ver niños correteando por el castillo (de Tierra de Partida, claro, en Bastión Hueco sería un poco peligroso). A todos nos vendría bien una alegría así.

Se me escapó una carcajada.

Ay, dicho así parece que te esté presionando. Lo siento.

Pero sería curioso, cuanto menos; ¡pequeños criándose en un sitio así! ¡Con gente tan especial! Lo único que me preocupaba era que se obcecaran en convertirse en Caballeros, como sus padres y todos sus conocidos, y no contemplaran otra posibilidad. Yo nunca me había planteado ser madre, al menos no en serio, pero la idea de ver a un hijo mío blandiendo una Llave Espada bastaba para helarme la sangre.

Aparté ese pensamiento de inmediato y me negué a darle más vueltas. Eso no ocurriría, y confiaba en que Fátima y Malik supieran cómo educar a sus niños. Tendrían información, posibilidades y magia de sobra para hacer lo que quisieran, y todo tipo de opiniones. Me ruboricé un poquito: hadas puede que no, pero conocer a un ángel de pequeña sí que habría sido increíble...

¿No te gustaría ser su tita? Te pagaría los días que tuvieras que quedarte con ellos por la noche.

La idea, de nuevo, cayó de repente.

Les consentiría todos sus caprichos, te aviso —respondí, por tanto, con total honestidad—. Si te parece bien, hecho. Pero tengo un límite, y ese es de dos niños a la vez, o sé que me volveré loca.

Acordamos ir a casa de Miki, aunque fuera para contarle que todo había salido bien y decirle adiós. Parecía esperarnos, a juzgar por la rapidez con la que nos recibió, y la sonrisa que compuso fue tanto o más grande que la del hermano de Christine al ver a Ondina.

Me alegra oír que ha funcionado. Me preocupaba un poco que tanta magia, al ser tan pequeños, fuera demasiada, pero veo que tenéis buena mano con los niños. Cuando se me asigne un ahijado o ahijada, se lo haré saber a Yami para que os invite a verle de mi parte.

La sonrisa de Miki se volvió maliciosa.

Me aseguraré de que tenga muchos vestidos, zapatos y accesorios de muñeca para que nunca os aburráis.

Bufé ante el recuerdo del lazo asesino que me había puesto Christine, y el hada rió antes de que ninguna pudiera protestar.

Óscar y Marie se van a tomar unas largas vacaciones hasta que resuelvan sus problemas sentimentales —le aseguré, poniendo los ojos en blanco—. Pero nos encantará conocer a tu ahijado. Será muy afortunado de tenerte.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 08, 2017 10:23 pm

Sí, en mi casa los cuentos de hadas eran eso, de hadas. Hablábamos mucho de sirenas y, dependiendo de la historia, eran buenas o malas. Pero no se perseguía a nadie por hablar de hadas madrinas.

Fátima miró con algo de lástima a Celeste, preguntándose cómo habría sido para ella crecer en Tierra de Partida o en cualquier mundo menos duro con su gente. Eso la llevó a pensar en cómo habría criado ella a sus hijos, de haber podido. Se imaginó a un pequeño Malik correteando por Tierra de Partida y sintió un dolor cálido y suave en el pecho. Cuando Celeste señaló que solo estaría dispuesta a cuidar a dos, estalló en carcajadas, un poco amargas, y dijo:

¡No te preocupes! Ya con uno estaría más que satisfecha. Y no es presión.

Bien, siempre se podía adoptar…

*


Miki las recibió con los brazos abiertos, contento porque todo hubiera salido bien. Fátima ya estaba a punto de despedirse cuando el hada soltó:

Me aseguraré de que tenga muchos vestidos, zapatos y accesorios de muñeca para que nunca os aburráis.

Si es de mujer, me lo pensaré—dijo Fátima con ironía, aunque todavía le escocía un poco que ella hubiera tenido que ser «Óscar».

Óscar y Marie se van a tomar unas largas vacaciones hasta que resuelvan sus problemas sentimentales. —Fátima resopló para que no se le escapara la risa—. Pero nos encantará conocer a tu ahijado. Será muy afortunado de tenerte.

Siempre y cuando no le des demasiados bollos mágicos. No, ahora en serio, muchísimas gracias por tu ayuda. Espero que podamos pagártelo en la próxima visita.

Pues no le haría ascos a cierta receta que tiene Yami y siempre se olvida de traerme…

Déjame que lo apunte.

Después, Fátima se encaminó hacia las afueras de la ciudad. Aunque estaba cansada, le apetecía caminar un rato y compró un poco de pan recién salido del horno con algo de queso. Todavía era temprano y el húmedo olor de la mañana las envolvía con un dulce abrazo. Le ofreció una parte del aperitivo a Celeste y se lo comieron mientras caminaban.

La verdad es que… mirando hacia atrás ha sido divertido. Mas o menos. Pero creo que la próxima vez podríamos cambiar de aires, buscar otro sitio para entrenar. ¿Qué te parecería venir a Tierra de Partida? Así podría invitarte a comer.

No quería presionarla, sabía que Celeste no estaba muy cómoda con su Orden, pero la verdad es que le gustaría que pudieran… estar algo más cerca. Los entrenamientos eran divertidos y satisfactorios, pero no dejaban mucho espacio para hablar de otras cosas.

Para ser, suponía, amigas.
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Re: [Castillo de los Sueños] Aventuras en miniatura

Notapor Denna » Dom Oct 08, 2017 10:31 pm

No me atreví a preguntar de qué demonios era la receta que le interesaba a Miki, y estaba segura de que la ignorancia no me quitaría el sueño. Nos devolvió la ropa de Oscar y Marie, bien limpia, doblada y planchada, y nos dijo adiós con la mano alegremente. Con la promesa de que el hada se pondría en contacto con nosotras, partimos.

Pensaba divertida en cómo sería criar a un niño teniendo tanta magia cuando Fátima sugirió desayunar mientras paseábamos. Acepté; otro sueñecito no me habría venido mal pero, después de lo de ayer, lo último que quería era quedarme sentada y quieta. Comí sin hambre, todavía con el estómago algo resentido por culpa de los bollitos mágicos, pero tenía la norma de no dejarme nada sin terminar.

La verdad es que… mirando hacia atrás ha sido divertido. Más o menos.

Tras pensarlo un momento, asentí.

Creo que me reiré más cuando esté curada del susto dentro de una semana. O de varias. Pero sí... Comparada con otras, esta aventura ha sido la más graciosa.

Pero creo que la próxima vez podríamos cambiar de aires, buscar otro sitio para entrenar. ¿Qué te parecería venir a Tierra de Partida? —preguntó—. Así podría invitarte a comer.

«Esto de dejar que te invite siempre tiene que acabar», me reproché a mí misma. Entonces me di cuenta de que proponía que fuéramos a Tierra de Partida, y la sorpresa me asaltó.

Pues... creo que todavía no he estado —reconocí, sintiéndome un poco estúpida. Pero ¿qué clase de aprendiz era?—. Ya va siendo hora, ¿no?

La verdad es que quizás sí que debíamos darle un tiempo a Castillo de los Sueños. Aunque fuera por Christine, no sea que la encontráramos con sus padres por la calle algún día. Le había acabado cogiendo cariño a esa niña, y no quería que tuviera problemas.

Por otra parte, que Fátima me hubiera invitado a Tierra de Partida me hacía extrañamente feliz, a pesar del respeto que me producía su Orden. Supuse que era que... ¿me gustaba que tuviéramos esa confianza? ¿Que me empezara a considerar una amiga?

«O igual soy yo, que soy tonta y me emociono enseguida».

Podemos probar a entrenar ahí, claro. Por lo menos tendremos más espacio y podremos practicar hechizos más potentes —empecé a farfullar—. ¡Pero ya preparo yo la comida! Será mi forma de pagarte por los entrenamientos, ¿qué me dices? —añadí, más entusiasmada—. Si me dices cuál es tu plato favorito, puedo intentarlo para el próximo día.

Tendría que practicar un poco antes. ¿Podía olvidarse una de cocinar? Esperaba que no.

O... o cuando quieras, en realidad. Tampoco hace falta que nos veamos sólo para entrenar o ir a misiones.

Sólo más tarde, cuando ya hubiera regresado a Bastión Hueco, me daría cuenta de que Fátima era la primera amiga mujer que hacía dentro de la Orden. Aunque fuera una Maestra, y ni siquiera una de mi Orden. Ironías de la vida. Con todo, saber que tenía alguien más en quien confiar me alegró, viniera de donde viniera. Me alegró tanto que ni siquiera se me ocurrió que la situación podría volverse en mi contra en cualquier momento.

Y es que ¿para qué preocuparse por eso ahora?

Spoiler: Mostrar
¡Y fin del encuentro! Y comienzo de una bonita amistas asjhdjshkdhsk <333

Mil gracias a Suzu por escribirlo conmigo, y al pobre Sombra que le toca corregir otra vez. Pero como ha sido muy bonito y divertido, no siento remordimiento alguno hueheuheuehueh~
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