Ryu no podría haber tenido más suerte.
Justo cuando inspeccionaba el muro buscando algún modo de entrar dio a parar en la entrada principal, custodiada por dos guardias. Y, delante de sus ojos, llegaron tres hombres. Los dos primeros, vestidos con armaduras y con dos espadas enfundadas en sus cinturones, observaban su alrededor con precaución. Y el tercer hombre...
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Soy el General Li. Vengo a ver al Emperador.No podría haber sido más oportuno. Los guardias abrieron paso para que el famoso general, el mismísimo objetivo de Ryu, pasase al interior de los muros del castillo. El pájaro había entrado en la jaul, y el joven estaba preparado para acabar con él en cuanto tuviese la oportunidad.
Pero pese a todo, los muros eran perfectos. En cada esquina había un guardia vigilando en cuatro torres, y a través de toda la muralla más gente caminaba. Además eran altos y difíciles de escalar, aunque no imposible; en el lado este había descubierto una enredadera que conectaba justo con una de las torres, desde la cual podría despistar o acabar con uno de los guardias para tener acceso al patio interior.
Pero aquel día la fortuna, definitivamente, sonreía al chico.
Ryu pudo escuchar un grito cercanos a la entrada. Una mujer señalaba hacia una criatura de baja estatura, con sus manos dirigidas hacia ella y los brazos extendidos firmemente. Si piel era azul clara, tan pálida como la de un muerto, y pese a ir vestido sus profundos ojos amarillos dejaban claro que ni era humano ni había en él el mínimo atisbo de racionalidad.
Los dos guardias de la entrada prepararon sus lanzas, pero no movieron ni un músculo hasta que el monstruo, finalmente, atacó a la mujer. La criatura destripó a la mujer con sus propias manos, manchándolo todo de sangre y extrayendo de ella algo rojo y brillante... Un corazón. El monstruo lo engulló para sí mismo y entonces, por arte de magia, de su cuerpo surgió otro ser igual a él.
Los guardias corrieron de inmediato a atacar a las dos bestias, dejando desprotegida la entrada. Todos los soldados del muro estarían observando la escena y se encontrarían distraídos. Ryu tenía tres opciones por delante: escalar el muro por la enredadera, atravesarlo por la puerta principal y alcanzando así al General Li antes de que llegara al mismo palacio... O incluso ayudar a los guardias. Aquellos monstruos podían atacar a todo el pueblo si se les dejaba libres, claro que no era de su incumbencia.