Cuando Fil se nos acercó me puse nervioso de repente. ¿Ya era la hora del combate?
—
¡Muy bien hecho, chicos! En un rato comenzará vuestro combate. ¿Qué hacéis aquí, que no estáis entrenando? Suspiré. Aún no teníamos que entrar... tenía tiempo para organizar mis ideas antes de la lucha.
—
Preferimos estar más descansados para el combate —dijo Ragun.
Ladeé la cabeza y me encogí de hombros. No se me había ocurrido entrenar antes del combate, la verdad. Aunque pensándolo bien hubiese sido una buena forma de liberar estrés y prepararse un poco de paso.
—
Como vosotros veáis, yo voy a ir a visitar al chico pelopincho. Esos dos a los que os vais a enfrentar lo dejaron hecho un cromo, pobrecito... Volveré para el combate. Esto es de Lyn. —acabó, tendiéndonos un pergamino.
—
¿Zack? —preguntó Ragun.
—
¿Está muy grave? —dije casi a la vez que mi compañero, mientras cogía el papel.
El hombre cabra no nos dio detalles sobre el estado de Zack, así que no sabía qué pensar. Sin embargo, las heridas del chico cobraron un segundo plano en mi cabeza cuando vi que lo que nos había dado Fil era una carta de Lyn... o no demasiado alentadora.
Lyn escribió:"Fyk y Ragun:
Me temo que ha surgido algo y tengo que volver a Tierra de Partida lo más rápido posible. La noticia me ha surgido poco antes de vuestro combate en la segunda Ronda y en cuanto he visto el combate, me he puesto a escribir este mensaje que espero que Phil os entregue pronto.
He visto el hechizo de debilitación. Desconocía que pudieses hacer eso, Fyk; no me lo esperaba en absoluto de ti. Por suerte nadie más lo ha notado. Que no pudieseis derrotar a vuestro contrincante no te daba derecho a hacerlo; esa magia no está permitida en estos torneos. Contra los Sincorazón puede ser muy útil, pero contra un enemigo debes guardar tu honor. Estoy muy decepcionada.
Os daré una oportunidad. Tenéis prohibido utilizar esa magia en los siguientes combates, más difíciles que los anteriores. Si volvéis a usarlos, no solo me aseguraré de que la Copa no vaya a vuestro nombre, sino que no podréis volver a participar nunca en ningún torneo del Coliseo del Olimpo. Advertidos quedáis.
Igualmente, no os libraréis del castigo por esa acción.
Atentamente,
Lyn
P.D.: Quemad esta carta después de leerla.
No me había sentido más frustrado en toda mi vida. Lyn ni siquiera estaba allí para explicarle la situación... ¿cómo había pensado que había sido yo quien había hecho el conjuro debilitador? ¿Era tan poco de fiar? ¿Se me veía tan débil? ¿Todavía, tras todo el tiempo que llevaba en Tierra de Partida? ¿Por qué...? ¿Por qué...?
—
Supongo que cuando acabemos el torneo tendremos que explicarle a Lyn lo que de verdad ocurrió para que no nos castigue —dijo Ragun.
—
¿Por qué...? —musité.
La carta de Lyn temblaba en mis manos, que apretaban fuertemente el grueso papel. Aquel mensaje había llegado en el peor momento posible, después de todo lo que había pasado en la ronda anterior. Sentía como si todo mi cuerpo se estuviese agitando para evitar que las lágrimas saliesen de mis ojos. No debía llorar. Pero era todo tan frustrante... quizás Lyn tenía razón. Yo era decepcionante. Claro que lo era.
—
Ren juu gast... ren juu...Las manos con las que apretaba con fuerza la carta me comenzaron a doler de repente. Mis dedos comenzaron a alargarse ante mi atónita mirada, y a volverse cada vez más afilados, hasta el punto de rasgar la carta.
—
¡No! ¡¡No!!—¡¡No!!
Estaba en una nave, mirándole a la cara a una figura familiar. Su aspecto era aterrador, a priori, aunque... algo me hacía confiar en ella. Me hablaba en su idioma, aunque yo la entendía perfectamente, y le respondía en el mismo...
Tampoco me sorprendió verme reflejado en el cristal de la nave, con un aspecto muy parecido al que presentaba aquel ser. ¿Era yo? Pero si yo no era... mi aspecto...
—Sí, Fykhjaal. Eres decepcionante.
—¡No! —respondí, con una voz más áspera de lo normal— ¡No pienso hacer eso tan sólo para pasar ese estúpido ritual de...!
—¡¿ESTÚPIDO?! —exclamó con fuerza el otro ser— ¡¡Generaciones y generaciones de nuestra familia han seguido el ritual de matanza para avanzar a la edad juvenil!! ¡Tú eres de los nuestros, Fykhjaal, por mucho que te pese!
—¡¿Ah, sí?!
Noté cómo mi cuerpo se convulsionaba. En el cristal, todavía reflejándome, vi cómo cambiaba a una forma mucho más parecida a la que tenía ahora, aunque más joven... un niño más pequeño todavía.
—¡¡Tienes que deshacerte de esa forma, Fykhjaal, lo sabes!! —gritó el ser, airado— ¡¡Ya no eres un bebé!!
—¡Pues quizás quiera seguir siéndolo, Madre!
Un golpe en la nave me hizo estremecer y, cuando me quise dar cuenta, estaba intentando agarrarme a algo para no caerme del vehículo. El ser extendió la mano...
—¡¡Agárrate, Fykhjaal!!
Pero el atacante de la nave seguía azotándola, con aquellos ojos brillantes y amarillos, y yo acabé por soltarme de la mano de mi madre...Cuando volví en mí, mis manos habían vuelto a la normalidad, aunque la carta de Lyn estaba rasgada. Me di cuenta de que habían pasado tan sólo unos segundos desde que aquel recuerdo, más nítido que cualquiera de los que hubiese tenido, me hubiese asaltado. ¿Se habría dado Ragun cuenta? ¿Y qué... qué era todo aquello que recordaba? ¿Mi madre...?
—
Voy a tomar el aire —musité, con un hilo de voz, mientras le tendía maltrecha carta a Ragun y me dirigía hacia la puerta de salida, para respirar más a gusto en la entrada del coliseo...
CHAN CHAN CHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN (?)