—¡Por aquí, Nadhia! —me indicó Fyk, manteniendo el equilibrio sobre la caja que acababa de pisar. Por un momento pensé que se iba a caer, pero comprendí que el pequeño ya estaba acostumbrado a la falta de gravedad.
Sin embargo, yo no. Tardé un poco en llegar hasta donde Fyk aguardaba. Una vez terminé de enseñar mi suma torpeza y desequilibrio, me fijé en el largo pasillo en el que nos encontrábamos. A ambos lados nos esperaban un buen número de puertas: demasiadas, para la prisa que teníamos para encontrar a aquella mujer.
—Podría estar en cualquier parte.
—Cierto —le di la razón a Fyk. Aquella nave era enorme y me daba miedo pensar que a cada minuto que tardásemos varios guardias que defendían el coloso morían en el espacio. O lo que era aún peor: pasaban a formar parte de las filas enemigas.
—Sé que concluimos que no íbamos a ir a la zona residencial, pero, ahora que lo pienso... quizás nuestra enemiga ha previsto que no iríamos allí y ha actuado en consecuencia.
Observé a Fyk, sorprendida. Tenía razón. Además, un delincuente solía utilizar una cosa más valiosa que cualquier aliado para escapar: rehenes. ¿Y si la familia de Fyk estaba en peligro? ¿Y los demás civiles de la nave, mujeres y niños que no podían defenderse?
—¡De acuerdo, vamos! —asentí, a la vez que Fyk me sonreía antes de abrir la puerta que conducía a la zona residencial. Le devolví la sonrisa. Seguramente, otra razón era más que obvia: él quería asegurarse de que su familia estaba sana y salva. Si no lo hacía, podría desconcentrarse durante una batalla. Y puede que nuestra fugitiva estuviese más cerca de lo que imaginábamos.
Siguiendo a Fyk por la zona residencial, pensé por unos instantes en Kit. ¿Dónde estaría? ¿Lo habrían atrapado y llevado junto con la Gran Consejera? ¿Se encontraría bien? Hasta ese momento no se había dado cuenta de la otra cara del muchacho: inseguridad, miedo...
Tuve que abandonar mis pensamientos cuando Fyk comenzó a hablarme de su madre. ¿Una guerrera de reputación?
—¡N-no lo sabía! —exclamé, bastante sorprendida— ¡Seguro que se trata de una mujer formidable! ¡Debes de estar muy orgulloso por ella!
Los dos nos plantamos frente a una casa de la zona residencial. En cierto modo todo aquello me recordaba a Villa Crepúsculo, a mi hogar... sólo que más... más... tecnológico, cibernético y moderno. El pequeño azulado marcó su mano en una especie de... ¿timbre?
Inmediatamente, la puerta se abrió y nos condujo al interior de la casa. Para mi sorpresa, Fyk salió corriendo hasta acabar en los brazos de una especie de mujer, de los mismos colores azulados que su pequeño hijo. Sí, debía ser la madre de Fyk.
—Mamá... —susurré, añorando un abrazo tan cálido como el que daban las madres.
Me intenté comportar, pues la madre de Fyk no bajó la mirada mientras abrazaba a su hijo, sino que me observó detenidamente. Me estaba empezando a poner nerviosa con tantas miradas, pero el ser una ser humana de piel pálida debía ser extraño para ellos.
—¿Eres otra Aprendiza? —preguntó, de forma estricta. Asentí, mientras ella dejaba de observar mi aspecto centrándose en mi Aguacero— ¿Cuál es la situación en la nave?
—Por ahora la batalla sigue en el exterior —dije, intentando parecer convincente—. La Gran Consejera nos ha encomendado el atrapar a una mujer. De mi misma raza, parece ser. Se sospecha que ella esté tras el control de los Sincorazón, los seres que os están atacando.
Tras eso, Fyk intentó comportarse frente a su madre, preguntando por la fugitiva. Sin embargo, la conversación pasó a convertirse en una bomba de relojería para el pequeño.
"Tu hermana", "Kaara no está"
El corazón me dio un vuelco. ¿L-la hermana de Fyk no estaba en la zona residencial? ¿Cómo era eso posible? ¿Quizás... la fugitiva...? ¡No, no era posible! ¿O sí?
"Hace casi un mes", dijo la madre. Entonces, ¿no estaba en la nave? ¿Había desaparecido antes de la amenaza de los Sincorazón?
Por una parte, me alivié porque no estuviese dentro del coloso, pero aquello pintaba mal, muy mal. ¿Cómo había escapado de su mundo? ¿Sus naves podían atravesar el cosmos entre los mundos? ¿Y por qué debería hacerlo?
Además, si la hubiesen admitido como aprendiz en Tierra de Partida, Fyk ya lo habría sabido. ¿Entonces...?
Fyk abrazó con más fuerza a su madre. Había sido una mala idea traerlo aquí.
—¿Kaara no dejó ninguna nota? ¿Una pista para saber a dónde se dirigía...? —al darme cuenta de mis palabras, sólo pude agachar la cabeza— L-lo siento, disculpe mi atrevimiento. Es que Fyk es buen amigo mío, y, bueno, yo...
Titubeando, aparté la vista y me dirigí a la puerta.
—F-Fyk, te espero fuera. En la plaza por la que hemos pasado.
Y sin más, salí por la puerta, otorgándole a Fyk un poco de intimidad.
Paseando por las calles, me di cuenta del silencio que cubría la zona residencial. Seguramente estarían todos encerrados en sus casas, asustados por los malvados seres que amenazaban con destruir su hogar.
"Siento que tengas que presenciar todo esto, mi princesa... ¿os encontráis bien?"
Agarré mi broche con la mano libre, mientras con la otra sostenía con decisión mi Llave-Espada, preparada para cualquier acontecimiento.
—Sí, estoy bien. No te preocupes, Cédric.