Re: [Coliseo del Olimpo] De cero a héroe
Publicado: Sab Abr 18, 2015 3:06 pm
Antes de que pudiera siquiera esperar a que Malik leyera el mensaje, él mismo se presentó justo delante de mí. Me dio un pequeño sobresalto, pero eso me venía mejor, menos tiempo tendríamos que perder.
—Hola —tras saludar, me alejó un poco más de Hércules y Fil—. No tengo mucho tiempo, las cosas se han complicado y tengo que ir al Inframundo, sea lo que sea que me respondieras, ¿qué era?
—Oh, pues qué casualidad. Yo también voy a ir al Inframundo. Al parecer, si encuentro pruebas de que Hades gafó los Juegos, otros dioses pueden intervenir y anular los "contratos". Ese caballo alado de allí me va a llevar al Inframundo, y era para saber si te venías conmigo.—le expliqué la situación. Entonces volví a mirar a Pegaso—Pero si tú también tienes que ir, entonces no hay problema. Ah, y lo siento mucho, pero no he podido decirle nada a Fátima, el torneo ya ha empezado—tras esa pequeña conversación, y que Guilmon entrara en el teléfono, regresamos a donde estaba Pegaso, y me subí encima de él.
—Bueno, creo que y-¡Aaaaaaah!—el caballo salió disparado a los cielos con una velocidad extremadamente alta, casi sin previo aviso. Por poco me caía, así que tuve que agarrarme al cuello para no convertirme en un cadáver. El despegue dio bastante sobresalto, pero el caballo voló con tranquilidad por unos cinco minutos... Hasta que le dio por caer en picado.
Lo de ir al Inframundo no será literal, ¡¿verdad?!
Con una velocidad cada vez más pronunciada, nos acercábamos al suelo en una caída que no dejaría de mí nada más que una mancha en el suelo. Y justo antes de acabar con nuestra existencia, Pegaso cambió de rumbo en el último instante y se introdujo en un extraño agujero prácticamente oculto de primeras, y seguimos cayendo en una oscuridad absoluta. Cada vez podía sentir más cómo la temperatura bajaba progresivamente, y me entraron escalofríos de vez en cuando.
Y por fin, al menos por la apariencia del lugar, llegamos al Inframundo. Era una zona oscura y fría. Era un lugar digno de ser llamado el reino de los muertos. Nos encontrábamos sobrevolando un río iluminado por antorchas hechas con huesos, que dejaban a la vista una gran cantidad de esqueletos. Al final aterrizamos en una zona con suelo, lo que nos permitió bajar del caballo. Todo el pelo que tenía se había erizado y despeinado con la fuerza del viento.
Oye, mírate en el reflejo del agua, quiero ver tu ridículo peinado.
En aquella fría y apestosa caverna, pudimos ver dos posibles vías. Ambas eran dos enormes puertas, solo difiriendo en el color: La de la derecha tenía pintura azul, la de la izquierda verde. Lo malo es que no había nada que las distinguiera, ni nos dijera qué camino llevaba a lo que quería cada uno. Mientras pensaba cuál podría ser, sin éxito, Guilmon había vuelto a salir. Se tapó la nariz ante la peste del lugar.
—¿Qué hacemos? Podríamos decirnos lo que tenía pensado hacer cada uno, y si acabamos en el camino del otro, terminarlo.—propuse mi sugerencia. Si aceptaba, le comentaría que tenía pensado buscar las pruebas en sus aposentos, tanto sobre lo de las almas como lo de los sincorazón que se apuntaban misteriosamente. También esperaba que me comentara lo que intentaba hacer para liberar las almas.
Miré una vez más, con una cara de preocupación, las dos opciones. Seguía siendo una cuestión de azar, aunque nos hubiéramos repartido el trabajo. Al final, me decanté por la derecha, por lo que la señalé.
—Creo que voy a ir por la azul. Pegaso puede ir contigo, si quieres.—propuse, tras lo que me encaminé hacia el portón azul. He de decir que, aunque de primeras parecía imposible de abrir, logré abrirla con algo de esfuerzo. Vía libre.
—Hola —tras saludar, me alejó un poco más de Hércules y Fil—. No tengo mucho tiempo, las cosas se han complicado y tengo que ir al Inframundo, sea lo que sea que me respondieras, ¿qué era?
—Oh, pues qué casualidad. Yo también voy a ir al Inframundo. Al parecer, si encuentro pruebas de que Hades gafó los Juegos, otros dioses pueden intervenir y anular los "contratos". Ese caballo alado de allí me va a llevar al Inframundo, y era para saber si te venías conmigo.—le expliqué la situación. Entonces volví a mirar a Pegaso—Pero si tú también tienes que ir, entonces no hay problema. Ah, y lo siento mucho, pero no he podido decirle nada a Fátima, el torneo ya ha empezado—tras esa pequeña conversación, y que Guilmon entrara en el teléfono, regresamos a donde estaba Pegaso, y me subí encima de él.
Spoiler: Mostrar
—Bueno, creo que y-¡Aaaaaaah!—el caballo salió disparado a los cielos con una velocidad extremadamente alta, casi sin previo aviso. Por poco me caía, así que tuve que agarrarme al cuello para no convertirme en un cadáver. El despegue dio bastante sobresalto, pero el caballo voló con tranquilidad por unos cinco minutos... Hasta que le dio por caer en picado.
Lo de ir al Inframundo no será literal, ¡¿verdad?!
Con una velocidad cada vez más pronunciada, nos acercábamos al suelo en una caída que no dejaría de mí nada más que una mancha en el suelo. Y justo antes de acabar con nuestra existencia, Pegaso cambió de rumbo en el último instante y se introdujo en un extraño agujero prácticamente oculto de primeras, y seguimos cayendo en una oscuridad absoluta. Cada vez podía sentir más cómo la temperatura bajaba progresivamente, y me entraron escalofríos de vez en cuando.
Spoiler: Mostrar
Y por fin, al menos por la apariencia del lugar, llegamos al Inframundo. Era una zona oscura y fría. Era un lugar digno de ser llamado el reino de los muertos. Nos encontrábamos sobrevolando un río iluminado por antorchas hechas con huesos, que dejaban a la vista una gran cantidad de esqueletos. Al final aterrizamos en una zona con suelo, lo que nos permitió bajar del caballo. Todo el pelo que tenía se había erizado y despeinado con la fuerza del viento.
Oye, mírate en el reflejo del agua, quiero ver tu ridículo peinado.
En aquella fría y apestosa caverna, pudimos ver dos posibles vías. Ambas eran dos enormes puertas, solo difiriendo en el color: La de la derecha tenía pintura azul, la de la izquierda verde. Lo malo es que no había nada que las distinguiera, ni nos dijera qué camino llevaba a lo que quería cada uno. Mientras pensaba cuál podría ser, sin éxito, Guilmon había vuelto a salir. Se tapó la nariz ante la peste del lugar.
—¿Qué hacemos? Podríamos decirnos lo que tenía pensado hacer cada uno, y si acabamos en el camino del otro, terminarlo.—propuse mi sugerencia. Si aceptaba, le comentaría que tenía pensado buscar las pruebas en sus aposentos, tanto sobre lo de las almas como lo de los sincorazón que se apuntaban misteriosamente. También esperaba que me comentara lo que intentaba hacer para liberar las almas.
Miré una vez más, con una cara de preocupación, las dos opciones. Seguía siendo una cuestión de azar, aunque nos hubiéramos repartido el trabajo. Al final, me decanté por la derecha, por lo que la señalé.
—Creo que voy a ir por la azul. Pegaso puede ir contigo, si quieres.—propuse, tras lo que me encaminé hacia el portón azul. He de decir que, aunque de primeras parecía imposible de abrir, logré abrirla con algo de esfuerzo. Vía libre.
Spoiler: Mostrar