Re: Ronda 18
Publicado: Vie Ago 21, 2015 4:36 pm
La expresión de Cornelia fue del todo natural. La observó como si estuviera loca y acabara de soltar delirios por su boca...
... y de repente, Nadhia intentó reaccionar a la advertencia de la líder sin mucho éxito, pues fue ella la que la aferró por un hombro para que su cuerpo saltara hacia un callejón. Nadhia ahogó un grito, dolorida, al chocar contra un muro tras la explosión del ataque. Farfulló y escuchó a su lado a Cornelia:
—¡No hay tiempo que perder! ¡Ya me explicarás eso en otro momento, vengas o no del futuro, lo que importa es matar a este monstruo ahora!
Cierto. Era verdad que debían acabar con aquella amenaza antes de que fuera demasiado tarde. Pero Nadhia se sentía aliviada tras soltar la verdad. Un sentimiento indescriptible la envolvió por completo, sintiéndose liberada.
Cornelia sabía la verdad. Fuera o no a volver a confiar en ella, había sido sincera con ella a tiempo. Nadhia sonrió, a pesar de la situación, y en cuanto volvió a sentir sus piernas imitó a la líder y se lanzó de nuevo hacia la batalla.
Al salir del callejón hizo caso de las señas de Cornelia y subió a su glider. Evitaron un poderoso y coloso puño destrozando el suelo bajo sus pies. Maldijo el polvo que evitó que pudieran ver durante unos instantes que se hicieron eternos y angustiosos, al menos para ella. Invocó su Llave-Espada, preparada para lo que se avecinaba.
Pero recibieron un golpe maestro del encapuchado, y Cornelia gritó de frustración. Nadhia confiaba en la líder de Tierra de Partida, pero ver que no pudiera seguir el ritmo del enemigo le hizo comprender que no podrían depender de ella. Tenían que ayudar, no. Debían exceder de sus límites si querían salir con vida y salvar Tierra de Partida.
—¡¡Nunca pensé que fueras un cobarde, Hjalmar!! ¡Lucha conmigo, enfréntate a mí!
—Espera, ¿qué?
Nadhia recordaba aquel nombre, vagamente, pero cuando el encapuchado descubrió su rostro, pudo reconocerlo al instante. Era uno de los líderes de Tierra de Partida.
Otro traidor. Hana tenía razón. Gabriel sería, seguramente, la figura que su compañera estaba persiguiendo en aquel momento. Observó el aspecto demacrado del líder, que nada tenía que ver con el día anterior.
—Siempre has pensado que las cosas se resuelven uno a uno, Cornelia, pero el mundo no es justo. Lo siento.
—¡Te eliminaré, maldito monstruo!—gritó Cornelia frente a ella, furiosa—. ¡Cómo puedes hacer esto, cómo puedes matarlos a todos!
Nadhia exclamó, al igual que Cornelia, cuando una cascada de luz las envolvió. Percató un rugido, como de un animal salvaje en medio de la nada, y cuando volvió a abrir los ojos, se encontró con algo que hubiera deseado evitar.
La oscuridad se había apoderado del cielo. El sol ya no brillaba, y los edificios y la tierra estaban cubiertos de aquella capa triste y lúgubre. La montaña que se divisaba en la lejanía había desaparecido, y en su lugar quedaban los restos de un islote.
Nadhia farfulló, sin poder evitar clavar sus manos en los hombros de Cornelia. Estaba sucediendo lo mismo. Aquello era...
—El Castillo del Olvido…—logró pronunciar Cornelia antes que ella—. ¿Era eso lo que pretendías? ¿QUIERES DESTRUIR ESTE MUNDO POR COMPLETO?
—Está... pasando lo mismo —se dijo Nadhia, escuchando las palabras de Hjalmar, y recordando su auténtico presente, el del futuro.
—Zacharias habrá escuchado mi consejo y estará abriendo portales para que los clanes menores escapen. Pero vosotros… No, nosotros, somos demasiado orgullosos para abandonar este lugar. El corazón de la Orden desaparecerá para siempre junto con Tierra de Partida. Así el veneno no podrá extender por el resto de los mundos.—Nadhia se levantó en el Glider asomando tras el cuerpo de Cornelia, dejando de usarla como apoyo y observando a Hjalmar con sus ojos envueltos en fuego, furiosos—. Gabriel me habló de ti y tus amigas. Dices venir del futuro. Si es cierto que Tierra de Partida sigue existiendo y que está lo suficiente desesperada como para tener que salvarla viniendo al pasado, significa que nada de esto será en vano¡Vamos con él!
Pero entonces, algo extraño y milagroso a partes iguales sucedió bajo los pies del coloso sincorazón. El Alfa dio un traspiés y el traidor estuvo a punto de caer del hombro de éste. Unas enredaderas de un fuerte y vivo color verdoso, gigantescas y hermosas, surgieron a los pies del Alfa para detener su paso. Alguien cercano debía estar ayudándolas, ya fuera un maestro de la ciudadela, algún líder acercándose a su posición o cualquier otro caballero que no estuviera dispuesto a ver caer su hogar. O...
—¿Diana...?
—¡Nadhia, tu arco! ¡Arráncalo de su hombro!
—¡De acuerdo! —Nadhia logró ponerse en pie, e invocó de nuevo su Llave-Espada, la cual no sólo apareció entre alas de ángel. No, la aprendiz sintió una calidez más violenta en torno a su mano.
Sentía el fuego arder dentro de ella.
El glider en aquel momento no era una opción. Debía tener su Llave-Espada a mano y alcanzar a Hjalmar en cuanto lo tuviera a tiro. Debía confiar en su puntería.
De la espalda de Nadhia surgieron dos tubérculos que conformaron dos enormes alas de luz. Abandonó el glider de Cornelia no sin antes susurrarle:
—Suerte, mi señora.
Y se lanzó al vacío. Su corazón deseó que las alas se desplegaran justo antes de caer al suelo, y eso hicieron. Su objetivo fue echar a volar en la zona más lejana de sus zarpas, para que toda la energía acumulada en su cuerpo para desarrollar el potencial de su habilidad no cayera en vano por un movimiento estúpido.
Se dio solo un segundo para rodear el coloso y dirigir su mirada hacia arriba. En su mano se materializó una flecha, y sus ojos se concentraron todo lo posible en la silueta de Hjalmar. Cuando sintiera que la flecha era completamente sólida y poderosa, impulsó su cuerpo hacia arriba, y no se detuvo.
Lanzaría la flecha en cuanto tuviera la espalda del encapuchado a tiro. Y no se detendría. Volvería a caer hacia abajo, buscando algún lugar en el cual esconder su figura. Las alas sólo durarían un momento, no estaba en condiciones de mantenerlos durante un tiempo estimado. Farfulló con ira, deseando haberse hecho más fuerte para aquel momento.
Pero lo importante era sobrevivir para dar el siguiente golpe y ayudar a Cornelia. Entraría por una de las ventanas de las casas de los alrededores, usando las alas como protección sin debía romper el cristal de las mismas para entrar y esconderse.
Nadhia no se lo pensaría dos veces y echaría a correr en el interior de la casa, sin dejar que el Alfa identificara su posición. Y cuando se encontrara en otro de los cuartos de aquella casa, buscaría otra ventana para situarse y ver qué había pasado, y si su estrategia había merecido la pena.
... y de repente, Nadhia intentó reaccionar a la advertencia de la líder sin mucho éxito, pues fue ella la que la aferró por un hombro para que su cuerpo saltara hacia un callejón. Nadhia ahogó un grito, dolorida, al chocar contra un muro tras la explosión del ataque. Farfulló y escuchó a su lado a Cornelia:
—¡No hay tiempo que perder! ¡Ya me explicarás eso en otro momento, vengas o no del futuro, lo que importa es matar a este monstruo ahora!
Cierto. Era verdad que debían acabar con aquella amenaza antes de que fuera demasiado tarde. Pero Nadhia se sentía aliviada tras soltar la verdad. Un sentimiento indescriptible la envolvió por completo, sintiéndose liberada.
Cornelia sabía la verdad. Fuera o no a volver a confiar en ella, había sido sincera con ella a tiempo. Nadhia sonrió, a pesar de la situación, y en cuanto volvió a sentir sus piernas imitó a la líder y se lanzó de nuevo hacia la batalla.
Al salir del callejón hizo caso de las señas de Cornelia y subió a su glider. Evitaron un poderoso y coloso puño destrozando el suelo bajo sus pies. Maldijo el polvo que evitó que pudieran ver durante unos instantes que se hicieron eternos y angustiosos, al menos para ella. Invocó su Llave-Espada, preparada para lo que se avecinaba.
Pero recibieron un golpe maestro del encapuchado, y Cornelia gritó de frustración. Nadhia confiaba en la líder de Tierra de Partida, pero ver que no pudiera seguir el ritmo del enemigo le hizo comprender que no podrían depender de ella. Tenían que ayudar, no. Debían exceder de sus límites si querían salir con vida y salvar Tierra de Partida.
—¡¡Nunca pensé que fueras un cobarde, Hjalmar!! ¡Lucha conmigo, enfréntate a mí!
—Espera, ¿qué?
Nadhia recordaba aquel nombre, vagamente, pero cuando el encapuchado descubrió su rostro, pudo reconocerlo al instante. Era uno de los líderes de Tierra de Partida.
Otro traidor. Hana tenía razón. Gabriel sería, seguramente, la figura que su compañera estaba persiguiendo en aquel momento. Observó el aspecto demacrado del líder, que nada tenía que ver con el día anterior.
—Siempre has pensado que las cosas se resuelven uno a uno, Cornelia, pero el mundo no es justo. Lo siento.
—¡Te eliminaré, maldito monstruo!—gritó Cornelia frente a ella, furiosa—. ¡Cómo puedes hacer esto, cómo puedes matarlos a todos!
Nadhia exclamó, al igual que Cornelia, cuando una cascada de luz las envolvió. Percató un rugido, como de un animal salvaje en medio de la nada, y cuando volvió a abrir los ojos, se encontró con algo que hubiera deseado evitar.
La oscuridad se había apoderado del cielo. El sol ya no brillaba, y los edificios y la tierra estaban cubiertos de aquella capa triste y lúgubre. La montaña que se divisaba en la lejanía había desaparecido, y en su lugar quedaban los restos de un islote.
Nadhia farfulló, sin poder evitar clavar sus manos en los hombros de Cornelia. Estaba sucediendo lo mismo. Aquello era...
—El Castillo del Olvido…—logró pronunciar Cornelia antes que ella—. ¿Era eso lo que pretendías? ¿QUIERES DESTRUIR ESTE MUNDO POR COMPLETO?
—Está... pasando lo mismo —se dijo Nadhia, escuchando las palabras de Hjalmar, y recordando su auténtico presente, el del futuro.
—Zacharias habrá escuchado mi consejo y estará abriendo portales para que los clanes menores escapen. Pero vosotros… No, nosotros, somos demasiado orgullosos para abandonar este lugar. El corazón de la Orden desaparecerá para siempre junto con Tierra de Partida. Así el veneno no podrá extender por el resto de los mundos.—Nadhia se levantó en el Glider asomando tras el cuerpo de Cornelia, dejando de usarla como apoyo y observando a Hjalmar con sus ojos envueltos en fuego, furiosos—. Gabriel me habló de ti y tus amigas. Dices venir del futuro. Si es cierto que Tierra de Partida sigue existiendo y que está lo suficiente desesperada como para tener que salvarla viniendo al pasado, significa que nada de esto será en vano¡Vamos con él!
Pero entonces, algo extraño y milagroso a partes iguales sucedió bajo los pies del coloso sincorazón. El Alfa dio un traspiés y el traidor estuvo a punto de caer del hombro de éste. Unas enredaderas de un fuerte y vivo color verdoso, gigantescas y hermosas, surgieron a los pies del Alfa para detener su paso. Alguien cercano debía estar ayudándolas, ya fuera un maestro de la ciudadela, algún líder acercándose a su posición o cualquier otro caballero que no estuviera dispuesto a ver caer su hogar. O...
—¿Diana...?
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—¡Nadhia, tu arco! ¡Arráncalo de su hombro!
—¡De acuerdo! —Nadhia logró ponerse en pie, e invocó de nuevo su Llave-Espada, la cual no sólo apareció entre alas de ángel. No, la aprendiz sintió una calidez más violenta en torno a su mano.
Sentía el fuego arder dentro de ella.
El glider en aquel momento no era una opción. Debía tener su Llave-Espada a mano y alcanzar a Hjalmar en cuanto lo tuviera a tiro. Debía confiar en su puntería.
De la espalda de Nadhia surgieron dos tubérculos que conformaron dos enormes alas de luz. Abandonó el glider de Cornelia no sin antes susurrarle:
—Suerte, mi señora.
Y se lanzó al vacío. Su corazón deseó que las alas se desplegaran justo antes de caer al suelo, y eso hicieron. Su objetivo fue echar a volar en la zona más lejana de sus zarpas, para que toda la energía acumulada en su cuerpo para desarrollar el potencial de su habilidad no cayera en vano por un movimiento estúpido.
Se dio solo un segundo para rodear el coloso y dirigir su mirada hacia arriba. En su mano se materializó una flecha, y sus ojos se concentraron todo lo posible en la silueta de Hjalmar. Cuando sintiera que la flecha era completamente sólida y poderosa, impulsó su cuerpo hacia arriba, y no se detuvo.
Lanzaría la flecha en cuanto tuviera la espalda del encapuchado a tiro. Y no se detendría. Volvería a caer hacia abajo, buscando algún lugar en el cual esconder su figura. Las alas sólo durarían un momento, no estaba en condiciones de mantenerlos durante un tiempo estimado. Farfulló con ira, deseando haberse hecho más fuerte para aquel momento.
Pero lo importante era sobrevivir para dar el siguiente golpe y ayudar a Cornelia. Entraría por una de las ventanas de las casas de los alrededores, usando las alas como protección sin debía romper el cristal de las mismas para entrar y esconderse.
Nadhia no se lo pensaría dos veces y echaría a correr en el interior de la casa, sin dejar que el Alfa identificara su posición. Y cuando se encontrara en otro de los cuartos de aquella casa, buscaría otra ventana para situarse y ver qué había pasado, y si su estrategia había merecido la pena.
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