Se habían presentado todos, uno por uno tal y como había dicho la Maestra Nanashi. Todos después de mí. Había aprendido algo de la naturaleza humana observando todo lo que me rodeaba y todo lo que he había rodeado, del carácter de las personas que siempre habían estado cerca de ella, tanto en Agrabah como en Tierra de Partida. Iba aprendiendo poco a poco la naturaleza humana y me fijaba hasta en los rasgos más diminutos e inapreciables de cada persona. Me dije a mi misma "No estoy dispuesta a afrontar el vacío existente en mis experiencias personales."
Ciertas evidencias apuntaban que Fyk era un simple extraterrestre que no sabía hacer nada. Insolente, infantil, irritante eran los mejores adjetivos que se me ocurrían para definir al extraterrestre. Venía de un lugar lejano —como todos— pero era diferente.
Muevo ligeramente mis pensamientos y los dirijo a Hitori. Un hombre un tanto niño, inútil, tímido, desinteresado. Aparentaba justo lo mismo de lo que era, un auténtico inútil. Extremadamente tímido, demasiado. No acertaba a dar una conversación fructífera ni interesante. Aunque, bueno, era normal. Dentro de lo que cabía, era normal.
Kit "Que te jodan Kit." se me ocurrió al pensar en él aunque no transformé la idea en palabras. Tan solo me la guardé como un pequeño apunte en mi gran memoria. Era egocéntrico, muy egocéntrico. Ser egocéntrico no es malo me dije, es normal. Cada uno es como es y no se puede cambiar. Eso es lo que me atormentaba, no se puede cambiar la personalidad de alguien sin un esfuerzo desde dentro. Una pena, Kit podría haber servido para algo más si fuera mas comprensivo con Hitori y los demás.
Al tanto de la intervención de mis compañeros la maestra Nanashi soltó un gran discurso cambiando de postura constantemente, parecía decidida. Nos quería amedrentar, eso estaba claro. "Es satisfactorio comprobar que los nuevos aprendices progresan adecuadamente y de manera tan magnífica." Ironía. Eso para mí significaba un "a ver si sabéis sujetar la Llave Espada sin haceros daño, para algo estáis en esta sala conmigo." A ella lógicamente le dábamos igual los cuatro. Mis intenciones eran coger un poco de afecto con la única mujer de la misteriosa tierra que habitábamos como simples marionetas de un gran juego repleto de oscuridad. Un universo desbordado de mundos y historias perdidas o sin destino.
—Dejay —me llamó—. Dime. ¿Qué sabes sobre los sincorazón?
—Sobre los sincorazón —replanteé la pregunta en alto—, no sé nada. Absolutamente nada. He de decir que la parte teórica no entraba en los entrenamientos con Akio. Estamos aquí para defender los mundos de las bestias oscuras a las que tú, maestra Nanashi, llamas sincorazón. Me parece estupendo que empecemos por sus características físicas antes de un combate cuerpo a cuerpo. Yo no sé esas características de las que me hablas. Sé que son, bestias oscuras que merodean por todos los mundos. Siento decepcionarla pero no sé más sobre ellos.
Sin dar más importancia a la respuesta negué con la cabeza y centré mi atención en escuchar las respuestas de los demás. "Después de todo, nosotros somos los aprendices y ella la maestra. Estamos aquí para aprender."