Me pareció notar alguna que otra gota de sudor caer por mi frente cuando Lyn nos dedicó a Ragun y a mí aquella mirada animal. Era difícil tratar con ella, no cabía duda... decidí dejar de esforzarme. Total, hiciésemos lo que hiciésemos no parecía que la visión que tenía de nosotros fuese a cambiar nunca.
—¡Blue Kid y compañero!
—¡Nosooootros! —exclamé, dándome la vuelta y encontrándome con que era Fil el que nos había llamado.
—¡Buena suerte, muchachos! Conociendo a Lyn es imposible que perdáis —dijo Zack.
Me di la vuelta hacia el chico. Tenía la certeza de que tenía él más confianza en nuestras posibilidades que yo mismo. Le sonreí débilmente, dando a entender que haríamos lo que pudiésemos. Nunca había probado la comida de Yami, pero por el tono en que lo había dicho Lyn más nos valía no perder aquel combate.
—Daremos lo mejor de nosotros —dije, al fin.
En ese momento, muchas cosas pasaron muy rápido. Un hombre herido apareció sobre una camilla desde la entrada al ring de combate. La camilla cayó, el hombre desapareció y un sincorazón tomó su lugar tras ser envuelto por un aura negra. Al segundo, desapareció sin dejar rastro.
La sala parecía haber enmudecido, y cuando la chica con la que había intentado entablar conversación Ragun apareció riéndose acompañada de alguien a quien no logré distinguir un escalofrío me recorrió el cuerpo. No era normal. Había algo en aquel lugar. En aquella persona. Algo oscuro. Miré a Ragun, que parecía haberse abstraído durante un momento, y le indiqué con un gesto de la cabeza que teníamos que dirigirnos al combate.
—Lo mejor de nosotros —repetí.